viernes, 26 de febrero de 2016

"LA FUERZA INTERIOR" Capitulo I "El Encuentro" - YA EN LA WEB

"La Fuerza Interior" by Salvatore Vella
Algunos escenarios de esta novela fueron producto de la imaginación del Autor.
La ubicación Geográfica de los hechos narrados es totalmente real a igual que algunos de los acontecimientos terroristas que se describen.

Capítulo I - "El Encuentro"

Noche fría, nublada. La luna se reflejaba sobre las tranquilas olas de un rió no muy grande que pasaba justo en medio del camino. Un pequeño puente servía de paso, sin duda los años había atacado ferozmente la madera,  podían notarse agujeros de balas incrustados en las barandas que a duras penas se mantenían erguidas. El largo camino comenzaba a hacer efecto sobre mi cuerpo, me detuve por un segundo para examinar el antiguo puente,  decidí pasarlo a pesar del pésimo estado. Con pasos lentos y pesados comencé a cruzar mientras el crujir del puente anunciaba un colapso inminente lo que me obligó a acelerar el paso para evitar caer. Apenadas saqué el ultimo pie del maltrecho puente se vino abajo estruendosamente. Me alejé lo más rápido que pude para evitar que los escombros que habían saltado por los aires me cayeran encima. - "Estuvo cerca" - Pensé, mientras observaba como se disipaba la nube de polvo y se revelaba la enorme montaña de madera y clavos que conformaban la estructura que hace un momento de manera casi mortal me habían servido de paso. Reflexioné sobre lo ocurrido sin quitar la vista del rió que poco a poco comenzaba a arrastrar los escombros, pude notar que el reflejo de la luna que venía siguiendo desde hace horas a lo largo del río había desaparecido, levanté la mirada y vi que el cielo estaba despejado, a mi derecha avisté un claro, la hierba era baja y había un árbol de tronco grueso y robusto que no estaba distante del caudal del agua, entonces comencé a sentir como el cansancio recorría todo mi cuerpo nuevamente a medida que la adrenalina que había segregado mi cuerpo hace un momento iba perdiendo efecto. Un par de segundos bastaron para decidir qué pasaría la noche recostado en aquel enorme árbol, arrojé una mochila de cuero antiguo que llevaba conmigo, justo al pie del árbol, removí rápidamente algunas rocas para hacer más cómodo el suelo y me dejé caer sobre el frió pasto, acomodé la mochila detrás de mi cabeza y sin esperar cerré los ojos

Pasaba de la media noche cuando una brisa fría comenzó a pasearse por el lugar, las hojas de aquel árbol comenzaron a caer perturbando el descanso que tanto necesitaba, algunas ramas pequeñas cayeron sobre mi rostro, desperté y miré hacia la copa del árbol aun tendido en el piso y pude ver que el cielo despejado y estrellado que hacía acogedora la noche se había tornado gris y nublado - "No podía faltar menos" - dije en voz alta y gruñona, aun agotado por la larga camita, eche un ojo por los alrededores pero la poca luz no me dejó detallar mas allá de unos pocos metros de distancia, buscaba algún refugio contra la lluvia que se acercaba pero no había más que una extensa pradera, recogí la mochila y comencé a meter algunas cosas que se habían salido de su interior mientras descansaba, de pronto sopló una fuerte brisa que sacudió un viejo diario que reposaba en el suelo, las hojas había comenzado a pasarse bruscamente de un lado a otro desprendiendo una foto que reposaba en el interior del diario que luego fue arrastrada por el viento emprendiendo vuelo, intenté detenerla estirando mi brazo para atraparla pero no lo conseguí, como un resorte cuando se estira me puse en pie y comencé a perseguir la foto de un lado a otro pero la brisa era muy fuerte de modo que tuve que arrojarme simulando un clavado para poder atraparla, caí de espaldas con la foto en la mano y no pude evitar revisarla para cerciorarme que no se había dañado, me quedé inmóvil por un largo rato mientras contemplaba la hermosa imagen de lo que hace algunos años fue mi único amor; rubia de ojos claros y una sonrisa alocada estaba impresa en la foto. - Te extraño Kate, ¡no tienes idea cuanta falta me haces! - cerré los ojos y acomodé la fotografía entre mi pecho abrazándola, mis ojos comenzaron a brillar y reflejaban las grises nubes, a punto de soltar lagrimas, un grueso nudo se atravesó en mi garganta, mi mente se nublo de recuerdos felices que solía pasar con ella, pocos eran de tristeza, con Kate era imposible estar triste o mantener la seriedad aunque sea por un minuto, irradiaba una aura tan fuerte y alegre que te contagiaba y en poco tiempo estarías envuelto en risas a causa de sus alocadas ocurrencias. 

Intente calmar mi mente y dejar esos recuerdos de un lado para poder incorporarme y mientras lo hacía comenzaron a caer gotas de aguas fría, había comenzado a llover, guardé la foto en mi bolsillo y corrí hacia donde estaba la mochila, guarde lo que quedaba tirado en el piso con rapidez y comencé a trotar río abajo en busca de algún refugio que me protegiera del torrencial - "Apenas son gotas leves, ojala encuentre algo más adelante" - de pronto se encendieron dos fuertes luces que apocaron mi visión, estaban aproximadamente a cincuenta metros de distancia justo en frente de mi, tape mi rostro con el brazo y no tardó en resonar una voz grave en con tono agresivo - ¿Quien anda ahí? - intentaba asimilar lo que estaba pasando y cuando me disponía a abrir la boca para contestar escuche el inconfundible sonido del percutor de un arma - ¿Quien anda ahí?  - ¡Hola, me llamo John!  Y... - ¿Qué haces corriendo por este lugar, acaso no sabes que es zona de cacería? ¡Por poco te vuelo los sesos! - ¡No lo sabía, disculpe!. Ando en busca de refugio ¿habrá algo cerca? - Lo dudo. Respondió aquel hombre que estaba parado en la parte trasera de un camión, ¡o lo que quedaba del camión! - ¡Estamos en medio de la nada! - contestó el sujeto mientras bajaba el arma y la colocaba en sus hombros, comencé a acercarme lentamente sin quitar la vista del arma, el sujeto salto desde la parte posterior del vehículo con gran agilidad y cayo de pie, me asombre al ver lo alto y ancho que era, dio unos pasos y metió su enorme brazo dentro la cabina del camión y apago las luces dejando apenas unos cocuyos para indicar la posición del horrendo vehículo - ¡Tenga cuidado! he dejado unas trampas para osos justo en esa dirección, ¡no quiero curar heridos esta noche! - ¡Gracias! - le dije al hombre mientras terminaba de llegar al lugar en donde se encontraba, eche un ojos velozmente para examinar con lo que me topaba y pude notar que había un perro dentro de la camioneta, estaba tuerto, me pareció extraño ver al animal tapando su deficiencia con algo que parecía ser ropa interior - ¿Pasará la noche acá? - pregunte mientras tendía mi mano para presentarme - ¡No, ya nos estábamos largando! la noche solo trajo moscos y esta terrible lluvia solo empeorará las cosas - Exclamó mientras estrechaba con potencia desmedida mi mano - Entiendo, vengo corriendo para evitar la lluvia y conseguir algo ¿Podrías llevarme? - Si no te molesta viajar con Roco - ¿Muerde? - le pregunté un poco preocupado -¡No, al menos que seas un bistec! - No lo pensé dos veces y me subí al destartalado camión sentándome al lado del extraño perro tuerto.  El  avanzó unos pasos, y recogió del piso una cuerda que estaba atada a las trampas que había dejado en línea recta justo en la dirección en la que apuntaba el vehículo, dio un fuerte tirón y las trampas se activaron todas al mismo tiempo y luego comenzó a tirar de la cuerda, recogió una a una cuidadosamente colocándolas en la parte posterior del vehículo, metió su brazo nuevamente en la cabina para abrir la puerta por el lado de adentro, subió al vehículo y con un fuerte golpe cerró la estropeada puerta, introdujo la llave para poner en marcha el motor pero aquel traste solo emitió un chirrido infernal – ¡Maldito camión de porquería! ¡ENCIENDEEEE! – Gritaba el sujeto mientras golpeaba fuertemente el volante.- ¡A veces hay que recordarle que tiene que trabajar! – Dijo en sentido de broma. Giro nuevamente la llave y el motor se puso en marcha, - Caramba, ¡Te escucho! – le dije Siguiéndole la corriente con el chiste, él apenas movió un labio de lado para medio sonreír – ¿Cómo te llamas? – Pregunté volviendo a la seriedad - ¡Soy Cristian! Y este es mi compañero Roco – Al mismo tiempo que el perro dio dos ladridos afirmando lo que decía su gigantesco amo. - ¿Está muy lejos el pueblo? - ¿Pueblo? ¡No hay pueblo! Vivo a 8 kilómetros de aquí dentro del borde del bosque, el pueblo está a 5 días de viaje en dirección norte – en ese momento pensé que no solo me tardaría una eternidad en llegar al pueblo, sino que además iba en dirección contraria - ¿Qué hay en la otra dirección? – pregunté con algo de enojo conmigo mismo - ¡Las Montañas! y quizás un oso que te haga el favor de aliviarte el dolor si llegas a perderte – No podía creer que durante 3 días había viajado en dirección contraria, miré hacía el otro lado para ver el camino que seguíamos mientras pensaba en la idiotez que acaba de cometer, se suponía que cuando partí de la base esta era la dirección que debía seguir. – ¿Qué sucede, John? Noto que estás algo tenso – ¡No sucede nada! Solo que tengo tres días viajando para llegar al pueblo y resulta que voy en dirección contraria – ¡No ibas en Dirección contraria! - ¿Qué quieres decir con eso? ¡Me acabas de decir que solo hay montañas en esa dirección! – Había un pueblo, fue devastado hace unos meses, ¡solo quedan ruinas! - ¿Pero qué diablos paso? – Dicen que fue atacada por… ¡Espera un momento! ¿No eres uno de esos infelices qué...? – ¡Oh no, no, nada de eso!, vengo escapando de los mismos ataques – ¡Más te vale! - ¿Sabes quién los atacó? - ¡No lo sé, aun no los he visto, pero personas del pueblo dicen que son hombre con túnicas, no se les puede ver el rostro! - ¿Hombres con túnicas? ¿De dónde rayos sacaron eso? - ¡No lo sé, te digo aun no los he visto, pero sea lo que sea no permitiré que se acerquen a mi casa!, ¡Ya me han arrebatado suficiente! - ¡Estamos en las mismas, Cristian! Asesinaron a mi esposa hace un par años, quemaron mi casa y destrozaron el pueblo, ¡desde entonces he estado buscando los responsables! - ¿No me digas que eres otro de los vengadores? Jajajajaja ¡Debe ser un Chiste! ¡No hay manera compadre! Cuando atacan llegan en batallones, llevan armas y vehículos de guerra que han robado de los ataques hechos a las bases militares ¿En serio buscas responsables? ¡Deberías pensar un poco mejor! – ¡Nada es imposible! Si nos unimos podemos hacer frente, ¡somos más que ellos, y eso es suficiente!

De pronto el camino comenzó a ponerse escabroso, Cristian había salido del marcado camino de tierra y había entrado hacia la pradera que bordeaba el bosque, las rocas en el suelo sacudían bruscamente el deteriorado camión, parecía que se iba a desarmar antes de poder entrar al bosque - ¡Tranquilo, puede que parezca un pedazo de chatarra, pero es fuerte y sólido como roble! – Dijo Cristian confiado de lo que hacía mientras se tambaleaba de un lado al otro en el asiento del piloto. Luego de unos pocos minutos rodando Llegamos al borde del bosque, pude ver que había otro camino de entrada que estaba obstaculizado por un árbol caído y una roca enorme, asumí de inmediato que era la entrada y que aquel tronco no era más que un disfraz para esconder el acceso a la morada, nos detuvimos justo en frente y la enorme existencia del sujeto descendió del arruinado camión que mi opinión no era fuerte y mucho menos solido como el roble, al menos que se tratase de un roble podrido. - ¡No tardo! – dijo, mientras se dirigía hacia el tronco, lo tomó por un extremo y como si se tratara de una pequeña rama lo levanto y lo hizo a un lado del camino, luego se acerco a la roca y la levanto como si no pesara más que una pequeña piedra, era impresionante la fuerza del sujeto, entonces comencé a pensar que si lograba convencerlo podría ser un gran aliado aunque por las palabras que había dicho hace un momento sabía que no sería tarea fácil. Colocó la roca a un lado del camino, secó la llovizna de su cara que aun seguían cayendo y se acerco al camión - ¿Sabes Conducir? - Pregunto jadeante por la fuerza que había hecho para levantar el tronco y la roca – ¡Por supuesto! – ¡Ok, entonces lleva el camión dentro del bosque mientras vuelvo a tapar la entrada! – Me deslice por el asiento hasta el lugar del piloto, coloque la velocidad y avance unos metros hasta introducir lo que quedaba de la camión dentro del bosque y me detuve, por suerte aun conservaba el retrovisor central lo que me permitió ver hacia atrás, colocó todo en su lugar y apenas vi que terminó la tarea me deslicé nuevamente a mi lugar de pasajero mientras él intentaba entrar de nuevo al vehículo, noté que Roco dormía en la parte abajo y que a pesar de todo el movimiento no se había movido – ¿Le sucede algo a tu amigo? – Pregunté preocupado por estropeado animal - ¡Nada, Son los años! - ¿Qué le sucedió en el rostro? - ¡Un oso intentó atacarnos hace unas semanas mientras dormíamos!, ¡salió a enfrentar al desgraciado pero no le fue muy bien, la bestia logro arrancarle el ojo de un zarpazo y luego huyó! ¡Me salvo la vida! – ¡Heroico!. Por cierto, ¡bastante original la venda que le pusiste! – Si, ¡no tenemos muchos enceres por estos lados! debes hacer lo que sea necesario para sobrevivir, ¡No es fácil! – Mientras acomodaba delicadamente el viejo calzón sobre la estropeada cara de su amigo fiel – Fui enfermero en el ejercito – Le dije ofreciéndole ayuda y agradecimiento por lo que hacía conmigo - tal vez en lo que lleguemos pueda echarle un ojo en la herida a ver qué podemos hacer para mejorarlo un poco, ¡tengo algunos implementos en mi mochila! - ¡Eso me haría muy feliz! – Exclamó con una sonrisa retorcida – La soledad no es buena compañera por estos lugares – sentí de inmediato una enorme tristeza que traspasaban el sentido de aquellas palabras, me pregunte qué habría sucedido con él, volteé para mirarle y noté como luchaba para que su cabeza no golpeara el techo del vehículo que por motivos obvios tenía marcas en el lugar, al menos pasaba los 2 metros de alto, la piel quemada por el exceso de sol dejaban en evidencia la ardua tarea que hacía para sobrevivir en el bosque, tenía el cabello lardo al igual que la barba, ambos desaliñados, me sorprendió que a pesar de ser una especie de ogro del bosque no estuviese impregnado de ningún mal olor, vi que además del arma llevaba un enorme cuchillo de trincheras atado a su cintura y que sin contar el precario modo de vida que llevaba también llevaba puesto un reloj, luego noté que en el panel de instrumentos del camión había una foto, se distinguía una mujer esbelta, con cabellera negra y larga, su piel era blanca como la nieve, y la cabellera descansaba sobre los hombros, la mujer abrazaba un niño de al menos 5 años, el gran parecido de Cristian con el niño delataban de inmediato que era su hijo - ¿Son tu familia? – Pregunté prudentemente - ¡Lo eran! - Respondió con voz baja y suave mientras echaba una mirada a la foto – Fueron asesinados por esos bárbaros al principio de los ataques. Yo estaba trabajando, la alerta de ataque llegó tarde y cuando volví los encontré muertos a ambos, ¡no pude llegar a tiempo! – Se notaba el dolor en el relato de Cristian, - Era un gran muchacho. ¡Fuerte como su padre! – Añadió con orgullo y nostalgia a la vez.

