viernes, 18 de marzo de 2016

LA FUERZA INTERIOR - Capítulos I, II , III y IV - YA EN LA WEB

"La Fuerza Interior" 
by Salvatore Vella
Algunos escenarios de esta novela fueron producto de la imaginación del Autor.
La ubicación Geográfica de los hechos narrados es totalmente real a igual que algunos de los acontecimientos terroristas que se describen.




Capítulo I - "El Encuentro"

Noche fría, nublada. La luna se reflejaba sobre las tranquilas olas de un rió no muy grande que pasaba justo en medio del camino. Un pequeño puente servía de paso, sin duda los años había atacado ferozmente la madera,  podían notarse agujeros de balas incrustados en las barandas que a duras penas se mantenían erguidas. El largo camino comenzaba a hacer efecto sobre mi cuerpo, me detuve por un segundo para examinar el antiguo puente,  decidí pasarlo a pesar del pésimo estado. Con pasos lentos y pesados comencé a cruzar mientras el crujir del puente anunciaba un colapso inminente lo que me obligó a acelerar el paso para evitar caer. Apenadas saqué el ultimo pie del maltrecho puente se vino abajo estruendosamente. Me alejé lo más rápido que pude para evitar que los escombros que habían saltado por los aires me cayeran encima. - "Estuvo cerca" - Pensé, mientras observaba como se disipaba la nube de polvo y se revelaba la enorme montaña de madera y clavos que conformaban la estructura que hace un momento de manera casi mortal me habían servido de paso. Reflexioné sobre lo ocurrido sin quitar la vista del rió que poco a poco comenzaba a arrastrar los escombros, pude notar que el reflejo de la luna que venía siguiendo desde hace horas a lo largo del río había desaparecido, levanté la mirada y vi que el cielo estaba despejado, a mi derecha avisté un claro, la hierba era baja y había un árbol de tronco grueso y robusto que no estaba distante del caudal del agua, entonces comencé a sentir como el cansancio recorría todo mi cuerpo nuevamente a medida que la adrenalina que había segregado mi cuerpo hace un momento iba perdiendo efecto. Un par de segundos bastaron para decidir qué pasaría la noche recostado en aquel enorme árbol, arrojé una mochila de cuero antiguo que llevaba conmigo, justo al pie del árbol, removí rápidamente algunas rocas para hacer más cómodo el suelo y me dejé caer sobre el frió pasto, acomodé la mochila detrás de mi cabeza y sin esperar cerré los ojos

Pasaba de la media noche cuando una brisa fría comenzó a pasearse por el lugar, las hojas de aquel árbol comenzaron a caer perturbando el descanso que tanto necesitaba, algunas ramas pequeñas cayeron sobre mi rostro, desperté y miré hacia la copa del árbol aun tendido en el piso y pude ver que el cielo despejado y estrellado que hacía acogedora la noche se había tornado gris y nublado - "No podía faltar menos" - dije en voz alta y gruñona, aun agotado por la larga camita, eche un ojo por los alrededores pero la poca luz no me dejó detallar mas allá de unos pocos metros de distancia, buscaba algún refugio contra la lluvia que se acercaba pero no había más que una extensa pradera, recogí la mochila y comencé a meter algunas cosas que se habían salido de su interior mientras descansaba, de pronto sopló una fuerte brisa que sacudió un viejo diario que reposaba en el suelo, las hojas había comenzado a pasarse bruscamente de un lado a otro desprendiendo una foto que reposaba en el interior del diario que luego fue arrastrada por el viento emprendiendo vuelo, intenté detenerla estirando mi brazo para atraparla pero no lo conseguí, como un resorte cuando se estira me puse en pie y comencé a perseguir la foto de un lado a otro pero la brisa era muy fuerte de modo que tuve que arrojarme simulando un clavado para poder atraparla, caí de espaldas con la foto en la mano y no pude evitar revisarla para cerciorarme que no se había dañado, me quedé inmóvil por un largo rato mientras contemplaba la hermosa imagen de lo que hace algunos años fue mi único amor; rubia de ojos claros y una sonrisa alocada estaba impresa en la foto. - Te extraño Kate, ¡no tienes idea cuanta falta me haces! - cerré los ojos y acomodé la fotografía entre mi pecho abrazándola, mis ojos comenzaron a brillar y reflejaban las grises nubes, a punto de soltar lagrimas, un grueso nudo se atravesó en mi garganta, mi mente se nublo de recuerdos felices que solía pasar con ella, pocos eran de tristeza, con Kate era imposible estar triste o mantener la seriedad aunque sea por un minuto, irradiaba una aura tan fuerte y alegre que te contagiaba y en poco tiempo estarías envuelto en risas a causa de sus alocadas ocurrencias. 

Intente calmar mi mente y dejar esos recuerdos de un lado para poder incorporarme y mientras lo hacía comenzaron a caer gotas de aguas fría, había comenzado a llover, guardé la foto en mi bolsillo y corrí hacia donde estaba la mochila, guarde lo que quedaba tirado en el piso con rapidez y comencé a trotar río abajo en busca de algún refugio que me protegiera del torrencial - "Apenas son gotas leves, ojala encuentre algo más adelante" - de pronto se encendieron dos fuertes luces que apocaron mi visión, estaban aproximadamente a cincuenta metros de distancia justo en frente de mi, tape mi rostro con el brazo y no tardó en resonar una voz grave en con tono agresivo - ¿Quien anda ahí? - intentaba asimilar lo que estaba pasando y cuando me disponía a abrir la boca para contestar escuche el inconfundible sonido del percutor de un arma - ¿Quien anda ahí?  - ¡Hola, me llamo John!  Y... - ¿Qué haces corriendo por este lugar, acaso no sabes que es zona de cacería? ¡Por poco te vuelo los sesos! - ¡No lo sabía, disculpe!. Ando en busca de refugio ¿habrá algo cerca? - Lo dudo. Respondió aquel hombre que estaba parado en la parte trasera de un camión, ¡o lo que quedaba del camión! - ¡Estamos en medio de la nada! - contestó el sujeto mientras bajaba el arma y la colocaba en sus hombros, comencé a acercarme lentamente sin quitar la vista del arma, el sujeto salto desde la parte posterior del vehículo con gran agilidad y cayo de pie, me asombre al ver lo alto y ancho que era, dio unos pasos y metió su enorme brazo dentro la cabina del camión y apago las luces dejando apenas unos cocuyos para indicar la posición del horrendo vehículo - ¡Tenga cuidado! he dejado unas trampas para osos justo en esa dirección, ¡no quiero curar heridos esta noche! - ¡Gracias! - le dije al hombre mientras terminaba de llegar al lugar en donde se encontraba, eche un ojos velozmente para examinar con lo que me topaba y pude notar que había un perro dentro de la camioneta, estaba tuerto, me pareció extraño ver al animal tapando su deficiencia con algo que parecía ser ropa interior - ¿Pasará la noche acá? - pregunte mientras tendía mi mano para presentarme - ¡No, ya nos estábamos largando! la noche solo trajo moscos y esta terrible lluvia solo empeorará las cosas - Exclamó mientras estrechaba con potencia desmedida mi mano - Entiendo, vengo corriendo para evitar la lluvia y conseguir algo ¿Podrías llevarme? - Si no te molesta viajar con Roco - ¿Muerde? - le pregunté un poco preocupado -¡No, al menos que seas un bistec! - No lo pensé dos veces y me subí al destartalado camión sentándome al lado del extraño perro tuerto.  El  avanzó unos pasos, y recogió del piso una cuerda que estaba atada a las trampas que había dejado en línea recta justo en la dirección en la que apuntaba el vehículo, dio un fuerte tirón y las trampas se activaron todas al mismo tiempo y luego comenzó a tirar de la cuerda, recogió una a una cuidadosamente colocándolas en la parte posterior del vehículo, metió su brazo nuevamente en la cabina para abrir la puerta por el lado de adentro, subió al vehículo y con un fuerte golpe cerró la estropeada puerta, introdujo la llave para poner en marcha el motor pero aquel traste solo emitió un chirrido infernal – ¡Maldito camión de porquería! ¡ENCIENDEEEE! – Gritaba el sujeto mientras golpeaba fuertemente el volante.- ¡A veces hay que recordarle que tiene que trabajar! – Dijo en sentido de broma. Giro nuevamente la llave y el motor se puso en marcha, - Caramba, ¡Te escucho! – le dije Siguiéndole la corriente con el chiste, él apenas movió un labio de lado para medio sonreír – ¿Cómo te llamas? – Pregunté volviendo a la seriedad - ¡Soy Cristian! Y este es mi compañero Roco – Al mismo tiempo que el perro dio dos ladridos afirmando lo que decía su gigantesco amo. - ¿Está muy lejos el pueblo? - ¿Pueblo? ¡No hay pueblo! Vivo a 8 kilómetros de aquí dentro del borde del bosque, el pueblo está a 5 días de viaje en dirección norte – en ese momento pensé que no solo me tardaría una eternidad en llegar al pueblo, sino que además iba en dirección contraria - ¿Qué hay en la otra dirección? – pregunté con algo de enojo conmigo mismo - ¡Las Montañas! y quizás un oso que te haga el favor de aliviarte el dolor si llegas a perderte – No podía creer que durante 3 días había viajado en dirección contraria, miré hacía el otro lado para ver el camino que seguíamos mientras pensaba en la idiotez que acaba de cometer, se suponía que cuando partí de la base esta era la dirección que debía seguir. – ¿Qué sucede, John? Noto que estás algo tenso – ¡No sucede nada! Solo que tengo tres días viajando para llegar al pueblo y resulta que voy en dirección contraria – ¡No ibas en Dirección contraria! - ¿Qué quieres decir con eso? ¡Me acabas de decir que solo hay montañas en esa dirección! – Había un pueblo, fue devastado hace unos meses, ¡solo quedan ruinas! - ¿Pero qué diablos paso? – Dicen que fue atacada por… ¡Espera un momento! ¿No eres uno de esos infelices qué...? – ¡Oh no, no, nada de eso!, vengo escapando de los mismos ataques – ¡Más te vale! - ¿Sabes quién los atacó? - ¡No lo sé, aun no los he visto, pero personas del pueblo dicen que son hombre con túnicas, no se les puede ver el rostro! - ¿Hombres con túnicas? ¿De dónde rayos sacaron eso? - ¡No lo sé, te digo aun no los he visto, pero sea lo que sea no permitiré que se acerquen a mi casa!, ¡Ya me han arrebatado suficiente! - ¡Estamos en las mismas, Cristian! Asesinaron a mi esposa hace un par años, quemaron mi casa y destrozaron el pueblo, ¡desde entonces he estado buscando los responsables! - ¿No me digas que eres otro de los vengadores? Jajajajaja ¡Debe ser un Chiste! ¡No hay manera compadre! Cuando atacan llegan en batallones, llevan armas y vehículos de guerra que han robado de los ataques hechos a las bases militares ¿En serio buscas responsables? ¡Deberías pensar un poco mejor! – ¡Nada es imposible! Si nos unimos podemos hacer frente, ¡somos más que ellos, y eso es suficiente!

De pronto el camino comenzó a ponerse escabroso, Cristian había salido del marcado camino de tierra y había entrado hacia la pradera que bordeaba el bosque, las rocas en el suelo sacudían bruscamente el deteriorado camión, parecía que se iba a desarmar antes de poder entrar al bosque - ¡Tranquilo, puede que parezca un pedazo de chatarra, pero es fuerte y sólido como roble! – Dijo Cristian confiado de lo que hacía mientras se tambaleaba de un lado al otro en el asiento del piloto. Luego de unos pocos minutos rodando Llegamos al borde del bosque, pude ver que había otro camino de entrada que estaba obstaculizado por un árbol caído y una roca enorme, asumí de inmediato que era la entrada y que aquel tronco no era más que un disfraz para esconder el acceso a la morada, nos detuvimos justo en frente y la enorme existencia del sujeto descendió del arruinado camión que mi opinión no era fuerte y mucho menos solido como el roble, al menos que se tratase de un roble podrido. - ¡No tardo! – dijo, mientras se dirigía hacia el tronco, lo tomó por un extremo y como si se tratara de una pequeña rama lo levanto y lo hizo a un lado del camino, luego se acerco a la roca y la levanto como si no pesara más que una pequeña piedra, era impresionante la fuerza del sujeto, entonces comencé a pensar que si lograba convencerlo podría ser un gran aliado aunque por las palabras que había dicho hace un momento sabía que no sería tarea fácil. Colocó la roca a un lado del camino, secó la llovizna de su cara que aun seguían cayendo y se acerco al camión - ¿Sabes Conducir? - Pregunto jadeante por la fuerza que había hecho para levantar el tronco y la roca – ¡Por supuesto! – ¡Ok, entonces lleva el camión dentro del bosque mientras vuelvo a tapar la entrada! – Me deslice por el asiento hasta el lugar del piloto, coloque la velocidad y avance unos metros hasta introducir lo que quedaba de la camión dentro del bosque y me detuve, por suerte aun conservaba el retrovisor central lo que me permitió ver hacia atrás, colocó todo en su lugar y apenas vi que terminó la tarea me deslicé nuevamente a mi lugar de pasajero mientras él intentaba entrar de nuevo al vehículo, noté que Roco dormía en la parte abajo y que a pesar de todo el movimiento no se había movido – ¿Le sucede algo a tu amigo? – Pregunté preocupado por estropeado animal - ¡Nada, Son los años! - ¿Qué le sucedió en el rostro? - ¡Un oso intentó atacarnos hace unas semanas mientras dormíamos!, ¡salió a enfrentar al desgraciado pero no le fue muy bien, la bestia logro arrancarle el ojo de un zarpazo y luego huyó! ¡Me salvo la vida! – ¡Heroico!. Por cierto, ¡bastante original la venda que le pusiste! – Si, ¡no tenemos muchos enceres por estos lados! debes hacer lo que sea necesario para sobrevivir, ¡No es fácil! – Mientras acomodaba delicadamente el viejo calzón sobre la estropeada cara de su amigo fiel – Fui enfermero en el ejercito – Le dije ofreciéndole ayuda y agradecimiento por lo que hacía conmigo - tal vez en lo que lleguemos pueda echarle un ojo en la herida a ver qué podemos hacer para mejorarlo un poco, ¡tengo algunos implementos en mi mochila! - ¡Eso me haría muy feliz! – Exclamó con una sonrisa retorcida – La soledad no es buena compañera por estos lugares – sentí de inmediato una enorme tristeza que traspasaban el sentido de aquellas palabras, me pregunte qué habría sucedido con él, volteé para mirarle y noté como luchaba para que su cabeza no golpeara el techo del vehículo que por motivos obvios tenía marcas en el lugar, al menos pasaba los 2 metros de alto, la piel quemada por el exceso de sol dejaban en evidencia la ardua tarea que hacía para sobrevivir en el bosque, tenía el cabello lardo al igual que la barba, ambos desaliñados, me sorprendió que a pesar de ser una especie de ogro del bosque no estuviese impregnado de ningún mal olor, vi que además del arma llevaba un enorme cuchillo de trincheras atado a su cintura y que sin contar el precario modo de vida que llevaba también llevaba puesto un reloj, luego noté que en el panel de instrumentos del camión había una foto, se distinguía una mujer esbelta, con cabellera negra y larga, su piel era blanca como la nieve, y la cabellera descansaba sobre los hombros, la mujer abrazaba un niño de al menos 5 años, el gran parecido de Cristian con el niño delataban de inmediato que era su hijo - ¿Son tu familia? – Pregunté prudentemente - ¡Lo eran! - Respondió con voz baja y suave mientras echaba una mirada a la foto – Fueron asesinados por esos bárbaros al principio de los ataques. Yo estaba trabajando, la alerta de ataque llegó tarde y cuando volví los encontré muertos a ambos, ¡no pude llegar a tiempo! – Se notaba el dolor en el relato de Cristian, - Era un gran muchacho. ¡Fuerte como su padre! – Añadió con orgullo y nostalgia a la vez.

Por unos minutos el silencio inundo la cabina del vehículo, no quise seguir tocando el tema de su familia, entendía perfectamente lo que significaba remover recuerdos tristes, comencé a mirar por la ventana el oscuro bosque, se escuchaban ruidos de todo tipo; ranas, búhos y hasta lobos aullando a la luna en su ritual de cortejar, de pronto Cristian detuvo el camión bruscamente, por poco pegué mi frente contra el vidrio delantero - ¿Qué sucede? – Pregunté exaltado – ¡Espera un segundo! Revisaré algunas trampas para peces que coloqué esta mañana, nos vendrá bien comer algo – descendió del camión y se dirigió al arroyo y nuevamente tomó una cuerda que estaba escondida a pocos metros de la orilla y comenzó a tirar de ella, recogió algunos metros y de pronto salió del agua una enorme jaula hecha de palos y trapos viejos, parecía que la estructura de la jaula estaba sujeta de los mismos trapos, no tardo en jalar la jaula hasta la orilla y apresuradamente se agacho para revisar su interior metiendo su brazo dentro de ella, luego miró hacia el camión y me hizo señas para que me acercara, baje apresuradamente para acercarme y sin que pudiera dar más que un paso dijo eufóricamente – ¡Tenemos cena John! En la parte de atrás del camión hay un saco, ¡tráelo! – rápidamente ubique el saco y se lo acerque sosteniéndolo abierto para que depositara el preciado motín, sacó el brazo y con él un enorme pez que sostenía por la parte trasera de la cabeza con fuerza, entonces pensé fugazmente que no me gustaría estar en los zapatos del pez, la fuerza con la me apretó la mano cuando me presente me había dejado en claro que de esa mano no se puede escapar fácilmente. Puso el pez en tierra  tomo el cuchillo que colgaba de su cintura y sin mucho titubeo le corto la cabeza - ¡No dormiremos con la panza vacía! – Decía mientras colocaba el pez dentro del saco – Ahora vayámonos de aquí antes de que venga un oso - ¿Hay muchos osos por acá? – Pregunté ingenuamente - ¡Estamos plagados! – Dijo mientras miraba cautelosamente a los lado y caminábamos hacia la seguridad del camión, una vez dentro nos pusimos en marcha nuevamente, dimos un giro alrededor de un hoyo enorme que estaba casi en medio del bosque y que era difícil de ver a causa de los arbustos que habían crecido justo al borde del mismo haciendo una especie de trampa natural y sin duda mortal, la caída tenía al menos unos 15 metros y en el fondo había rocas y árboles que no te dejaban muchas esperanzas de sobrevivir - ¿Cuánto tiempo llevas dentro del bosque? – pregunté, pues se notaba que Cristian conocía el lugar como si hubiese nacido allí – Un par de años, desde que comenzaron los ataques. Al igual que tu huí del pueblo cuando perdí a mi familia, llegué aquí por casualidad y vi potencial para vivir oculto de esos miserables, al principio pensé que sería seguro pero luego llegaron los osos, tuve que acostumbrarme a vivir con eso, en todo caso sirven para ahuyentar a los extraños y curiosos. Lo más difícil fue trazar una ruta de acceso segura, en los bosques te sueles perder con facilidad - ¡Completamente de acuerdo contigo! – le dije mientras recordaba que cuando era pequeño acampaba con papá, un día nos perdimos en el bosque por una semana, por fortuna el equipo de rescate pudo encontrarnos. De pronto se avistaron unas luces tenues en lo alto de una colina, se podía distinguir que eran lámparas de kerosene, puesto que la luz era amarilla y débil - ¿Son lámparas de kerosene? ¿Dónde rayos consigues combustible? – son lámparas para kerosene, pero las mantengo encendida con la grasa de los animales que cazo, ¡por estos lados no se consigue combustible muy a menudo! - ¿y cómo haces con el camión? ¡No me dirás que con grasa de OSOS! – Jajajajaja no John, para nada, tengo que viajar al pueblo para recargar un tanque de 500 litros, suficiente combustible para 2 meses si tomas en cuenta que solo uso el combustible para andar en el camión y por lo general son distancias cortas. - ¿En el pueblo? ¡Pero está acabado! ¡Yo vengo de la base que está a unos kilómetros de ahí! – Si, el pueblo está devastado, pero tienen un tanque subterráneo que está oculto detrás del pueblo, entre las ruinas de lo que era una estación de servicio, de ahí extraigo el combustible - ¡Ya la recuerdo! Pero ¿no es arriesgado viajar al pueblo? Se ha sabido que los atacantes regresan periódicamente a los lugares que destruyen para sacar provisiones – ¡Lo hago de noche, amigo! – Luego de unos minutos llegamos al pie de la colina, Cristian se bajo nuevamente del vehículo sin detener el motor, se acerco a una pared de rocas naturales que estaba en frente y movió unos arbustos enormes que escondían la entrada a una cueva poco profunda incrustada en la roca, - “Parece la Baticueva” - el sentido del humor y mi imaginación me ofrecían un poco de ánimo aun, Cristian volvió al camión y dijo – ¡No creas que yo hice la cueva, solo la encontré ahí y la uso de garaje, ¡vivir acá tiene sus comodidades! – quedé sorprendido con lo que veía, estacionamos el pedazo de hojalata dentro de la cueva, tomamos las cosas que llevábamos y comenzamos a esconder la cueva nuevamente, en ese instante Roco salto por una ventana del camión y se incorporó con nosotros – ¡Casi te olvido muchacho! – Dijo Cristian hablando con su mascota, o más bien su compañero. Una vez que escondimos la cueva comenzamos a caminar cuesta arriba por un sendero angosto, la madrugada se había tornado más fría y la lluvia había dado paso a una neblina que aunque no era muy espesa entorpecía un poco la visibilidad del angosto camino.

Después de algunos minutos caminando y tropezarnos con todas las piedra había en el camino a causa de la oscuridad comencé a ver la casa, desde lejos no parecía gran cosa pero a medida que nos acercábamos se notaba que era grande, hecha con madera de pino del bosque, muy bien trabajada, se podían divisar sillas hechas de la misma madera con un acabado casi de primera, el piso y el cobertizo de la entrada de la casa también eran de pino, pude ver que había una mecedora y una especie de sofá tallados a mano de una sola pieza y algunos cojines artesanales en el espaldar y que colgaba del techo con cadenas antiguas de un grosor bastante prudente que hacía que se columpiara - ¡Santo Dios, Cristian! ¿Todo esto lo hiciste tú? – ¡No veo a alguien más por acá, Afortunadamente tengo bastante tiempo libre!, cuando no estoy de cacería estoy trabajando en esto, me mantiene la mente ocupada para no percibir la soledad,  trabajo con madera desde que era niño, mi padre era un excelente carpintero y aprendí el oficio en un pequeño taller que teníamos en el garaje de casa. – ¡Pero esto es un paraíso! – exclamé sorprendido con todo lo que había hecho con el lugar, en los alrededores había dedicado espacio para un jardín con la flora silvestre, había toda clase de flores y plantas que solo el bosque podría tener, a un lado de la casa había un huerto con hierbas aromáticas y comestibles, plantas de tomate, cilantro, perejil rizado, Ají, tubérculos, y vegetales que debido al clima fresco del bosque crecían frondosos, el aroma de las naranjas y limones impregnaban todo el lugar. – ¡Vamos a dentro!, no sea que nos convirtamos en la cena de algún oso – Dijo Cristian bromeando mientras nos acercábamos a la entrada, el asombro por todo lo que veía se iba apoderando de mi. Cuando nos paramos frente a la puerta pude notar que era solida, estaba tallada a mano y tenía un hermoso paisaje de unas montañas esculpido en el centro, aunque la cerradura también era de madera no dejaba de estar muy bien elaborada, todo parecía obra de un ingeniero, había dos enorme ventanales a cada lado de la puerta, obviamente no tenían vidrio, en su lugar había colocado tela de mosquitero para impedir la entrada de insectos dentro de la casa, tenían una especie de reja hecha también de madera que le ofrecían protección, todo estaba espléndidamente diseñado para evitar incidentes de cualquier tipo, entonces abrió la puerta y entramos – ¡Hogar dulce hogar! – exclamó en voz alta y con alegría mientras suspiraba profundamente.

El interior de la casa estaba lleno de comodidades, no muy diferente a lo que el exterior daba a entender y como era de esperarse, había un cómodo recibidor, una amplia sala y una cocina que parecía fabricada en serie, aunque no había ningún tipo de tecnología avanzada como televisores, aires acondicionados ni reproductores de sonido, no se podía envidiar nada de las comodidades de vivir en la ciudad, en un costado de la sala había una chimenea con fuego encendido que hacía que la fría madrugada se opacara dejando un ambiente grato y acogedor – ¡Haz hecho un trabajo estupendo con todo esto, felicitaciones! – Gracias – dijo agrandado la voz – He tenido un excelente maestro – Sin duda alguna, y no me puedo imaginar todo el tiempo libre que te permitió hacer esto – ¡No es gran cosa cuando no hay nada más que hacer! – aquellas palabras me hicieron recordar que Kate absorbía casi todo mi tiempo libre, aun así me sentía pleno haciéndola feliz. – Ven, te mostrare el lugar y la habitación donde podrás quedarte – pasamos por un corredor no muy amplio, las paredes estaban adornadas con fotos de Cristian, su esposa e hijo, al final del pasillo había tres puertas, dos del lado izquierdo y una del lado derecho que daba justo en frente con la primera del lado izquierdo, nos detuvimos en frente de las primeras dos – ¡Esta es tu habitación! – apuntó la puerta de la derecha mientras me hacia señal para que la abriera, al entrar solo había una cama individual con un cómodo colchón, rápidamente asumí que lo había conseguido en el pueblo, además había una mesa de luz con una lámpara de kerosene que le daba iluminación a la habitación y un espejo de medio cuerpo pegado en la pared que estaba al frente de la cama. – No es mucho, ¡pero es acogedor! la habitación en frente es la mía, ¡si necesitas algo toca la puerta fuertemente porque cuando duermo caigo como tronco! El baño es la puerta que está al lado de mi habitación, solo tiene un escusado y un lavamanos, la ducha aun no la termino por lo que se sobre entiende que para tomar una ducha deberás ir al riachuelo que está abajo, no te recomiendo que lo hagas a esta hora, si no te mata una pulmonía lo hará un oso, En la parte de afuera de la casa hay un recipiente grande con agua fresca que también puedes usar – ¡Entendido capitán! – Le contesté bromeando – Deja tus cosas ahí y vamos a cocinar el pescado, ¡El hambre me está matando! – coloqué mi mochila sobre la cama y salí detrás de él para cocinar, por un momento me sentí como un Boy Scout siguiendo a su guía.

La cocina también la había traído del pueblo, le había hecho adaptaciones para que funcionara con leña, lo que me pareció bastante lógico ya que sería un problema tener que conseguir gas o metano para hacerla funcionar, los mesones y los gabinetes hechos a mano estaban perfectamente rectos y muy bien terminados, no guardaba mucho dentro de ellos más que utensilios de cocina y algunos enlatados que supongo traía cada vez que iba al pueblo - ¿Cómo haces para preservar la carne? – Pregunté lleno de curiosidad – ¡Cocino  a mi antojo la que consumo al momento y el resto la pongo a ahumar y la guardo dentro de envases sellados, no se daña y conserva su sabor intacto aun después de semanas! – ¡Excelente manera de guardarla! – Al otro lado del sendero construí un rejón grande y tengo algunas gallinas que ponen huevos frescos - ¿Es en serio? ¿O sea que tienes todas las comodidades en medio de este bosque? – Así es amigo, ¡Nada que envidiar a las ciudades! – Estoy totalmente sin palabras Cristian, ahora puedo entender porque te rehúsas a salir de aquí, ¿Te comes las gallinas? – ¡Solo si no cumplen con los huevos! De alguna manera deben contribuir - Supongo que a pesar de todo esto tienes presente que el momento de salir de aquí llegará – ¡Lo tengo bien presente! – contestó sin quitar la mirada del pez que tenía entre sus manos – Y se que también llegaría alguien con las mismas intenciones que tienes en mente John, te diré que estoy listo para emprender el viaje, pero tenemos que hacer mucho antes de que eso pase, ¡tanto tu como yo arriesgaremos el pellejo en esto! – Aquellas palabras me dejaron más sorprendido de lo que ya estaba, el sujeto estaba consciente de todo y lo más insólito es que está dispuesto a colaborar sin que se lo haya pedido – ¡Ciertamente es así amigo, ciertamente lo es!, pero dime algo ¿Cómo es que me dices esto ahora si cuando te comente lo planeaba me llamaste loco? – Sencillo John, Estabas solo, caminando hacia la nada con una mochila que no es más grande que la lonchera que usaba mi hijo para ir al maternal, ¡obviamente es de locos!, seré desaliñado y tal vez no tenga ningún estudio como tú, amigo, pero no soy tonto y se donde estoy parado – No quise decir eso Cristian, es solo que… - Tranquilo, sé que no lo quisiste decir, soy yo el que te aclara la situación – Él empezó a limpiar el pescado para cocinarlo, encendió la leña de la cocina, agrego algunas especies y lanzó la cena en una cacerola a fuego lento - ¿Cuál es tu plan entonces? – Estaba impaciente por saber lo que tenía planeado mi nuevo amigo - ¡Primero cenar! El hambre me está matando y supongo que a ti también – Tienes razón, pero despertaste mi curiosidad con lo que dijiste hace un momento - ¡Se piensa mejor con la barriga llena amigo! – entonces me invito a sentarnos en la sala mientras se cocinaba el pescado que ya comenzaba a perfumar todo el lugar y a golpearme el estomago. Apenas nos sentamos se escucharon unos golpes en la puerta principal de la casa, me levante exaltado de un brinco y tome una navaja que llevaba en mi bolsillo - ¡Tranquilo campeón! Es Roco que ya se enteró que la cena está en camino – Se levanto del sillón y abrió la puerta para que pasara su amigo – ¡No pierdes el tiempo! – Le dijo al perro como si este pudiera entender lo que le decía - ¡Aun no está listo, se paciente! – Entonces el animal se acomodo justo al pie del sillón donde estaba sentado Cristian – Parece que te entiende, ¡lo entrenaste bien! – ¡Nada de eso, lo recogí de un basurero poco antes del ataque al pueblo, desde el principio sentí que estábamos conectados, también creo que me entiende y en ocasiones más que las personas con las que solía tener contacto social – suele pasar, yo estaba convencido que reina, una Yegua que tenia Kate, podía entender cuando le hablaba, de hecho acostumbre a contarle mis problema y yo sentía que podía entenderme – Cristian tomó asiento nuevamente en el sillón, se sacó la arruinada bota de un pie y comenzó a hacerle cosquillas en el lomo a su perro - ¿Los osos no han llegado hasta acá? – ¡Hace un par de semanas subió uno! Roco salió para espantarlo pero perdió un ojo, ¡Ya te lo había contado! de todas formas estamos bien resguardados, tengo un perímetro de 500 Metros repletos de trampas y algunos señuelos con veneno para evitar incidentes - ¿Y crees que son efectivas? – Por supuesto, lo han sido hasta ahora – Entonces se levanto y camino sin un zapato hasta la cocina para revisar el pescado, destapó la cacerola y apagó el trozo de leña – ¡Listo, a comer! – En el mismo instante que mencionó aquello el perro se levantó y tomó lugar a un lado de la mesa del comedor, justo a la derecha de la silla en donde Cristian solía comer, me levante del sillón y me acerque al comedor mientras Cristian se acercaba con el pescado, tomamos asiento luego él divido el pescado en tres partes iguales y sirvió, puso un plato en el piso para su amigo y el resto para nosotros. El silencio inundo el lugar durante la suculenta cena, parecía que nadie había comido desde hace días, lo quedó aclarado cuando terminamos de cenar, nadie dejo nada en el plato - ¡Verdaderamente un delicia! – Dije alagando la cena – ¡En la ciudad esta trucha valdría al menos 60 Euros, acá la obtenemos con un poco de ingenio y paciencia! – Se notaba que la cara de Cristian había cambiado totalmente y supuse que la mía también aunque Roco parecía querer más - ¡No abuses amigo! – Le dijo Cristian al perro que lo miraba con cara de tristeza - ¡Sabes que cenar en exceso no es saludable! ¡No me mires con esa cara y ve a hacer tu trabajo! – Entonces el perro se levanto y salió de la casa - ¿Qué trabajo tiene que hacer a esta hora? – Pregunté intrigado – Pues ¿Qué más puede hacer un perro? ¡Vigilar, amigo mío, VIGILAR! – por unos segundo me sentí estúpido, era evidente que vigilar era el trabajo más apropiado para un perro – Descansemos un poco, ¡apenas salga el sol tenemos trabajo por hacer! – Dijo Cristian mientras se levantaba de la silla y se dirigía a su habitación – Oye Cristian – ¡Dime amigo! – ¡Gracias por todo, me has salvado! - ¿Gracias? – preguntó con una sonrisa picara en el rostro - ¡No tienes idea de lo que va a costar esto! Ve a descansar, ¡lo necesitarás! – esas palabras se me clavaron en la mente, me pregunte que se traería entre manos con todo esto, ya sabía superficialmente que sus planes eran similares a los míos pero ni la más remota idea de cómo tendría que pagarle. Me encerré en la habitación y rápidamente me despoje de las botas y la ropa, luego me recosté sobre el cómodo colchón y me cubrí con una cobija caliente que reposaba al pie de la cama, no tuve tiempo de pensar, el cansancio me estaba matando, así que cerré los ojos y casi inmediatamente me quedé dormido.

A la mañana siguiente desperté renovado, sentía que había dormido por un siglo y estaba cargado de energía, - "¡Listo para luchar con un oso!" - Me puse en pie, fui a buscar mi ropa que la había dejado en el suelo junto a la puerta pero noté que no estaba, por un momento intente recordar donde la había dejado pero estaba más que seguro que la dejé justo ahí. Salí en calzoncillos al pasillo y rápidamente intente entrar al baño, pero justo cuando iba a abrir la puerta escuche la voz de Cristian – ¡Buenos Días!, ¡veo que perdiste algo! – Cristian, te juro que deje mi ropa junto a la… - ¡Si, yo la tomé ayer y la lavé!, esta tendida en la parte trasera de la casa, ¡Apestaba! ¡Por cierto, no te acostumbres a eso! - ¿Ayer? ¡Pero si anoche fue cuando la deje ahí! – Amigo, ¡llevas 2 días dormido! Intenté despertarte la mañana siguiente a la que llegaste pero no lo logré, estabas en un coma inducido por cansancio, así que decidí dejarte dormir – ¡Debes estar tomándome el pelo! – Le dije avergonzado y sorprendido al mismo tiempo – ¡No lo hago, alístate para que vayamos por el desayuno, debemos empezar pronto con los planes! – Se dio media vuelta y salió de la casa. No puedo creer que dormí por dos días, ¿Cómo rayos sucedió eso? No salía de mi asombro, pero a la vez explicaba porque me sentía tan recargado de energía. Me alisté lo más rápido que pude y Salí a la parte trasera de la casa, me vestí en el mismo lugar y luego eche un vistazo por los alrededores pero no vi a Cristian cerca, entonces comencé a silbar esperando que me escuchara y me diera una señal de donde estaba pero a pesar de eso no recibí repuesta alguna. Di la vuelta para entrar a la casa y cuando llegué a la parte delantera, levante la mirada hacia el horizonte y vi el paisaje más hermoso que jamás había visto en mi vida, eran unas montañas a lo lejos, con los picos cubiertos con nieve y arboles que rodeaban el pie de las mismas, los diferentes tonos de de verde y las copas de los arboles recubiertas con nieve hacían un contraste de colores que solo había visto en cuadros pintados y fotografías que salían en la TV, ¡una vista espectacular! Contemple por unos minutos esa imagen y luego me di la vuelta para entrar a buscar a Cristian y noté que las montañas que estaban talladas en la puerta principal eran las mismas del paisaje, pensé en voz alta “Este sujeto sí que tiene clase”. Abrí la puerta y entré, me senté en el sillón de la sala a esperar que Cristian llegara, pero me impaciente rápidamente y decidí salir nuevamente, di unos pasos en dirección a la puerta y cuando estaba a punto de abrirla, la puerta se abrió y detrás de ella Cristian - ¿Dónde estabas? – ¡Fui por el desayuno!, ¡no creerás que se hace solo! traje huevos y algunos vegetales, ¡te toca cocinarlos! Yo debo ir a revisar las trampas de los osos – ¡Está bien, te advierto que no soy buen cocinero! – Terminaba de decir eso cuando se escuchó el estruendo del motor de un aeroplano que pasaba justo encima de nosotros a una altura muy baja - ¿Qué rayos pasa? – Grite mientras salía del cobertizo para poder ver con claridad hacia el cielo. El aparato humeaba desde la parte de la cola y se desplazaba dando vueltas como un trompo, Cristian estaba congelado por lo que estaba viendo, de pronto se escuchó una explosión y una gran bola de fuego salió despedida de una de las alas del avión y comenzó a precipitarse - ¡Rápido Cristian! – Le grite para hacer que despertara del shock – ¡tenemos que ir a ver! – Espera un momento – Dijo con voz de tonto. Se dirigió a un costado de la casa bordeando el huerto de legumbres pero caminaba pegado a la pared, abrió una puerta que estaba oculta casi al final de la casa y me hizo señas para que me acercara - ¡Escoge una, No podemos arriesgarnos! – me acerqué y eche un ojo. Este sujeto tenía una despensa de armas ocultas detrás de esa puerta, parecía que se disponía a iniciar una guerra al mejor estilo de Rambo - ¿De dónde rayos sacaste todo esto? – ¡No hay tiempo de explicar, muévete! – lo primero que me llamó la atención fue un rifle para francotiradores que colgaba de la pared justo en la entrada de la despensa, tenía una mira telescópica de alto alcance, eran comunes entre los soldados del ejercito. Estiré mi cuerpo y la tomé, del lado derecho había un estante con todas las municiones para todas las armas que había en el lugar, granadas de manos, un lanza cohetes y una bazuca. Tome las municiones para el rifle y salimos corriendo a buscar el camión.

Bajamos a toda velocidad por el sendero, Cristian tropezó con una roca que casi lo hace rodar hasta abajo pero logre impedirlo tomándolo por el cuello de la camisa que llevaba, Se repuso rápidamente y seguimos el descenso. Al llegar abajo quitamos los arbustos que escondían al camión en la cueva, Cristian subió y lo puso en marcha mientras yo me quede para volver a esconder la cueva, salimos del lugar toda velocidad, nos adentramos en el bosque siguiendo la estela de humo que había dejado el avión en el cielo antes de precipitarse, - ¿Qué crees que sea, otro ataque? – Pregunté mientras recobraba el aliento por el descenso veloz que habíamos hecho - ¡No lo creo! Ese avión parece comercial, creo haber reconocido el emblema que llevaba a un costado - ¡Espero que así sea! – respondí un poco desconcertado, de no ser un avión comercial significaba que podía ser una avión de esos bastardos terroristas, y, aunque todos estuviesen muertos, no tardarían en emprender una búsqueda para encontrar la aeronave lo que significaba que podrían encontrar la morada de Cristian si llegaban a investigar en el bosque. Noté que Cristian llevaba el rostro arrugado en señal de descontento, mire por la ventana y pude ver por el retrovisor como saltaba el barro por los costados del guardafangos del camión, sin duda íbamos a gran velocidad, el camión se tambaleaba de un lado a otro haciendo un ruido infernal, me aferre fuertemente del asiento mientras rogaba llegar en una sola pieza al borde del bosque. Aunque no estaba consciente de cómo me veía, mi cara reflejaba preocupación y sabia que tal vez esto sería el comienzo apresurado de lo que Cristian y yo queríamos planear cuidadosamente - ¡Debemos mantener la distancia hasta que no sepamos qué clase de avión es! Si son los bastardos debemos eliminarlos a todos, no podemos arriesgarnos a que nos descubran - ¿Cómo rayos haremos para que no nos vean? – Pregunte pensando en el enorme y horrible camión y en el simple hecho que no teníamos ningún tipo de camuflaje para acercarnos sin ser vistos – ¡No te preocupes por eso, solo haz lo que te digo y todo saldrá bien! – Entonces pensé que como él tenía más tiempo que yo en este lugar y lo conocía bien, tal vez ya tenía un plan ideado para este tipo de situaciones. Intenté calmarme y me aferré nuevamente a la puerta del camión para evitar brincar en el asiento.

Pasaron pocos minutos hasta que comenzamos a acercarnos a la salida del bosque, entonces Cristian detuvo el camión y lo apago - ¡Andando Enfermero! – Dijo mientras se bajaba del camión apresuradamente, descendí igual de rápido que él para evitar quedarme atrás, Cristian se dirigió a un costado del camino y comenzó a cortar enormes ramas de los árboles y a colocarlas encima del camión, entendí de inmediato que intentaba ocultarlo para que no se viera desde lo alto, me acerque a un árbol caído que estaba cerca y comencé a quitarle las hojas y a echarlas encima del vehículo para ayudar a esconderlo. - ¡Enfermero! Carga tu arma y acerquémonos a la entrada del bosque, de aquí en adelante iremos a pie, intentaremos ocultarnos entre la hierba espesa de la pradera – Hice exactamente lo que me dijo, mientras el cargaba su arma se quedo mirando fijamente mi ropa y dijo – ¡Ese color de franela es visible a mil kilómetros de distancia, enfermero! – Miré la franela que cargaba puesta, había olvidado por completo que era de color naranja. Cristian se agachó y tomo lodo del camino y comenzó a ensuciar toda su ropa – ¡Vamos enfermero! ¡No te quedes parado mirando, haz lo mismo con tu ropa! – Tomé lodo y comencé a ensuciarme toda la ropa, sabía perfectamente que no había mejor camuflaje que ese, incluso llene toda mi cara con lodo, no quería que mi piel pálida fuera el centro de atracción de algún terrorista desquiciado. Apenas terminamos de camuflajearnos colocamos las armas en nuestras espaldas y salimos agachados a la pradera escondiéndonos entre la hierba más alta, de vez en cuando alzábamos la cabeza para ver en la dirección que íbamos, se podía notar en el horizonte la inmensa nube de humo que desprendía el avión que se había estrellado y que al parecer no había caído muy lejos del borde del bosque, Cristian se detuvo y se sentó entre la hierba y me hizo señas para que me acercara, yo iba detrás de él a unos pocos metros de distancia de separación - ¿Qué sucede? – Pregunte con voz muy baja, casi susurrando - ¡Hay algo allá adelante! – me dijo con el mismo tono de voz bajo, Entonces apuntó con su dedo en dirección del objeto, se podía ver que estaba como a diez metros de distancia y parecía ser una especie de caja metálica rectangular - ¿Lo ves? – Me preguntó apuntando aun en la dirección - ¡Por supuesto, No estoy ciego! – Haremos lo siguiente enfermero; vamos a llegar hasta la caja para echar un ojo, si nos conviene la llevaremos al refugio - ¿Cómo diablos piensas hacer eso? No ves que es enorme - ¡Tranquilo enfermero! Ya lo verás – entonces siguió avanzando gateando, esperé a que se alejara un par de metros y comencé a seguirlo hasta que llegamos a la caja. Lo primero que notamos es que estaba muy aboyada, por lo que asumimos que tuvo que haber caído del avión mientras daba vueltas en el aire, era grande y parecía una especie de baúl antiguo solo que de hierro, estaba reforzado con remache de muy buena calidad, en las esquinas tenía dobles de hojas metálicas que la hacía extremadamente resistente y explicaba como resistió semejante caída, me levante un poco para ver por encima de la caja y había una etiqueta de color rojo en forma de cruz estampada justo en medio de la parte superior, - “La Cruz Roja” – Exclamé asombrado - ¡Son Medicinas, Cristian, echa un ojo a esto! – Entonces se inclino un poco para ver por encima de la caja, sus ojos casi se desorbitan al ver la cruz - ¡ESTAMOS DE SUERTE! – dijo en voz baja pero llena de alegría. Comencé a bordear la caja gateando y cuando llegué al otro lado vi que había otra figura pintada en lo que se suponía era la parte frontal  de la caja - ¡Pssss Cristian, ven a ver esto! - ¡Debe ser una broma! – exclamó con voz de sorpresa, era la bandera de Rusia, además estaban las pestañas y el mango que se usaba para abrir la puerta de la caja y venía con algunos detalles de regalo: 3 candados militares descomunales mantenían la caja cerrada, lo que dejaba en claro que no había forma posible de examinar el contenido en ese lugar, Cristian se quedó mirando fijamente los candados con cara de incógnita - ¡Olvídalo hombre! Dejemos la caja acá y vayamos hasta el avión – le dije dándole unas palmadas de consuelo en la espalda, pues sus intenciones eran predecibles - ¡Y si…! - ¡Olvídalo hombre! Vayamos hasta el avión y luego regresamos por la caja – le dije en tono de regaño manteniendo la voz baja, me miro dudando lo que escuchaba, pero luego de pensarlo por unos segundos asintió con su cabeza - ¡Andando enfermero! – acomodó su arma nuevamente en su espalda y comenzó a gatear en la dirección donde estaba el avión, esperé a que se alejara un par de metros y comencé a seguirlo. Gateábamos levantando la cabeza de vez en cuando para mantener el rumbo y cuando alcanzamos la mitad del recorrido para llegar a la aeronave escuchamos una fuerte explosión que nos hizo detener inmediatamente, Cristian se lanzó al piso boca abajo y rodó de lado para quedar viendo hacia el cielo mientras que yo me mantuve boca abajo viendo justo en frente, luego se escucharon dos explosiones sucesivas de menor intensidad, Cristian levanto su brazo apuntando al cielo, miré de lado lo que me indicaba y vi que había escombros volando por los aires que comenzaban a caer justo donde estábamos tirados - ¡Muévete! – Le grité a Cristian mientras me levantaba y comenzaba a correr hacia mi derecha para ponerme a salvo de la lluvia de hierro sin quitar la mirada del cielo para esquivar los escombros, miré hacia atrás y vi que Cristian me seguía corriendo, había un árbol a unos cien metros de distancia, los cien metros más veloces que jamás había corrido alguien, llegamos y nos colocamos justo debajo para evitar ser golpeados mientras volteábamos la mirada para ver como comenzaban a caer los pedazos de avión por diferentes partes de la pradera. – ¡Dudo seriamente que haya sobrevivientes! – Dijo Cristian jadeante mientras tomaba asiento al pie del tronco del árbol, entonces miré en dirección del avión y solo había una inmensa nube de humo negro que salía de lo que quedaba - ¡Tienes razón amigo! ¿Qué haremos entonces? – Pregunte mientras tomaba asiento al lado de Cristian – ¡No tengo idea enfermero! Déjame recobrar el aliento para pensar mejor – decía agitado mientras inhalaba grandes bocanadas de aire. Pasaron unos pocos minutos en los que mantuvimos silencio observando la escena que teníamos en frente, el fuego era abrazador, la brisa que soplaba fuerte en el lugar traía consigo el intenso calor que emanaba del incendio, por suerte el avión cuando cayó a tierra desprendió gran cantidad de hierba y pasto a lo largo del recorrido que hizo mientras se arrastraba, esto ayudó a que el incendio se mantuviera aislado y no ocasionara uno a mayor escala. – ¡Por fortuna estamos vivos, enfermero! Si nos hubiésemos acercado más habríamos volado en pedazos junto con el avión – Dijo Cristian mientras permanecía acostado en el pie del árbol mirando el cielo - ¡Es cierto! Creo que lo mejor es esperar a que se apague el fuego por si solo para poder acercarnos y examinar lo que quedó, que evidentemente no es mucho, además esperaremos por si alguien decide venir a buscarlos - ¡Creo que tienes razón, Esperaremos a que se apague el fuego!, de todas formas no podemos regresar y aun tenemos que cargar la caja, ¡ni en sueños dejaré eso aquí! – Me respondió mientras rascaba debajo de sus axilas con gran vigor - ¡No vaquero, no la dejaremos! – le dije mientras me quitaba el rifle de la espalda para recostarme del otro lado del árbol pero sin quitar la vista del incendio.

Habían pasado al menos cuatro o cinco horas, la tarde comenzaba a caer rápidamente y el fuego comenzaba a apagarse, ya no salía humo y solo se podía ver medio avión totalmente consumido por el fuego, la otra mitad parecía que se la había tragado la tierra o en todo caso había salido despedida por los aires con la explosión que sufrió mientras sobrevolaba y que obviamente estaría esparcida por todos lados, lo que se podía divisar del avión había quedado de un color negro intenso debido al incendio. Durante todo ese rato no pude ver ni un solo rastro de alguien vivo, las probabilidades de que alguien sobreviviera eran escasas, tomé impulso para ponerme de pie y me di vuelta para hablar con Cristian, pero el Vaquero enorme se había quedado dormido, tenía la boca abierta y su nariz emitía un silbido muy peculiar de las personas que sufren de obstrucciones respiratorias, por lo general cuando no eran bien curada las influencias de la gripe, en el ejercito era muy común que los soldados sufrieran de ese mal. Mucho reposo e infusiones de té verde con miel y limón eran las soluciones más efectivas y rápidas, incluso más rápidas que los medicamentos. Me acerqué y con la punta del pie toqué sus costillas - ¡Cristian, andando ya podemos acercarnos! – Se despertó sobre exaltado - ¿Qué? ¿Qué? ¿Qué sucede? - ¡Nada hombre, despiértate, ya se apagó el fuego, debemos ir! – Volví a reacomodar mi rifle sobre mi espalda y empecé a caminar en dirección al avión mientras miraba de reojo como Cristian se levantaba y estiraba, tomó su arma y la dejo caer sobre su espalda y apresuró el paso para alcanzarme - ¡Si hay algo allí de seguro quedo bien rostizado! ¡Me alegraré mucho si son terroristas! – Dijo con voz esperanzada - ¡También espero lo mismo, aunque te recuerdo que tenemos una bandera Rusa pintada en una caja que esta tirada allá atrás! - ¡Lo había olvidado enfermero!, mejor apresuremos el paso a ver que hay – caminamos por unos pocos minutos hasta que llegamos al avión y de inmediato pudimos ver dos personas calcinadas, una estaba sentada cerca de lo que parecía ser la puerta del avión y la otra estaba tirada en el piso boca abajo también calcinada, el fuego había consumido por completo todo el avión, de los asiento apenas se podían divisar las estructuras metálicas y los resortes que contenían en el interior,  las prendas de vestir de los cuerpos y la piel estaban totalmente consumidas, la carne estaba expuesta y en algunas partes se podía ver la osamenta totalmente quemada. El avión había perdido la parte trasera de modo que solo quedaba un poco menos de la mitad, había un enorme hueco en un costado por donde se podían ver los dos cadáveres, imagine que la explosión lo había originado, de pronto sentí que se me removió el estomago y me di la vuelta para aliviar la sensación nauseabunda que la escena me había implantado en la mente. - ¡No es para tanto enfermero! Los he visto mejor cocidos que esos dos – me dijo mientras soltaba una carcajada burlona. Recobré el aliento y comencé a dar la vuelta para poder mirar la parte del frente, me acerqué lo suficiente y me subí a un pedazo de escombro para ver por la ventanilla delantera del avión, había tres personas más, dos en los mandos y el otro yacía en un asiento que estaba detrás del piloto, justo en el lugar donde se suponía estaba el radar de ubicación, detrás del asiento del copiloto había un asiento vacío que al igual que el resto del avión había quedado calcinado, aun se podía notar el broche del cinturón de seguridad en su respectivo lugar lo que me hizo entender la posición en la que se encontraban los cuerpos. Eche un ojo a ver si podía ubicar algo de interés sin centrarme mucho en los cuerpos, pero no logre divisar nada, entonces me baje y seguí dando la vuelta echando el ojo por los alrededores en busca de objetos, pero solo había escombros quemados, luego me dirigí a la parte trasera del avión para entrar por el enorme hueco que había dejado la división, Cristian estaba parado en frente con los brazos cruzados buscando con la vista cosas de valor o que pudieran servir, me acerque hasta donde estaba y me pare al lado - ¡Es imposible saber si eran terroristas o no! no quedó nada, solo la caja – Yo solamente escuchaba las palabras de Cristian mientras buscaba fugazmente con la vista algo que diera alguna pista - ¿Qué conseguiste por el frente? - ¡Nada, Tres más! - ¡Entonces eran 5! ¿Nada que los identifique? - ¡Nada Cristian! El fuego consumió todo - ¡Entonces larguémonos de esta basura! – se dio la vuelta y comenzó a alejarse del avión mientras que yo seguía parado en el mismo lugar echando un últimos vistazo para conseguir pistas, me di la vuelta y comencé a regresar bordeando el avión hacia la parte del frente y mientras caminaba podía ver las huellas de mis zapatos que había dejado cuando me dirigía a la parte trasera, las seguí hasta llegar a la trompa del avión nuevamente y cuando estaba a punto de subirme al pedazo de escombro para echar el último vistazo, pude ver una huella de un zapato que se iba alejando del avión. Caminé algunos metros siguiendo aquellas huellas, eran lisas hacia la punta del pie y se hacían más angosta en la parte del talón, extrañamente solo había la pisada de un pie, el derecho, por un momento pensé que se podía tratar de alguien discapacitado pero volví a mirar más a fondo y noté otra huella, esta era de un pie descalzo, izquierdo, que seguía la otra huella haciendo juego, levante la mirada para ubicar a Cristian pero ya había avanzado bastante y me había dejado atrás - ¡CRISTIAN! – Grité a todo pulmón - ¡Ven a ver esto! – Él se detuvo en seco, dio la vuelta y comenzó a correr de vuelta al lugar, - ¿Qué pasa enfermero? – Preguntó mientras se acercaba para ver el hallazgo – ¡Excelente, Tenemos uno más! - ¡Mira bien esto, Le falta un zapato! – Le decía mientras señalaba la huella con zapato y la otra descalza - ¡Esa huella es pequeña! Probablemente sea alguien de mediana estatura - ¡No lo creo vaquero! Mira otra vez – Él se agacho para ver mejor la huella mientras yo le señalaba la parte posterior de la huella pie que llevaba el calzado - ¡Es Mujer! – Exclamó incorporándose - ¡Correcto Vaquero!, no debe estar muy lejos, ¡Andando! - comenzamos a seguir las huellas, avanzamos unos pocos metros y de pronto aparecieron manchas de sangre que teñían el pasto y el suelo, nos detuvimos un segundo para examinar bien la dirección de las huellas, eran tenues y la espesa hierva dificultaba ver el piso con claridad, - ¡Esta Herida! – Dije en voz baja – Eso parece enfermero, veo que tendrás trabajo, ¡Si aun vive! – continuamos caminando y al poco tiempo conseguimos un zapato, efectivamente era una zapato de mujer, estaba quemado en la punta y le faltaba el tacón, eso explicaba la rara forma de la huella, un poco más adelante se podían seguir viendo las huellas de los pies descalzos - ¡Esto se está poniendo muy espeso Cristian! Abre un poco de camino con tu cuchillo para que avancemos mejor – Entonces él se colocó al frente, tomó su cuchillo y comenzó de trozar el monte lo que nos permitió avanzar más rápido, luego de algunos minutos luchando se detuvo, se dio la vuelta y puso su dedo índice en la boca indicando silencio, se agachó y señaló entre el pastizal. Yacía boca abajo el cuerpo de una mujer de piel negra, llevaba una falda típica de las azafatas, pegada al cuerpo y que no llegaba más debajo de las rodillas, se podía notar que el fuego la había quemado en varías partes, parecía que tenía medias panty que a causa del incendio también se habían quemado fundiéndose con la piel de las piernas lo que le había ocasionado heridas, llevaba una camisa de color blanco que se había llenado de hollín y al igual que el resto de la ropa estaba quemada en gran parte dejando expuesta toda la espalda de la mujer. Nos acercamos con cautela y vi que tenía una herida profunda a un costado, a nivel de la ultima costilla, salía mucha sangre, empuje a Cristian para hacerme paso y tomé a la mujer por la muñeca para verificar su pulso - ¡Esta viva! – Le dije en voz baja a Cristian - ¿Qué vamos a hacer? - ¡Ayúdame a voltearla! – colocamos las manos por debajo del cuerpo y la hicimos rodar de lado para que quedara sobre su espalda, tenía quemaduras por todos lados; mejillas, manos, brazos y piernas, había perdido gran parte de la cabellera en el incendio, su cuero cabelludo estaba muy estropeado, evidentemente había luchado arduamente para salir del avión en llamas, las cortadas que tenía en los brazos y manos eran señal de había roto alguna ventanilla para salir del avión, saqué mi navaja y corte la ropa quemada dejándola casi desnuda, revise sus ojos para ver si había reacción en sus pupilas, y luego examine sus latidos para descartar que estuviese presentando una cardiopatía debido a la inhalación del humo, coloqué mi dedo dentro de su boca y luego en su nariz para ver si tenía obstrucciones, cuando retire los dedos de su nariz supe que había tragado humo del incendio por largo rato, pues mis dedos habían salido repletos de hollín - ¡Ha inhalado mucho humo, Cristian, debemos sacarla de aquí para poder tratarla! - ¿Y a donde piensas llevarla?, ¿al hospital? ¡Se te olvida que estamos en medio de la nada, enfermero! - ¡Llevémonos hasta la caja de medicinas! Usaremos el rifle para volar los candado - ¿y si no hay nada adentro? - ¿Cómo rayos lo sabremos si no la abrimos? ¡Deja de ponerme pretextos y ayúdame a cargarla! – ¡Prefiero dejarla morir! ¡No sabemos si es una terrorista! - Me miró durante unos segundos, emitió un suspiro resignándose y me empujó a un lado con su brazo, se agachó y cargó a la mujer de un solo tirón y la coloco en su hombro como si no pesara absolutamente nada, se dio la vuelta y me miro - ¡Hasta la mitad del camino, luego la llevaras tu! – dijo mientras me empujaba nuevamente apartándome de en medio y emprendía el camino de regreso. Justamente a la mitad del camino se detuvo - ¡Es tu turno Enfermero! – bajo despacio a la mujer de su hombro y la coloco sobre el mío y siguió caminando, “No era tan pesada como imagine” pensé en mi mente mientras comenzaba a preocuparme por la mujer, había recibido mucho movimiento y estímulos como para despertar a cualquier desmallo, pero ella aun no reaccionaba, volví a revisar su pulso mientras caminaba con ella cargada pero estaba estable, vi que el hollín que cubría su cuerpo la hacían ver más oscura de lo que en realidad era, el color a chocolate oscuro que se le veía a simple vista se iba tornando canela claro a medida que se desprendía el hollín de su cuerpo con el rose en mi ropa, sentí que todo el barro que me había colocado encima para camuflajearme no había sido tan útil después de todo, comencé a sentir como el sudor que salía de mi frente arrastraba barro y se metía en los ojos haciendo que se nublara mi vista, restregaba mi cara con el hombro contrario al que usaba para cargar a la mujer para limpiarme, lo que resultaba muy incomodo debido al peso del rifle que llevaba colgado de ese lado, al poco tiempo volvía sudar y se repetía la historia. Por fin llegamos a la caja, me detuve a una distancia prudente y coloqué cuidadosamente a la mujer en el piso y luego fui hasta la caja, Cristian estaba parado justo en frente de los candados, parecía estar pensando alguna forma de abrirlos - ¡Ya te dije que con el rifle podemos volarlos! - ¡No quiero romperlos enfermeros! Nos serán útil más adelante - ¡Al menos que tus dientes sean duros como un diamante, no veo otra forma de abrirlos! ¡Son demasiados grandes vaqueros! No podemos seguir perdiendo tiempo, ¡La noche se acerca! – ¡Tienes razón! – Saco su rifle y apuntó al primer candado y disparó, el sonido que emitió el impacto de la bala contra el candado fue tan agudo que nos dejó ensordecidos – ¡Por Dios Cristian! ¿No puedes hacer menos ruido? - ¡Son disparos, enfermero! Retírate un poco más – apuntó al otro candado y disparo y seguidamente al otro - ¡Listo Enfermero, échame una mano! – Me coloqué en el extremo contrario y comenzamos a levantar la pesada tapa pero no se movió ni un milímetro - ¡Está atorada, Cristian! – Le dije mientras hacía fuerza - ¡Era de esperarse enfermero! – me aleje de la caja y Cristian se recostó encima de ella con los brazos cruzados pensando en alguna solución rápida para abrirla – ¡Iré por la mujer, intenta hacer palanca con algún trozo de metal que se desprendió del avión! - ¡Ya pensaba en eso enfermero! – comencé a caminar en dirección a la mujer que había dejado tendida en el pasto y pude notar que había movimiento lo que hizo que apresurar el paso. Cuando llegué al lugar la mujer estaba revolcándose de dolor y quejándose fuertemente, giraba de un lado a otro bruscamente, había entrado en shock. Me agache y la sostuve por los hombros para evitar que se siguiera haciendo daño con la tierra y el pasto en la herida que tenía en el costado y en las quemaduras de las piernas - ¡Tranquila, tranquila! ¡Todo está bien! – Le decía mientras ella se quejaba - ¡Me Duele! ¡Ayuda! ¡Nos quemamos! ¡Ayuda! – decía la mujer mientras apretaba los diete y emitía chillidos de dolor - ¡Tranquila! ¡Estás a salvo! – pero no sirvieron de mucho mis palabras, ella siguió quejándose por unos minutos y luego se desmalló otra vez, lo que me dio la oportunidad de cargarla nuevamente y llevarla hasta la caja en donde estaba mi compañero. Una vez en la caja, vi a Cristian con un Gran trozo de metal en forma de palanca en las manos, intentaba meterlo por alguna ranura de la tapa para poder abrir la caja, logró enganchar la palanca en un borde que apenas se levantaba - ¡La tengo enfermero, ayúdame a hacer presión! – coloque a la mujer nuevamente en el suelo cuidadosamente y comenzamos a hacer presión en conjunto. Bastaron un par de movimientos bruscos y la tapa de la caja se levantó haciendo un sonido que me dio escalofríos, Cristian tomó el trozo de metal y lo lanzó a un lado y luego intento abrir la caja con sus brazos y manos, aplico un poco de fuerza y levantó la tapa por completo dejándola caer hacia el lado contrario de la caja. Nos inclinamos al mismo tiempo para ver lo que había dentro de la caja - ¡Debe ser una broma! – Exclamó Cristian con los ojos bien abiertos mientras que yo estaba enmudecido, dentro de la caja había suficiente explosivo como para volar al país completo; C4, Dinamita, Nitroglicerina, TNT, también había armas de alto alcance con miras, binoculares de batalla, granadas y demás equipos de guerra - ¿Cómo demonios no explotó cuando cayó? – Pregunte luego de digerir lo que veía – ¡No lo sé Enfermero, Pero lo que te garantizo es que hoy estamos de suerte! - ¡No lo puedo creer! Tenemos que hacer algo rápido, cuando traía la mujer comenzaba a reaccionar y se desmalló por segunda vez, ¡Necesita atención y la noche esta cerca! - ¡Espérame aquí! Iré por el camión, ve sacando todas las armas que puedas y deja solo los explosivos dentro de la caja, ¡no los muevas mucho, no quiero recoger más restos humanos! – Soltó el arma que llevaba en su espalda y salió corriendo hacia el borde del bosque. Empecé cuidadosamente a sacar las armas, una por una y a colocarlas en orden a un lado mientras supervisaba a la mujer. Había sacado una parte de las armas y de repente noté que había una división de madera dentro de la caja justo a la mitad, me apresure a terminar de sacar las armas para dejar expuesta la división y luego le di unos golpes suaves, como si estuviese tocando una puerta, “Suena Hueco” entonces me di cuenta que debía haber algo más abajo de esa tabla. De pronto escuche un horrible sonido inconfundible, era el camión, me levanté y miré hacia el bosque y efectivamente Cristian ya se acercaba, esperé a que llegara. Bajó del camión y dejo las luces encendidas para poder ver mejor, la noche ya había comenzado a caer y la visibilidad comenzaba a ser cada vez menor – ¡Echa un Vistazo Vaquero! – Cristian se acercó a la caja mientras que yo le señalaba la tabla que hacía la división - ¿Qué rayos es eso? – Preguntó rascándose la cabeza - ¡Un compartimiento, hombre! Debemos salir de aquí lo más pronto posible – le dije mientras volvía la mirada para inspeccionar a la mujer, aunque seguía inconsciente, de vez en cuando movía la cabeza de un lado a otro y se quejaba. Cristian se incorporó y luego se subió al camión y le dio la vuelta de forma que la parte trasera quedara lo más cerca de la caja para poder subirla. Subió a la parte trasera del camión y saco una cadena – ¡Sujeta esto a la caja con un nudo fuerte! Intentaremos levantarla desde un costado y la apoyaremos al borde de la plataforma, luego la empujaremos desde abajo – pensé por un momento lo que me decía y me pareció lo mas a acertado, así que no perdí tiempo, hice el nudo y subí al camión para ayudar a levantar la pesada y peligrosa caja. Comenzamos a tirar de la cadena con toda la fuerza que nos quedaba y en poco tiempo logramos subir el extremo de la caja hasta el borde de la plataforma del camión, luego bajamos y comenzamos a empujar desde el otro extremo, lo que resulto más difícil de hacer que de decir - ¡Con Fuerza Enfermero, con fuerza! – Decía Cristian pujando con todo su peso y fuerza la pesada caja, luego de algunos minutos logramos subirla por completo al camión sin volar en pedazos, cosa que me pareció milagrosa - ¡De hoy en adelante me convertiré en un creyente! – Le dije a Cristian bromeando mientras el jadeaba y reía al mismo tiempo - ¡Si hay cupos aun, anótame a mí también, Enfermero! – nos echamos a reír por unos instantes mientras recobrábamos el aliento. Levanté la mirada para ver a la mujer y noté que no se había despertado aun, fui hasta donde estaba y la cargue nuevamente y la coloque dentro del camión justo en el medio del asiento, con las piernas hacía el lado del piloto y la cabeza hacia el lado donde y me sentaba, luego regrese a la parte de atrás y comencé a subir las armas que había sacado mientras que Cristian intenta asegurar la caja para que no brincara durante el trayecto de regreso. Nos subimos al camión, Cristian levanto las piernas de la mujer y las colocó sobre las de él para poder sentarse y yo hice lo mismo con la cabeza, la coloqué sobre mis piernas cerramos las puertas y emprendimos el regreso, nos detuvimos en la entrada del bosque para tapar con el tronco y la roca la entrada al bosque y seguimos el camino. Avanzábamos más despacio de lo normal, no queríamos arriesgarnos con los explosivos que llevábamos en la parte de atrás, de vez en cuando miraba fijamente la cara de la mujer, había perdido las pestañas y las cejas, de vez en cuando se quejaba de dolor “¡Ay, Ay, me duele!” mientras arrugaba la cara, examine la herida que tenía al costado y note que seguía sangrando pero no en gran cantidad - ¡Va a necesitar puntadas en esa herida! – Rompí el silencio en la cabina con esa exclamación que hizo que Cristian volteara a ver a la mujer - ¡Sabes que posiblemente llevamos al enemigo acá dentro! Necesitamos saber de dónde rayos sacaron ese armamento y hacia donde se dirigían, si son terroristas el fin de tu amiga será triste - ¿Mi amiga? No creo que sea mi amiga, y como tú mismo lo acabas de decir; ¡Necesitamos explicaciones! ¡Mientras tanto solo será una refugiada! – Le dije mientras miraba por el retrovisor la caja que llevábamos - ¿Cómo rayos vamos a subir eso hasta la casa? - ¡No tengo idea enfermero! Imagino que la dejaremos ahí por esta noche y mañana comenzaremos a subir las cosas por lotes, no será fácil ni rápido, ¡pero si lo más seguro! – Correcto vaquero, ¿Tienes espacio para guardar eso? - ¡No mucho, tendremos que hacer lugar! “TRABAJO” se llama – Sonreí de medio lado sin quitar la vista del retrovisor, Cristian manejaba con sumo cuidado para hacer que el camión se moviera lo menos posible, pasamos por el riachuelo donde estaban las trampas para los peces y vimos un oso haciendo de las suyas con una de las trampas – ¡Demonios Cristian! ¡Nos están robando la cena! – ¡Tranquilo! Esa no es la cena, esa es una de las trampas con veneno para oso – me quede mirando por un segundo al enorme animal y luego mire a Cristian - ¿Que harás con el cadáver? - ¡Nada! – Me contestó levantando los hombros en señal de desinterés - ¡Probablemente sea la cena de los lobos que de seguramente también morirán a causa del veneno y terminaran siendo la cena de los gusanos y demás microbios que hay en el bosque!, ¡tú sabes, El ciclo de la Vida! - ¿Qué veneno usas? – Thebromina, ¡Inofensiva para los humanos! - ¿Cómo estás tan seguro de eso? – ¡Sencillo, es una sustancia que se usa en la industria del cacao, es comestible y por lo general hacen algunos tipos de chocolates con ella! - ¿De dónde rayos sacaste eso? – Leí un artículo en un periódico hace algún tiempo que hablaba sobre unos envenenamientos en osos en el parque de Jellystone, en Estados Unidos, supe que acá en Europa se aplica el mismo procedimiento para hacer chocolate y cuando comencé a ver osos recordé el articulo y las veces que iba al pueblo pasaba por la antigua fábrica de dulces que está en el centro, ahí lo conseguí, aun queda bastante – ¡Veo que has tenido bastante tiempo para pensar en todos los detalles! - ¡O mueren ellos o muero yo!, decidí que era mejor que murieran ellos – En ese momento la mujer comenzó a levantar los brazos con movimientos alocados - ¿Qué le sucede? – Preguntó Cristian un poco preocupado - ¡Tranquilo Vaquero, son impulsos nerviosos, aun esta en shock! A medida que reaccione se le pasará, lo que no pasará tan rápido es el dolor que comenzará a sentir por las quemaduras - ¡Supongo que debemos hacerle medicamentos! - ¡Esa es la otra parte que me preocupa! ¡No hay mucho que podamos hacer sin medicamentos adecuados, en esta zona las infecciones son un problema, esperemos a ver qué sucede, con suerte comenzarán a sanar sola! –

Tardamos el triple del tiempo que nos tomo llegar a la entrada de la cueva garaje, las luces del camión iluminaron la existencia de Roco que había permanecido sentado todo el día en la entrada esperando a que su amo regresara - ¡Por mil demonios! – Exclamó Cristian mientras bajaba rápidamente del vehículo y salía corriendo hacia su perro, se acerco hasta él y lo cargo y lo abrazo, el animal emitía chillidos de alegría al ver a su amo mientras lo lambía por todos lados, descendí del camión y cagué la mujer en mi hombro y comencé el ascenso por la colina – ¡Te Espero arriba Vaquero! – Él asintió con su cabeza mientras Roco lo besaba eufóricamente.