Por unos minutos el silencio inundo la cabina del vehículo, no quise seguir tocando el tema de su familia, entendía perfectamente lo que significaba remover recuerdos tristes, comencé a mirar por la ventana el oscuro bosque, se escuchaban ruidos de todo tipo; ranas, búhos y hasta lobos aullando a la luna en su ritual de cortejar, de pronto Cristian detuvo el camión bruscamente, por poco pegué mi frente contra el vidrio delantero - ¿Qué sucede? – Pregunté exaltado – ¡Espera un segundo! Revisaré algunas trampas para peces que coloqué esta mañana, nos vendrá bien comer algo – descendió del camión y se dirigió al arroyo y nuevamente tomó una cuerda que estaba escondida a pocos metros de la orilla y comenzó a tirar de ella, recogió algunos metros y de pronto salió del agua una enorme jaula hecha de palos y trapos viejos, parecía que la estructura de la jaula estaba sujeta de los mismos trapos, no tardo en jalar la jaula hasta la orilla y apresuradamente se agacho para revisar su interior metiendo su brazo dentro de ella, luego miró hacia el camión y me hizo señas para que me acercara, baje apresuradamente para acercarme y sin que pudiera dar más que un paso dijo eufóricamente – ¡Tenemos cena John! En la parte de atrás del camión hay un saco, ¡tráelo! – rápidamente ubique el saco y se lo acerque sosteniéndolo abierto para que depositara el preciado motín, sacó el brazo y con él un enorme pez que sostenía por la parte trasera de la cabeza con fuerza, entonces pensé fugazmente que no me gustaría estar en los zapatos del pez, la fuerza con la me apretó la mano cuando me presente me había dejado en claro que de esa mano no se puede escapar fácilmente. Puso el pez en tierra  tomo el cuchillo que colgaba de su cintura y sin mucho titubeo le corto la cabeza - ¡No dormiremos con la panza vacía! – Decía mientras colocaba el pez dentro del saco – Ahora vayámonos de aquí antes de que venga un oso - ¿Hay muchos osos por acá? – Pregunté ingenuamente - ¡Estamos plagados! – Dijo mientras miraba cautelosamente a los lado y caminábamos hacia la seguridad del camión, una vez dentro nos pusimos en marcha nuevamente, dimos un giro alrededor de un hoyo enorme que estaba casi en medio del bosque y que era difícil de ver a causa de los arbustos que habían crecido justo al borde del mismo haciendo una especie de trampa natural y sin duda mortal, la caída tenía al menos unos 15 metros y en el fondo había rocas y árboles que no te dejaban muchas esperanzas de sobrevivir - ¿Cuánto tiempo llevas dentro del bosque? – pregunté, pues se notaba que Cristian conocía el lugar como si hubiese nacido allí – Un par de años, desde que comenzaron los ataques. Al igual que tu huí del pueblo cuando perdí a mi familia, llegué aquí por casualidad y vi potencial para vivir oculto de esos miserables, al principio pensé que sería seguro pero luego llegaron los osos, tuve que acostumbrarme a vivir con eso, en todo caso sirven para ahuyentar a los extraños y curiosos. Lo más difícil fue trazar una ruta de acceso segura, en los bosques te sueles perder con facilidad - ¡Completamente de acuerdo contigo! – le dije mientras recordaba que cuando era pequeño acampaba con papá, un día nos perdimos en el bosque por una semana, por fortuna el equipo de rescate pudo encontrarnos. De pronto se avistaron unas luces tenues en lo alto de una colina, se podía distinguir que eran lámparas de kerosene, puesto que la luz era amarilla y débil - ¿Son lámparas de kerosene? ¿Dónde rayos consigues combustible? – son lámparas para kerosene, pero las mantengo encendida con la grasa de los animales que cazo, ¡por estos lados no se consigue combustible muy a menudo! - ¿y cómo haces con el camión? ¡No me dirás que con grasa de OSOS! – Jajajajaja no John, para nada, tengo que viajar al pueblo para recargar un tanque de 500 litros, suficiente combustible para 2 meses si tomas en cuenta que solo uso el combustible para andar en el camión y por lo general son distancias cortas. - ¿En el pueblo? ¡Pero está acabado! ¡Yo vengo de la base que está a unos kilómetros de ahí! – Si, el pueblo está devastado, pero tienen un tanque subterráneo que está oculto detrás del pueblo, entre las ruinas de lo que era una estación de servicio, de ahí extraigo el combustible - ¡Ya la recuerdo! Pero ¿no es arriesgado viajar al pueblo? Se ha sabido que los atacantes regresan periódicamente a los lugares que destruyen para sacar provisiones – ¡Lo hago de noche, amigo! – Luego de unos minutos llegamos al pie de la colina, Cristian se bajo nuevamente del vehículo sin detener el motor, se acerco a una pared de rocas naturales que estaba en frente y movió unos arbustos enormes que escondían la entrada a una cueva poco profunda incrustada en la roca, - “Parece la Baticueva” - el sentido del humor y mi imaginación me ofrecían un poco de ánimo aun, Cristian volvió al camión y dijo – ¡No creas que yo hice la cueva, solo la encontré ahí y la uso de garaje, ¡vivir acá tiene sus comodidades! – quedé sorprendido con lo que veía, estacionamos el pedazo de hojalata dentro de la cueva, tomamos las cosas que llevábamos y comenzamos a esconder la cueva nuevamente, en ese instante Roco salto por una ventana del camión y se incorporó con nosotros – ¡Casi te olvido muchacho! – Dijo Cristian hablando con su mascota, o más bien su compañero. Una vez que escondimos la cueva comenzamos a caminar cuesta arriba por un sendero angosto, la madrugada se había tornado más fría y la lluvia había dado paso a una neblina que aunque no era muy espesa entorpecía un poco la visibilidad del angosto camino.

Después de algunos minutos caminando y tropezarnos con todas las piedra había en el camino a causa de la oscuridad comencé a ver la casa, desde lejos no parecía gran cosa pero a medida que nos acercábamos se notaba que era grande, hecha con madera de pino del bosque, muy bien trabajada, se podían divisar sillas hechas de la misma madera con un acabado casi de primera, el piso y el cobertizo de la entrada de la casa también eran de pino, pude ver que había una mecedora y una especie de sofá tallados a mano de una sola pieza y algunos cojines artesanales en el espaldar y que colgaba del techo con cadenas antiguas de un grosor bastante prudente que hacía que se columpiara - ¡Santo Dios, Cristian! ¿Todo esto lo hiciste tú? – ¡No veo a alguien más por acá, Afortunadamente tengo bastante tiempo libre!, cuando no estoy de cacería estoy trabajando en esto, me mantiene la mente ocupada para no percibir la soledad,  trabajo con madera desde que era niño, mi padre era un excelente carpintero y aprendí el oficio en un pequeño taller que teníamos en el garaje de casa. – ¡Pero esto es un paraíso! – exclamé sorprendido con todo lo que había hecho con el lugar, en los alrededores había dedicado espacio para un jardín con la flora silvestre, había toda clase de flores y plantas que solo el bosque podría tener, a un lado de la casa había un huerto con hierbas aromáticas y comestibles, plantas de tomate, cilantro, perejil rizado, Ají, tubérculos, y vegetales que debido al clima fresco del bosque crecían frondosos, el aroma de las naranjas y limones impregnaban todo el lugar. – ¡Vamos a dentro!, no sea que nos convirtamos en la cena de algún oso – Dijo Cristian bromeando mientras nos acercábamos a la entrada, el asombro por todo lo que veía se iba apoderando de mi. Cuando nos paramos frente a la puerta pude notar que era solida, estaba tallada a mano y tenía un hermoso paisaje de unas montañas esculpido en el centro, aunque la cerradura también era de madera no dejaba de estar muy bien elaborada, todo parecía obra de un ingeniero, había dos enorme ventanales a cada lado de la puerta, obviamente no tenían vidrio, en su lugar había colocado tela de mosquitero para impedir la entrada de insectos dentro de la casa, tenían una especie de reja hecha también de madera que le ofrecían protección, todo estaba espléndidamente diseñado para evitar incidentes de cualquier tipo, entonces abrió la puerta y entramos – ¡Hogar dulce hogar! – exclamó en voz alta y con alegría mientras suspiraba profundamente.

El interior de la casa estaba lleno de comodidades, no muy diferente a lo que el exterior daba a entender y como era de esperarse, había un cómodo recibidor, una amplia sala y una cocina que parecía fabricada en serie, aunque no había ningún tipo de tecnología avanzada como televisores, aires acondicionados ni reproductores de sonido, no se podía envidiar nada de las comodidades de vivir en la ciudad, en un costado de la sala había una chimenea con fuego encendido que hacía que la fría madrugada se opacara dejando un ambiente grato y acogedor – ¡Haz hecho un trabajo estupendo con todo esto, felicitaciones! – Gracias – dijo agrandado la voz – He tenido un excelente maestro – Sin duda alguna, y no me puedo imaginar todo el tiempo libre que te permitió hacer esto – ¡No es gran cosa cuando no hay nada más que hacer! – aquellas palabras me hicieron recordar que Kate absorbía casi todo mi tiempo libre, aun así me sentía pleno haciéndola feliz. – Ven, te mostrare el lugar y la habitación donde podrás quedarte – pasamos por un corredor no muy amplio, las paredes estaban adornadas con fotos de Cristian, su esposa e hijo, al final del pasillo había tres puertas, dos del lado izquierdo y una del lado derecho que daba justo en frente con la primera del lado izquierdo, nos detuvimos en frente de las primeras dos – ¡Esta es tu habitación! – apuntó la puerta de la derecha mientras me hacia señal para que la abriera, al entrar solo había una cama individual con un cómodo colchón, rápidamente asumí que lo había conseguido en el pueblo, además había una mesa de luz con una lámpara de kerosene que le daba iluminación a la habitación y un espejo de medio cuerpo pegado en la pared que estaba al frente de la cama. – No es mucho, ¡pero es acogedor! la habitación en frente es la mía, ¡si necesitas algo toca la puerta fuertemente porque cuando duermo caigo como tronco! El baño es la puerta que está al lado de mi habitación, solo tiene un escusado y un lavamanos, la ducha aun no la termino por lo que se sobre entiende que para tomar una ducha deberás ir al riachuelo que está abajo, no te recomiendo que lo hagas a esta hora, si no te mata una pulmonía lo hará un oso, En la parte de afuera de la casa hay un recipiente grande con agua fresca que también puedes usar – ¡Entendido capitán! – Le contesté bromeando – Deja tus cosas ahí y vamos a cocinar el pescado, ¡El hambre me está matando! – coloqué mi mochila sobre la cama y salí detrás de él para cocinar, por un momento me sentí como un Boy Scout siguiendo a su guía.

La cocina también la había traído del pueblo, le había hecho adaptaciones para que funcionara con leña, lo que me pareció bastante lógico ya que sería un problema tener que conseguir gas o metano para hacerla funcionar, los mesones y los gabinetes hechos a mano estaban perfectamente rectos y muy bien terminados, no guardaba mucho dentro de ellos más que utensilios de cocina y algunos enlatados que supongo traía cada vez que iba al pueblo - ¿Cómo haces para preservar la carne? – Pregunté lleno de curiosidad – ¡Cocino  a mi antojo la que consumo al momento y el resto la pongo a ahumar y la guardo dentro de envases sellados, no se daña y conserva su sabor intacto aun después de semanas! – ¡Excelente manera de guardarla! – Al otro lado del sendero construí un rejón grande y tengo algunas gallinas que ponen huevos frescos - ¿Es en serio? ¿O sea que tienes todas las comodidades en medio de este bosque? – Así es amigo, ¡Nada que envidiar a las ciudades! – Estoy totalmente sin palabras Cristian, ahora puedo entender porque te rehúsas a salir de aquí, ¿Te comes las gallinas? – ¡Solo si no cumplen con los huevos! De alguna manera deben contribuir - Supongo que a pesar de todo esto tienes presente que el momento de salir de aquí llegará – ¡Lo tengo bien presente! – contestó sin quitar la mirada del pez que tenía entre sus manos – Y se que también llegaría alguien con las mismas intenciones que tienes en mente John, te diré que estoy listo para emprender el viaje, pero tenemos que hacer mucho antes de que eso pase, ¡tanto tu como yo arriesgaremos el pellejo en esto! – Aquellas palabras me dejaron más sorprendido de lo que ya estaba, el sujeto estaba consciente de todo y lo más insólito es que está dispuesto a colaborar sin que se lo haya pedido – ¡Ciertamente es así amigo, ciertamente lo es!, pero dime algo ¿Cómo es que me dices esto ahora si cuando te comente lo planeaba me llamaste loco? – Sencillo John, Estabas solo, caminando hacia la nada con una mochila que no es más grande que la lonchera que usaba mi hijo para ir al maternal, ¡obviamente es de locos!, seré desaliñado y tal vez no tenga ningún estudio como tú, amigo, pero no soy tonto y se donde estoy parado – No quise decir eso Cristian, es solo que… - Tranquilo, sé que no lo quisiste decir, soy yo el que te aclara la situación – Él empezó a limpiar el pescado para cocinarlo, encendió la leña de la cocina, agrego algunas especies y lanzó la cena en una cacerola a fuego lento - ¿Cuál es tu plan entonces? – Estaba impaciente por saber lo que tenía planeado mi nuevo amigo - ¡Primero cenar! El hambre me está matando y supongo que a ti también – Tienes razón, pero despertaste mi curiosidad con lo que dijiste hace un momento - ¡Se piensa mejor con la barriga llena amigo! – entonces me invito a sentarnos en la sala mientras se cocinaba el pescado que ya comenzaba a perfumar todo el lugar y a golpearme el estomago. Apenas nos sentamos se escucharon unos golpes en la puerta principal de la casa, me levante exaltado de un brinco y tome una navaja que llevaba en mi bolsillo - ¡Tranquilo campeón! Es Roco que ya se enteró que la cena está en camino – Se levanto del sillón y abrió la puerta para que pasara su amigo – ¡No pierdes el tiempo! – Le dijo al perro como si este pudiera entender lo que le decía - ¡Aun no está listo, se paciente! – Entonces el animal se acomodo justo al pie del sillón donde estaba sentado Cristian – Parece que te entiende, ¡lo entrenaste bien! – ¡Nada de eso, lo recogí de un basurero poco antes del ataque al pueblo, desde el principio sentí que estábamos conectados, también creo que me entiende y en ocasiones más que las personas con las que solía tener contacto social – suele pasar, yo estaba convencido que reina, una Yegua que tenia Kate, podía entender cuando le hablaba, de hecho acostumbre a contarle mis problema y yo sentía que podía entenderme – Cristian tomó asiento nuevamente en el sillón, se sacó la arruinada bota de un pie y comenzó a hacerle cosquillas en el lomo a su perro - ¿Los osos no han llegado hasta acá? – ¡Hace un par de semanas subió uno! Roco salió para espantarlo pero perdió un ojo, ¡Ya te lo había contado! de todas formas estamos bien resguardados, tengo un perímetro de 500 Metros repletos de trampas y algunos señuelos con veneno para evitar incidentes - ¿Y crees que son efectivas? – Por supuesto, lo han sido hasta ahora – Entonces se levanto y camino sin un zapato hasta la cocina para revisar el pescado, destapó la cacerola y apagó el trozo de leña – ¡Listo, a comer! – En el mismo instante que mencionó aquello el perro se levantó y tomó lugar a un lado de la mesa del comedor, justo a la derecha de la silla en donde Cristian solía comer, me levante del sillón y me acerque al comedor mientras Cristian se acercaba con el pescado, tomamos asiento luego él divido el pescado en tres partes iguales y sirvió, puso un plato en el piso para su amigo y el resto para nosotros. El silencio inundo el lugar durante la suculenta cena, parecía que nadie había comido desde hace días, lo quedó aclarado cuando terminamos de cenar, nadie dejo nada en el plato - ¡Verdaderamente un delicia! – Dije alagando la cena – ¡En la ciudad esta trucha valdría al menos 60 Euros, acá la obtenemos con un poco de ingenio y paciencia! – Se notaba que la cara de Cristian había cambiado totalmente y supuse que la mía también aunque Roco parecía querer más - ¡No abuses amigo! – Le dijo Cristian al perro que lo miraba con cara de tristeza - ¡Sabes que cenar en exceso no es saludable! ¡No me mires con esa cara y ve a hacer tu trabajo! – Entonces el perro se levanto y salió de la casa - ¿Qué trabajo tiene que hacer a esta hora? – Pregunté intrigado – Pues ¿Qué más puede hacer un perro? ¡Vigilar, amigo mío, VIGILAR! – por unos segundo me sentí estúpido, era evidente que vigilar era el trabajo más apropiado para un perro – Descansemos un poco, ¡apenas salga el sol tenemos trabajo por hacer! – Dijo Cristian mientras se levantaba de la silla y se dirigía a su habitación – Oye Cristian – ¡Dime amigo! – ¡Gracias por todo, me has salvado! - ¿Gracias? – preguntó con una sonrisa picara en el rostro - ¡No tienes idea de lo que va a costar esto! Ve a descansar, ¡lo necesitarás! – esas palabras se me clavaron en la mente, me pregunte que se traería entre manos con todo esto, ya sabía superficialmente que sus planes eran similares a los míos pero ni la más remota idea de cómo tendría que pagarle. Me encerré en la habitación y rápidamente me despoje de las botas y la ropa, luego me recosté sobre el cómodo colchón y me cubrí con una cobija caliente que reposaba al pie de la cama, no tuve tiempo de pensar, el cansancio me estaba matando, así que cerré los ojos y casi inmediatamente me quedé dormido.

A la mañana siguiente desperté renovado, sentía que había dormido por un siglo y estaba cargado de energía, - "¡Listo para luchar con un oso!" - Me puse en pie, fui a buscar mi ropa que la había dejado en el suelo junto a la puerta pero noté que no estaba, por un momento intente recordar donde la había dejado pero estaba más que seguro que la dejé justo ahí. Salí en calzoncillos al pasillo y rápidamente intente entrar al baño, pero justo cuando iba a abrir la puerta escuche la voz de Cristian – ¡Buenos Días!, ¡veo que perdiste algo! – Cristian, te juro que deje mi ropa junto a la… - ¡Si, yo la tomé ayer y la lavé!, esta tendida en la parte trasera de la casa, ¡Apestaba! ¡Por cierto, no te acostumbres a eso! - ¿Ayer? ¡Pero si anoche fue cuando la deje ahí! – Amigo, ¡llevas 2 días dormido! Intenté despertarte la mañana siguiente a la que llegaste pero no lo logré, estabas en un coma inducido por cansancio, así que decidí dejarte dormir – ¡Debes estar tomándome el pelo! – Le dije avergonzado y sorprendido al mismo tiempo – ¡No lo hago, alístate para que vayamos por el desayuno, debemos empezar pronto con los planes! – Se dio media vuelta y salió de la casa. No puedo creer que dormí por dos días, ¿Cómo rayos sucedió eso? No salía de mi asombro, pero a la vez explicaba porque me sentía tan recargado de energía. Me alisté lo más rápido que pude y Salí a la parte trasera de la casa, me vestí en el mismo lugar y luego eche un vistazo por los alrededores pero no vi a Cristian cerca, entonces comencé a silbar esperando que me escuchara y me diera una señal de donde estaba pero a pesar de eso no recibí repuesta alguna. Di la vuelta para entrar a la casa y cuando llegué a la parte delantera, levante la mirada hacia el horizonte y vi el paisaje más hermoso que jamás había visto en mi vida, eran unas montañas a lo lejos, con los picos cubiertos con nieve y arboles que rodeaban el pie de las mismas, los diferentes tonos de de verde y las copas de los arboles recubiertas con nieve hacían un contraste de colores que solo había visto en cuadros pintados y fotografías que salían en la TV, ¡una vista espectacular! Contemple por unos minutos esa imagen y luego me di la vuelta para entrar a buscar a Cristian y noté que las montañas que estaban talladas en la puerta principal eran las mismas del paisaje, pensé en voz alta “Este sujeto sí que tiene clase”. Abrí la puerta y entré, me senté en el sillón de la sala a esperar que Cristian llegara, pero me impaciente rápidamente y decidí salir nuevamente, di unos pasos en dirección a la puerta y cuando estaba a punto de abrirla, la puerta se abrió y detrás de ella Cristian - ¿Dónde estabas? – ¡Fui por el desayuno!, ¡no creerás que se hace solo! traje huevos y algunos vegetales, ¡te toca cocinarlos! Yo debo ir a revisar las trampas de los osos – ¡Está bien, te advierto que no soy buen cocinero! – Terminaba de decir eso cuando se escuchó el estruendo del motor de un aeroplano que pasaba justo encima de nosotros a una altura muy baja - ¿Qué rayos pasa? – Grite mientras salía del cobertizo para poder ver con claridad hacia el cielo. El aparato humeaba desde la parte de la cola y se desplazaba dando vueltas como un trompo, Cristian estaba congelado por lo que estaba viendo, de pronto se escuchó una explosión y una gran bola de fuego salió despedida de una de las alas del avión y comenzó a precipitarse - ¡Rápido Cristian! – Le grite para hacer que despertara del shock – ¡tenemos que ir a ver! – Espera un momento – Dijo con voz de tonto. Se dirigió a un costado de la casa bordeando el huerto de legumbres pero caminaba pegado a la pared, abrió una puerta que estaba oculta casi al final de la casa y me hizo señas para que me acercara - ¡Escoge una, No podemos arriesgarnos! – me acerqué y eche un ojo. Este sujeto tenía una despensa de armas ocultas detrás de esa puerta, parecía que se disponía a iniciar una guerra al mejor estilo de Rambo - ¿De dónde rayos sacaste todo esto? – ¡No hay tiempo de explicar, muévete! – lo primero que me llamó la atención fue un rifle para francotiradores que colgaba de la pared justo en la entrada de la despensa, tenía una mira telescópica de alto alcance, eran comunes entre los soldados del ejercito. Estiré mi cuerpo y la tomé, del lado derecho había un estante con todas las municiones para todas las armas que había en el lugar, granadas de manos, un lanza cohetes y una bazuca. Tome las municiones para el rifle y salimos corriendo a buscar el camión.

Bajamos a toda velocidad por el sendero, Cristian tropezó con una roca que casi lo hace rodar hasta abajo pero logre impedirlo tomándolo por el cuello de la camisa que llevaba, Se repuso rápidamente y seguimos el descenso. Al llegar abajo quitamos los arbustos que escondían al camión en la cueva, Cristian subió y lo puso en marcha mientras yo me quede para volver a esconder la cueva, salimos del lugar toda velocidad, nos adentramos en el bosque siguiendo la estela de humo que había dejado el avión en el cielo antes de precipitarse, - ¿Qué crees que sea, otro ataque? – Pregunté mientras recobraba el aliento por el descenso veloz que habíamos hecho - ¡No lo creo! Ese avión parece comercial, creo haber reconocido el emblema que llevaba a un costado - ¡Espero que así sea! – respondí un poco desconcertado, de no ser un avión comercial significaba que podía ser una avión de esos bastardos terroristas, y, aunque todos estuviesen muertos, no tardarían en emprender una búsqueda para encontrar la aeronave lo que significaba que podrían encontrar la morada de Cristian si llegaban a investigar en el bosque. Noté que Cristian llevaba el rostro arrugado en señal de descontento, mire por la ventana y pude ver por el retrovisor como saltaba el barro por los costados del guardafangos del camión, sin duda íbamos a gran velocidad, el camión se tambaleaba de un lado a otro haciendo un ruido infernal, me aferre fuertemente del asiento mientras rogaba llegar en una sola pieza al borde del bosque. Aunque no estaba consciente de cómo me veía, mi cara reflejaba preocupación y sabia que tal vez esto sería el comienzo apresurado de lo que Cristian y yo queríamos planear cuidadosamente - ¡Debemos mantener la distancia hasta que no sepamos qué clase de avión es! Si son los bastardos debemos eliminarlos a todos, no podemos arriesgarnos a que nos descubran - ¿Cómo rayos haremos para que no nos vean? – Pregunte pensando en el enorme y horrible camión y en el simple hecho que no teníamos ningún tipo de camuflaje para acercarnos sin ser vistos – ¡No te preocupes por eso, solo haz lo que te digo y todo saldrá bien! – Entonces pensé que como él tenía más tiempo que yo en este lugar y lo conocía bien, tal vez ya tenía un plan ideado para este tipo de situaciones. Intenté calmarme y me aferré nuevamente a la puerta del camión para evitar brincar en el asiento.