Al llegar arriba exhausto empuje la puerta principal con el pie y entre hasta la habitación que Cristian me había dado, coloque a la mujer sobre la cama, ella hizo el intento de abrir los ojos pero se rindió, dejó caer su cabeza de lado y emitió una queja de dolor y siguió inconsciente. Estuve un rato parado al lado de ella examinando las heridas minuciosamente, fui hasta el baño y tomé agua limpia del recipiente que usábamos para el aseo personal, luego saque unas vendas que llevaba en mi mochila y comencé a limpiar las heridas de la mujer, siempre tenía conmigo un frasco pequeño de alcohol, no era mucho lo que quedaba pero de seguro ayudaría a matar las infecciones que pudieran sobrevenir en las heridas, vertí la mitad del contenido en el agua y comencé a pasárselo por todo el cuerpo, había pequeños pedazos de vidrios incrustados en las heridas los cuales retire cuidadosamente para evitar que se enterraran en la carne, luego saque de mi mochila una mini kit de primeros auxilios que había guardado conmigo desde que salí del ejercito, no era la gran cosa pero tenía los implementos de sutura que necesita para cerrar la herida que tenía en el costado la mujer, así que tomé el hilo quirúrgico, la aguja y sin perder tiempo suturé la herida, ella emitió unos chillidos por el dolor que sentía cuando enterraba la aguja en la piel, en ese momento Cristian entró al cuarto - ¿Qué haces Enfermero? - ¡Intento cerrar esta herida vaquero!, ¿Qué sucedió con Roco? - ¡Olvide por completo dejarle su lugar de descanso abierto! Cuando no lo hago sucede que se queda esperando todo el día por mí para que le abra su guarida -  ¡Impresionante! ¡Parece que fueras su padre, ya hasta hueles como él! - ¡En cierta forma lo soy, vaquero, el solo me tiene a mí y yo a él! y no creas que tu olor es a lirios del campo – me dijo entre risas mientras yo terminaba de hacer el vendaje de la herida.

Salimos del cuarto y dejamos la puerta entre abierta para poder escuchar a la mujer en caso de que despertara y nos fuimos hasta la cocina, Cristian se apoyó sobre el mesón de la cocina con los brazos y agachó su cabeza en señal de cansancio – ¡Que día Vaquero! ¡Qué día! – Por lo que había dentro de la caja lo más seguro es que sea terrorista - ¡No lo creo vaquero!, en la camisa que le quite estaba bordado el signo de la cruz roja de un lado y en uno de los bordes de la manga tenía un broche de alguna aerolínea, estaba derretido y no se distinguía el nombre, pero estoy seguro que era de una aerolínea comercial - ¡Esperemos que cuando despierte de respuestas! ¡No pienso ayudar a los que me arrebataron a mi familia! – Exclamó con voz de enojo mientras se reincorporaba para encender la leña de la cocina - ¡Creo que iré a quitarme esta mugre de encima, vaquero! - ¿Y qué rayos quieres que haga? ¿Qué te frote la espalda? – Me dijo riéndose mientras sacaba unas latas de frijoles de los estantes, me eche a reír y luego fui al baño, cuando pasé por la habitación donde estaba la mujer me detuve un segundo para ver si había reaccionado pero estaba igual de dormida que antes.

Cristian había resultado ser mas hospitalario de lo que me imaginé, habíamos adquirido una confianza el uno por el otro en poco tiempo a pesar de que yo era un completo extraño, me recordaba mucho a un compañero de la universidad que jugaba al fútbol conmigo. Mientras me quitaba todo el barro de encima, escuché que Cristian comenzaba a cantar mientras cocinaba - “La donna è mobile, qual piuma al vento muta d’accento e di pensiero” -  jamás en la vida había escuchado semejante atrocidad sonora, definitivamente sabía hacer muchas cosas menos cantar. Salí del baño envuelto en una toalla y me dirigí a la cocinas para decirle que dejara de cantar y en el camino me conseguí a Roco, estaba enrollado en medio del pasillo con las patas sobres sus orejas, “Pobre criatura” pensé, mientras le pasaba por encima para impedir que la casa se derrumbara sobre nosotros con el estruendo que emitía Cristian - ¿Qué demonios se supone que estás haciendo, vaquero? ¿Quieres ocasionar un terremoto? – Cristian dejó de cantar de ipso facto y me miro con una cara de seriedad mientras sostenía en su mano una sartén con los frijoles que estaba cocinando - ¿Qué? ¿El señor prefiere ir a la Opera? – Me dijo remirándome los ojos y dándome la espalda para continuar cocinando, solté una risa y me devolví al baño para terminar de vestirme, le eche un ojo a la mujer y noté que se había movido un poco, quise cubrirla con la cobija para que no sintiera frío pero me recordé que la lana podría pegársele a las quemadura de su cuerpo empeorando su estado, desistí de la idea y seguí mi camino. Me preguntaba si en realidad no sería una terrorista y si el uniforme no era más que un engaño para poder viajar con todo ese armamento que había en la caja, era una posibilidad y tal vez todo esto nos traería más problemas de los que suponíamos que íbamos a tener, a pesar de toda la planificación, tanto Cristian como yo estábamos conscientes que los planes y estrategias que pudiéramos idear se podrían ver afectados por situaciones inesperadas, “En la guerra cualquier cosa podría pasar” me dije recordando las palabras de mi viejo. Terminé de vestirme y volví a la cocina - ¡Esta lista la cena, enfermero! Sirve para todos mientras me aseo – asentí con mi cabeza y tome su lugar en la cocina mientras él se alejaba bailando como las bailarinas del ballet - ¡Estás de buen humor vaquero! – Entonces asomó su horripilante cara por el borde de la pared del pasillo - ¿Por cuál motivo no tendría que estarlo? – dijo sonriendo y luego se retiró. Echo un ojo a la mujer que reposaba en la cama y dijo en voz alta desde el pasillo - ¿No crees que esté descansando demasiado? - ¡Probablemente sí! Sea lo que sea que tenga no podemos hacer mucho, debemos esperar a que despierte – Le conteste mientras pensaba en lo mismo, probablemente tenga algo mas y muera. Echó un último vistazo a la mujer y luego siguió su camino. Terminé de poner la comida en la mesa y llamé a Roco pero no me hizo caso, fui hasta el pasillo y lo volví a llamar - ¡Roco! ¡A comer! – Pero siguió sin hacerme caso - ¿Qué te sucede campeón? – Le pregunte al perro como si pudiera entenderme, pero esta vez me ignoró totalmente, me di medía vuelta y lo dejé en su mundo perruno que solo Cristian lograba entender, fui hasta la mesa, me senté y comencé a comer. Al poco tiempo Cristian salió de tomar su aseo y se sentó a la mesa y de inmediato el perro se levanto y tomó su lugar, Cristian le colocó la comida y este comenzó a comer. - ¡Solo te obedece a ti! ¡Qué gran detalle! - ¡Yo tampoco lo entiendo enfermero! Me imagino que a medida que se acostumbre a tu presencia también te obedecerá, mientras tanto no dejes de intentarlo - ¡Seguiré tu consejo! – Terminé de comer y me quede sentado pensando mientras Cristian continuaba comiendo colocando grandes cantidades de comida en la boca y tragando apresuradamente, recordé que no había tenido chance de desayunar - ¿Hambriento Vaquero? – Pregunte mientras lo observaba - ¿Tu qué crees? – Sonreí y seguí en silencio por unos minutos mientras él devoraba el plato de comida velozmente - ¡Supongo que me tocará dormir en tu sofá, vaquero! - ¡Supones bien! ¡Ni sueñes que dormirás conmigo! – Entonces me eche a reír - ¡Estás loco, No dormiría contigo ni por un millón de Euros en billetes grandes! – Comenzó a reír con la boca llena de frijoles y los labios sucios - ¿Por qué estás tan contento? – Pregunté lleno curiosidad - ¡A pesar que el día estuvo lleno de sorpresas, no regresamos con las manos vacías Enfermero, y eso es bueno, todas esas armas nos serán útil para el viaje, y si sabemos organizarnos quizás ganemos algo más que la simple la gloria de vengar nuestras familias - ¡Tienes razón vaquero! Estuve pensando en la mujer y creo que nos arriesgamos demasiado trayéndole hasta acá, ¡Puede que si sea una terrorista y que ese uniforme solo fuese un disfraz para poder volar con el cargamento de armas haciéndolo pasar por medicinas! - ¡Supuse lo mismo John, pero como bien dijiste, debemos esperar a que despierte, espero que sea pronto, en todo caso servirá para hacer los oficios que necesitamos en aquí mientras nos preparamos! – Alegó mientras me guiñaba un ojo - ¡Yo también espero lo mismo! – Cristian se levantó de la mesa, abrió la puerta a Roco para que saliera a hacer su trabajo y luego se despidió - ¡Feliz Noche Enfermero! Espero disfrutes de tu sofá – Soltó una risa sarcástica y se marchó. Personalmente me sentía más preocupado el saber de dónde rayos había sacado tantas armas esta mujer y hacia donde se dirigía, solamente alguien con acceso a los depósitos de algún ejército podría haber obtenido los explosivos. Me acerqué a la cocina para tomar un vaso con agua del recipiente que estaba sobre el mesón, tomé la foto de Kate que estaba en mi bolsillo y me recosté en el sofá a mirarla, recordé todos los momentos que había vivido junto a ella y que a pesar del tiempo que había pasado aun podía sentir que ella estaba a mi lado, la extrañaba muchísimo, el amor que sentía por ella se había convertido en nostalgia, sabía bien que reconstruir mi vida iba a ser otro reto que debía asumir, debía olvidar el pasado y comenzar a buscar en mi interior esa fuerza que te impulsa a un nuevo comienzo, esa fuerza que te hace mirar hacia delante con la frente en alto y demostrar de que estás hecho, que la felicidad que viví junto a ella podría regresar a mi vida aun cuando ella estuviese en presencia de Dios, de vez en cuando echaba un ojo a través de la ventana y miraba el cielo, temía que este viaje se convirtiera más en una pesadilla que en una hazaña, y por los acontecimientos del día, más rápido de lo que podíamos imaginar, de seguro ya se ha emprendido una búsqueda para encontrar ese avión que se estrello y si los terroristas llegan a dar con este refugio antes de que podamos estar listos será el fin de esta historia. El otro lado del asunto era que podrían resultar aliados y eso resultaría de gran ayuda, contaríamos con gente dispuesta a emprender el ataque, sumando las personas que reclutemos en las pasadas por los pueblos que aún quedan en pie, tendríamos una ventaja abrumadora.

Aun continuaba tendido en el sofá pensando cuando de pronto escuche un fuerte golpe seguido de un grito que venía de la habitación de la mujer, me levante rápidamente y me dirigí a ver qué sucedía. Entre a la habitación y vi que no estaba en la cama, del otro lado se levanto un brazo - “Se cayó de la cama” - inmediatamente me acerqué para levantarla,  estaba despierta mirando el techo, seguí acercándome cuidadosamente para interponerme en su mirada - ¿Dónde estoy, que pasó? – Dijo con voz moribunda mientras le brotaban lagrimas de los ojo, supuse que estaba desubicada - ¡Estás a salvo, tuviste un accidente! – Le dijo mientras me inclinaba para cargarla y colocarla de nuevo en la cama, en ese momento entró Cristian a la habitación - ¿Qué Demonios está pasando enfermero? - ¡Despertó la invitada! ¿No se suponía que estabas dormido? - ¡Si, pero no pude hacerlo y estaba pensado acostado! – supe que las mismas preocupaciones que comenzaban a agobiarme estaban haciendo el mismo efecto en él. Intentaba levantar a la mujer del suelo pero ella había comenzado a reaccionar, entró en pánico y se resistía - ¡Suéltame! – Decía con ira, mientras movía los brazos y las piernas para evitar que la cargara pero cada vez que hacía movimiento el dolor que sentía por las heridas la detenía – ¡Quédate tranquila mujer, Te estás haciendo más daño del que tienes! – le dijo con voz fuerte - ¿Qué me paso, que me pasó en las piernas? ¿Dónde estoy? ¡Ayyy! ¡Me duele mucho! – Entonces Cristian se acerco y dejo que la mujer viera su enorme existencia - ¿Necesitas ayuda enfermero? – dijo con voz gruesa e intimidante - ¡No, estoy bien! – La mujer se quedo inmóvil por un segundo mientras asimilaba el tamaño de aquel hombre que acaba de ver - ¡No me hagan daño por favor, se los suplico! – Dijo entre un llanto y comenzaba a colocarse en posición fetal para evitar que la cargaran, las lagrimas habían bañado todo su rostro, me puse en pie y la mire como se retorcía y luchaba aun cuando ya no estaba intentando cargarla - ¡Se está haciendo daño señorita, está mal herida solo queremos ayudarla! – Ella volvió la mirada hacia donde estaba parado y comenzó a quedarse quieta, lloraba a la vez que se miraba las piernas y los brazos - ¿Qué me paso? – pregunto asustada, luego se pasó la mano por la cabeza y notó que había perdido el cabello - ¡Mi cabello! ¡Mi Cabello! ¿Qué le pasó a mi cabeza? – ¡Le repito, sufrió un grave accidente, debe quedarse tranquila de lo contrario se lastimara aun más! - ¿Dónde estoy? ¿Quién es usted? – Me llamo John y esa cosa horrible que viste hace un momento es mi amigo Cristian, no te preocupes, ¡No Muerde! – Entonces Cristian me miró entre cerrando los ojos - ¡No te creas que eres un Max Steel precisamente! – Entendía en gran parte el miedo de la mujer. Me agache justo al lado de ella - ¡Estará bien, ahora la voy a cargar para ponerla de nuevo en la cama, necesita descansar! – Ella me miro con los ojos bañados en lágrimas y quejándose por el dolor - ¡No me haga daño! - ¡Le prometo que no le haré daño! – esperé a que asimilara la situación y cuando estuvo más tranquila la cargue y la coloque de nuevo en la cama, Cristian estaba parado justo en la puerta recostado en uno de los parales que formaban el marco con los brazos cruzados, la mujer lloraba inconsolablemente, se miraba los brazos mientras los acariciaba, quería hacer lo mismo con sus piernas pero el ardor de la piel al sentir el contacto con las manos se lo impedía haciendo que su llanto fuera más grande, Coloque mi mano en su frente y note que tenía lago de temperatura - ¡Debe calmarse, señorita, no le hace bien! – Entonces ella vio que tenía una venda que la envolvía completa justo debajo de los senos, se toco el costado y vio que también estaba herida en esa parte, miro la punta de sus dedos y notó que estaban húmedos de sangre, echo la cabeza a un lado y volvió a desmayarse. - ¡Santo Dios! ¿Qué le hiciste enfermero? - ¡Nada Vaquero!, ya sabía que se desmayaría otra vez, ha perdido sangre y está muy débil - ¿Necesita Comer? - ¡Aun no! esperemos a que despierte nuevamente, debe beber agua y esperar un rato, no sabemos si sufrió lesiones internas. – ¡Entiendo! Nos quedaremos aquí por si vuelve a despertar - ¡Si, eso haremos vaquero! – di la vuelta hasta donde estaba Cristian y me senté en el suelo justo al lado de la puerta, estaba comenzando a sentir cansancio, Cristian fue al comedor y trajo una silla y la colocó del otro lado de la puerta y se sentó colocando sus pies encima de la mesa de luz que estaba al lado de la cama - ¡Esta será una larga noche enfermero! Esperemos que esté más cuerda cuando despierte otra vez - ¡Espero lo mismo, al parecer está sufriendo una laguna mental! ¡No recuerda nada! - ¿Una Laguna mental? ¡Yo diría que se le inundo la azotea enfermero! – Dijo riendo y rascándose la barriga, luego recostó su cabeza contra la pared y comenzó a ver el techo, notó que debido a la luz que emitía la lámpara, se hacían sombras en el techo, levantó una mano y comenzó a colocarla en distintas posiciones para que las sombras tomaran forma - ¡Definitivamente estás loco vaquero! - ¡Te aseguro que estoy más cuerdo que tú! – La mujer comenzaba a mover la cabeza de un lado a otro, nos quedamos en silencio por un segundo mientras la vigilábamos, pero pronto se quedó tranquila y siguió durmiendo - ¿Está Soñando? - ¡Eso parece vaquero! Totalmente normal, y buen síntomas además, significa que su cerebro no tiene lesiones - ¡Es hermosa! ¿No lo crees? – Sí, lo es, muy atractiva, esperemos que sus heridas no le dejen malos recuerdos permanentes en la piel - ¡Tengo algunas plantas medicinales en el huerto, creo que podemos hacer algo para ayudarla! – ¡Esperemos vaquero!, si esta mujer es terrorista creo que tendrás que hacer un gran hueco en tu huerto para enterrarla - ¡Ciertamente enfermero, tendrás que hacerlo tú mismo, fue idea tuya traerla! - ¡Sabia que me echarías la culpa! - ¡No veo nadie más aquí y dudo que Roco hiciera semejante estupidez! – ¡Está bien vaquero, está bien, yo haré el hueco! – Pasamos las horas discutiendo el destino de la mujer durante toda la noche, incluso acordamos disecarla en el patio para que Roco la usara de baño en caso de que resultara ser terrorista. El sol comenzó a mostrar sus primeros rayos que se colaban por la ventana principal de la casa hasta llegar al pasillo, me puse en pie y fui hasta la entrada de la casa, abrí la puerta y una fuerte brisa entro, el clima estaba frio, a pesar del sol la temperatura era de unos 15º aproximadamente, eche un ojo por los alrededores de la casa en busca de algo fuera de lo normal pero no vi nada, me senté al borde del suelo de madera con las piernas cruzada y con la vista hacía la tierra que se encontraba más allá del suelo de madera, vi una hilera de hormigas que cargaban hojas descomunales sobre su espalda y las llevaban de forma ordenada hasta su nido, parecían que a pesar de la adversidad y los obstáculos que se encontraban en el camino la determinación que tenían por llevar comida al nido les llenaba de energía, técnicamente imparables, definitivamente había una fuerza muy dentro de estas pequeñas criaturas que las movía, la misma fuerza que irradia en lo profundo de nuestras almas cuando sentimos la necesidad verdadera de alcanzar un logro, ese impulso que te lleva a cometer locura, a arriesgarnos, a exponernos más allá de nuestros límites y de lo que proyectamos como seres participes de una sociedad saturada de obstáculos que la simple cotidianidad nos planta como imponentes y en ocasiones imposibles de alcanzar. Se me repetían los pensamientos que tenía mientras estaba en el sofá viendo la foto de Kate solo que ahora tenía presente que todo se había marchado, ya no había sociedad a la que rendir cuentas, ya no había obstáculos, solo la simplicidad de la situación y la esperanza de que las decisiones que estábamos a punto de tomar nos diera la victoria ante la debacle ocasionada por estos terroristas, la lucha por recuperar el orden que existía anteriormente había activado esa fuerza inexplicable en el fondo de mi ser, la sentía como un milagro, como algo que comenzaba a nacer y a crecer con cada minuto que pasaba.

Cristian se acercó hasta donde estaba sentado y notó que mi mirada estaba fija en aquellas hormigas - ¡Es sorprendente como pueden cargar 10 veces su proprio peso! – levante mi mirada para dirigirla hacia donde estaba él – Si, ¡precisamente en eso pensaba, vaquero! – Esta situación nos está llevando a realizar cosas que nunca hubiésemos hecho, puedo sentir motivación cuando me planteo la batalla que estamos por emprender – Yo también lo siento así vaquero, debemos alimentar ese impulso y al igual que esas hormigas, debemos trabajar unidos y organizados para poder vencer, ¡Es una obligación vencer! La derrota no es una opción – ¡Tienes razón, enfermero! - ¡Ahora que tenemos algo de calma!, ¿Podrías explicarme de donde rayos sacaste esas armas que tienes allá atrás? – ¡Larga Historia Enfermero!, en resumidas cuentas las fui recolectando en el pueblo, las tomaba de terroristas abatidos por militares aliados, los mismos militares aliados que cayeron en combate, fue lento y asqueroso, pero sabía que tenía que hacerlo - ¿Militares aliados? – Si, ¡los aliados! ¿Qué te sorprende de eso? - ¡Pensé que no había militares aliados por esta zona!, la base de donde vengo se había negado a la lucha porque sus hombres no eran suficientes y tampoco tenían las armas para hacerlo, apenas algunos fusiles - ¿estás seguro de eso? - ¡Totalmente seguro, vaquero!, cuando llegué a la base en busca de apoyo dijeron lo mismo que tú aquella noche: ¡Estás Loco! - ¡Vaya enfermero! Realmente acerté – La sonrisa que se dibujaba en el rostro de Cristian era contagiosa, su buen humor me daba ánimos y me imagino que a él también. - ¿Cómo estaba la mujer? - ¡La dejé acostada, enfermero, sin novedad! - ¡Excelente! Eso nos dará tiempo de hacer algunos planes - ¿Cuáles planes, enfermero? Te recuerdo que no podemos movernos hasta que no sepamos qué hacer con ella - ¡Tienes razón! Pero me refería a planes de estadía, debemos diseñar otra cama para mí, no pienso repetir este tipo de noche por mucho tiempo - ¡Son mucho más cómodas que las noche en la pradera! – ¡De eso no hay duda vaquero! ¿Qué propones? – Propongo que comencemos a subir lo que dejamos en el camión, luego veremos la otra cama – lo había olvidado por completo, ¡Andando! - ¿Andando? Yo primero voy a comer – soltó una risa irónica, se dio media vuelta y se dirigió a la cocina para llenar con comida su barriga – Eres un caso único ¿Solo piensas en comer? – le dije al mismo tiempo que se alejaba pero me ignoró totalmente. Una vez dentro me dirigí hacia la habitación de la mujer, vi que había cambiado de posición y que se acariciaba las piernas cuidadosamente y arrugaba la cara mientras lo hacía, Golpeé la puerta a propósito para ver si abría los ojos pero no sucedió nada, siguió durmiendo. – ¡Creo que es hora de que despierte, enfermero! – Se escucho la voz de Cristian que venía desde la cocina – ¡Tienes razón, vaquero! ¡Necesitamos respuestas! – fui hasta el baño para asearme y cuando termine entré a la habitación de la mujer nuevamente, estaba acostada de medio lado viendo hacia la puerta, con la mirada fija hacia el pasillo con los ojos bien abiertos, me acerqué un poco para verificar que no fuera otro shock pero cuando di el primer paso ella levanto la mano en señal de saludo - ¿Está consciente? – pregunté sabiendo que si lo estaba - ¡Sí! – Contesto con una voz suave y dulce, la luz del sol que entraba a la habitación iluminaba sus ojos haciendo que el color café se convirtiera en miel, sus facciones era refinadas y a pesar de la inflamación que tenía en las heridas y las quemadas se notaba lo esbelta que era. Tome la silla que había dejado Cristian en la habitación y la coloque al lado de la cama y me senté junto a ella. Coloqué mi mano sobre su frente para verificar su temperatura, ella tomo mi brazo a nivel de la muñeca, me miro fijamente con algunas lágrimas en sus ojos y dijo con palabras entre cortadas: – ¡Gracias por salvarme! - ¡No me des gracias aún! ¡Tienes muchas cosas por explicar! – Bajó su mano suavemente mientras asentía con su cabeza - ¡No somos terroristas!, si eso es lo que crees - ¿Cómo sabes que es lo que creo? – Le dije mientras revisaba la herida que tenía al costado y las quemadas que tenía en sus piernas - ¡Cualquiera lo pensaría, sr John! - ¡Recuerdas mi nombre! ¡Eso es un progreso! Ya sé que estás bien de la cabeza y no tendrás excusas,  ¿Cómo te llamas? – ¡Raishell y, no busco poner excusas! – Excelente Raishell, ¿Cómo sabes que no soy un terrorista, Raishell? - ¡Evidentemente ya me hubieras asesinado, John!, Además, ¡No tienes cara de terrorista! – me dijo mientras intentaba sentarse en la cama para examinar sus piernas con más detalles. Cristian entró a la habitación, se quedo mirando por un segundo a Raishell y frunció el seño mientras se acerco diciéndole con voz fuerte - ¡Sin Rodeos!, ¿De dónde vienes, hacia dónde vas y porque rayos tienes media tonelada de armamento en una caja? – Ella dejó de examinar sus pierna y se incorporó en la cama mirando a Cristian, se notaba el miedo en sus ojos - ¿Tienen la caja? – Preguntó asombrada – ¡Ese no es el punto! ¡Respóndeme! – Dijo Cristian con voz agresiva – ¡Somos de la rebelión! Íbamos en una misión de apoyo hacia un refugio que estableció hace unos meses al norte, algo pasó con uno de los que viajaba con nosotros - ¿Algo pasó?, ¡Eso no suena muy cuerdo que digamos! – Exclamó Cristian mientras se acercaba intimidando a la mujer, yo permanecía sentado en la silla de brazos cruzados mirando y prestando atención a los detalles – ¡No lo conocía! Se suponía que él nos daría las coordenadas para llegar al refugio, al parecer resulto ser un infiltrado y uno de mis compañeros lo descubrió, luego se presento una riña, comenzaron a oírse disparos, yo estaba en la cabina hablando por radio cuando el avión explotó, nos precipitamos y solo recuerdo que había fuego y que intente escapar porque sentía que me quemaba – ¡Mas te vale que sea la verdad! ¿Para que las Armas? – ¡Ya te lo dije! – Grito Raishell mientras comenzaba a llorar – Iban al refugio, los sobrevivientes se están agrupando para planear el ataque al estado terrorista –  Me levante de la silla le di la espalda a la mujer para hacerle señal a Cristian para que la dejara un rato, había sido suficiente para darle la bienvenida. Se acerco a la mujer y puso su rostro justo en frente al de ella y con voz amenazante dijo: - ¡Si lo que dices no es cierto, date por muerta! – Luego se alejó bruscamente y salió de la habitación, ella lloraba con sus manos sobre su rostro desconsoladamente mientras hablaba - ¡No sabíamos que era un terrorista! ¡No lo sabíamos! -  Me acerque hasta la cama y aparte sus manos de su cara mientras ella continuaba llorando - ¡Intenta calmarte un poco! ¡Aun estás débil y podrías desmayar otra vez! – Ella levanto su rostro bañado en lagrimas y me miro fijamente - ¡No sobrevivió nadie! ¿Cierto? – le dije que no moviendo mi cabeza, se volvió a acostar en posición fetal y siguió llorando. Salí de la habitación, cerré la puerta y fui hasta donde estaba Cristian - ¿Refugio? ¿Sobrevivientes? – Me pregunto mientras se rascaba la cabeza, yo tampoco podía entender nada de lo que dijo Raishell, los pueblos por donde pase mientras viajaba estaban devastados, no quedaba nada al menos en la frontera con Polonia, el pueblo más cercano a este bosque esta desolado y Cristian lo sabe - ¡Tal Vez viene de la frontera! - ¿Polonia? ¡Pero si de ahí vienen los bastardos! ¿Recuerdas que comenzaron los ataques en Krinki? - ¡Es lo único que se me ocurre, Vaquero!, que estén huyendo desde el oeste como nosotros y que el refugio del que habla al norte este cerca de Latvia, sabemos que Lituania se negó a colaborar desde el principio, lo que significa que los sobrevivientes debe estar subiendo desde el sur con apoyo de los Ucranianos y se van a encontrar ahí para contraatacar - ¡Probablemente sea así enfermero!, pero prefiero escucharlo de su boca, ¡Los cuentos a medias me aburren! – Démosle algo de espacio para que asimile lo que está pasando, al menos sabemos que no es terrorista y que podemos estar tranquilos – Le di una palmada en la espalda a Cristian mientras él tenía la vista perdida en el horizonte, contemplaba las montañas que había esculpido en la puerta de su casa - ¡Vayamos por las cosas de la caja! Necesitamos ponernos en marcha más rápido de lo que pensé, enfermero - ¡Pensé que comerías algo primero! – El me miró y sonrío mientras echaba un ojo a la cocina - ¡Tienes razón, comamos algo primero y démosle algo a tu amiga! – ¿Mi amiga? ¡Acabamos de conocerla! – ¡No me vengas con cuentos, enfermero, te vi como la mirabas mientras dormía!, además es atractiva ¿Qué tiene de malo que te guste? - ¡Estás loco, vaquero! – ¡Ya lo sé, vayamos a cocinar! - ¿La gente de Minsk esta migrando a Latvia? - ¡Cállate, Enfermero, Me quitas el hambre! - ¡Perdón! -.

Nos acercamos a la cocina y comenzamos a preparar lo que supuestamente era el desayuno: Carne Ahumada con algún tipo de pan que Cristian se había ingeniado, se podía escuchar como los llantos de Raishell atravesaban la pared - ¡Creo que tienes que hablar con tu amiga, Enfermero! - ¡No puedo quitarle el dolor, vaquero! Deja que se desahogue, pronto estará bien, iré a tu huerto a buscar algunas hojas de aloe que vi para prepararle un ungüento para las quemadas, ese dolor si lo podemos aliviar - ¡Correcto, Enfermero! ¿A qué dolor pensabas que me referías? - ¡Pues creí que…! – ¿Ves que tengo razón? ¡Ya te estás involucrando, debilucho! – Sigue cocinando, vaquero, el hambre te está haciendo pensar demás – Cristian soltó una carcajada burlándose, le di la espalda para ir por el aloe del huerto, comencé a pensar que tal vez era a él que le gustaba la invitada puesto que yo aun tenía sentimientos encontrados por Kate, su recuerdo no me dejaba avanzar con el corazón. Tomé el aloe y algunas hierbas y entre nuevamente a la casa, Cristian ya tenía todo el desayuno servido, deje las hierbas sobre el mesón y tome el plato con comida y lo llevé a Raishell, ella estaba sentada al borde la cama con las manos en la cara, aun lloraba. – Siento mucho lo que sucedió, pero debes ser fuerte, no podemos hacer nada para cambiar el pasado y, si te sirve de consuelo, también nosotros perdimos a nuestras familia – Ella levanto su rostro y secó sus lagrimas con su brazo – Mi hermano era el piloto del avión – Aquellas palabras me hicieron sentir un frio que recorrió desde mi garganta hasta la boca de mi estomago, no supe como consolar eso, había visto la osamenta del piloto totalmente quemada en la nave, pero por la situación nunca habría imaginado que eran familia, imaginé que podría ser algún sargento de la Fuerza Aérea de Polonia, La observe fijamente mientras ella volvía a colocar las manos en el rostro – Cristian perdió a su hijo y a su esposa, yo perdí a mi esposa, nos dolió mucho y sufrimos con todo esto, pero tomamos una decisión y aquí estamos, señorita, con la frente en alto – ella volvió a destapar su rostro y levantó su mirada hacia mí - ¡Solo tenía 18 años! El quería participar en esto para vengar a nuestros padres, también fueron asesinados al igual que muchas de las familias de los refugiados que están el campamento hacia dónde nos dirigíamos. ¡Me han arrebato todo lo que tengo! – Sus lagrimas no paraban de brotar, el dolor que sentía era desgarrador y yo lo sabía, ya lo había vivido también – Intenta calmarte un poco, aquí tienes algo para comer, necesitas recobrar fuerzas, iré a preparar algo para esas quemadas y regresaré. ¡Intenta comer! Y no te asustes por mi amigo, la situación justifica su forma de ser, pronto verás que no es malo. Ahora, con referente a lo feo no te prometo nada -  Ella soltó una risa corta entre su llanto mientras secaba sus ojos nuevamente con su brazo, salí de la habitación y fui hasta la cocina para preparar el ungüento.

Cristian estaba de espaldas a la puerta de entrada con el dedo índice en su boca para indicarme que no hiciera ruido, me quede paralizado y escuche a lo lejos los ladridos de Roco, lo hacía con rabia y gruñía, me agache y caminé en cuclillas hasta la puerta y luego hasta la ventana, eche un ojo pero no pude ver nada fuera de lo normal, se seguía escuchando el ladrido de Roco pero no lo podíamos ver porque estaba más abajo en el sendero, de pronto se escuchó un gruñido grave y espantoso - ¡Es un oso! – Grito Cristian mientras corría hasta su habitación para buscar el arma. Abrí la puerta de la casa y fui hasta el otro lado donde había dejado mi arma mientras que Cristian comenzaba a bajar por el sendero a toda velocidad, tome mi arma y salí corriendo detrás de él, no avance mucho cuando pude ver a la Descomunal Bestia lanzado zarpazos para alejar el ataque que Roco le había planteado, Cristian estaba a un lado del camino parado sobre una roca esperando el momento en que Roco se hiciera a un lado para disparar, me coloque sobre mi rodilla derecha y apunte, Roco se había lanzado sobre el lomo del oso y había logrado morderlo alrededor del cuello por la parte de atrás pero el oso se sacudía ferozmente y el perro parecía más bien un pedazo de trapo que colgaba del cuello del animal, de pronto con un movimiento rudo el oso logró deshacerse del perro lanzándolo a un lado, apreté el gatillo lo más rápido que pude al mismo tiempo que Cristian, las dos armas sonaron simultáneamente como si hubiésemos ensayado el acto. El oso se paró en sus patas traseras emitiendo un Gruñido, dio algunos pasos y cayó al piso y nuevamente volví a disparar, esta vez Cristian tardó un poco más pero sin dudar volvió a disparar. Nos quedamos quietos por unos minutos mientras el oso se revolcaba en medio del camino con agonía, Roco estaba tirado al otro lado del sendero cerca de un matorral emitiendo chillidos de dolor, parecía estar mal herido, Cristian bajo de la roca aun apuntando hacia el oso y comenzó a acercarse y cuando estuvo a poco menos de un metro disparó nuevamente justo a la cabeza del oso, la bestia emitió otro gruñido y quedó inmóvil en el lugar, yo seguía agachado apuntando al oso y esperando a que no se moviera nuevamente, Cristian miró hacia el matorral y divisó a Roco, fue corriendo hasta donde estaba y lo tomó en sus brazos. Me levante con la cabeza agachada, sabía que probablemente sería el fin de Roco, la manera como el oso se lo sacudió de encima de seguro había fracturado muchos huesos del perro que nuevamente salvaba la vida de su amo y la mía, vi que Cristian me pasó por el lado a toda prisa camino a la casa – ¡Vamos Enfermero, te necesito, aun respira! – Dijo con voz quebrantada, levante la mirada hacía el oso por unos segundos para cerciorarme qué estuviese bien muerto y luego subí hasta la casa para ayudar a Cristian.

Cristian estaba agachado en medio de la sala donde había colocado al perro - ¡No te Mueras amigo, no me dejes! – Gritaba desesperado – ¡Ayúdame, Enfermero! ¡No lo dejes morir! – Decía con lágrimas en sus ojos mientras colocaba su enorme mano sobre una herida que tenía en el lomo el perro por la que derramaba mucha sangre, me acerqué hasta donde estaba y comencé a tocarlo para ver descartar que estuviese fracturas - ¡No quites tu mano de ahí, vaquero!, colócalo sobre un costado -  Tenía la espalda rota a la mitad, en la lucha había perdido el calzón que le tapaba el ojo dañado y había comenzado a sangrar nuevamente por esa herida - ¡Vas a estar bien, Vas a estar bien! – Le repetía al oído mientras hacía presión sobre la herida del lomo, Roco estaba literalmente rebanado, las garras del oso había pasado por todo su cuerpo dejando carne expuesta en algunos lugares y rasguños profundos por los que perdía sangre, de pronto Cristian se levantó y se quito la camisa que llevaba y la colocó sobre el ojo que había perdido anteriormente, intentaba reparar los daños pero se notaba que no sabía qué hacer, volvió a hacer presión sobre el lomo mientras dejaba caer lagrimas sobre su amigo fiel, Roco chillaba de dolor, yo había ido hasta el patio para buscar algunas tablas que estaban allí para inmovilizarlo y cuando volví me pare en la puerta y vi que Cristian estaba sudando alocadamente, tenía el rostro empapado en llanto, levanto su mirada para verme - ¡No lo dejes morir! – Me dijo quebrantado de dolor, me acerque al perro y vi que respiraba con fatiga, coloque una tabla por debajo y la otra por arriba de manera que quedará fijo sin poder doblarse, tome el cinturón de mi pantalón y lo pasé alrededor para sostener las dos tablas y con la franela de Cristian lo envolví para dejarlo totalmente inmóvil, chillaba adolorido, salían gotas de sangre de su nariz, lo que indicaba que sangraba internamente, su lengua se había tornado pálida y jadeaba acelerado, Cristian se había puesto en pie a un lado para dar espacio, su cara de miedo bañada en lagrimas me partían el alma en dos, no sabía cómo decirle que no aguantaría mucho y que tendría que despedirse del valiente Roco - ¡Dime que va a estar bien, enfermero! – lo mire un segundo directo a los ojos mientras terminaba de tapar la herida del lomo con un trozo de la camisa que había cortado, moví mi cabeza de un lado a otro diciéndole que no, entonces coloco sus dos manos sobre su cabeza y comenzó a llorar mientras caminaba de un lado a otro, Raishell había escuchado todo el drama y se había asomado al pasillo, estaba recostada de la pared y observaba el cuadro con cara de tristeza, enmudecida. Cristian salió de la casa corriendo tomando el cuchillo de trincheras que siempre llevaba en su cintura y se dirigió hacía el oso, se abalanzó encima del enorme animal y comenzó a apuñalarlo repetidas veces mientras lo maldecía gritando, salí detrás de él para tranquilizarlo aunque estaba consciente que poco podía hacer para detener a mi enorme amigo. Llegué hasta el lugar y me pare a un lado a mirar como apuñalaba al oso mientras la sangre salpicaba por todos lados bañándolo completamente. - ¡Eso no va a solucionar Nada, Cristian! – Pero no me escucho y siguió hasta que se quedo sin fuerzas, había desgarrado casi toda la carne de la espalda del oso y por ultimo lo golpeaba con sus puño ya casi sin aliento - ¡Maldito, Maldito, Maldito! ¿Por qué lo mataste, Maldito? – Le gritaba llorando inconsolable - ¡Era todo lo que tenía, John, Era todo, ayúdame por favor! – Sentía como el corazón se frenaba en el pecho y se me hacía el mismo nudo en la garganta que sentí cuando perdí a Kate, solté lágrimas mientras me agachaba para abrazar a Cristian que ya se había quedado sin fuerzas y lloraba encima de lo que había quedado del oso - ¡Andando, Vaquero!, Roco, ¡te necesita! – siguió su llanto por algunos momentos más tendido sobre la bestia, luego se levanto todo ensangrentado, bañado en sudor y llanto, puso su enorme brazo sobre mis hombros para sostenerse, dio unos pasos tambaleantes, se detuvo y terminó abrazándome y llorando sobre mí, lo abrace lo más fuerte que pude, aunque mis brazos no alcanzaban a envolverlo completamente, mi cuerpo pudo sentir el descomunal peso de Cristian mientras intentaba sostenerlo en pie, estuvimos un rato largo ahí hasta que logró recobrar el aliento y luego fuimos hasta la casa para ayudar a Roco.

Raishell había salido de su habitación y se había sentado justo en frente de Roco, estaba inclinada acariciándolo mientras el perro daba sus últimos respiros, Cuando Cristian entró a la casa el perro volteo la cabeza buscando la mirada de su mano, jadeo un par de veces más lloriqueando y dejó de respirar, parecía que había logrado despedirse de su amo, Cristian se tiro en el piso justo al lado del perro y lo cargo al igual que se carga a un bebe, Cuando Raishell vio el estado en que se encontraba Cristian dio un brinco en la silla en donde se encontraba, se puso la mano en la boca y me miro, le hice señas para que se quedara tranquila pero estaba impactada, se levanto lentamente y como pudo se alejo de la escena. Yo seguía parado en la puerta de la casa mirando como Cristian acariciaba a su amigo - ¡Fuiste un guerrero amigo, Jamás te olvidare! – Le dijo con lágrimas mientras en ponía en pie para salir  de la casa con Roco en sus brazos, me aparte de la puerta abriendo camino y él se dirigió hasta la parte trasera de la casa para hacer el entierro de Roco. Pasadas algunas horas Cristian Volvió a la casa en peor estado, se había salpicado tierra encima mientras hacía el hueco para el sepelio, la tierra se había mezclado con la sangre y el sudor dándole un aspecto de Monstruo, llegó hasta el frente de la casa y me miro mientras yo estaba sentado en el borde del piso de madera escribiendo en la tierra con un pedazo de rama que había caído de un árbol, se dio media vuelta y fue nuevamente hasta donde estaba el oso tomó su cuchillo y lo limpió con su pantalón luego tomó el oso por una pata y comenzó a arrástralo por el camino hasta llevarlo a pocos metros del frente de la casa, quedé con la boca abierta al ver como arrastraba a la bestia con cara de ira y venganza, al menos debía pesar más de trescientos kilos. Soltó al oso justo debajo de un árbol, tomo una cuerda y la amarro a una de las patas traseras y lazó un extremo por encima de una rama del árbol y luego comenzó a jalar con todas sus fuerzas para dejar colgado al oso, pensé que no iba a poder y me levante rápidamente para ayudarlo pero levanto una mano para que me detuviera - ¡Esto es entre él y yo! – Exclamó mientras comenzaba a tirar con todas sus fuerzas de la cuerda, Mis ojos no podían creer lo que veían, estaba levantado a esa bestia descomunal sin ayuda de nadie. Al cabo de un rato terminó de colgar al oso, obviamente estaba exhausto y  de solo verlo ya me había cansado, tomó su cuchillo nuevamente y comenzó el proceso de quitar la piel y dejar expuesta toda la carne del animal - ¡Necesitas Ayuda, Vaquero! - ¡Estoy Bien! – La expresión en su rostro asustaba más de lo normal - ¡Iré por las cosas de abajo, traeré lo que pueda de a poco! - ¡Lleva el arma contigo! – ¡Está Bien, Vaquero! – pasé por detrás de él dándole una palmada en la espalda de consuelo, tome el arma que había dejado en el piso cuando regrese a la casa y emprendí el camino hasta el camión para traer las armas.

Raishell se había encerrado en la habitación nuevamente, debido a lo sucedido había hecho el esfuerzo de salir para ver que sucedía, imaginé que debió asustarse cuando vio a Cristian en ese estado pero yo sabía que esa pequeña caminata que había hecho de la habitación hasta la sala le había costado mucho, con el movimiento del cuerpo al caminar las quemadas que tenía sobre la piel suelen doler mucho y la costra superficial que se hace comienza a agrietarse dejando salir fluidos que segrega el cuerpo durante el proceso de cicatrización, de seguro debe estar arrepentida de haberse levantado, recordé que no tuve lugar para prepara el ungüento que le había prometido. Coloque una cantidad de explosivos considerable dentro de una especie de cesta que estaba cerca del Camión y comencé el trágico ascenso hasta la casa, caminaba despacio para evitar que se moviera el contenido de la cesta y a medida que subía comencé a pensar en el dolor por el que debe estar pasando Cristian, no es fácil perder al único amigo que tienes, no encontraba la forma de consolarlo, quizás si le preparo la cena lo anime un poco, después de todo no tuvo chance ni desayunar, pensé en lo duro que ha sido para él estar solo en este bosque a merced de todos estos peligros, antes me lo había imaginado, pero vivirlo en carne propia cambiaba la perspectiva de la imaginación, si lograba subir el sendero sin explotar en el camino, pensaba hacerlo descansar y encargarme de todo hasta que se sintiera mejor, la otra parte de la historia es que el acepte eso, por lo general le gusta mantener el control de las cosas y su carácter no es muy suave que digamos. Avanzaba a paso de tortuga lisiada por el sendero, tarde un poco más de una hora en llegar con el primer lote de explosivos y tomando en cuenta lo que había dejado abajo sabía que faltaban al menos cinco viajes más, Cristian ya había retirado toda la piel del oso y estaba esperando que subiera para abrir el lugar donde colocaríamos los explosivos, cuando me vio acercarme rápidamente paso por el costado del huerto y abrió nuevamente el depósito secreto, colocamos todo organizadamente e hicimos un cálculo a simple vista de la cantidad de explosivos que podíamos almacenar ahí - ¡Creo que con dos lotes iguales a este llenaremos esto! – Le dije mientras el miraba fijamente el almacén de arriba abajo - ¡Tienes Razón! Iré por un par de cestas más para que traigamos más cantidad, tardaremos un poco, pero ahorraremos descensos – Hablaba con una seriedad escalofriante, pero su mirada reflejaba tristeza, no me atrevía a decirle nada para no hacerlo sentir peor - ¡No te Preocupes, John! Sabía que más temprano que tarde sucedería esto – lo mire un momento, el colocó su mano sobre mi hombro y pronunció con voz quebrada - ¡Gracias por ayudarme! - ¡No me des las gracias, vaquero!, tu también has hecho bastante por mí, se que tal vez no pueda suplantar a Roco, ¡pero puedes contar conmigo para lo que quieras, hermano! – Él sonrió por un momento pero su mirada lo delataba, estaba quebrado por dentro - ¡Terminemos esto, enfermero! No quiero pasar el día entero cerca de estas cosas, lo que no entre acá lo llevaremos a la parte trasera de la casa, lo ocultaremos con la madera que está ahí - ¡Me parece bien, no podría imaginarte durmiendo con esto debajo de tu cabeza! – le dije bromeando pero obviamente no le causo mucha gracia, sentí que fue un intento fallido pero no desistiría en hacer que cambiara el ánimo. Luego de una par de horas terminamos de subir todos los explosivos y solo restaban las armas, pero el cansancio por todo lo que habíamos pasado en lo que iba del día ya comenzaba a dejarnos fuera de combate, llegamos a casa y el tomo agua de un recipiente grande que estaba a poca distancia del huerto y comenzó a quitarse toda la sangre y la tierra que tenía encima lo que fue un alivio ver como de espantoso regresaba a ser solo feo nuevamente, una vez terminado el baño se sentó en su silla colgante y comenzó a columpiarse para que la brisa secara el resto del agua que quedaba sobre su cuerpo mientras que observaba el paisaje de las montañas, lo dejé solo y fui hasta adentro para comenzar a preparar el ungüento para la mujer, cuando entre a la casa vi que ella se había sentado nuevamente en el sillón de la sala - ¿Qué haces acá? – ¡No me gusta el encierro! Prefiero estar rodeada de personas – Ya lo creo ¿Cómo están las quemadas? – ¡Están cómo se supone que deberían estar! ¡Quemada y ahora agrietadas! - ¡Lo imaginé! No debiste salir de la habitación, Prepararé el ungüento que te comente para que mejores, lo usaras 3 veces por día durante una semana y debes evitar moverte en exceso hasta que la costra que se forme en el exterior de las heridas este solida, de lo contrario no sanarás y podrías infectarte, no las toques, tampoco intentes quitar las burbujas con agua que se formaron - ¿Dolerá? – ¡No tanto como amputarte un miembro a causa de la infección y como ya viste Cristian no es muy sutil con el cuchillo! - ¡De seguro no dolerá nada entonces! – Levantó sus piernas y las estiraba cuidadosamente sobre el sofá, en ese momento Cristian entró a la casa, se detuvo justo en la puerta y echo un ojo por todos lados, vio a la mujer y luego me miró, volvió a mirar a la mujer y dijo con un tono triste - ¡Siento lo que pasó! No fue mi intención asustarte – Raishell tomó compostura sobre el sofá y seguidamente hizo un esfuerzo para levantarse cuidadosamente, avanzó unos pasos y se paró en frente de Cristian, tomó la enorme mano que triplicaba la de ella y dijo: - Gracias por salvarme la vida, señor Cristian ¡No sé cómo pagarles lo que han hecho por mí! – el bajo su cabeza para mirarla y asintió - ¡De nada, espero que a partir de ahora seamos un equipo, lo que viene no será fácil, pero daremos hasta el último suspiro para acabar con esos Bastardos! Saldremos ganando – Ella lo miro fijamente a los ojos y luego tendió sus brazos para abrazarlo, apenas alcanzó a cubrir su barriga, pero Cristian entendió que estaba tomando su palabra, luego me miro y me hizo señas para que me acercara, llegue hasta donde estaban parados y nos abrazamos los tres - ¡Seremos un equipo, tanto el uno como para el otro, un equipo que no se mueve si el otro no se mueve, no nos separamos nunca, no dejamos a nadie atrás, explotaremos al máximo esa fuerza que nos ha traído hasta este punto, esa fuerza que nos permite seguir respirando y que nos empuja hacia esa batalla, la que ganaremos así sea lo último que hagamos, “La Fuerza Interior” que fluye dentro de cada uno de nosotros.

Luego de unos momento afirmando nuestra convicciones y sellando el pacto que nos propusimos y que a partir de ese momento nos hacía un equipo, Cristian se dirigió a su habitación y Raishell volvió al sofá, yo mientras tanto terminaba de preparar el ungüento, unas vez lista la crema casera me acerque hasta Raishell para aplicarlo en sus heridas, ella arrugo su cara en señal de descontento por el olor pestilente que tiene el aloe fresco, parece cebolla descompuesta pero la cantidad de Yodo natural que contiene y sus propiedades cicatrizantes lo hacían el medicamento perfecto para combatir la infección y evitar que queden marcas en la piel - ¿Estás seguro que no dolerá? - ¡Te lo aseguro! Intenta quedarte quieta – unte mis dedos cuidadosamente con la crema y comencé a aplicarla por todo su cuerpo, cuando ella sintió el calor del yodo pensó que le iba a arder, hizo un mal gesto con su cara pero luego se dio cuenta que solo era algo de calor - ¡Tienes razón! No duele, pero huele a los mil demonios - ¡Si, es un poco desagradable el olor! Pero es efectivo - ¿Cómo sabes tanto? – Fui enfermero en el ejercito - ¡Eso lo explica todo entonces, señor enfermero! – dijo con voz picara mientras yo le untaba la crema por las piernas, aun seguía medio desnuda, había envuelto su cuerpo con la manta que estaba en la habitación, levante la mirada y vi que estaba observando el proceso con una sonrisa cariñosa en sus labio al mismo tiempo que arrugaba la cara cada vez que pasaba mis manos por las heridas más afectadas, me puse en pie mientras ella seguía mis movimientos con su mirada, tome un poco de crema en mi mano y la pase por toda su cara, lo que la tomó desprevenida - ¡Oyeee! ¿Por qué hiciste eso? – Porque tienes quemadas en la cara – dije mientras le pasaba los dedos por sus ojos para quitar el exceso de crema de sus parpados y permitir que pudiera ver, la sonrisa se transformado en una expresión de asco debido a la crema que había caído en sus labios, luego tome otro montón de crema y le llene toda la cabeza - ¿Es necesario allí también? – ¡De seguro! Te ayudara a recobrar el cabello, recuerda que acá no hay salones de belleza - ¡Eso ya lo sé! - ¡Tienes que esperar al menos una hora para que la crema penetre bien la piel y haga el efecto, luego podrás moverte! – Está Bien, John – ¡Esperaremos a que Cristian se recupere para que tengamos una conversación más a fondo sobre ese refugio del que hablaste! Necesitaremos toda la información posible con lujos y detalles para organizarnos mejor – Me incorpore y salí nuevamente de la casa para sentarme en la silla colgante. “Pobre Cristian” comencé a pensar nuevamente en lo sucedido mientras me columpiaba en la silla, no es fácil lo que le ha tocado, solo espero que lo supere rápido para que comencemos a prepararnos. Me preocupaba el tiempo que iba a tomar Raishell para recuperarse de sus heridas, las quemadas de ese tipo generalmente son conflictivas y en la mayoría de los casos hay que raspar la piel nuevamente al pasar de los días para que el cuerpo genere piel nueva, no le será fácil y el proceso es largo. Estiré mi pierna para darme impulso y continuar meciéndome, volteé hacia la ventana que tenía al lado y tope con la mirada de Raishell, estaba tendida sobre el sofá mirándome por la ventana, sus ojos reflejaban la tenue luz de las lámparas de kerosene, la miré fijamente por un momento y ella sonrió sutilmente con sus labio llenos de Áloe mientras tocaba la tela metálica que recubría la venta - ¿Tienes hijos, señor enfermero? – preguntó para romper el silencio que se había apoderado del lugar - ¡No! – Respondí dirigiendo mi mirada hacia el cielo para contemplar las estrellas que comenzaban a asomarse, del otro lado de la casa podía verse un ocaso precioso como nunca antes había visto, Cristian había escogido el mejor lugar del bosque para ubicar la casa. Subí mis piernas a la silla mientras continuaba meciéndose y me acomode con la cabeza tendida hacia atrás para continuar viendo el cielo - ¡Hace algunos años planeé tener hijos! Pero toda esta basura de situación no me dio lugar para comenzar – dije a Raishell que no había dejado de mirarme a través de la ventana – ¡Perdí a mi prometido hace algún tiempo! Él sencillamente quiso ser parte de todo esto y me dejo de lado. Salió en una misión de contraataque que se organizó en la frontera con Ucrania. ¡Nunca más supe de él! – ¡Lo siento mucho! - ¡No hay nada que sentir, señor enfermero! El escogió su camino – Yo continuaba viendo al cielo mientras escuchaba la voz de Raishell y me hacía una leve idea de la situación que estaba relatando, pero a pesar de eso no podía quitarme de la cabeza el relato del refugio, las armas, el avión y toda la historia recortada que me había contando, tome compostura nuevamente y la miré por la ventana - ¿Qué sucedió realmente? - ¿A qué te refieres? - ¡Al Avión, el Refugio, las armas! A eso me refiero – Ella guardó silencio por un momento sin quitarme la mirada de encima, tomó un respiro profundo y comenzó a hablar:

- Al igual que todos fuimos atacados por esos terroristas, comenzaron bombardeando al pueblo por aire y luego llegaron con tanques y vehículos militares con armas de alto calibre, Disparaban a todos lados, cualquier cosa que se movía era asesinado, incluyendo los animales. Eran muchos, cuando llegó la noticia de los ataques en la frontera con Ucrania mi padre tomó precauciones y en conjunto con algunos vecinos del pueblo hicimos un refugió debajo de la casa con un túnel que terminaba en las afuera de la ciudad, sabíamos que el apoyo militar no estaría disponible para defendernos porque habían sido enviados a hacer frente a los ataques al otro lado del país, demoró bastante hacerlo pero fue lo que nos salvó a mí y a mi hermano. Cuando comenzó el Bombardeo yo estaba en casa haciendo equipaje para emprender un viaje a Lituania para unirme a la universidad central, sabía bien que ellos se habían negado a colaborar militarmente con Polonia y se habían lavado las manos de la guerra, ahí estaría segura. Quería terminar mis estudios en telecomunicaciones que había comenzado en Kukle, no muy lejos de la frontera, los tuve que dejar por la evacuación. Mis padres tenían planes de migrar luego a Lituania y encontrarse conmigo y mi hermano para comenzar una nueva vida. Ese día nos tomó por sorpresa, las bombas comenzaron a caer repentinamente en el centro del pueblo y la gente enloqueció, comenzaron a correr buscando lugares para resguardarse, se dio la alarma de ataque pero ya el bombardeo había acabado con parte de la ciudad. Mis padres estaban allí haciendo las compras para celebrar una cena especial esa misma noche pero evidentemente no iban a regresar a casa, tomé a mi hermano y nos ocultamos en el refugio, pudimos escuchar desde lo profundo del suelo como la gente era masacrada y el horrible estruendo de las bombas al caer, los disparos de las armas nos dejaban ensordecidos. Los niños eran sacrificados en el medio de la calle, estuvimos ocultos toda el día, incluso en la noche los ataques seguían, yo estaba aterrada, no sabía qué hacer, tapaba mi cabeza con unas almohadas que mi madre había dejado en el refugio en caso de que tuviéramos que usarlo junto a otras provisiones. Al día siguiente la soledad y el silencio se habían apoderado de las calles, salimos cautelosamente del refugio para ver qué había sucedido, arriesgándonos a ser asesinados. ¡Te podrás imaginar el escenario! No quedaba nada, las calles estaban llenas de sangre y todo era una pila de escombros, algunas personas habían sobrevivido ocultándose en refugio iguales a los que habíamos hecho nosotros, pero no eran muchos, apenas ocho personas incluyendo a mi hermano y a mí. Nos organizamos y emprendimos el viaje a través del túnel hasta llegar a las afueras del pueblo, estuvimos a la deriva por alguno tiempo hasta que conseguimos un destacamento de civiles que venían del otro lado de Polonia huyendo de los ataques. Decidimos quedarnos ahí con ellos porque sabíamos que tendríamos más posibilidades si nos manteníamos en grupos. Durante todo este tiempo establecimos una comunidad, nos movíamos de un lado a otro evitando los ataques que se anunciaban por las noticias o que recibíamos por comunicados, entre nosotros había algunos militares retirados que mantenían el orden y planeaban las estrategia de movilización de la comunidad, nos fuero de gran ayuda. Hace algunos día llegó una noticia desde el este, que se había divisado un refugio al norte de aquí que está compuesto por civiles y militares, han recobrado fuerzas y planean un ataque al estado terrorista, el informante de esto dijo que tenía un contacto desde la capital de Polonia y que estaba dispuestos a suministrar armas, equipos y medicinas para llevarlas a ese refugio y complementar otro grupo que recientemente había llegado, esas son las armas que estaba en la caja. Se organizó el traslado en pocos días y emprendimos el viaje, yo me ofrecí de voluntaria para manejar la radio y mi hermano había aprendido a volar con unos amigos de mi familia, así que él también se ofreció, a pesar de que me opuse. El resto ya lo sabes, ese bastardo nos tendió una trampa, uno de los que viajaba con nosotros era militar y no sé como rayos logró enterarse del engaño y se presentó la riña dentro del avión. Lo demás ya lo comprobaste por tus propios medios, hubo un disparo y el avión comenzó a tambalearse, tomé la radio y comencé a pedir auxilio pero no alcance a terminar el llamado, el avión explotó y comenzamos a precipitarnos –

Estaba impactado con la historia que me había contado, no había quitado la vista de la mujer ni un solo segundo mientras escuchaba el relato, noté que era muy parecido a lo que había sucedido en mi ciudad y en la de Cristian, lo que me dio a entender que siempre usan el mismo modo de operación, algo poco usual tratándose de terroristas. - ¿Dices que en la caja había medicinas? – Le pregunte dudando de eso puesto que había revisado bien la caja y solo había explosivos y armas, a no ser que el compartimiento que se veía al fondo las estuviese ocultando -¡Si, no es mucho, pero lo suficiente para tratar heridas de bala, cortes y algunos medicamentos para la fiebre! – Personalmente revise la caja y solo había armas y explosivos, ¿Estás segura que había medicamentos? - ¡Te lo garantizo! Yo misma los puse en el fondo de la caja – esas palabras disiparon las dudas inmediatamente de mi cabeza, la mire con un semblante más relajado y le pregunté - ¿Están debajo de la tabla de Madera, Cierto? - ¡Si, pero no es una tabla cualquiera! - ¿A qué te refieres? – ¡Me refiero a que esa tabla contiene grabada la ruta que hay que seguir hasta el punto de reunión con el grupo en cuestión, además tiene las coordenadas que nos enviaron los informante con la ubicación exacta del cuartel de los terroristas! – No podía creer lo que estaba escuchando, mis ojos casi saltan de mi cara, Raishell pudo notar enseguida mi asombro - ¿Qué te sucede, John? ¡Estás pálido! - ¡Nada, es solo que de tanto mecerme me mareé un poco! – Le dije para disimular el asombro, literalmente un regalo del cielo. Armas, Medicinas y un mapa, como anillo al dedo. En lo que Cristian se entere de esto va a saltar de alegría - ¿Quiénes viajaban contigo a parte de tu hermano? - ¡El Bastardo que nos traicionó, un sargento retirado y el copiloto!, pero yo no lo conocía, había escuchado que era un veterano de la guerra fría, pero solo eso, ¿Por qué lo preguntas? - ¡Por nada! Quería saber si había algún tipo de plan entre ustedes, ¡tú sabes!, lo que tendrían que hacer cuando llegaran a la reunión – Ella me miro con cara de duda, pero realmente quería saber si había otro punto más que no hubiese tocado y que pudiera servir de ayuda para nuestros planes, a veces a las mujeres hay que sacarle las cosas con algunas estrategias.