Pasaron pocos minutos hasta que comenzamos a acercarnos a la salida del bosque, entonces Cristian detuvo el camión y lo apago - ¡Andando Enfermero! – Dijo mientras se bajaba del camión apresuradamente, descendí igual de rápido que él para evitar quedarme atrás, Cristian se dirigió a un costado del camino y comenzó a cortar enormes ramas de los árboles y a colocarlas encima del camión, entendí de inmediato que intentaba ocultarlo para que no se viera desde lo alto, me acerque a un árbol caído que estaba cerca y comencé a quitarle las hojas y a echarlas encima del vehículo para ayudar a esconderlo. - ¡Enfermero! Carga tu arma y acerquémonos a la entrada del bosque, de aquí en adelante iremos a pie, intentaremos ocultarnos entre la hierba espesa de la pradera – Hice exactamente lo que me dijo, mientras el cargaba su arma se quedo mirando fijamente mi ropa y dijo – ¡Ese color de franela es visible a mil kilómetros de distancia, enfermero! – Miré la franela que cargaba puesta, había olvidado por completo que era de color naranja. Cristian se agachó y tomo lodo del camino y comenzó a ensuciar toda su ropa – ¡Vamos enfermero! ¡No te quedes parado mirando, haz lo mismo con tu ropa! – Tomé lodo y comencé a ensuciarme toda la ropa, sabía perfectamente que no había mejor camuflaje que ese, incluso llene toda mi cara con lodo, no quería que mi piel pálida fuera el centro de atracción de algún terrorista desquiciado. Apenas terminamos de camuflajearnos colocamos las armas en nuestras espaldas y salimos agachados a la pradera escondiéndonos entre la hierba más alta, de vez en cuando alzábamos la cabeza para ver en la dirección que íbamos, se podía notar en el horizonte la inmensa nube de humo que desprendía el avión que se había estrellado y que al parecer no había caído muy lejos del borde del bosque, Cristian se detuvo y se sentó entre la hierba y me hizo señas para que me acercara, yo iba detrás de él a unos pocos metros de distancia de separación - ¿Qué sucede? – Pregunte con voz muy baja, casi susurrando - ¡Hay algo allá adelante! – me dijo con el mismo tono de voz bajo, Entonces apuntó con su dedo en dirección del objeto, se podía ver que estaba como a diez metros de distancia y parecía ser una especie de caja metálica rectangular - ¿Lo ves? – Me preguntó apuntando aun en la dirección - ¡Por supuesto, No estoy ciego! – Haremos lo siguiente enfermero; vamos a llegar hasta la caja para echar un ojo, si nos conviene la llevaremos al refugio - ¿Cómo diablos piensas hacer eso? No ves que es enorme - ¡Tranquilo enfermero! Ya lo verás – entonces siguió avanzando gateando, esperé a que se alejara un par de metros y comencé a seguirlo hasta que llegamos a la caja. Lo primero que notamos es que estaba muy aboyada, por lo que asumimos que tuvo que haber caído del avión mientras daba vueltas en el aire, era grande y parecía una especie de baúl antiguo solo que de hierro, estaba reforzado con remache de muy buena calidad, en las esquinas tenía dobles de hojas metálicas que la hacía extremadamente resistente y explicaba como resistió semejante caída, me levante un poco para ver por encima de la caja y había una etiqueta de color rojo en forma de cruz estampada justo en medio de la parte superior, - “La Cruz Roja” – Exclamé asombrado - ¡Son Medicinas, Cristian, echa un ojo a esto! – Entonces se inclino un poco para ver por encima de la caja, sus ojos casi se desorbitan al ver la cruz - ¡ESTAMOS DE SUERTE! – dijo en voz baja pero llena de alegría. Comencé a bordear la caja gateando y cuando llegué al otro lado vi que había otra figura pintada en lo que se suponía era la parte frontal  de la caja - ¡Pssss Cristian, ven a ver esto! - ¡Debe ser una broma! – exclamó con voz de sorpresa, era la bandera de Rusia, además estaban las pestañas y el mango que se usaba para abrir la puerta de la caja y venía con algunos detalles de regalo: 3 candados militares descomunales mantenían la caja cerrada, lo que dejaba en claro que no había forma posible de examinar el contenido en ese lugar, Cristian se quedó mirando fijamente los candados con cara de incógnita - ¡Olvídalo hombre! Dejemos la caja acá y vayamos hasta el avión – le dije dándole unas palmadas de consuelo en la espalda, pues sus intenciones eran predecibles - ¡Y si…! - ¡Olvídalo hombre! Vayamos hasta el avión y luego regresamos por la caja – le dije en tono de regaño manteniendo la voz baja, me miro dudando lo que escuchaba, pero luego de pensarlo por unos segundos asintió con su cabeza - ¡Andando enfermero! – acomodó su arma nuevamente en su espalda y comenzó a gatear en la dirección donde estaba el avión, esperé a que se alejara un par de metros y comencé a seguirlo. Gateábamos levantando la cabeza de vez en cuando para mantener el rumbo y cuando alcanzamos la mitad del recorrido para llegar a la aeronave escuchamos una fuerte explosión que nos hizo detener inmediatamente, Cristian se lanzó al piso boca abajo y rodó de lado para quedar viendo hacia el cielo mientras que yo me mantuve boca abajo viendo justo en frente, luego se escucharon dos explosiones sucesivas de menor intensidad, Cristian levanto su brazo apuntando al cielo, miré de lado lo que me indicaba y vi que había escombros volando por los aires que comenzaban a caer justo donde estábamos tirados - ¡Muévete! – Le grité a Cristian mientras me levantaba y comenzaba a correr hacia mi derecha para ponerme a salvo de la lluvia de hierro sin quitar la mirada del cielo para esquivar los escombros, miré hacia atrás y vi que Cristian me seguía corriendo, había un árbol a unos cien metros de distancia, los cien metros más veloces que jamás había corrido alguien, llegamos y nos colocamos justo debajo para evitar ser golpeados mientras volteábamos la mirada para ver como comenzaban a caer los pedazos de avión por diferentes partes de la pradera. – ¡Dudo seriamente que haya sobrevivientes! – Dijo Cristian jadeante mientras tomaba asiento al pie del tronco del árbol, entonces miré en dirección del avión y solo había una inmensa nube de humo negro que salía de lo que quedaba - ¡Tienes razón amigo! ¿Qué haremos entonces? – Pregunte mientras tomaba asiento al lado de Cristian – ¡No tengo idea enfermero! Déjame recobrar el aliento para pensar mejor – decía agitado mientras inhalaba grandes bocanadas de aire. Pasaron unos pocos minutos en los que mantuvimos silencio observando la escena que teníamos en frente, el fuego era abrazador, la brisa que soplaba fuerte en el lugar traía consigo el intenso calor que emanaba del incendio, por suerte el avión cuando cayó a tierra desprendió gran cantidad de hierba y pasto a lo largo del recorrido que hizo mientras se arrastraba, esto ayudó a que el incendio se mantuviera aislado y no ocasionara uno a mayor escala. – ¡Por fortuna estamos vivos, enfermero! Si nos hubiésemos acercado más habríamos volado en pedazos junto con el avión – Dijo Cristian mientras permanecía acostado en el pie del árbol mirando el cielo - ¡Es cierto! Creo que lo mejor es esperar a que se apague el fuego por si solo para poder acercarnos y examinar lo que quedó, que evidentemente no es mucho, además esperaremos por si alguien decide venir a buscarlos - ¡Creo que tienes razón, Esperaremos a que se apague el fuego!, de todas formas no podemos regresar y aun tenemos que cargar la caja, ¡ni en sueños dejaré eso aquí! – Me respondió mientras rascaba debajo de sus axilas con gran vigor - ¡No vaquero, no la dejaremos! – le dije mientras me quitaba el rifle de la espalda para recostarme del otro lado del árbol pero sin quitar la vista del incendio.

Habían pasado al menos cuatro o cinco horas, la tarde comenzaba a caer rápidamente y el fuego comenzaba a apagarse, ya no salía humo y solo se podía ver medio avión totalmente consumido por el fuego, la otra mitad parecía que se la había tragado la tierra o en todo caso había salido despedida por los aires con la explosión que sufrió mientras sobrevolaba y que obviamente estaría esparcida por todos lados, lo que se podía divisar del avión había quedado de un color negro intenso debido al incendio. Durante todo ese rato no pude ver ni un solo rastro de alguien vivo, las probabilidades de que alguien sobreviviera eran escasas, tomé impulso para ponerme de pie y me di vuelta para hablar con Cristian, pero el Vaquero enorme se había quedado dormido, tenía la boca abierta y su nariz emitía un silbido muy peculiar de las personas que sufren de obstrucciones respiratorias, por lo general cuando no eran bien curada las influencias de la gripe, en el ejercito era muy común que los soldados sufrieran de ese mal. Mucho reposo e infusiones de té verde con miel y limón eran las soluciones más efectivas y rápidas, incluso más rápidas que los medicamentos. Me acerqué y con la punta del pie toqué sus costillas - ¡Cristian, andando ya podemos acercarnos! – Se despertó sobre exaltado - ¿Qué? ¿Qué? ¿Qué sucede? - ¡Nada hombre, despiértate, ya se apagó el fuego, debemos ir! – Volví a reacomodar mi rifle sobre mi espalda y empecé a caminar en dirección al avión mientras miraba de reojo como Cristian se levantaba y estiraba, tomó su arma y la dejo caer sobre su espalda y apresuró el paso para alcanzarme - ¡Si hay algo allí de seguro quedo bien rostizado! ¡Me alegraré mucho si son terroristas! – Dijo con voz esperanzada - ¡También espero lo mismo, aunque te recuerdo que tenemos una bandera Rusa pintada en una caja que esta tirada allá atrás! - ¡Lo había olvidado enfermero!, mejor apresuremos el paso a ver que hay – caminamos por unos pocos minutos hasta que llegamos al avión y de inmediato pudimos ver dos personas calcinadas, una estaba sentada cerca de lo que parecía ser la puerta del avión y la otra estaba tirada en el piso boca abajo también calcinada, el fuego había consumido por completo todo el avión, de los asiento apenas se podían divisar las estructuras metálicas y los resortes que contenían en el interior,  las prendas de vestir de los cuerpos y la piel estaban totalmente consumidas, la carne estaba expuesta y en algunas partes se podía ver la osamenta totalmente quemada. El avión había perdido la parte trasera de modo que solo quedaba un poco menos de la mitad, había un enorme hueco en un costado por donde se podían ver los dos cadáveres, imagine que la explosión lo había originado, de pronto sentí que se me removió el estomago y me di la vuelta para aliviar la sensación nauseabunda que la escena me había implantado en la mente. - ¡No es para tanto enfermero! Los he visto mejor cocidos que esos dos – me dijo mientras soltaba una carcajada burlona. Recobré el aliento y comencé a dar la vuelta para poder mirar la parte del frente, me acerqué lo suficiente y me subí a un pedazo de escombro para ver por la ventanilla delantera del avión, había tres personas más, dos en los mandos y el otro yacía en un asiento que estaba detrás del piloto, justo en el lugar donde se suponía estaba el radar de ubicación, detrás del asiento del copiloto había un asiento vacío que al igual que el resto del avión había quedado calcinado, aun se podía notar el broche del cinturón de seguridad en su respectivo lugar lo que me hizo entender la posición en la que se encontraban los cuerpos. Eche un ojo a ver si podía ubicar algo de interés sin centrarme mucho en los cuerpos, pero no logre divisar nada, entonces me baje y seguí dando la vuelta echando el ojo por los alrededores en busca de objetos, pero solo había escombros quemados, luego me dirigí a la parte trasera del avión para entrar por el enorme hueco que había dejado la división, Cristian estaba parado en frente con los brazos cruzados buscando con la vista cosas de valor o que pudieran servir, me acerque hasta donde estaba y me pare al lado - ¡Es imposible saber si eran terroristas o no! no quedó nada, solo la caja – Yo solamente escuchaba las palabras de Cristian mientras buscaba fugazmente con la vista algo que diera alguna pista - ¿Qué conseguiste por el frente? - ¡Nada, Tres más! - ¡Entonces eran 5! ¿Nada que los identifique? - ¡Nada Cristian! El fuego consumió todo - ¡Entonces larguémonos de esta basura! – se dio la vuelta y comenzó a alejarse del avión mientras que yo seguía parado en el mismo lugar echando un últimos vistazo para conseguir pistas, me di la vuelta y comencé a regresar bordeando el avión hacia la parte del frente y mientras caminaba podía ver las huellas de mis zapatos que había dejado cuando me dirigía a la parte trasera, las seguí hasta llegar a la trompa del avión nuevamente y cuando estaba a punto de subirme al pedazo de escombro para echar el último vistazo, pude ver una huella de un zapato que se iba alejando del avión. Caminé algunos metros siguiendo aquellas huellas, eran lisas hacia la punta del pie y se hacían más angosta en la parte del talón, extrañamente solo había la pisada de un pie, el derecho, por un momento pensé que se podía tratar de alguien discapacitado pero volví a mirar más a fondo y noté otra huella, esta era de un pie descalzo, izquierdo, que seguía la otra huella haciendo juego, levante la mirada para ubicar a Cristian pero ya había avanzado bastante y me había dejado atrás - ¡CRISTIAN! – Grité a todo pulmón - ¡Ven a ver esto! – Él se detuvo en seco, dio la vuelta y comenzó a correr de vuelta al lugar, - ¿Qué pasa enfermero? – Preguntó mientras se acercaba para ver el hallazgo – ¡Excelente, Tenemos uno más! - ¡Mira bien esto, Le falta un zapato! – Le decía mientras señalaba la huella con zapato y la otra descalza - ¡Esa huella es pequeña! Probablemente sea alguien de mediana estatura - ¡No lo creo vaquero! Mira otra vez – Él se agacho para ver mejor la huella mientras yo le señalaba la parte posterior de la huella pie que llevaba el calzado - ¡Es Mujer! – Exclamó incorporándose - ¡Correcto Vaquero!, no debe estar muy lejos, ¡Andando! - comenzamos a seguir las huellas, avanzamos unos pocos metros y de pronto aparecieron manchas de sangre que teñían el pasto y el suelo, nos detuvimos un segundo para examinar bien la dirección de las huellas, eran tenues y la espesa hierva dificultaba ver el piso con claridad, - ¡Esta Herida! – Dije en voz baja – Eso parece enfermero, veo que tendrás trabajo, ¡Si aun vive! – continuamos caminando y al poco tiempo conseguimos un zapato, efectivamente era una zapato de mujer, estaba quemado en la punta y le faltaba el tacón, eso explicaba la rara forma de la huella, un poco más adelante se podían seguir viendo las huellas de los pies descalzos - ¡Esto se está poniendo muy espeso Cristian! Abre un poco de camino con tu cuchillo para que avancemos mejor – Entonces él se colocó al frente, tomó su cuchillo y comenzó de trozar el monte lo que nos permitió avanzar más rápido, luego de algunos minutos luchando se detuvo, se dio la vuelta y puso su dedo índice en la boca indicando silencio, se agachó y señaló entre el pastizal. Yacía boca abajo el cuerpo de una mujer de piel negra, llevaba una falda típica de las azafatas, pegada al cuerpo y que no llegaba más debajo de las rodillas, se podía notar que el fuego la había quemado en varías partes, parecía que tenía medias panty que a causa del incendio también se habían quemado fundiéndose con la piel de las piernas lo que le había ocasionado heridas, llevaba una camisa de color blanco que se había llenado de hollín y al igual que el resto de la ropa estaba quemada en gran parte dejando expuesta toda la espalda de la mujer. Nos acercamos con cautela y vi que tenía una herida profunda a un costado, a nivel de la ultima costilla, salía mucha sangre, empuje a Cristian para hacerme paso y tomé a la mujer por la muñeca para verificar su pulso - ¡Esta viva! – Le dije en voz baja a Cristian - ¿Qué vamos a hacer? - ¡Ayúdame a voltearla! – colocamos las manos por debajo del cuerpo y la hicimos rodar de lado para que quedara sobre su espalda, tenía quemaduras por todos lados; mejillas, manos, brazos y piernas, había perdido gran parte de la cabellera en el incendio, su cuero cabelludo estaba muy estropeado, evidentemente había luchado arduamente para salir del avión en llamas, las cortadas que tenía en los brazos y manos eran señal de había roto alguna ventanilla para salir del avión, saqué mi navaja y corte la ropa quemada dejándola casi desnuda, revise sus ojos para ver si había reacción en sus pupilas, y luego examine sus latidos para descartar que estuviese presentando una cardiopatía debido a la inhalación del humo, coloqué mi dedo dentro de su boca y luego en su nariz para ver si tenía obstrucciones, cuando retire los dedos de su nariz supe que había tragado humo del incendio por largo rato, pues mis dedos habían salido repletos de hollín - ¡Ha inhalado mucho humo, Cristian, debemos sacarla de aquí para poder tratarla! - ¿Y a donde piensas llevarla?, ¿al hospital? ¡Se te olvida que estamos en medio de la nada, enfermero! - ¡Llevémonos hasta la caja de medicinas! Usaremos el rifle para volar los candado - ¿y si no hay nada adentro? - ¿Cómo rayos lo sabremos si no la abrimos? ¡Deja de ponerme pretextos y ayúdame a cargarla! – ¡Prefiero dejarla morir! ¡No sabemos si es una terrorista! - Me miró durante unos segundos, emitió un suspiro resignándose y me empujó a un lado con su brazo, se agachó y cargó a la mujer de un solo tirón y la coloco en su hombro como si no pesara absolutamente nada, se dio la vuelta y me miro - ¡Hasta la mitad del camino, luego la llevaras tu! – dijo mientras me empujaba nuevamente apartándome de en medio y emprendía el camino de regreso. Justamente a la mitad del camino se detuvo - ¡Es tu turno Enfermero! – bajo despacio a la mujer de su hombro y la coloco sobre el mío y siguió caminando, “No era tan pesada como imagine” pensé en mi mente mientras comenzaba a preocuparme por la mujer, había recibido mucho movimiento y estímulos como para despertar a cualquier desmallo, pero ella aun no reaccionaba, volví a revisar su pulso mientras caminaba con ella cargada pero estaba estable, vi que el hollín que cubría su cuerpo la hacían ver más oscura de lo que en realidad era, el color a chocolate oscuro que se le veía a simple vista se iba tornando canela claro a medida que se desprendía el hollín de su cuerpo con el rose en mi ropa, sentí que todo el barro que me había colocado encima para camuflajearme no había sido tan útil después de todo, comencé a sentir como el sudor que salía de mi frente arrastraba barro y se metía en los ojos haciendo que se nublara mi vista, restregaba mi cara con el hombro contrario al que usaba para cargar a la mujer para limpiarme, lo que resultaba muy incomodo debido al peso del rifle que llevaba colgado de ese lado, al poco tiempo volvía sudar y se repetía la historia. Por fin llegamos a la caja, me detuve a una distancia prudente y coloqué cuidadosamente a la mujer en el piso y luego fui hasta la caja, Cristian estaba parado justo en frente de los candados, parecía estar pensando alguna forma de abrirlos - ¡Ya te dije que con el rifle podemos volarlos! - ¡No quiero romperlos enfermeros! Nos serán útil más adelante - ¡Al menos que tus dientes sean duros como un diamante, no veo otra forma de abrirlos! ¡Son demasiados grandes vaqueros! No podemos seguir perdiendo tiempo, ¡La noche se acerca! – ¡Tienes razón! – Saco su rifle y apuntó al primer candado y disparó, el sonido que emitió el impacto de la bala contra el candado fue tan agudo que nos dejó ensordecidos – ¡Por Dios Cristian! ¿No puedes hacer menos ruido? - ¡Son disparos, enfermero! Retírate un poco más – apuntó al otro candado y disparo y seguidamente al otro - ¡Listo Enfermero, échame una mano! – Me coloqué en el extremo contrario y comenzamos a levantar la pesada tapa pero no se movió ni un milímetro - ¡Está atorada, Cristian! – Le dije mientras hacía fuerza - ¡Era de esperarse enfermero! – me aleje de la caja y Cristian se recostó encima de ella con los brazos cruzados pensando en alguna solución rápida para abrirla – ¡Iré por la mujer, intenta hacer palanca con algún trozo de metal que se desprendió del avión! - ¡Ya pensaba en eso enfermero! – comencé a caminar en dirección a la mujer que había dejado tendida en el pasto y pude notar que había movimiento lo que hizo que apresurar el paso. Cuando llegué al lugar la mujer estaba revolcándose de dolor y quejándose fuertemente, giraba de un lado a otro bruscamente, había entrado en shock. Me agache y la sostuve por los hombros para evitar que se siguiera haciendo daño con la tierra y el pasto en la herida que tenía en el costado y en las quemaduras de las piernas - ¡Tranquila, tranquila! ¡Todo está bien! – Le decía mientras ella se quejaba - ¡Me Duele! ¡Ayuda! ¡Nos quemamos! ¡Ayuda! – decía la mujer mientras apretaba los diete y emitía chillidos de dolor - ¡Tranquila! ¡Estás a salvo! – pero no sirvieron de mucho mis palabras, ella siguió quejándose por unos minutos y luego se desmalló otra vez, lo que me dio la oportunidad de cargarla nuevamente y llevarla hasta la caja en donde estaba mi compañero. Una vez en la caja, vi a Cristian con un Gran trozo de metal en forma de palanca en las manos, intentaba meterlo por alguna ranura de la tapa para poder abrir la caja, logró enganchar la palanca en un borde que apenas se levantaba - ¡La tengo enfermero, ayúdame a hacer presión! – coloque a la mujer nuevamente en el suelo cuidadosamente y comenzamos a hacer presión en conjunto. Bastaron un par de movimientos bruscos y la tapa de la caja se levantó haciendo un sonido que me dio escalofríos, Cristian tomó el trozo de metal y lo lanzó a un lado y luego intento abrir la caja con sus brazos y manos, aplico un poco de fuerza y levantó la tapa por completo dejándola caer hacia el lado contrario de la caja. Nos inclinamos al mismo tiempo para ver lo que había dentro de la caja - ¡Debe ser una broma! – Exclamó Cristian con los ojos bien abiertos mientras que yo estaba enmudecido, dentro de la caja había suficiente explosivo como para volar al país completo; C4, Dinamita, Nitroglicerina, TNT, también había armas de alto alcance con miras, binoculares de batalla, granadas y demás equipos de guerra - ¿Cómo demonios no explotó cuando cayó? – Pregunte luego de digerir lo que veía – ¡No lo sé Enfermero, Pero lo que te garantizo es que hoy estamos de suerte! - ¡No lo puedo creer! Tenemos que hacer algo rápido, cuando traía la mujer comenzaba a reaccionar y se desmalló por segunda vez, ¡Necesita atención y la noche esta cerca! - ¡Espérame aquí! Iré por el camión, ve sacando todas las armas que puedas y deja solo los explosivos dentro de la caja, ¡no los muevas mucho, no quiero recoger más restos humanos! – Soltó el arma que llevaba en su espalda y salió corriendo hacia el borde del bosque. Empecé cuidadosamente a sacar las armas, una por una y a colocarlas en orden a un lado mientras supervisaba a la mujer. Había sacado una parte de las armas y de repente noté que había una división de madera dentro de la caja justo a la mitad, me apresure a terminar de sacar las armas para dejar expuesta la división y luego le di unos golpes suaves, como si estuviese tocando una puerta, “Suena Hueco” entonces me di cuenta que debía haber algo más abajo de esa tabla. De pronto escuche un horrible sonido inconfundible, era el camión, me levanté y miré hacia el bosque y efectivamente Cristian ya se acercaba, esperé a que llegara. Bajó del camión y dejo las luces encendidas para poder ver mejor, la noche ya había comenzado a caer y la visibilidad comenzaba a ser cada vez menor – ¡Echa un Vistazo Vaquero! – Cristian se acercó a la caja mientras que yo le señalaba la tabla que hacía la división - ¿Qué rayos es eso? – Preguntó rascándose la cabeza - ¡Un compartimiento, hombre! Debemos salir de aquí lo más pronto posible – le dije mientras volvía la mirada para inspeccionar a la mujer, aunque seguía inconsciente, de vez en cuando movía la cabeza de un lado a otro y se quejaba. Cristian se incorporó y luego se subió al camión y le dio la vuelta de forma que la parte trasera quedara lo más cerca de la caja para poder subirla. Subió a la parte trasera del camión y saco una cadena – ¡Sujeta esto a la caja con un nudo fuerte! Intentaremos levantarla desde un costado y la apoyaremos al borde de la plataforma, luego la empujaremos desde abajo – pensé por un momento lo que me decía y me pareció lo mas a acertado, así que no perdí tiempo, hice el nudo y subí al camión para ayudar a levantar la pesada y peligrosa caja. Comenzamos a tirar de la cadena con toda la fuerza que nos quedaba y en poco tiempo logramos subir el extremo de la caja hasta el borde de la plataforma del camión, luego bajamos y comenzamos a empujar desde el otro extremo, lo que resulto más difícil de hacer que de decir - ¡Con Fuerza Enfermero, con fuerza! – Decía Cristian pujando con todo su peso y fuerza la pesada caja, luego de algunos minutos logramos subirla por completo al camión sin volar en pedazos, cosa que me pareció milagrosa - ¡De hoy en adelante me convertiré en un creyente! – Le dije a Cristian bromeando mientras el jadeaba y reía al mismo tiempo - ¡Si hay cupos aun, anótame a mí también, Enfermero! – nos echamos a reír por unos instantes mientras recobrábamos el aliento. Levanté la mirada para ver a la mujer y noté que no se había despertado aun, fui hasta donde estaba y la cargue nuevamente y la coloque dentro del camión justo en el medio del asiento, con las piernas hacía el lado del piloto y la cabeza hacia el lado donde y me sentaba, luego regrese a la parte de atrás y comencé a subir las armas que había sacado mientras que Cristian intenta asegurar la caja para que no brincara durante el trayecto de regreso. Nos subimos al camión, Cristian levanto las piernas de la mujer y las colocó sobre las de él para poder sentarse y yo hice lo mismo con la cabeza, la coloqué sobre mis piernas cerramos las puertas y emprendimos el regreso, nos detuvimos en la entrada del bosque para tapar con el tronco y la roca la entrada al bosque y seguimos el camino. Avanzábamos más despacio de lo normal, no queríamos arriesgarnos con los explosivos que llevábamos en la parte de atrás, de vez en cuando miraba fijamente la cara de la mujer, había perdido las pestañas y las cejas, de vez en cuando se quejaba de dolor “¡Ay, Ay, me duele!” mientras arrugaba la cara, examine la herida que tenía al costado y note que seguía sangrando pero no en gran cantidad - ¡Va a necesitar puntadas en esa herida! – Rompí el silencio en la cabina con esa exclamación que hizo que Cristian volteara a ver a la mujer - ¡Sabes que posiblemente llevamos al enemigo acá dentro! Necesitamos saber de dónde rayos sacaron ese armamento y hacia donde se dirigían, si son terroristas el fin de tu amiga será triste - ¿Mi amiga? No creo que sea mi amiga, y como tú mismo lo acabas de decir; ¡Necesitamos explicaciones! ¡Mientras tanto solo será una refugiada! – Le dije mientras miraba por el retrovisor la caja que llevábamos - ¿Cómo rayos vamos a subir eso hasta la casa? - ¡No tengo idea enfermero! Imagino que la dejaremos ahí por esta noche y mañana comenzaremos a subir las cosas por lotes, no será fácil ni rápido, ¡pero si lo más seguro! – Correcto vaquero, ¿Tienes espacio para guardar eso? - ¡No mucho, tendremos que hacer lugar! “TRABAJO” se llama – Sonreí de medio lado sin quitar la vista del retrovisor, Cristian manejaba con sumo cuidado para hacer que el camión se moviera lo menos posible, pasamos por el riachuelo donde estaban las trampas para los peces y vimos un oso haciendo de las suyas con una de las trampas – ¡Demonios Cristian! ¡Nos están robando la cena! – ¡Tranquilo! Esa no es la cena, esa es una de las trampas con veneno para oso – me quede mirando por un segundo al enorme animal y luego mire a Cristian - ¿Que harás con el cadáver? - ¡Nada! – Me contestó levantando los hombros en señal de desinterés - ¡Probablemente sea la cena de los lobos que de seguramente también morirán a causa del veneno y terminaran siendo la cena de los gusanos y demás microbios que hay en el bosque!, ¡tú sabes, El ciclo de la Vida! - ¿Qué veneno usas? – Thebromina, ¡Inofensiva para los humanos! - ¿Cómo estás tan seguro de eso? – ¡Sencillo, es una sustancia que se usa en la industria del cacao, es comestible y por lo general hacen algunos tipos de chocolates con ella! - ¿De dónde rayos sacaste eso? – Leí un artículo en un periódico hace algún tiempo que hablaba sobre unos envenenamientos en osos en el parque de Jellystone, en Estados Unidos, supe que acá en Europa se aplica el mismo procedimiento para hacer chocolate y cuando comencé a ver osos recordé el articulo y las veces que iba al pueblo pasaba por la antigua fábrica de dulces que está en el centro, ahí lo conseguí, aun queda bastante – ¡Veo que has tenido bastante tiempo para pensar en todos los detalles! - ¡O mueren ellos o muero yo!, decidí que era mejor que murieran ellos – En ese momento la mujer comenzó a levantar los brazos con movimientos alocados - ¿Qué le sucede? – Preguntó Cristian un poco preocupado - ¡Tranquilo Vaquero, son impulsos nerviosos, aun esta en shock! A medida que reaccione se le pasará, lo que no pasará tan rápido es el dolor que comenzará a sentir por las quemaduras - ¡Supongo que debemos hacerle medicamentos! - ¡Esa es la otra parte que me preocupa! ¡No hay mucho que podamos hacer sin medicamentos adecuados, en esta zona las infecciones son un problema, esperemos a ver qué sucede, con suerte comenzarán a sanar sola! –