Me levante de la silla y estire mi cuerpo, la noche había caído y comenzaba a hacer frio en el bosque, mire hacia la entrada de la casa y no pude ver a Roco echado al pie de la silla de Cristian y caí en cuenta que la conversación con Raishell me había hecho olvidar lo que había pasado algunas horas atrás, entre a la casa cerrando la puerta a mis espaldas y fui hasta el cuarto de Cristian, toqué la puerta una vez pero no pude oír nada y cuando me disponía a tocar nuevamente la puerta se abrió y detrás se divisó la gigantesca figura de nuestro amigo. Tenía los ojos hinchados por el llanto, verdaderamente la estaba pasando mal con la pérdida de su Roco, le di unas palmadas en el hombro para consolarlo – ¡Andando, Vaquero! Te prepararé un buen bistec de Oso con cebollas caramelizadas – El sonrió entrecerrando los ojos hinchados y salió hasta la sala y sentó en el suelo recostándose en el sofá donde estaba sentada Raishell, estiro las piernas a lo largo de la sala e inclinó su cabeza para atrás para mirar el techo - ¿Qué novedad tenemos, Raishell? ¿No quieres contarme algo sobre ti? – Preguntó Cristian con voz ronca, tanto Raishell como yo supimos de inmediato que había estado llorando todo este rato. - ¡Claro Grandulón! Ya  el enfermero John se entero de todas las cosas y las sorpresas que hay para esta nueva familia, ¿No es cierto Señor enfermero? – Entonces Cristian incorporo su cabeza y me miró - ¿Señor, Enfermero? ¿Señor, Enfermero? ¡Vaya! Menos mal que solo estuve ausente un par de horas – El humor había comenzado a regresar a nuestro enorme amigo, Raishell y yo comenzamos a reírnos y luego el soltó una risa - ¿De qué me perdí, “Señor Enfermero”? - ¡Una larga historia, Vaquero!, mejor comamos algo y en el transcurso de la cena te contare algo que te dejará boquiabierto – Raishell se inclino para verle la cara a Cristian mientras le ofrecía una sonrisa pero él estaba intentando imaginarse algo de lo que le había dicho y no había quitado su mirada de mí - ¡Más les vale que sean buenas noticias! Ya he tenido suficiente por hoy – ¡Oh sí!, ¡sí que lo son, Vaquero! – Le dije mientras cortaba algunas cebollas para comenzar a preparar la carne del Oso - ¡Por cierto, Tendremos que hacer algo para vestir a esta señorita! ¿Tendrás algo que podamos ajustar a la medida de Raishell, Vaquero? - ¡Tengo algo! ¡Y por lo que veo en ella, no tendrá que ajustar nada! – Raishell se sorprendió al escuchar eso al igual que yo y pregunto algo desconcertada - ¿Tienen ropa para mí? ¿Por qué rayos me han tenido casi desnuda todo este tiempo? – Yo miré a Cristian al mismo tiempo que él me miro asustado - ¡Tranquila, Señorita! Aunque tuviésemos un traje de gala para usted no podrías usarlo. Esas heridas se pegarían a la tela empeorando la situación, así que por unos días tendrás que dejar tu pudor guardado en la mesa de luz de la habitación porque hasta que no tengas una buena costra sobre esas heridas tendrás que andar tal cual estás ahora – Cristian suspiro y luego me guiño el ojo, por un momento pensó que ella tomaría el asunto por otro lado que de seguro nos habíamos ganado el primer problema con la nueva miembro de la familia. Supongo que también agradeció para sus adentros el que le aclarara el punto de la desnudez a Raishell.

La Cena estaba lista y servida, Cristian y yo nos acercamos a la mesa para iniciar la venganza en contra del oso, Raishell comería desde el Sofá para evitar que siguiera caminando. Ella interrumpió el inicio de la venganza para pedir que antes de comer hiciéramos una pequeña oración para dar gracias por todas las bendiciones que Dios nos había regalado durante este día, Cristian y yo nos Miramos Levantando los hombros en señal de ignorancia pero dispuestos a acatar aquella petición especial. – Ok, Cierren sus ojos, chicos, y repitan conmigo: Padre amado que estás en el cielo, te bendecimos eternamente, en esta hora te queremos dar gracias por todas las cosas que nos has dado en este día, en especial habernos permitido encontrarnos y formar esta nueva amistad la que ponemos en tus manos para que dirijas según sea tu voluntad, Bendice de forma especial este delicioso Oso con cebollas que preparó el Señor Enfermero y bendice a aquellos que no tienen como comer en esta hora para que de una u otra forma puedan hacerlo, en el nombre de tu hijo amado te lo pedimos. Amen -  Cristian y yo Abrimos los ojos y nos miramos y dijimos “Amen” al mismo tiempo, hacía algún tiempo que había dejado de pensar en Dios, pero sobre todo de pedirle algo, Raishell había tocado el lado sensible tanto de Cristian como el mío y sin duda alguna, con solo esa oración había tomado el control de la casa en ese sentido. Era de esperarse de una mujer, ellas siempre quieren tener el control de todo, eso me trajo recuerdos de Kate y me imagino que a Cristian también le traería recuerdos de su esposa e hijo.

Comenzamos a comer y a relatarle a Cristian la Historia que Raishell me había contado durante el tiempo que él estuvo en su habitación, como me supuse, él también quedó asombrado con todo lo que contó la mujer. La conversación se extendió por largas horas, yo conté lo que me había sucedido y Cristian contó su historia, soltamos lagrimas que luego fueron opacadas con risas que venían de bromas que hacíamos y cuentos graciosos que comenzamos a incluir en la conversación para hacer de la noche más amena. La armonía comenzaba a entrar al lugar después de un largo tiempo de acontecimientos desastrosos que habían hecho de nuestras vidas unas tragedias pero que por algún motivo el destino así lo había permitido aunque no supiéramos exactamente con que propósito, solo nos concentramos en pasarla bien y a conocernos un poco mejor. Ciertamente necesitaríamos eso más adelante, el camino que se nos plantaba al frente iba a requerir de todo tipo de luchas para ser superado.

La Madruga había avanzado, Cristian se había quedado dormido a los pie del sofá en donde descansaba Raishell, yo seguía sentado en el comedor pensando en cómo hacer para traer las Armas que habían quedado abajo sin tener que hacer varios viajes, me preguntaba qué tipo de medicamentos habría en la caja y si había alguno que pudiera usar para tratar a Raishell, aunque sea para acelerar el proceso de cicatrización. No podíamos darnos el lujo de contar los meses para la recuperación. Levante la mirada y vi que seguía recostada en el Sofá viendo el techo de la sala, estaba pensando en algo pero no tenía ni la más mínima idea de que, se notaba el cansancio en su rostro. Me levante de mi puesto en el comedor y me dirigí hacía el baño, la puerta del cuarto de Cristian estaba abierta y me llamó la atención echar un ojo. Empujé un poco la puerta sin entrar a la habitación para poder vigilar desde el pasillo que Cristian no me viera espiando entre sus cosas. Al igual que la habitación que me había dado solo había una cama que obviamente había diseñado a su medida y que era bastante ancha, un espejo justo en frente del lugar de reposo, un par de lámparas sobre las mesas de luz y una ventana que permitía la vista al huerto que estaba a un lado de la casa, también había algunas fotos de su esposa e hijo que colgaban en las paredes dentro de unos marcos hermosamente tallados a manos. Sin tomar en cuenta que la cama no tenía las sabanas estiradas, el cuarto estaba perfectamente ordenado, era evidente que le gustaba mantener todo bajo control. Eche nuevamente la mirada hacía la sala para cerciorarme que Cristian aun durmiera y vi que Raishell se había sentado en el sofá y contemplaba como dormía Cristian, se inclinó un poco y estiro la camiseta que llevaba puesta el gigante ya que se había enrollado hasta la altura de su pecho dejando la barriga descubierta, intento levantar cuidadosamente la mano que reposaba sobre su pecho para poder acomodar correctamente la camiseta y hacerle más cómodo el descanso pero cuando lo toco el gigante emitió un sonido muy similar a un cerdo, había comenzado a roncar lo que hizo que Raishell saltara del susto sobre el sofá, se tapo la boca con su mano para reír y evitar que el sonido despertara a Cristian mientras recobraba la compostura por el brinco que había dado. Observe todo el cuadro mientras permanecía parado en el pasillo, la madrugada estaba en su punto más oscuro lo que significaba que el sol estaba pronto a salir, Raishell se dio cuenta que yo estaba parado en el pasillo observando y me hizo señas con sus brazos para preguntarme si sucedía algo, le devolví la seña y le indique que todo estaba bien mientras daba media vuelta para seguir mi camino al aseo.

El sol comenzaba a mostrar destellos de luz brillante que se colaban a través de la ventana de la sala, me acerqué cuidadosamente para no interrumpir el sueño de Cristian y Raishell, abrí lentamente la puerta principal y salí de la casa cerrando la puerta de forma suave para no emitir ningún ruido, observé detenidamente los alrededores para comprobar que no había peligros, aun tenía clavada en la mente la Horripilante imagen del oso enfurecido arremetiendo contra Roco, obviamente las trampas de las que me había hablado Cristian aquel día habían sido burladas por el ingenio de la bestia, no me extrañaría que el episodio de ayer se repitiera solo que esta vez no teníamos al héroe para que luchara por nosotros y que probablemente nos tocaría hacerle frente con resultados que no serían tan buenos. Tomé un poco de agua que aun quedaba en el recipiente que está del otro lado de la casa para echarla en mi cara y refrescarme a la vez que espantaba el sueño que tenía por haber pasado la noche en vela pensando en cuanta cosa se me atravesara en la mente. Emprendí el descenso hasta el camión para comenzar a traer las armas hasta la casa, pase debajo del árbol donde Cristian había mutilado el oso y note que aun colgaba el mecate que había utilizado, lo tomé, hice un rollo y lo pase alrededor de mi cuello para llevarlo conmigo, de seguro sería muy útil. Iba bajando cuidadosamente y recordé que había dejado el arma que me había dado Cristian en la silla colgante, me detuve y regresé a buscarla, definitivamente no quería toparme con ninguna sorpresa durante el camino, llegué al frente de la casa nuevamente y vi que Cristian ya se había despertado y estaba parado en la puerta con los brazos tendidos sobre su cabeza, tenía el cabello alborotado al igual que su barba que al parecer había tomado la forma del piso quedando aplastada de un lado. - ¡Buenos Días, Vaquero! – le dije a medida que me acercaba a la silla colgante para tomar el arma mientras el comenzaba a estirarse bostezando al mismo tiempo - ¡Buenos días, enfermero! ¿A dónde ibas tan temprano? – Quería comenzar a traer las armas y la caja, tengo curiosidad por las medicinas que están en el compartimento, además quiero revisar ese mapa para comenzar a hacer planes para el viaje. Siento que pasan los días y no hemos avanzado mucho - ¡Tienes razón, enfermero! ¡Pero se te olvida un detalle! - ¿Cuál? – Tenemos una personita que no puede hacer más que dar unos cuantos pasos - ¡Precisamente por eso quiero ver la medicinas que hay en la caja! Tal vez podamos usar algo que la ayude a mejorar para que nos pueda ayudar con todo esto, además tiene que recibir entrenamiento de armas y defensa - ¡Creo que eso no será problema, enfermero! Se le nota que es inteligente, aprenderá rápido - ¡No hay duda de eso, vaquero! – tomé mi arma y me disponía a bajar nuevamente entonces Cristian dio unos pasos y dijo: - ¡Espérame, iré contigo! Voy por mi arma y nos vamos – lo miré un segundo y asentí con mi cabeza, el se dio media vuelta apresurando el paso y fue por el arma. Me quede parado al principio del sendero mirando por encima de la casa, el sol ya se había levantado y comenzaba a calentar el frío clima del bosque, el paisaje de las montañas era hermoso a cualquier hora del día, solo que esta mañana algo llamó mi atención. En la unión de las dos montañas que se veían en el horizonte había un valle, justo en medio del valle comenzó salir humo negro, parecía que salía de alguna chimenea formando un hilo que subía arremolinándose lentamente y que el viento se llevaba a media que soplaba en más fuerte en lo alto. Cristian venía saliendo por la puerta de la casa y vio que yo estaba embelesado mirando el paisaje, se quedó mirándome por un segundo extrañado y cuando estuvo a punto de decir algo levante mi brazo apuntando hacia las montañas, el volteó la mirada haciendo cara de aburrimiento – ¡Si, enfermero, ya sé que….! ¡SANTO DIOS, enfermero! ¿Qué es eso? – Quedó tan sorprendido como yo, nos quedamos parados por unos minutos viendo aquel humo negro que salía de entre las montañas, el silencio se había apoderado del lugar durante ese tiempo - ¡Sea lo que sea te aseguro que ese humo lo está haciendo alguien humano! - ¡Seguro que si, enfermero! No me puedo imaginar a ningún oso haciendo una fogata para cocinar, ¡al menos que sea el oso Yogui! – Lo mire girando mi cabeza lentamente hacia donde estaba parado, el tenía una sonrisa en su rostro - ¿Qué rayos fue eso, Vaquero? – ¡No lo sé!, ¡Andando, enfermero! Hagamos esto antes que caliente más el sol – Me dio un empujón para que me apartara del camino y comenzó a descender, yo observe unos segundo más el humo y luego comencé a seguirlo a paso veloz para alcanzarlo - ¿No te preocupa que sean terroristas? - ¡Para nada, enfermero! Están bastante lejos y aun no tenemos la certeza de que sean terroristas, recuerda que allá también hay un bosque y probablemente alguien como yo pensó en hacer un refugio en medio del valle para ocultarse. En todo caso cuando emprendamos el viaje pasaremos por ese lugar a echar un ojo, ¡Más les vale que sean aliados! -  Pensé por un segundo aquellas palabras mientras seguía descendiendo por el sendero pero no dejaba de preocuparme, ciertamente si resultaban ser aliados tendríamos más gente para la batalla, pero de ser lo contrario nos estaríamos arriesgando con solo pensar en acercarnos a ese lugar. Di unos cuantos pasos más, salte una piedra y llegue hasta fondo del sendero, Cristian iba justo delante de mí y se había detenido para examinar el lugar, levanto su brazo para indicarme que me detuviera, pasaron unos segundos y luego me hizo señas para que siguiera andando mientras el comenzaba a caminar, me puse a su lado y avanzábamos lentamente mirando cuidadosamente hacia todos lados en busca de peligros pero no pudimos divisar nada, a medida que nos acercábamos al lugar donde estaba el camión íbamos apresurando el paso hasta que nos encontramos en frente de la cueva. Comencé a quitar las ramas que ocultaban al camión mientras Cristian seguía mirando por los alrededores - ¡Vamos, Vaquero! Ayúdame a quitar todo esto del medio – El seguía con la vista puesta en el bosque, inmóvil, me incorporé para mirar lo que él estaba viendo pero no podía ver nada de lo que él veía - ¿Qué sucede? – ¡Shhh! Hay algo que no me gusta en el ambiente, enfermero - ¡Yo no veo nada! – Me miró por un segundo mientras se convencía de lo que le acababa de decir - ¡Probablemente aun este traumado por lo de ayer, enfermero! – me dijo con voz baja mientras se dirigía a la entrada de la cueva y comenzaba a quitar las ramas que la ocultaban.

Una vez descubierto el camión Cristian dio un brinco y subió a la parte trasera y echo un vistazo a la caja, me miro nuevamente por un segundo y se posicionó detrás de la caja y se dispuso a empujarla para bajarla del camión - ¡Tendrás que atajarla a medida que comience a caer por el borde! ¿Crees poder? - ¡Seguro que sí! – Entonces tomó impulso y empujo con todas sus fuerzas, la caja se deslizo rápidamente con solo ese empujón y llegó al borde de la plataforma del camión y casi se cae al suelo. Mire a Cristian con los ojos bien abiertos mostrando asombro - ¡Olvidaba que ya no pesaba tanto, enfermero! – Yo seguí mirando lo que había hecho y comencé a mover mi cabeza en señal de negación - ¡Gracias a Dios no cayo del camión! – le dije pensando en que se pudo haber disparado un arma al caer la caja del camión, me dirigí hasta el borde y comencé a jalar la caja mientras Cristian la sostenía del otro lado para impedir que cayera bruscamente en el suelo. Logre bajar el borde de la caja de forma que pudiéramos terminar de bajar el otro extremo entre los dos y comenzar el camino de regreso, Cristian bajo de un brinco del camión y me ayudó a bajar el otro extremo, en pocos minutos ya la habíamos bajado completamente del camión - ¡Creo que la tenemos, Vaquero! - ¡Si, así es! Ahora se me ocurre atar la cadena en este extremo y subir arrastrándola entre los dos hasta la casa - ¡Creo que es lo más apropiado! No será fácil ni rápido, pero lo lograremos en un par de horas, ¡Andando! – Sujetamos la cadena y comenzamos a tirar de la caja para regresar a casa. Apenas alcanzamos a sacar la caja de la cueva y de pronto se escucho el sonido de una rama cuando se rompe al ser pisada. Nos detuvimos de de inmediato y comenzamos a examinar el bosque en dirección del sonido que habíamos escuchado, Cristian tomó su arma y la cargó y comenzó a caminar de espaldas hasta la entrada de la cueva buscando esconderse entre el marco de rocas naturales, yo seguía en el mismo lugar solo que me había agachado con mi arma apuntando hacía los árboles, tenía la vista incrustada en el fondo del bosque en busca de algún movimiento pero no lograba ver nada, Cristian también se había agachado y examinaba cautelosamente cada centímetro del bosque, miré hacia donde estaba y le hice señas para decirle que no veía nada luego me tendí en el piso boca abajo y comencé a examinar con la mira de mi arma para tener un mejor alcance de profundidad, miraba en un espacio no mayor a diez metros de ancho, de pronto sentí que una piedra pequeña cayó sobre mi cabeza, miré a Cristian y el tenia su brazo tendido apuntando hacia un claro, apunte mi arma hacia el lugar y pude ver lo que Cristian me indicaba. Había una enorme roca con un árbol mediano pegado justo al pie y junto al árbol había un ciervo escarbando con sus pesuñas la raíz del árbol, volví a mirar a Cristian que se había tendido boca abajo en el suelo al igual que yo mientras me seguía haciendo señas que mirara en esa dirección, volví a apuntar en dirección al ciervo y de pronto se asomo lo que parecía ser un brazo, salía del otro extremo de la roca, le hice señas a Cristian para indicarle que ya había visto el brazo, adicione una bala a la recamara de mi arma y apunte nuevamente para esperar a que el hombre se expusiera un poco más  para disparar sin fallar. Pasaron unos minutos pero el sujeto no había salido, yo seguía apuntando justo en el borde de la roca cuando de pronto el sujeto se inclino dejando expuesto su trasero, parecía que se había agachado a recoger algo pero no había terminado de pensar cuando escuche el Disparo del arma de Cristian, lo miré rápidamente y volví a enfocar con el objetivo de mi arma, el hombre estaba tendido en el suelo revolcándose del dolor - ¡Le diste, vaquero! – Cristian comenzó a arrastrase hasta donde estaba yo y cuando estuvo a una distancia prudente volvió a cargar su arma lentamente para evitar hacer ruido - ¡Te dije que algo no me gustaba! – Dijo en voz baja mientras continuaba apuntando con su arma - ¡Aun se mueve, parece que lo heriste solamente! - ¡Si, ve por la derecha en ese mismo rango de distancia, yo iré por la izquierda y lo acabaremos! - ¡Con cuidado, vaquero! – comenzamos a arrastrarnos lenta y cuidadosamente, supervisando los alrededores en busca de más personas hasta que estuvimos muy cerca de la enorme roca. Apunte nuevamente con mi arma para ver por la mira y vi que aun seguía retorciéndose de dolor en el piso, no era muy grande y su contextura era muy delgada, mire a mi izquierda y pude ver que Cristian que se había levantado del piso para quedar agachado detrás de un árbol de tronco grueso sin dejar de apuntar, mire nuevamente en dirección a la roca donde estaba el sujeto y divisé un árbol que estaba un poco más adelante de donde me encontraba, me levante sin hacer ruido y comencé a caminar en cuclillas hasta colocarme detrás del tronco de árbol. A esa distancia ya se podía escuchar el llanto del sujeto, gritaba fuertemente y lloraba - “¡Ayúdenme, por favor! ¡Ayúdenme! ¡No soy terrorista, no me maten por favor!” – Al escuchar eso quedé paralizado, la voz que escuchaba no era la de un hombre, me puse en pie de espaldas contra el árbol y mire hacia donde estaba Cristian que no había dejado de apuntar al sujeto, le hice señas para que se acercara. Salí detrás del árbol apuntando al sujeto y le di voz de mando - ¡Quieto! ¡No te Muevas! – El sujeto no dejaba de revolcarse del dolor, levanto las manos para mostrar que estaba desarmado - ¡No me mate Señor, se lo ruego, no estoy armando! – El llanto era tan fuerte que podía escucharse claramente en el lugar donde yo estaba, calculaba al menos cuarenta metros de distancia entre mi posición y el sujeto. Comencé a avanzar sin dejar apuntarlo hasta que estuve lo bastante cerca para certificar lo que me había imaginado, Era un joven. – ¡No te Muevas! – le dije con voz imponente, pero él seguía llorando y revolcándose del dolor en el suelo - ¡No me mate, por favor! – Mire a mi izquierda para ver a Cristian y le hice señas para que se acercara mientras yo terminaba de acercarme completamente hasta donde estaba el muchacho sin dejar de apuntarlo, Cristian miró mis señales y salió de la seguridad del árbol grueso que lo cubría hasta que llegó al lugar. Lo que habíamos hecho nos estaba partiendo el alma en dos, Era un muchacho pequeño, a duras penas rondaba los quince años, quizás menos. Cuando Cristian lo vio más de cerca y se puso las manos en la cabeza lamentándose - ¿Qué hicimos? ¿Cómo rayos llegó hasta acá? – la bala había dado justo en las nalgas del joven que aun seguía retorciéndose de dolor en el piso y lamentándose – ¡No me maten por favor! ¡No me maten! ¡Me duele mucho! ¡No hice nada! - ¿hay alguien más contigo? – Le pregunte mientras me agachaba para examinarlo - ¡No señor, No! - ¿Estás seguro? ¡Si mientes te dejare morir aquí! - ¡Se lo Juro señor! ¡Ayúdeme! – El llanto del joven era ensordecedor, la sangre que soltaba de la herida se había mezclado con la pobre ropa que llevaba y el lodo del bosque haciendo que se ensuciara todo, lo tome por los hombros y lo sacudí fuertemente - ¡Quédate quieto! – Dejó de moverse inmediatamente pero no dejaba de llorar, lo coloqué boca abajo y lo sostuve colocando una mano sobre su espalda - ¡Me duele! ¡Me Duele! – Gritaba el joven entre el escandaloso llanto, tomé el cuchillo de Cristian y corte los pantalones por la parte de atrás para examinarle el trasero, cuando vi la herida me di cuenta que la bala no había alcanzado a penetrar dentro del cuerpo, solo lo había rozado desgarrado un gran trozo de la nalga en el recorrido, me puse en pie y me acerque a Cristian que permanecía recostado de la roca con las manos en la cabeza - ¡Tenemos que sacarlo de aquí! – el me miró enmudecido y luego miró al muchacho tendido en el suelo, se pasó la mano por el rostro para quitarse el sudor que le colaba a chorros y luego se acercó al joven sin darme ninguna respuesta - ¿De dónde rayos vienes? – Le preguntó al muchacho que giró su cabeza para ver quien le hablaba y cuando vio a Cristian detuvo el llanto repentinamente y abrió sus ojos asustándose - ¡No Me mate señor, yo no hice nada! – Exclamó volviendo al llanto escandaloso - ¡Que te calles la boca y me respondas! – Alzó la voz Cristian mirando agresivamente a la cara del joven, el muchacho saltó del susto al oír la imposición que salía de aquel gigante, se dio la vuelta cesando de llorar y se arrinconó contra la roca - ¡Me escape señor!, vengo del oeste, yo estaba en el pueblo que destruyeron no sé cuando, recogiendo cosas y de pronto vi un carro militar que se acercaba desde el centro y salí corriendo en el otro sentido. Llevo días caminando y entre al bosque para cazar algo y poder comer, ¡Le juro que no hice nada! -  Las palabras del muchacho hicieron que Cristian me mirara con cara de sarcasmo por un momento, por algún motivo a mí también me sonaba familiar lo que había dicho el joven, tomó su arma y la puso en la cabeza del muchacho - ¡Más te vale que sea cierto! - ¡No me mate señor! ¡Le juro que no le miento, por favor no me mate! – le guiñé el ojo a Cristian para que dejara de apuntarlo, me acerqué al muchacho y lo tome por su delgado brazo y de un solo tirón lo levante del suelo y lo puse frente a mí, me incline para colocar mi cara justo en frente a la de él, se puso rígido como un palo y cerró los ojos - ¿Te fijaste que nadie te siguiera? - ¡Si señor, vengo ocultándome entre la hierba! Ya le dije que llevo días caminando - ¿Dónde está tu familia? ¿Por qué andas solo? – El muchacho bajó su cabeza y dejó que siguieran cayendo las lagrimas, no hizo falta que respondiera la pregunta, me pude imaginar lo que había sucedido con su familia y el motivo por el que estaba acá, me incorporé acercándome a Cristian y le dije en voz muy baja mientras el muchacho seguía con la cabeza agachada llorando en silencio sosteniéndose la nalga con una mano - ¡Tenemos que sacarlo de aquí! – Cristian había retomado el silencio al escuchar las palabras que dijo el muchacho, sabía que comenzaba a sentir culpa por haberle disparado pero era algo que inevitablemente sucedería, si no lo hacía él yo mismo hubiese jalado el gatillo de mi arma. Me miró por un momento y me preguntó: - ¿Qué haremos con la caja? – Ahora el que estaba mudo era yo, había olvidado por completo el porqué estábamos en el bosque - ¡No lo sé! Pero no podemos dejarlo aquí - ¡Eso ya lo sé! - ¡Llevémoslo hasta la casa y luego regresamos por la caja! - ¿¡Estás loco, enfermero!? Raishell está sola allá arriba, ¿y si resulta una trampa? - ¡Le daremos un arma a Raishell y le diremos como funciona! si resulta una trampa ¡Que lo aniquile! – Cristian me miro sin decir nada por un momento y luego asintió con su cabeza. Tomé el brazo del muchacho y lo jalé para que se moviera - ¡Andando! – El comenzó a caminar con dificultad lloriqueando por el dolor, lo dejé ir al frente y más atrás Cristian y yo le seguíamos indicándole el camino que debía seguir. Avanzamos un rato pero no tardó en desplomarse por el dolor - ¡Me duele mucho señor! ¡No puedo continuar, déjeme descansar un momento, por favor! – Dijo el joven mientras sobaba su nalga con la mano, Cristian se abrió paso para agacharse, tomó al joven por un brazo y lo levanto como si fuera una hoja de papel y colocó sobre su hombro - ¡Andando, Enfermero! Y tu mocoso, Si intentas algo extraño te rompo en dos – El joven escucho aquellas palabras con cara de terror. Seguimos el camino hasta el sendero y comenzamos a subir hasta que llegamos a la casa, el muchacho venía con los ojos cerrados soltando lágrimas mientras apretaba con su mano la herida, nos detuvimos en el piso de madera, Cristian bajó de su hombro al joven poniéndolo de pie en frente de él, lo volvió a tomar por el brazo y lo llevo hasta el recipiente con agua que estaba a un costado de la casa - ¡Quítate la ropa! – Le dijo con voz más calmada, el muchacho abrió los ojos y quedó asombrado al ver todo lo que había en el lugar, supervisó rápidamente los alrededores y luego comenzó a quitarse la ropa. No tenía mucho encima, la franelilla que llevaba estaba muy deteriorada y el pantalón se lo había convertido en una falta hace un buen rato, supuse que por las noches la estaría pasando mal, esa franelilla no le ofrecía suficiente abrigo. Terminó de despojarse de lo poco que le quedaba encima quedándose solamente con un interior maltrecho que cargaba puesto y que por lastima decidí no romperle cuando lo estaba examinado en el bosque, las sangre de la herida lo había dejado todo empapado. Cristian sumergió una especie de tapara que tenía en el recipiente con agua y comenzó a lanzarle agua encima - ¡Quítate la mugre! – Le dijo, el muchacho lo miro con los ojos llenos de lagrimas y comenzó a frotarse para quitarse todo el barro que se le había pegado al cuerpo, el agua comenzó a descender por su esquelético cuerpo hasta llegar a sus nalgas, de inmediato arrugó la cara mostrando dolor, evidentemente le estaba ardiendo - ¡Limpia bien la herida! – Le ordenó Cristian mientras seguía arrojándole agua, me acerque aprovechando que  el barro que tenía se había caído y me dispuse a examinarlo mejor, eche a un lado el interior para ver la herida y note que tenía un hueco justo donde había rozado la bala lo que hizo que sintiera lastima por la precariedad que se evidenciaba - ¡Es menos de lo que pensaba, vaquero! - ¡Entonces son malas noticias, enfermero! creí que había hecho un buen trabajo – lo mire sonriendo y luego note que la cara del joven se entristecía más - ¡No me maten, por favor! – soltó entre llanto el asustado joven - ¡Cállate antes de que me arrepienta y en verdad te asesine! – Le grito Cristian perdiendo la paciencia por el lloriqueo que había comenzado el joven nuevamente y que obviamente se tornaba fastidioso para ambos - ¡Vaquero, es suficiente agua! Iré a buscar mi equipo se sutura y algo para secarlo, no tardo. ¡Colócalo bajo el sol para evitar que reciba más humedad y se valla escurriendo el agua! – Me levante rápidamente y fui hasta el interior de la casa, abrí la puerta y vi que Raishell seguí en el sofá y estaba mirando por la ventana todo lo que sucedía - ¿A dónde rayos se supone fueron ustedes? – Dijo la mujer sin quitar la vista de la ventana - ¡Larga Historia! ¡En un momento hablaremos, intenta ponerte en pie para que estires un poco el cuerpo y colócate la Crema que te preparé, enseguida regreso! – Ella dirigió su mirada hacía el pasillo para verme pasar corriendo. Entré a la habitación y tome mi mochila que había dejado sobre la mesa de luz, luego fui hasta el baño y tomé la toalla pequeña que estaba dispuesta para el aseo y salí de nuevo hasta el frente. Cristian se había sentado en su silla colgante y se mecía tranquilamente mientras apuntaba al muchacho que estaba parado bajo el sol, me detuve en la entrada y lo llame para que se acercara hasta la sombra, le arroje la toalla mientras le indicaba donde tenía que pararse para poder dar un par de puntadas a la herida - ¡Sécate bien todo el cuerpo y colócate aquí dándome la espalda! – El joven obedecía todo al pie de la letra, se movió con dificulta sin dejar de sostenerse la nalga, se paró justo donde le dije y comenzó a secarse el agua que le quedaba encima, a duras penas pudo pasar la toalla sobre la nalga, imaginé que el dolor que estaba padeciendo lo había acobardado y no quiso hurgar mucho donde estaba herido. Aparté nuevamente el interior y le hice una señal a Cristian para que se acercara - ¡Sostenlo fuerte, Vaquero! ¡Esto le va a doler! – no terminé de pronunciar la oración cuando el joven abrió a todo dar los ojos y se puso rígido nuevamente, Cristian se había acercado y solo puso su enorme mano sobre la cabeza del esquelético muchacho y le hizo presión en dirección al suelo para evitar que pudiera moverse, saqué el poco alcohol que me quedaba y lo derramé sobre la herida guardando un poco, cuando el alcohol penetro en la herida hizo que el joven comenzara a pegar gritos debido al ardor que le ocasionaba el liquido – ¡AAAAAAAHHHHHHH! – Gritó a todo pulmón, increíblemente solo podía mover los brazos, la presión que le estaba ejerciendo Cristian en la cabeza lo había inmovilizado totalmente - ¡Tranquilo! – Le dije calmadamente mientras buscaba dentro mi mochila el equipo de sutura. Tome la aguja y comencé a cocerlo lentamente para evitar ocasionarle más dolor, pero cada vez que el joven sentía la aguja hincarse sobre su piel soltaba un grito - ¿Cómo te llamas muchacho? – le pregunte para intentar distraer su mente mientras le suturaba la herida - ¡Scot! ¡AYYYYYY! – Dijo a la vez que se quejaba - ¿Scot? ¡Buen nombre! ¿Quién lo eligió, Tu padre o tu madre? - ¡Mi abuelita, No conocí a mis padres! – Cristian me miro por encima del hombro del muchacho que aun sostenía con fuerza y me hizo una mueca con la boca, sabía que eso significaba que su abuela probablemente era la que había sido víctima de los terroristas, guarde silencio por un momento, solo se escuchaban las quejas que soltaba cada vez que hacía un punto de sutura - ¡Ya falta poco, Scot! – El intentó levantar la vista para verle la cara a Cristian pero no pudo, la presión que tenía ejercida sobre la cabeza por el gigante no le permitía mirar más arriba de su barriga. Hice el último punto de sutura, tomé el alcohol y volví a echarle sobre la herida para evitar que se infectara y le volví a colocar el interior en posición para taparlo – ¡Listo, Scot, vivirás! – Cristian quitó la mano de encima de la cabeza del joven y se volvió a su silla colgante para continuar meciéndose, el joven se tambaleo un poco al sentir que el peso de la mano de Cristian se retiraba de su cabeza, me incorporé y noté que Raishell aún estaba mirando por la ventana lo que estaba sucediendo. - ¡No te muevas de aquí, Scot, enseguida regreso! – El asintió con su cabeza sin quitar la vista de encima de Cristian, era de esperarse que le tuviese miedo. Entre a la casa y fui hasta donde estaba Raishell, se había cubierto nuevamente con crema todo el cuerpo dejando sus labios y ojos descubiertos, ella me miro y apunto con el dedo su rostro - ¿Lo ves? ¡Así se aplica una Crema, Enfermero! – La mire entrecerrando mis ojos - ¡El efecto es el mismo! – le dije a la que tomaba el arma que había dejado sobre la mesa y le explique rápidamente como se usaba, luego le dije que tendría que quedarse con el joven para que nosotros pudiéramos regresar al bosque para subir la caja, ella me miro con cara de incertidumbre - ¿Estás seguro de lo que haces? - ¡Totalmente! Si ves algo fuera de lugar solo dispárale sin dudarlo – Ella asintió con la cabeza, me asomé a la puerta y llamé a Scot para que entrara, el se movió con lentitud hasta que entró a la casa, abrió su boca asombrado al ver todo aquello y luego dirigió la mirada hacía Raishell que desde que entró a la casa lo estaba apuntando con el arma que le había dado, él la miró de arriba abajo y se percató rápidamente que estaba estropeada y al igual que él también estaba medio desnuda. – ¡Ya lo sabes Raishell! ¡Sin dudar! – me miro asintiendo y luego le indicó al joven que se colocara en el otro sillón que estaba en frente de ella. Salí de la casa a toda prisa para alcanzar a Cristian que ya había comenzado a bajar por el sendero.


- ¿Cómo te llamas? – Preguntó Raishell al muchacho que por razones obvias no había querido sentarse en el sillón – ¡Scot! – Dijo con voz temblorosa sin quitar la vista del arma - ¡Lindo nombre! ¿De dónde vienes, Scot? – ¡Del oeste! – Rápidamente Raishell entendió que probablemente este muchacho venía de Polonia al igual que ella y que John, Miró detenidamente al joven de pie a cabeza y notó que estaba muy flaco, casi en desnutrición - ¿Cuándo comiste la ultima vez, Scot? – ¡Hace una semana! ¿Vas a dispararme? – Preguntó ingenuamente el joven a la vez que comenzaba a tocarse la nalga cuidadosamente - ¡Si te sobrepasas tendré que hacerlo! ¡Deja de tocarte la herida o terminaras sufriendo una infección! – El joven retiró rápidamente su mano de la herida y luego colocó ambas en frente de su miembro masculino para taparse a la vez que comenzaba a sentir vergüenza, Raishell intuyó rápidamente lo que estaba haciendo el joven - ¡Por qué no se me hace extraño que estés desnudo! – Le dijo, pero el joven no pudo entender a lo que se refería. - ¡Para Comer tendremos que esperar que regresen los chicos! ¡Yo también estoy de huésped aquí! – El Muchacho miró a Raishell con cara de duda - ¿Esto es un hospital? - ¡Jajajajaja No, no lo es! pero estarás bien – Scot comenzó a examinar el lugar con más detenimiento sin dejar de taparse los genitales.


Capítulo II – Escapando


La fisura que me permitía ver al interior de la habitación estaba justo encima de mi cabeza, permanecía inmóvil escondido en aquel hueco que había construido hace algunos años pensando precisamente en este momento pero que nunca imaginé que llagaría a utilizar, apenas ochenta centímetros de ancho y un poco más de un metro de alto eran las dimensiones del hueco donde me encontraba. Permanecía en silencio absoluto a la vez oraba a Dios en mi mente para que no me descubrieran, podía escuchar como los pasos de esos asesinos sacudían el piso de baldosa, dejando entrar polvo al escondite que caía encima de mi cabeza. A las afuera de la casa se podía escuchar las metrallas de las armas, las bombas que caían hacían un ruido ensordecedor, los gritos y llantos desesperados de las personas hacían que mi mente se imaginara toda la barbarie que nos estaba azotando. Era una agonía total, intentaba mantenerme concentrado en la oración que estaba haciendo mentalmente pero era casi imposible ignorar lo que estaba sucediendo en el pueblo. La artritis que padecía a causa de la vejez me dificultaba estar encogido dentro del hueco y comenzaba a sentir calambres en los músculos de mis piernas, me había colocado las manos en la boca y la nariz para evitar que el polvo me hiciera estornudar. Doble mi cabeza para atrás para volver a mirar a través de la fisura: Eran tres, no se les podía ver el rostro porque lo llevaban envuelto en algo parecido a unas túnicas de color negro que solo dejaba expuestos los ojos de los asesinos, de pronto uno de ellos se paró justo encima de la entrada del escondite tapando la fisura con una de las botas que llevaba puesta, lo que me impidió observar lo que hacían, comenzaron a hablar en un idioma que no podía entender, Turco o Árabe. Uno de ellos gritaba enfurecido mientras que el otro revisaba los cajones y el armario arrojando todo cuanto encontraba en su camino, podía escuchar cómo rompían los cuadros y adornos de porcelana fina que había heredado de mi madre hace un montón de años cuando falleció, comenzaron a disparar en todas direcciones arruinando mi pequeña casa que con esfuerzo construí para Alicia y para mí. Me tapé los oídos para protegerlos del sonido de las ametrallas que cada vez se escuchaban más cerca y comencé a soltar lagrimas que fueron ocasionadas por el dolor que se clavo en el pecho al pensar que estaban acabando con todo lo que tengo y por la masacre que se estaba desarrollando en el pueblo. Me preocupaba Alicia, había salido a la casa de su única amiga para ir al mercado antes de que comenzará el ataque – “No sé qué haré sin mi pequeña” – Espero que la alarma que se dio en el pueblo le hicieran recordar las instrucciones que le di hace tiempo. Entró un cuarto hombre a la habitación zumbando la puerta fuertemente, el miedo se apoderó de mí haciéndome temblar dentro del apretado escondite, dijo unas cuantas cosas y salió de nuevo de la habitación y volvió a entrar arrastrando a una mujer por los cabellos. La mujer Gritaba Fuertemente – “¡No, por favor no! ¡No me maten haré lo que quieran!” – El hombre que se había parado sobre la fisura que me permitía ver se movió hasta donde estaba la mujer, Tomó su rostro con una mano apretándola fuertemente por las mejillas mientras ella gritaba desesperada suplicando por su vida, la empujó haciéndola caer en el suelo nuevamente y le hizo seña a uno de los que estaba ahí que enseguida tomó a la mujer del suelo cargándola por la cintra mientras ella agitaba sus brazos y piernas para impedir que le hicieran daño, el hombre la arrojo sobre la cama y otro le tomó las manos a la mujer y las ató a los parales de la cama, el llanto de la mujer era desgarrador, uno de ellos se acercó hasta la mujer y le arranco la ropa, le propició un par de cachetas brutales que la dejaron medio inconsciente y comenzó a violarla, la mujer se resistía con fuerza, llorando y gritando, la escena era perturbadora, el hombre la golpeó repetidas veces con sus puños directo al rostro hasta que la mujer desmayo completamente, luego se acercaron los otros y también la violaron, uno de ellos golpeaba las piernas de las mujer con la culata del rifle que llevaba mientras el otro soltaba carcajadas de risa a la vez que la violaba. Yo había bajado mi cabeza para no continuar viendo la atrocidad que estaban cometiendo, el sudor que corría por todo mi cuerpo me había empapado completamente, uno de ellos dijo algo que alerto a los otros y salieron corriendo de la habitación, luego uno de ellos regreso y soltó una ráfaga de tiros sobre la cama, luego disparó al azar por toda la habitación y salió corriendo, los pasos y las voces aun se escuchaban en el pequeño corredor de mi destrozada casa, comencé a sentir nauseas, el miedo me tenía paralizado al punto que había olvidado el dolor de mis rodillas y músculos, sentía como la adrenalina corría por mi torrente sanguíneo a la vez que mi corazón bombeaba a un ritmo extremadamente rápido. La sangre de la mujer que acaba de ser violada y asesinada brutalmente comenzó a caer al piso, se acumuló en unas de las canales que se formaban en la unión de las baldosas corriendo hasta la fisura que me permitía ver y comenzó a escurrirse dentro del escondite cayéndome encima, me sentía abrumado. Las voces se habían ido y los pasos ya no se sentían y aunque el silencio se apodero la casa yo permanecí escondido durante todo el día, seguía aterrado, no quería salir y encontrarme con la desgarradora escena que habían dejado sobre la cama de Alicia – “Dios Ayúdame, por favor. Te lo ruego” – Intenté calmarme a mí mismo repitiendo en mi mente que todo estaba bien pero lo que había sucedido era difícil de omitir y mi cerebro solo pensaba en mi hijita – “Dios, Protege a mi Pequeña” – Era todo lo que tenía en la vida, el solo pensamiento de que le había sucedido algo me tenía aterrado y las ganas de salir corriendo a buscarla se estaban apoderando de mí.

Las horas pasaron lentamente mientras intentaba mantener la calma dentro del escondite, el calor era sofocante y comenzaba a sentir que me faltaba el oxigeno, el dolor que sentía en las rodillas ya era insoportable. Mi cerebro sabía que si salía de ahí corría el riesgo de acabar como todos allá afuera, pero mi corazón solo pensaba en mi hija y el fin que había tenido, el sudor me había empapado y comenzaba a gotear en el piso del hueco dejando un pequeño charco que crecía con el pasar de las horas, llegó el momento en que pensé que terminaría desmayándome pero sacaba fuerzas de donde no las tenía para mantenerme sereno y firme hasta que no soporte más la angustia que sentía por ver a mi pequeña, eche un último ojo por la fisura para estar seguro de que no había nadie más en la habitación y con suma cautela comencé a levantar el pedazo de piso que hacía el papel de tapa en el refugio, lo empujaba con las dos manos y la cabeza de forma que si tenía que volver dentro con solo agacharme bastaría, me erguí totalmente y sentí que la circulación de la sangre volvía a llegar hasta mis pies lo que alivió el dolor inmediatamente, me quedé parado por un momento con la tapa en la cabeza y miré por los alrededores omitiendo el lugar donde estaba la cama para no toparme con el cadáver de la mujer que yacía en la cama de Alicia, vi que el piso estaba completamente lleno de sangre que había escurrido desde la cama y de ipso facto sentí que las nauseas me volvieron. Quité la tapa de mi cabeza colocándola suavemente a un lado para no emitir ningún ruido, coloqué las manos en el suelo de la habitación y de un brinco me impulsé para salir del escondite, me mantuve agachado en la habitación por unos minutos luego caminé gateando hasta la puerta para mirar hacia el pasillo, la sangre de la mujer que esta regada en el piso ensució mis manos y rodillas en el trayecto, asomé la cabeza aun agachado para ver que ya no hubiese nadie y una vez que estuve seguro me fui levantando poco a poco hasta que estuve totalmente de pie, comencé a dar pasos cautelosos a través del corredor hasta que llegue al baño, abrí la puerta rápidamente y me introduje cerrando nuevamente pero esta vez con seguro lo que no sirvió de mucho porque le habían hecho un enorme hueco dejándola prácticamente a la mitad, me dirigí hacia el escusado que había sido abaleado, levante la tapa velozmente y solté el vomito. Después de un par de minutos mire por los alrededores, no quedaba mucho del baño, todo estaba destruido, salí de ahí y comencé a caminar despacio hasta llegar a la sala que al igual que el baño estaba destruida, vi que la cortina que tapaba la ventana que permitía ver hacia el pueblo aun estaba ahí colgada llena de agujeros de balas, me dirigí despacio hasta pararme en frente de la ventana, corrí la cortina de forma que solo pudiera ver con un ojo y eche un vistazo a la calle pero inmediatamente me retiré de la ventana arrepintiéndome de lo que hice. El pueblo había sido literalmente masacrado, había cuerpos por todos lados y las calles estaban teñidas de sangre, solo había visto la parte que estaba en frente de mi casa. Me senté en lo que quedaba de una silla del comedor colocando mis manos sobre mi cara y comencé a llorar aterrorizado, no podía creer lo que estaba viviendo, parecía una pesadilla vivida en carne propia pero lamentablemente no podía despertar para disipar todo. Mientras lloraba sentado en la silla una de las patas se rompió lo que hizo que cayera al suelo, me quedé sentado asimilando el golpe por unos minutos y luego me tumbe completamente de medio lado y continué llorando por largo rato, sentía que necesitaba desahogarme, la sensación de miedo, nauseas, incertidumbre y zozobra no habían dejado de golpear mi mente desde que comenzó todo, por más que lo intentaba no podía recobrar el control sobre mí pero lo que más me frustraba era el temblor que tenía mi cuerpo, parecía que padecía de Parkinson pero en realidad no era más que la conmoción de los hechos y que mi cerebro no terminaba de asimilar. Abrí los ojos y mire al fondo del pasillo en dirección a la habitación de Alicia, uno de los brazos de la pobre mujer que yacía sobre la cama colgaba hacia abajo escurriendo sangre aun, enfoque un poco más la vista y pude ver como las gotas de esa sangre habían tomado un color rojo oscuro, cerré los ojos nuevamente y pensé en Alicia, sabía que tenía que salir a buscarla aunque el escenario de afuera no me dejara esperanzas de encontrarla viva.

Me armé de valor y salí, tuve que apartar un par de cuerpos mutilados que obstaculizaban la puerta, una vez afuera miré hacia la calle que me llevaba hasta la casa de la amiga de Alicia y observé que no era muy diferente a lo que estaba en frente de mi casa, había una montaña de cuerpos apilados justo en la esquina de entrada a la calle, respiré profundo, me di un par de cachetas para espantar el asombro y comencé a correr por la calle. El silencio era aterrador, parecía una de esas historias de terror sangrientas donde el único sobreviviente se convierte en una espacie de vengador justiciero que al final termina asesinando a todos los responsables pero que obviamente no era yo, seguí avanzando mientras intentaba pensar en recuerdos felices para no inundar mi mente con las imágenes de los cuerpos masacrados que yacían tirados en las calle, levantaba la vista al cielo y rogaba al señor para que me permitiera conseguir viva a mi Alicia mientras seguía recorriendo a paso rápido por la calle. 

Me llevó un buen rato recorrer la distancia del trayecto, nunca se me había hecho tan largo. Todo estaba destruido, las bombas que cayeron habían derribado las estructuras de algunos edificios pequeños dejándolos en ruinas y las casas estaban derribadas, de algunas solo quedaban los cimientos en pie y en otras no quedaba absolutamente nada, habían sido reducidas a una pila de escasos escombros consumidos por el fuego, los cuerpos de las víctimas estaban esparcidos por todos lado y en algunos lugares estaban amontonados unos encima de otros, mutilados, golpeados brutalmente y llenos de orificios por los impactos de las balas por donde se veía escurrir sangre coagulada que desde lejos tenía aspecto de una especie de gelatina espesa, imaginé por un momento el terror y la angustia de la gente que era sacada de sus casas para ser asesinada, no tuvieron piedad de nadie, había niñas y mujeres, algunas embarazadas, todos muertos. Me acercaba lentamente con el pensamiento clavado en Alicia y desesperado por encontrarla sana y salva, llegué a unos cuantos metros de la casa en donde se suponía que iba a estar pero el escenario no era muy diferente al resto del pueblo, desde esa distancia podía ver que la vivienda había sido impactada por una bomba que había demolido totalmente la parte frontal de la vivienda dejando expuesto él interior lo que hacía que a medida que me acercaba mis temores se iban haciendo realidad, sentía que el corazón saldría disparado de  mi pecho, un nudo atravesó mi garganta y un frio escalofriante empezó a recorrer mi espaldas a la vez que comenzaba a llorar gritando desesperado y lleno de miedo – “ALICIAAAA, ALICIA” – comencé a correr hasta que llegué a la casa y me paré en lo que era la entrada, No podía creer lo que veía. Todo había sido demolido, apenas algunas paredes se sostenían en pie y un fuego comenzaba a iniciarse al fondo de la casa, había algunas llamas encendidas sobre los destrozados muebles de la casa y el hollín cubría todo el lugar, me hice paso entre los escombros gritando el nombre de mi hija pero no escuchaba ninguna respuesta, el llanto había empapado mi rostro mezclándose con el sudor que salía a chorros por los poros de mi piel, los nervios comenzaron a apoderarse de mi cuerpo y en pocos segundos estaba temblando nuevamente. Apartaba pedazos de paredes que habían caído al igual que el techo de la casa para poder llegar a lo que parecía ser una habitación, aparte un pedazo de madero grande que obstaculizaba el paso y abrí de una patada una puerta que aun quedaba en pie y que debido al golpe terminó de caer al suelo, luego entré a la habitación, levanté la mirada y vi que en medio del cuarto estaba el cuerpo de la amiga de Alicia, apenas era un año mayor que ella, yacía boca arriba con sus ojos azules abiertos, le faltaba una pierna y tenía una herida en la cabeza que le rompió el cráneo dejando expuesto su cerebro, había sangre esparcida por todo el lugar y del otro lado de la habitación había caído un pedazo de techo grande, miraba por todos lados en busca de Alicia pero no la podía ver, de pronto avisté que por uno de los bordes del pedazo de techo sobresalían un par de pies que estaban cubiertos por una silla rota y quemada que los ocultaban a simple vista, reconocí aquellos zapatos inmediatamente, me apresuré a levantar el enorme escombro lo que requirió de toda mi fuerza, el llanto había hecho que se nublara mi visión y los nervios hacían que no dejara de pronunciar su nombre repetidas veces a medida que iba destapando su cuerpo. Una vez que removí el pedazo de techo y pude ver lo que había debajo caí sobre mis rodillas gritando y llorando aun más desconsolado que antes, era  Alicia, Estaba desnuda y marcada de golpes y cortadas por todos lados, llena de moretones, habían mordido sus senos arrancando uno de los pezones y tenía fuertes mordidas alrededor de su cuello y brazos, sus manos estaban atadas con una sabana gruesa a un pedazo de madero que suponía ser de la cabecera de la cama, tenía la boca abierta y estaba cubierta de sangre y tierra, en medio de su frente había un orifico por donde salía líquido. Me acerqué arrastrándome de rodillas y la tomé en mis brazos como pude para cargarla y sacarla de ese lugar llevándola hasta la parte de afuera de la casa, ahora el que estaba en ruinas era yo, la coloqué en el suelo mientras intentaba cubrirla con un pedazo de tela que estaba tirado un poco más allá intentando tapar su desnudez, la abrazaba fuertemente y besaba mientras lloraba – “¡No Puede ser! ¿Por qué? MALDITOOOOS” – El dolor que sentía era indescriptible, comencé a sentir puntadas en el pecho que amenazaban con detener mi corazón y que por un momento deseé que así fuera, me senté en el suelo abrazando su cuerpo entre mis brazos y apretándola contra mi pecho a la vez que le acomodaba el cabello y limpiaba su cara sin dejar de llorar y gritar.

Las horas pasaron muy despacio, ya casi era de noche otra vez, seguía sentado en el suelo frente a las ruinas de la casa con el cuerpo de mi hija entre mis brazos, los ojos se me habían hinchado a causa del llanto y había comenzado a hablar con Alicia del mismo modo que lo hacía cuando estaba viva, una bandada de pájaros paso volando encima del lugar lo que hizo que inclinara mi cabeza hacía el cielo para verlos a la vez que sostenía el cuerpo de Alicia y hablaba con Dios en mi mente, el nudo que tenía en la garganta a duras penas me dejaba tragar saliva y sentía que el odio se iba apoderando de mis sentimientos y pensamientos, los recuerdos alegres que había vivido con mi hija comenzaron a pasar rápidamente por mi cabeza y se confundía con una sed de venganza que comenzaba a nacer en lo más profundo de mi ser, alimentándose vorazmente con cada lágrima que soltaba y dejaba caer sobre Alicia. Guardé silencio por algunos minutos contemplando la hermosura de mi hija por última vez  disipando mi mente  para pensar ahora en algún lugar adecuado para enterrarla pero no podía razonar con lucidez, mi cerebro estaba colapsado con todo esto y comenzaba a golpear la cordura al punto en que me sentí enloquecer, intenté conservar la calma entre tantos sentimientos encontrados a la vez que me levantaba del suelo cargando el cuerpo de Alicia, las piernas me temblaban al igual que los brazos y mi visión no había mejorado mucho, miré por los alrededores con dificultad y comencé a caminar hacia la salida del pueblo para buscar un lugar para el sepelio fuera de todo este desastre con el fin de darle el descanso que merecía mi hija – “Esto es injusto hija mía, yo debería estar en tu lugar” – Le decía a Alicia mientras caminaba y lloraba – “¡Te juro que te vengaré, Te lo juro!” – La noche ya estaba comenzado a caer, en el horizonte se veía el ocaso que había teñido de color Naranja y Rojo todo el cielo, la luna se estaba llena y medio escondida detrás de las nubes, llegué hasta el borde del pueblo y vi a lo lejos un claro de tierra sin pasto con un enorme árbol imponente, besé las mejillas de mi pequeña y me dirigí hasta el lugar, cuando llegué al pie del árbol coloqué a Alicia de un lado y comencé a cavar con mis manos un hoyo poco profundo del tamaño de ella, luego coloqué el cuerpo de Alicia en el hoyó y recolecte pierdas y pasto para cubrirla, en el proceso derramaba lágrimas por todo el lugar y luchaba con el sentimiento de dolor y las terribles voces en mi cabeza que me decían que no lo hiciera, sabía bien lo que tenía que hacer y sabía que el bondadoso Richard había muerto ese mismo día justo a Alicia. Una vez que cubrí el cuerpo saqué de mi bolsillo una caja de cigarrillos que llevaba conmigo y un encendedor, tomé uno y lo encendí mientras contemplaba con lagrimas en los ojos el sepelio, cuando estuve por terminar de fumar el cigarrillo me acerqué hasta el cuerpo y encendí el pasto que había dejado dispuesto entre las rocas para hacerle fuego. Comenzó a arder inmediatamente, las llamas se elevaban en el aire haciendo remolidos a causa de la fresca brisa que soplaba en el lugar lo que hizo que me alejara para impedir que el fuego quemara mi piel pero sin dejar de contemplar cómo se consumía rápidamente todo lo que había hecho, pasaron horas hasta que todo quedó reducido a cenizas, mire alrededor del lugar en busca de alguna señal de alguien que pudiera haber visto la enorme hoguera pero todo estaba desolado, entonces me di media vuelta y comencé a regresar hasta el pueblo para examinar las casas en busca de sobrevivientes ocultos en los refugios que pudieran estar atrapados aunque el estado de las casas y los edificios anunciaban que no había muchas posibilidades de encontrar personas vivas lo que mi hizo dudar de regresar pero luego de sacudir mi cabeza de un lado a otro para espantar un poco el desorden mental que estaba atacando pensé que no había lugar para dudas en ese momento, debía agotar hasta el último recurso. En el trayecto comencé a recordar mis días como capitán en la armada ucraniana, en todas las cosas que le enseñaba a los reclutas y las frases que daban aliento y renovaban el espíritu de aquellos jóvenes para que nunca decayeran en la batalla, el peor enemigo de un soldado en una batalla es el autoestima baja y la falta de incentivos, algo que estaba comenzando a experimentar en este momento y que por experiencia sabía que tenía que borrar de mi mente si quería seguir adelante, comencé de inmediato a lavarme el cerebro para poder tomar las decisiones correctas y poder salir de todo esto.

Una vez en la entrada del pueblo comencé a hurgar entre los escombros de los primero edificios, iba con cuidado y lentitud para evitar que algún derrumbe me tomara por sorpresa, me detenía constantemente echando el ojo por todos los rincones a la vez que apartaba escombros para abrirme paso, las estructura habían sido debilitadas a causa del fuego y las explosiones de las bombas, brisa que soplaba derrumbaba pedazos de paredes agrietadas que caía hacía la planta de debajo del edificio, el humo que aun salía de los escombros hacía que vista ardiera y soltara lagrimas, no había electricidad y la oscuridad ya se había instaurado así que decidí volver a lo que había quedado de mi casa para pasar la noche un poco más seguro aunque dudaba seriamente que pudiera dormir pero por lo menos estaría resguardado del frío. No podía borrar de mi mente a Alicia, cada vez que lo hacía me venían ganas de sentarme a llorar pero sabía que debía luchar contra el sentimiento y hacer frente a todo esto, más fácil decirlo que hacerlo pero no había escapatoria. Llegué hasta las ruinas de mi casa y entre para comenzar a buscar todas las cosas útiles que pudiera encontrar: Herramientas, Ropa, Alimento y alguno que otro utensilio de la cocina que hubiera sobrevivido para hacer algún tipo de arma que de seguro iba a necesitar, busqué removiendo los escombros y encontré un gran cuchillo de carnicero y un martillo con cabeza de aluminio que usaba para triturar ajos y ablandar carne cuando estaba muy dura, - ¡No es mucho pero servirán! – luego fui hasta el corredor y presioné un interruptor para verificar si aun había electricidad pero al igual que en el otro lado de pueblo no había, supuse que las líneas de corriente habían sido derribadas durante el ataque, luego fui hasta la parte traerá de la casa donde tenía un pequeño patio con algunas herramientas que guardaba en un deposito improvisado que había construido con Alicia hace un año, ella se había cansado de que yo tuviese las herramientas dentro de la casa esparcidas por cada rincón que pudiera ser útil, lo construimos de madera y un techo de laminas de zinc que nos habían regalado en una construcción no muy lejana. Entré al depósito y tome un machete, una pinza multiuso, cuerda y un par de linternas que siempre guardaba en caso de emergencia, cerré la puerta y apenas le di la espalda se derrumbo - ¡Eso Estuvo cerca! – Mire como todo se había esparcido por el suelo dejando el resto de las cosas cubiertas por la madera y el Zinc, volví dentro la casa alumbrando con una de las linterna y llegué hasta mi habitación que aunque no había sido demolida estaba llena de agujeros de balas por todos lados, tome algunas piezas de ropa y un bolso militar montañés que se usaba en el ejército para excursiones de largos días en las montañas, también tenía agujeros de balas pero aun era utilizable así que metí todo lo que me pudiera ser útil luego lo cerré y lo deje al comienzo de lo que quedaba del corredor, volví a mi habitación y mire las ruinas de un escaparate que usaba para guardar la ropa que usé cuando era comandante: Trajes, Chaquetas, botas, etc. Me quite la ropa que llevaba puesta y me puse mi traje de guerra completo, tomé una gorra que tenía bordado un corazón y el nombre de Alicia y me la puse, Ella me la había regalado la navidad pasada, luego empujé el escaparate hacia un lado para descubrir un pequeño escondite que había en la pared con una caja fuerte que había dispuesto para guardar cosas de valor, me coloque la linterna en la boca para iluminar el lugar y abrí la casa fuerte,  tomé algunas unas prendas que había dejado la madre de Alicia antes de partir al cielo víctima de un cáncer, saqué una caja de bala calibre nueve milímetros y por supuesto el arma que tenía bien guardada en el mismo escondite, verifique que estuviese operativa, recargue el peine con municiones y lo introduje en el arma, la cargue y dispare por la ventana para asegurarme que estuviese bien notando que mi puntería aun seguía intacta a pesar de los años fuera de servicio luego puse el seguro y la coloqué en mi cintura y salí de la habitación hacia el corredor iluminando con la linterna en dirección al frente de la casa y vi que la luz de la linterna se reflejaba en una especie de espejo pequeño que llamó de inmediato mi atención, aparte el bolso que había dejado al principio del corredor y salí alumbrado hacia la calle del frente en dirección a dos casa, justo en medio había una motocicleta vieja lanzada en el suelo y lo que quedaba de un sidecar que hacía juego con la motocicleta, me acerque para echar un ojo y noté que la moto estaba en buen estado pero una de la llantas estaba desinflada así que la levante y abrí el tanque de combustible para ver si aún le quedaba - ¡Está vacío! – comencé a empujarla y la lleve hasta mi casa y la metí dentro de la casa, luego fui por el sidecar, lo examiné con la linterna hasta donde pude y vi que la llanta estaba llena así que sin pensar mucho lo levante por el acople y lo arrastre también hasta la casa y lo coloque al lado de la motocicleta, me senté en el suelo alumbrando hacía la pesada máquina y comencé a revisar con más calma el motor – ¡Harley Davidson! ¡Buenos Gustos tenía mi vecino! Lástima que esté muerto, era buen tipo – Saqué el caucho del sidecar y reemplacé el de la motocicleta, luego la puse en pie y le di al pedal de arranque para ver si el motor aun funcionaba - ¡Perfecto, Aun Funciona! – bajé la pata metálica para que se sostuviera en pie y la dejé de un lado, tomé el ring de aluminio de la motocicleta y con el cuchillo corte todo el caucho dañado para retirarlo y dejar solamente el ring, luego lo volví a colocar en el sidecar y lo enganche en la moto, tomé el bolso y todas las cosas y los metí ahí, apagué la linterna para ahorrar las baterías y fui hasta la cocina para buscar entre los acabados dispensadores unas latas de frijoles, maíz y champiñones que siempre tenía guardadas y que me encantaba comer con pan fresco, abrí una de champiñones con el cuchillo y me senté en una esquina justo al lado de mi nuevo juguete a esperar que amaneciera.

Permanecía en silencio con los ojos bien abiertos, echaba la mirada de un lado a otro en búsqueda de algo vivo pero sabía que no había nadie, por lo menos en esa calle, me levante para estirar un poco las piernas y llegue de nuevo hasta el frente de la casa echando la mirada hacia el fondo del camino, a lo lejos podía verse como el sol comenzaba a mostrar los primeros rayos de luz lo que me alegro mucho puesto que la noche había estado fría, estuve pensado en Alicia y en lo extraño que me sentía sin ella. Espere un buen rato parado esperando a que sol terminara de salir para caminar hasta la estación de servicio que estaba a pocas calles de aquí, comencé a estirar mi cuerpo y a bostezar debido al cansancio que comenzaba a sentir, aun sentía los ojos hinchados de tanto llorar, coloqué ambas manos sobre mi cabeza mientras maquinaba cuidadosamente los próximos pasos que iba dar. En el horizonte se veían unas montañas, con los picos recubiertos en nieve al igual que la hilera de arboles que subía entre un valle que se formaba en la unión de las dos montañas - ¡Es Hermoso! Solo Dios pudo crear algo tan perfecto – Mire hacia el otro lado de la calle y pude detallar con más cautela todo el desastre, la luz del sol había salido más fuerte de lo normal prometiendo un día caluroso, revise el arma en mi cintura y el cuchillo de carnicero que llevaba en el lado opuesto para verificar que no los olvidara dentro de la casa, hice un par de sentadillas para calentar mis piernas y darle movilidad a mis rodillas con artritis y comencé a caminar en dirección a la estación de servicio mientras echaba el ojo por cada una de las casa intentando encontrar entre los escombros algún envase o recipiente que me permitiera transportar el combustible de regreso. Solo había cadáveres por todos lados, en el cielo había una bandada de buitres que volaban en círculos encima del pueblo y que de seguro no tardarían en bajar a comer, se sabe que pueden oler los cadáveres de los animales muertos a kilómetros de distancia, seguí caminando a la vez que miraba detenidamente por alrededores de las casas en busca del recipiente hasta que llegue al final de la calle, había una intersección en forma de “T” que dejaba un camino a la derecha y el otro a la izquierda, el más corto era el de la derecha pero sabía que desde ese punto hasta la estación no había más casas, solo árboles que adornaban el trayecto y un par de tiendas de conveniencia al final de la calle, pero por la izquierda si había más casas aunque eso representara casi el triple de la distancia a recorrer, me quedé parado en la intersección pensando que hacer pero por más que pensara sabía que debía tomar el camino corto, no perdí tiempo y giré a la derecha, - ¡Mi instinto nunca me ha fallado! – justo antes de llegar a la estación, en una esquina, estaba un establecimiento comercial donde se podía conseguir de todo, eche un vistazo y noté que también estaba destruido pero las posibilidades de conseguir el envase entre esos escombros era grande así que sin pensar mucho me adentre.
Se me hizo extraño no conseguir cuerpo por los alrededores, parecía que habían organizado de forma estrategia la ubicación de los escombros, no tuve que abrirme paso puesto que habían dejado una espacie de camino que llegaba hasta el fondo del almacén, mire a un lado y vi unos envases que estaban tirados en el suelo debajo de un anaquel que habían derrumbado, se podía percibir un nauseabundo olor a podrido que impregnaba todo el lugar pero que no sabía de dónde venía, me acerque y tomé unos cuantos recipientes y saque el contenido de su interior y noté que se trataba de cloro, el olor era inconfundible, una vez vacios me dispuse a regresas pero cuando di la vuelta para regresar divise en una esquina casi al fondo del almacén una montaña de cadáveres, a simple vista el numero pasaba de cincuenta y el olor que emanaba el arrume era horrible, se me revolvió el estomago y no pude contener las ganas de vomitar. Salí lo más rápido que pude, en el camino conseguí empaques de galletas y golosinas esparcidas por el suelo, a pesar del olor sabía que no podía darme el lujo de salir del lugar sin tomar esos empaques que de seguro me salvarían la vida más adelante, vi que algunos de los empaques estaban pisoteados, tomé los pude encontrar en mejor estado y corrí hasta la estación de servicio para no seguir respirando el nauseabundo hedor que emanaba el almacén, a todas estas no había rastros de sobrevivientes por ningún lado, alcé la mirada y noté que los dispensadores que surtían el combustible había sido arrancados de modo que me dirigí hasta uno de los tanque para sacarlo directamente de ahí, movía con gran dificultad la pesada tapa de hierro de unos de los tanques y vi que estaba lleno, metí el brazo y comencé a sumergir los envases uno a uno para llenarlos. Estaba acostado boca abajo sobre el suelo de la estación para que mi brazo llegara hasta el nivel del combustible almacenado, tarde apenas unos pocos minutos en llenar todos los envases, me puse en pie y coloqué las tapas a los envases y luego organicé las golosinas y las galletas que me había encontrado en la tienda metiéndolas por dentro de mi camisa improvisando una especie de koala y cuando terminé comencé el regreso, al igual que cuando venía, iba echando mi vista en busca de personas vivas - ¿Hay alguien ahí? ¡Salgan, por favor! – Gritaba por todos lados pero sin recibir respuesta alguna. Una vez que llegué a lo que quedaba de mi hogar me apresuré en cargar el combustible en la motocicleta para encenderla, le di unas cuantas veces al pedal del encendido pero no arranco, me incline para echarle un vistazo al carburados y vi que tenía una pedazo de papel justo en la boca por donde respiraba aire, lo quite echándolo enojado a un lado, le di al pedal nuevamente y la motocicleta cobró vida de inmediato, la acelere un par de veces para calentarla un poco, luego coloqué en el sidecar los recipientes con combustible que habían quedado y salí velozmente del lugar en dirección al paisaje que había visto esta mañana  - ¡Allá vamos! – El sonido que emitía el ring sin caucho en el sidecar era infernal, se podían ver chispas saliendo cada vez que pasaba por encima de alguna piedra, gracias a Dios llegué rápido a las afuera del pueblo y comencé a tomar el camino de tierra lo que aligeró un poco el ruido, calculaba el combustible que consumía y en qué tiempo para hacerme una idea más o menos acertada de la distancia que podía recorrer con lo que llevaba de reserva en combustible más lo que había colocado en el tanque pero se me hacía difícil mirar el reloj a la vez que manejaba la motocicleta por el camino de tierra. Me detuve después de algunas horas de camino para comer algunas galletas y recobrar energías a la vez que contemplaba el extenso camino cubierto de pasto que tenía en frente, me sentía abrumado al imaginarme la distancia y sabía que si el combustible no alcanzaba para llegar a algún otro lugar donde hubiera civilización o pudiera encontrar refugio, estaba dispuesto a caminar hasta conseguirlo, recordaba que le había prometido a Alicia que la vengaría así fuera lo último que hiciera en la vida.

La noche descendió rápidamente, o por lo menos así lo sentí, quizás fue porque tenía la mente puesta en el camino intentando de no caer de la moto debido a la de tierra suelta que había, observe nuevamente el medidor del combustible en el panel de instrumentos de la motocicleta y vi que aun quedaba ¼ de tanque lo que me pareció bastante rendidor si tomaba en cuenta que había estado todo el día encendida rodando deteniéndome únicamente para comer algunas galletas, sentí que la brisa de la noche comenzaba a soplar fuerte  y el cielo ya mostraba sus estrellas, el frío congelaba mis ojos haciendo que brotaran lagrimas involuntarias, a lo lejos aviste el comienzo de un rio que se incorporaba en medio de la pradera y se extendía hacía el este lo que me pareció de buena suerte, aceleré un poco más el motor de la Harley para acercarme hasta la orilla y poder asearme un poco y beber algo de agua fresca, la que llevaba conmigo se había calentado debido al Sol haciéndola repugnante, llegué hasta la orilla del rio mirando detenidamente por alrededores en busca de algún peligro pero no vi nada que pudiera causarme daño, boté el agua caliente que llevaba en el envase y me incliné para llenarlo con agua sin quitar mis ojos de los alrededores, me mantuve quieto y en silencio mientas bebía el agua y luego volví a sumergir el envase para llenarlo nuevamente y llevar algo del preciado liquido y poder refrescarme en el camino, luego me repuse y volví a mirar detenidamente por el lugar sin encontrar nada, subí a mi moto y seguí andando en la dirección del rio, se sabe que rio abajo es donde la gente suele hacer asentamientos campesinos, esto es gracias a la fertilidad de las tierras que se nutren del agua subterránea del rio haciendo que las probabilidades de encontrar gente sean más grandes en ese sentido, iba un poco más despacio de lo normal, observando de vez en cuando mi reflejo y el de la luna en las tranquilas aguas del rio, de pronto a lo lejos noté que había un enorme árbol que no estaba muy distante al rio lo que me pareció estupendo para pasar la noche, tal vez con un poco de suerte adicional el árbol pueda tener algunas frutas que pueda comer y dejar de un lado las galletas que ya me provocaban dolor de panza de solo pensar en ellas. No tardé en acercarme al árbol y rápidamente supe que era perfecto para descansar, había un poco de tierra sin pasto lo que resultaría aun más cómodo para dormir, la otra opción era vaciar por completo el sidecar y dormir dentro de él, pero realmente el tamaño no inspiraba mucha comodidad así que sin pensarlo mucho tomé algunas prendas de ropa que llevaba en el bolso de exploración e ingenié una especie de almohada y me recosté para descasar, sentía que los ojos me reclamaban a causa del trasnocho y el llanto por Alicia, aunque mantuve mi mente enfocada en el camino no dejaba de pensarla fugazmente durante el camino, sentía un vacio enorme dentro de mí y podía escuchar de vez en cuando su voz diciéndome “Papá” como si estuviese aquí pero tuve en claro que era mi mente que juega sucio con mis sentidos, eché la mirada hacia arriba y vi el cielo estrellado más bello del mundo, el clima había cambiado considerablemente lo que me hacía suponer que ya había cruzado la frontera de Ucrania y que me encontraba seguramente en Bielorrusia Soviética y según mi sentido de orientación en 2 Días debería estar entrando a los bosques, si no había fallado en los cálculos que hice, recuerdo haber estado por estos lugares durante los entrenamientos para la guerra y recuerdo que esos bosques están plagados de osos que no hacen nada fácil el sobrevivir ahí, solo un desquiciado lo podría soportar. La noche había comenzado a ponerse insoportablemente fría, aun cuando estaba bien abrigado podía sentir como mis rodillas comenzaba a doler impidiéndome doblarlas con facilidad. Intente olvidar todo la malo del clima mientras cerraba los ojos para memorizar la imagen de mi pequeña, podía verla venir hacia mí con sus brazos abiertos y la sonrisa que siempre llevaba dibujada en su rostros, yo también corría hacia ella llevando en mis manos unas Margaritas blanca, sus favoritas, sentía como nos acercábamos lentamente a nuestro encuentro pero de pronto algo cambió, la sonrisa que llevaba dibujada se desvaneció y su boca se cerró repentinamente arqueándose hacia abajo en señal de tristeza, sus ojos grises se tornaron rojos y el aura blanca y brillante que la rodeaba se había vuelto oscura y tenebrosa, se podía sentir la maldad y el odio que transmitía desde lejos, me acerque más aun abriendo mis brazos mientras me inclinaba para poder abrazarla y cargarla y decirle lo mucho que la amaba, que me perdonara por haberla protegido cómo siempre le había dicho que lo haría, que ya nunca más la dejaría sola otra vez y que sin importar lo sucedido superaríamos todo y comenzaríamos otra vez, pero ella se detuvo justo en frente de mí, me miro por un segundo con sus ojos llenos de lagrimas, saco un arma que llevaba escondida detrás de su espalda y apunto directo a mi frente y jaló el gatillo mientras decía: – “Llegas tarde Viejo” – De pronto abrí los ojos sobresaltado levantándome rápidamente de donde estaba, llorando, con el corazón latiendo a un millón de latinos por segundo, buscando en los alrededores desesperado – ¡Mil Demonios, era un sueño! – La mente no dejaba de jugarme sucio, el sentimiento de culpa que sentía no se había disipado del todo provocándome esa pesadilla, tenía que afrontar nuevamente la perdida de Alicia y estaba muy consciente que esas pesadillas se repetirían por un largo tiempo si no sanaba mis emociones. Volví a recostarme al pie de aquel árbol mirando la copa sin poder dormir nuevamente, el sueño me había dejado más nervioso de lo normal así que comencé a calmar mis emociones y sentimientos pensando en lo que haría apenas saliera el sol pero me resultaba difícil  concentrarme, estaba conmocionado, todo parecía tan real, incluso pude sentir el aroma de las margaritas en mis manos – “Que sueño tan extraño” – me dije en voz alta mientras observaba las estrellas a través del follaje de aquel árbol, de pronto comenzaron a resonar los cantos de algunas ranas que al parecer vivían cerca de la orilla del rio, me incline para ver en la dirección del sonido pero no vi ningún movimiento en el agua que delatara la posición las ranas – “¡No me vendrían mal unas ranitas asadas!” – Mientras sentía el feroz rugir de mi estomago hambriento, decidí acercarme más para ubicarlas, pero cuando me levante escuche un siseo no muy lejos de ahí, observe por los alrededores un poco asustados a la vez que tomaba mi arma y le quitaba el seguro, mire en la otra dirección examinando el pasto detenidamente pero no pude avistar nada, me acerque a la moto cuidadosamente y pase la llave de modo que solo quedara encendido el sistema eléctrico y rápidamente encendí el faro delantero para iluminar el lugar, moví el volante en todas direcciones para poder ver con claridad pero no divise nada, dejé las luces encendidas algunos minutos sin dejar de examinar el pasto y cuando estuve a punto de apagarlas volví a escuchar el siseo que venía desde mi espalda lo que hizo que me volteara rápidamente pero esta vez vi algo que se movió entre el pasto alto a unos quince metros aproximadamente, tome mi arma y la cargue - ¿Quién anda ahí? – Dije en voz alta e imponente, pero no escuche respuesta - ¿QUIÉN ANDA AHÍ? – Volví a preguntar con voz más alta pero no sucedió nada, di unos cuantos pasos en dirección al pasto apuntando con mi arma y vi que se volvió a mover, sin pensarlo dos veces disparé en dirección al cielo - ¿Quién anda ahí, dije? – de pronto se levanto un brazo entre el pasto con la mano abierta, Me asusté al punto de quedar inmóvil por uno segundos, recobré el valor y me acerque cautelosamente sin dejar de apuntarlo - ¡Sal de ahí o disparo! – Asomó su cabeza lentamente entre el pasto dejando ver una cabellera rubia que volvió a esconder casi inmediatamente, aceleré el paso hasta llegar al lugar exacto en donde se encontraba el sujeto para ver de qué se trataba. Yacía tirada en el piso, ensangrentada y llena de moretones con un pedazo de cuerda colgando en uno de sus tobillos, Rubia, vestida con un camisón blanco y pantalones para dormir rosados que también estaban ensangrentados - ¿Pero qué rayos es esto? – la mujer volvió a levantar su brazo pidiendo ayuda. Me incliné rápidamente para ayudarla y vi que tenía la boca golpeada y muy hinchada, la cargué para llevarla hasta la motocicleta y poder ver mejor lo que tenía, ella se quejaba sin poder hablar, apenas susurrando con voz ronca dijo: “AYUDA”. Una vez en la motocicleta volví a encender las luces y giré el volante en dirección a la mujer que había dejado a pocas distancia cerca del árbol en donde estaba descansando, había sido golpeada brutalmente, sus ojos estaban morados e hinchados, sangraba por una herida que tenía en su espalda, tomé una prenda de mi saco y fui hasta el rio para mojarla y poder ayudar a la mujer pero para cuando regresé se había dejado desmayar. Comencé a limpiarle toda la sangre que tenía encima, le quité el camisón que llevaba y le di vuelta para examinar su espalda, tenía una cortada profunda a nivel de los riñones, parecía haber sido apuñalada pero la hería no llegaba hasta los órganos, seguramente necesitaría algunas puntadas para cerrar esa herida, fui hasta mi bolso y tome un poco de cinta adhesiva que llevaba y la coloqué en la herida intentando mantenerla cerrada para detener el sangrado, luego limpié toda su espalda nuevamente y le puse una camisa de las que llevaba en mi bolso para vestirla nuevamente. La temperatura en el lugar había descendido más y la madrugada ya estaba por terminar así que saqué las cosas del sidecar y coloqué la mujer dentro, luego saque toda mi ropa del bolso y la cubrí intentando darle calor porque estaba literalmente congelada, amarré mis cosas en la parte de atrás de mi asiento y encendí la moto para que el calor del motor la ayudara a recuperar su temperatura corporal, recogí todas mis cosas del lugar y luego me puse en marcha nuevamente.

Viajaba lento para evitar que la rueda estropeada del sidecar hiciera brincar la motocicleta y causara más daño en la herida de la mujer. Comencé a preguntarme como rayos había llegado hasta ahí sin haberla visto venir, recuerdo haber supervisado cuidadosamente el lugar y no haber visto nada, y si venía a pie desde algún lugar tendría que haberme topado con ella en el camino, de pronto ella comenzó a quejarse entreabriendo los ojos y mirándome con lágrimas - ¡Gracias! – dijo con voz ronca apenas audible, parecía haber estado gritando por largo rato y eso le causó la pérdida de la voz, la mire asintiendo por un segundo y volví a clavar mi vista en el camino haciéndole señas para que descansara, ella cerró sus ojos nuevamente y continuó descansando mientras yo miraba momentáneamente las herida que tenía en su rostro. El sol comenzó a levantarse en el horizonte calentando de a poco el frío clima que nos estaba azotando, apenas aclaro pude ver que me había desviado de la dirección a en la que había planeado viajar así que me detuve un segundo para examinar bien por donde podía retomar el rumbo, seguí avanzando siguiendo el rio y a un par de kilómetros más adelante la profundidad se redujo lo suficiente como para intentar cruzar con la motocicleta, me detuve en la orilla y descendí de la moto para entrar a pie al rio y verificar con exactitud lo profundo que era, el agua no alcanzaba a llegarme a las rodillas, apenas unos poco centímetros más arribas de los tobillos lo que hacía el lugar perfecto para cruzar con la moto, me volví y subir a la Harley que había dejado encendida, vi que el combustible estaba a punto de acabarse así que aproveche el momento para recargar el ultimo galón de gasolina que llevaba, la mujer había despertado nuevamente y me hacía señas para que me acercara hasta donde se encontraba - ¿A dónde vamos Señor? – Dijo con la voz aun más débil que hace algunas horas - ¡A un lugar seguro! ¿Cómo se siente? – Ella hizo una señal con su mano indicando que sentía dolor - ¡Estoy seguro que debes estar como dices!, ¿Qué sucedió? – Me señaló hacia su garganta indicando que no tenía voz, a pesar de eso era evidente que había escapado de las manos de esos asesinos - ¡Entiendo! Intentan descansar un poco más, no falta mucho para que lleguemos – cerró ojos tapándolos con su brazo para evitar que los rayos del sol penetraran a través de sus parpados, dio un suspiro y se acurrucó dentro del sidecar mientras que yo ponía en marcha nuevamente la motocicleta para atravesar el rio, sabía que el camino para llegar al bosque era largo y que probablemente nos tocaría caminar, solo esperaba que estuviese mejor para que estuviese lista en ese caso. Una vez del otro lado noté a lo lejos había un camino de tierra marcado que no tenía pasto y que iba justo en la dirección del bosque que había estado buscando, me acerqué hasta el camino y comencé a recorrerlo, en el trayecto vi que había huellas de vehículos marcadas en la tierra, me detuve y comencé a pensar bien lo que estaba haciendo, probablemente eran huellas de los vehículos militares de esos asesinos que habían dado con el bosque y que quizás tenían algún centro allí dentro, también pensé que esta zona era ideal para cazadores y que  esas huellas podrían ser de alguno que otro cazador en busca de presas, sea lo que sea tenía que arriesgarme, de lo contrario nunca lo sabría, miré a la mujer que había despertado nuevamente y me miraba mientras pensaba en la decisión que tomaría - ¿Sucede Algo? -  ella solo negó con su cabeza la pregunta y cerró los ojos nuevamente, puse en marcha la moto y seguí por el accidentado camino de tierra lentamente, tenía que ahorrar al máximo ese último tanque de combustible y sabía que forzar la motocicleta por esa ruta nos dejaría a la deriva rápidamente, mi estrategia fue colocarla en primera velocidad y acelerar un poco y luego dejarla correr con el impulso que había tomado para no usar el acelerador, espero que de esa forma lleguemos lo más cerca posible al bosque.

Las horas transcurrieron rápidamente, el calor del sol ya comenzaba a hacerse molesto aunque la brisa fresca contrarrestaba el efecto, eche un ojo a mi reloj y vi que ya pasaban de las doce del medio día así que me detuve en medio de la pradera y apagué el motor para que descansara un poco mientras abría una lata de maíz y champiñones que había guardado, la mujer despertó al poco tiempo y comenzó a observar lo que hacía - ¿Tienes Hambre? – Le pregunte ofreciéndole algunos champiñones que había pinchado con el enorme cuchillo de carnicero, ella me miro y abrió su boca pero cuando me dispuse a introducir los champiñones ella la cerró y la volvió abrir haciendo señas con su dedo para que mirara en su interior, todo estaba roto, además tenía algunos dientes sueltos que movió con su lengua que también estaba muy lastimada - ¿Fueron los golpes, cierto? – Ella asintió con su cabeza a la vez que se le aguaban los ojos nuevamente - ¡Tranquila, ya todo pasó! Por cierto me llamo Richard, ¡Es un placer conocerte! – Le tendí mi mano para presentarme y ella tendió la suya, en ese momento pude ver que todos sus nudillos estaban destrozados y la mano estaba morada en la parte superior, la sostuve por un segundo para examinarla y luego la solté suavemente, recordé el estado en que habían dejado a Alicia y supe que ella había sido muy afortunada de salir con vida, noté que en sus muñecas también habían marcas, lo que me hizo pensar que había sido amordazada - ¿Te violaron? – Pregunté con un tono de voz muy prudente a la vez que me paraba en frente ella para hacerle sombra, ella negó con la cabeza - ¡Escapé! – Dijo forzando la voz para que yo la pudiera escuchar, incliné la cabeza para mirar mis zapatos sintiendo un poco de pena por la pregunta que le había hecho, luego volví a mirarla sintiendo dolor ajeno por el estado en que estaba - ¿Cuántos fueron? – ella levantó su mano mostrando los 5 dedos lo que me hizo sentir un escalofrío que me recorrió el cuerpo y recordé el cuadro que había desde mi escondite, la lucha que tuvo que haber dado para poder escapar tuvo que haber sido muy grande, pensé mientras recordaba a Alicia  - ¡Mi hija fue Violada y asesinada, Eres afortunada de estar con vida! – Ella me miró fijamente y supe que sintió lastima - ¡Lo siento mucho! – Dijo volviendo a forzar la voz y soltando algunas lágrimas, miré dentro de la lata de champiñones y vi que quedaba la mitad del contenido, introduje el cuchillo y comencé a cortarlos en trozos muy pequeños hasta el punto de hacerlos una papilla y se los di para que pudiera tragarlos sin tener que masticarlos, ella sonrió emocionada tomando la lata de champiñones y comenzó a comerlos cómo si se tratara de una bebida, basto con dos volcadas de la lata en su boca para  que acabara con el contenido - ¡Estabas hambrienta, me alegra que te gustaran! – ella levantó su dedo pulgar haciendo la señal del “OK”. Tomé asiento en la motocicleta para descansar mis rodillas y comencé a contarle la situación en la que estábamos, evidentemente ella estaba desorientada y no tenía ni la más remota idea de a dónde nos dirigíamos, me pareció justo que se enterara, sobre todo que posiblemente tendríamos que caminar si el combustible se agotaba.  - ¿Cómo te llamas? – Le pregunte retomando la compostura para comenzar a contarle los planes - ¡Anna! – Contestó con un poco menos de esfuerzo - ¡Lindo nombre, así se llamaba mi esposa!, murió hace tiempo ¡Cáncer! – Se volvió a ver tristeza en la expresión de Anna – Ok, Anna, la situación es la siguiente: A dos días de viaje hay un bosque, estamos viajando en esa dirección porque es el único lugar donde podemos estar seguros, aunque tiene sus riesgos. El bosque está plagado de osos y animales salvajes pero tengo ventaja sobre eso porque recibí entrenamiento de guerra en ese bosque y también llevaba a los hombres del batallón a pasar días allí dentro para hacerles las pruebas de supervivencias, no lo conozco completamente pero si se cómo sobrevivir dentro – Anna me miraba con cara de susto pero sin dejar de prestarme atención a lo que le estaba diciendo – El lado bueno del asunto es que estaremos a salvo porque no todos conocen el lugar, además puede que nos topemos con cazadores de la zona y si corremos con suerte quizás quieran ayudarnos y si no conseguimos ayuda construiremos un refugio y usaremos la naturaleza para mantener a los intrusos alejados hasta que podamos idear un plan para ir hasta la frontera con Latvia que es donde podríamos encontrar ayuda. El lado malo es que mientras recorríamos el camino que nos trajo hasta acá vi unas huellas de unos vehículos que van justo en la dirección del bosque, lo que puedo sospechar, pensando positivamente, es que se trate de algunos cazadores que se dirijan a la zona lo que sería de gran ayuda para nosotros, por otro lado pueda que los asesinos degenerados que nos desgraciaron la vida ya se nos adelantaron y llegaron hasta ahí y  quizás tengan una base. Sea cual sea el caso debemos arriesgarnos y entrar en el bosque, la otra opción es viajar en sentido este, el pueblo más cercano está a unos diez días de camino y no sabemos con qué nos toparemos en el camino, sin contar que no tenemos comida, al menos que la pesquemos del rio lo que no nos garantiza absolutamente nada. ¿Estás de acuerdo? La mujer estaba atónita escuchando todo lo que le había dicho, la cara de duda que tenía me hacía pensar que se levantaría del sidecar y se devolvería por donde vino pero Anna levanto su mirada y sonrió con su boca aun hinchada y tendió nuevamente su mano – ¡Estoy de acuerdo! – A la vez que tragaba saliva intentando sacar voz de su estropeada garganta, tendí mi mano y apenas sostuve la de ella para no estropearla - ¿Gritaste mucho, cierto? – Ella levanto su mirada y asintió a la vez que borraba su sonrisa de sus labios, sabía que no debí preguntar pero no pude contenerme - ¡Muy bien Anna! ¿Qué edad tienes? – Levantó su mano con cuatro dedos y luego con uno - ¿Cuarenta y uno?, ¡Eres Joven, Yo tengo cincuenta y cinco! -  Anna volvió a sonreír pero en ese instante puso su mano en una de sus mejillas mostrando dolor - ¡Tenemos que hacer algo por esos dientes sueltos! Abre la boca nuevamente para examinar eso – Ella abrió la boca y pude ver que eran tres muelas las que se había desprendido totalmente de la encía - ¡Déjala abierta, tendré que sacarlas para evitar que se infecten, de lo contrario estarás en problemas – Ella Abrió sus ojos de par en par en señal de miedo pero a pesar de eso tomé una franelilla limpia y la coloqué en mi mano para tomar el primer diente sin hacer contacto directo de mis dedos con su boca, lo moví un poco de lado a lado lo que le produjo un poco de dolor - ¡Está bastante flojo, No te dolerá! – no había terminado de decir eso cuando le di un solo jalón fuerte y rápido al diente, retire mi mano de su boca y dentro de la franelilla había quedado el diente, Anna cerró la boca por un segundo  pasó su lengua sintiendo que ya no estaba su diente y sorprendida por el poco el dolor que había sentido sonrió, luego le dije que abriera la boca nuevamente y repetí el proceso con las otras dos muelas y luego le ofrecí agua para que lavara su boca y quitara los restos de sangre que tenía, me lo agradeció mucho y evidentemente se sentía aliviada, de vez en cuando hacía un poco de gárgaras para limpiar la herida, la hinchazón de las mejillas había comenzado a bajar, dispuse de un pantalón que llevaba en mi bolso para colocárselo en la cabeza y cubrirla de forma que el sol no le calentara la cara y evitar que le produjera dolor o surgiera una nueva hinchazón, esperé unos minutos a que estuviese lista y coloque en marcha el motor de la Harley y emprendimos el largo camino hacia el bosque.

A medida que avanzábamos lentamente fui tomando un poco mas de confianza con ella y ella conmigo y comenzamos a contarnos nuestras historias, o por lo menos yo le había contado la mía, ella a duras penas hacia preguntas cortas debido al dolor que sentía en la garganta y de vez en cuando respondía algunas preguntas que yo le hacía, comenzaba a sentir curiosidad por lo que le había pasado que a pesar de ser evidente y ya tener una idea, quería saber si había logrado entender algo de las cosas que decían esos bastardos, quería escuchar de su boca todo con lujos y detalles para poder obtener la información necesaria y poder hacerle frente cuando nos llegara el día, el norte era cobrar venganza por mi hija, y aunque no sabía cuál era la intención de Anna, supuse que no debería ser muy diferente a la mía. A medida que transcurrieron las horas el sol comenzó a caer por el oeste, noté que Anna miraba fijamente el ocaso con su cara recostada en el borde del sidecar, sentí curiosidad por lo que estaría pensando pero había decido guardar silencio por un rato para darle descanso a su garganta y a su estropeado cuerpo, había puesto nuevamente la mirada fija en el camino y a mediad que avanzábamos recordaba algunos momentos felices con Alicia, no había manera que la pudiera sacar de mi mente a pesar de la situación por la que estaba pasando, la extrañaba sobre manera. El casi se ocultaba totalmente - ¡Solo nos queda un día de viaje, Pronto llegaremos al bosque! – Dije en voz alta, pero no obtuve ninguna respuesta, miré a Anna y noté que estaba dormida con su boca abierta intentando respirar, la Nariz también la tenía hinchada a causa de la golpiza que había recibido lo que le dificultaba respirar, decidí avanzar por un par de horas más y luego ubique un lugar en medio de la pradera detrás de una roca que había, la brisa era fuerte y la Roca nos serviría de pared para impedir que nos pegara directamente. Moví el volante de la moto en todo el radio que me permitía alumbrando detenidamente los alrededores para verificar que estuviésemos fuera de peligro, luego descendí de la moto y la pague, tomé una de las linternas que llevaba conmigo y comencé a inspeccionar el lugar al pie de la roca para hacerlo un poco más cómodo para el descanso, arranque con mis manos pasto y removí algunas rocas pequeñas que estaban en el lugar dejando un buen trozo de tierra limpio para poder dormir un poco, luego volví a la moto para tomar mi almohada improvisada y vi a Anna que observaba lo que estaba haciendo en silencio, alumbre su rostro con la linterna para y sus ojos azules hicieron un destello que ella tapo rápidamente para protegerse la vista haciendo me señas con las manos para que dejara de hacerle eso, sonreí un poco y terminé de acercarme para tomar mis cosas - ¡Si ves algo que se mueve entre el pasto avísame inmediatamente, tal vez se convierta en la cena! – ella asintió con su cabeza con cara de pocas esperanza y volvió a cerrar los ojos para seguir durmiendo, yo arroje mi montón de ropa en forma de almohada en el suelo y me tendí con una pequeña manta encima para protegerme del frío y cerré mis ojos para intentar dormir.

- “Era un edificio alto, podía ver a una joven asomada por el balcón del tercer piso pidiendo ayuda desesperadamente, las bombas caían por los alrededores derrumbando estructuras, miré hacia atrás y un grupo de terroristas encapuchados venía corriendo directamente hacia mí, salí corriendo y entré al edificio, las escaleras de servicios estaban al lado izquierdo de la recepción, subí por ellas a toda velocidad para rescatar a la joven que estaba atrapada en el tercer piso, llegué hasta la puerta y con una patada la derribé irrumpiendo dentro del apartamento, escuche una voz familiar que gritaba despavorida desde el fondo de un corredor el cual recorrí a toda prisa hasta que llegué al balcón donde estaba la joven, un terrorista la sostenía por su cuello amenazándola con un cuchillo - ¡Déjala ir! ¡Arreglemos esto tú y yo! – Le dije en voz alta llena de Odio, el dijo algunas cosas y lanzo de un empujón la joven a un lado y se colocó en posición de lucha sin soltar el cuchillo, tomé mi cuchillo y comenzamos la lucha a muerte, el se acercó intentado apuñalarme pero lo tome por el brazo jalándolo hacía mí y pude acertarle un puñetazo en el rostro y al momento que comenzó a retroceder lo corte en el pecho con mi cuchillo, el se miro la herida y comenzó a gritar a la vez que se abalanzaba sobre mí pero no justo cuando me caía encima levante mi cuchillo y pude atravesarlo por su abdomen a la vez que sostenía su mano armada, Abrió los ojos y miro fijamente entre los míos hablando en su idioma, luego se levanto con el cuchillo clavado en su abdomen y saco una pistola que llevaba escondida y apunto en dirección a la joven que permanecía en el suelo aterrada llorando y gritando y” - … terminé abriendo mis ojos mirando el cielo estrellado tendido al pie de la roca en medio de la pradera - ¡Demonios, Otra Pesadilla! -  Sentía que mi corazón latía con fuerza, parecía que realmente había estado luchando con ese sujeto, me incorporé velozmente y revisé mi reloj – ¡Cuatro y treinta am! – Tomé la linterna que había dejado cerca y comencé a inspeccionar el lugar para cerciorarme que todo estuviese bien, miré a Anna que seguía durmiendo cubierta con todo lo que había en el sidecar para resguardarse del frío - ¡Todo está tranquilo! – dije en voz baja, volví a mirar el reloj para cerciorarme que efectivamente había visto la hora correcta, estiré mis piernas un poco para que la sangre circulara mejor y me puse en pie a esperar que comenzara a salir el sol,  el clima aun estaba congelado por lo que tomé la manta y la pasé alrededor de mi cuello para continuar dándome un poco de calor, comencé a recoger mi cosas y las coloqué de nuevo en el asiento trasero de la moto, de pronto Anna comenzó a moverse dentro del sidecar buscando una posición más cómoda para el descanso, la observe detenidamente y contemple su hermosura por unos minutos, acomodé algunas prendas sobre ella para cubrirla bien del frío y volví a mis cosas mientras el sol comenzaba a asomar sus primero destellos de luz. - ¡Hermoso amanecer! - Subí a lo alto de la roca para contemplar la salida en primera fila, tomé asiento y me relaje un rato esperando que se calentara el clima para espantar el frío. Estuve sentado contemplado el amanecer por algunos minutos hasta que el sol comenzó a irradiar calor que la brisa hizo llegar hasta donde estaba, me puse en pie sobre la roca y observe toda la pradera desde lo alto que se había teñido de Naranja a medida que el sol iba tomando altura en el horizonte, me di la vuelta para descender y calentar el motor de la Harley para emprender el largo camino, sabía  que al atardecer deberíamos estar llegando a la orilla del bosque, si la moto no dejaba de funcionar antes. Me paré de un lado y aplique la palanca de encendido lo que hizo que el motor se pusiera en marcha al primer intento, Anna Se despertó un poco asustada por el movimiento y el ruido del proceso - ¡Tranquila, es hora de irnos! – se incorporó en el asiento del Sidecar y luego se dispuso a salir para caminar hasta el rio que no estaba muy lejos para asearse un poco, me apresuré a ayudarla a salir del compartimento, se puso en pie aun temblorosa por el dolor que sentía a causa de los golpes que había recibido, aun así hizo el esfuerzo y caminó hasta el rio y se inclino en la orilla para tomar agua con sus manos y lavar su cara mientras yo permanecía detrás de ella vigilante, una vez que terminó la acompañe de regreso y la ayude a subirse de nuevo al sidecar, tomé los envases para el agua y los llené nuevamente, regrese a la motocicleta que ya había calentado y emprendimos el viaje. - ¡Gracias Richard! – Dijo con la voz un poco más clara y fuerte - ¡No hay de que! ¡Me alegra mucho que ya puedas hablar mejor! - ¡A mí también me alegra, casi muero por no poder hablar cuando te vi la otra noche! – Recordé que a duras penas había podido levantar su mano para pedir ayuda y que por poco le disparo - ¡Es cierto, Gracias a Dios mi instinto nunca falla! – Ella me miró con una sonrisa en el rostro en señal de agradecimiento - ¡Estoy Hambrienta, Richard, Necesito comer algo! ¡Mi barriga esta rugiendo como un león y me siento débil! - ¡Solo quedan algunas galletas de mermelada de fresa, deben estar en el fondo del sidecar, puedes comerlas! – Ella abrió sus ojos asombrada y comenzó a buscar las galletas, una vez que las encontró no demoró mucho en comerlas, colocaba varias unidades en su boca y masticaba con dificultad a causa del tamaño de las galletas – ¡Despacio, Anna! No se irán a ningún lado – ella sonrió con la boca llena mientras hacía el intento de tragar todo lo que había masticado, noté que los moretones que tenía en sus ojos había comenzado a aclararse levemente, extendí mi mano y doble el retrovisor para que ella pudiera ver su rostro en el espejo. Comenzó a examinarse la cara a la vez que seguía comiendo, soltó algunas lagrimas, tragó lo que tenía en la boca y me miro - ¡Te debo la vida, Richard! ¡Nunca podré pagarte! – ¡No digas eso, cariño! Nadie le debe nada a nadie, solo espero hice lo que tenía que hacer - ¡No todos hacen lo que se debe hacer! ¡Mírame! - ¡Entiendo lo que dices! Pero estamos hablando de dos cosas diferentes, Anna. ¡Por cierto! ¿Qué fue lo que sucedió? – Ella agachó su cabeza y pensó por un minuto, colocó algunas galletas en su boca y comenzó a relatar lo que había sucedido: - ¡Cuando comenzó el ataque estaba en mi casa lavando la ropa y tendiéndola en la parte trasera en donde tengo el colgadero, escuche un ruido que se acercaba y pude ver que pasaron unos aviones y soltaron las bombas, por un momento pensé que caerían encima de mi casa, me aterré y Salí corriendo hasta la parte de afuera para evitar morir pero cuando llegué ahí, vi que venían esos bastardas disparando por el medio de la calle, soltaban ráfagas de balas en todas direcciones asesinando a todos los que estaban afuera de sus casas, intenté retroceder pero sentí que alguien me tomó fuertemente por la cintura y me cargó, comencé a lanzar patadas y puñetazos para defenderme pero un segundo sujeto comenzó a golpearme en la cabeza y en la cara con sus puños lo que hizo que perdiera la noción de las cosas pero aun me mantenía despierta. Luego llego un camión militar y el sujeto que me llevaba cargada me lanzó a la parte de atrás y otros que ya estaban arriba me arrastraron por la plataforma hacia el interior, había algo filoso en el suelo y me arrastraron sobre eso, yo iba de espaldas y ellos me jalaban por un brazo, sentí como se desgarraba mi piel pero estaba muy aturdida por los golpes y no podía defenderme, ellos tomaron una cuerda y ataron mis manos y pies, cuando sentí que me amordazaban comencé a patearlos y pegarles puños, pero uno de ellos me golpeó nuevamente con sus manos y el otro comenzó a pegarme con la rifle que llevaba hasta que perdí el conocimiento, pero no por mucho tiempo, desperté encerrada en la parte trasera de ese camión rodeada de cinco sujetos que estaban hablando Árabe y reían a carcajada,  de vez en cuando se levantaba y sacaban sus armas por unas ventanillas y disparaban, yo comencé a gritar y a llorar, les pedía que me dejaran ir, que no me hicieran daño, pero ellos me miraban a través de sus túnicas y reían a todo pulmón, uno de ellos se acercó y se sentó sobre mi barriga, y comenzó a tocarme los senos y a golpearme la cara mientras los otros observaban y reían, uno de ellos llevaba un cinturón envuelto en la mano y me pegaba cada cierto tiempo por todo el cuerpo, Gritaba y me movía con fuerza pero el sujeto era muy pesado y me impedía hacerlo, el otro sujeto terminó de atarme las manos y sostenía la curda estirada para que mis brazos quedaran por encima de mi cabeza, el otro comenzó a darme golpes en la boca con sus manos, de pronto escuché un estruendo enorme y sentí un impacto que hizo volar al camión entero por los aires, impactamos en tierra aparatosamente,  uno de ellos cayó sobre mí y luego me desmayé. Cuando desperté no había nadie en el camión, vi que estaba bañada en sangre y que la puerta trasera del camión estaba abierta, intente asimilar lo que había pasado y supuse que me habían dado por muerta, de hecho uno de ellos yacía muerto a pocos centímetros de mí - ¡Santo Dios! ¿Una Bomba los hizo volar por los aires? - ¡No lo creo! Cuando logre desatarme las manos, lo que pude lograr gracias a un pedazo de lamina desprendida que había quedado y luego mis pies, ya no estábamos en el pueblo, el camión yacía con las ruedas apuntando al cielo y tenía un enorme abollón en la parte delantera de la cabina, Parecía que una bala de camión antigua extremadamente grande nos había impactado, los que conducían también estaban muertos - ¿Un Abollón? ¡Qué extraño! ¿No te fijaste en nada más? - ¡No Richard, como viste a duras penas pude caminar, pasaron horas y solo pude avanzar unos cincuenta metros de distancia, luego vi que otro camión se acercaba y me lancé al pasto para ocultarme, revisaron el lugar en donde había quedado el camión y luego lo engancharon en la parte trasera del otro y se lo llevaron arrastrado, luego me volví desvanecer entre el pasto hasta que el sonido del motor de tú moto me despertó, vi que pasaste cerca de donde estaba tirada pero pasaste de largo, luego te detuviste lo que me dio fuerzas para acercarme y pedirte ayuda, caminé como perro para llegar hasta donde me encontraste - ¡Un verdadero Milagro, Anna! - ¡Si, así lo he estado definiendo! - ¿Tu familia? ¿Dónde está? - ¡No tengo familia, mis padres fallecieron hace años y no estoy casada, vivía sola en casa y trabajaba en la tienda de conveniencia que estaba cerca de la estación de servicio! - ¿En serio? ¡Yo solía comprar allí! No recuerdo haberte visto antes - ¡Si frecuentabas la tienda de noche de seguro ya nos habíamos visto! - ¡Lo dudo, Anna! Luego que salí del Ejército mantuve la costumbre de dormir antes de las 10 pm y despertar apenas salía el sol - ¡Ya lo creo! Esta mañana te vi sobre la roca contemplando el amanecer - ¡Si, a veces lo hacía en casa con mi hija! La asesinaron y… - ¡Si, Richard! Ya me lo contaste ¿Recuerdas? - ¡Lo recuerdo! Es solo que no puedo sacármela de la mente, he tenido pesadillas estas últimas noches - ¡No se podía esperar menos señor Richard! ¡Una pérdida de ese tamaño no se cura fácilmente! ¡Solo el tiempo ayudará! – Agache mi cabeza entristecido mirando fijamente la rueda delantera de la moto que avanzaba lentamente por la pradera, la historia de Anna era sorprendente, y definitivamente Dios la Salvó de las garras de esos bastardos, de lo contrario su fin hubiera sido igual o peor que el de Alicia, Me alegró mucho saber que pudo sobrevivir. - ¿Está seguro que no quieres galletas? ¡Las comeré todas si no te decides ahora! – Noté que Anna sonreía con su brazo estirado ofreciéndome las galletas - ¡Está bien! Pero solo comeré una – Tomé la galleta y la comí de un solo bocado para no sentir mucho el sabor que dejaban en mi boca -¡Ya sé que no le gustan Señor Richard, pero es cuestión de supervivencia! – La miré por un segundo mientras ella continuaba riendo con sus labios un poco menos hinchados, Además vi que las marcas que tenía en las muñeca también habían comenzado a aclararse levemente - ¿No tienes hijos? – Pregunté para romper nuevamente el silencio - ¡No, señor Richard! ¡De hecho tampoco tengo novio! - ¡Una chica tan hermosa como tú! ¿Sola? Eso es difícil de creer, Anna! – Deberías Creerlo, hace algunos años tuve un Novio, iba a casarme con él pero unos meses antes de la boda lo conseguí acostado con su mejor amigo, me decepcioné y decidí quedarme sola - ¡Lo Siento mucho, Anna, No sabía que…! - ¡No te Preocupes, eso fue hace años! – La mire apenado mientras ella tenía la vista clavada en la pradera, vi como el viento hacía volar sus cabellos rubios que rápidamente me recordaron a Alicia - ¡Se que hay alguien esperando conocerte y te hará feliz! - ¡Yo también tengo las esperanzas de que llegue alguien, pero mientras tanto solo vivo mi vida al máximo! O eso intentaba hasta que llegaron estos dementes – Aquellas palabras sonaron dolorosas, note que salían algunas lágrimas de sus que secó con su antebrazo.

La tarde había comenzado a caer, algo que esperaba con ansías, a lo lejos se había comenzado a divisar el borde del bosque, el clima comenzó a cambiar rápidamente y una fría brisa comenzaba a azotarnos, miré a Anna y noté que se había cubierto con las prendas que estaban en el sidecar - ¡Ya falta poco! Al finalizar la tarde deberíamos estar entrando al bosque – Ella me miró y sonrió, luego se quedó pensando en algo por unos segundos y cuando estuvo a punto de pronunciar las palabras se detuvo y arrepintiéndose volteó su mirada a la pradera nuevamente - ¿Qué Querías preguntar? - ¡Nada, solo quería saber si tenías frío! - ¡No, ya estoy acostumbrado a este clima! ¡Pero dudo mucho que fuese eso lo que querías saber! – No Dude Mucho señor Richard, por lo general no me cuesta preguntar - ¡Eso espero, de ahora en adelante somos un equipo, la comunicación debe ser una prioridad! – Ella me miró y volvió a mostrar su sonrisa a la vez que se acobijaba hasta el cuello, no dejaba de recordarme a mi hija, eran muy parecidas, Alicia nunca tuvo ningún inconveniente en decir lo que sentía sobre todo cuando le molestaba algo, a veces pasaba por imprudente al decir directamente y sin muchos atajos las cosas. Miré el panel de instrumentos de la motocicleta y el indicador de la Gasolina marcaba un poco menos de la mitad, hice un cálculo rápido de la distancia que nos quedaba por recorrer y supuse que apenas alcanzaría para llegar al bosque y que luego tendríamos que cargar las cosas y caminar hasta conseguir un lugar adecuado para acampar, me detuve por unos minutos y pague el motor para que descansara un poco mientras estiraba las piernas, ya podía sentir que las rodilla me reclamaban la horas en la misma posición, Anna me miró con cara de preocupación y pregunto: - ¿Sucede algo, Richard? - ¡Oh no, nada! Es solo que necesito darle algo de descanso a mis rodillas y a mi espalda. Sufro de Artritis - ¡Entiendo! ¿Podrías ayudarme a salir de aquí? También me gustaría estirar un poco mi cuerpo, ¡ya siento que calambres! – ¡Por supuesto! – Me incline par que ella tendiera sus brazos alrededor de mi cuello para luego ayudar a levantarla, mire su espalda y note que había sangrado un poco por la herida - ¡Estás sangrando nuevamente! – Ella tendió su mano hasta el lugar y palpo explorando la herida y luego se miro la mano - ¡Tienes Razón! ¡Había olvidado por completo que estaba ahí! – recogió un poco la camisa que le había colocado y la enrolló justo debajo de sus senos dejando descubierto su abdomen y la parte en donde tenía la herida,  aun se podían ver los golpes que le había propiciado y en algunos lugares de su espalda había marcas de un cinturón, lo que confirmaba la historia que había contado, ella se dio la media vuelta dándome la espalda - ¿Podrías colocar más cinta adhesiva? - ¡Claro, intenta quitarte esa que tienes puesta sin jalar muy duro para evitar que se abra nuevamente y sangre mas mientras yo busco algo para limpiarte y volver a colocarte más cinta – Ella siguió mis instrucciones mientras intentaba recordar en donde había colocado la cinta que había sobrado, revise rápidamente entre las cosas que llevaba atadas en el asiento pero no la pude ubicar, luego miré rápidamente dentro del sidecar y noté que estaba en el fondo de todas las cosas que estaban allí dentro, la tomé y luego con un poco de agua limpie la herida y le volví a colocar la cinta adhesiva - ¡Listo, como nuevo! - ¡Gracias, eres un excelente doctor! – Sonreí un poco y luego me aleje del lugar para caminar un poco pero manteniendo una distancia prudente, eché un ojo por los alrededores en búsqueda de algún peligro pero todo estaba en orden, miré al cielo y vi que algunas nubes grises comenzaban a acercarse rápidamente lo que anunciaba lluvia, mire hacia la moto y vi que Anna estaba haciendo una especie de ejercicios para estirar sus músculos, regresé rápidamente al lugar en donde se encontraba - ¡Tenemos que irnos, se aproxima una lluvia! – Ella miró al cielo y asintió con su cabeza y luego comenzó a meterse en su lagar para continuar el viaje, encendí la motocicleta y emprendimos el camino pero esta vez iba un poco más veloz, no quería que esa lluvia nos cayera encima con este frio, podríamos enfermar y no contábamos con ningún tipo de medicinas, si llegamos al bosque podremos ingeniar algo para cubrirnos. Aceleré lo más que pude y vi que Anna se aferraba fuertemente dentro del sidecar a la vez que miraba la rueda sin caucho salta bruscamente - ¿No crees que es peligroso ir a esta velocidad? - ¡Prefiero que salten algunas piedras antes que tengamos que mojarnos en la lluvia! Si enfermamos estaremos fritos – Ella me miró por un segundo a la vez que hacía el intento de aferrarse fuertemente, había cubierto su cabeza con pantalón para evitar que las piedras le hicieran daño en el rostro. Llegamos a un punto en la Pradera en el que había un camino de tierra libre de pasto, dirigí la moto para tomarlo y noté que habían huellas de vehículos lo que hizo me preocupo un poco nuevamente, decidí seguirlas porque de seguro marcaban la ruta más acertada para entrar al bosque pero no tenía intensión de seguirlas una vez que estuviésemos dentro, mi plan era desviarme del camino y buscar un lugar seguro para hacer un refugio improvisado y encender fuego para pasar la noche lo más calientes posibles, sabía que la temperatura en el bosque descendía más de lo normal. No te que nos acercábamos rápidamente al bosque pero que las nubes grises ya había cubierto toda la pradera y amenazaban con iniciar la descarga de agua - ¡Debemos hacer algo para cubrirnos, Anna! ¿Crees poder ayudarme? – Ella me miró y dijo levantando la voz para que pudiera oírla, pues el viento dificultaba que se escuchara bien - ¡Claro que si, Capitán! ¡No estoy inválida! – le sonreí un poco y volví a clavar la mirada en el camino. El sol ya había sido cubierto completamente y la tarde ya comenzaba a hacerse noche, quedaba un poco menos de dos kilómetros para llegar, el bosque podía verse desde ese lugar, acelere aun mas para llegar con algo de luz y poder trabajar mejor en el refugio.

Llegamos al borde al final del camino y las huellas de los neumáticos, había un enorme tronco y una piedra arrojada justo al borde del bosque encima de la huellas, supuse rápidamente que eran para ocultar la entrada por ese lado, descendí de la moto y me acerque al tronco para echarlo a un lado y poder pasar con la moto que aun funcionaba pero no pude, era muy pesado, luego intente mover la roca y a duras penas la hice rodar a un lado, tuve que hacer un esfuerzo tremendo y sentí que casi se me salen los ojos de la cara - ¡Rayos! ¡Si que está pesada! – Anna me miraba desde la motocicleta con cara de angustia - ¿Estás bien? – Me preguntó mientras regresaba a la motocicleta para introducirla en el bosque - ¡Si, un poco cansado pero bien! – Le dije a la vez que intentaba recobrar el aliento. Ella notó que mi cara se había tornado roja y que me faltaba el aire - ¡Parece que vas a sufrir un infarto! ¿Seguro que estás bien? - ¡Todo orden, Anna, Andando! – Puse en marcha la moto y entramos al bosque, avanzamos por unos minutos hasta llegar a un claro, pasé en medio pero me pareció que no estábamos muy cubiertos de las nubes y decidí seguir avanzando, al poco tiempo pude ver una pared pequeña de arbustos justo en medio del camino que aun seguía marcado, me detuve y me acerque a pie para inspeccionar mejor, se trataba de un enorme hueco con una caída de unos veinte metros aproximadamente que estaba cubierto por los arbustos, dispuesto como si fuese una trampa natura - ¡Si no me hubiese detenido, estaríamos en el fondo de esto! – Anna me miró con cara de dudas - ¿Qué hay? - ¡Una caída mortal, los arbustos están tapando un hueco que hay en ese lugar, pero se me ocurre que si logramos bordearlo podemos acampar del otro lado y lo usaremos como trampa para cuidarnos de los oso y demás animales! – Ella asintió con su cabeza y me hizo señas para que siguiéramos. Comencé a bordear el hueco y hasta vi dos árboles que estaban lo suficientemente cerca uno del otro como para construir un techo y poder cubrirnos, me acerqué con la moto y justo en ese momento el motor se detuvo por si solo - ¡Había tardado en hacerlo, se acabo el combustible! – Anna miró la moto entristecida - ¡La voy a extrañar! - ¡Yo También! ¡Manos a la obra, ve recolectando leña para hacer fuego mientras yo improviso un techo con estos árboles, no te alejes mucho, recuerda que hay peligros! – Ella descendió de la moto y comenzó a examinar detalladamente el lugar  a medida que caminaba lentamente, saque una cuerda que llevaba y tejí una especie de maya de huecos grandes, luego conseguí ramas y hojas de los árboles y las entretejí en la maya haciendo una especie de techo, lo sujeté fuertemente entre los dos árboles y luego hice una especie de caída en la parte de atrás para permitir que el agua escurriera y no quedar acumulada en las hojas del techo, clave unas estacas en el suelo y sujete el techo con mas cuerda para que la brisa no lo arrastrara.  Saque de mi bolsillo la caja de cigarrillos, tomé uno y comencé a frotarlo entre mis manos para que saliera el tabaco y usarlo como yesca para encender el fuego, miré por los alrededores pero no pude ver a Anna - ¿Estás Bien? – Grité para saber en donde se encontraba - ¡Si, ya voy de regreso! – Venía desde la parte de atrás con los brazos llenos de leña, me acerque para ayudarla - ¡Excelente! ¡Qué rápido hiciste eso! – Exclamo sorprendida por lo que había hecho con el techo – ¡No fue nada, en el ejército lo hacíamos más rápido quedaba mejor, he perdido practica pero como verás el conocimiento sigue intacto! - ¡Eres mi Héroe, Richard, Quedó esplendido! – Justo en ese momento comenzaron a caer las primeras gotas de agua, rápidamente sacamos las cosas del sidecar para cubrirnos y resguardarnos del frío, el resto de las cosas las encerré completamente en el bolso de exploración para que no se mojaran y luego comencé a encender el fuego, por fortuna el yesquero nos facilitó el trabajo, encendí la yesca y colocamos la leña encima para que comenzara a arder, abanicamos un poco y el fuego comenzó a tomar altura - ¡Debemos alimentarlo constantemente Anna! La lluvia podría apagarlo si lo descuidamos – Ella asintió y comenzó lanzar trozos de madera pequeños cada cierto tiempo para que la llama se mantuviera lo más grande posible a medida que el aguacero caía en el bosque incrementando el frío en el ambiente. Tomé las linternas y le di una a Anna para que pudiera ver en la oscuridad y la otra me la quedé para poder ver también, tomé el arma de mi cintura le quite el seguro y la cargué, la mantuve cerca para reaccionar rápido en caso de que un oso u otro animal decidiera molestar, sin duda alguna terminaría siendo la cena aunque me preocupaba más el hecho de que un oso pudiera atacarnos.

La noche había caído en el bosque, Anna estaba literalmente Congelada al igual que yo lo que nos hizo sentarnos muy cerca uno del otro para darnos calor corporal, la lluvia había cedido un poco pero aun continuaba cayendo, Gracia a Dios el techo no había permito que nos mojáramos lo que ya era bastante bueno, una bronquitis sería fatal sin ningún tratamiento disponible, de pronto Anna Recostó su cabeza sobre mi hombro y comenzó a cerrar sus ojos por el cansancio - ¡Tengo sueño pero los nervios de estar aquí no me dejan Dormir! - ¡No te preocupes, descansa! Yo vigilaré esta noche y descansaré un poco en lo que salga el sol - ¡Eso intento, pero no puedo! ¡Hace mucho frio! – Incliné mi cabeza sobre la de ella y la abracé para transmitirle más calor, noté que sus manos estaban congeladas, así que las coloqué debajo de mis brazos, entre mis axilas que se mantenían calientes aun - ¡Gracias! Se siente mucho mejor – La miré sonriendo un poco y esperé a que se durmiera a la vez que contemplaba como la lluvia iba perdiendo fuerza y las nubes se iban disipando dando paso a un cielo estrellado hermoso, comencé a recordar nuevamente a mi pequeña Alicia – “¡Donde quieras que estés, nunca te olvidare hija mía!” – pensaba en voz baja recordando cosas y momentos vividos, agregué un poco más de leña al fuego para que tomara fuerza e hiciera un poco de humo para espantar los insectos que a causa de la lluvia habían comenzado a salir y nos atacaban ferozmente. Había algunas luciérnagas por el lugar y recordé que cuando era niño solía capturarlas para encerrarlas en un frasco de Vidrio y luego las agitaba para que alumbraran y hacer mi propia linterna, algo que le había enseñado también a Alicia pero ella me decía que era muy cruel, que las luciérnagas de seguro estarían sufriendo dentro de ese frasco. Era una Protectora de la naturaleza, una vez llegó a casa con 4 cachorros de perro que consiguió en la basura, dijo que algún despiadado se había deshecho de los animales y los había dejado abandonados, ella los recogió y los alimento por un tiempo y cuando estuvieron más grande se aseguro de conseguirle hogar a cada uno de ellos. Su instinto maternal estaba muy bien desarrollado a su corta edad, algo que había heredado de su madre y probablemente de su abuela, aunque no llegué a conocerla en vida, mi esposa contaba que se había dado la tarea de recoger a niños de las calle y les daba hogar y comida hasta que pudiera reubicarlos en familias. Miré a Anna que se había quedado dormida con sus manos entre mis axilas e intenté colocarla en una posición más cómoda para que descansara mejor pero al ella volvió a colocarse como estaba, se aferraba a mí con fuerza en búsqueda de calor, la miré por unos minutos hasta que se quedó quita nuevamente y no volví a molestarla más, eché unos trozos más de leña en el fuego y me incliné hacia atrás recostándome de uno de los árboles para poder darle reposo a mi espalda que ya comenzaba a quejarse también. No me había dado cuenta de lo rápido que pasan los años y lo estropeado que estaba mi cuerpo, de pronto aviste entre un arbusto un par de ojos, encendí mi linterna para alumbrar hacia el lugar y vi que era un jabalí, de tamaño mediano, me quité de encima a Anna lo que hizo que se despertara, le hice seña para guardara silencio mientras apuntaba hacia el arbusto, ella miró los ojos destellantes del animal entre el arbusto y puso cara de asombro, luego me miro adivinando mis intenciones y me hizo seña para que lo atrapara. Me puse en pie sin emitir ningún sonido y me fui acercando lentamente hasta el arbusto con mi cuchillo de carnicero en la mano, cuando estuve lo suficientemente cerca del arbusto di un brinco en forma de clavado y caí sobre el animal para impedir que escapara, emitió un sonido infernal, lo abrace por el cuello y clave el cuchillo justo en sus costillas, luego retiré el cuchillo aun sosteniéndolo por el cuello a la vez que el animal daba lucha y lloraba fuertemente, di un giro y lo aferre también con mis piernas ejerciendo presión para que no se soltara y volví a enterrar el cuchillo en sus costillas un poco más debajo de donde lo hice la primera vez, el cerdo gruño y lucho por unos minutos y luego murió - ¡Me levante todo bañado en sangre, estire mi cuerpo y sacudí un poco el barro que se me había pegado en el cuerpo, tomé al cerdo rápidamente y me aleje del campamento para destriparlo lejos del lugar en que estábamos, de manera que si un lobo o un oso olía la carne no llegara directamente hasta el campamento, destripé al animal y luego lo temé por una pata y regresé para cocinarlo. Cuando llegué Anna estaba sentada esperándome, se asombro mucho por el estado en que había quedado por la lucha con el animal - ¡Al menos valió la pena! – Dijo a la vez que miraba al cerdo con la misma hambre con la que yo lo había matando, sonreí y comencé a hacer un asador con algunas ramas que aun quedaban, no tenía intención de esperar para comerlo. Dos horquetas que enterré en el suelo encima de la fogata a una distancia prudente y una rama con la que atravesé el cerdo de cabeza a rabo bastaron para que lo pudiera colocar encima del fuego, nos sentamos alrededor de la cena a la vez que la pinchábamos   para que se cocinara bien, las llamas se reflejaban en los claros ojos de Anna que contemplaba al cerdo con la mente en algún lugar de sus recuerdo, permanecía callada, esperando pacientemente poder hincar los dientes sobre la cena que tanto nos hacía falta, gracias a Dios aquellas latas de maíz y champiñones nos dieron algo de fuerzas para soportar el largo viaje - ¿Te gusta el cerdo bien cocido o término medio? – Le dije en voz suave para quebrar el silencio que se había apoderado del lugar dejando solo el sonido de las brasas que estallaban suavemente a medida que la grasa que soltaba la carne caía encima de ellas - ¡Sinceramente no acostumbro a comer cerdo, señor Richard! Intento mantener una dieta sana y libre de grasa, pero después de todo esto mi cuerpo está pidiendo a gritos esa carne. No tendré problemas para comerme al menos la mitad del cerdo - ¿La mitad? Son 15 kilos de carne para ti sola ¿Crees Poder con todo eso? – Ella sonrió a la vez que recogía sus piernas para apoyar sus brazos y cabeza, El cielo se había despejado totalmente después de soltar el torrencial que dio paso a una noche tranquila, el suelo del bosque se había vuelto fangoso lo que dificultaba caminar sin resbalar, me incorporé un poco sin levantarme y m acerque al cerdo, tomé mi cuchillo y le hice un corte a unas de las piernas traseras lo suficientemente grande para que pudiéramos comenzar a comer los dos, Anna cambió el rostro inmediatamente y noté como su mirada se tornaba brillante por el deseo de comer aquel trozo de carne, le acerqué el cuchillo la deje degustar de la cena, que devoró con gran rapidez a la vez que sonría después de dar cada mordisco - ¡Esto Sabe a Gloria Richard! – Exclamó mientras yo la veía y sentía una gran satisfacción por haber saciado el hambre, esperé pacientemente a que terminara y luego corte carne y comencé a comer - ¡Alcanzara para un par de días! Apenas salga el sol nos concentraremos en el refugio – Le dije mientras ella miraba como yo comía. Apenas terminé de comer comencé a bajar el fuego de la fogata para que la carne se cocinara lentamente el resto de la noche y no perder lo que quedaba, Anna se acurrucó al pie de uno de los arboles cubriéndose con la ropa y cerró los ojos para descansar, sabía que me tocaba velar el resto de la noche para evitar los peligros que pudieran acecharnos así que sin pensarlo mucho volví a tomar mi arma y mi linterna y me recosté sentado al pie del otro árbol a esperar que saliera el sol – “¡Mañana será un día muy duro!” - 


Capítulo III – Nueva Vida

La mañana había comenzado más rápido de lo normal, Cristian y Scot habían comenzado desde muy temprano a trabajar en la ampliación del depósito para organizar por completos las armas que habíamos traído de la caja metálica y que habíamos dejado arrumadas en una esquina de la sala de la casa, los antibióticos que encontramos en el compartimento había ayudado a la recuperación de Raishell, ya podía caminar con más Fluidez a pesar del dolor que le ocasionaban las heridas que ya habían cicatrizado bastante. Me faltaba poco para terminar la cama de Scot y la mía, Raishell se había adueñado de la única que quedaba disponible en el Cuarto de huéspedes, con solo ajustar algunos tornillos en los marcos que sostendrían los colchones y aplicar lija para luego pintarlas con un barniz que Cristian tenía guardado entre las cosas que había traído del pueblo, quedarían listas. No podía quitarme de la mente los códigos y coordenadas que habíamos extraído del mapa dibujado en la tabla que encontramos en la caja, Raishell había dicho que ese mapa debía ser entregado a unos Ex militares que estaban reunidos en el refugio donde se estaba reagrupando la alianza, lo que me hizo suponer que solo ellos podrían descifrarlos, a pesar de haber estado en el ejército, nunca tuve la oportunidad de aprender a leer los mapas y las especificaciones para la ubicación de las tropas y bases, evidentemente me comenzaba a arrepentir de no haber prestado más atención a ese pequeño detalle. Salí del baño y me dirigí hacía la cocina para desayunar pero ya Raishell se me había adelantado - ¡Buenos días enfermero! ¿Un poco tarde hoy? - ¡Hola Raishell! ¡Si, anoche no pude dormir muy bien! Me quedé hasta tarde intentando entender el mapa pero no logré nada - ¡Olvídalo! Sabes que solo un estratega militar puede saber de qué se trata, cuando nos reunamos con la alianza nos informaremos – Entiendo, solo quería adelantarme un poco ¿Dónde están los muchachos? - ¡En el depósito, ya les falta poco para terminar! Ve a decirles que el desayuno está listo, por favor - ¡Por supuesto! – me acerqué a la entrada y abrí la puerta, comencé a estirar mi cuerpo y eche un ojo como de costumbre al paisaje, vi hacía la sima de los árboles que conformaban el bosque, frote mis ojos para asegurarme que no estaba viendo alucinaciones y volví a mirar detenidamente - ¡CRISTIAAANN, VEN A VER ESTO! – Grité a todo pulmón a la vez que sentía un frío recorriendo mi espalda - ¿Qué Rayos sucede, Enfermero? – Cristian se paró a mi lado y comenzó a observar lo que estaba señalado con mi dedo, una hilera de humo salía de entre los árboles, justo a la mitad del bosque, la expresión de buen humor desapareció inmediatamente de la cara de Cristian - ¡Maldición Enfermero, Tenemos visita! – Exclamó con voz de rabia, en ese momento Raishell salió de la casa hablando como una madre regañona - ¡John! ¡No se supone que…! ¿Qué demonios es eso? – había quedado igual de asombrada que nosotros cuando puedo observó el acontecimiento, se acercó hasta donde estábamos parados y se quedó mirando en silencio la hilera de humo que salía de la copa de los árboles

Raishell: - ¡Santo Dios! –

Exclamó ella con voz de resignación y siguió mirando en silencio al igual que Cristian y yo

Cristian: - ¡Debemos hacer algo enfermero! –
John: - ¿Qué se supone que hagamos? –
Cristian: - ¡No lo sé, supongo que debemos ir a investigar! –
John: - ¡No sé porqué rayos sabía que dirías eso! –
Raishell: - ¡Esperen un momento muchachos! ¡No se irán y me dejaran sola! –

Cristian y yo volteamos a mirarla al mismo tiempo mientras ella permanecía parada en la entrada de la casa con sus brazos cruzados y una espátula de cocina entre sus manos con una mirada que reflejaba descontento - ¡No estrás sola, Scot se quedará contigo! – Ella me miró entre cerrando los ojos y luego me hizo burla de lo que le había dicho.