Tardamos el triple del tiempo que nos tomo llegar a la entrada de la cueva garaje, las luces del camión iluminaron la existencia de Roco que había permanecido sentado todo el día en la entrada esperando a que su amo regresara - ¡Por mil demonios! – Exclamó Cristian mientras bajaba rápidamente del vehículo y salía corriendo hacia su perro, se acerco hasta él y lo cargo y lo abrazo, el animal emitía chillidos de alegría al ver a su amo mientras lo lambía por todos lados, descendí del camión y cagué la mujer en mi hombro y comencé el ascenso por la colina – ¡Te Espero arriba Vaquero! – Él asintió con su cabeza mientras Roco lo besaba eufóricamente.

Al llegar arriba exhausto empuje la puerta principal con el pie y entre hasta la habitación que Cristian me había dado, coloque a la mujer sobre la cama, ella hizo el intento de abrir los ojos pero se rindió, dejó caer su cabeza de lado y emitió una queja de dolor y siguió inconsciente. Estuve un rato parado al lado de ella examinando las heridas minuciosamente, fui hasta el baño y tomé agua limpia del recipiente que usábamos para el aseo personal, luego saque unas vendas que llevaba en mi mochila y comencé a limpiar las heridas de la mujer, siempre tenía conmigo un frasco pequeño de alcohol, no era mucho lo que quedaba pero de seguro ayudaría a matar las infecciones que pudieran sobrevenir en las heridas, vertí la mitad del contenido en el agua y comencé a pasárselo por todo el cuerpo, había pequeños pedazos de vidrios incrustados en las heridas los cuales retire cuidadosamente para evitar que se enterraran en la carne, luego saque de mi mochila una mini kit de primeros auxilios que había guardado conmigo desde que salí del ejercito, no era la gran cosa pero tenía los implementos de sutura que necesita para cerrar la herida que tenía en el costado la mujer, así que tomé el hilo quirúrgico, la aguja y sin perder tiempo suturé la herida, ella emitió unos chillidos por el dolor que sentía cuando enterraba la aguja en la piel, en ese momento Cristian entró al cuarto - ¿Qué haces Enfermero? - ¡Intento cerrar esta herida vaquero!, ¿Qué sucedió con Roco? - ¡Olvide por completo dejarle su lugar de descanso abierto! Cuando no lo hago sucede que se queda esperando todo el día por mí para que le abra su guarida -  ¡Impresionante! ¡Parece que fueras su padre, ya hasta hueles como él! - ¡En cierta forma lo soy, vaquero, el solo me tiene a mí y yo a él! y no creas que tu olor es a lirios del campo – me dijo entre risas mientras yo terminaba de hacer el vendaje de la herida.

Salimos del cuarto y dejamos la puerta entre abierta para poder escuchar a la mujer en caso de que despertara y nos fuimos hasta la cocina, Cristian se apoyó sobre el mesón de la cocina con los brazos y agachó su cabeza en señal de cansancio – ¡Que día Vaquero! ¡Qué día! – Por lo que había dentro de la caja lo más seguro es que sea terrorista - ¡No lo creo vaquero!, en la camisa que le quite estaba bordado el signo de la cruz roja de un lado y en uno de los bordes de la manga tenía un broche de alguna aerolínea, estaba derretido y no se distinguía el nombre, pero estoy seguro que era de una aerolínea comercial - ¡Esperemos que cuando despierte de respuestas! ¡No pienso ayudar a los que me arrebataron a mi familia! – Exclamó con voz de enojo mientras se reincorporaba para encender la leña de la cocina - ¡Creo que iré a quitarme esta mugre de encima, vaquero! - ¿Y qué rayos quieres que haga? ¿Qué te frote la espalda? – Me dijo riéndose mientras sacaba unas latas de frijoles de los estantes, me eche a reír y luego fui al baño, cuando pasé por la habitación donde estaba la mujer me detuve un segundo para ver si había reaccionado pero estaba igual de dormida que antes.

Cristian había resultado ser mas hospitalario de lo que me imaginé, habíamos adquirido una confianza el uno por el otro en poco tiempo a pesar de que yo era un completo extraño, me recordaba mucho a un compañero de la universidad que jugaba al fútbol conmigo. Mientras me quitaba todo el barro de encima, escuché que Cristian comenzaba a cantar mientras cocinaba - “La donna è mobile, qual piuma al vento muta d’accento e di pensiero” -  jamás en la vida había escuchado semejante atrocidad sonora, definitivamente sabía hacer muchas cosas menos cantar. Salí del baño envuelto en una toalla y me dirigí a la cocinas para decirle que dejara de cantar y en el camino me conseguí a Roco, estaba enrollado en medio del pasillo con las patas sobres sus orejas, “Pobre criatura” pensé, mientras le pasaba por encima para impedir que la casa se derrumbara sobre nosotros con el estruendo que emitía Cristian - ¿Qué demonios se supone que estás haciendo, vaquero? ¿Quieres ocasionar un terremoto? – Cristian dejó de cantar de ipso facto y me miro con una cara de seriedad mientras sostenía en su mano una sartén con los frijoles que estaba cocinando - ¿Qué? ¿El señor prefiere ir a la Opera? – Me dijo remirándome los ojos y dándome la espalda para continuar cocinando, solté una risa y me devolví al baño para terminar de vestirme, le eche un ojo a la mujer y noté que se había movido un poco, quise cubrirla con la cobija para que no sintiera frío pero me recordé que la lana podría pegársele a las quemadura de su cuerpo empeorando su estado, desistí de la idea y seguí mi camino. Me preguntaba si en realidad no sería una terrorista y si el uniforme no era más que un engaño para poder viajar con todo ese armamento que había en la caja, era una posibilidad y tal vez todo esto nos traería más problemas de los que suponíamos que íbamos a tener, a pesar de toda la planificación, tanto Cristian como yo estábamos conscientes que los planes y estrategias que pudiéramos idear se podrían ver afectados por situaciones inesperadas, “En la guerra cualquier cosa podría pasar” me dije recordando las palabras de mi viejo. Terminé de vestirme y volví a la cocina - ¡Esta lista la cena, enfermero! Sirve para todos mientras me aseo – asentí con mi cabeza y tome su lugar en la cocina mientras él se alejaba bailando como las bailarinas del ballet - ¡Estás de buen humor vaquero! – Entonces asomó su horripilante cara por el borde de la pared del pasillo - ¿Por cuál motivo no tendría que estarlo? – dijo sonriendo y luego se retiró. Echo un ojo a la mujer que reposaba en la cama y dijo en voz alta desde el pasillo - ¿No crees que esté descansando demasiado? - ¡Probablemente sí! Sea lo que sea que tenga no podemos hacer mucho, debemos esperar a que despierte – Le conteste mientras pensaba en lo mismo, probablemente tenga algo mas y muera. Echó un último vistazo a la mujer y luego siguió su camino. Terminé de poner la comida en la mesa y llamé a Roco pero no me hizo caso, fui hasta el pasillo y lo volví a llamar - ¡Roco! ¡A comer! – Pero siguió sin hacerme caso - ¿Qué te sucede campeón? – Le pregunte al perro como si pudiera entenderme, pero esta vez me ignoró totalmente, me di medía vuelta y lo dejé en su mundo perruno que solo Cristian lograba entender, fui hasta la mesa, me senté y comencé a comer. Al poco tiempo Cristian salió de tomar su aseo y se sentó a la mesa y de inmediato el perro se levanto y tomó su lugar, Cristian le colocó la comida y este comenzó a comer. - ¡Solo te obedece a ti! ¡Qué gran detalle! - ¡Yo tampoco lo entiendo enfermero! Me imagino que a medida que se acostumbre a tu presencia también te obedecerá, mientras tanto no dejes de intentarlo - ¡Seguiré tu consejo! – Terminé de comer y me quede sentado pensando mientras Cristian continuaba comiendo colocando grandes cantidades de comida en la boca y tragando apresuradamente, recordé que no había tenido chance de desayunar - ¿Hambriento Vaquero? – Pregunte mientras lo observaba - ¿Tu qué crees? – Sonreí y seguí en silencio por unos minutos mientras él devoraba el plato de comida velozmente - ¡Supongo que me tocará dormir en tu sofá, vaquero! - ¡Supones bien! ¡Ni sueñes que dormirás conmigo! – Entonces me eche a reír - ¡Estás loco, No dormiría contigo ni por un millón de Euros en billetes grandes! – Comenzó a reír con la boca llena de frijoles y los labios sucios - ¿Por qué estás tan contento? – Pregunté lleno curiosidad - ¡A pesar que el día estuvo lleno de sorpresas, no regresamos con las manos vacías Enfermero, y eso es bueno, todas esas armas nos serán útil para el viaje, y si sabemos organizarnos quizás ganemos algo más que la simple la gloria de vengar nuestras familias - ¡Tienes razón vaquero! Estuve pensando en la mujer y creo que nos arriesgamos demasiado trayéndole hasta acá, ¡Puede que si sea una terrorista y que ese uniforme solo fuese un disfraz para poder volar con el cargamento de armas haciéndolo pasar por medicinas! - ¡Supuse lo mismo John, pero como bien dijiste, debemos esperar a que despierte, espero que sea pronto, en todo caso servirá para hacer los oficios que necesitamos en aquí mientras nos preparamos! – Alegó mientras me guiñaba un ojo - ¡Yo también espero lo mismo! – Cristian se levantó de la mesa, abrió la puerta a Roco para que saliera a hacer su trabajo y luego se despidió - ¡Feliz Noche Enfermero! Espero disfrutes de tu sofá – Soltó una risa sarcástica y se marchó. Personalmente me sentía más preocupado el saber de dónde rayos había sacado tantas armas esta mujer y hacia donde se dirigía, solamente alguien con acceso a los depósitos de algún ejército podría haber obtenido los explosivos. Me acerqué a la cocina para tomar un vaso con agua del recipiente que estaba sobre el mesón, tomé la foto de Kate que estaba en mi bolsillo y me recosté en el sofá a mirarla, recordé todos los momentos que había vivido junto a ella y que a pesar del tiempo que había pasado aun podía sentir que ella estaba a mi lado, la extrañaba muchísimo, el amor que sentía por ella se había convertido en nostalgia, sabía bien que reconstruir mi vida iba a ser otro reto que debía asumir, debía olvidar el pasado y comenzar a buscar en mi interior esa fuerza que te impulsa a un nuevo comienzo, esa fuerza que te hace mirar hacia delante con la frente en alto y demostrar de que estás hecho, que la felicidad que viví junto a ella podría regresar a mi vida aun cuando ella estuviese en presencia de Dios, de vez en cuando echaba un ojo a través de la ventana y miraba el cielo, temía que este viaje se convirtiera más en una pesadilla que en una hazaña, y por los acontecimientos del día, más rápido de lo que podíamos imaginar, de seguro ya se ha emprendido una búsqueda para encontrar ese avión que se estrello y si los terroristas llegan a dar con este refugio antes de que podamos estar listos será el fin de esta historia. El otro lado del asunto era que podrían resultar aliados y eso resultaría de gran ayuda, contaríamos con gente dispuesta a emprender el ataque, sumando las personas que reclutemos en las pasadas por los pueblos que aún quedan en pie, tendríamos una ventaja abrumadora.