Comenzaba a pensar que la situación era más preocupante de lo que se veía y que quizás Raishell tenía razón al quejarse pero luego de unos minutos pensando detenidamente concluí que de ser terroristas ya nos hubieran atacado, no podemos descartar nada pero era un buen indicio la fogata. Entramos a la casa escuchando las quejas de Raishell sin darle mucha importancia, con lo poco que la conocíamos ya habíamos descubierto que cuando se asustaba solía ponerse intensa, recogimos nuestras armas que estaban en la esquina de sala y salimos para ir a investigar lo que sucedía, Scot también tomó un arma pero apenas pudo terminar de tomarla en sus manos cuando Cristian se la quitó - ¿A dónde crees que vas? - - ¡Quiero ir con ustedes! - - ¡De ninguna manera! ¡Tienes que Cuidar a Raishell! – Me acerqué hasta el muchacho y lo llevé afuera para darle algunas instrucciones en caso de que sucediera algo y disipar un poco la discusión con Cristian - ¡Debes permanecer atento, entren a la casa y cierren todo cuidadosamente! ¡Cada cierto tiempo observa a través de la ventana, si nos pasa algo enviaremos una señal! - - ¿Por qué debo quedarme? ¡Yo quiero luchar con ustedes! - - ¡No iremos a una lucha, solo investigaremos! Además Raishell te necesita aquí para que la ayudes con los oficios mientras no estamos, ¡No tardaremos! – El muchacho agacho su cabeza resignado y entró a la casa con Raishell, Cristian salió y cerró la puerta asegurándola por fuera mientras que Raishell observaba con cara de preocupación por la ventana - ¡Cuídense Chicos, Aquí los espero! – La miramos por un segundo y emprendimos el descenso por el sendero.

Se notaba el descontento en la cara de Cristian, sus ojos parecían dos bolas en llamas - ¿Qué te pasa, vaquero? – Me miró un segundo y luego aceleró el paso para colocarse en frente de mí - ¡No me gustan que invadan mi propiedad, es todo! – - ¡Lo imaginé, grandulón! – cargué mi arma, ajuste la mira y la volví a colocar sobre mi espalda, esquive algunas rocas con las que siempre me tropezaba pero que ya había logrado controlar su ubicación, Cristian dio un brinco y cayó en pie al final del sendero para comenzar a atravesar el bosque en dirección del hoyo, tomó su arma y la cargó a medida que avanzábamos lentamente y volvió a colocarla sobre su hombro - ¡Debemos separarnos, enfermero! Ve por la derecha rodeando desde lejos el hoyo, yo haré lo mismo por la izquierda, ensúciate un poco para camuflajearte  - ¡Ok, ten cuidado! Nos vemos en el centro – - Ok, enfermero – Nos separamos en ese momento tal como lo planeamos.

Observaba minuciosamente los alrededores del bosque en busca de alguien o algo pero no veía nada, Cristian avanzaba de igual manera desde el otro extremo del camino con la intención de rodear a los intrusos, usaba los árboles para esconderme y examinaba a distancia con la mira de mi arma, Ajuste nuevamente la mira de mi rifle para cubrir mas distancia y observe en dirección al hoyo en medio del bosque y pude ver que había un techo tejido de hojas con una cuerda amarilla que lo sostenía entre dos árboles, del otro lado había un soldado parado justo en frente de una fogata con algo de carne a la que le deba vueltas, volvía a ajustar la mira del rifle y volví a enfocar al lugar, Una rubia hermosa con pijama rosados se acercaba desde el lado norte con ramas entre sus brazos - ¡Pero qué rayos están haciendo! – pensé en voz alta, parecían que estaban teniendo un día de campo en medio del bosque. Apunte hacía donde estaba Cristian y vi que estaba apuntando en dirección al lugar con su arma mientras se rascaba la cabeza, miró en dirección hacia mí haciéndome señas de que no entendía lo que estaba viendo, le hice señas para que nos acercáramos más para inspeccionar mejor lo que estábamos viendo. Comencé a avanzar de cautelosamente hasta que me acerqué lo suficiente al hoyo, me coloqué detrás de un árbol y me agache apuntando, Los dos sujetos se habían sentado juntos y estaban riendo, luego comenzaron a cortar con un enorme cuchillo la carne que estaban cocinando, por el aspecto que tenía el animal de seguro se había estado cocinando durante la noche puesto que estaba muy negro, apunté en dirección a Cristian y vi que estaba sentado en el suelo con las piernas cruzadas sin ningún tipo de protección, en medio del camino prácticamente, observando de cerca lo que hacían los sujetos que aun no caían en cuenta de la emboscada que estaban a punto de llevarse. Salí detrás del árbol y me acerque más hasta quedar detrás de otro un poco más grande, enfoque la mira y volvía apuntar en dirección de los sujetos, la mujer se había tendido en el suelo y el hombre parecía estar masajeándole las piernas, aproveche la oportunidad, le hice una señal a Cristian para que atacara y salí rápidamente para hacerles frente a ambos llegando por la espalda del soldado, me acerque a pasó rápido hasta el sujeto y le coloque el arma en la cabeza sin darle tiempo para que reaccionara - ¡Quieto! ¡No te muevas! – El hombre que permanecía agachado levanto sus mano y comenzó a temblar - ¡Tranquilo, no dispare! – Exclamó el soldado aterrorizado, vi que la Rubia tenía los ojos desorbitados, parecía que había visto un fantasma, estaba inmóvil del miedo, tomé el arma que llevaba el sujeto en la cintura y la guarde en mi bolsillo sin dejar de apuntarlo a la cabeza, Cristian venia caminando hacia nosotros con toda la paciencia que podía haber tenido, llevaba su rifle cruzado encima de sus hombros y venía comiendo una fruta que había encontrado en el piso del bosque, tomé al hombre por la camisa y lo empujé para que se tirara al piso boca abajo, la mujer seguía aterrorizada y había comenzado a llorar, la miré directo a los ojos y le pregunte con rabia: - ¿De dónde vienen? – El hombre se dispuso a responder pero en ese momento llegó Cristian - ¡Vaya, Vaya! ¿Pero que tenemos aquí?  ¡Un par de tortolos en busca de acción! – La mujer quedó aun mas aterrorizada cuando vio el tamaño de Cristian que se acercó y luego comenzó a apuntarla, aproveche el momento de susto que había ocasionado mi amigo para explorar el lugar rápidamente en busca de otras armas pero no encontré nada, Cristian había colocado un pie sobre la espalda del soldado mientras apuntaba a la mujer, tenían una motocicleta con sidecar antiguo, - ¡Es una Harley, Cristian! – Le grité emocionado a la vez que revisaba lo que había, pero solo tenían ropa y un bolso militar de exploración que reconocí inmediatamente, estaba amarrado en la parte de atrás del asiento del piloto lleno de objetos militares: Linternas, Ropa, Zapatos y una caja de municiones para la nueve milímetros que le acaba de quitar al sujeto. Volví la mirada hacia la mujer y noté que estaba muy golpeada, llena de moretones e hinchada - ¿Te encuentras bien? – Le pregunté pero ella solo asintió con su cabeza, entonces Cristian me llamó para que me acercara y me susurró al oído - ¡La mujer tiene marcas en las muñecas y en los pies! – Eche el ojo para detallar lo que me acaba de decir mi compañero, efectivamente parecía que había sido amordazada, el hombre quería hablar pero cada vez que intentaba decir algo Cristian afincaba mas el pie en su espalda impidiéndole tomar aire - ¿De dónde vienen? – Pregunté en voz alta - ¡Si tu amigo me deja hablar, te lo diré! – Le hice una señal a Cristian para que aflojara el pesado pie de la espalda del soldado, el hombre suspiro aun tendido en el piso y de pronto la mujer rompió en llanto - ¡No nos maten por favor, se los suplico! – La miré asombrado sin decir nada por unos segundos y luego le hice una seña para que se calmara – Más les vale que comiencen a hablar – Ella continúo llorando y el soldado comenzó a hablar - ¡Venimos de Ucrania, atacaron el pueblo y logramos salir con vida! – Cristian se levantó apuntando aun al par de tortolos - ¿Eres Militar, Cierto? - ¡Si, así es! – ¿Como rayos te dejas emboscar tan fácil? - ¡Llevo 6 Días sin dormir, estoy exhausto! - ¡Levántate! – Le dijo Cristian en voz de mando, el hombre se incorporó quedando sobre sus rodillas y volteo para mirar a Cristian a la vez que se espantaba, Cristian notó la reacción del soldado y arrugó la cara acercándose rápidamente al rostro del sujeto y le dijo con voz intimidante:

Cristian: - ¿Qué rayos me estás viendo? -
Richard: - ¡La cara de monstruo que tienes! -

Cristian volteo su mirada para dirigirla hacia mí, sonrió y sin volver a ver al hombre le propició una cacheta sorpresiva que lo dejó inconsciente, la mujer saltó de inmediato quedando en pie y comenzó a llorar a la vez que gritaba despavorida - ¡Déjalo, No le hagan daño por favor! ¡Haremos lo que quieran! – Cristian volteo los ojos y la miró por un instante, luego se incorporó y me hizo señas para que la interrogara, miré al hombre desmayado en el suelo y me acerque para asegurarme que estuviese respirando, en ocasiones las sacudidas bruscas en el cerebro causan paros respiratorios dependiendo de la fuerza con la que se reciba el golpe. Puse el dedo en su nariz y luego tomé su pulso, Cristian me miró y comenzó a rascarse la barba

Cristian: - ¡Creo que me excedí un poco! –
John: - ¡No te preocupes, Vaquero, Solo está desmayado! -

Me acerqué hasta la mujer que continuaba llorando tapando su rostro con sus manos, me coloqué al lado de ella, incliné mi cabeza para hablarle al oído - ¡Tranquila, solo está de mal humor! – Ella secó su cara con antebrazos golpeados y llenos de rasguños, me miró a los ojos por un segundo, un segundo que se me hizo eternidad, su mirada era penetrante y se podía sentir el agotamiento y la tristeza en sus hermosos ojos grises - ¡Llegamos en la madrugada! ¡Necesitamos ayuda! – Miré a Cristian que continuaba rascándose la barba a la vez que intentaba despertar al hombre empujándolo con el pie, volví a mirar a la mujer y me acerqué nuevamente a su oído - ¿No me estás mintiendo? - - ¡Juro que no señor! – Su voz se sentía ronca, me extrañe por un momento ya que solo había hecho unos cuantos gritos y no eran tan grandes como para haberle restado la voz tan rápido, se me pasaron algunos escenarios rápidamente por la cabeza de lo que pudo haberle ocasionado la ronquera, la inspeccioné de arriba abajo fugazmente a la vez que me alejaba para acercarme a Cristian y hablarle en voz baja - ¡No son peligrosos! ¿Qué rayos haremos con ellos? ¡En casa no entran! – Cristian dejo de patear al soldado y miro en dirección al bosque, luego me miró colocando su enorme y pesado brazo sobre mis hombros - ¡Que construyan su cuarto! – Lo mire asombrado y él me sonrió - ¡Si son buenos sabes bien que los necesitaremos y si este es militar de verdad de seguro sabrá leer el mapa! – Aquellas palabras parecían haber caído del cielo, volví mi cabeza a un lado para mirar a la mujer que había tomado asiento nuevamente en el suelo y había escondido su cabeza entre sus piernas flexionadas hacia su pecho, le di unas palmadas en la espalda a Cristian para hacerle entender que tenía razón y me dirigí nuevamente hacia la mujer, coloqué mi arma a un lado y me senté junto a ella - ¡Me llamo John y ese gigante es mi amigo Cristian! – Cristián saludo levantando una mano y sonrió un poco para opacar el susto que había dejado reflejado en la mujer cuando llegó, ella levanto el rostro y vio a Cristian y luego sonriendo aun con lágrimas en los ojos y luego me volvió a mirar – ¡Me llamo Anna, y lo que queda de mi amigo se llama Richard! ¿Va a estar bien? Pregunto preocupada a la vez que lo miraba - ¡Si, solo esta desmayado! Mi amigo a veces no mide muy bien su fuerza, en unos minutos debe despertar - - ¿De dónde salieron ustedes? - - ¡Es una Larga Historia, Anna, muy larga historia! ¡Pero también somos sobrevivientes, así que no te preocupes! – Ella me miro con cara de incertidumbre y suspiro - ¿Te hizo daño el soldado? - - ¡Oh no, nada de eso! El salvo mi vida - - ¿Son Parientes? -  - ¡No, sobrevivimos a un ataque en el pueblo, el me encontró en la pradera que está en la frontera con Ucrania a dos días de aquí! El acaba de perder a su hija en el ataque y yo por poco soy asesinada por esos desgraciados, me habían secuestrado en un camión pero algo hizo que volcara el vehículo en donde viajábamos, cuando desperté todos se habían ido, me dieron por muerta y me abandonaron en medio de la nada y Richard me encontró – Escuche detenidamente el resumen que me estaba dando Anna, sentía como me transmitía el dolor que sentía con cada palabra que pronunciaba con su ronca voz, no podía evitar perderme en la mirada que de vez en cuando clavaba en la mía por algunos segundos y luego la apartaba para continuar viendo el estado de su amigo. Cristian seguía pateando cuidadosamente al soldado que yacía tendido en el suelo hasta que se caso y decidió sentarse en el suelo no muy lejos del sujeto, miré nuevamente a Anna y sequé sus lagrimas con mis dedos, ella me miró un poco desconcertada pero luego mostró una leve sonrisa, en ese momento sentí que algo había comenzado a revolotear en mi estomago, intenté retomar la compostura y le pregunté si tenía agua en algún lugar, ella me dijo que había una botella escondida entre la ropa que estaba en el suelo, me levante para ubicarla y luego fui hasta el desmayado y vacié el contenido sobre su cabeza. El hombre entró en razón inmediatamente, saltó como un resorte del piso, exaltado y nervioso

Richard: - ¿Qué demonios pasó? -
Cristian: - ¡Nada, te tropezaste y caíste! –
Richard: - ¿Es en serio? ¡No recuerdo que sucediera eso! ¡Recuerdo que estábamos hablando y que tenías tú me amenazaste, grandulón! -
John - ¡Tienes suerte de no haber quedado tocado del coco, amigo! ¡Me llamo John y el es mi “GRAN” amigo Cristian! ¿Cómo te llamas? -
Richard: - ¡Me llamo Richard! ¡Aun no puedo entender como me caí! ¡Debe ser una broma! -
Anna: - ¡Capitán, también son sobrevivientes, estaremos bien! -
Cristian: - ¿Capitán? ¡JA! ¡Eso sí que es una broma! Si hubiesen sido los bastardos habrían acabado con ustedes y este ni este ni se hubiese enterado -
Richard: - ¡Llevo cinco días sin dormir, a penas puedo mantenerme en pie y…! -
Cristian: - ¿Y qué? ¿Te ibas a dejar matar por un poco de sueño? ¡Además, no estabas precisamente descansando cuando llegamos! ¿O es una nueva forma de descansar? -
John: - ¡Basta, Vaquero! ¡No la han pasado bien! Escuchen, esto es lo que haremos: ¡Tomaremos esa moto e iremos hasta un refugio que tenemos al otro lado del bosque en la cima de una colina, una vez allá hablaremos con más detalles sobre ustedes, mientras tanto debemos trabajar en equipo y hacer las diferencias a un lado! ¿Entendido? -

Cómo niños de maternal asintieron con su cabeza a la vez que comenzaron a recoger las cosas, Anna se acercó hasta donde estaba parado Cristian y le dijo que la motocicleta no tenía combustible, él quedó mirando por un segundo mientras asimilaba lo que acababa de escuchar – ¡Lo resolveremos más tarde, recojan todo lo que puedan y pongámonos en marcha! ¡Ya tengo hambre, por cierto, no dejen esa carne allí, tráiganla con ustedes! – La mujer asintió e hizo como se le ordenó, luego se acercó hasta donde estaba el soldado y comentó algunas cosas en secreto. Una vez listos comenzamos el camino de regreso, Anna y Richard caminaban adelante a un paso lento debido a la dificultad de ella para caminar, Cristian y yo íbamos detrás de ellos indicándoles el camino que debían seguir. Nos tomó más tiempo de lo esperado pero llegamos al pie de la colina, la mujer y el soldado se detuvieron justo en frente de la cueva en donde escondíamos el camión, sin saber por dónde seguir y sin percatarse de lo que tenían en frente, Cristian y yo nos detuvimos detrás de ellos y le indicamos que tenían que subir por el sendero que se encontraba a un costado de la cueva pero ambos arrugaron la cara y comenzaron a dudar de lo que le decíamos - ¡Por Qué tenemos que subir por ese sendero? – Preguntó el Soldado  negándose a hacerlo, Cristian avanzó hasta donde estaba el soldado y le dijo colocando su cara justo en frente de la de él - ¡Porqué en la cima esta el refugio, si no te gusta te puedes devolver! – El soldado miró por un segundo a Anna con cara de molestia pero ella le hizo una señal para que subiera y luego se acercó hasta donde me encontraba - ¡Tenemos un problema con tu amigo y el mío! - - ¡Ya lo noté, deben confiar en nosotros, estarán a salvo! - - ¡Eso ya lo sé, pero Richard me dice que no confía en tu amigo! - - ¡Hablaré con los dos, no estamos para enemigos! ¡Todos necesitamos de todos! – Ella asintió con su cabeza y comenzó a subir por el sendero, yo le seguí más atrás manteniendo una distancia prudente por si alguno de ellos llegaba a resbalar podría ayudarlos. Cristian había tomado la delantera, a unos pocos metros se podía divisar el Soldado que se había adelantado olvidando a su compañera que a duras penas podía subir, antes de llegar a la mitad del camino ella se sentó a un lado del camino bañada en sudor y empalidecida - ¿Qué sucede, te encuentras bien? – Pregunté a la mujer que hacia un esfuerzo por respirar grandes bocanadas de aire - ¡Estoy exhausta, las piernas no me responde! – La miré sentada en la roca sobándose las rodillas para darle alivio a la vez que jadeaba - ¡Tendrás que acostumbrarte a este trayecto, el refugio esta justo en la cima y esta es la única entrada y la única salida! Por esta vez te llevaré cargada, pero solo por esta vez – Respiró profundo a la vez que asentía con su cabeza, espere unos segundos para que dejara de jadear y luego me incline y la cargue sobre mi hombre para seguir el ascenso.

Una vez en el refugió la baje de mis hombros justo al final del sendero, ella se dio la vuelta y con su boca abierta comenzó a contemplar toda la creación de Cristian, se acercó despacio y sin pronunciar palabra alguna, observó detalladamente todo el exterior de la casa, volteó a mirarme con unas sonrisa que no entraba en su rostro - ¿Cómo rayos hicieron todo esto? – Soltó la pregunta a la vez que se acercaba a las sillas colgantes que estaban en el porche de la casa y comenzaba a tocarlas admirando los detalles y la precisión con la que habían sido elaboradas, luego se acerco hasta el otro extremo y contemplo el paisaje de las montañas y rápidamente se dio cuenta que era el mismo paisaje que estaba tallado en la puerta de entrada, dio unos cuantos pasos para acercarse hacía el extremo opuesto para echarle un ojo al huerto sin salir del asombro, le costaba creer todo lo que estaba mirando - ¡Todo esto lo hizo Cristian! ¡Solo! ¡Él fue el primero en llegar al lugar, yo apenas tengo algunas semanas que llegué! - - ¡No lo puedo Creer! ¿Cuánto tiempo le llevó hacer todo esto? - - Algo más de dos años, su padre era carpintero y aprendió el oficio lo que le facilito hacer de este pedazo de tierra un paraíso – Anna recorrió todo el lugar por segunda vez hasta que llegó a la parte trasera de la casa dónde se consiguió con el soldado y con Cristian, al igual que ella, Richard estaba anonadado echándole un vistazo al rejón dónde estaban las gallinas a la vez que Cristian le contaba como había hecho todo, Se podía notar que Cristian disfrutaba hablar de su obra y mostrar lo orgulloso que se sentía. Mientras ellos contemplaban el lugar y el Gigante les servía de guía, fui hasta la parte de adentro para avisarle a Raishell que teníamos compañía y que ya podía abrir la puerta de la casa, pero cuando llegué al frente ella ya estaba afuera con Scot

Raishell: - ¿De dónde salieron esos dos? -
John: - ¡Adivina! -
Raishell: - ¿Otro pueblo devastado? ¡Esos bastardos quieren acabar con la nación entere! -
John: - ¡Lo mismo pensé, hasta que dijeron que vienen de Ucrania! -
Raishell: - ¿Ucrania? ¿No me digas que atacaron la frontera? -
John: - ¡Eso parece, aun no termina de contarnos lo que sucedió, pero al parecer la pasaron mal! -
Raishell: - ¡Imagino que sí señor enfermero! Pero ¿Dónde se quedaran? -
Scot: - ¿Tendré que compartir el sofá con ese sujeto?  -
John: - ¡Así lo creo jovencito! -
Scot: - ¡No es Justo, yo llegué primero! -
Raishell: - ¡Te tocará ceder tu cama, lástima que no hayas podido usarla! –
John: - Ya estaba pensando en eso…

En ese momento Cristian se asomo por la puerta de la casa con los dos nuevos aliados, los invitó a pasar y enseguida los presentó a Anna y a Scot.

Cristian: - ¡Esta es mi Familia, Ella es Raishell y este pequeñuelo se llama Scot!
Anna: - ¡Hola, es un placer!
Raishell: - ¡Igual! Ponte cómoda

Anna se había asombrado al ver estado en que se encontraba Raishell, se acercó lentamente hasta ella y comenzó a examinarle las heridas interrogándola. Richard parecía haber hecho las paces con Cristian y hablaban en la cocina de cómo había hecho las excelentes adaptaciones y  para que todo funcionara con leña, el asombro aun no se había ido de su cara, con cada paso que daba se conseguía con lago y comenzaba a preguntar nuevamente como había hecho para hacerlo. Permanecí en la entrada de la casa observando como el calor de la amistad comenzaba a llenar aquella peña casa que evidentemente necesitaría ampliaciones, Anna se había sentado en el mueble donde Cristian solía sentarse a acariciar a Roco y Raishell se había apoderado del sofá, noté que Anna me miraba con una sonrisa en el rostro a la vez que Raishell le contaba lo que le había pasado en el Avión y el porqué el estado en que se encontraba, me dio gusto que Anna estuviese en la casa, además de una buena compañía para Raishell de seguro haría las cosas mucho más fáciles para ella y sin duda Raishell también la ayudaría a ella, el mundo de las mujeres solo lo entienden ellas.

Eché un ojo hacia el fondo del pasillo y vi que Cristian le estaba mostrando la habitación a Richard a la vez que este señalaba cosas y preguntaba sobre ellas, Cristian se dio cuenta que los estaba mirando y le hice una seña para que se acercara un momento - ¡Veo que te arreglaste con el soldado! - - ¡Sí, solo quería dejarle unas cosas bien en claro! - - ¡Ya lo creo! ¿Dónde rayos se van a quedar? - - ¡Me estaba preguntando eso! ¿Qué idea tienes, Vaquero? - - ¡Raishell y Anna en la habitación y el resto a la sala! - - ¡Imagine que lo pondrías así! - - ¡No podemos perder el tiempo con ellos, vaquero! ¡Necesitamos que nos digan que sucedió exactamente y si  pueden ayudarnos con el mapa! – Cristian volteo a ver el Soldado que no salía de asombro cada vez que se topaba con algún objeto, Raishell notó que Cristian y yo estábamos hablando en secreto e hizo una seña con su cara para preguntar si sucedía algo, pero Cristian le levanto la mano indicándole que todo estaba bien, miré a Anna que cada cierto tiempo ponía su mirada sobre mi y luego volvía a concentrarse en lo que hablaba con Raishell.

Cristian y el Soldado tomaron asiento en el comedor y yo me senté en el piso recostado al sofá en donde estaba Raishell y justo al lado mío se sentó Scot, que aun seguía algo desconcertado por la visita, Cristian me hizo una seña para que comenzara el interrogatorio pero no fue necesario, Anna tomó una posición más cómoda en sillón y comenzó a contar lo que le había pasado:

¡Cuando comenzó el ataque estaba en mi casa lavando la ropa y tendiéndola en la parte trasera en donde tengo el colgadero, escuche un ruido que se acercaba y pude ver que pasaron unos aviones y soltaron las bombas, por un momento pensé que caerían encima de mi casa, me aterré y Salí corriendo hasta la parte de afuera para evitar morir pero cuando llegué vi que venían esos bastardas disparando por el medio de la calle, soltaban ráfagas de balas en todas direcciones asesinando a todos los que estaban afuera de sus casas, intenté retroceder pero sentí que alguien me tomó fuertemente por la cintura y me cargó, comencé a lanzar patadas y puñetazos para defenderme pero un segundo sujeto comenzó a golpearme en la cabeza y en la cara con sus puños lo que hizo que perdiera la noción de las cosas pero aun me mantenía despierta. Luego llego un camión militar y el sujeto que me llevaba cargada me lanzó a la parte de atrás y otros que ya estaban arriba me arrastraron por la plataforma hacia el interior, había algo filoso en el suelo y me arrastraron sobre eso, yo iba de espaldas y ellos me jalaban por un brazo, sentí como se desgarraba mi piel pero estaba muy aturdida por los golpes y no podía defenderme, ellos tomaron una cuerda y ataron mis manos y pies, cuando sentí que me amordazaban comencé a patearlos y pegarles puños, pero uno de ellos me golpeó nuevamente con sus manos y el otro comenzó a pegarme con la rifle que llevaba hasta que perdí el conocimiento, pero no por mucho tiempo, desperté encerrada en la parte trasera de ese camión rodeada de cinco sujetos que estaban hablando Árabe y reían a carcajada,  de vez en cuando se levantaba y sacaban sus armas por unas ventanillas y disparaban, yo comencé a gritar y a llorar, les pedía que me dejaran ir, que no me hicieran daño, pero ellos me miraban a través de sus túnicas y reían a todo pulmón, uno de ellos se acercó y se sentó sobre mi barriga y comenzó a tocarme los senos y a golpearme la cara mientras los otros observaban y reían, uno de ellos llevaba un cinturón envuelto en la mano y me pegaba cada cierto tiempo por todo el cuerpo, Yo gritaba y me movía con fuerza pero el sujeto era muy pesado y me impedía hacerlo, el otro sujeto terminó de atarme las manos y sostenía la cuerda estirada para que mis brazos quedaran por encima de mi cabeza, el otro comenzó a darme golpes en la boca con sus manos, de pronto escuché un estruendo enorme y sentí un impacto que hizo volar al camión por los aires, impactamos en tierra aparatosamente,  uno de ellos cayó sobre mí y luego me desmayé. Cuando desperté no había nadie en el camión, vi que estaba bañada en sangre y que la puerta trasera del camión estaba abierta, intente asimilar lo que había pasado y supuse que me habían dado por muerta, de hecho uno de ellos yacía muerto a pocos centímetros de mí. Cuando logre desatarme las manos, lo que logré hacer gracias a un pedazo de lamina desprendida que había quedado, desaté mis pies, ya no estábamos en el pueblo, el camión yacía con las ruedas apuntando al cielo y tenía un enorme abollón en la parte delantera de la cabina, Parecía que una bala de camión antigua extremadamente grande nos había impactado, los que conducían también estaban muertos intente alejarme del lugar pero solo pude avanzar unos cincuenta metros de distancia, luego vi que otro camión se acercaba y me lancé al pasto para ocultarme, pude ver que revisaron el lugar en donde había quedado el camión y luego lo engancharon en la parte trasera del otro y se lo llevaron arrastrado, luego me volví desvanecer entre el pasto hasta que el Señor Richard me consiguió en la pradera hace un par de días, me salvó la vida y me trajo hasta este bosque que dijo que conocía desde hace años cuando era Capitán en el ejército y hacían ejercicios de supervivencias aquí, así es como llegamos acá, Richard también vivía en el mismo pueblo y perdió a su hija en el ataque, el sobrevivió ocultándose en un escondite que había construido en su casa hace algunos años cuando comenzaron a lanzar alertas sobre la invasión a la frontera.

Cristian: - ¿Así que conoces este bosque desde hace tiempo? ¿Cómo es que no te adentraste más, Richard?
Richard: - ¡La moto se quedó sin combustible, Anna estaba lastimada y no quise que caminara en ese estado, además llegamos de noche y no quise arriesgarme por los osos!
John: - ¡Excelente Decisión, Soldado! Tuve que cargarla hasta acá porque antes de llegar a la mitad del camino ya estaba exhausta
Cristian: ¡Algo que no fue molestia para ti, enfermero!
Richard: - ¿Enfermero? ¿Eres Enfermero? -
John: - ¡Lo fui en el ejército! -
Richard: ¡Eso es una buena noticia, Anna necesita atención en su boca! Esos bastardos le desprendieron algunos dientes y tiene heridas abiertas -
Cristian: - ¡Eso no será problema para John! –
Raishell: - ¡Es cierto, Gracias a él he mejorado muchísimo!
Anna: - ¡También necesito algunos puntos en la parte baja de la espalda, tengo una cortada profunda que Richard remendó con cinta adhesiva! -
John: - ¡Por suerte tenemos equipo sutura, no será problema! –
Cristian: - ¡Hay una parte de la historia que no termino de entender, Anna! ¿Estás segura que el camión tenía un abollón enorme?
Anna: ¡Si, estoy segura, yo tampoco lo entendí mucho pero parecía que hubiésemos chocado con algo, la forma del impacto que quedó en el camión hacía entender que el objeto era redondo, por eso mencioné que parecía una bola de cañón antigua pero de tamaño grande! –
Cristian: - ¡Eso es extraño, enfermero! ¿No lo crees? –
John: - ¡Más extraño aun es que hayan atacado la frontera con Ucrania! Tenía entendido que había tropas ahí custodiando la zona, Cuando salí de Polonia pensaba llegar hasta ese lugar para reunirme con los aliados –
Richard: ¿Polonia? ¿Eres Polaco? ¡Qué suerte, tenemos! Pensé que de Lituania y que se habían instalado aquí a vivir
John: - ¡Nada de eso! Tenemos planes de ir hasta Latvia para reunirnos con los aliados para contraatacar. Yo también perdí a mi esposa hace un par de años cuando comenzaron los ataques y Cristian perdió a su familia entera. Por milagro Raishell llegó a nosotros con mas que su bendecida presencia, como imagino que ya le contó a Anna.
Anna: - ¡Si, señor Richard! ¡Creo que algo que tienes que ver! –
John: - ¿Sabes leer mapas en códigos? –
Richard: - ¿Qué si sé leerlos? ¡Ja! ¡Yo los diseñaba!

Cristian se levanto y fue por el mapa que estaba dibujado en la tabla que vino junto a la caja con las municiones y los explosivos y se lo mostro a Richard, él lo detalló por unos minutos y luego abrió sus ojos en señal de asombro, todos nos asombramos al mismo tiempo en espera de la explicación.

Richard: - ¿Por qué rayos quieren ir a Latvia? ¡Esto no es Latvia!

Cristian y yo nos miramos la cara al mismo tiempo desconcertados y volvimos la mirada hacía uno de los códigos que estaba en la tabla que tenía una flecha y unas coordenadas, yo le señale con el dedo exactamente ese código en cuestión y le pregunté con más dudas aun

John: - ¡Recuerdo que este código y esta coordenada son de Latvia!
Richard: - ¡Si, Efectivamente son de Latvia, pero esto dice que se están reagrupando en Rusia, no el Latvia! ¡Lo que ese condigo indica es que en Latvia hay que pasar por Latvia para acceder a Rusia desde ahí imagino que debe haber otro grupo ahí que nos llevará hasta Rusia en donde están reunidos todos lo de la rebelión! -
Cristian: - ¿De qué Rayos me estás hablando, Soldado? -
Richard: - ¡Lo que dice el mapa es que en Latvia hay un punto de reunión, no una base como suponen ustedes! -
John: - ¡Santo Dios, Cristian! ¡Ir a Rusia nos tomará al menos unos menos quince Días! -
Anna: ¿Quince días? ¿No se han dado cuenta que estamos a pie? ¡La motocicleta no tiene combustible y aunque tuviese, es obvio que no entramos todos en ella! -
Cristian: - ¡No te angusties, Cariño! ¡Tenemos un As bajo la manga! ¿Cierto Enfermero? -
John: - ¡Así es, Vaquero! ¡Entonces solo es cuestión de trazar una ruta para poder recargar combustible en el camino!  -
Richard: - ¿De qué hablan? ¿Cómo llegaremos hasta Rusia? -
Cristian: ¡Tenemos el medio de transporte! ¡Luego hablaremos de eso, por ahora tenemos trabajo por hacer acá! ¿En cuánto tiempo crees poder hacer una ruta para emprender el viaje, Soldado? -
Richard: ¡Tomando en cuenta este mapa y lo que dice, al menos una semana! Veo algunos códigos de algunas zonas que no recuerdo y necesitaré un mapa geográfico, un compás y una calculadora para poder descifrar los lugares y hacer los cálculos correctos –
Cristian: - ¡Ok, Soldado, ya sabes cuál será tu trabajo!
Richard: - ¡Lo imaginé! Ahora bien ¿De dónde rayos sacaron esas armas?
Raishell: - ¡Estaban en la caja que transportábamos en el avión! ¿Por qué  pregunta? –
Richard: - ¡Porque son Ucranianas! ¡Las reconozco casi todas! –
Cristian: - ¡Algo me decía que esas armas no eran de Polonia!
Raishell: - ¿A qué te refieres con eso? ¡El contacto que las facilitó dijo que eran del ejército Polaco y que las había conseguido bajo consentimiento del mismo ejército! –
Richard: - ¡No lo creo, apuesto que todas esas armas tienen un número treinta y tres y una letra “U” justo debajo de las culatas! Si eso es así esas armas fueron las que se perdieron en el ataque a la base Ucraniana unos atrás.

Cristian se levantó de su asiento y comenzó revisar una por una las Culatas de los rifles de todas las armas, su cara de asombro se convertía en furia a medida que revisaba cada arma certificando lo que acababa de decir el soldado

Cristian: - ¡Tienes razón, Soldado! ¡Imagino que Raishell ya está sacando conclusiones de porqué el informante en el avión traicionó al equipo! –
Raishell: ¡Si, ahora comienza a tener más sentido! ¡Gracias a Dios está muerto! ¡Si hubiésemos llegado al destino con ese sujeto abordo  los terroristas ya se hubiesen enterado del lugar donde se encuentra la rebelión y hubiesen atacado! ¡Bastardos!
Anna: - ¿Qué se supone que haremos con el muchacho? –

Todos voltearon al mismo tiempo a mirar a Scot que se había quedado dormido en el suelo al lado de John, Cristian se levanto y fue hasta donde estaba, luego lo cargó y lo llevó hasta la habitación y lo dejó recostado en la cama y volvió hasta la sala

Cristian: - ¡Debemos dejarlo en el primer pueblo que hagamos parada, será un riesgo y entorpecerá la misión si lo llevamos! -
John: - ¡Tienes razón, vaquero! No podemos llevarlo con nosotros –

Anna me miraba a los ojos fijamente cada vez que abría mi boca para decir algo, prestaba suma atención y confianza en las ideas que planteaba, percibí rápidamente que eso estaba sucediendo y que por algún motivo me hacía recordar a Kate, Cristian se volvió a levantar y guardo la tabla con el mapa y luego salió y explicó cómo nos organizaríamos para pasar la noche, Raishell no tendría problemas en compartir su cama con Anna y de seguro Richard dormiría en el suelo de la sala mientras que yo ocuparía el sofá nuevamente, Scot la pasaría con Cristian hasta que pudiéramos conseguir algo para hacer los colchones de las camas que ya casi tenía listas.

La tarde transcurrió de forma tranquila, comenzamos a discutir sobre los planes para hacer el viaje y reunirnos con las fuerzas aliadas en Rusia. Richard se dio la tarea de explicarnos detalladamente los códigos que había visto en el mapa y Cristian había conseguido los implementos para que pudiera descifrar el restante, Anna y Raishell parecían llevársela bien, el grupo comenzaba a crecer más rápido de lo que habíamos esperado, me preguntaba si había más sobrevivientes en ese pueblo, sabía que las posibilidades era pocas y que para estar seguros de eso tendríamos que ir hasta allá y cerciorarnos por nuestra cuenta, además aprovecharíamos para traer más insumos, evidentemente lo que quedaba ya no era suficiente para la nueva familia. Salí de la casa y me senté en la silla colgante para pensar un poco mejor las cosas mientras los recién llegados socializaban un poco y planeaban la comida del día, eché un ojo por la ventana y vi a Raishell hablando con Anna sobre cosas sus heridas y las de ella y recordé que la nueva invitada necesitaba puntos de sutura y algunos medicamentos para mejorar el estado de los golpes que le habían propiciado, así que espante de mi mente la idea de regresar al pueblo y me dirigí adentro nuevamente para ir por los medicamentos. Al entrar Anna y Raishell seguían hablando muy juntas en voz baja para que nadie las escucharas, imagine que eran cosas de mujeres y cierto modo me alegre por ambas, eche una mirada violenta al lugar donde se encontraban y seguí caminando hasta la habitación de Raishell donde estaban Richard y Cristian conversando aún sobre el mapa y los códigos, levantaron su mirada al mismo tiempo cuando entre a la habitación y les hice una señal para que no se molestaran y continuaran, Scot se había despertado y estaba sentado del lado contrario de la cama prestando atención a lo que Cristian y Richard decían, tenía más cara de dudas que de aciertos y aunque no estuviese entiendo nada mostraba interés por aprender. Abría la gaveta de la mesa de luz y tome las medicinas y luego busque en mi mochila el kit de sutura y salí nuevamente de la habitación y me dirigí hasta donde estaban las mujeres acomodadas. Intente escuchar lo que decían pero no lo logre, ellas voltearon a mirarme y sonrieron las dos al mismo tiempo haciendo el mismo movimiento con la mano para taparse la boca mientras reían, - “Definitivamente el mundo femenino es complejo” – pensé en voz baja y luego me acerqué para examinar a Anna

John: - ¡Muy señorita, Levántese un momento y colóquese justo aquí con los brazos extendidos hacia arriba! Y levante su camiseta para poder examinar su abdomen –
Raishell: - ¡señor Enfermero, Ella tiene algunos golpes en el pecho y se pueden ver moretones! –
John: - ¡Ya veremos cómo están sus pulmones pero de seguro no hay daños internos, de lo contrario ya hubiese colapsado!
Anna: - ¡Al fin escucho buenas noticias, señor enfermero! Confiaré en su palabra.

Dijo Anna a la Vez que se levantaba del sofá y se colocaba en frente de mi con su camisa arremangada hasta arriba sin descubrir su pecho, no pude evitar contemplar la hermosa figura de su cuerpo por unos segundos, la perfecta forma de su caderas y cintura dejaban en evidencia que se ejercitaba, su piel blanca parecía deslumbrar en el lugar y era muy suave. Me di la vuelta y coloqué el estetoscopio en su espalda para escuchar el ruido de los pulmones y descartar lesiones pero todo estaba bien, miré las pecas que cubrían la parte alta de su espalda rápidamente y luego me centré en la cinta adhesiva que recubría la herida, la removí cuidadosamente para no volver a abrirla pero apenas levante un poco uno de los extremos comenzó a sangrar nuevamente, ella emitió un queja intentando quedarse quieta para que yo pudiera cerrar la herida. Cuando terminé de quitar la cinta vi que la herida se había infectado bastante y que probablemente tendríamos que raspar el exterior para remover el borde de la piel abierta.

John: - ¡Tenemos malas Noticias esta vez, señorita! –
Anna: - ¿Qué sucede? ¿No puedes cerrarla?
John: - ¡No, está muy infectada! Deberás tomar un baño antes que nada para limpiar bien todo el lugar, luego tendremos que remover los bordes de la abertura para poder suturar de forma segura. Será rudo pero no hay más opciones, Raishell de indicará donde puedes asearte, mientras tanto preparare lo necesario para hacer el tratamiento, tomaras el mismo antibiótico que Raishell, eso ayudará a combatir la infección.
Anna: - ¡Confió en Usted, señor enfermero! ¿Qué harás con mi boca?
John: - ¡Primero encarguémonos de esa herida, me preocupa que la infección siga avanzando, luego veremos por tu boca!

Raishell se levantó del sofá y tomó de la mano a Anna para mostrarle el baño, Anna la siguió y mientras caminaba casi arrastrada por el veloz paso de Raishell, volteo para mirarme y me dijo gracias sin emitir voz pero dejando leer sus labios. Esperé unos minutos y luego fui hasta la habitación de Raishell para buscar el equipo que necesitaría para el tratamiento, gracia a Dios en la caja que cayó del avión había un equipo médico para realizar amputaciones y procedimientos de emergencias que podrían ayudarme a resolver el problema de Anna, entre al cuarto y tanto Cristian como Richard tenían más cara de dudas que Scot

John: - ¡Porqué peciento que algo no está bien! –
Richard: - ¡No creerás esto! –
Cristian: - ¡Raishell dijo que había alguien más en el avión que controlaba el equipo de radio! Resulta que este código que no entendíamos es un código de radio, se supone que el operador lo daría para recibir las coordenadas de ubicación para el aterrizaje –
Richard: - ¡No sé exactamente la situación con Raishell pero creo que algo debe saber que no ha dicho aun! –
John: - ¡Ella no controlaba la radio! El sujeto que estaba en el equipo quedó tan rostizado que solo se le veían los huesos y aunque ella sabe como operar el equipo no tenía la información –
Cristian: - ¡Es cierto, ella misma lo dijo! –
John: - ¿No hay otra forma de saber el lugar de aterrizaje? –
Richard: - ¡Necesitamos un equipo de radio para comunicarnos! –
John: - ¿De dónde rayos vamos a sacar un equipo de radio? ¡Del avión no quedo nada, solo carbón! –
Richard: - ¡El el pueblo había una estación de radio! ¡Podríamos…! –
Cristian: - ¡Olvídenlo! ¡No iré hasta allá! –
John: - ¡Entonces debemos obviar ese punto y trazar la ruta sin pasar por ese lugar! –
Richard: - ¿Y qué pasará con los aliados de ese punto? ¡No podemos darnos ese lujo si vamos a enfrentar a estos bastardos, necesitamos cada persona que esté dispuesta a luchar y más aun si en ese punto hay armas y medios de transportes que nos permitan llegar a Rusia más rápido! –
John: - ¡Vaquero, El soldado tiene razón! No podemos darnos ese lujo, la única opción que tenemos es volver al pueblo y traer el equipo de radio de radio hasta acá, haremos que funcione con la batería del camión –
Richard: - ¿Camión? ¿Qué camión? ¿Tienen un camión? -
Cristian: - ¿Se volvieron locos? ¡Es un suicidio volver al pueblo! Enfermero, sabes bien que regresan a los lugares que atacan para sacar todo lo que consigan que les sea útil –
John: - ¡Esperaremos un par de días y luego iremos! ¡Es necesario correr el riesgo! –
Richard: - ¡Alguien me pude decir! ¿Cómo demonios consiguieron un camión?-
Cristian: ¡Es mío! Lo traje cuando salí de mi pueblo –
Richard: - ¿Y donde rayos está? ¡No me digas que debajo de la cama! –
John: - ¡No precisamente, esta escondido al pie de la colina! Pero en todo caso lo importante es que podemos llegar a Ucrania en la mitad del tiempo –
Cristian: - ¡Están locos! –
Richard: - ¡No necesitas ir si no quieres, John y yo podemos ir y traer el equipo y tú te quedas cuidando a las Chicas! –
Cristian: - ¡Ahora sí que perdiste el cerebro completamente! ¡Ni en sueños seré una niñera! ¡En todo caso iremos tú y yo y el enfermero que se quede! –
John: - ¿Yo? ¿Por qué yo? ¡Tú eres el que se está preocupando por arriesgar el pellejo, deberías quedarte tú! –
Richard: - ¡Creo que Cristian tiene razón! ¡John, debes quedarte! Eres el que tiene experiencia con las medicinas y estás señoritas necesitan cuidado, además Scot te ayudará con lo que necesites –
Scot: - ¿Por qué debo quedarme? ¡Yo quiero luchar con ustedes! –
Cristian: - ¡Tu lucha está aquí pequeño amigo! –
Scot: - ¡Pero yo quiero luchar de verdad, quiero ir con ustedes! –
John: - ¡Por lo visto me ayudaras en el frente de batalla con estas chicas amiguito! –
Cristian: - ¡Esperaremos dos días y al tercero partiremos de madrugada! ¡Viajar durante la oscuridad nos da ventaja! –
Richard: - ¡Tienes razón, así lo haremos! –
John: - ¡Pensé que te preocupaba volver!
Cristian: - ¡Aun me preocupa, pero es evidente que necesitamos solucionar este asunto si queremos llegar a algún lado! Esta noche le informaremos a Raishell y Anna sobre los planes para que se preparen –
John: - ¡Excelente, que así sea entonces! Y cambiando un poco el tema, necesitaré ayuda de uno de ustedes ahora mismo, Anna necesita de un raspado dérmico en la herida para remover parte la piel infectada y luego poder suturarla, es doloroso y alguien debe sostenerla –
Richard: - ¡Creo que Cristian no tendrá problemas con eso! –
Cristian: - ¡Ya me lo imaginaba! –

Salimos de la habitación todos al mismo tiempo con el próximo movimiento listo para ejecutarse, solo era cuestión de un par de días para que Cristian y Richard partieran pero en mi cerebro comenzaba a crecer la duda sobre la historia que había contado Raishell, de seguro hay algo más que no ha dicho, probablemente el accidente la hizo olvidar algunos detalles que según mi experiencia con algo de presión y algunos métodos de interrogación que aplicábamos en el ejército podría ayudarla a recordar, la otra parte preocupante era que se sintiera cuestionada y en vez de sacarle información terminaría cerrándose más y de seguro se vendría todo un conflicto.

Tomé asiento en el sofá y comencé a preparar los equipos para el procedimiento que necesitaba Anna mientras Cristian y Richard se ocupaban de servir la carne del cerdo que habían traído del bosque, que a simple vista se veía suculenta. No pasó mucho tiempo cuando las Chicas terminaron el aseo, Anna Salió envuelta en una toalla que Raishell le había dado, se acercó hasta el centro de la sala dándome la espalda sosteniendo la toalla por la parte de atrás con su mano, sentía mariposas que revoloteaban en mi barriga y comencé a sudar frio ante la esplendida figura que una vez más comenzaba a llenar mi mente, la miré de arriba abajo disimuladamente a la vez que terminaba de preparar el equipo.

John: - ¡Muy bien, señorita! ¿Lleva puesta ropa interior? –
Anna: - ¡Si doctor, estoy lista! –
John: - ¡Conocerás el verdadero dolor, necesito que respires profundo y te relajes! ¡Scot y Richard, tienen que salir!

El niño y el soldado me miraron con cara de dudas pero obedecieron sin hacer muchas preguntas, quizás ya se imaginaban que era para respetar la intimidad de Anna

John: - ¡Vaquero, Tómala por las manos y Raishell, por favor, sostén la toalla para no dejarla expuesta del todo!

Una vez listos y con la herida de la mujer en frente tome un cepillo dental nuevo que había guardado en mi mochila y lo sumergí en alcohol y sin titubear mucho comencé a raspar por los alrededores de la herida. Anna Grito fuertemente y comenzó a retorcerse del dolor, lo que hizo que Cristian tuviera que sujetarla hasta el punto de inmovilizarla completamente, Raishell había girado su cabeza hacía un lado para no presenciar el procedimiento. Cepille fuertemente hasta que pude retirar toda la piel que había comenzado a morir alrededor de la herida, limpie con alcohol nuevamente toda la zona para impedir que las bacterias se introdujeran en la cavidad y luego tome un bisturí y corte el restante de la piel infectada, Anna había comenzado a llorar desconsoladamente y suplicaba para que me detuviera, Cristian me miró por un segundo y me hizo señas para que me apresurara, se notaba que el llanto de Anna le había tocado los sentimientos, Intente hacer las cosas un poco más rápido sin perder la precisión al cortar la carne infectada pero a medida que cortaba me conseguía con mas infección debajo del borde que ya había retirado, volví a pasar el bisturí por el borde de la herida para remover lo que quedaba y me detuve un segundo para que Anna descansara y recobrara coraje, conté el tiempo en mi mente y proseguí a lavar con alcohol nuevamente la zona, hinqué la aguja que ya había preparado y comencé a suturar la herida haciendo puntos pequeños y estrechos para evitar que quedara una cicatriz muy grande y marcada - ¡No te muevas, por favor, casi terminamos! – le dije con voz de consuelo a la vez la acariciaba suavemente la espalda haciéndole saber que todo estaba bien.

John: - ¡Listo, terminamos! Ya puedes soltarla vaquero –

Pero a penas Cristian la soltó se dio cuenta que se había desmayado a causa del dolor y tuvo que sujetarla nuevamente, Raishell se apresuró a envolverla en la toalla nuevamente y Cristian la colocó sobre el sofá con la boca hacia abajo para que descansara sin que se estropeara la herida nuevamente, cubrí la herida con vendas remojadas en alcohol y luego me acerque hasta su rostro para cerciorarme que aun respirara.

Cristian: - ¿Está bien? –
John: - ¡Si, solo esta desmayada! Tardará un poco en despertar
Raishell: - ¡Espero que esté bien, no quiero quedarme sin compañera tan pronto! –
John: - ¡Lo estará, no se preocupen! Solo déjenla descansar un rato hasta que despierte. ¡No la molestes! –

Cristian me miró entrecerrando los ojos con cara de picardía, le hice una seña para preguntarle lo que estaba pensando pero se dio la vuelta sonriendo y no me dijo nada, Raishell fue hasta la habitación y regreso con la manta que usaba para dormir y cubrió a la Anna para cubrir un poco más su cuerpo y liego se asomo por la ventana y le dijo al Soldado y a Scot que ya podían entrar lo que hicieron rápidamente debido al frio que la tarde había comenzado a traer. Cristian había comenzado a servir la comida y a disponerla sobre la mesa para que nos sentáramos todos juntos a disfrutar del Cerdo cortesía de Richard y su habilidades de cazador, por mi parte preferí esperar un rato para comer y vigilar a Anna para que cerciorarme que estaba bien.

Richard: - ¡Es hermosa, cierto! –
Cristian: - ¡Si, muy hermosa! ¿Por qué crees que el enfermero está a su lado? –
Raishell: - ¡Hombres! ¡No los escuches John, yo se que hiciste lo mismo conmigo cuando llegué! Se nota que te gusta mucho tu carrera –
John: - ¡Así es mí querida amiga! Me encanta lo que hago, y si, es hermosa, me recuerda mucho a Kate –
Richard: - ¡A mí me recuerda a mi Alicia! –
Cristian: - ¡A mí me recuerda que tengo hambre y que el enfermero se babea por ella! ¡No lo encubran ni lo defiendan! –
John: - ¡Ok Vaquero! ¿Qué me dices de tu interés por Raishell? –

Raishell abrió los ojos y volteo a mirar a Cristian que había comenzado a ponerse pálido por el comentario

Cristian: - ¿Interés? ¡Por supuesto, Estaba mal herida y me preocupaba que no sobreviviera! –
Raishell: - ¡Ustedes son lo mejor que me ha pasado en la vida! ¡Qué bellos! ¡Estaban preocupados por mí! Y tú, ¡No tengas miedo John! Mereces reconstruir tu vida. ¡Solo intenta dejar el pasado atrás! Verás que hay cosas buenas esperando por ti –

Escuche como las palabras de Raishell se me clavaban en la mente, me incorporé y me acerqué hasta donde estaba y le bese la frente dándole las gracias, ella tomó mi mano sonriendo y luego la soltó suavemente, pero luego noté que la mirada de asesino de Cristian estaba puesta justo sobre mí, Le di una palmadita en el hombro y me dirigí hasta el baño y cerré la puerta pero a menos de treinta segundo escuche que alguien tocaba y seguidamente la voz de Cristian - ¡Iré con el soldado al bosque para traer la motocicleta, cuida bien a las Chicas mientras no estamos, Doctor Corazón! – Pude sentir el sarcasmo en la voz del gigante que evidentemente quería vengarse por haberlo delatado delante de Raishell, pero qué más da, más tarde que temprano se iba  saber. Me lavé la cara y regrese a la sala para echarle un ojo a Anna nuevamente pero cuando llegué vi que Raishell estaba sentada al lado de ella, ya había despertado y había comenzado a llorar y a quejarse por el dolor, me sentía culpable por lo que estaba sintiendo, esos procedimientos sin una gota de anestesia suelen ser terriblemente dolorosos aunque para ella era necesario que fuese de ese modo, de lo contrario estaría en problemas. Raishell la acariciaba y la consolaba para tratar de aliviarle el dolor, pero eso no sucedería, por lo menos hasta mañana, Anna levanto la mirada hacia mí con sus mejillas empapadas en lágrimas, alzó su dedo pulgar para indicarme que estaba bien - ¡Confío en ti, Doctor! – Esas palabras aliviaron un poco el sentimiento de culpa que ya comenzaba a apoderarse de mí, así que aproveche el alivio y me senté a comer mientras observaba como Raishell la consolaba.

Casi llegando al final del sendero que llevaba al pie de la colina, Richard y Cristian se habían detenido y esperaban escondido detrás de la roca grande que estaba a un lado del camino, habían escuchado un ruido que no era usual, se quedaron inmóviles vigilando la zona  pero al poco tiempo se percataron que era un lobo que merodeaba por el lugar, Cristian tomo su arma y cuando estuvo a punto de dispararle el animal comenzó a alejarse por donde mismo había llegado

Cristian: - ¡Hermoso animal! Lástima que de vez en cuando les guste comer carne de hombres –

Richard se quedó observando a Cristian por un segundo con cara de desconcierto por lo que acaba de escuchar, pero luego se dio cuenta que una de las bromas que solía decir el gigante

Richard: - ¿Dónde se supone que está el famoso camión?
Cristian: - ¡Ya lo verás, no te afanes!

Terminaron de llegar al pie de la colina y Cristian se acercó a un costado del camino y se paró justo en frente de la cueva de piedra y comenzó a quitar las ramas y los arbustos que ocultaban el garaje, el soldado miraba atónito como aquellas ramas que parecían naturales daban paso a lo que era una cueva enorme que estaba tallada en la piedra

Richard: - ¿Cómo rayos…? –
Cristian: - ¡Oh no, no la hice yo, ya estaba ahí cuando llegué! Solo me encargue de darle unos retoques y hacer que pareciera de todo menos un escondite –
Richard: - ¡Me imagino que te costó mucho hacer eso! –
Cristian: - ¡Para nada, solo tapar la entrada con estas ramas que seleccioné cuidadosamente! –

Una vez que quitaron las ramas de la entrada, la figura del destartalado camión comenzó a cobrar vida, la cara de asombro de Richard había comenzado a transformarse en una de duda y preocupación, miraba detalladamente el Vehículo a la vez que se rascaba la cabeza

Richard: - ¡Oye amigo! ¿De dónde demonios sacaste este pedazo de hojalata? –
Cristian: - ¡No es lo que parece, funciona a la perfección y nunca me ha fallado! –
Richard: - ¡Puedo apostar a que es cierto! –
Cristian: - ¡Ya se te pasarán las dudas! ¡Andando, no tenemos todo el día! –

Subieron al camión y se pusieron en marcha hacia el centro del bosque, Richard se había sentado en el asiento del copiloto y se aferraba fuertemente con sus dos manos y hacía presión con las piernas en el piso del vehículo para no moverse bruscamente a medida que avanzaban por el escabroso camino. Pasaron algunos minutos hasta que llegaron al lugar donde había quedado abandonada la Motocicleta, Cristian hizo un giro con el camión para dejar la plataforma justo de frente con la moto y hacer más fácil la subida.

Richard: - ¡Espero que aun te queden fuerzas, esta cosa es súper pesada! –
Cristian: - ¡Ya estoy acostumbrado a este tipo de situaciones, no será mayor problema!

Ambos descendieron del camión y se dirigieron a la moto, Cristian hizo un intento por levantarla desde la parte trasera pero se dio cuenta el sidecar le impedía tomar un buen impulso para levantarla completamente, así que desenganchó el carro y luego de un solo tirón levanto la moto y la subió a la plataforma del camión, Richard estaba parado de un lado con la boca abierta, no podía creer la fuerza que tenía el gigante. Cristian se devolvió hasta el sidecar y del mismo modo que levanto la moto, colocó el pesado carro sobre la plataforma del camión, Se inclino un poco sobre sus rodilla para tomar un poco de aire y le hizo una seña al soldado para que subiera al camión nuevamente y emprender el regreso a casa. Una vez de vuelta Richard no le quitaba la vista de encima a Cristian, que a pesar de la descomunal fuerza parecía estar de lo más tranquilo y apenas se podía notar que estaba un poco agitado

Richard: - ¿Cómo es que pudiste? ¡No lo entiendo! ¡Era imposible! –
Cristian: - ¡Ves que no es imposible, pero no cantes victoria aun, tendrás que bajarla del camión! –
Richard: - de seguro no habrá problemas con eso –
Cristian: - ¡Eso espero! Se me Ocurre que el viaje al pueblo podríamos hacerlo en esa cosa, quizás podamos ocultarnos mejor y de seguro ahorraremos combustible –
Richard: - ¡Tienes razón, pero no te puedo imaginar sentado en el sidecar! A duras pena entraba Anna –
Cristian: - ¿Qué te hace pensar que soy yo el que iré sentado ahí?

Richard se quedó mirando a Cristian adivinando en su mente las intenciones del gigante, pensó por un segundo aquellas palabras y luego asintió con su cabeza para aceptar la propuesta, él sabía que mientras más pudieran ocultarse sería más seguro el viaje y si eso implicaba estar incomodo por algún tiempo, estaba dispuesto a eso con tal de ir y regresar sanos y salvo. Una vez en la cueva comenzaron a ocultar el camión nuevamente dejando la moto encima, la tarde había comenzado a dar paso a la noche, ambos sabían que era peligroso permanecer mucho tiempo allí abajo por lo tanto permanecería hasta mañana en el camión.

Richard: - Tengo algunas ideas para modificar la motocicleta, cuando estemos en casa te mostraré lo que tengo en mente, no es la gran cosa pero de seguro nos serán muy útiles para el viaje y creo que en estos dos días que tenemos las podemos hacer –
Cristian: - ¡Espero que no sea ningún invento extraño extraído de la milicia! –
Richard: - ¡Probablemente sí, pero sé que te gustará! –
Cristian: - ¡Eso ya lo veremos! –

Ambos subieron al Camión y emprendieron el regreso.

Anna se había quedado dormida, probablemente a causa del terrible dolor que estaba sintiendo y que de seguro no había logrado espantar permaneciendo despierta. Raishell se había sentado a mi lado en el comedor y me mostraba que sus heridas ya estaban mucho mejor y que las costras ya habían comenzado a caer por si sola desde los bordes, miré en su cabeza y vi cabello nuevamente, pasé mi mano suavemente para sentir la textura pero aun estaba muy corto como apreciar si era liso o crespo.

Raishell: - ¡Es liso! ¡Igual que el de mi madre! –
John: - ¡Apuesto a que era tan hermosa como tú! –
Raishell: - ¡Me alagas, pero no es así, ella era aun mucho más hermosa que yo! –
John: - ¡Me hubiese encantado conocerla! Tengo algunas preguntas que hacer, espero que no te sientas atacada, tampoco creas que pongo en duda tus palabras, pero Richard y Cristian se toparon con un código en el mapa y… -
Raishell - ¡Y te está preguntando si por casualidad y no los sé! –
John: - ¡Exacto! No quiero que pienses que… -
Raishell: - ¡No tienes que disculparte, ya sabía que me preguntarían por esos códigos, ciertamente yo tenía los códigos! –
John: ¿Cómo dices? ¿Los tenías? ¿Por qué no dijiste nada?
Raishell: - ¡Porqué los llevaba anotados en una libreta con otras informaciones que debía entregar en el primer punto de reunión, se catalogó con ultra secreto y me los confiaron precisamente porque yo no sabía leer los códigos y sabían que estarían a salvo conmigo! Desafortunadamente la libreta se perdió en el accidente, lo que resume todo a lo que te dije: “No los tengo” –
John: - ¡Es cierto, pero! ¿Por qué no contaste eso desde el principio? ¿Y si la libreta sobrevivió? –
Raishell: - ¡Si hubiese sobrevivido no estaríamos hablando de esto, la hubiesen encontrado!
John: - ¡Yo revisé el lugar dos veces, no vi nada! Solo había cenizas por todos lados y de tus amigos solo quedaron los huesos chamuscados, incluso estaban atados en sus asientos –
Raishell: - ¡Lo recuerdo perfectamente! No es necesario ampliar en detalle lo que viví –
John: - ¡Siento mucho lo que dije, Raishell! Solo intento facilitar las cosas, nos estamos jugando el pellejo –
Raishell: - ¡Eso también lo sé, y además sé que tienen pensado dejarme junto con Scot y Anna en el primer punto de encuentro en el que hagamos contacto! –
John: - ¿Cómo rayos lo supiste?
Raishell: - ¡No soy tonta cariño! Pero hay algo que deben saber tú y Cristian: Si yo no estoy con ustedes en cada uno de los puntos de control, estarán muertos. Sencillamente porque soy la persona clave. –
John: - ¿Qué rayos quieres decir? –
Raishell: - Confiaron tanto en mi, que para impedir que trampas, hicieron que mi presencia fuera la garantía de seguridad, si no estoy yo, sencillamente abrirán fuego contra ustedes, o contra lo que sea que se acerque –
John: - ¿Cuándo se suponía que dirías que eso? ¿Cuándo estuviésemos arribando a los puntos de control y nos derribaran? ¡Pensé que habíamos formado una familia y que todo esto no debería estar pasando ahora! ¿Dónde quedó la confianza? –
Raishell: - ¡Confío tanto en ustedes que te lo estoy diciendo! ¡Y entiendo que no quieren arriesgarnos, por eso cuando lleguemos al primer punto haré que cambien la clave a alguno de ustedes! –
John: - ¿Cómo se que lo harás? ¿Por qué no lo dijiste desde el principio? –
Raishell: - ¡Cuando desperté aquí no lo recordaba, estaba desorientada y tenía miedo de lo que pudiera pasarme, no sabía quiénes eran ustedes! Pero ahora ya lo saben y espero que esto no cambie las cosas entre nosotros, sobro todo entre Cristian y yo –
John: - ¡No le diremos nada, te arrancará la cabeza si se entera de esto! De todas formas el plan es llegar todos juntos al primer punto de control. Tampoco quiero verlo con el corazón destrozado –
Raishell: - ¿En serio le gusto? –
John: - ¡Sí, y mucho! –
Raishell: - ¿Cómo lo sabes, ya te lo dijo? –
John: - ¡No hace falta, somos hombres y sabemos cuándo nos gusta una chica! –
Raishell: - ¡Jajajajaja! Pensé que era una broma, eso explica porque se preocupa tanto por mí –
John: - ¡Y sé que también te gusta el Gigantón! Se te nota en los ojos cuando lo miras –
Raishell: - ¡Jajajajaja! Sí es cierto, pero no se lo hagas saber. Entonces ¿No van a cambiar por no haberte dicho lo de los códigos y lo de mi papel en la misión? –
John: ¡No, siempre y cuando no haya más cosas que ocultar! O ¿Hay algo más que tengas que decir?  -
Raishell: - ¡Solo eso! –
John: - ¡Entonces está bien! –
Raishell: - Apenas lleguen los chicos le haré saber esto que te acabo de decir, no quiero que se presenten sorpresas –
John: - ¡Si así lo quieres, no hay problemas! Pero te advierto que debes preparar al gigantón para que lo tome suave –
Raishell: - ¡No te preocupes por eso, yo me encargaré! –
John: - ¡Si, me imagino que usarás tus encantos con él! –
Raishell: - ¡Jajajajaja Esperemos que funcionen! –

Escuche un ruido y me dirigí hasta la ventana para ver que sucedía, eran Richard y Cristian que regresaban de buscar la motocicleta en el bosque. Observe que hablaban de algo pero no lograba entender con exactitud a que se referían, Richard sacó un pedazo de papel y un lápiz que llevaba en su bolsillo y comenzó a dibujar a la vez que explicaba lo que se traía en mente, Cristian lo escuchaba detenidamente con cara de dudas y asombro al mismo tiempo, parecía que la idea de Richard daría resultado después de todo. Observe por algunos minutos como el entusiasmo comenzaba a inundar a los dos hombres a medida que avanzaba el dibujo que Richard plasmaba en el papel. Eché un ojo a Anna que se había quedado dormida durante todo el rato en el sofá y luego miré a Raishell que me estaba observando desde el comedor intrigada por saber lo que estaba sucediendo allá afuera, ella me hacía señas con sus manos para que le dijera pero aun no entendía exactamente que se traían entre manos estos dos. Volví a mirar a Anna y acaricié con suavidad la espalda hasta llegar a la herida de su espalda baja, levante la venda con sumo cuidado para cerciorarme que había dejado de sangrar y volví a taparla para ir hasta  afuera a hablar con los chicos y enterarme de lo que había sucedido, Apenas me moví de la ventana Raishell tomo mi lugar para enterarse de todo.

John: - ¿Qué se supone están tramando ustedes dos? ¡Parecen niños con juguete nuevo! –
Cristian: - ¡Este soldado se ha vuelto loco totalmente! Quiere colocarle armas a la motocicleta para que hagamos el viaje en ella –
John: - ¡Entiendo que viajar en la moto sería más rápido y ahorraríamos combustible, pero no entiendo el propósito de colocarle las armas! –
Richard: - ¡Le colocaremos las armas a los lados del sidecar y un par en el volante con una especie de dispositivo que permita disparar a la vez que se conduce, y yo operare las de sidecar manualmente, además de eso quería reforzar las láminas que lo forman de manera que quede blindado, eso nos dará una ventaja enorme si llegamos a ser emboscados! –
John: - ¡Entiendo, no es mala idea! Pero ¿Cómo se supone que harán eso? Aquí no tenemos electricidad y por lo que veo, para fijar las armas tendrán que soldarlas al metal de la motocicleta –
Richard: - ¡Precisamente le explicaba a Cristian que con algunos trozos de metal bien calientes podemos lograr que se unan, sin necesidad de usar electricidad! –
Cristian: - ¿Ahora si me crees que se volvió loco? –
John: - ¡Me parece una locura bastante acertada, vaquero! ¿Crees poder hacerlo en un par de días? –
Cristian: - ¡Eso espero! ¡Si no morimos en el intento de subir esa cosa hasta acá! –
Richard: - ¡No moriremos, solo son algo pesadas! –
Cristian: - ¡Ese es tu trabajo, yo ya cumplí con el mío! ¡Vayamos adentro antes de que el frio me congele el trasero! –

Apenas me di la vuelta para entrar nuevamente a la casa vi que Raishell había escuchado toda la conversación y que se retiraba de la ventana con la mano puesta en su boca para esconder su risa, Cristian venía detrás de mí y también pudo notar que Raishell se estaba retirando de la ventana, lo que le hizo arrugar la cara diciendo en voz baja - ¡No se quiere perder de nada! – Volteé para mirarlo a la vez que sonreía, Cristian sabía que eso era una de las cosas que le llamaban la atención de ella

John: - ¡Vamos Vaquero, Admite que eso te gusta! –
Cristian: - Si me gusta, enfermero, pero primero quiero saber más de ella –
John: - ¡Ya sabrás un par de cosas de ella que te van a gustar!
Cristian: - ¿A qué te refieres con: “Un par de cosas”? –
John: -  ¡Ya lo sabrás, vaquero! –
Cristian: - ¡Estoy comenzando a asquearme de las sorpresas! –

Exclamó Cristian al mismo tiempo que abría la puerta de la casa bruscamente para entrar en ella. Echó un vistazo por los alrededores cerciorándose de que todo estuviese bien y luego miró a Raishell sonriendo

Cristian: - ¿Cómo has estado?
Raishell: - ¡Un poco preocupada, Anna no despierta desde que salieron por la motocicleta! –
John: - ¡Es normal, El sueño está inducido por el dolor que sintió! Ya despertará –
Cristian: - ¿Estás seguro de eso, enfermero? –
John: - ¡Por supuesto vaquero! Y volviendo al tema de: “El par de cosas” creo que Raishell tiene algo que decirte –

Cristian se quedó mirando fijamente a Raishell con cara de desconcierto, se podía sentir que por dentro había comenzado a suplicar para que no fuera algo que le destrozara el corazón nuevamente, se acerco con pasos lentos y suaves hasta la mesa del comedor y se sentó justo en frente en ella y se dispuso a escuchar lo que tenía que decirle, Richard y yo nos alejamos un poco y fuimos hasta la cocina y comenzamos a preparar la cena mientras ella comenzaba a contarle al gigante, que a medida que escuchaba entristecía las facciones de su rostro.

Cristian: - ¡John! ¿Estás seguro que no viste esa libreta en lugar? –
John: - ¡Totalmente seguro, vaquero! No dejé rincón sin revisar, todo estaba carbonizado –
Cristian: - ¿Por qué no dijiste antes todo esto, Raishell? ¿Y si no te hubiésemos llevado con nosotros?
Raishell: - ¡Por eso se los estoy contando ahora, no quiero perder a nadie más, menos a ti! –
Cristian: - ¡Yo tampoco quiero que eso ocurra, y lo sabes, las palabras sobran en estos momentos! –
Raishell: - No quiero que me apartes, tampoco quiero que pienses que lo hice para tenderles una trampa. ¡Intente ver las cosas desde mi lado por un momento!
Cristian: - ¡Créeme que eso hago! Y en cierta forma me alegra que nos contaras todo este embrollo, pero comienzo a preocuparme aun mas por tener que llevarte hasta ese punto de reunión sin saber a lo que tendrás que exponerte. Ya había un traicionero con ustedes ¿Cómo estar seguros que no es otra trampa? –
John: ¡Tienes razón, vaquero! Ya lo había pensado, pero Raishell tampoco eligió su destino, era la única persona de confianza que tenían en ese momento, ¡Tú y yo hubiésemos hecho lo mismo! –
Cristian: - ¡No en mi posición, enfermero! Sabes bien a que me refiero –
John: - ¡Lo sé, pero! ¿Arriesgarías la vida de miles por proteger a una sola persona? –
Cristian: - ¡Entonces lo que diga está demás, asumiré que entendiste la situación! –
Raishell: - ¡No sé qué decirte Cristian! Yo solo quiero estar con ustedes y ser parte de todo esto
Cristian: - ¿Tienes idea de lo arriesgado que es? ¡Estamos hablando que podríamos perder la vida en esto!
Richard: - ¡Disculpen que interrumpa la conversación, pero creo que todos estamos dispuestos a eso y mucho más con tal de acabar con esos bastardos! ¡Todos hemos perdidos a seres amados y queridos! Esposas, hijos, padres y madres, Amigos. Si llegamos a este punto no habrá nada que nos detenga, cueste lo que cueste detendremos esta plaga que amenaza con exterminarnos, y ya que estamos aquí por obra del destino, mantengámonos juntos sin dejar a nadie atrás. Protegeremos nuestras mujeres y avanzaremos, aunque suene apresurado decirlo así.
John: - ¡El soldado tiene razón, debemos ir por ellos sin que nada se interponga en nuestro camino! ¡Sabemos que los sentimientos están involucrados pero por los momentos debemos dejarlos de un lado hasta que todo esto termine! –
Richard: - ¡Creo que eso es lo que debe suceder! Iré a terminar de hacer la cena, pienses un poco y luego me dicen que harán, solo sé que con o sin ustedes seguiré avanzando. Espero no tener que dejarlos. –

Cristian miraba fijamente sin pestañar a Raishell, algunas lágrimas comenzaban a recorrer sus mejillas que tampoco quitaba la mirada de Cristian, de pronto se levantó y se dirigió hasta su habitación y cerró la puerta. Cristian dejo caer fuertemente su frente contra la tabla de la mesa, los sentimientos comenzaban a dominar al gigante de la forma menos esperada, teníamos en claro que todo este asunto del corazón llegaría a su debido momento, pero no esperábamos que fuera tan pronto. Estuvo por un par de minutos pensando con su frente apoyad sobre la mesa y luego se levanto y fue hasta el cuarto de Raishell.
Richard: - ¡Y me imagino que tú también estás enamorándote de Anna! –
John: - ¡Yo no diría eso, me atrae mucho, pero no estoy enamorado de ella! Creo que esperar es lo más conveniente, ya veremos que sucede más adelante. –
Richard: - ¡Sabías que usarías el sentido común! Debemos centrarnos en la misión, al menos que piensen pasar el resto de sus vidas escondiéndose en este bosque –
John: - ¡Ya te enteraste que no es así! Sencillamente es algo inesperado que pronto se solucionará. Mejor terminemos la cena, ya el hambre comienza a golpearme el estomago.

Me acerqué a la cocina y comencé a picar los últimos trozos de carne que quedaban del cerdo  capturado por el soldado, rogaba en mi mente para que Cristian no se involucrara más de lo debido con Raishell, eso podría entorpecer los planes que nos habían llevado hasta este punto, miré a Anna que comenzaba a moverse en el sofá al mismo tiempo que colocaba su mano en la herida en señal de dolor, sabía que no tardaría en despertar, recordé que aun quedaba algo del ungüento que había preparado para las heridas de Raishell y que probablemente podría aliviar algo el dolor, de pronto ella volvió a moverse en el sofá y luego abrió sus ojos mirando al techo por algunos minutos, luego dejo caer su cabeza a un costado del sofá para mirar en dirección hacia la cocina, sonrió cuando me vio picando la carne del cerdo y puso cara de asombro

Anna: - ¡Enfermero, Cocinero, Luchador, y sabrá Dios que otra cosa sabes hacer! –
John: - ¡No mucho, y cocino porque el hambre es insuperable! –
Anna: ¡Me imagino que sí, hasta yo estoy sintiéndola! –
Richard: - ¡No te preocupes, pronto estará listo! ¿Cómo vas con el dolor? –
Anna: - ¡Aun duele mucho, pero se ha hecho más soportable! –
John: - ¡Buenas noticias entonces! Tengo un ungüento que use para las heridas de Raishell, por la mañana comenzaremos a usarlo para que se alivie aun más ese dolor, intenta no flexionar mucho el cuerpo para que no rompan los puntos de sutura y si puedes ponerte en pie, camina, te vendrá bien. –
Anna: - ¡Entendido doctor! ¿Dónde están Raishell y Cristian? –
Richard: - ¡Están resolviendo un asunto pendiente, no se demoran! Espero que te guste esta ensalada de berro fresco, te ayudará mucho a sanar la herida –
John: - ¡Él tiene Razón, el berro es excelente para las heridas y muy bueno para los pulmones, te vendrá bien comerlo! –
Anna: - ¡Se lo que es el berro, soy vegetariana! Les agradezco mucho lo que hacen por mí –

Richard sonrió y luego me miró dándome un empujoncito con el hombro para que le siguiera la conversación a ella, pero comenzaba a sentir una especie de vergüenza que me enmudecía.

Raishell: - ¡No quiero separarme de ti, ni de John! Ustedes salvaron mi vida y son lo único que tengo ¿Qué se supone que debo hacer? –
Cristian: - ¡No se trata de lo que queremos o no, esto es una guerra, no es un juego de caprichos! Yo tampoco quiero separarme de ti, precisamente porque no quiero que te pase nada malo es que no puedo llevarte más allá del primer punto de reunión –
Raishell: - ¡Demonios Cristian, eso lo sé, pero no terminas de entender que tengo miedo! ¿Y si te pierdo? –
Cristian: - ¿Cómo pierdes algo que nunca tuviste? Tú también me gustas, pero no podemos asumir esto como un relación o como futura relación si no sabemos en qué demonios va a terminar todo esto, ¿Me estás entiendo? Y esto no significa que no piense en un futuro, claro que lo pienso, y precisamente eso es lo que me lleva a protegerte, porque si salgo con vida de todo esto ten por seguro que iré por ti. –
Raishell: - ¿Cómo se que lo harás? –
Cristian: - ¡Lo haré, te lo prometo! –

Raishell miraba fijamente a Cristian con sus mejillas empapadas en llanto, dudaba se las palabras de Cristian, ella sabía solo sabía que la sucia guerra le había arrebatado de las manos a los seres que más amaba y que comenzaba a ver como la historia se repetía delante de sus narices y que no podía hacer nada para evitarlo. Tendió sus brazos alrededor del cuello de Cristian y lo besó, luego le susurró al odio: “– Esperaré a que vuelvas, no me falles –“Cristian la abrazó fuertemente y le prometió que no le fallaría. El se levando y tomó una la sabana que descansaba al pie de la cama y seco las lagrimas de las mejillas de ella a la vez que la contemplaba, luego inclinó su cabeza y dijo con palabras forzadas

Cristian: - ¡Se que está demás pedírtelo, pero mantengamos como estamos y roguemos para que todo esto acabe pronto! –
Raishell: - ¡Ya estamos involucrado en algo más que una misión, mi gigante! Entiendo a lo que te refieres y así será. –
Cristian: - ¡Gracias! Por cierto, no le comentes a John que nos besamos, puede que lo tome a mal, ¡Tú sabes! Por el viaje y todo eso. –
Raishell: - ¡Ya lo había pensado! Pero creo que el ya lo debe suponer.
Cristian: - ¡Si, pero no le demos pie a pensar demás! –

Ella asintió con su cabeza sin levantarse de la cama. Cristian salió primero del cuarto y seguidamente Raishell, se notaba que ella había estado llorando por todo el rato que estuvo dentro de la habitación, Cristian me miro y luego me guiño el ojo lo que me dio a entender que había solucionado el conflicto, luego vio hacía el sofá y noto que Anna ya había despertado y que estaba en pie en medio de la sala dando pasos para estirar el cuerpo, ella lo miró y quiso levantar los brazos para hacer la señal de vitoria pero enseguida sintió como se estiraba la piel de la herida lo que la obligo a detener el gesto, Arrugó su cara y enseguida busco sentarse nuevamente. Pude ver lo que había sucedido y me acerque hasta ella para revisar la herida, pero solo había un estirón corto no llegó a ocasionar daño.

Luego de la cena tuvimos una conversación grupal donde acordamos mantenernos juntos hasta el primer punto de reunión con la alianza y que a partir de ese punto Scot y las dos mujeres permanecerían allí y nosotros seguiríamos hasta llegar al frente de los bastardos, Anna me miraba con cara de tristeza, sabía que mi hora de resolver algunos asuntos emocionales con la recién llegada se acercaba, Richard me estaba pateando las pantorrillas por debajo de la mesa para que hablara con ella, pero yo prefería esperar un poco más y hacerlo en privado al igual que lo hizo Cristian. De pronto el silencio se apoderó del lugar, todos estábamos lelos mirándonos unos a otros, pensando, maquinando y asimilando las cosas que se avecinaban más pronto de lo que esperábamos, de pronto Cristian se levantó y se despidió, Miró a Scot que no se había emitido ni una sola palabra en lo que iba de día, obviamente sin perder el apetito, husmeaba entre lo platos en busca de algún pedazo de carne que uno de nosotros no hubiésemos querido comer

Cristian: - ¡En lo que termines de devorar toda la comida del lugar entra a la habitación para que nos acomodemos a dormir! –
Scot: - ¡Si señor! ¿Podré ayudarlo mañana con la moto? –
Cristian: - ¡Por supuesto, pero debes levantarte temprano, apresúrate! –
John: - ¡Feliz Noche Vaquero, que descanses! –
Cristian: - ¡Eso intentaré! –

Todos nos levantamos y nos fuimos a descansar, ayudé Anna a caminar hasta la habitación donde dormía con Raishell y luego me fui al sofá para dormir, El soldado había comenzado a ablandar el duro suelo donde le tocaba cerrar los ojos caminando en círculos como perro sobre el lugar, pero no había podido conseguirlo, así que no le quedó más remedió que recostarse y cerrar los ojos.

Richard: - ¡Debes hablar con  Anna, se nota que está preocupada por lo que se planteó! –
John: - ¡Ya lo sé, tus patadas me dejaron adoloridas las pantorrillas! Prefiero esperar a estar a solas con ella y hablar mejor sobre la situación –
Richard: ¡Se nota que le interesas, no merece que le hagan daño! ¡Es una buena Chica! –
John: - ¡También lo sé! no tengo intenciones de hacerle daño, pero nada hago ilusionándola si aun no sé si saldré vivo de esta –
Richard: - ¡Tienes razón! ¿Qué piensas hacer?
John: - ¡Mantener todo como está, hasta que se resuelva! Luego veremos que sucede –
Richard: - ¡Es lo conveniente para ambos! –

Observé el techo por algunos minutos pensado en la situación y luego caí en un sueño profundo.

La mañana había comenzado, abrí los ojos y me levante rápidamente y noté que el soldado ya no estaba en el suelo, supuse que ya estaría con Cristian y Scot trabajando en los arreglos que había planeado para la moto, me puse en pie y me dirigí hacia el baño, noté que la puerta del cuarto del chicas estaba entre abierta, eché un ojo para ver y vi que aun estaban dormidas, abrazadas y cubiertas hasta a cabeza con la manta, el cuadro me hizo recordar que aun tenía un trabajo pendiente con las camas que había comenzado a hacer y que casi estaban terminadas, seguí mi camino hasta el baño para asearme y luego salí de la casa con la intención de ponerme a trabajar en mi obra de carpintería.

Los chicos estaban luchando por cortar un trozo enorme de metal con una cierra manual, Cristian segueteaba por un rato, luego le cedía el turno a Richard mientras Scot estaba sentado en un extremo del trozo de metal haciendo peso para sostenerlo.

John: - ¡Interesante forma de sostener en su lugar ese pedazo de fierro, señores! –

Los tres voltearon a mirarme y luego prosiguieron con su ardua tarea, fui hasta la parte trasera de la casa donde estaban las camas y comencé a lijar para darles un acabado suave y luego pintarlas, esperaba que este día no trajeras nuevas sorpresas y que pudiéramos trabajar tranquilos para adelantar los planes, comenzaba a preocuparme por el viaje que realizarían los muchachos hasta el pueblo, era necesario que consiguiéramos ese equipo de radio para poder hacer contacto, pero me preocupaba que fueran victima de alguna emboscada y que todo terminara de manera imprevista. Alce mi vista al horizonte y contemple el paisaje por unos minutos mientras seguía agachado lijando las camas, los rayo de sol comenzaba pegar mas fuertes sobre la montañas, aun Salía humo del valle que se formaba en ella. Volví a centrarme en mi tarea mientras escuchaba los regaños y las riñas que tenían los chicos - ¡Un trío de locos en acción! - solo espero que ninguno salga lastimado, de pronto sentí unos brazos que me entrelazaron el cuello y cuando gire mi cabeza para ver de quien se trataba sentí un beso plasmarse en mi mejilla, era Anna.

Anna: - ¡Buenos días señor Doctor! –
John: - ¡Buenos Días señorita, veo que está mucho mejor! ¿Cómo está la herida? –
Anna: ¡Excelente, aun duele un poco pero en definitiva muchísimo mejor! ¿Quieres darle un vistazo? –
John: - ¡Por supuesto! –

Ella se puso de espalda justo en frente mío, levante la venda con cuidado y vi que ya la hilera de punto había comenzado a secar de forma normal, toqué un poco por los alrededores y me asegure de que no hubiese rigidez en la piel y volví colocar la venda en su lugar

John: - ¡Esto esta excelente, más rápido de lo que imagine! Aun así comenzarás a usar el ungüento que prepare, eso te ayudara a secar más rápido aun y evitara que quede una cicatriz horrible sobre tu piel –
Anna: - ¡Como usted diga doctor! ¿Cuánto me va a costar esto? –
John: - ¡Para usted es gratis, señorita! Solo por esta vez. –
Anna: - ¡Espero no tener que molestarlo más por asuntos como este, señor doctor! Hablare con Raishell para que me dé el ungüento y preparare algo para desayunar, ¡Imagino que debes estar hambriento! –
John: - ¡Más que hambriento, preocupado! –
Anna: - ¿Y eso a que se debe doctor? –
John: - ¡Creo que estamos avanzando muy a prisa con esto que está comenzando a surgir entre los dos! –
Anna: - ¡Tú lo has dicho! ¡Pero de mi parte no puedo evitarlo, sé bien en lo que estamos metidos y estoy consciente de los riesgos que hay que asumir, pero a pesar de la situación creo que no hay nada de malo que mostremos nuestro sentimientos, en todo caso nos apoyaremos el uno al otro sin importar lo que pase –
John: - ¡Veo que estuviste hablando con Raishell! –
Anna: - ¡Soy la única mujer en este lugar! ¿Con quién quiere que se desahogue? –
John: - ¡Ya sufrí una perdida, como bien sabes, todavía en mi cerebro está la imagen de Kate! Y con todo esto que no se si salga vivo, ¡No puedo prometerte nada! Con esto no quiero decir que no me atraigas, pero quiero hacer las cosas bien en pro de ambos. No quiero destrozarte el corazón si me pasa algo y tampoco quiero destrozar el mío si te sucede algo, como Raishell te comentó, se quedaran en el primer punto de reunión junto con Scot –
Anna: - ¡Ahora suenas como Cristian! ¿Planearon el mismo discurso? –
John: - ¡No, no lo hicimos! Pero evidentemente no hemos sufrido casi lo mismo y no queremos pasar otra vez por la misma historia –
Anna: - ¡Aunque estemos o no involucrados el uno con el otro, tendré que recoger los pedazos de mi corazón si te pasa algo, y si que no debería estar sucediendo tan pronto, apenas nos conocemos y estoy muy consciente de eso, pero no sé porque aceleras el ritmo de mis latidos cuando te veo –
John: - ¡Yo también siento lo mismo! pero no quiero comenzar algo que pueda terminar en llanto y sufrimiento, avancemos con el cerebro primero y luego con el corazón, espero entiendas mi situación con respeto a lo de Kate. –
Anna: - ¡El pasado está atrás, señor Doctor! No se puede vivir en el recuerdo de lo vivido, entiendo lo especial que fue ella en tu vida, yo también tuve a alguien especial en la mía, pero tenemos una vida por delante y en lo particular no permitiré que los recuerdos me arrebaten todo lo que me queda por afrontar, creo que merecemos algo mejor que todo esto, incluso mejor de lo que ya pasó. Espero que entiendas y pienses en lo que te digo, y te aclaro que esto no cambia mi posición en relación a mis sentimientos hacia usted, señor doctor, por el contrario, creo me dejas muy en claro que vales la pena y que no me estoy equivocando –

Ella se inclino nuevamente y volvió besar mi mejilla - ¡Iré a preparar el desayuno! – se dio la vuelta y se marchó. Mi mente se quedó paralizada por unos segundo intentando asimilar sus palabras, recordé a Kate, ella solía decirme que me quejaba mucho por las cosas que me habían pasado antes de estar con ella y que debía olvidar y centrarme en mi felicidad, ahora esas mismas palabras salían de la boca de alguien más que apenas acabo de conocer. Miré el paisaje en el horizonte para despejar todo el desastre de emociones que comenzaban a nacer en el centro de mi pecho, sabía que Anna tenía razón y aunque no quisiera aceptarlo debía seguir adelante con mi vida. De pronto escuche unos pasos que se acercaban, giré la cabeza para distinguir enseguida la silueta enorme de Cristian que se acercaba con cara de preocupación, se paró a mis espalda y poso su pesada mano sobre mi hombro

Cristian: - ¡Ya sé que estás confundido, Pero ella tiene razón, y creo que lo sabes! –
John: - ¡Tengo miedo, vaquero! –
Cristian: - Yo también, y también tengo recuerdos encontrados azotándome la mente, Pero como Anna dijo: “Merecemos algo mejor que todo lo que hemos tenido y yo estoy dispuesto a ir por eso. –
John: - ¡Yo también lo quiero! Pero ¿Y si nos pasa algo? ¿Y si no podemos regresar? –
Cristian: - ¡Al menos tendremos la satisfacción de sentir que amamos a alguien y que toda esta lucha ya no es solo una venganza! Más bien será una lucha por nuestro derecho a tener futuro –
John: - ¿Crees que vivo en el pasado? –
Cristian: - ¡Un poco, yo también recuerdo a mi esposa y a mi hijo! Pero si cada mañana no lucho por respirar entonces no estaría aquí contigo, ¿Entiendes a lo que me refiero?  –
John: - Si, perfectamente, pero quiero que las cosas estén bien ¡No quiero otra perdida más! –
Cristian: - ¡Eso lo entiendo!, pero ¿Cómo sabremos qué sucederá si no nos arriesgamos a explorar más allá de nuestra convicciones? ¡Debemos darnos la oportunidad, Enfermero! Anoche durante la conversación que tuve con Raishell dije palabras muy parecidas a las tuyas, evidentemente pensamos en gran parte lo mismo y compartimos los mismos temores, pero después de haber planteado todo lo que sentía y lo decepcionado que me sentía porque ella me ocultó la información, se levanto y me beso y por primera vez en dos años sentí que estaba más vivo que nunca. Luego me di cuenta que esas palabras que te acaba de decir Anna, no son más que la pura realidad, la vida es ahora y así tengamos que ir a una guerra para hacer valer nuestro derecho a existir, quiero vivirla ahora, Una Nueva Vida presente, no a través de un recuerdo. ¡Es inevitable, Enfermero! ¡Estamos atrapados en sus garras y sin escapatoria! –
John: - ¿Pensé que me apoyarías en todo esto? ¡Veo que estás más blando de lo que aparentas! Pero tienes razón, intentaré organizar mi mente "NUEVA VIDA" o como quieras llamarlo –
Cristian: - ¡Hasta los más valientes sufrimos de sentimientos débiles! ¡Bienvenido de Vuelta al mundo real, amigo! –
John: - ¡Gracias, hace rato que no tenía un amigo como tú! Espero que después de todo esto no nos distanciemos –
Cristian: - ¡Esto es solo el comienzo, Hermano! –
John: - ¡Así es! –
El me tendió la mano para ayudar a levantarme y de un solo tirón me puso en pie, me di la vuelta y él abrió sus enormes brazos para ofrecerme un abrazo que sin pensarlo mucho le di y comencé  sentir que podía confiar en alguien más que no fueran mis recuerdos. Nos incorporamos y fuimos hasta la parte del frente donde estaban Richard y Scot que comenzaban a luchar para cortar el segundo pedazo de fierro

John: - ¿Qué se suponen que harán con esos trozos de fierro? –
Richard: - ¡Son para fijar un par de ametrallas sobre el sidecar, luego ingeniaremos un dispositivo que active los gatillos desde el acelerador de la moto para que Cristian pueda disparar sin dejar de conducir, yo manejaré estas de forma manual! –
John: - ¡No sé porqué, pero algo me decía que tú irías en el asiento del copiloto! –
Richard: - No puedo imaginar cómo diablos entraría pie grande en ese pequeño carro –
Cristian: - ¿Pie Grande? ¡Aun no me has visto los pies, así que cierra la boca y continúa picando esa cosa! Scot, vamos a comer a algo, cuando regrese yo seguiré cortando los fierros y tú irás por la moto –
Richard: - ¿Cómo supones que subiré esa cosa yo solo hasta acá? –
Cristian: - ¡Esa es tu parte del trabajo! Ya encontrarás un modo de subirla –
Scot: - ¿Qué vamos a comer, señor Cristian? –
Cristian: - ¡No lo sé amiguito, Anna es la Chef de la mañana, mejor entremos y preguntemos a ella cual es el menú para esta mañana! –
John: - Este amiguito lo único que piensa es en comer, al menos ya no se le ven las costillas –
Cristian: - ¡Gracias a Dios! Por poco pensé que el viento podía arrastrarlo –

Entramos a la casa y vimos que Anna había preparado una enorme tortilla de vegetales fresco, Cristian se paró detrás de mí y me dio un empujón y me hizo señas para que me acercara a hablar con ella, lo miré por un momento a la vez que cobraba el valor para hacerlo, me acerque lentamente hasta donde estaba ella y mire la Tortilla que había dejado sobre el mesón, ella se acercó hasta el lugar para dejar un plato de frutas que había picado y cuando colocó su mano sobre el mesón la tomé. Ella me miro fijamente por un segundo, lo que hizo que me perdiera nuevamente en aquel azul celeste que reflejaba la luz que entraba por la ventana

John: - ¡Estoy aquí, y seguiré aquí, y después de todo esto seguiré aquí! –

Ella agacho su cabeza en señal de tristeza, pero puse mi mano en su mentón y suavemente le subí la mirada

John: - ¡No estés triste, si de verdad sientes lo que dices, toma mi mano y ayúdame a pisar por donde dices que tengo que hacerlo! –
Anna: - ¡Esto no se trata de lo que yo quiera, Señor doctor! Se trata de lo que usted quiere hacer con su vida
John: - Te estoy diciendo lo que quiero hacer ¿No crees que está claro? –
Anna: - ¿Cómo saberlo? ¡Creo que ahora el que tiene que demostrar algunas cosas eres tú! –

Se apartó de enfrente y siguió preparando el la mesa para todos nos sentáramos a comer, Cristian me hizo una señal para que le diera algo de espacio, pero ahora es que se sentía arrinconado era yo, tomé el plato con las frutas y lo llevé hasta el centro de la mesa y luego ella colocó el pan con la tortilla y tomó su asiento, noté que Richard había dejado la silla justo al lado de ella vacía lo que me dio oportunidad de sentarme a su lado, Raishell entendió rápidamente lo que estaba tratando de hacer y me guiño el ojo sin que Anna se diera cuenta. Comencé a sentir nuevamente las mariposas en mi estomago, pero respiré profundo y logre clamarlas, arrime la silla y me incorporé a la mesa pero a la vez me acerque lo más que pude a la silla de Anna, ella me miró fijamente por un segundo y luego precedió servir en los respectivos platos una porción igual dl delicioso desayuno, Scot no había perdido tiempo en comenzar a comer y Cristian solo lo miraba y reía para sí mismo, Raishell se había sentado al lado de Cristian en la cabecera de la mesa y hablaba en voz baja muy cerca de la oreja del gigante que tenía inclinarse para poder acercarse a ella. Miré a Anna que permanecía en silencio Absoluto colocando pequeños bocados de comida en su boca y que tragaba casi sin masticar, eso me hizo recordar que debido a los golpes que había recibido sus dientes estaban estropeados, coloqué mi mano sobre su pierna y ella volteo a mirarme, le hice una seña para abriera su boca y poder examinarla, ella tomo un sorbo de agua para quitar los restos de comida que había en el interior y luego la abrió. Tenía un par de muelas flojas y el paladar estaba muy herido, los costados internos de las mejillas tenían moretones y también tenía un diente roto. La mire a los ojos y moví mis labios sin emitir voz pero permitiendo que ella los leyera - ¡Lo siento! -  Ella cerró su boca lentamente y clavó su mirada en mis ojos sin parpadear, luego estrecho mi mano por debajo de la mesa y asintió con su cabeza, en ese momento supe que todo comenzaba a hacerse nuevo en mi vida.

Todos terminamos de comer y felicitamos a Anna por tan deliciosa comida, ella comenzó a ponerse roja de vergüenza pero a la vez sonreía

Anna: - ¡Hace bastante tiempo que alguien no me felicita por mi comida! –
Richard: - ¡Te luciste! ¡Delicioso! –
John: - ¡Es la mejor tortilla que he comido en muchos años! ¿Me darás la receta? –
Anna: - ¡Claro, solo tienes que batir unos huevos del rejón de Cristian, agregas un poco de sal y algunas especies y unos cuantos vegetales y listo, al sartén! –
Cristian: - ¿Eso fue todo lo que hiciste? ¡Tiene que haber algún secreto! –
Anna: - ¡Si, en realidad le puse muchas ganas para que quedara rica y verlos a todos contentos, como ahora! –
Raishell: - ¡Lo lograste! –
Anna: - También la hice con amor para agradecerle al doctor todo lo que ha hecho por mí, ¡Espero haya logrado mi cometido! –
John: - ¡Lograste más que eso, señorita, mucho más! Ahora el que está en deuda contigo soy yo, debo admitir que tus palabras allá afuera me hicieron ver las cosas desde otro punto de vista, y aquí delante de todos quiero decirte que tenías razón –

De pronto todos se levantaron de su puesto y comenzaron a aplaudirme, lo que me hizo sentir muy apenado, supe que inmediatamente mis mejillas se tornaron rojas al punto que la temperatura comenzaba a elevarse, Anna me miraba con un brillos en sus ojos que por primera vez contemplaba, Raishell se acercó hasta donde estaba y me dio un abrazo muy fuerte y luego me beso en la mejilla dándome las gracias por todo y Cristian, Richard y Scot tendían sus manos para estrechar la mía, Anna se levanto de su asiento y me abrazó, tomó con sus manos mi cabeza y beso mis labios delante de todos, lo que me tomó por sorpresa y terminó por hacerme sentir un poco desubicado, pero a la vez comencé a entender las palabras que Cristian que me había dicho hace algunos momentos: - ¡Cuando Raishell me besó, me sentí vivo nuevamente! – y aunque ese beso no había sido apasionado, bastó para inocularme esperanzas y reavivar sentimientos que hace algún tiempo había dado por extintos en mi vida.

El resto del día fue hermoso, no hubo sorpresas ni altercados, Nadie se estrelló, ni se perdió en el bosque mucho menos hizo fogatas, lo que nos permitió avanzar mucho en la modificación de la moto, además de eso pude terminar de pintar las camas y solo esperaba que el Barniz se secara del todo para meterlas dentro y acomodarnos mejor, Scot había ido al borde del bosque con Cristian para traer pasto seco y poder improvisar unos colchones para las camas y Raishell se había ofrecido a coser unos forros para rellenarlos con el pasto para hacerlos un poco más cómodos, Pude Extraer los dientes dañados de Anna lo que le alivió el dolor que sentía al masticar y fabrique otro medicamento con algunos antibióticos para que ella los usara en las heridas de la boca y evitar que se infectaran, al final del día pude besarla para darle las buenas noches al igual que Cristian lo hizo con Raishell, ciertamente Cristian y Anna tenían razón, Comenzaba a sentirme vivo Otra vez.

Todo estaba listo, la motocicleta quedó estupenda. Armas en el volante con gatillos personalizados en los mandos, reforzada de pie a cabeza con láminas de cinco milímetros y unas hermosas ametralladoras automáticas dispuestas en el sidecar listas para atacar a cualquiera terrorista, además Cristian se las había ingeniado para adaptar las linternas que trajo Richard en la parte frontal del sidecar, Mientras empacaban algunas provisiones y herramientas, Raishell y Anna preparaban comida para el viaje. Scot estaba terminado de rellenar con paja seca los forros que Raishell había hecho para improvisar los colchones de las camas que ya estaban cada una en su lugar. El combustible ya estaba cargado en el tanque de la motocicleta y unos cuantos galones adiciones para que pudieran recargar en el camino, tomé asiento en la silla colgante y comencé a balancearme pensando en todos los riesgos del viaje, previamente había preparado una pequeña caja con medicinas básicas de primeros auxilios en caso de que las necesitaran. Miré por la ventana y vi que las chicas habían preparado comida en grandes cantidades y la colocaban en envases separándolas por raciones. Mi mente jugueteaba con la imagen del arduo trabajo que tendría Raishell para llenar la enorme barriga de Cristian, definitivamente aquello sería todo un reto. Scot continuaba rellanado los forros a la vez que luchaba contra el viento que movía de su lugar el montón de paja, resultaba graciosos verlo correr de un lado a otro persiguiéndola.

Una vez terminados los preparativos, comenzamos a bajar la moto entre los tres por el sendero hasta llegar al bosque, por lo menos pesaba el doble. Las chicas y el muchacho no sabían acompañado para despedir a nuestros amigos y desearle buena suerte en su viaje.

Scot: - ¿Por qué no puedo ir con ustedes? ¡Yo siempre tengo que hacer de niñera! –
John: - ¡Vamos muchacho, esta vez lo haremos juntos! Entiende que es muy arriesgado y que no estás listo aun para luchar. ¡Ya te llegará el momento! –
Anna: - Cuídense mucho Muchachos, no comentan ninguna travesura y traten de ir lo más rápido posible. –
Cristian: - ¡Si mama, así lo haremos! –
John: - ¡Ellas tienen razón! Recuerden que el peso de la motocicleta se incremento considerablemente y que probablemente el consumo de combustible también lo haga, llevan suficiente. Cuando lleguen al pueblo, recarguen en la estación de servicio y si está a su alcance, traigan un poco de regreso. ¡No olviden la lista de cosas para el hogar que Raishell les hizo! –
Richard: - ¿Lista? ¡Esta cosa parece el acta constitutiva de una empresa de enceres! –
Anna: - Son solo las cosas básicas y de primera necesidad –
John: - ¡Vayan directo al grano, no se distraigan con nada! –
Cristian: - ¡Ya basta de tonterías! Es hora de partir.

El gigante se subió a la motocicleta y su enorme pie la puso en marcha mientras que Richard luchaba para acomodarse dentro del sidecar. Raishell soltó algunas lagrimas al ver como se ponían en marcha, Cristian aceleró la moto y avanzo unos cuantos metros y luego se detuvo repentinamente y se devolvió a pie hasta donde estaba Raishell.

Cristian: - ¡Olvidaste darme un beso de despedida! –

Raishell tendió sus brazos y él la levantó del suelo tan fácil como levantar un trozo de papel y la besó.

Raishell: - ¡Cuídate mucho, mi gigante! –
Cristian: - ¡No te preocupes, vuelvo enseguida! –

Volvió hasta la motocicleta y emprendió el camino, Dejando una nube de polvo a medida que avanzaba por el bosque esquivando los arboles. Permanecimos en el lugar hasta que se perdieron de vista y luego volvimos a casa.

John: - ¡Estarán bien, no hay nada de qué preocuparse! –

Le comenté a Raishell para que calmara un poco el miedo que había comenzado a sentir, luego miré a Anna y le hice una seña con mi cabeza para que hablara con ella y la tranquilizara un poco más. Scot había retomado la tarea de rellanar los colchones mientras que yo me dirigí al depósito de las armas y comencé a prepararlas para que estuviesen listas para cuando los misioneros regresaran, la hora de partir se acercaba y de seguro nos ahorraremos un buen tiempo si las tenemos listas para empacarlas.

A la mitad del bosque, Cristian y Richard ya habían tomado el marcado camino de tierra que los llevaba hacia la pradera. El soldado llevaba puesto un par de lentes oscuros y se aferraba fuertemente a los borde del sidecar para no salir despedido del haciendo cada vez que la moto brincaba en el escabroso camino. Cristian de vez en cuando echaba un ojo al soldado para cerciorarse que aun estuviese sentado a su lado y luego clavaba su mirada en el camino.

Richard: - ¿Dónde aprendiste a conducir también? –
Cristian: - ¡Apenas hace unos minutos cuando salimos de casa! –
Richard: - ¿A qué rayos te refieres? ¿No habías conducido moto antes? –
Cristian: - ¡No! es mi primera vez, pero no te preocupes ya le tome el ritmo a esta cosa –
Richard: - ¡Santo Dios, voy a morir! –
Cristian: - Deberías estar agradecido que será conmigo y no en manos de los bastardos –
Richard: - ¡Tienes Razón! Pero intenta concentrarte en lo que haces para que lleguemos vivos al pueblo –
Cristian: - Si mantenemos esta velocidad llegaremos mañana en la mañana, Descansaremos un par de horas en la noche a la orilla del rio –
Richard: - Controla los kilómetros recorridos y del combustible para calcular el consumo, recuerda que ahora pesamos más –
Cristian: ¡Eso intento, pero cada vez que abres la boca me desconcentras! –
Richard: - Esta bien, jefe. Ya no abriré más la boca.

Una vez en la pradera Cristian tomó un desvío que bordeaba el bosque en dirección hacia el rio directamente, lo que suponía ahorraría un tiempo y combustible, Richard se dio cuenta que no era el camino por donde habían planeado viajar, miró a Cristian y él le propicio una sonrisa, evidentemente ya sabía que Richard había notado que no iban por el camino acordado.

Cristian: - ¡No te preocupes, Soldadito! Es un atajo. Ahorraremos combustible y tiempo.
Richard: - ¡Me lo imaginé! ¿Estás seguro de lo que haces? –
Cristian: - Por supuesto, luego que lleguemos al borde del rio trazaremos una diagonal al oeste que nos llevará directo al pueblo. Por la mañana debemos estar llegando. –
Richard: - ¡Confío en ti, grandulón!
Richard se acomodó en el sidecar y cerró sus ojos para descansar a medida que Cristian se encargaba de conducir. Las horas pasaron más rápido de lo normal y la tarde llegó repentinamente, El sol que se ocultaba en el horizonte le marcaba la ruta a Cristian que debía seguir para llegar al pueblo una vez que estuviesen a la orilla del rio. Una vez en el lugar miró a su izquierda y vio que el sol aun mostraba la corona de la circunferencia, hizo algunos cálculos mentales para trazar la ruta adecuadamente y se puso en marchar, Richard había caído en un sueño profundo y no pudo darse cuenta en qué momento llegaron a la orilla del rio, las oscuridad inundaba el lugar rápidamente y el frio empezaba a azotar las mejillas de Cristian, pero a pesar de eso no se detuvo hasta muy adentrada la noche.

Richard: - ¿Por qué rayos nos detuvimos? –
Cristian: - ¡Hora del descanso y de comer algo! –
Richard: - ¿Falta mucho? –
Cristian: - ¡No lo creo! Según mis cálculos antes de que salga el sol debemos estar viendo en esta misma dirección la entrada a tu pueblo –
Richard: - Mi hija está enterrada en las afueras, ¿Crees que podamos detenernos unos minutos en ese lugar? –
Cristian: - ¡Por supuesto! –
Richard: - Gracias, te deberé un favor –
Cristian: - ¡No hay nada que deber, para eso estamos! Saca algo para comer, ¡Muero de hambre! –
Richard: - ¡Claro, yo también! –
Cristian: - Luego de comer descansaré un par de horas, tendrás que vigilar el lugar. Luego seguiremos el camino. –

Richard asintió con su cabeza al mismo tiempo que desenvolvía unos suculentos panecillos que había preparado Raishell, las palabras de Cristian se había apoderado de su mente y ya comenzaba a examinar el lugar minuciosamente en búsqueda de movimientos extraños. Recordaba el momento en que encontró a Anna oculta dentro del pasto y no quería tener que repetir aquel cuadro una vez más. Terminó de comer y comenzó a caminar por alrededores moviendo la maleza con una especie de bastón que había encontrado en el lugar donde se habían detenido. Calculo una distancia de 2 metros aproximadamente y trazo un círculo caminando, de vez en cuando miraba en dirección al Gigante que ya había comenzado a dormir y luego seguía examinando el lugar. De pronto una luz comenzó a divisarse a lo lejos en dirección al camino que venían recorriendo, el miedo se apoderó de él lo que hizo que saliera corriendo hasta llegar donde estaba Cristian descansando. Se oculto detrás del sidecar al mismo tiempo que despertaba al Gigante.

Richard: - ¡Despierta grandulón, Despierta! Alguien se aproxima por el mismo camino de dónde venimos –

Cristian se levanto rápidamente y se arrojó al suelo y luego miró al soldado que le apuntaba con su dedo la luz que se aproximaba

Cristian: - ¿Qué demonios es eso? –
Richard: - Es una luz, pareciera otra motocicleta –
Cristian: - ¡Alcánzame mi arma! –

Ajusto la mira un poco y luego comenzó a apuntar en dirección a la luz observando por el objetivo del rifle.

Cristian: - ¡Está inmóvil! –
Richard: - ¿Cómo lo sabes? –
Cristian: - ¡La mira me indica si está en movimiento o no! y no se ha movido  -
Richard: - ¿Qué haremos entonces? –
Cristian: - Esperemos unos minutos, si comienza a moverse daremos vuelta a la moto y atacaremos, si no se mueve nos acercaremos escondidos entre la maleza para investigar. No está muy lejos de aquí –
Richard: - ¿A qué distancia calculas? –
Cristian: - ¡Quinientos metros aproximadamente! –
Richard: - Creo que deberíamos encender la moto y salir de aquí –
Cristian: - ¡Ese es el plan B! La huida –

Pasaron los minutos pero la luz seguía en el mismo lugar, Cristian levanto su mano indicándole a Richard que se quedara. Colocó el rifle en la espalda y comenzó a acercarse al lugar donde estaba la luz, pero a medida que se acercaba notaba que la luz parpadeaba, por un momento pensó que podía ser alguna especie de clave para comunicarse con alguien más que anduviese en el lugar, lo que hizo que se detuviera por otros minutos. No vio acción alguna en ningún lado, se incorporó y siguió acercándose al lugar cautelosamente. El pasto estaba alto en ese lugar lo que le facilito ocultarse, pero a pocos metros de distancia notó que la luz ya no estaba. Se detuvo y comenzó a examinar los alrededores pero no pudo ver movimiento en ninguna dirección, dio unos pasos a su izquierda y entonces vio que la luz volvía a salir titilando y se apagaba, se incorporó levantando su mirada al cielo y se percato que la luna estaba llena, algunas nubes que pasaban por delante de ella ocultaban su esplendor por momentos y luego la dejaban brilla nuevamente. Tomó arma entre las manos y se apresuro a llegar al lugar exacto y cuando estuvo parado justo en el punto de dónde se veía salir la luz, se dio cuenta que era un pedazo de espejo roto que estaba dispuesto de tal forma en el suelo que reflejaba la luz de la luna emitiendo la luz sospechosa luz. Tomó el pedazo de espejo y comenzó el regreso hasta donde estaba Richard y la motocicleta - ¡Vaya susto me diste, pedazo de chatarra! – Exclamo al mismo tiempo que aceleraba el paso.

Una vez de regreso a la moto, Richard dejó ver su existencia que era cubierta por el sidecar

Richard: - ¿Qué pasó? –
Cristian: - ¡Era un pedazo de espejo en el suelo! –
Richard: - ¿Qué demonios estás diciendo? ¿No había nadie? –
Cristian: - ¡No, soldado! No había nadie. Era solo este pedazo de porquería en el suelo que reflejaba la luz de la luna. Recoge las cosas para que nos larguemos de esta pocilga –

Richard escucho las palabras de Cristian mientras sostenía en su mano el pedazo de espejo que su amigo había traído consigo para mostrarlo de evidencia, hizo un movimiento de lanzador de BaseBall arrojando el pedazo de Espejo lejos de donde se encontraban y comenzó a recoger las cosas para continuar el viaje. La madrugada empezaba a avanzar igual de rápido que el día, Los misioneros habían sacrificado las cortas horas de descanso para poder llega más rápido al pueblo, el camino de tierra había empezado a ponerse más suave lo que les permitió acelerar un poco más. Faltando un poco para que el sol comenzara a salir, llegaron a la calle que conducía a la devastada población, a lo lejos podían verse llamas de fuego ocasionadas por los cortos eléctricos, una manada de lobos rondaba por los lugares en busca de restos para su festín. Avanzaron unos poco minutos más y llegaron al árbol donde Richard había enterrado a su hija Alicia, su cara comenzaba a entristecerse y sus ojos soltaban lágrimas de dolor, Cristian estacionó la motocicleta a una distancia prudente del lugar y la apagó.

Cristian: - ¡Aquí estamos, Soldado! Ve a ver a tu hija –
Richard: - ¡Gracias! Y disculpa el sentimentalismo, pero no puedo evitarlo –
Cristian: - No te preocupes, se exactamente lo que sientes. –

Richard salió del sidecar y se acercó hasta el lugar, se paró a un lado y  cayó de rodillas ante la sepultura de Alicia, desde lejos Cristian Observaba la emotiva escena y recordaba aquellos días en que el dolor por la pérdida de su familia estuvieron a punto de llevarlo a la soga, en ese momento sentía en carne propia emociones que pensó haber dejado atrás hace algún tiempo, y que ahora descubría que estaban más vivas que nunca. Pasaron algunos minutos en el lugar hasta que el sol comenzó a asomar los primeros rayos de luz, Cristian se dio vuelta dándole la espalda al lugar de la sepultara para contemplar el amanecer, buscaba una forma de despejar la mente de los recuerdos, de vez en cuando agachaba la cabeza y pateaba algunas rocas que se encontraban en el lugar, pero no le sirvió de mucho, se dirigió hasta la moto y comenzó a preparar todas las armas, si había algo o alguien dentro de ese pueblo de seguro lo exterminarían. Cargó más combustible y se percato que ya las reservas se habían agotado, tal como John lo había previsto. Levanto su mirada hacia Richard y observo por unos pocos segundos más como el Soldado tomaba arena entre sus manos y la dejaba escurrir sobre la sepultura de Alicia, no se atrevía acercarse al lugar, en su lugar le silbó para que él supiera que ya era hora de partir. Richard Permaneció unos segundos más arrodillado, luego se levantó, secó sus lágrimas y se dirigió hasta la moto, reviso las armas en el sidecar, se aseguró que estuviesen cargadas y listas para disparar, entró a su lugar y levanto los pulgares

Richard: - ¡Listo jefe, Hagamos lo que tenemos que hacer! –

Cristian sonrió mientras lo miraba, subió a la moto, la puso en marcha y arrancó a toda prisa levantando polvo con la llanta trasera.

No había mucho que hacer en la casa, Anna estaba mostrándole a Raishell algunas recetas veganas y Scot ya casi terminaba de rellenar los forros para los colchones. El almacén de las armas estaba hecho un desastre, por algún motivo Cristian  lo había dejado así cuando estaba trabajando en la modificación de la moto, me agaché y comencé a recoger todo el desorden, seleccione las armas apartándolas de las herramientas y las coloqué nuevamente en su lugar, revise todas las municiones y me cercioré que estuviesen debidamente selladas para que la humedad no la dañara, saqué todas las cosas que no pertenecían al depósito y las organicé en su debido lugar. A pesar que el día había comenzado nublado, estaba haciendo un poco más de calor que lo acostumbrado, lo que me hizo sudar rápidamente. Después de haber terminado me dirigí al frente de la casa para ayudar a Scot a terminar el ultimo Colchón, parecía que la tarea ya lo había fastidiado y se estaba tardando para terminarlo.

John: - ¿Que sucede Scot, por qué estas demorando tanto? –
Scot: - ¡Es me duelen las manos! –

Eché un ojo sobre sus manos para ver lo que sucedía y vi que estaban todas cortadas y rasguñadas. El filo de las hojas del pasto seco lo había lacerado y el muy tonto no se había atrevido a decir nada.

John: - ¿Por qué no dijiste nada de esto?
Scot: - ¡Porque quería ayudar a terminar las camas! No me gusta dormir con Cristian, él ocupa toda la cama y casi me deja en el suelo –
John: - ¡Pero tuviste que haber dicho que eso te hacía daño para buscar otra forma de hacerlo! Estamos en medio de la nada y las medicinas que tenemos no son suficientes –
Scot: - ¡Lo siento! Solo quería ayudar –
John: - ¡Ve adentro y dile Anna que te limpie las manos! Enseguida voy para allá –

Miré como el chico se retiraba con la cabeza agachada por el regaño, imaginé lo incomodo que se sentía durmiendo con el gigante y sentí un poco lastima por él. Tomé un trozo de tela y lo envolví en mis manos y comencé a rellenar el forro con el último montón de paja que había dejado Scot, hasta el momento había hecho un excelente trabajo. A medida que metía la paja dentro del colchón volví a imaginar a Cristian durmiendo con el chico y no pude contener la risa, eche un ojo a la entrada de la casa y vi que Anna me estaba observando por la ventana con los ojos entrecerrados en son de regaño.

Anna: - ¡No le veo el Chiste! –
John: - ¡Jajajajaja! En lo que te enteres reirás igual que yo –
Anna: - ¿Qué se supone que debo hacer con Scot? –
John: - Lava sus manos muy bien con abundante agua, luego límpialas con alcohol. El alcohol está en mi mochila en tu habitación –
Anna: - ¿No crees que eso le cause dolor? –
John: ¡De seguro le arderá un poco! Pero no podemos hacer más. Si aún queda del ungüento que prepare, colócale un poco. Sanará rápido. –
Anna: - ¿Cuál se supone que es el chiste? –

Me acerqué hasta la ventana para hablar en voz baja con ella de forma que Raishell no escuchara.

John: - Dijo que quería terminar los colchones porque no le gusta dormir Cristian, dice que es muy grande y que por las noches ocupa toda la cama y lo deja en el suelo. Por eso no dijo antes que se lastimaba las manos con el filo de la paja –
Anna: - ¡Pobrecito! Imagino el sufrimiento –
John: - ¡Sí, yo también lo imagine! Pero luego me imagine el cuadro de él durmiendo con el gigantón y me ocasiono mucha gracia –
Anna: - ¡Jajajajaja! No seas malo. En lo que termines con eso entra para desayunes –
John: - ¡Esta bien! No me queda mucho.

Eche un ojo dentro de la casa y vi a Raishell picando vegetales, al parecer estaba animada con las recetas que Anna le estaba enseñando. Me di la vuelta y seguí rellenado el colchón para intentar tener listas las camas al final de la tarde. Mientras metía la paja dentro del forro escuche un ruido extraño que provenía desde la parte trasera de la casa. Me quedé inmóvil unos segundo para detallar bien de que se trataba pero no pude distinguir el sonido, deje lo que estaba haciendo y me dirigí al lugar para ver de qué se trataba. Examiné el lugar en las cercanías de la casa pero no puede encontrar nada, agudicé un poco más mi oído y noté que el sonido provenía desde el rejón de los pollos que se encontraba un poco más allá, me acerqué cautelosamente, las gallinas estaban alborotadas y se escuchaba que algo había entrado y estaba causando un revuelto. Tomé un pedazo de madero y abrí la puerta del rejón rápidamente para ver lo que sucedía, Era un Zorro. Había cavado un hueco en el piso por el lado contrario del rejón y había logrado entrar y estaba haciendo de las suyas con las gallinas. Rápidamente lo golpeé con el palo que tenía en mis manos, pero el animal no soltaba la gallina que tenía en la boca, volví golpearlo hasta que la soltó, intentó huir por donde mismo había entrado pero un alambre se incrustó en su lomo impidiéndole la huida. Di la vuelta velozmente para encontrarme con el del otro lado y poder pegarle en la cabeza pero cuando llegué ya se había soltado del alambre y pudo escapar. La gallina había quedado mal herida y revolcaba en el piso agonizante, la miré sintiendo lastima por ella y termine de matarla, en todo caso serviría para comerla, aunque los huevos eran más útiles que su carne. Miré el hueco que había dejado el intruso en el piso del rejón y empecé a maquinar una forma de repararlo, aunque pronto tendríamos que partir de allí aun eran útiles esos animales y no podía permitir que ese zorro siguiera llevándose la comida. Esperé a que la gallina terminara de estar bien muerta y luego la llevé a la casa, cuando las chicas me vieron entrar con el animal en las manos quedaron asombradas

Raishell: - ¡Cristian te va a matar! ¿Por qué la mataste? –
John: - ¡Yo no la maté! Un zorro entró al rejón y estaba haciendo una fiesta privada allí dentro con las gallinas, escuche el ruido pero cuando llegué ya la había lastimado, tuve que matarla. –
Anna: - ¡John! ¡Quita eso de mi vista! ¡Además estás ensuciando el piso! Llévala afuera –
John: - ¡Pero tenemos que prepararla! No podemos darnos el lujo de perderla, es mucha carne –
Anna: - ¡No comeré eso! Sabes que soy vegetariana –
Raishell: - ¡Vamos amiga! No es para tanto. Colócala afuera John, herviré un poco de agua para prepararla. Ahora la que enseñará recetas soy yo –
John: - ¡Sabía que te gustaría la gallina! –
Anna: - ¡No tocaré ese pobre animal! –
Raishell: - No lo harás, pero te aseguro que cuando la pruebes te va a encantar, amiguita –
John: - ¡Mejor la llevo afuera! Díganle a Scot que su colchón está casi listo –

Le guiñé el ojo a Anna que sonrió por un segundo, me di la vuelta y salí con la gallina. - ¡Esta noche cenaremos rico! –

Cristian avanzaba lentamente por la calle principal del pueblo, el olor era nauseabundo y la escena de los cuerpos esparcidos por las calles destruidas era aterradora. Había buitres por todos lados que se alimentaban de los cuerpos en descomposición, lobos y zorros se paseaban libremente por todos los lugares, aquello era un paraíso para los animales de carroña. Richard observaba con tristeza las calles de lo que alguna vez fue su hogar, iba indicando el camino a Cristian para llegar hasta la estación de radio de dónde debían extraer el aparato, pero se hacía imposible seguir respirando la putrefacción que emanaba el lugar. Cristian aceleró la moto y comenzó a esquivar escombros y cadáveres que yacían en medio de la calle, dimos un par de vueltas por algunos lugares en búsqueda de cosas útiles, pero solo había escombros, luego de unos minutos llegamos a la estación de Radio

Cristian: - ¡Creo que te toca entrar, soldado! –
Richard: - Si, imaginé que dirías eso. No me tardo –

Richard descendió del sidecar, preparo su arma y entró al lugar cautelosamente mientras que Cristian vigilaba el lugar. De pronto Richard se asomo por la puerta de la estación y le hizo señas a Cristian para que se acercara, el lo miró con cara dudas pero aun así atendió el llamado del soldado y se dirigió hasta donde estaba

Cristian: - ¿Qué sucede soldado? –
Richard: - ¡No vas a creer lo que encontré! –

Ambos se dirigieron a una habitación que estaba al final de un corredor. Las paredes estaban llenas de sangre y había mugre por todos lados, al igual que en las calles del pueblo el olor era insoportable. Entraron a la habitación y se detuvieron en medio de ella, Richard Apuntó con un dedo hacía una esquina de la habitación donde había un montón de escombros y algunos cadáveres que yacían boca abajo, Cristian agudizó su mirada para detallar lo que el soldado le estaba indicando

Cristian: - ¡Dios Santo, No lo puedo Creer! –


Capítulo IV – El Plan

Cristian no podía creer lo que estaban viendo sus ojos, uno de los cadáveres en esa esquina estaba vestido igual que los terrorista que habían atacado el pueblo en donde vivía, arrumados unos encima de otros y debajo de los cuerpos se disponía los equipos de radios por los que habían ido, ambos miraban lelos el asqueroso y nauseabundo cuadro, pero ninguno se atrevía a dar el primero paso. Cristian sacó valor y se acercó hasta los muertos y comenzó a moverlos con sumo cuidado para evitar que se derramaran los restos por todo el lugar y el olor terminara matándolos a los dos. Cuando llegó hasta el cadáver del terrorista lo tomó por un pie y lo arrastró hasta la parte de afuera del salón de transmisión, lo miró de frente con los ojos llenos de odio y comenzó a sacarle lentamente la capucha negra que le cubría el rostro. Era un hombre blanco, joven, a diferencia de lo que se estaba imaginando Cristian, no tenía barba, tampoco facciones de ser Árabe o Turco. La nariz era perfilada en la base con fosas nasales pequeñas de labios finos, lo que descartaba alguna descendencia africana. Dio la vuelta al cadáver para revisar los bolsillos que la ropa que llevaba puesta en busca de algo que lo identificara pero no pudo conseguir nada más que un par de monedas en uno de ellos y un papel pequeño que estaba doblado y lleno de sangre con una escritura extraña, lo sacudió un poco y lo guardo para llevarlo consigo.

Cristian: - ¡Así que esto es lo que hay debajo de la máscara! –
Richard: - ¡Es muy joven! Pensé encontrarme con alguien viejo, turco o árabe, pero este parece muy Europeo. –
Cristian: - ¡Al menos tenemos una idea de qué clase de desquiciados tenemos que afrontar! Toma los equipos y salgamos de aquí –
Richard: - ¡Necesitaremos baterías para ponerlo a funcionar! –
Cristian: - Nos llevaremos algunas de los vehículos que están en las calle, también tomaremos unos alternadores, bombillas y otras cosas que tengo en mente. –
Richard: - ¿Pero dónde demonios piensas meter todo eso? –
Cristian: - Ya se me ocurrirá algo. ¡Andando, no quiero estar más tiempo aquí! –

Tomaron todos los equipos de radio que encontraron en el lugar, además de un par de antenas y algunos transmisores, en el cuarto de recepción había algunos equipos de computación portátil que milagrosamente habían sobrevivido, sin pensarlo mucho también lo llevaron con ellos. Sacaron todas las cosas fuera de la estación de radio y comenzaron a hacer un montón sobre el capó de un vehículo destrozado que estaba estacionado afuera, por desgracia la parte frontal había sufrido daños y no pudieron sacar la batería ni el alternador que buscaban. Cristian echó un vistazo rápido por los alrededores y avisto un vehículo a un par de cuadras de donde estaban que parecía estar en buen estado, sin pensarlo mucho se dirigió hasta el lugar y abrió la puerta para introducirse - ¡Chevrolet Del Camino, Nada mal! -  se sentó en el lugar del piloto y comenzó a poner en posición el asiento para quedar más cómodo, Richard observaba con curiosidad lo que estaba haciendo el gigante, lo que tramaba era evidente. Cristian descendió del vehículo y fue hasta la parte del frente y abrió el capo - ¡Excelente, está completo! – cerró el capo y levanto su mano para indicarle a Richard que se acercara

Richard: - ¡Ya sé lo que pretendes grandulón! –
Cristian: - Entonces cállate y pon en marcha el motor mientras yo ajusto los cables de la batería –

Richard se subió al vehículo y giro la llave que aun estaba pegada al encendido. El motor encendió al primer intento y sin muchos arreglos

Richard: - ¿Cómo rayos es que tienes tanta suerte? –
Cristian: - No creo en la suerte, Creo en Dios –

El soldado se quedó pensando en esas palabras por unos minutos pero no le dio mucha importancia al asunto religioso, bajo del carro y comenzó a caminar de vuelta hasta donde estaba la moto. Cristian coloco la velocidad y arrancó quemando un poco las llantas y se detuvo a un lado de la moto

Cristian: - ¡Esta vez sí tendrás que ayudarme a subirla soldado! Está demasiado pesada para mí solo –
Richard: - ¡Sabía que dirías eso! Hagámoslo rápido y vayamos por el resto de las cosas. Ya mi estomago no resiste más esta pestilencia –

Subieron la moto en la parte trasera del Chevy y emprendieron la búsqueda de las demás cosas. Llegaron hasta la estación de servicio, entraron a la tienda donde trabajaba Anna para ir por las provisiones necesarias y todos los utensilios que las Chiscas encargaron, implementos para la higiene personal, galletas empaquetas al vacío, dulces, golosinas, productos de limpieza para el hogar, y demás cosas que les habían encargado. Herramientas, cuerdas para atar objetos pesados, cadenas, cables auxiliares, bombillas, extensiones eléctricas y envases plásticos, un par de tambores grandes para llenarlos de combustibles y llevarlo hasta la casa en el bosque. Llenaron ocho carritos de la tienda, los subieron al vehículo y fueron por el combustible, una vez terminada la recolección dieron un recorrido por los lugares en búsqueda de más objetos que pudieran necesitar. Cargaron cuatro colchones que de forma poco segura ataron sobre la moto y luego partieron a toda velocidad hacia la salida del pueblo.