Aun continuaba tendido en el sofá pensando cuando de pronto escuche un fuerte golpe seguido de un grito que venía de la habitación de la mujer, me levante rápidamente y me dirigí a ver qué sucedía. Entre a la habitación y vi que no estaba en la cama, del otro lado se levanto un brazo - “Se cayó de la cama” - inmediatamente me acerqué para levantarla,  estaba despierta mirando el techo, seguí acercándome cuidadosamente para interponerme en su mirada - ¿Dónde estoy, que pasó? – Dijo con voz moribunda mientras le brotaban lagrimas de los ojo, supuse que estaba desubicada - ¡Estás a salvo, tuviste un accidente! – Le dijo mientras me inclinaba para cargarla y colocarla de nuevo en la cama, en ese momento entró Cristian a la habitación - ¿Qué Demonios está pasando enfermero? - ¡Despertó la invitada! ¿No se suponía que estabas dormido? - ¡Si, pero no pude hacerlo y estaba pensado acostado! – supe que las mismas preocupaciones que comenzaban a agobiarme estaban haciendo el mismo efecto en él. Intentaba levantar a la mujer del suelo pero ella había comenzado a reaccionar, entró en pánico y se resistía - ¡Suéltame! – Decía con ira, mientras movía los brazos y las piernas para evitar que la cargara pero cada vez que hacía movimiento el dolor que sentía por las heridas la detenía – ¡Quédate tranquila mujer, Te estás haciendo más daño del que tienes! – le dijo con voz fuerte - ¿Qué me paso, que me pasó en las piernas? ¿Dónde estoy? ¡Ayyy! ¡Me duele mucho! – Entonces Cristian se acerco y dejo que la mujer viera su enorme existencia - ¿Necesitas ayuda enfermero? – dijo con voz gruesa e intimidante - ¡No, estoy bien! – La mujer se quedo inmóvil por un segundo mientras asimilaba el tamaño de aquel hombre que acaba de ver - ¡No me hagan daño por favor, se los suplico! – Dijo entre un llanto y comenzaba a colocarse en posición fetal para evitar que la cargaran, las lagrimas habían bañado todo su rostro, me puse en pie y la mire como se retorcía y luchaba aun cuando ya no estaba intentando cargarla - ¡Se está haciendo daño señorita, está mal herida solo queremos ayudarla! – Ella volvió la mirada hacia donde estaba parado y comenzó a quedarse quieta, lloraba a la vez que se miraba las piernas y los brazos - ¿Qué me paso? – pregunto asustada, luego se pasó la mano por la cabeza y notó que había perdido el cabello - ¡Mi cabello! ¡Mi Cabello! ¿Qué le pasó a mi cabeza? – ¡Le repito, sufrió un grave accidente, debe quedarse tranquila de lo contrario se lastimara aun más! - ¿Dónde estoy? ¿Quién es usted? – Me llamo John y esa cosa horrible que viste hace un momento es mi amigo Cristian, no te preocupes, ¡No Muerde! – Entonces Cristian me miró entre cerrando los ojos - ¡No te creas que eres un Max Steel precisamente! – Entendía en gran parte el miedo de la mujer. Me agache justo al lado de ella - ¡Estará bien, ahora la voy a cargar para ponerla de nuevo en la cama, necesita descansar! – Ella me miro con los ojos bañados en lágrimas y quejándose por el dolor - ¡No me haga daño! - ¡Le prometo que no le haré daño! – esperé a que asimilara la situación y cuando estuvo más tranquila la cargue y la coloque de nuevo en la cama, Cristian estaba parado justo en la puerta recostado en uno de los parales que formaban el marco con los brazos cruzados, la mujer lloraba inconsolablemente, se miraba los brazos mientras los acariciaba, quería hacer lo mismo con sus piernas pero el ardor de la piel al sentir el contacto con las manos se lo impedía haciendo que su llanto fuera más grande, Coloque mi mano en su frente y note que tenía lago de temperatura - ¡Debe calmarse, señorita, no le hace bien! – Entonces ella vio que tenía una venda que la envolvía completa justo debajo de los senos, se toco el costado y vio que también estaba herida en esa parte, miro la punta de sus dedos y notó que estaban húmedos de sangre, echo la cabeza a un lado y volvió a desmayarse. - ¡Santo Dios! ¿Qué le hiciste enfermero? - ¡Nada Vaquero!, ya sabía que se desmayaría otra vez, ha perdido sangre y está muy débil - ¿Necesita Comer? - ¡Aun no! esperemos a que despierte nuevamente, debe beber agua y esperar un rato, no sabemos si sufrió lesiones internas. – ¡Entiendo! Nos quedaremos aquí por si vuelve a despertar - ¡Si, eso haremos vaquero! – di la vuelta hasta donde estaba Cristian y me senté en el suelo justo al lado de la puerta, estaba comenzando a sentir cansancio, Cristian fue al comedor y trajo una silla y la colocó del otro lado de la puerta y se sentó colocando sus pies encima de la mesa de luz que estaba al lado de la cama - ¡Esta será una larga noche enfermero! Esperemos que esté más cuerda cuando despierte otra vez - ¡Espero lo mismo, al parecer está sufriendo una laguna mental! ¡No recuerda nada! - ¿Una Laguna mental? ¡Yo diría que se le inundo la azotea enfermero! – Dijo riendo y rascándose la barriga, luego recostó su cabeza contra la pared y comenzó a ver el techo, notó que debido a la luz que emitía la lámpara, se hacían sombras en el techo, levantó una mano y comenzó a colocarla en distintas posiciones para que las sombras tomaran forma - ¡Definitivamente estás loco vaquero! - ¡Te aseguro que estoy más cuerdo que tú! – La mujer comenzaba a mover la cabeza de un lado a otro, nos quedamos en silencio por un segundo mientras la vigilábamos, pero pronto se quedó tranquila y siguió durmiendo - ¿Está Soñando? - ¡Eso parece vaquero! Totalmente normal, y buen síntomas además, significa que su cerebro no tiene lesiones - ¡Es hermosa! ¿No lo crees? – Sí, lo es, muy atractiva, esperemos que sus heridas no le dejen malos recuerdos permanentes en la piel - ¡Tengo algunas plantas medicinales en el huerto, creo que podemos hacer algo para ayudarla! – ¡Esperemos vaquero!, si esta mujer es terrorista creo que tendrás que hacer un gran hueco en tu huerto para enterrarla - ¡Ciertamente enfermero, tendrás que hacerlo tú mismo, fue idea tuya traerla! - ¡Sabia que me echarías la culpa! - ¡No veo nadie más aquí y dudo que Roco hiciera semejante estupidez! – ¡Está bien vaquero, está bien, yo haré el hueco! – Pasamos las horas discutiendo el destino de la mujer durante toda la noche, incluso acordamos disecarla en el patio para que Roco la usara de baño en caso de que resultara ser terrorista. El sol comenzó a mostrar sus primeros rayos que se colaban por la ventana principal de la casa hasta llegar al pasillo, me puse en pie y fui hasta la entrada de la casa, abrí la puerta y una fuerte brisa entro, el clima estaba frio, a pesar del sol la temperatura era de unos 15º aproximadamente, eche un ojo por los alrededores de la casa en busca de algo fuera de lo normal pero no vi nada, me senté al borde del suelo de madera con las piernas cruzada y con la vista hacía la tierra que se encontraba más allá del suelo de madera, vi una hilera de hormigas que cargaban hojas descomunales sobre su espalda y las llevaban de forma ordenada hasta su nido, parecían que a pesar de la adversidad y los obstáculos que se encontraban en el camino la determinación que tenían por llevar comida al nido les llenaba de energía, técnicamente imparables, definitivamente había una fuerza muy dentro de estas pequeñas criaturas que las movía, la misma fuerza que irradia en lo profundo de nuestras almas cuando sentimos la necesidad verdadera de alcanzar un logro, ese impulso que te lleva a cometer locura, a arriesgarnos, a exponernos más allá de nuestros límites y de lo que proyectamos como seres participes de una sociedad saturada de obstáculos que la simple cotidianidad nos planta como imponentes y en ocasiones imposibles de alcanzar. Se me repetían los pensamientos que tenía mientras estaba en el sofá viendo la foto de Kate solo que ahora tenía presente que todo se había marchado, ya no había sociedad a la que rendir cuentas, ya no había obstáculos, solo la simplicidad de la situación y la esperanza de que las decisiones que estábamos a punto de tomar nos diera la victoria ante la debacle ocasionada por estos terroristas, la lucha por recuperar el orden que existía anteriormente había activado esa fuerza inexplicable en el fondo de mi ser, la sentía como un milagro, como algo que comenzaba a nacer y a crecer con cada minuto que pasaba.

Cristian se acercó hasta donde estaba sentado y notó que mi mirada estaba fija en aquellas hormigas - ¡Es sorprendente como pueden cargar 10 veces su proprio peso! – levante mi mirada para dirigirla hacia donde estaba él – Si, ¡precisamente en eso pensaba, vaquero! – Esta situación nos está llevando a realizar cosas que nunca hubiésemos hecho, puedo sentir motivación cuando me planteo la batalla que estamos por emprender – Yo también lo siento así vaquero, debemos alimentar ese impulso y al igual que esas hormigas, debemos trabajar unidos y organizados para poder vencer, ¡Es una obligación vencer! La derrota no es una opción – ¡Tienes razón, enfermero! - ¡Ahora que tenemos algo de calma!, ¿Podrías explicarme de donde rayos sacaste esas armas que tienes allá atrás? – ¡Larga Historia Enfermero!, en resumidas cuentas las fui recolectando en el pueblo, las tomaba de terroristas abatidos por militares aliados, los mismos militares aliados que cayeron en combate, fue lento y asqueroso, pero sabía que tenía que hacerlo - ¿Militares aliados? – Si, ¡los aliados! ¿Qué te sorprende de eso? - ¡Pensé que no había militares aliados por esta zona!, la base de donde vengo se había negado a la lucha porque sus hombres no eran suficientes y tampoco tenían las armas para hacerlo, apenas algunos fusiles - ¿estás seguro de eso? - ¡Totalmente seguro, vaquero!, cuando llegué a la base en busca de apoyo dijeron lo mismo que tú aquella noche: ¡Estás Loco! - ¡Vaya enfermero! Realmente acerté – La sonrisa que se dibujaba en el rostro de Cristian era contagiosa, su buen humor me daba ánimos y me imagino que a él también. - ¿Cómo estaba la mujer? - ¡La dejé acostada, enfermero, sin novedad! - ¡Excelente! Eso nos dará tiempo de hacer algunos planes - ¿Cuáles planes, enfermero? Te recuerdo que no podemos movernos hasta que no sepamos qué hacer con ella - ¡Tienes razón! Pero me refería a planes de estadía, debemos diseñar otra cama para mí, no pienso repetir este tipo de noche por mucho tiempo - ¡Son mucho más cómodas que las noche en la pradera! – ¡De eso no hay duda vaquero! ¿Qué propones? – Propongo que comencemos a subir lo que dejamos en el camión, luego veremos la otra cama – lo había olvidado por completo, ¡Andando! - ¿Andando? Yo primero voy a comer – soltó una risa irónica, se dio media vuelta y se dirigió a la cocina para llenar con comida su barriga – Eres un caso único ¿Solo piensas en comer? – le dije al mismo tiempo que se alejaba pero me ignoró totalmente. Una vez dentro me dirigí hacia la habitación de la mujer, vi que había cambiado de posición y que se acariciaba las piernas cuidadosamente y arrugaba la cara mientras lo hacía, Golpeé la puerta a propósito para ver si abría los ojos pero no sucedió nada, siguió durmiendo. – ¡Creo que es hora de que despierte, enfermero! – Se escucho la voz de Cristian que venía desde la cocina – ¡Tienes razón, vaquero! ¡Necesitamos respuestas! – fui hasta el baño para asearme y cuando termine entré a la habitación de la mujer nuevamente, estaba acostada de medio lado viendo hacia la puerta, con la mirada fija hacia el pasillo con los ojos bien abiertos, me acerqué un poco para verificar que no fuera otro shock pero cuando di el primer paso ella levanto la mano en señal de saludo - ¿Está consciente? – pregunté sabiendo que si lo estaba - ¡Sí! – Contesto con una voz suave y dulce, la luz del sol que entraba a la habitación iluminaba sus ojos haciendo que el color café se convirtiera en miel, sus facciones era refinadas y a pesar de la inflamación que tenía en las heridas y las quemadas se notaba lo esbelta que era. Tome la silla que había dejado Cristian en la habitación y la coloque al lado de la cama y me senté junto a ella. Coloqué mi mano sobre su frente para verificar su temperatura, ella tomo mi brazo a nivel de la muñeca, me miro fijamente con algunas lágrimas en sus ojos y dijo con palabras entre cortadas: – ¡Gracias por salvarme! - ¡No me des gracias aún! ¡Tienes muchas cosas por explicar! – Bajó su mano suavemente mientras asentía con su cabeza - ¡No somos terroristas!, si eso es lo que crees - ¿Cómo sabes que es lo que creo? – Le dije mientras revisaba la herida que tenía al costado y las quemadas que tenía en sus piernas - ¡Cualquiera lo pensaría, sr John! - ¡Recuerdas mi nombre! ¡Eso es un progreso! Ya sé que estás bien de la cabeza y no tendrás excusas,  ¿Cómo te llamas? – ¡Raishell y, no busco poner excusas! – Excelente Raishell, ¿Cómo sabes que no soy un terrorista, Raishell? - ¡Evidentemente ya me hubieras asesinado, John!, Además, ¡No tienes cara de terrorista! – me dijo mientras intentaba sentarse en la cama para examinar sus piernas con más detalles. Cristian entró a la habitación, se quedo mirando por un segundo a Raishell y frunció el seño mientras se acerco diciéndole con voz fuerte - ¡Sin Rodeos!, ¿De dónde vienes, hacia dónde vas y porque rayos tienes media tonelada de armamento en una caja? – Ella dejó de examinar sus pierna y se incorporó en la cama mirando a Cristian, se notaba el miedo en sus ojos - ¿Tienen la caja? – Preguntó asombrada – ¡Ese no es el punto! ¡Respóndeme! – Dijo Cristian con voz agresiva – ¡Somos de la rebelión! Íbamos en una misión de apoyo hacia un refugio que estableció hace unos meses al norte, algo pasó con uno de los que viajaba con nosotros - ¿Algo pasó?, ¡Eso no suena muy cuerdo que digamos! – Exclamó Cristian mientras se acercaba intimidando a la mujer, yo permanecía sentado en la silla de brazos cruzados mirando y prestando atención a los detalles – ¡No lo conocía! Se suponía que él nos daría las coordenadas para llegar al refugio, al parecer resulto ser un infiltrado y uno de mis compañeros lo descubrió, luego se presento una riña, comenzaron a oírse disparos, yo estaba en la cabina hablando por radio cuando el avión explotó, nos precipitamos y solo recuerdo que había fuego y que intente escapar porque sentía que me quemaba – ¡Mas te vale que sea la verdad! ¿Para que las Armas? – ¡Ya te lo dije! – Grito Raishell mientras comenzaba a llorar – Iban al refugio, los sobrevivientes se están agrupando para planear el ataque al estado terrorista –  Me levante de la silla le di la espalda a la mujer para hacerle señal a Cristian para que la dejara un rato, había sido suficiente para darle la bienvenida. Se acerco a la mujer y puso su rostro justo en frente al de ella y con voz amenazante dijo: - ¡Si lo que dices no es cierto, date por muerta! – Luego se alejó bruscamente y salió de la habitación, ella lloraba con sus manos sobre su rostro desconsoladamente mientras hablaba - ¡No sabíamos que era un terrorista! ¡No lo sabíamos! -  Me acerque hasta la cama y aparte sus manos de su cara mientras ella continuaba llorando - ¡Intenta calmarte un poco! ¡Aun estás débil y podrías desmayar otra vez! – Ella levanto su rostro bañado en lagrimas y me miro fijamente - ¡No sobrevivió nadie! ¿Cierto? – le dije que no moviendo mi cabeza, se volvió a acostar en posición fetal y siguió llorando. Salí de la habitación, cerré la puerta y fui hasta donde estaba Cristian - ¿Refugio? ¿Sobrevivientes? – Me pregunto mientras se rascaba la cabeza, yo tampoco podía entender nada de lo que dijo Raishell, los pueblos por donde pase mientras viajaba estaban devastados, no quedaba nada al menos en la frontera con Polonia, el pueblo más cercano a este bosque esta desolado y Cristian lo sabe - ¡Tal Vez viene de la frontera! - ¿Polonia? ¡Pero si de ahí vienen los bastardos! ¿Recuerdas que comenzaron los ataques en Krinki? - ¡Es lo único que se me ocurre, Vaquero!, que estén huyendo desde el oeste como nosotros y que el refugio del que habla al norte este cerca de Latvia, sabemos que Lituania se negó a colaborar desde el principio, lo que significa que los sobrevivientes debe estar subiendo desde el sur con apoyo de los Ucranianos y se van a encontrar ahí para contraatacar - ¡Probablemente sea así enfermero!, pero prefiero escucharlo de su boca, ¡Los cuentos a medias me aburren! – Démosle algo de espacio para que asimile lo que está pasando, al menos sabemos que no es terrorista y que podemos estar tranquilos – Le di una palmada en la espalda a Cristian mientras él tenía la vista perdida en el horizonte, contemplaba las montañas que había esculpido en la puerta de su casa - ¡Vayamos por las cosas de la caja! Necesitamos ponernos en marcha más rápido de lo que pensé, enfermero - ¡Pensé que comerías algo primero! – El me miró y sonrío mientras echaba un ojo a la cocina - ¡Tienes razón, comamos algo primero y démosle algo a tu amiga! – ¿Mi amiga? ¡Acabamos de conocerla! – ¡No me vengas con cuentos, enfermero, te vi como la mirabas mientras dormía!, además es atractiva ¿Qué tiene de malo que te guste? - ¡Estás loco, vaquero! – ¡Ya lo sé, vayamos a cocinar! - ¿La gente de Minsk esta migrando a Latvia? - ¡Cállate, Enfermero, Me quitas el hambre! - ¡Perdón! -.