Cristian: - ¡Creo que este día ha sido muy productivo! –
Richard: - Gracia a Dios no nos topamos con ningún loco –
Cristian: - ¡Tienes razón! Los Chicos estarán contentos al ver todo lo que pudimos traernos –
Richard: - ¿Sabes que es lo mejor de todo esto? –
Cristian: - ¿Qué será? –
Richard: - ¡Que tenemos calefacción y aire acondicionado! –
Cristian: - ¡Jajajajaja! Sí, eso es excelente. Viajaremos cómodos en esta nave, corrimos suerte en conseguirla en tan buen estado –

Pisaron el acelerados a fondo  se alejaron del pueblo a toda velocidad, cuando pasaron por el sepulcro de Alicia, Cristian quiso detenerse para que Richard se despidiera pero él pidió que no detuviera el auto y siguiera el camino. Cristian entendió lo que estaba tratando de hacer el soldado, le tendió la mano para consolarlo un poco y se centró en el camino de regreso. Pasaban de las doce del medio día, lo que significaba que mañana aproximadamente a la misma hora o un poco antes estarían llegando a casa.

Hubiese sido imposible fabricar un colchón rudimentario más cómodo que estos que hicieron Raishell y Scot. Conservaban la temperatura, no se deformaba y eran tan suaves que el cuerpo se amoldaba fácilmente. Entré a la habitación de Cristian y arrime su cama hacía un lado para hacerle espacio a la nueva cama de Scot, definitivamente con esto quedaba anulado el trauma que vivía todas las noches el pobre muchacho al ser empujado por Cristian mientras dormía. Anna se acercó hasta la habitación para tomar las medidas del colchón y poder hacer unas sabanas, Raishell se estaba encargando de organizar la otra cama dentro del cuarto de ella y de Anna.

Raishell: - ¡Quedo perfecto! Ni siquiera ocupa mucho espacio en la habitación –
Anna: - Es que nosotras somos de tamaño normal, amiga. Estos cavernícolas son los que necesitan un campo de futbol para dormir cómodamente –
Scot: - ¡Es cierto! El señor Cristian ocupa toda la cama y me deja caer al suelo –
Raishell: - ¿Qué estás diciendo, muchacho? –
Scot: - ¡Lo que escuchó, señorita! El Señor Cristian ocupa toda la cama y a mitad de la noche me hace caer al suelo –

Anna abrió sus ojos de par en par en señal de asombro y luego tapó su boca dándose la vuelta para ocultar una risa que contenía entre sus labios, Raishell la miró desconcertada y luego se dirigió al muchacho

Raishell: - ¿Por qué no habías dicho nada de esto?
Scot: - ¡No hubiese hecho ninguna diferencia! Además no quería dormir en el piso al igual que el sr Richard, pero últimamente era mejor opción que dormir con el señor Cristian –
John: - ¡Bueno, Bueno! Ya tienes tu propia cama, en lo que regrese Cristian haremos una habitación adicional para comenzar a dividirnos de mejor manera –
Anna: - ¿Por qué hacer otra habitación si tenemos planes de marcharnos? ¿No es mejor ahorrar energía y acomodarnos como mejor podamos hasta que nos larguemos? –
John: - ¡Tienes Razón, cariño! Pero el estado de Raishell no es el mejor, pasará algún tiempo antes que ella pueda soportar el viaje, además tendremos que modificar también el camión para que entremos todos y eso se llevará un tiempo. Creo que hacer la habitación es lo más conveniente de todo –
Anna: - ¡Pero si los Chicos regresan con la radio, podremos comunicarnos y tal vez vengan por nosotros en un helicóptero! –
John: - ¡Es muy probable! Pero también pueda que no sea así. Y en este lugar no podemos tomar riesgos –
Raishell: - Creo que John tiene razón, es mejor hacernos la vida más cómoda mientras podamos. Además estoy empezando a encariñarme con este lugar, quizás pueda convencer a Cristian y nos quedemos aquí después de todo este embrollo –
John: - ¡Te deseo suerte con eso! –
Anna: - ¡A mí también me gusta el lugar! ¿Crees que podamos tomar algo de terreno y construir para nosotros? –
John: - Eso lo hablaremos luego, el dueño del manicomio no está y sería imprudente hacer planes sin él. Lo único que te puedo garantizar es que tendremos trabajo por un largo tiempo –

Anna me miró con una sonrisa que no entraba en su rostro, personalmente prefería las comodidades del pueblo, pero si a ella la hacía feliz estar en el bosque, de seguro yo no tendría problemas con eso, estar aquí tiene sus ventajas. Scot se había sentado en la cama y nos estaba mirando mientras hablábamos, su cara se había entristecido

Anna: - ¿Qué sucede contigo, Scot? –
Scot: - ¡Es que me da tristeza saber que siempre que hablan nunca me incluyen en sus planes! Ojala yo pueda encontrar una familia verdadera en lo que nos larguemos de este lugar –

Aquellas palabras traspasaron los límites emocionales de Raishell, Anna y yo. Nos miramos percatándonos del error que habíamos cometido al tocar el tema, guardamos silencio por unos instantes y luego Anna se acercó hasta donde estaba el muchacho, se inclinó para hablarle en voz baja.

Anna: - ¡No tendrás que buscar nada, cariño! Tú ya eres parte de esta familia –
Scot: - ¿Por qué no me incluyen en lo que quieren hacer? –
Anna: - Porque no estamos acostumbrados a tener un pequeño entre nosotros, Cristian probablemente sí, pero nosotros aun no, pero te prometo que de ahora en adelante estarás en todos nuestros planes –
Scot: - ¿Lo prometes? –
Anna: - ¡Te lo prometo! ¿No es cierto John? –
John: - ¡Oh sí, Claro que sí! Solo danos un poco de tiempo y verás que las cosas marchan mejor –

Scot sonrió y le dio un fuerte abrazo a Anna. Evidentemente el también necesita del calor de una familia.

John: - ¡Vamos Scot, iremos al rejón para hacer las reparaciones que necesita mientras ellas terminan de organizar las habitaciones! –
Scot: - ¡Si, Señor! –

Salimos de la casa y fuimos hasta la parte trasera para comenzar a tapar el hueco que dejo el zorro. Inmediatamente se me vino a la mente que los pedazos de fierros que habían quedado podrían servir para hacer una especie de cerco pequeño justo en la parte donde el animal había dejado el hueco, además lo podríamos reforzar con alambre y algunas tablas de madera para que impedir que las gallinas se escaparan o que un animal más grande hiciera de las suyas nuevamente. Scot miraba el hueco en el rejón con cara de dudas, imaginé que no tenía ni idea del trabajo que se nos venía encima, era más fácil decir que de hacer.

John: - ¡Andando Scot! Arreglemos esto antes de que llegue el tío Cristian y nos quite la cabeza. –
Scot: - ¿Tío Cristian? ¡Pensé que eran amigos! –
John: - ¡Lo somos, pero ahora en adelante será el tío Cristian! También puedes hacer lo mismo con Richard y con las chicas. Incluso conmigo –
Scot: - ¡Pero es que ustedes no son mis tíos! –
John: - Ya lo sé, pero de ahora en adelante lo seremos. Y así comenzaras a tener la familia que tanto quieres –
Scot: - ¿Y cuando tendré un papá y una mamá otra vez? –

Observé la mirada de emoción que tenía Scot en sus ojos, pero no sabía que responder. La respuesta que estaba esperando no era la que tenía en mi mente, no estaba preparado para asumir ese papel, mucho menos Anna.

John: - ¡Pronto los tendrás! Solo es cuestión de tiempo –
Scot: - ¡Me gustaría que tu y la Señorita Anna lo fueran! Se ven muy lindos juntos –
John: - ¿En serio quieres eso? –
Scot: - ¡Claro que lo quiero! Yo no pude conocer a mis padres, siempre he querido unos, pero si tengo que escogerlos, los elijo a ustedes –
John: - ¡Gracias, eso me alaga mucho! –
Scot: - ¿Alaga? ¿Qué es alaga? –
John: - ¡Eso es cuando una persona elogia a otra por que hace cosas buenas! –
Scot: - ¡Tampoco sé que es elogia! –
John: - ¡Jajajajaja! No te preocupes, Anna te lo explicará, mejor terminemos esto antes de que se termine el día. No querrás que llegue el tío Cristian y encuentre este desastre –
Scot: - ¡Está bien! –

El muchacho tomó una pala y comenzó a rellenar el hueco que había dejado el zorro, su cara de alegría se evidenciaba a distancia. Imagino que por primera vez en mucho tiempo se sentía parte de algo, el dilema estaba hacerle entender que la situación es más compleja de lo que su mente puede interpretar en estos momentos, tal vez Anna pueda explicarle de otra forma, pero primero tendría que hablar con ella y hacer que no sufra un infarto al escuchar. ¡Un Reto Más!

Enterré en el suelo tres pedazos de fierros, tomé el alambre y comencé a entretejer una malla para reforzar el rejón, Scot miraba curiosamente lo que estaba haciendo con ganas de intervenir pero sabía que era mejor que mantuviera la distancia.

John: - ¡Listo! Ahora coloca los maderos acostados en el suelo y sujétalos firmemente con este pedazo de alambre. Fíjate como lo hice con los fierros y hazlo igual. –
Scot: - ¡Está bien! ¿Luego de eso que haremos? –
John: - Iremos adentro con las chicas para hacer un plano de las habitaciones que comenzaremos a construir –
Scot: - ¡Ok, espero que también pueda ayudar con eso! –
John: - De seguro lo harás –

Me incorporé alejándome un poco del rejón para darle el espacio a Scot y pudiera hacer el trabajo. De pronto comenzó a escucharse un ruido que provenía desde lo lejos, en dirección al bosque. Escuche detenidamente por unos instantes, se me hacía muy familiar el sonido. A medida que transcurrían los minutos se hacía más fuerte, parecía que se acercaba. Scot también comenzó a escucharlo, el sonido era cada vez más fuerte, Raishell y Anna también lo escucharon y salieron de la casa, se asustaron mucho al reconocer las hélices del aparato volador. ¡Un Helicóptero!

Ellas llegaron corriendo hasta donde estábamos Scot y yo, asustadas y gritando, el helicóptero sobrevoló la colina, dio un par de vueltas y luego se posicionó sobre nosotros. Corrimos y nos encerramos dentro de la vivienda, tomé las armas que estaban en la esquina de la sala donde Richard y Cristian las habían dejados, las cargue y entregué una a cada a mujer, tomé mi rifle y luego encerré a Scot en la habitación de Cristian.

John: - ¡Escúchame bien, pase lo que pase, escóndete y no salgas, Sin preguntar nada, solo obedece! –

El muchacho asintió con su cabeza, cerró la puerta y pasó el seguro, salí corriendo hasta la  sala y miré a las chicas

John: - ¡Anna a la ventana, Raishell, tu cúbrela a ella! ¡Saldré para detenerlos, No duden en disparar si les hago seña! –

Abrí la puerta rápidamente para salir y luego la cerré a mis espaldas, avancé hasta el borde del suelo de madera protegiéndome con el cobertizo. El Helicóptero seguía parado encima de la vivienda a una altura más baja, tomé mi arma y calibre la mira y apunté con el objetivo,  pude ver que una soga salió por la puerta lateral del aparato y comenzaba a caer justo en frente de mí. No titubeé en jalar el gatillo, el impacto dio justo en la parte de debajo del aparato lo que hizo que se tambaleara y diera un giro violento en el mismo lugar donde estaba suspendido, de pronto un hombre negro con uniforme militar asomó su cabeza por la puerta y levanto su mano haciendo señales y luego se introdujo otra vez al ver que lo estaba apuntando. Volví a disparar y atine en unas de las patas, las chispas volaron por todos lados, el helicóptero se movió un poco quedando encima del cobertizo lo que me impidió seguir apuntándolo y luego una voz que provenía desde un megáfono. - ¡Alto! ¡No dispare! ¡Somos del ejército! – Estaba tan asustado que no pude asimilar lo que había dicho, por mi mente solo pasaba la idea de proteger a las Chicas y al muchacho. Tomé impulso y corrí fuera del cobertizo apuntando al aire sin alejarme mucho de la protección, cuando lo tuve en la mira jale el gatillo otra vez. El disparo no dio en el blanco, volví a correr para ponerme a salvo y de pronto se escucho la voz otra vez en el megáfono - ¡Repito! ¡No dispare, somos del ejército Polaco! ¡Alto al fuego o dispararemos! – pero mi mente seguía en blanco, sentía que la adrenalina iba a explotar mis venas, tomé impulso nuevamente para salir del cobertizo para disparar pero Anna grito por la ventana - ¡Que te detengas, John! ¡No dispares más! – abrió la puerta y salió al frente de la casa y me abrazó por la espalda para inmovilizarme.

Anna: - ¡Tranquilo, Tranquilo! ¡Son del ejército! –

Yo seguía parado apuntando hacia el cielo, rígido como un tronco. Ella espero unos segundos hasta que comencé asimilar las palabras que me había dicho, deslizó su mano lentamente sobre mi brazo hasta llegar al rifle y comenzó a bajarlo lentamente para que dejara de apuntar.

John: - ¿Qué dijiste? –

Ella acercó su boca hasta mi oreja lentamente sin dejar de abrazarme.

Anna: - ¡Que son del ejército! ¡Tranquilo! –
John: - ¿Estás segura? –
Anna: - ¡Si, asoma tu mirada por el borde del cobertizo y mira el emblema en el helicóptero! –

Ella aflojo lentamente el fuerte abrazo que me estaba dando hasta que me dejó libre, di unos pasos hasta el borde del cobertizo y mire al aparato. Un enorme logo estaba pintado justo en la parte de abajo con las iníciales del ejército Polaco. Volví la mirada a ella y la apunté con el dedo - ¡No salgas del cobertizo! – Ella asintió con su cabeza y se quedó inmóvil, Raishell había tomado la posición de ella en la ventana y seguía apuntando hacia afuera para cubrirnos las espaldas, volví a salir fuera del cobertizo y levante mis manos manteniendo el rifle en el aire. En seguida el aparato dio un giro y volvió a colocarse en la posición en la que estaba, la cuerda terminó de descender un par de metros al frente de mí y luego el hombre negro comenzó a descender por ella. Treinta segundos bastaron para que el hombre llegara hasta el suelo, me alejé unos metros del lugar en donde caería el hombre apuntándolo nuevamente con el rifle, tocó tierra con sus pies y enseguida levantó las manos.

Soldado: - ¡Tranquilo, no dispare! ¡Soy el teniente Dan Jackson! Infantería del ejército Polaco –
John: - ¡Arroje su credencial! –
Dan: - ¡Eso no será posible! Tendrá que confiar –
John: - ¡Arroje la maldita credencial o le vuelo la cabeza! –

El soldado colocó su mano rápidamente en el arma que llevaba dispuesta en su cintura, pero antes de que pudiera hacerlo disparé al aire lo que hizo que se quedara inmóvil

John: - ¡No lo diré otra vez! ¡Arroje la credencial para verla! –

El teniente me miró fijamente a los ojos sin pestañar dando tiempo a que me relajara un poco, pero eso no sucedería. Estaba a punto de jalar el gatillo nuevamente cuando el soldado metió su mano dentro de su uniforme, tomó la credencial y la arrojo a mis pies. Le hice una seña a Anna que también lo estaba apuntando para que estuviese alerta mientras me agachaba. Recogí la credencial y verifique las palabras del teniente. La credencial era legitima, la conocía muy bien. Le eche un último vistazo para cerciorarme que mi ojos no me traicionaran debido a los nervio y luego se la volví a arrojar. Mire al aparato en el cielo nuevamente, un segundo soldado estaba asomado por la puerta apuntando con su arma hacia abajo

John: - ¡Dígale a su amigo que deje de apuntar! –
Dan: - ¡Baje el arma usted primero y el también lo hará! –
John: - ¿Cómo se que lo hará? –
Dan: - ¡Tranquilícese! Baje el arma y el también lo hará, no le haremos daños. ¡Somos aliados! –
John: - ¡Ella le volara los sesos si intenta algo! –

El teniente volteo a mirar a Anna, parecía que no la había visto. Abrió sus ojos en señal de asombro y luego me volvió a mirar

Dan: - ¡Ya le dije que somos aliados! ¡Bajen sus armas! –

Baje mi arma lentamente y vi que el soldado que estaba en el helicóptero dejaba de apuntar, El teniente levanto las dos manos y comenzó a acercarse hacia mí, Anna levantó su arma nuevamente y comenzó a apuntarlo por la espalda a medida que caminaba, llegó hasta mi lugar y luego tendió su mano para presentarse.

Dan: - ¡Como ya les dije, Soy el Teniente Dan Jackson, Infantería del ejército Polaco! Nos estamos organizando en misiones de rescates de los sobrevivientes de los ataques. ¿Se encuentran bien? –

Guardé silencio por un segundo y luego tendí mi mano

John: - ¡Me llamo John, y Ella es mi esposa Anna! ¡Estamos bien! –

Anna abrió sus ojos asombrada al escuchar mis palabras y luego dibujó una sonrisa que velozmente borró de su rostro para centrarse nuevamente en lo que hacía.

Dan: - ¡Un placer señor John! ¿Podría decirle a su esposa que deje de apuntar a mi espalda? –

Incliné mi cabeza a un lado y le hice una señal a Anna, ella entendió rápidamente y bajo el arma, pero Raishell aun seguía apuntando desde la venta. 

Dan: - ¿Vienen desde Ucrania? –
John: - ¡No, también somos Polacos! –
Dan: - ¡Excelente! ¿Cuánto tiempo llevan aquí?
John: - ¡Algo más de dos años!
Dan: - ¿Dos años? ¿Por qué no fueron a la base militar en la frontera? –
John: - ¡Lo hicimos, pero también fue atacada! ¡Pensé que estaría enterado! ¿No recibieron el Alfa? –
Dan: - ¿Cómo sabe del Alfa? ¿Fue soldado? –
John: - ¡Si, Soy el Sargento Mayor John Krull, Área de enfermería en campo de batalla! –
Dan: - ¿Es doctor? ¡Estamos de suerte! Recibimos el alfa a los pocos días del suceso, pero lugar fue tomado por los terroristas antes de que llegáramos. Hicieron una base custodiada por un gran número de ellos, casi es un pueblo el lugar, La alianza está planeando atacarla para retomar el control pero hay rehenes, la situación es delicada y compleja, no queremos más bajas civiles –

El hombre levanto nuevamente su brazo haciendo unas señas, el helicóptero se movió inmediatamente y comenzó a alejarse del lugar al mismo tiempo que la cuerda se comenzaba a recoger
John: - ¿En cuánto tiempo regresaran por usted? –
Dan: - ¡Tres horas aproximadamente! Irán a la base por un helicóptero más grande para poder sacarlos de aquí –
John: - ¿Qué le hace pensar que iremos con usted, teniente? –
Dan: - ¡Pensé que eso querían! –

El soldado se hizo a un lado y miró hacia la casa, detalló el lugar fugazmente sin pasar por alto nada y luego se dirigió hacia mi nuevamente

Dan: - ¡Aunque veo que tienen un paraíso en este lugar! –
John: - ¡Estamos cómodos! Algunas cosas escasean pero nada que no hayamos arreglado –
Dan: - ¿Hay alguien más, Sargento? –

Miré a Anna y ella me asintió con su cabeza indicándome que hablara

John: - ¡Si, somos 6 en total, Incluyendo un infante y un Capitán! –
Dan: - ¿Hay un capitán con ustedes? ¿Dónde está, que le sucedió, se encuentra bien? –
John: - ¡En perfecto estado, pero salió a buscar provisiones! Regresarán por la mañana –
Dan: - ¿Regresarán? ¿Quiere decir que está acompañado? –
John: - ¡Correcto! –
Dan: - ¡Están llenos de sorpresas! Esto tomará más tiempo de lo que pensé. Son los primero que hayamos establecidos. Él restos fueron recogidos a campo abierto. –
John: - ¡Imaginé que así fue! ¿Por qué no usa su radio y avisa para demorar el regreso del helicóptero? ¡Es una larga historia! –

El teniente asintió con su cabeza, tomó la radio y hablo en códigos. Del otro lado de la radio se escucho una voz gruesa que dijo: - ¡Entendido, cambio y fuera! – Recordé por un instante mis tiempo en el ejército. Levante mi mano invitando a acercarse bajo el cobertizo, el se dio la vuelta y se colocó a mi lado y comenzamos a avanzar juntos hasta llegar a la sombra del techo, echó un vistazo y luego puso su mano rápidamente en su arma cuando se percato que Raishell lo apuntaba desde la ventana.

John: - ¡Tranquilo teniente, no le disparará! Ya puedes bajar tu arma, Raishell. ¡Muchas Gracias! –

Raishell bajo el arma sin quitar la vista del oscuro hombre. Nos sentamos debajo del cobertizo, Anna al lado mío en la silla colgante y tomó mi mano estrechándola fuertemente, el teniente en frente en la otra silla.

Dan: - ¡Soy todo oídos! –

Raishell se quedó dentro de la casa, Scot había salido de la habitación y se sentó al lado de ella en el sofá a ver lo que sucedía afuera, no emitió sonido alguno. Tomé aire profundo y comencé a relatar los sucesos.

A medida que avanzaba en la historia, el Teniente parecía que se sumergía en el relato de una novela, su cara de asombro cambiaba por un desconcierto y de vez en cuando emitía una carcajada para evitar la perplejidad que se le incrustaba en la mente a medida que escuchaba. No interrumpió durante largas horas, escuchaba con atención cada detalle de la historia, Anna tampoco había emitido palabra alguna, apoyo su cabeza sobre mi hombro mientras proseguía con el relato y de vez en cuando volteaba los ojos para mirar a Raishell y a Scot. Después de un par de horas terminé de contarle las vivencias de cada uno de nosotros, el teniente permaneció en silencio intentando asimilar la complejidad de la situación, rascó su mentón a medida que pensaba y luego rompió el silencio.

Dan: - ¡Es complejo, muy complejo, Sargento! Tenemos información de esa rebelión que mencionaste, Pero están tan bien escondidos y dispersos que no hemos podido dar con ellos. Pero si tienen un mapa la situación cambia radicalmente, y como tú mismo lo mencionaste, mientras más aliados seamos más fácil será derrotarlos. Como sabrás la mayoría de las bases del ejercito han sido bombardeadas por sorpresa y no quedamos mucho. Estamos organizado gracias a un coronel que sobrevivió y pudo reagruparnos al otro lado de Polonia, no pasamos de dos mil soldado y nuestras armas son limitadas, a pesar de eso tenemos en nuestros poder unos tanques de guerra y algunos vehículo que estamos intentando reactivar para poder hacer e frente a los terroristas, sumado a eso tenemos el apoyo de la nación. Esta misión de rescate se emprendió gracias a un sobreviviente del ataque a Ucrania que pudo escapar, imagino que antes que ella y el Capitán Richard, el suministro la información y dijo que había sobrevivientes. Eso nos motivo a emprender la búsqueda. –
John: - ¡Como ves, si partimos de aquí será todos juntos! No dejaremos a nadie, lo que significa que esperaremos al capitán Richard y a Cristian, y solo iremos al lugar en donde está la rebelión para poder luchar. No haremos otra cosa –
Dan: - ¡Entiendo su posición Sargento, yo haría lo mismo en su lugar! Contaré al Coronel lo que usted dijo. ¿Hay algún problema si el coronel viene personalmente para hablar con usted? Quizás organicemos un ataque de mayor alcance si logramos reunir a toda la rebelión con el ejército. Sería una victoria aplastante –
Anna: - ¿En cuánto tiempo estaría el coronel aquí? Queremos que estemos todos presentes para que el acuerdo se haga en grupo. ¡Como le explico mi esposo, aquí todos hemos formado una familia y acordamos no dejar a nadie atrás! –
Dan: - ¡Al menos tres días, señorita Anna! Antes sería imposible. Le recuerdo que hemos rescatado a más personas y tenemos que trasladarlas. Nos sería de gran ayuda si el Sargento decide acompañarnos, ya saben que no tenemos doctores y hay gente que necesita atención –

Anna se me miró a los ojos fijamente esperando que respondiera, guarde silencio por un instante para pensar que decisión tomaría.

John: - ¡Lo siento teniente, solo me iré con mi gente! –
Dan: - ¡Es lamentable, pero respeto su decisión sargento! –
John: - ¡Gracias Teniente! –

Hablamos de un par de cosas más incluyendo como se había construido el lugar, lo acompañamos a dar un recorrido pero sin dejar que entrara a la casa. Cayó la tarde más rápido de lo que suponíamos, la conversación hizo pasar las horas sin que nos diéramos cuenta. A lo lejos comenzó a escucharse el sonido inconfundible del helicóptero acercándose, volvimos al mismo lugar en donde había descendido el Teniente y esperamos. El Helicóptero se posicionó sobre el soldado y dejó caer la cuerda justo en donde estaba parado, el tendió su mano nuevamente para despedirse y luego saludo amablemente a Anna de la misma manera, levanto su mano y saludo a Raishell y a Scot que aun continuaban viendo por la ventana

Dan: - ¡Tres días, sargento! Vendremos por ustedes. ¡Por cierto! ¡Excelente Puntería! No dudo que fue un gran soldado –

Dio un par de tirones a la cuerda y el helicóptero comenzó a elevarlo, treinta segundos exactos tardó en subir nuevamente al aparato y luego comenzaron a alejarse del lugar.

Anna: - ¡Dime algo! ¿En serio me harás tu esposa? –
John: - ¡Pensé que me hablarías de todo lo que acaba de suceder! –
Anna: - ¡Respóndeme!
John: - ¡Lo tenía en mente, no de ese modo pero lo pensé un par de veces! –
Anna: - ¿En serio lo pensaste? –
John: - ¡Así es! ¿Hice mal? –
Anna: - ¡No, de hecho acabas de cambiarme la vida! –
John: - ¡Si, la mía también acaba de dar un giro con todo esto! –
Anna: - ¡Los chicos no van a creer lo que acaba de suceder! Qué alegría saber que tenemos apoyo y que vendrán por nosotros. ¡Gracias mi Doctor! –
John: - ¿Gracias? ¿Gracias de qué? –
Anna: - ¡Por ser nuestro héroe! –
John: - ¡Por un momento pensé que los perderías a todos! No podría vivir con esa carga encima –
Anna: - ¡Lo hiciste bien, Mi Doctor! O ¿Prefieres que te diga Sargento?  ¡Jajajajaja! –

Un momento de tención que puso mis nervios a pruebas, volvía a recordar mis días en el ejército, no había lugar para las dudas en momentos como estos, la línea entre la vida y la muerte era sumamente delgada y dependía del movimiento de un dedo. El que tenía puesto en el gatillo.

El cansancio comenzaba hacer estragos en los dos misioneros que venían de regreso luego de haber cumplido su misión, la tarde llegaba a su fin y el ocaso comenzaba a anunciar su llegada. Richard se había quedado dormido hace algunas horas y a pesar de transitar por un camino escabroso que movía bruscamente al vehículo, no se había despertado, Cristian miró entre los pies de su Acompañante y vio que había una pequeña caja de cartón que sobresalía desde la parte de abajo del asiento, se inclinó a la vez que estiraba el brazo para tomarla, la colocó entre sus piernas y quitó la tapa. Estaba repleta de CDs musicales - ¡Vaya descubriendo! – pensó en voz baja el gigante, pero a pesar de que tenía años sin escuchar más que el cantar de las aves que habitan en el bosque, no tuvo ánimos de colocar música, el cansancio lo estaba dominado. Echó la mirada por la ventana y vio que el ocaso ya casi terminaba y la oscuridad de la noche comenzaba a cubrir el camino, el combustible del vehículo ya casi se había agotado por completo lo que significaba que tendrían que hacer una parada para recargar, lo que daría la oportunidad de comer algo, - ¡No vendría mal un bocadito! – se dijo así mismo, de seguro levantaría los ánimos de los misioneros. Richard hizo un movimiento con sus brazos simulando que luchaba contra algo, Cristian lo miró y asumió rápidamente que se trababa de un sueño. Comenzó a moverlo para despertarlo.

Richard: - ¿Qué? ¿Qué pasa? –
Cristian: - ¡Despierta, bella durmiente! Necesitamos recargar combustible –

El soldado se incorporo nuevamente en el asiento, pasó sus manos por su rostro para reacomodar la piel y luego miró por la ventana

Richard: - ¡El tiempo se va volando, Ya nos falta poco! –
Cristian: - Sí, antes de que salga el sol deberíamos estar en casa. ¿Recuerdas el camino? –
Richard: - ¡Por supuesto! –
Cristian: - ¡Excelente! Conducirás por un par de horas. Yo necesito descansar también. Nos detendremos un poco más adelante ¿Dónde guardaste la manguera que conseguimos en la tienda? –
Richard: - ¡Están justo al pie del tanque con combustible! –
Cristian: -  la necesitaremos para hacer extraer el combustible sin tener que bajar ese tanque. Me detendré aquí, asegura el lugar por tu lado, yo lo haré por este lado y si vez algo extraño nos iremos inmediatamente, ¡No tengo ganas de jugar a los exploradores esta vez! Estoy muy cansado –
Richard: - ¡Entendido, jefe! –

Cristian salió del camino sin alejarse mucho y detuvo el auto, echaron un vistazo rápido aprovechando las luces encendidas, examinaron el lugar y descendieron del auto con las armas en la mano. Cada uno inspeccionó detenidamente el lugar desde ambos lados del vehículo, pero no vieron nada fuera de lo normal.

Cristian: - Me encargaré del combustible, prepara algo para comer y luego partiremos. ¡Tú conducirás! –
Richard: - ¡Si, Señor! –

Exclamó Richard a la vez que se paraba firme con su mano apuntado en la sien (El saludo en el ejército) Subió a la parte de atrás del auto y comenzó a buscar la comida, Cristian introdujo un extremo de la manguera dentro del tanque de cien litros de combustible y luego comenzó a succionar por el otro extremo manteniendo la punta de la manguera más debajo de la altura en la que se encontraba el tanque para que el líquido bajara por gravedad. Bastaron dos succiones y comenzó a salir gasolina por la manguera, la introdujo rápidamente dentro del tanque del auto y espero ahí parado sin quitar la vista de los alrededores, esperando que se llenara el tanque del auto. Richard estaba abriendo unas latas de frijoles enlatados que habían conseguido en la tienda, tomó su cuchillo de carnicero y con ayuda de una roca para martillar pudo abrir ambas latas. Le dio una a Cristian y se quedó con la otra.

Anna y Raishell se habían sentado en la mesa del comedor y estaban comentando acerca del encuentro con el Teniente Dan, La Oscura presencia del soldado había ocasionado conmoción en todos,  se les veía alegría en los rostros por la noticia que nos habían dado y esperaban con ansias que llegaran los misioneros para contarles lo sucedido. No cabía la menor duda que salir de ahí era lo que todos queríamos, aunque antes hubiese pasado por mi mente la idea de permanecer en lugar sabía que primero debíamos ganar el derecho a vivir.  - ¡Hay que acabar con esos bastardos! – Pensé en mi mente a la vez iba haciendo planes para recoger las cosas que necesitaríamos. Anna notó que estaba un poco tenso y movió su cabeza haciendo señas para preguntarme si todo estaba bien, levante mi pulgar sonriendo un poco, tomé mi arma luego salí de la casa para echar un vistazo al rejón de las gallinas, si el zorro había regresado no lo dejaría escapar nuevamente, Cargué mi arma y fui hasta el lugar.

Todo estaba oscuro. A duras penas la lámpara alumbraba el camino que me llevaba hasta el rejón, me detuve unos minutos a esperar que mi vista se adaptara a la oscuridad y luego avancé cautelosamente hasta llegar a las gallinas. Todo estaba en calma, no se veían rastros del intruso por ningún lado y la reparación estaba intacta, toque la reja justo en ese punto agitándola un poco para verificar que no se había soltado. Todo estaba en Orden, coloqué mi arma sobre mi espalda y regresé al interior de la casa, Anna y Raishell había preparado la gallina que el zorro asesino más temprano y con unos vegetales vaporizados, todo se veía delicioso.

Anna: - ¿Qué hacías allá afuera, cariño? –
John: - ¡Estaba verificando el rejón de las gallinas! no podemos permitir que el zorro vuelva a hacer de las suyas.
Anna: - Tendrás que olvidarte de eso, si nos vamos todo quedará a la deriva. Para cuando regresemos solo encontraremos las plumas de tus amigas –
John: - Tienes razón, pero mientras pueda evitarlo no dejaré de protegerlas. Hasta ahora nos han salvado la vida.
Anna: - ¡Como quieras! Ve a lavarte las manos para que cenemos juntos. –
Raishell: - ¡Esto se ve estupendo! Espero que no olvides la receta, Anna –
Anna: - No lo haré, solo espero que a John también le guste –
Raishell: -  ¡Le gustará! Ya lo verás –

Cada quien tomó su puesto en la mesa, Raishell hizo una oración para bendecir los alimentos y comenzamos a comer. De pronto alguien golpeo la puerta principal, todos nos levantamos exaltados de la mesa, tomamos nuestras armas y nos escondimos, tomé mi rifle que había dejado encima el mesón de la cocina y luego me lancé al suelo. Miré a las chicas y a Scot y le hice señas para que guardaran silencio y permanecieran agachados. Comencé a arrastrarme hasta la ventana para poder ver de qué se trataba pero otra vez volvieron a tocar la puerta pero esta vez aun más fuerte y seguido del golpe una voz moribunda  - ¡John, John! ¡Soy Dan! ¡Ayúdame! –  mis ojos estuvieron a punto de brincar de sus cuencas, no podía creer lo que estaba escuchando, Se suponía que se había ido que debería estar en la base. Me levanté rápidamente asomándome por la ventana para ver qué había sucedido, el teniente estaba parado en frente de la puerta sosteniéndose con una mano que apoyaba a la pared de la vivienda, estaba bañado en sangre de pie a cabeza y sin apoyar unas de sus piernas al piso. Las chicas se pusieron en pie y se acercaron para ver que sucedía, mientras que yo abría la puerta rápidamente. Apenas terminé de abrir la puerta El teniente se desplomo sobre mí, a duras penas pude sostenerlo, lo cargue metiendo mis brazos bajo sus axilas y lo coloqué suavemente en el piso, su cara estaba muy cortada al igual que sus brazos, faltaba uno de sus parpados lo que dejaban expuesto el ojo aun cuando se había desmayado y los había cerrado, afloje el casco y lo retire y revisé rápidamente su cabeza para ver si tenía más heridas, afortunadamente no había más que unos cuantos chichones no muy grandes, Anna y Raishell al verlo comenzaron a buscar las medicinas para los primeros auxilios. Examiné la pierna que no apoyaba en el piso y note que estaba rota por debajo de la rodilla, no había exposición del hueso pero si estaba quebrado. Salí hasta la parte de atrás y tomé dos tablas que habían quedado de la reparación del rejón, coloque una en ambos lados de la piernas rota y luego las sujete con una cuerda para inmovilizarla, cuando apreté la cuerda el dolor que sintió el teniente lo hizo volver en sí y comenzó a gritar asustado.

Dan: - ¡Nooooooo! ¡Me duele, por favor detente! –
John: - ¡Tranquilo! ¡Tranquilo! ¡Anna! ¡Ven pronto! Necesito que lo sujetes… ¡Tú también Scot, acércate! –

Llegaron corriendo hasta el lugar y comenzaron a sujetarlo por los brazos y el pecho para que no se moviera.

John: - ¡Sujétenlo con fuerza, Va a doler! ¿Me escucha teniente? –
Dan: - ¡Lo escucho, lo escucho! ¡Dispáreme, no soporto! –
John: - ¡Quédese tranquilo y resista soldado! –

Tome la pierna por debajo de la fractura y la hale para colocar el hueso nuevamente en posición, el teniente sintió el dolor y se retorció bruscamente gritando de dolor, no soportó y se volvió a desmayar lo que me dio oportunidad de reacomodar las tablas y apretar nuevamente la cuerda para inmovilizar la pierna con el hueso roto puesto en su lugar. Le hice unas señas a Anna para que lo soltara y luego le di la vuelta para revisar la espalda pero no se podía ver nada debido al uniforme. Tomé mi navaja y corté  toda la tela que llevaba encima, se pudo ver un pedazo de astilla de metal incrustado en su espalda justo donde comienza en cuello, no era muy grande, del tamaño de un lápiz. Lo retiré y enseguida salió disparado un chorro de sangre.

John: - ¡Anna, No te asustes! coloca tu dedo en el hueco y has presión para detener la sangre, vuelvo enseguida –

Salí corriendo a buscar el kit de sutura, Raishell ya había conseguido agua y alcohol y se disponía a limpiar el cuerpo del teniente. Comencé a limpiar la herida y noté que Anna estaba muy asustada, ella levanto su mirada con lágrimas y comenzó a temblar un poco

Anna: - ¿Va a morir? –
John: - ¡No, solo está en Shock! –

Terminé de limpiar la herida para hacer los tres puntos de sutura que necesitaba lo que no me llevó mucho tiempo, Anna se levantó para retirarse pero casi se desmaya mientras se incorporaba sobre sus piernas, me vi obligado a sostenerla para que no cayera, Raishell la sujeto por la espalda y la llevó hasta el sofá y luego se dispuso a seguir limpiando al soldado, lo despojamos de toda la ropa, dejando expuesto el maltrecho cuerpo del teniente mientras yo comenzaba a despertarlo, con los golpes que tenía en la cabeza no era conveniente dejarlo mucho tiempo inconsciente.

Abrió los ojos y comenzó quejarse enseguida, la pierna rota y las laceraciones que tenía en todo el cuerpo lo hacían delirar a causa del dolor, sus ojos brotaban lágrimas y sudaba desmedidamente a pesar del frío clima que estaba haciendo.
John: - ¡Vamos teniente, despierte! ¡No puede rendirse ahora, háblame! ¿Sabe dónde está? –
Dan: - ¡Si, estoy en el bosque! –
John: - ¿Cuál bosque? ¿Cómo me llamo? –
Dan: - ¡En el bosque, su casa! ¿Es necesario que le diga quién es usted Sargento? ¡Me duele mucho! ¡No lo soporto! –
John: - ¡Tranquilo, ya haremos algo por el dolor! ¿Qué sucedió? –
Dan: - ¡El helicóptero! Nos atacaron. Solo escuchamos el impacto y comenzamos a precipitarnos –
John: - ¿Fueron atacados? ¿Dónde? –
Dan: - ¡La cabina comenzó a llenarse de humo, el capitán intento maniobrar pero no pudo, a pocos metros de impactar con el suelo salí despedido por la puerta!  –
John: - ¿Está seguro que fueron atacados? ¿Hace cuanto tiempo sucedió? –
Dan: - ¡Un par de horas! regresamos con personas que encontramos antes de llegar a la frontera con Letonia, pero nos precipitamos a pocos kilómetros de aquí, en la pradera que esta antes del bosque –
Raishell: - ¡Tenemos morfina, John! Solo hay 10 ampollas pero lo aliviaran –
John: - ¡Excelente! Consigue una ampolla, colocaremos la mitad y la otra mitad en un par de horas. Necesitará más limpieza –
Raishell: - ¡En seguida!
John: - ¿Quién mas sobrevivió? ¿Dónde están los demás?

El soldado guardo silencio y tragó saliva forzadamente, Anna miraba despavorida desde el sofá lo que el soldado decía, imaginé que estaría pensando lo mismo que yo al respecto - ¡Ya no es seguro estar aquí! - 

John: - ¿Emitieron la alerta? –
Dan: - ¡Si, yo la hice! ¡Me duele mucho! El helicóptero tenía rastreo satelital, ya deben estar preparando el rescate. ¡Debemos volver a ese lugar! –
John: - ¡Sin Cristian ni Richard no nos moveremos de aquí! –
Dan: - ¡Deben llevarme! –
John: - ¡Dudo que en tu estado puedas moverte! Esperaremos que regresen los chicos y ya veremos que se hará, mientras tanto debes descansar –
Raishell: - Aquí está la morfina, lista para inyectar –

Tomé la inyectadora y se apliqué en el brazo al soldado, me incorporé para atender a Anna que aun hacía el intento de asimilar la situación. Raishell se sentó al lado de ella y la abrazó para consolarla. Los recuerdos de lo que había vivido hace cortos días atrás habían comenzado a generar terror en la mente de Anna que no paraba de llorar en silencio.

Raishell: - ¡Todo estará bien, cariño! ¡Todo estará bien! –
John: - ¡No permitiré que nada te pase! Nos mantendremos unidos hasta el final ¿Lo recuerdas? ¡Así será! –
Anna: - ¡Tengo mucho miedo! ¡No soportaría pasar por lo mismo otra vez! –
John: - ¡No sucederá! Puedes estar segura de eso.-

Me acerqué hasta el Teniente para llevarlo a una de las camas, el efecto de la morfina lo había relajado un poco. Iba a necesitar una cirugía de lo contrario perdería la pierna, miré sus ojos y noté que aun tenía un poco de piel correspondiente al parpado que faltaba, tome un par de pinzas y con suma cautela desenrolle la piel colocándola en su lugar para que el parpado tomara forma - ¡No te muevas teniente, tampoco abras los ojos! – levante la piel un poco y pude hacer un par de puntadas para volverla a fijar en su lugar de manera que el parpado volviera tomar forma, luego desinfecte todo y coloque una venda alrededor de su ojo para que no lo abriera y no lo moviera. Solo espero que los misioneros ya estén cerca, tenemos que salir de aquí antes de que nos encuentren.

Richard venía acelerando a todo lo que le permitía el escabroso camino mientras escuchaba los espantosos ronquidos del gigante, - ¡No sé quién rayos podría soportar semejante sonido! – la media noche ya había pasado y la madrugada comenzaba a tornarse un poco más fría, Aumentó la temperatura de la calefacción y luego le dio un empujón a Cristian para que dejara de roncar, pero el gigante solo se acomodo en el asiento y siguió su sinfonía…

Richard: - ¡Vaya viaje me dará este! –

Richard conducía de forma que el auto pasara por huecos y baches del camino justo del lado en que iba durmiendo Cristian para que pegara su enorme cabeza contra el vidrio de la ventanilla dónde la tenía poyada, pero a pesar de la jugada de Richard el gigante solo suspendía el sonido por escasos segundos y luego volvía a roncar con bestia rugiente.  Irremediable situación.

Las horas se esfumaban del reloj igual de rápido que todo el día, el camino que seguía Richard llegaba a su fin y comenzaba a avistarse el desvió que tomó Cristian para entrar a la pradera que los lleva a la puerta del bosque. Recortó la velocidad para tomar con cautela la curva y evitar tirar por la borda las cosas que iban detrás, luego que dio la vuelta notó que sobre el parabrisas comenzaron a caer cenizas, encendió el limpiador del vidrio para impedir que se acumularan pero caían en gran cantidad, parecía que hubiese quemado la pradera y el viento arrastrara las sobras del carbón por todo el lugar, cambio las luces de bajas a alta, en el horizonte se elevaba una enorme cortina de humo.

Richard: - ¡Despierta, Despierta! ¡Tienes que ver esto! –
Cristian: - ¡Si se trata de otro…! ¿Qué demonios es eso? –
Richard: - ¡No lo sé, parece un incendio a las orillas del bosque! –
Cristian: - ¡Acelera, debemos llegar rápido a casa! –
Richard: - ¡Espero que todos estén bien! –
Cristian: - ¡Si esos bastardos encontraron el refugio la guerra comienza esta misma noche, soldado! ¡Prepárate! –

Richard piso a fondo el acelerador del vehículo, intentaba esquivar los huecos más grandes pero la velocidad hacia que fuese más fácil decirlo que hacerlo, luchaba para mantener el auto dentro del camino, Cristian estaba recargando las armas y preparando todo para enfrentar lo que sea que hubiese invadido el refugio, su mente comenzaba a llenarse de dudas y temor por lo que hubiese podido pasar, miraba por la ventana sujetando su rifle fuertemente y de vez en cuando volteaba para mirar a Richard que se mantenía concentrado en el camino, la tensión en los rostros de los misioneros reflejaban agresividad.

Cuatro y media de la mañana, las luces del Chevy iluminaron la entrada al bosque, pudieron notar que el humo que veían desde lo lejos no estaba tan cerda de la entrada del bosque, Cristian pudo calcular que el lugar estaba un poco más lejos del avión que se había estrellado anteriormente, Descendió del auto rápidamente y quitó el tronco y la roca que ocultaban la entrada y volvió a subir al auto.

Cristian: - ¡Andando, Soldado! Con cuidado –

Richard entró en el bosque conduciendo con cautela sin descender mucho la velocidad, desde que avistaron el humo el soldado no había pronunciado una sola palabra, en su mente también había temor y la  idea de encontrar otro cuadro igual al que vio en el pueblo había nublado su mente, Bordeo el hoyo del bosque y aceleró un poco más para terminar de llegar al refugio.

Richard detuvo el auto justo en frente de la cueva, apagó el motor y ambos comenzaron el ascenso hacía la casa a toda velocidad, lar enormes piernas de Cristian lo hicieron tomar ventaja dejando atrás al Richard que subía con más cautela supervisando el lugar en busca de intrusos, Cristian se detuvo repentinamente y comenzó a ver el suelo y al poco tiempo Richard lo alcanzó, y se detuvo justo detrás del gigante.

Richard: - ¿Qué sucede? ¿Qué hay? –
Cristian: - ¡Es sangre! Va en dirección a la casa. ¡Andando! –

Aceleraron más el paso hasta que llegaron arriba, se detuvieron justo al final del camino y comenzaron a revisar el lugar, pero todo estaba en orden con excepción de la mancha de sangre que llegaba hasta la entrada de la casa y se acumulaba formando un pequeño charco justo delante de la puerta. Cristian se escondió detrás del árbol donde había desollado al oso y silbó fuertemente, un par de segundo y vio la silueta de Raishell que se asomaba por la ventana apuntando con un rifle, sintió un enorme alivio al ver que estaba bien, relajo su cuerpo y bajo el arma, le hizo una seña al soldado para que terminara de arribar y luego salió a la vista. Raishell abrió sus ojos y dibujó una enorme sonrisa en su rostro, la puerta se abrió y detrás la figura de John, Raishell salió corriendo al encuentro de su gigante y de un brinco se colgó alrededor de su cuello abrazándolo y besándolo

Raishell: - ¡Gracias a Dios que llegaste! ¿Estás bien?–
Cristian: - ¡Si, estoy bien! ¿Qué demonios está pasando aquí? –
John: - ¡Llegó la hora, vaquero! –
Richard: - ¿Qué rayos es ese humo en la pradera? –
John: - ¡Ya lo verás! –
Cristian: - ¡Pensé que algo malo les había sucedido! Cuando avistamos el humo aceleramos a fondo, mi cabeza iba a estallar de la preocupación –
Raishell: - ¡Todo está bien, cariño! Entremos para que descanses un poco y nos preparemos –

John había colocado la cama que había hecho en el pasillo para que el Teniente Dan descansara, Cristian entró a la casa y de inmediato se percató del visitante, volteó a mirar John y a Raishell y luego intento decir algo pero cerró la boca y solo se dedicó a imaginarse los sucedido.

John: - ¡Es del ejército Polaco, vaquero! Nos encontraron ayer en la mañana, estaban en una misión para rescatar sobrevivientes de los ataques y dieron con la casa, venían en un helicóptero. Quisieron llevarnos con ellos pero le dijimos que esperaríamos por ustedes. Esta noche cuando regresaban fueron atacados y el helicóptero se estrelló, solo el sobrevivió y se las arregló para llegar aquí. –
Cristian: - ¿Cómo rayos se supone que vendrán por nosotros si los derribaron? –
Raishell: - ¡El helicóptero estaba rastreado, pronto vendrá un pelotón a rescatarlo, nos iremos con ellos! –
Richard: - ¡Y me imagino que utilizaremos la radio de ellos para descifras los códigos del mapa! ¿Cierto? –
John: - ¡Acertaste!
Cristian: - ¡O sea, arriesgamos el pellejo en vano! –
John: - ¿Cómo rayos íbamos a saberlo? Solo se aparecieron –
Cristian: - ¡Si, supongo que tienes razón! ¿Vivirá? –
John: - Tiene una pierna destrozada, por fortuna cayó del helicóptero antes de que se estrellara, eso le salvó la vida –

Cristian se rascó la cabeza y luego miró a Anna que estaba sentada en el sofá con sus piernas recogidas y con la vista fija en el suelo, le hizo una seña a John para preguntarle que le sucedía

John: - ¡Está un poco asustada con todo esto! –
Raishell: - ¡Yo también lo estoy! Todo está pasando más rápido de lo que esperábamos –
Cristian: - ¡Estaremos bien, este era el momento que todos habíamos estado esperando! El fin de esos bastardos está cerca –
Anna: - ¿Cómo sé que no los voy a perder? ¿Tienen idea de lo que están diciendo? –

Anna se levantó llorando y se encerró en su habitación, Raishell salió detrás de ella.

Cristian se sacudió su cabeza de un lado a otro y se acercó hasta el soldado en el pasillo, lo miró fijamente hasta que el soldado sintió la presencia del gigante y abrió su ojo bueno.

Dan: - ¿Tú debes ser Cristian? –
Cristian: - ¿Y tú? ¿Cómo te llamas? –

EL teniente Dan hizo un esfuerzo para reincorporarse en la cama y presentarse.

Dan: - ¡Soy el teniente Dan Jackson, infantería! –
Cristian: - ¡Un verdadero placer conocerlo, teniente Dan! –

Cristian tendió su mano y estrechó la del teniente, notó que a pesar de lo estropeado que estaba, aun le quedaba fuerza suficiente para estrechar su mano con fuerza, Las condiciones físicas del hombre definitivamente le habían salvado la vida.

Cristian: - ¿En cuánto tiempo cree que vendrá el rescate? –
Dan: - ¡No deben estar lejos, emití la alerta justo al momento en que nos impactaron! –
Cristian: - ¿Estás seguro de que eran terroristas? –
Dan: - ¡Totalmente, amigo! Por suerte no han descubierto este lugar aun, por eso debemos irnos todos antes de que lo hagan. –
Cristian: - Tienes razón, ¿Imagino que te hablaron del mapa? –
Dan: - ¡Si, también sobre su viaje al pueblo del capitán Richard para buscar provisiones! –
Cristian: - ¡Excelente! ¿Entonces sabe los códigos? –
Dan: - ¡Aun no he visto el mapa, pero de seguro sabré de que se trata! Se suponía que vendría por ustedes en tres días con el coronel al mando de la misión para que él se encargara personalmente de la situación, pero debido a esto tendremos que irnos todos apenas llegue el helicóptero. Iremos a la base en donde estamos ocultos y luego planificaremos ir hasta el lugar en donde está la rebelión. –
Cristian: - ¡Eso suena interesante! Según John la base de donde él salió también fue devastada –
Dan: - ¡Eso es correcto! Como ya le dije, estamos ocultos. –
Cristian: - ¡Esperemos entonces! Descanse, lo necesitará –

El teniente Dan asintió con su cabeza y volvió a acomodarse en la cama, Cristian se retiró del pasillo, me miró y me hizo señas para que saliéramos de la casa.

Cristian: - ¿Dónde está Scot? –
John: - ¡Debe estar en tu habitación descansado, hizo un arduo trabajo con las camas! –
Cristian: - ¿Estás seguro de lo que dice este sujeto? –
John: - ¡Todo indica que es cierto lo que dice! De lo contrario sabe que lo acabaremos –
Cristian: - ¿Por qué Anna está tan alterada? –
John: - Cuando el teniente regreso estaba en muy mal estado, cómo pudiste notar. Solo está un poco impactada por lo que vio, eso la hizo recordar lo que le paso en el pueblo. –
Cristian: - ¡Estaba pensando dejar a las mujeres en esa base oculta de mencionó el teniente, a Scot también! –
John: - ¡También pensé lo mismo! Pero debemos hablarlo con ellas, además, recuerda que Raishell es la llave de entrada a lugar de la rebelión. Tendrás que convencerla para que nos de acceso. –
Cristian: - ¡Tienes razón! No será fácil, pero creo que es lo más conveniente para todos. –
John: - ¡Lo sé, esperemos que entiendan! –

Ambos tomamos asiento en las sillas bajo el cobertizo y esperamos el amanecer, Scot salió de la casa y cuando vio a Cristian lo abrazó fuertemente

Scot: - ¡Tío, volviste! –

 Cristian me miró y yo le levante los hombros dándole a entender que tuve que hacerlo de esa manera.

Cristian: - ¡Si, y pronto nos iremos de este lugar! Voy a necesitar de toda tu ayuda –
Scot: - ¡Si, ya sé que tengo que cuidar de las Chicas! –
Cristian: - ¡Vaya! Veo que comienzas a entender las cosas. Pero esta vez no será tan fácil como crees.
John: - ¡Estarás en una misión especial! –
Scot: - ¿Cuál misión? –
Cristian: - ¡Iremos a una base militar, deberás encargarte de proteger a las chicas de cualquiera que se les acerque, nadie puede tocarlas, llevaras un lápiz y una hoja en tu bolsillo y escribirás todo lo que los soldados y demás personas que estén en el lugar digan y cuando nosotros regresemos nos harás saber! Serás nuestro espía –
Scot: - ¿Tendré un arma? –
John: - ¡No, Anna y Raishell la tendrán! Solo encárgate de cuidarlas bien y anotar todo lo que escuches –
Cristian: - Recuerda que nadie puede acercárseles, y si alguien lo hace, escribe su nombre en la hoja, cuando regresemos nos haremos cargo –
Scot: - ¡Está bien! ¿Cuánto tiempo estarán lejos? –
John: - ¡Eso no lo sabemos, pero mientras no estemos, tú serás el hombre de la casa! -
Cristian: - ¡Deberás hacer todo lo que las chicas te pidan! ¿Entendido? –
Scot: - ¡Entendido!

El sol comenzó a salir en el horizonte, Scot, Cristian y yo observábamos como comenzaba a calentar el clima a medida que iba ascendiendo, la niebla espesa comenzaba a disiparse. Richard salió y se paró junto a nosotros para contemplar el amanecer, aquel espectáculo en las montañas era hermoso y relajante, sobre todo después de lo sucedido.

Richard: - ¿Qué haremos con todo lo que trajimos del Pueblo? –
Cristian: - ¡Imagino que debemos subirlos antes de que nos vayamos! –
John: - ¿Son muchas cosas? –
Richard: - ¡Sí, hasta un auto nuevo! –
John: - ¿Un auto Nuevo? ¿Y qué pasó con el amor por el camión? –
Cristian: - ¡Es solo una ayuda, la familia ha crecido y me pareció buena idea tener dos! –
Richard: - ¡Es un Chevy Del Camino! ¡Está como nuevo! Nos hizo el camino de regreso bastante cómodo –
John: - ¿Y donde rayos dejaron la motocicleta? –
Cristian: - ¡También la trajimos! Después de todo el trabajo que le hicimos no tenía intenciones de dejarla –
John: - ¡Mejor bajemos los tres para comenzar a subir las cosas antes de que venga el rescate! –
Richard: - ¡Justamente iba a decir eso! ¡Andando jefe! –

Entré rápidamente a la casa para avisarle a las chicas que bajaríamos por las cosas y luego emprendimos el descenso, Scot se quedó con ellas para comenzar a preparar las cosas para el viaje, además de cuidar al Teniente Dan . Descendimos a toda prisa por el sendero hasta que llegamos al bosque, quedé sorprendido al ver el auto nuevo, ciertamente Cristian se lució al escogerlo y no se equivocó, estaba un poco cubierto de polvo por el viaje pero a simple vista se notaba que estaba en excelentes condiciones, eché un ojo a la parte posterior para examinar las cosas que habían traído del pueblo, al parecer habían conseguido todo y algunas cosas adicionales pero lo que  me alegró la existencia fueron los colchones que habían conseguido, y seguramente a Scot le encantaría. Bajamos la pesada motocicleta y luego los tanque de combustibles y los introdujimos en la cueva donde estaba el camión, cargamos todas las cosas que pudimos y comenzamos a subir nuevamente a la casa.

John: - ¡A las chicas les encantará todo esto! –
Cristian: - ¡Eso espero! Trajimos todo lo de la lista y algunas cosas adicionales que nos facilitaran la vida más adelante –
John: - ¿Entonces tienes pensado volver después que acabe todo esto? –
Cristian: - ¡Así es, no dejaré este lugar por nada del mundo! Me siento a gusto acá y espero que Raishell acepte –
Richard: - ¡Me alegra que se sientan a gusto, pero después que termine todo esto tengo pensado volver al ejército! Quizás me dedique a dar clases de supervivencia en situaciones de peligro –
John: - ¿En serio piensas volver? ¿No estás un poco viejo para eso, soldado? –
Richard: - ¡No lo creo! Lo estuve pensando y es lo único que me queda, no tengo intenciones de volver al pueblo, los recuerdos me atormentarían y sería más un castigo que otra cosa –
Cristian: - ¡Tienes razón! Si tu corazón está en el ejército te apoyo. Además no estaría mal enseñarles a los soldados lo que es una verdadera tragedia. Y tú, vaquero ¿Qué piensas hacer en lo que acabe todo esto? –
John: - ¡No lo sé aun! Tengo que discutirlo con Anna –
Cristian: - ¿Con Anna? ¡Entonces has progresado con ella! ¡Qué noticia tan buena! Si no te molesta y Anna acepta, podemos construir otra casa en el bosque. ¡Hay suficiente espacio para ustedes! –
John: - ¿Lo dices en serio? Siendo sincero, ¡Ya lo había pensado! Pero luego me supuse que eso invadiría tu privacidad y desistí de la idea, pero ya que lo mencionas ¡Acepto! –
Cristian: - ¡Jajajajaja pensé que hablarías con Anna sobre eso! –
John: - ¡Si, ya buscaré un modo de convencerla! Aunque creo que aceptará –
Richard: - Me alegro mucho por ustedes, a pesar de que nos conocemos desde hace poco tiempo, les he acogido en mi corazón. ¡Nunca los olvidaré! Además espero visitarlos de vez en cuando. –
Cristian: - ¡Eres bienvenido, Soldado! Cuando gustes y recuerda que aunque te marches, siempre serás parte de esta familia –
John: - ¡Gracias a ti conocí a Anna! Tampoco olvidaré eso. –

Una vez en la casa colocamos todas las cosas en la mesa y Richard, que llevaba los dos colchones, los colocó en la habitación de Cristian. Justo en ese momento se comenzó a sentir en el aire el inconfundible sonido del helicóptero de rescate, Cristian salió rápidamente al frente de la casa y comenzó a hacer señas para indicar su posición. El Helicóptero se detuvo justo en el mismo lugar en donde lo había hecho el primero cuando llegó el teniente Dan, descendió un poco y luego comenzó a bajar una cuerda y seguidamente tres hombres. Cristian tomó el arma que llevaba en su espalda y la preparó para estar listo ante cualquier eventualidad, salí y me paré con mi rifle justo en la entrada de la casa y Richard se había parado al comienzo del sendero para cubrir a Cristian, el primer hombre en tocar el suelo era un sujeto de edad avanzada, parecía contemporáneo con Richard, cincuenta años aproximadamente, su condición física lo hacían parecer un muñeco de acción a escala,  cayó justo en frente de Cristian que ya lo estaba apuntando con su rifle al igual que Richard y yo, él soldado levantó sus manos y en ese momento llegaron al suelo dos soldados más, jóvenes en iguales condiciones físicas que el primero, uno de ellos era muy alto, casi del tamaño de Cristian lo que lo hacía aparentar intimidante, tenían sus armas en las manos que rápidamente se dirigieron hacía Richard y hacia mí.

Cristian: - ¡Vaya! Llegó la caballería ¡Dígale a sus soldaditos que bajen las armas! –
Amadeusz: - ¡Soy el Coronel Amadeusz! Y creo que tendrá que bajar su arma primero, señor –

Cristian me miró rápidamente y le hice una seña para que le obedeciera al Coronel, pero él quiso hacerse el rudo por un rato y siguió el juego

Cristian: - ¡Está invadiendo mi propiedad, le Exijo que bajen sus armas o abriremos fuego! –

El coronel continuaba parado en frente de Cristian sin moverse, echó una mirada a sus acompañantes y luego asintió con su cabeza, inmediatamente bajaron las armas. Cristian también bajo su arma y se relajó un poco más, Richard y yo también las bajamos.

Cristian: - ¡Mucho mejor así, Me llamo Cristian, el es el Sargento mayor John y este es el capitán Richard! ¿Por qué están aquí? –
Amadeusz: - ¿Son soldados? Debí suponerlo. Somos de los aliados, Ejército polaco, Recibimos una señal de emergencia de uno de nuestros soldados ayer en la noche, aparentemente su helicóptero fue derribado, ¿Saben algo? –
John: - ¡Está a salvo! ¡Lo estábamos esperando coronel! –
Amadeusz: - ¿Ustedes son los sobrevivientes establecidos aquí? ¿Dónde está el menor? El teniente Dan pasó la información de su situación ayer en la mañana y habíamos planeado el rescate de ustedes en tres días –
John: - ¡Somos nosotros! El teniente Dan está muy mal herido, necesita una cirugía de inmediato en su pierna, de lo contrario la perderá –
Cristian: - ¿Está informado de todo? –
Amadeusz: - ¡Resumidamente si! Esperábamos más detalles, pero primero los sacaremos a todos de aquí, ya hablaremos en la base. ¿Dónde está el teniente? –
John: ¡Está adentro, descansando! Aunque supongo que ya se enteró de su llegada –
Amadeusz: - ¡Es lo más seguro! ¿Puedo verlo? –
Cristian: - ¡Sí, el sargento John lo llevará hasta él, pero sus amigos tendrán que esperar aquí, tenemos mujeres y no quiero asustarlas! –

El coronel volteo hacía sus soldados, les hizo una seña y en seguida tomaron posición de guardia, tendí mi mano para indicarle el camino al coronel. Entramos a la casa y pude notar que el Coronel estaba asombrado por lo que veía, Anna, Raishell y Scot estaban sentados en el sofá, el Coronel los miro y levantó su mano para saludarles.

Amadeusz: - ¡Soy el Coronel Amadeusz, encantado de conocerles señoritas! –

Ellas saludaron educadamente manteniendo la seriedad en sus rostros, era evidente que su pesadilla había comenzado. El coronel miró al pasillo y se acercó hasta el Teniente Dan, que apenas escuchó la voz de su coronel levantó su mano.

Amadeusz: - ¡Santo Dios, teniente! ¿Qué rayos te pasó? ¿Se encuentra bien? –
Dan: - ¡Si señor, si! –
Amadeusz: - ¡Al diablo el protocolo, teniente! ¡Tengo que sacarte de aquí cuanto antes! –
Dan: - ¡Gracias señor, caí del helicóptero justo antes de estrellarse, pude llegar hasta aquí para pedir ayuda! ¡El Sargento John me salvó la vida! ¡Es enfermero! –
Amadeusz: - ¿Usted es enfermero? ¡Qué suerte tenemos! ¡Estamos en deuda con usted, sargento! –
John: - ¡No hay nada que agradecer! Solo hice lo que debía hacer –

El coronel asintió con su cabeza, tomó la radió un pidió que bajaran la camilla del helicóptero, luego nos vio a todos manteniendo el silencio por unos segundos y luego señaló a Richard

Amadeusz: - ¿Escuche que usted es capitán? –
Richard: - ¡Así es, coronel! –
Amadeusz: - ¡Entonces conoce el procedimiento para la evacuación! ¿Cierto? –
Richard: - ¡Así es! –
Amadeusz: - ¡Entonces andando!

Richard nos miró a todos sonriendo, nos hizo señas para que nos acercáramos, en ese momento entraron los otros dos soldados con la camilla y comenzaron a cargar al teniente Dan para llevarlo al helicóptero.

Richard: - ¡Muy bien muchachos, tomen solo lo necesario y sáquenlo al cobertizo, luego que suban al teniente uno de los soldados revisará el equipaje que lleven para cerciorarse de que no sea una trampa, es solo el procedimiento, subirán primero las mujeres y Scot, nosotros nos quedaremos para que hablemos sobre las armas y la otras cosas que tenemos que llevar! ¿Me entendieron? –
Cristian: - ¿Estás seguro de lo que están haciendo? –
John: - ¡El helicóptero es enorme, creo que entrara todo sin problema! Aunque los explosivos me tienen un poco preocupado –
Richard: - ¡A mí también, pero de seguro hay alguien experto en esos explosivos con ellos! Ya veremos que sucede, solo hagan como les dije, todo estará bien –
John: - ¡No recuerdo muy bien los procedimientos para la evacuación! ¡En el campo cuando el mayor anunciaba la retirada solo subíamos a un vehículo y nos íbamos! –
Richard: - ¡Si, pero eso es en el campo de batalla! Acá es diferente, estamos organizados –
Cristian: - ¡No perdamos más tiempo! ¡Andando! –
Anna: - ¡No me iré a ningún lado si no estamos todos a bordo de ese aparato! –
John: - ¡Así será, cariño! No tengas miedo –
Anna: - ¿Qué no tenga miedo? ¿A qué rayos estás jugando, John? ¡Estoy aterrada!
Raishell: - ¡Yo también, tampoco me iré sin ustedes!
Cristian: - ¡No se preocupen, el coronel también se quedará abajo con nosotros, ellos no irán a ningún lado sin su jefe! –
John: - ¡Cristian tiene razón! ¡Todo estará bien! Además Scot las cuidará ¿Cierto campeón? ¿Recuerdas lo que hablamos afuera? –
Scot: - ¡Si señor! Estoy listo. –
Richard: - ¡Excelente, entonces andando!

Los soldados salieron de la casa cargando en la camilla al teniente Dan, las chicas y Scot fueron por sus cosas y Cristian y Richard se quedaron hablando con el coronel sobre las armas, lo llevaron hasta la despensa y luego le mostraron los explosivos, la cara de asombro del coronel no se podía disimular, miraba todo el armamento y los explosivos a la vez que hablaba por radio dando las especificaciones de lo que veía para que enviaran al experto para poder cargarlas en el helicóptero. Los soldados regresaron y le indicaron a las Chiscas y a Scot que era su turno de abordar, tomaron sus pertenencias y salieron de la casa, en ese momento entró un tercer soldado con un traje especial para manejar explosivos, echó un vistazo al montón y luego dijo por radio unos códigos, el Coronel lo miró y él asintió con su cabeza

Amadeusz: - ¡Están vivos de milagros! –
Cristian: - ¿A qué rayos se refiere? –
Amadeusz: - ¡Varios de estos explosivos se activan fácilmente con una carga estática! Deben ser manejados bajo un entorno controlado –
John: - ¡Santo Dios! ¿Cómo los transportaremos? –
Amadeusz: - ¡Por fortuna tenemos una caja para ese tipo de explosivos! –
Cristian: - ¿Entonces no tendremos problemas para llevarlos? –
Amadeusz: - ¡Todo estará bien! –
Richard: - ¿Qué le parecen las armas? –
Amadeusz: - ¡Usted reconoció los códigos al igual que yo, capitán! No hace falta tocar el tema, en el campamento veremos que sucedió en realidad –

Cristian y yo miramos al Richard desconcertados, recordé sus palabras cuando llegó a la casa y vio las armas, pero no imagine que la procedencia tendría tanta importancia tomando en cuenta que prácticamente estamos en guerra. Los dos soldados llegaron nuevamente con una enorme caja metálica muy parecida a la que cayó del avión en donde viajaba Raishell, Cristian también reconoció la caja y me dio un empujón con su codo para que la mirara, asentí con mi cabeza mientras mirábamos como cargaban con suma cautela todo los explosivos dentro. Richard se dispuso a ayudarlos pero el Coronel levantó su mano indicándole que se tuviera

Amadeusz: - ¡Ellos conocen su trabajo, capitán! –
Richard: - ¡Entiendo! –

Richard se incorporó nuevamente y se acercó hasta donde estaba Cristian, dijo algunas cosas en voz baja y luego Cristian se acercó hasta mí y me dijo en voz baja: - ¡No pierdas de vista la caja! – Asentí con mi cabeza y esperé pacientemente a que los hombres terminaran de cargar todo, luego que cargaron la caja para sacarla de la casa, los seguí y me cercioré de que la subieran al helicóptero, miré a Cristian y a Richard levantando mis pulgares para indicarles que todo estaba bien, ellos asintieron y salieron de la casa junto con el coronel, Cristian aseguro todas las puertas y las ventanas para evitar que algo entrara mientras nos ausentábamos, miró con nostalgia todo los alrededores y luego se paró a nuestro lado a esperar la cuerda para subir al helicóptero.

Richard subió primero, luego subió Cristian y luego yo, me siguió el coronel y de últimos los dos soldados que habían descendido en un principio, cuando llegué al helicóptero note que era mucho más grande de lo que se veía, había espacio suficiente como para cargar a  cincuenta hombres, Raishell y Anna estaban sentada juntas con sus orejeras ya puestas, Cristian se había sentado al lado de Raishell y Anna estaba esperándome, Scot estaba en la parte de adelante hablando con uno de los pilotos, preguntaba por todo lo que veía y curioseaba por los alrededores del aparato. Apenas subieron los dos soldados el helicóptero se puso en marcha, Todos veíamos con tristeza como nos alejábamos de lugar pero la cara de nostalgia de Cristian daban ganas de llorar.

El sonido del motor del helicóptero era ensordecedor, se podía ver al coronel hablando con el piloto pero no podíamos escuchar nada, Scot seguía en la cabina atormentando al piloto preguntando por todo lo que veía, eché un vistazo a los muchachos y todos estaba en silencio, Anna llevaba su cabeza recostada de mi hombro y Raishell descansaba sobre las piernas de Cristian, de pronto el Coronel se dirigió hasta donde estábamos

Amadeusz: - ¡Llegaremos en una hora, aproximadamente! En unos veinte minutos sentirán algo de turbulencia, pero es debido al cambio de clima, nada de qué preocuparse. Si necesitan algo hablen con los soldados, ellos les atenderán ¿Todos están bien? –

Cristian levantó los pulgares para indicar que todo estaba bien, el coronel asintió con su cabeza y regresó a su asiento en la parte delantera del Helicóptero, las puertas que venían abiertas se cerraron reduciendo el ruido que se escuchaba, el teniente Dan estaba amarrado a su camilla en medio del helicóptero  y hablaba con los tres soldados mientras que ellos lo revisaban y le daban medicinas adecuadas para el dolor y para evitar las infecciones, sentí que había hecho un buen trabajo, pero la satisfacción de haberle salvado era incomparable. Uno de los soldados que estaba revisando al teniente me miró y asintió con su cabeza en señal de aprobación con lo que había hecho por el teniente.

Anna: - ¡Me siento orgullosa de ti, cariño! –
John: - ¿Por qué lo dices? –
Anna: - ¡Haz salvado la vida de todos los que estamos aquí! –
John: - ¡No pude salvar la de Roco! –
Anna: - ¿Roco? ¿Quién es Roco? –
John: - ¡Larga historia, cuando todo termine te contaré de Roco! –
Anna: - ¿Era tu amigo? –
John: - ¡Si, en cierta forma fuimos amigos! –

Ella me miró y volvió a colocar su cabeza sobre mi hombro, pasaron unos minutos y tal como lo dijo el coronel una turbulencia comenzó a azotar al helicóptero, mire hacía la cabina y noté que el coronel estaba mirando hacia donde estábamos nosotros, luego la voz de uno de los solados se escucho

Soldado: - ¡No se preocupen, pronto pasará! –

Richard lo miró y le hizo una seña para indicarle que habíamos escuchado, evidentemente él estaba acostumbrado a este tipo de situaciones y parecía estar de lo más tranquilo y relajado. Anna se aferró fuertemente a mi brazo, estaba asustada, pero al poco tiempo todo entró en calma nuevamente. Cristian levantó su voz y se dirigió a los soldados que estaban hablando con el teniente Dan

Cristian: - ¿Cómo se llaman ustedes, soldados? ¿De donde son? –
Miroc: - ¡Me llamo Miroc, el es Alej y el es Bialy, todos somos cabos y Polacos! ¿Escuche que usted se llama Cristian? –
Cristian: - ¡Así es, y esta es mi chica Raishell! El es el Sargento John y este es el Capitán Richard, ella es Anna y aquel pequeño travieso es Scot –

Los tres soldados me saludaron militarmente y a Richard en señal de respeto y reconocimiento

Miroc: - ¡Yo también soy enfermero, bueno, casi enfermero, aun no obtengo el titulo pero me falta poco! ¡Excelente trabajo, sargento! De primer nivel, yo no hubiese podido suturar el parpado sin el equipo adecuado. ¡Asombroso! –
John: - ¡Gracias! Hice lo que pude. ¿Te gusta la medicina? –
Miroc: - Realmente no, comencé hace un par de años ayudando a las víctimas de los ataques, por necesidad tuve que instruirme. ¡Ya le tomé cariño! –
Richard: - ¿Y qué me dices de tus compañeros? –
Alej: - ¡Yo soy experto en armamentos y estrategias de ataque a distancia! Estaré a cargo de los planes de ataque a los bastardos una vez que lleguemos a la base –
Richard: - ¿Y usted, cabo? ¿Qué me dice? –
Bialy: - ¡Soy experto en explosivos! Activo y desactivo cualquier cosa que explote –
John: - ¡Interesante profesión! ¡Remendé algunos compañeros que no pudieron desactivar bombas a tiempo! ¡Situaciones muy tristes! –
Bialy: - ¡Si, sargento! Es una profesión bastante arriesgada, pero al igual que la medicina, ¡se salvan vidas! –
John: - ¡Entiendo lo que dice, cabo! ¡Le deseo suerte!
Bialy: - ¡Gracias, Sargento! Espero hacer un buen trabajo con los planos que estoy diseñando para el ataque –
Richard: - ¡Eso esperamos todos! –
Cristian: - ¿Cuánto tiempo falta para llegar? –
Miroc: - ¡estamos a media hora de la base! –
Cristian: - ¿Cómo es que no había información de esa base? –
Miroc: - ¡La idea era evitar ser encontrados mientras recobrábamos fuerzas y nos organizábamos! Como puede ver nos llevó bastante tiempo reunir las tropas que sobrevivieron, pero lo logramos y estamos más que listos para dar fin a esos bastardos –
John: - ¿Cuántos soldados hay en la base? –
Miroc: - ¡En esta base, alrededor de tres mil! Pero hay un contingente que debe estar llegando mañana a primera hora, son mil soldados más –
John: - ¿Hay otra base oculta? –
Miroc: - ¡Así parece! Esa información la maneja solo el coronel, solo tenemos conocimiento del arribo, solo eso –
Cristian: - ¡Creo que el coronel tiene algunas que explicar! ¿No lo crees, Richard? –
Richard: - ¡Si, espero que lleguemos pronto a la base para que aclaremos los puntos y las situaciones! –
John: - ¿Cómo se siente, teniente Dan? –
Dan: - ¡Más aliviando, sargento! Las medicinas que me colocaron hace momentos comienzan a hacer efecto. –
John: - ¡Buenas noticias entonces! ¿Cuentan con un quirófano? –
Miroc: - Afortunadamente, ya noté que necesitará una cirugía para reconstruir esa pierna –
John: - Correcto, ¿Están bien equipados? –
Miroc: - ¡Si sargento! Uno de los mejores quirófanos militares –
Cristian: - ¡Tranquilo, enfermero! ¡Quedará como nuevo! –
Anna: - ¡Espero que se recupere pronto, teniente! –
Dan: - ¡Gracias; yo también lo espero! Solo lamento no poder acompañarlos en el frente cuando llegue el momento del ataque –
Richard: - ¡No te preocupes, arrancaré unas cuantas cabezas de esos bastardos en tu nombre! –
Dan: - ¡Estaré agradecido de eso, Capitán! –

El helicóptero comenzó a dar vueltas para rodear un par de montañas, justo detrás estaba la base que se podía divisar a distancia, era grande, casi tan grande como una ciudad, no me explicaba como algo tan grande no había sido víctima de un ataque pero evidentemente eso nos favorecía en este momento. Los soldados se incorporaron y tomaron sus armas y se pusieron en posición

Bialy: - ¡Estamos llegando, señores! Diez minutos aproximadamente –

Todos asentimos con las cabezas mientras mirábamos por una de las ventanillas la enorme ciudad que habían logrado ocultar durante todo este tiempo, había un edificio con una cruz roja pintada que evidentemente era el hospital militar, una estación para recargar combustible, áreas de entrenamiento, piscina y hasta un mini centro comercial. Había tanque de guerra, aviones de combates, tanquetas blindadas y un edificio para las armas y municiones identificado con su respectivo logo. La cara de Alegría de las Chicas al ver el mini centro comercial resplandecía por todo el helicóptero

Anna: - ¿Hay más mujeres allá abajo? –
Alej: - ¡Si, no muchas, pero si hay! –
Raishell: - ¡Que alivio! ¿Tienen ropa y zapatos? –
Alej: - ¡Si, me encargare de eso apenas aterricemos! –
Anna: - ¡Preferiría que una de las mujeres lo hiciera! –
Alej: - ¡A eso me refería, señorita! –

El helicóptero dio una vuelta y se dirigió directamente al aeropuerto que estaba un poco más allá de la ciudad militar, se estabilizó en el aire y luego comenzó a descender lentamente, un grupo de soldados se acercaron y esperaban con otra camilla para cargar al teniente Dan y un montacargas para las armas y los explosivos que estaban en la caja, había otros dos soldados que llevaban traje anti bombas y un carro de golf pero adaptado a las necesidades militares para transportarnos hasta la ciudad. Todo parecía un sueño, el helicóptero tocó tierra y enseguida las puertas se abrieron, abordaron los soldados que esperaban el aterrizaje y sin titubeo comenzaron a hacer su trabajo, nos trataron con amabilidad, tomaron nuestras cosas y las subieron al mismo carro en donde subimos para ir hasta el edificio. El coronel tomó otro carro que llegó exclusivamente para transportarlo a él y nos siguió de cerca dando órdenes al conductor.

Llegamos a un edificio de tres plantas, automáticamente un portón se abrió dejando al descubierto un hangar, entramos con los carros hasta una puerta que estaba al final, un par de soldados nos estaban esperando, tomaron el equipaje nuevamente y nos abrieron la puerta invitándonos a entrar, Una sonrisa enorme se dibujó en nuestras caras al sentir lo que salió por la puerta. Aire Acondicionado.  Tomé de la mano a Anna baje del vehículo, Richard tomó de la mano a Scot y Cristian y Raishell iban adelante juntos hablando en secreto y el Coronel iba hablando con el soldado que nos estaba guiando, de pronto el soldado se hizo se hizo a un lado y otro que llegó lo reemplazó,  pasamos por un pasillo corto de paredes blancas, impecables, el suelo era de porcelana de la mejor calidad también de color blanco, bastante extraño para ser una base militar, por mi parte esperaba los típicos colores verde y grises, al final del pasillo estaba la puerta de un elevador, el guía presionó el botón y en pocos segundo se abrieron las puertas, era enorme, supuse que estaba diseñado para soportar peso en cantidades. El soldado marcó el número dos en el tablero y comenzamos a subir, al llegar se abrieron las puertas nuevamente, había otro pasillo pero las paredes eran de vidrio grueso, comenzamos a caminar a la vez que mirábamos lo que había detrás del vidrio, del lado izquierdo había gente vestida con batas blancas, guantes y mascaras trabajando en lo que parecía ser un laboratorio, del lado derecho un par de sujetos vestidos con uniforme militar hacían pruebas a unas prótesis para brazos y para piernas, las golpeaban repetidas veces con una especie de mazo de goma y luego las probaban.

Cristian: - ¿Qué rayos es todo esto? –
Amadeusz: - ¡Este el área de experimentos! Hacemos nuestras propias medicinas, prótesis y demás insumos médicos para nuestros soldados y últimamente para las personas que sobrevivieron a los ataques, muchos de ellos han requerido amputaciones en los miembros inferiores y superiores, también prótesis dentales, ojos de vidrio, Etc. Las atrocidades de los terroristas no tienen límite. ¡Estamos listo para todas las eventualidades! más adelantes tenemos un taller donde comenzamos a experimentar con un nuevo tipo de traje con camuflaje para los soldados que enviamos a las expediciones de rescate, ¡síganme, les mostraré! –

Seguimos avanzando por el corredor sin poder quitar de mi rostro la cara de asombro por todo lo que veía, del lado derecho había otra habitación con un grupo de hombres que estaban trabajando en unas armas, el coronel señaló sonriendo para que viéramos a la vez que nos deteníamos frente al vidrio que separaba el salón del pasillo

Amadeusz: - ¡También conseguimos la forma de mejorar nuestras armas, la mayoría de ellas de procedencia rusa! Ampliamos los cañones para poder utilizar balas de fabricación propia, más anchas y de mayor alcance que las convencionales, también mejoramos la precisión. ¡Tienen que ver el impacto en los blancos donde realizamos las pruebas, se sorprenderán del nivel de destrucción que ocasionan! –
John: - ¿Cómo se supone que hicieron todo esto y solo un par de años? –
Amadeusz: - ¡No lo hicimos nosotros, ya estaba hecho! El gobierno de Polonia mantenía estas bases en secreto. Aquí se desarrolla desde hace muchos años todos los insumos militares que el país requiere, la parte medica es nueva, cuando comenzaron los ataques un Capitán que tenía conocimiento de este lugar nos trajo, lamentablemente sufrió un paro cardiaco poco después que comenzaron los ataques. Entre las personas que rescatamos había científicos, doctores, ingenieros, físicos y mecánicos. Cuando comenzamos a rescatar más sobrevivientes ellos se ofrecieron para trabajar y ayudar a la gente, así comenzó todo esto que ven. ¡Impresionante! ¿Cierto? –
John: - ¡Asombroso! ¿Cómo se llama el Saldado que está a su lado? ¡Aun no se presenta! –
Amadeusz: - ¡Oh, disculpen! Su nombre es Kirck, pero es mudo, perdió sus cuerdas bocales en la adolescencia, pero escucha a la perfección, al igual que usted es sargento, experto en rescates en zonas de alto riesgo –

El soldado levanto su mano para saludar, Cristian no había cerrado la boca desde que llegamos a la zona de laboratorios, el asombro se había apoderado de él al igual que de Raishell y Anna, El Capitán Richard por el contrario se veía muy tranquilo, parecía estar familiarizado con todo lo que veía.

Amadeusz: - ¡Sigamos adelante, ya casi llegamos al taller de ropa que le comenté! –

Llegamos al último cubículo, estaba del lado izquierdo y tal como había jurado el Coronel, había un par de soldados sentados en frente de unas enormes maquinas de coser, además había otros equipos y toda clase de hilos que salían de estantes que estaban empotrados en la pared, en la pared del fondo se podía divisar una repisa que sostenía enormes rollos de tela de todos los colores y tamaños, y en la otra pared había dispuestas toda clase de herramientas para el arduo trabajo de costura, a pesar de nuestra presencia, los soldados no  perdieron la concentración ni por un instante, uno de ellos levanto lo que parecía ser una camisa de licra, con un diseño de camuflaje diferente al que acostumbran los trajes tradicionales. Se veía muy cómodo a simple vista.

Cristian: - ¡Evidentemente ese tipo de ropa no va conmigo! –
Amadeusz: - ¡No se preocupes, también tenemos de su talla! Esa es la parte superior del traje que les venía comentando, la tela está diseñada para aislar el agua y permitir la salida del sudor al mismo tiempo, “Fibras Inteligentes” Cuando hace calor la tela se dilata permitiendo refrescar el cuerpo, pero también es sensible al frio, al detectarlo las fibras se cierran para evitar la pérdida del calor corporal, ultraliviano, además se ajusta muy bien a cualquier chaleco antibalas que lleven por debajo y lo más sorprendente, es indetectable por la visión nocturna y a las cámaras de infrarrojo –
John: - ¿Quién fue el genio? –
Amadeusz: - ¡Lo tienen en frente! –
Anna: - ¿Usted inventó esa tela? –
Amadeusz: - ¡Oh no, me refiero a Kirck! –

Todos nos miramos las caras al mismo tiempo asombrados por el ingenio del sargento.

Amadeusz: - ¡Su padre también fue parte del ejército Polaco en su juventud, era científico! Cuando murió le entregó todos los estudios que había hecho a Kirck, las base de la idea fueron cortesía de un patriota excepcional, pero el merito mayor definitivamente es de Kirck, el dio en el clavo con el tipo de fibra que debía utilizarse para poder hacer realidad los estudios de su padre -
Richard: - ¿Y de qué tipo fibra estamos hablando exactamente, Coronel? –
Amadeusz: - ¡Siento mucho no poder revelarles eso! Recibí órdenes de no hacerlo. Pero vayamos al grano, los traje hasta acá por dos razones. Una, quería que estuvieran al tanto de todo lo que hacemos aquí. Y Dos, quiero que sean parte de esto.
John: - ¿A qué se refiere? -
Amadeusz: - Me gustaría que aporten todos los conocimientos en sus respectivos campos para ayudar a mejorar todo lo que aquí se hace, necesitaremos de todo para esta batalla –
Cristian: - ¡Entiendo lo que quiere, coronel! Pero ¿Cuándo se supone que comenzaremos el ataque? –
Amadeusz: - ¡Pronto, querido amigo! Debemos diseñar el plan para atacar, eso nos llevará tiempo, también debemos hacer contacto con la famosa base de aliados, descubrir los códigos del mapa y preparar todas las armas. En esta batalla no se admiten errores, la prioridad es acabar de una vez por todas con esta situación. Mi propuesta está en pie, les dejaré pensar por el resto del día y mañana a primera hora nos reuniremos en el hangar que está abajo y me dirán que decidieron, sea lo que sea de igual manera serán parte de esta batalla, espero poder contar con ustedes. Detrás de esta puerta está el área de las habitaciones que les tenemos reservadas, ya están listas y acondicionadas, cada una tiene su propio salón de aseo por lo que tendrán intimidad absoluta, el comedor es uno solo y lo compartimos con todos los soldados, incluyéndome, espero estén cómodos. Kirck les guiará por el resto del camino, yo tengo otras cosas que hacer así que me despido por los momentos, mañana daremos un paseo por el resto del lugar para que lo conozcan bien –
Cristian: - ¡Estamos muy agradecidos con todo lo que ha hecho por nosotros! No sé que decidirán mis compañeros, pero puede contar con mi apoyo para lo que sea que necesite –
Amadeusz: - ¡Gracias amigo, lo aprecio mucho!
John: - ¡Conmigo también puede contar!
Richard: - ¡Creo que está demás que también diga lo mismo! –
Amadeusz: - ¡Entonces ya son parte del equipo! ¿Las chicas que dicen? Puede que no vayan a la batalla cuerpo a cuerpo pero de seguro sus conocimiento en lo que sea que sepan hacer, también nos serán útiles –
Anna: - ¡Puede contar con nosotras, yo soy experta en nutrición y mi amiga es una excelente operadora de radio! –
Raishell: - ¡Además se coser muy bien! –
Amadeusz: ¡Entonces Bienvenidas! Espero descansen bien esta noche, ahora los dejo con Kirck ¡Con su permiso! –

El coronel comenzó el regreso por el pasillo pero se devolvió después de dar unos cuantos pasos

Amadeusz: - ¡Olvide decirles a John y a Cristian que sus habitaciones son matrimoniales, las de Cristian y Scot están separadas! ¡Feliz descanso! –

Dio la media vuelta y volvió alejarse por el pasillo hasta llegar al elevador, todos nos miramos las caras nuevamente sonriendo y luego vimos que Kirck había abierto la puerta que comunicaba con el salón de las habitaciones y nos estaba invitando a pasar, la alegría en la cara de Scot al escuchar que tendría su propia habitación nos hacía mantener la sonrisa en los rostros.

John: - ¡Scot, recuerda que tienes una misión! ¡Comienza justo ahora! –
Scot: - ¡Pero aun no me das mi lápiz y mi papel! –
John: - ¡No te preocupes, pronto lo tendrás! –

Avanzamos hacia el salón de las habitaciones, al igual que el resto del edificio era impecable, paredes blancas y pisos de porcelana. Había una especie de lobby al igual que en los hoteles, el Sargento Kirck señalo mi habitación y la de Anna y seguidamente la de Cristian y Raishell, luego le hizo seña a Scot y a Richard que lo siguieran

John: - ¡Disculpe, Sargento! ¿Sería tan amable de darle unas hojas en blanco a este jovencito y un lápiz? ¡Tiene una tarea pendiente! –

El Sargento asintió con su cabeza y se retiró para indicarle a Richard y a Scot sus lugares. Anna y yo nos quedamos parados en la puerta de la habitación por unos segundos, nos mirábamos las caras sin borrar la sonrisa de nuestros labios

Anna: - ¡No lo puedo creer! ¿Estás seguro que quieres compartir la habitación conmigo? –
John: - ¡Pensé que querías compartir más que la habitación! ¡Por supuesto que quiero! Ó ¿Olvidaste que eres mi esposa? ¡Jajajajaja! –
Anna: - ¡Claro que no lo he olvidado! Solo que todo está sucediendo tan rápido ¡Me siento un poco confundida! –
John: - ¡Si prefieres esperamos un poco! –
Anna: - ¡Prefiero que pase ahora lo que tenga que pasar! –
John: - ¿A qué te refieres con eso? –

Ella miró a los alrededores y notó que Cristian y Raishell no habían perdido tiempo y se había metido de una vez dentro de su habitación y que solo estábamos nosotros dos parados en el lugar, a la distancia podía verse la figura del Sargento Kirck que venía de regreso a paso rápido

Anna: - ¡Mejor entremos y lo averiguamos! –
John: - ¡Excelente idea! –

Giré la manilla de la puerta para abrirla y le hice un gesto de cortesía a Anna para que entrara primero a la habitación

John: - ¡Después de usted, señora Krull! –
Anna: - ¡Muy amable, caballero! –

Entramos a la habitación y cerramos la puerta, de frente había un pequeño recibidor con un juego de muebles pequeños y una mesa de centro con flores, - ¡Bastante modesto! - pensé a la vez que Anna tomaba mi mano mirando el lugar y sonriendo, pasamos un corredor pequeño que tenía una puerta, era el baño, había una regadera con calentador, escusado y un lavamanos con un espejo, todo reluciente e impecable, del lado izquierdo del pasillo había una cama matrimonial enorme, hecha de madera refinada, tenía sabanas blancas con el logo del ejército Polaco bordado justo en medio, Anna me soltó la mano y corrió unos pasos para luego lanzarse sobre la cama, el colchón se veía bastante cómodo, ella levanto las sabanas por una esquina y echo un vistazo

Anna: - ¡John, es ortopédico! ¡Qué delicia! ¡Jajajajaja! –

Reía mientras miraba como ella se divertía brincando y revolcándose en la cama, en ambos lados de la cama había mesas de luz con sus respectivas lámparas, tenían reguladores de intensidad para los bombillos de manera que podían graduarse a gusto, El aire acondicionado hacía que el lugar fuera agradable. Había una ventana con cortinas color beige, las corrí para dejar entrar la luz, la mirada nos permitía ver la totalidad de la base militar, era más grande de lo que se veía desde el helicóptero, Anna se acercó por detrás y me abrazó por la cintura y luego hablo a mi oído con un tono de voz suave y sensual.

Anna: - ¿Te gustaría tomar una ducha? –

Tomé sus manos entre las mías sin permitir que ella me soltara y volteé mi cabeza para mirarla a los ojos.

John: - ¡Sería lo mejor que me puede pasar! –

Ella me dio la vuelta y se puso en punta de pie para elevarse un poco y poder darme un beso.

Anna: - ¡Tienes razón, cariño! ¡Apestas! –
John: - ¿Qué rayos estás diciendo? ¡Me aseo todos los días con agua fresca del bosque! –
Anna: - ¡Jajajajaja! ¿Sí? ¿Y con qué jabón haces eso? –
John: - ¡Con uno artesanal que hizo Cristian! ¡Nada que envidiarle a los comerciales que acostumbras a comprar! –
Anna: - ¿Sabías que lo hace con grasa de oso? –
John: - ¡Igual es jabón, y muy bueno! Además, tú también lo usas y yo no me quejo de tu olor –
Anna: - ¡Jajajajaja! ¿Por qué crees que te estoy invitando a una ducha? ¡Andando!

Me tomó por las manos y se las colocó en su cintura, con sus brazos me tomo por el cuello, sus besos eran dulces y cálidos, mordía mis labios suavemente a la vez que me acariciaba con sus manos, retrocedía lentamente arrastrándome hasta el baño a la vez que no paraba de besarme, metió sus suaves manos por debajo de mi franela y lentamente entre besos y caricias me despojo de ella, entramos y con su pierna cerró la puerta, suavemente las despoje de su ropa, besé cada milímetro de su cuerpo, sentía como la sangre recorría mis venas aceleradamente, mi corazón desbocado pedía a gritos eso momento.

Ya la noche había comenzado a caer, Anna y yo descansábamos abrazados en la cama, aun desnudos. Ella reposaba su cabeza sobre mi pecho y yo acariciaba su espalda y contaba cada una de sus pecas, me parecían hermosas. Su sonrisa no se borraba de sus labios, los cuales besaba cada vez podía.

Anna: - ¿Crees que seremos felices juntos? –
John: - ¡Eso espero! Hasta ahora lo soy, a pesar de las circunstancias –
Anna: - ¡Eso me preocupa mucho y me asusta! ¡Ya te he dicho que no quiero perderte! –
John: - ¡No sucederá, te prometo que regresare! –

Ella se dio la vuelta para mirarme directo a los ojos, me beso un par de veces y acarició mis mejillas

Anna: - ¿En serio me lo prometes? –
John: - ¡Así es! –
Anna: - ¡Estaré esperando por ti, John Krull! ¡No me decepciones! –

Asentí con mi cabeza a la vez que pasaba mis dedos entre su cabello rubio, la luz de las lámparas en las mesas generaban destellos que hacían brillar algunos de sus cabellos más claros. No quería que ese momento terminara, comencé a besarla nuevamente y le hice el amor toda la noche.

Cinco de la mañana, una trompeta comenzó a sonar en medio del patio central de la base, Anna dormía sobre mi pecho, la hice a un lado cuidadosamente para poder levantarme y mirar por la ventana. Los soldados tardaron poco menos de cinco minutos en hacer la formación, la figura robusta y musculosa del Coronel se paseaba entre las filas dando órdenes y organizando los hombres para las tareas del día, recordaba mis días en el ejército. Miré a Anna nuevamente por unos segundos mientras dormía y luego fui hasta el baño, me detuve frente al espejo y abrí la pequeña puerta de la caja de medicinas que colgada a un lado, había hojillas para rasurar, jabones, shampoo y no podía faltar el desodorante. Di gracias a Dios por lo que estaba viendo, me rasuré la barba, tomé una ducha rápida y cuando estaba a punto de comenzar a vestirme alguien toco la puerta. Me enrollé en la toalla y salí a ver quién era. 

Cristian: - ¡Buenos Días, Enfermero! ¿Te divertiste anoche? –

Mire que Cristian se había rasurado toda la barba y arreglado el cabello, evidentemente Raishell había sido la autora de aquel cambio

John: - ¿Qué demonios te pasó? –
Cristian: - ¡Lo mismo que a ti! ¿Qué te parece? –
John: - ¡Te ves…! ¡Bien! –
Cristian: - ¿Está seguro? –
John: - ¡Sí, seguro! ¡Es solo que me había acostumbrado a verte desaliñado! Pero definitivamente te ves muy bien –
Cristian: - ¡Gracias! ¿Estás listo? –
John: - ¡Casi, me visto y salgo! ¿Dónde está Raishell? –
Cristian: - Aun está dormida, no la despertaré. –
John: - ¡Si, Anna también duerme! Mejor dejémoslas descansar y vayamos al hangar a reunirnos con Amadeusz –
Cristian: - ¡Apresúrate! Mientras iré por Richard –

Volví a entrar a la habitación, me vestí lo más rápido que pude, le eche un vistazo a Anna y luego salí, Cristian y Richard ya venía caminando de regreso.

Richard: - ¡Buenos Días, Sargento John! ¿Descansó? –
John: - ¡Si Capitán, si! –
Richard: - ¡Andando entonces! Amadeusz debe estar esperando en el hangar –

Llegamos hasta el ascensor y descendimos al hangar, efectivamente el Coronel acaba de llegar al lugar que nos había indicado con dos soldados que lo acompañaban, a sus pies descansaban un par de cajas de tamaño mediano.

Amadeusz: - ¡Buenos días Señores! ¿Qué tal su descanso? –
Cristian: - ¡Excelente coronel! –
Amadeusz: - ¡Es bueno saberlo! En estás caja están sus uniformes, son los únicos hecho con la tecnología que vieron ayer, espero sean de su agrado, si tienen algún inconveniente con el tamaño háganmelo saber. Estos dos soldados serán sus asistentes, ellos le proporcionaran cualquier cosa que necesiten para el trabajo. En pocos minutos arribará uno de mis expertos en comunicación para comenzar con el trabajo de descifrar los códigos ¿Quién tiene el mapa? –
Richard: - ¡Yo lo tengo! Está en mi equipaje, cuando llegue el experto lo buscaré para comenzar con esa tarea –
Amadeusz: - ¡Excelente! Y usted, amigo Cristian ¿En qué se destaca? –
Cristian: - ¡Solo soy un simple carpintero! –
Amadeusz: - ¿Simple Carpintero? No creo que todo lo que hizo en la montaña fuese simple, ¡Es un maestro! Tenemos una carpintería del otro lado del complejo, necesito que se reúna con ellos y comience a darles clase de cómo hacer las cosas. ¿Está dispuesto? –
Cristian: - ¡Por supuesto! ¿Cuántas personas hay en el lugar? –
Amadeusz: - ¡Unas diez personas! –
Cristian: - ¿Cuál es la tarea? –
Amadeusz: - ¡Ya se lo dije! ¡Enséñeles todo lo que sabe! Momentáneamente están trabajando en un diseño para carpas de tamaño grande desarmables, tenía pensado usarlas para llevarla a la batalla y armar los campamentos de esa forma, la vieja costumbre de llevar carpas en ese clima infernal no me gustaba, así que los puse a trabajar en eso. ¡Sorpréndame nuevamente! –
Cristian: - ¡Lo intentaré! –
Amadeusz: - ¡Sargento John! Ya sabe dónde está el laboratorio, en ese lugar le irán donde están los cirujanos y demás doctores, reúnase con ellos, ¡Imagino que ya sabe que tiene que hacer! –
John: - ¡Por supuesto, coronel! –
Amadeusz: - ¿Dónde están las chicas? –
John: - ¡Aun están descansando! Apenas se levanten se lo haré saber para que les asigne las tareas –
Amadeusz: - ¡Excelente! Esta tarde nos reuniremos en este lugar a las cuatro y media con los expertos en ataque, comenzaremos a diseñar el plan, para entonces espero tener los códigos del mapa descifrados, por fin sabremos donde diablos están ocultos esos aliados. El desayuno ya debe estar listo, en el primer piso está el comedor, no vemos ahí en un rato ¡Suerte con todo! –
John: - ¡Me gustaría saber qué pasó con el teniente Dan, Coronel! –
Amadeusz: - Salió excelente de la cirugía en la pierna, tuvimos que colocar un tutor, ahora está en su habitación descansando –
Cristian: - ¿Podemos verlo? –
Amadeusz: - ¡Por supuesto! Sus asistentes los llevaran a verlo esta noche –

Todos dimos las gracias y nos dirigimos al comedor, los soldados iban con nosotros

Cristian: - ¡Ok soldaditos! ¿Cuáles son sus nombres? –

Preguntó el gigante intimidando a los dos asistentes que no eran muy dotados físicamente.

Xavier: - ¡Me llamo Xavier y solo soy asistente! –
Cristian: - ¿No crees que eres muy joven para ser un soldado? –
Xavier: - ¡Si, pero perdí toda mi familia hace algunos años, el coronel me dio la oportunidad de servir en este lugar cuando me rescataron! –
John: - ¡Tenías que abrir tu bocota, vaquero! –
Cristian: - ¿Cómo rayos iba a saberlo? –
John: - ¡Bastaba con preguntar el nombre!
Cristian: - ¡Y tú…! ¿Cómo te llamas? –
Acram: - ¡Me llamo Acram! También soy asistente –
John: - ¿Acram? ¿Eres Sirio? –
Acram: - ¡Si señor, si! –
Cristian: - ¿Como rayos llegaste aquí? –
Acram: - ¡Mi padre trabaja en el departamento de mecánica! Migramos hace muchos años a Polonia, sobrevivimos al ataque –
John: - ¿Sobrevivieron? ¿Cómo? –
Acram: - ¡Mi padre diseño un vehículo blindado unos años antes de ser atacados! Gracias a eso pudimos escapar cuando comenzaron a atacar el pueblo –
Cristian: - ¿Qué edad tienes? –
Acram: - ¡Aun soy menor señor! Cumplo dentro de un par de meses, dieciocho –
John: - ¡Qué bueno! ¿Invitaras al pastel? –
Acram: - ¡Si, seguro lo haré! –

Llegamos hasta un salón enorme, como cuatro campos de futbol aproximadamente. Las mesas estaban dispuestas en hileras largas que ocupaban todo el largo del lugar, en la entrada había una estantería con bandejas, cada uno incluyendo los asistentes, tomaron una y nos dirigimos hasta la barra para que nos sirvieran la comida.

John: - ¡Xavier! ¿Podrías encargarte de guardarles desayuno a nuestras mujeres? –
Xavier: - ¡No se preocupe por eso, Sargento! El desayuno para ellas está asegurado, la señora de servicio se encargará de hacérselos llegar en un rato –
Cristian: - ¿quién dio esa orden? –
Xavier: - ¡El Coronel trata a las mujeres de forma especial! No hay muchas en este lugar, pero las que hay son respetadas y consentidas por todos. –
John: - ¡Es bueno saber eso! –
El desayuno que sirvieron no era muy diferente al que comíamos en el bosque, huevos con tocino y un buen café caliente. Nos sentamos todos juntos en la misma mesa y nos dimos cuentas que la mayoría de los soldados nos estaban mirando, algunos sonreían y saludaban, otros apartaban su mirado cuando nosotros dirigíamos la mirada hacia ellos. Al parecer todo el lugar sabía de nuestra presencia.

John: - ¿Estás seguro de saber los códigos del mapa, Richard? –
Richard: - ¡Claro como el agua del rio! No hay de qué preocuparse, de todas formas en lo que terminemos el día nos reuniremos  a las afuera del salón de las habitaciones para contarnos como nos fue, así nos mantendremos al tanto de las cosas que sucedan ¿Qué opinan? –
Cristian: - ¡Ya estaba pensando en algo asé! Qué bueno que lo mencionaste antes –
John: - ¡Me parece excelente! ¡Mantengamos los ojos bien abiertos a todo lo que pase! –

Terminamos el desayuno y luego cada uno se dirigió al lugar que le correspondía, el coronel Amadeusz se acercó a Richard y le indicó amablemente el lugar en donde comenzarían a trabajar con el mapa, luego Xavier se fue con Cristian hasta el taller de carpintería y Acram se quedó conmigo. Subimos hasta el piso en donde estaba el laboratorio, uno de los científicos se acercó hasta la parte de afuera y me pidió que me pusiera el uniforme que me había dado el coronel y que encima de eso me colocara una bata y guantes. A Acram también le dieron las mismas órdenes, no tardamos en hacerlo y luego pudimos entrar al laboratorio.

Todos los instrumentos dentro del recinto de investigaciones eran de la más alta tecnología, el científico nos estaba guiando por el lugar enseñándonos donde estaban todas las cosas y en los proyectos que estaban trabajando, su cara era muy pálida, parecía que tenía muchos tiempo sin tomar sol y su piel había perdido la capacidad de producir pigmentos, lo seguíamos de cerca prestando atención a las indicaciones que nos estaba dando

John: - ¿Cómo se llama, señor? –
Hamton: - ¡Hamton, Mayor Hamton!
John: - ¡Un placer, doctor Hamton! Mi nombre es… -
Hamton: - ¡John, el sargento John Krull! –
John: - ¿Cómo sabe mi nombre? –
Hamton: - ¡Toda la base lo sabe! Desde que el teniente Dan se comunico para dar las noticas los hemos estados esperando –
John: - ¡He notado eso! ¿Qué nos hace tan especiales? Solo soy un enfermero y mi amigo un Carpintero –
Hamton: - ¡No es su profesión lo que resalta! son las cosas que han logrado, para nosotros el espíritu que los impulsó a sobrevivir en ese bosque, ha conseguir lo necesario y salvar las vidas que usted y su amigo salvaron, son las cosas que los hacen resaltan de entre el resto. Simplemente las personas que encontramos se dieron por vencidas y solo esperaban el rescate o la muerte, la fuerza que llevan en su interior y que los impulsó a luchar es lo que el Coronel Amadeusz admira de ustedes –
John:- ¡Entiendo! Y también entiendo lo que me dices referente a la gente ¡Comienzas a caerme bien, Hamton! –
Hamton: - ¡Gracias, usted igual a mí! Sigamos por este lugar, le mostrare algunas investigaciones que estamos haciendo a nivel biológico en las que necesitaremos su ayuda. –
Acram: - ¿Cuál será mi papel en este lugar, doctor Hamton? –
Hamton: - ¡Serás en conejillo de indias! –

El solado abrió sus ojos en señal de asombro a la vez que le propiciaba un par de palmadas en su espalda para alentarlo. Avanzamos un par de metros más por un corredor, al final comunicaba con una habitación pequeña, había un mesón con un microscopio, algunas maquinas para análisis de sangre y otros equipos más. Todo el lugar relucía de limpio, en el aire se podía respirar el olor del aire puro que emanaban dos enormes purificadores dispuestos en el techo que se encargaban de mantener el lugar lo más desinfectado posible. El doctor Hamton se acerco hasta el microscopio y ajusto el nivel de enfoque de los lentes, luego sacó un par de capsulas de petri del refrigerador y las coloco en la base del aparto.

Hamton: - ¿Alguna vez vio en las películas los experimentos que se hacían con lagartijas y algunos reptiles que tenían capacidad de regenerarse, Doctor John? –
John: - ¡Por supuesto! He visto un par de ellas ¿A qué se debe la pregunta? –
Hamton: - ¡Se debe a esto! –

El doctor me hizo una señal para que echara un ojo al microscopio, me incliné un poco y mire lo que había colocado

Hamton: - ¡Cómo puede ver se trata de una simple muestra de plasma sanguíneo! De mí plasma, para ser más específicos. Sabrá además que si agregamos algún componente químico como acido acético, la cadena de moléculas que conforman el plasma se romperá, lo que simula perfectamente la perdida de coagulación de la sangre que es lo que básicamente ocurre tenemos una herida expuesta y se infecta.
John: - ¡Entiendo perfectamente el proceso! Pero ¿Qué intenta explicarme? –
Hamton: - ¡Ya lo verá! –

El doctor tomó un poco de acido acético con un gotero y dejó caer una gota dentro de la capsula de petri, esperamos unos segundos a que hiciera el efecto y luego volví a ver por el lente del microscopio. Esperaba que el plasma estuviese roto, algo similar a la leche líquida cuando llega a su punto de vencimiento, pero lo que estaba viendo había hecho que todas mis neuronas comenzaran vibrar.

John: - ¿Cómo demonios es posible esto? ¡No puede ser! ¡Esto rompe todas las reglas de la naturaleza! –
Hamton: - ¡Sabía que diría eso! Como verá, el plasma no se rompió, lo que significa que su capacidad para regenerarse está mucho más fuerte y estable que el del plasma común. Además en tiempo record –
John: - ¿Cómo rayos hicieron esto? ¿Usaron ADN de lagartijas? –
Hamton: - ¡No, es 100% humano! Y gracias a dios no tuvimos que modificar ninguna cadena de ADN para lograrlo –
John: - ¡Esto debe ser una broma de mal gusto! ¿Esta bromeando conmigo? –
Hamton: - ¡De ninguna manera, Doctor John! Este avance nos permitirá hacer una vacuna que hará de nuestros hombres casi invencibles en el campo de batalla “Super Soldados” al menos que les arranquen la cabeza. Igual que en las películas –
John: - ¡No tengo palabras ni argumentos! ¿Cómo rayos hicieron eso? –
Hamton: - ¡Es una larga historia, doctor!  ¡Sígame, le mostraré cómo funciona la vacuna! –
John: - ¿La han probado en humanos? –
Hamton: - ¡No, ese será nuestro próximo paso! Aun hay que hacer unos ajustes para que pueda ser usada en humanos y esa es la parte en la que necesitaremos de su ayuda, ¡Y pronto! La batalla está cerca y necesitamos usarla todos nuestros soldados. Salimos de la habitación por el corredor y nos dirigimos a otra que estaba un poco más allá, no era muy grande y en su interior había un montón de jaulas con conejos y ratones, a simple vista se veían normal, el doctor se acercó hasta una de las jaulas que contenía varios conejos en su interior y sacó uno de ellos, el más pequeño, luego metió su mano en uno de los bolsillos de la bata que llevaba puesta y extrajo un bisturí, acarició varias veces al conejos y luego lo tomo por el cuello y comenzó a asfixiarlo
Hamton: - ¡No se asunten, solo tengan un poco de paciencia!  -

Ejerció más presión con sus manos, el animal comenzó a moverse bruscamente debido a las asfixia, el cuadro era perturbador, miré hacía otro lugar para ahorrarme el desagradable momento, Acram continuaba mirando atónito todo lo que estaba haciendo el Doctor. Pasaron un par de minutos hasta que el conejo dejo de moverse por completo, el doctor lo volvió a acariciar y luego tomó una de sus orejas y con el bisturí extrajo un pedazo que luego lanzó a una papelera que estaba cerca, la herida en la oreja del animal sangraba en gran cantidad.

Hamton: - ¡Tranquilos, ahora viene la parte interesante! Acérquense un poco para que vean lo que sucede –

Metió al conejo dentro de una jaula que estaba vacía y cerró la puerta asegurándola con el cerrojo. Acram y yo nos acercamos a un poco menos de un metro de la jaula y comenzamos a ver lo que sucedía. Esperamos unos minutos pero no sucedió nada, volteé para mirar al Doctor, pero este tenía la mirada fija en el animal, me hizo un gesto con su boca para indicarme que siguiera viendo lo que sucedía, mire un reloj de aguja enorme que colgaba de la pared de la habitación y luego clave la mirada nuevamente en el conejo, pasaron un par de minutos más pero el animal no se movía y seguía sangrando por la oreja, cuando estuve a punto de abrir la boca para preguntar algo note que la herida de la oreja del conejo comenzó a cerrarse, el sangrando disminuyó considerablemente, medicamente eso podría atribuirse a la falta de bombeo sanguíneo que proporciona el corazón pero entonces vi que la herida de la oreja comenzó a cerrarse aun más y más rápido, de pronto el animal comenzó a mover una de sus patas delantera y a sacudir la otra oreja,

John: - ¡Esto no puede estar sucediendo! –
Acram: - ¿Pero qué demonios está pasando aquí? –
Hamton: - ¡Cómo pueden ver la herida en su oreja no solo se cerró por completo, sino que además, el daño ocasionado en los pulmones y corazón debido a la asfixia también fueron revertidos! la vacuna no solo puede acelerar los procesos naturales de sanación del cuerpo, sino que también puede regenerar células muertas en tiempo record, lo que evita a su vez que las células del cerebro mueran y ocasionen daño cerebral. Esto ya lo hemos probado en ratones y otros conejos –
John: - ¡Doctor, esto desafía todas las leyes de la naturaleza! ¡No sé qué decir! ¡Estoy abrumado! –
Hamton: - ¡No se adelante, aun no termina! Tome un poco tiempo para seguir viendo los cambios que ocurren en el animal –
Volvía mirar al conejo y noté que sus ojos habían cambiado de color, me acerque un poco para detallarlo mejor pero no pude observar ningún otro cambio, metí un dedo a través de la jaula y comencé a acariciarlo pero de pronto el animal comenzó a experimentar un temblor extraño, miré al doctor que estaba parado detrás de mí con una sonrisa en la cara, se le notaba orgulloso de esta vacuna, o más bien milagro. Volví a mirar el conejo, el temblor se incrementaba y repentinamente comenzó a crecer delante de mis ojos, quedé paralizado, se podía ver que el animal aumentaba de tamaño considerablemente a medida que el temblor se incrementaba, no podía creer lo que sucedía, pasaron unos minutos hasta que el temblor se detuvo por completo, el conejo técnicamente había doblado su tamaño y masa muscular.

John: - ¡Santo Dios, Doctor! ¿Cómo demonios está sucediendo esto? –
Hamton: - ¡Esta es la parte del experimento que nunca nos esperamos! –
John: - ¿A qué rayos se refiere? ¡No me diga que se convertirá en un mutante o una especie de Hulk animal! –
Hamton: ¡Jajajajaja! ¡Vera, Doctor Krull! Aparentemente la vacuna no solo acelera los procesos de sanación y revive células muertas, después de activarse en el cuerpo del sujeto portador, la sustancia pareciera cobrar vida inteligente y mejora todas las estructuras óseas y musculares del individuo que considera defectuosas, por eso tomé el conejo más pequeño. Tengo que confesar que la vacuna se activa solo cuando algún daño físico ocurre y el cuerpo activa el mecanismo natural de sanación o el sistema inmunológico, de lo contrario no ocurrirá nada. Este ejemplar fue vacunado esta mañana, los estudios realizados en otros ejemplares que no tenían el mismo problema de crecimiento que este, solo pudimos observar la sanación rápida de las heridas que le infringimos, en otro caso un conejo ciego recobró la vista después del experimento –
John: - ¿Me está diciendo que esta vacuna hace indestructible cualquier cosa que la reciba? –
Hamton: - ¡Técnicamente si, Doctor Krull! Aunque no deja de ser mortal, un daño mayor como por ejemplo la decapitación o el aplastamiento del cuerpo no tiene solución, al igual que el proceso de envejecimiento. Aunque descubrimos que mejora y alarga muchísimo la vida, a la final terminará envejeciendo y muriendo como todos los seres vivos –
John: - ¿Tiene idea de lo que podría pasar si esto cae en manos equivocadas? –
Hamton: - ¡Estamos conscientes de eso! Por eso la vacuna está aislada en un lugar bajo tierra, en una especie de laboratorio secreto que nadie sabe dónde está, solo el Coronel Amadeusz, aun así necesita autorización especial para poder acceder al lugar. Esta vacuna la diseñamos recientemente y aun no ha sido trasladada al ese laboratorio, estamos trabajando en las mejoras y para cuando terminemos vendrán por ella –
John: - ¿En donde tienen esa vacuna? –
Hamton: - ¡Está delante de sus ojos, Doctor! Inyectada en estos animales –
John: - ¡Sorprendente! Imagino que cuando esté lista la mejora solo extraerán una muestra de sangre de estos animales y luego separarán el plasma para procesar la vacuna que se utilizará –
Hamton: - ¡Eso es totalmente correcto! Mientras tanto solo es sangre de conejo –
John: - ¿Cuántos más saben de esto? –
Hamton: - ¡Solo nosotros y el Coronel! –
Acram: - ¡Eso significa que somos portadores del secreto!
Hamton: - ¡Exacto, si algo sucedes nosotros seremos los responsables! –
John: - ¡Entiendo! Y no sé porque sospechaba eso que acabas de decir –
Hamton: - ¡Al igual que todos, recibo órdenes, Doctor! Vayamos al frente para presentarles a mi compañero, luego nos pondremos a trabajar –
John: ¡Espere un momento! ¿Cómo piensan utilizar esa vacuna en humanos si la base del plasma es animal? –
Hamton: - ¡Jajajajaja! ¡Ahora entiendo porque el coronel lo recomendó tanto! Precisamente esa es la parte en la que usted intervendrá, nos ayudara a transformar la vacuna para que pueda ser usada en humanos, seré el primer candidato para el experimento –
John: - ¿No cree que es un poco arriesgado? –
Hamton: - ¡Para nada, he sido conejo de indias anteriormente! –
John: - ¡Espero que Dios esté de nuestro lado! –
Hamton: - ¡También espero lo mismo! debemos apresurarnos con el proceso de adaptación, el ataque está cerca –

Salimos de la habitación y fuimos hasta la parte del frente, el compañero del doctor tenía unos lentes de aumentos puestos que hacían que sus ojos se vieran enormes a través de los cristales, estaba examinando un vaso milimetrado con una sustancia verde fluorescente que agitaba constantemente, el doctor Hamton se detuvo en frente de él y dirigió su atención al vaso milimetrado que su compañero sostenía en la mano

Hamton: - ¡Creo que está funcionando! ¿Qué porcentaje de nitrato utilizaste, Smirolav? –
Smirolav: - ¡Un poco menos del veinticinco por ciento, doctor! Pero creo que lo logramos, el antídoto está listo. –
Hamton: - ¡Excelente, lo aplicaremos al conejo que vacunamos esta mañana! Quiero que conozcas al Doctor John Krull y su asistente Acram, como sabes trabajaran con nosotros en el proceso de adaptación de la vacuna –
Smirolav: - ¡Es un verdadero placer poder estrechar su mano, Doctor Krull! –

El hombre se quito un guante de lates que lleva puesto en su mano derecha y luego la tendió para presentarse

John: - ¡El placer es todo mío, doctor Smirolav! ¡Excelente trabajo el de la vacuna! Un verdadero logro histórico –
Smirolav: - ¡Es producto del doctor Hamton también! Sin su ayuda nada hubiese sido posible
John: - ¿En que están trabajando? –
Smirolav: - ¡Es el antídoto que anula la vacuna! Tenemos que estar preparados para cualquier eventualidad –
John: - ¡Justamente venía pensando en eso! Veo que lo han planeado todo muy bien –
Hamton: - ¡No podemos correr ningún riesgo! De hecho el antídoto es inhalado, su efecto es tan veloz que los síntomas se revierten sin que el individuo pueda tener la oportunidad de hacer algo o recordar algo –
Acram: - ¿Cómo se supone que harán el individuo inhale esa cosa si algo sale mal? –
John: - ¡Buen punto! –
Smirolav: - ¡Solo lanzamos el polvo al aire y la naturaleza hace el resto! Al respirarlo el efecto comienza inmediatamente –
John: - ¡Sorprendente! –
Acram: - ¡No entendí nada, pero si ustedes dicen que funciona, así debe ser! –
John: - ¡Jajajajaja! ¡Te arrojan el polvo directo a la cara y en lo que los respires quedas sano! ¿Entendiste? –
Acram: - ¡Ahora lo veo mejor! –
Hamton: - En esta mesa están las muestras de la vacuna que diseñamos ya modificada, les daré una muestra de mi sangre en unos momentos para que comience con su trabajo, Doctor Krull –
John: - ¡Entendido, veamos a donde llegamos con todo esto! –

El Doctor Hamton fue hasta la otra habitación para sacarse la sangre y traer la muestra mientras que Acram y yo nos poníamos cómodos en nuestro lugar de trabajo.

El taller de Carpintería era Enorme, Cristian se sentía en el paraíso. Miraba alrededor del lugar detenidamente inspeccionando las maquinas y los diferentes tipos de madera que había, la gran variedad de Colores y espesores también eran incontables

Cristian: - ¿Cómo demonios consiguieron todo esto? –
Xavier: - ¡No lo conseguimos! El gobierno Polaco proporciona todo el material necesario para que el ejército pueda autosustentarse –

Le dijo el joven a la vez que le indicaba el camino a Cristian, avanzaron a lo largo de todo el taller hasta llegar a una mesa dispuesta en el tramo final, alrededor de ella estaban sentados los hombre que trabajaban en el proyecto de las carpas desarmables que el Coronel Amadeusz le había comentado a Cristian. El gigante notó que la mayoría de los hombres eran mayores, miró rápidamente sus caras y cayó en cuenta que él era el más joven de todos.

Xavier: - ¡Muy bien Jovencitos! Este es el famoso Carpintero del bosque, su nombre es Cristian y tal como dijo el Coronel, el estará a cargo del diseño de las carpas, yo seré su asistente. ¡Dejen de verme como extraño y acérquense para que lo conozcan! –
Cristian: - ¡No hace falta que se levanten! Un placer poder ser parte de su equipo, sus nombres los iré preguntando a medida que comencemos a trabajar, si olvido el de alguno de ustedes, me disculpo de ante manos, A duras penas puedo recordar el mío. –

Los hombres soltaron una carcajada y se levantaron uno a uno para estrechar la mano del gigante. Uno de los trabajadores se acercó hasta Xavier y le dio unas palmadas en la espalda y luego fue hasta una maquina a terminar su trabajo.

Cristian: - ¿Quién se supone que es ese? –
Xavier: - ¡Es mi padre! Se llama Robert –
Cristian: - ¡Entiendo! ¿Hiciste algo malo? –
Xavier: - ¡Para nada, solo me saludaba! A veces pasamos días sin vernos, el trabajo en esta base absorbe el tiempo de todos. –
Cristian: - ¡Me imagino que es así! Sobre todo para este tipo de oficio –
Cristian: - ¡Muy bien, Muchachos! ¡Consigan lápiz y papel! Vamos a diseñar la carpa para ponernos manos a la obra, ¡El tiempo es oro! –
Dijo Cristian en voz alta a la vez que  comenzaba a acercarse hasta la mesa haciéndoles señas a los hombres para que también se acerquen.

En el otro extremo de la base, Richard y el Coronel Amadeusz ya estaban examinando el mapa dibujado en la tabla, El capitán explicaba detenidamente que los códigos que se encontraban dispuesto a través de la ruta principal formaban una línea que debía seguirse y que los símbolos significaban que eran puntos de encuentros o de reunión, pero que había un código que no era parte de esa ruta, era un código que significa que a partir del último punto, el siguiente paso sería dado por radio

Amadeusz: - ¡Esta estrategia ya la hemos usado antes, Capitán! Pero le notifico que la persona encargada de la comunicación en el vuelo es la que tiene el último trozo de código, o un número que se le asignó únicamente a esa persona. La llave para que se dé la ubicación –
Richard: - ¡Tengo entendido que la única sobreviviente que iba en el avión es la señorita Raishell! –
Amadeusz: - ¡entonces necesitaremos hacerle alguna preguntas a su amiga! Espero que su amigo Cristian no tenga ningún inconveniente con eso ¿o me equivoco? –
Richard: - ¡No creo que exista inconveniente con Cristian! Pero dudo que Raishell quiera colaborar con eso. Ella está muy asustada y no quiere separarse de Cristian, probablemente este pequeño detalle sea su arma para obligarnos a llevarla con nosotros el día del viaje -
Amadeusz: - ¡No habrá tal viaje, capitán! Entienda que lo que estamos buscando es hacer el llamado por radio a esas personas para que nos encontremos en un punto intermedio y desde ahí organiza en conjunto el ataque. Sabemos que ellos tienen la ubicación exacta de los terroristas y solo necesitamos hacerle saber nuestro plan para que estén alerta –
Richard: - ¡Tengo en claro sus intenciones coronel! Pero le repito, tendré que hablar con Cristian y plantearle la situación para que el pueda convencer a Raishell de darnos el código faltante –
Amadeusz: ¡Entonces ya sabe lo que tiene que hacer! Confiemos en que ella pueda colaborar con nosotros y facilitarnos la situación –
Raishell: - ¿Qué hay de las armas? ¿Qué fue lo que notó? –
Amadeusz: - ¡Usted y yo sabemos que esas armas no son legales, son las armas que se perdieron en el ataque a la base militar que está del otro lado del país! Suponemos que los terroristas las tomaron –
Richard: - ¡Si, estamos en acuerdo con eso! Pero Raishell contó en su historia que esas armas habían sido suministradas por un coronel que estaba en el refugio, según ese Coronel, las armas fueron proporcionadas por un cooperante que resulto ser el que traicionó a la tripulación del avión que se estrelló en el cual ella viajaba, que por milagro sobrevivió al accidente y luego fue encontrada por John y Cristian. ¡Ella no supo de donde las sacaron! Su misión era llevarlas hasta la rebelión en Latvia –
Amadeusz: - ¿Ella dijo que la rebelión estaba en Latvia? –
Richard: - ¡Si, pero ella tampoco sabe exactamente en donde! –
Amadeusz: - Desde el principio sabíamos que Lituania se negaría a participar en esto, tienen sus propios conflictos que resolver y no quisieron involucrarse, los que deja en claro que si hay alguna rebelión con apoyo militar tendría que venir de Latvia o Ucrania. Entonces ya sabemos con quien contamos. ¡Excelente comienzo! Encárguese de hablar esta misma noche con Cristian y plantearle todo esto, ¡Necesitamos esos códigos Cuando antes! –
Richard: - ¡Así lo haré! Apenas reciba la información se la hare llegar –
Amadeusz: - ¡Perfecto, haré que uno de mis hombres le muestre los campos de entrenamiento para que comience a trabajar de inmediato con ellos en las tácticas que usaremos para acabar con esos desgraciados! Me uniré a usted más tarde para que coordinemos el ataque. Por la mañana seguiremos con esto de los códigos y haremos la comunicación por radio –
Richard: - ¡Entendido! –

El Coronel se subió a su carrito y comenzó a alejarse, llamó por radio y envió a unos soldados que recogieron a Richard y lo llevaron hasta los campos de entrenamiento y luego le dio un paseo por todo el lugar para que conociera las tropas. La tarea no era fácil y el tiempo era corto, Richard sabía que era todo un reto planear el ataque en tan poco tiempo, más aun si las tropas no tenían experiencia en batalla cuerpo a cuerpo.

Anna abrió los ojos gracias a los rayos del sol que comenzaron a intensificarse, se filtraban a través de la cortina y daban justo en su cara, levantó su cabeza y miró alrededor de la habitación y se dio cuenta que estaba Sola, levantó la sabana y también noto que estaba desnuda.

Anna: - ¡Pensé que había sido un sueño! –

Volvió a arroparse y colocó una de las almohadas sobre su cabeza para impedir que el sol le molestara, pero justo cuando  había comenzado a recobrar el sueño escucho que tocaban la puerta. Se levanto y envolvió su cuerpo con la toalla y se acercó hasta la puerta
Anna: - ¿Quién es? –
Raishell: - ¡Soy yo, Raishell! ¿A quién esperabas, a Santa Claus? –

Anna abrió la puerta para dejar entrar Raishell, luego volvió a la cama y se acostó nuevamente, Raishell se sentó a un lado sonriendo y comenzó a moverla para impedir que se durmiera nuevamente

Raishell: - ¡Vamos, no te duermas! ¿Qué sucedió? ¡Cuéntame! –
Anna: - ¿Qué crees que pasó? –
Raishell: - ¡Ya sé eso, a mí también me paso! ¡Fue hermoso! –
Anna: - ¡Si, hermoso! Si ya sabes ¿Entonces qué quieres que te cuente? –
Raishell: - ¿No te propuso nada? –
Anna: - ¡Si, pero eso fue antes de que llegáramos acá! Hacer el amor con el solo afianzó la relación –
Raishell: - ¡Pensé que te había dicho otra cosa! –
Anna: - ¿Qué otra cosa? –
Raishell: - ¡Cristian me propuso volver al bosque después de que todo esto termine! Dijo que ya había ideado una forma para generar electricidad y que todo lo que necesitaba para eso lo consiguió en el pueblo, además tiene pensado llevar agua y tener todas las comodidades –
Anna: - ¡Eso es una gran noticia! John y yo hablamos algo parecido hace algunos días, pero desistimos de la idea porque pensamos que Cristian no estaría de acuerdo con la idea. Luego el me comento de hacerlo en otro lugar del bosque pero no concretamos nada –
Raishell: - ¡Esto es un sueño! –
Anna: - ¡No, es la realidad! Solo que se está haciendo según lo hemos planeado. No quiero presionar a John, se que él me propondrá las cosas, pero quiero que lo tomemos con calma, tengo pensado esperar que todo esto acabe -
 Raishell: - ¡Justo de eso quería hablar contigo! ¡Hay algo que debes saber! –
Anna: - ¡No me digas que te infiltraras en el avión el día que estén partiendo! –

Raishell: - ¡Jajajajaja! No lo había pensado de esa manera, pero de seguro esto te interesará muchísimo -