Nos acercamos a la cocina y comenzamos a preparar lo que supuestamente era el desayuno: Carne Ahumada con algún tipo de pan que Cristian se había ingeniado, se podía escuchar como los llantos de Raishell atravesaban la pared - ¡Creo que tienes que hablar con tu amiga, Enfermero! - ¡No puedo quitarle el dolor, vaquero! Deja que se desahogue, pronto estará bien, iré a tu huerto a buscar algunas hojas de aloe que vi para prepararle un ungüento para las quemadas, ese dolor si lo podemos aliviar - ¡Correcto, Enfermero! ¿A qué dolor pensabas que me referías? - ¡Pues creí que…! – ¿Ves que tengo razón? ¡Ya te estás involucrando, debilucho! – Sigue cocinando, vaquero, el hambre te está haciendo pensar demás – Cristian soltó una carcajada burlándose, le di la espalda para ir por el aloe del huerto, comencé a pensar que tal vez era a él que le gustaba la invitada puesto que yo aun tenía sentimientos encontrados por Kate, su recuerdo no me dejaba avanzar con el corazón. Tomé el aloe y algunas hierbas y entre nuevamente a la casa, Cristian ya tenía todo el desayuno servido, deje las hierbas sobre el mesón y tome el plato con comida y lo llevé a Raishell, ella estaba sentada al borde la cama con las manos en la cara, aun lloraba. – Siento mucho lo que sucedió, pero debes ser fuerte, no podemos hacer nada para cambiar el pasado y, si te sirve de consuelo, también nosotros perdimos a nuestras familia – Ella levanto su rostro y secó sus lagrimas con su brazo – Mi hermano era el piloto del avión – Aquellas palabras me hicieron sentir un frio que recorrió desde mi garganta hasta la boca de mi estomago, no supe como consolar eso, había visto la osamenta del piloto totalmente quemada en la nave, pero por la situación nunca habría imaginado que eran familia, imaginé que podría ser algún sargento de la Fuerza Aérea de Polonia, La observe fijamente mientras ella volvía a colocar las manos en el rostro – Cristian perdió a su hijo y a su esposa, yo perdí a mi esposa, nos dolió mucho y sufrimos con todo esto, pero tomamos una decisión y aquí estamos, señorita, con la frente en alto – ella volvió a destapar su rostro y levantó su mirada hacia mí - ¡Solo tenía 18 años! El quería participar en esto para vengar a nuestros padres, también fueron asesinados al igual que muchas de las familias de los refugiados que están el campamento hacia dónde nos dirigíamos. ¡Me han arrebato todo lo que tengo! – Sus lagrimas no paraban de brotar, el dolor que sentía era desgarrador y yo lo sabía, ya lo había vivido también – Intenta calmarte un poco, aquí tienes algo para comer, necesitas recobrar fuerzas, iré a preparar algo para esas quemadas y regresaré. ¡Intenta comer! Y no te asustes por mi amigo, la situación justifica su forma de ser, pronto verás que no es malo. Ahora, con referente a lo feo no te prometo nada -  Ella soltó una risa corta entre su llanto mientras secaba sus ojos nuevamente con su brazo, salí de la habitación y fui hasta la cocina para preparar el ungüento.

Cristian estaba de espaldas a la puerta de entrada con el dedo índice en su boca para indicarme que no hiciera ruido, me quede paralizado y escuche a lo lejos los ladridos de Roco, lo hacía con rabia y gruñía, me agache y caminé en cuclillas hasta la puerta y luego hasta la ventana, eche un ojo pero no pude ver nada fuera de lo normal, se seguía escuchando el ladrido de Roco pero no lo podíamos ver porque estaba más abajo en el sendero, de pronto se escuchó un gruñido grave y espantoso - ¡Es un oso! – Grito Cristian mientras corría hasta su habitación para buscar el arma. Abrí la puerta de la casa y fui hasta el otro lado donde había dejado mi arma mientras que Cristian comenzaba a bajar por el sendero a toda velocidad, tome mi arma y salí corriendo detrás de él, no avance mucho cuando pude ver a la Descomunal Bestia lanzado zarpazos para alejar el ataque que Roco le había planteado, Cristian estaba a un lado del camino parado sobre una roca esperando el momento en que Roco se hiciera a un lado para disparar, me coloque sobre mi rodilla derecha y apunte, Roco se había lanzado sobre el lomo del oso y había logrado morderlo alrededor del cuello por la parte de atrás pero el oso se sacudía ferozmente y el perro parecía más bien un pedazo de trapo que colgaba del cuello del animal, de pronto con un movimiento rudo el oso logró deshacerse del perro lanzándolo a un lado, apreté el gatillo lo más rápido que pude al mismo tiempo que Cristian, las dos armas sonaron simultáneamente como si hubiésemos ensayado el acto. El oso se paró en sus patas traseras emitiendo un Gruñido, dio algunos pasos y cayó al piso y nuevamente volví a disparar, esta vez Cristian tardó un poco más pero sin dudar volvió a disparar. Nos quedamos quietos por unos minutos mientras el oso se revolcaba en medio del camino con agonía, Roco estaba tirado al otro lado del sendero cerca de un matorral emitiendo chillidos de dolor, parecía estar mal herido, Cristian bajo de la roca aun apuntando hacia el oso y comenzó a acercarse y cuando estuvo a poco menos de un metro disparó nuevamente justo a la cabeza del oso, la bestia emitió otro gruñido y quedó inmóvil en el lugar, yo seguía agachado apuntando al oso y esperando a que no se moviera nuevamente, Cristian miró hacia el matorral y divisó a Roco, fue corriendo hasta donde estaba y lo tomó en sus brazos. Me levante con la cabeza agachada, sabía que probablemente sería el fin de Roco, la manera como el oso se lo sacudió de encima de seguro había fracturado muchos huesos del perro que nuevamente salvaba la vida de su amo y la mía, vi que Cristian me pasó por el lado a toda prisa camino a la casa – ¡Vamos Enfermero, te necesito, aun respira! – Dijo con voz quebrantada, levante la mirada hacía el oso por unos segundos para cerciorarme qué estuviese bien muerto y luego subí hasta la casa para ayudar a Cristian.

Cristian estaba agachado en medio de la sala donde había colocado al perro - ¡No te Mueras amigo, no me dejes! – Gritaba desesperado – ¡Ayúdame, Enfermero! ¡No lo dejes morir! – Decía con lágrimas en sus ojos mientras colocaba su enorme mano sobre una herida que tenía en el lomo el perro por la que derramaba mucha sangre, me acerqué hasta donde estaba y comencé a tocarlo para ver descartar que estuviese fracturas - ¡No quites tu mano de ahí, vaquero!, colócalo sobre un costado -  Tenía la espalda rota a la mitad, en la lucha había perdido el calzón que le tapaba el ojo dañado y había comenzado a sangrar nuevamente por esa herida - ¡Vas a estar bien, Vas a estar bien! – Le repetía al oído mientras hacía presión sobre la herida del lomo, Roco estaba literalmente rebanado, las garras del oso había pasado por todo su cuerpo dejando carne expuesta en algunos lugares y rasguños profundos por los que perdía sangre, de pronto Cristian se levantó y se quito la camisa que llevaba y la colocó sobre el ojo que había perdido anteriormente, intentaba reparar los daños pero se notaba que no sabía qué hacer, volvió a hacer presión sobre el lomo mientras dejaba caer lagrimas sobre su amigo fiel, Roco chillaba de dolor, yo había ido hasta el patio para buscar algunas tablas que estaban allí para inmovilizarlo y cuando volví me pare en la puerta y vi que Cristian estaba sudando alocadamente, tenía el rostro empapado en llanto, levanto su mirada para verme - ¡No lo dejes morir! – Me dijo quebrantado de dolor, me acerque al perro y vi que respiraba con fatiga, coloque una tabla por debajo y la otra por arriba de manera que quedará fijo sin poder doblarse, tome el cinturón de mi pantalón y lo pasé alrededor para sostener las dos tablas y con la franela de Cristian lo envolví para dejarlo totalmente inmóvil, chillaba adolorido, salían gotas de sangre de su nariz, lo que indicaba que sangraba internamente, su lengua se había tornado pálida y jadeaba acelerado, Cristian se había puesto en pie a un lado para dar espacio, su cara de miedo bañada en lagrimas me partían el alma en dos, no sabía cómo decirle que no aguantaría mucho y que tendría que despedirse del valiente Roco - ¡Dime que va a estar bien, enfermero! – lo mire un segundo directo a los ojos mientras terminaba de tapar la herida del lomo con un trozo de la camisa que había cortado, moví mi cabeza de un lado a otro diciéndole que no, entonces coloco sus dos manos sobre su cabeza y comenzó a llorar mientras caminaba de un lado a otro, Raishell había escuchado todo el drama y se había asomado al pasillo, estaba recostada de la pared y observaba el cuadro con cara de tristeza, enmudecida. Cristian salió de la casa corriendo tomando el cuchillo de trincheras que siempre llevaba en su cintura y se dirigió hacía el oso, se abalanzó encima del enorme animal y comenzó a apuñalarlo repetidas veces mientras lo maldecía gritando, salí detrás de él para tranquilizarlo aunque estaba consciente que poco podía hacer para detener a mi enorme amigo. Llegué hasta el lugar y me pare a un lado a mirar como apuñalaba al oso mientras la sangre salpicaba por todos lados bañándolo completamente. - ¡Eso no va a solucionar Nada, Cristian! – Pero no me escucho y siguió hasta que se quedo sin fuerzas, había desgarrado casi toda la carne de la espalda del oso y por ultimo lo golpeaba con sus puño ya casi sin aliento - ¡Maldito, Maldito, Maldito! ¿Por qué lo mataste, Maldito? – Le gritaba llorando inconsolable - ¡Era todo lo que tenía, John, Era todo, ayúdame por favor! – Sentía como el corazón se frenaba en el pecho y se me hacía el mismo nudo en la garganta que sentí cuando perdí a Kate, solté lágrimas mientras me agachaba para abrazar a Cristian que ya se había quedado sin fuerzas y lloraba encima de lo que había quedado del oso - ¡Andando, Vaquero!, Roco, ¡te necesita! – siguió su llanto por algunos momentos más tendido sobre la bestia, luego se levanto todo ensangrentado, bañado en sudor y llanto, puso su enorme brazo sobre mis hombros para sostenerse, dio unos pasos tambaleantes, se detuvo y terminó abrazándome y llorando sobre mí, lo abrace lo más fuerte que pude, aunque mis brazos no alcanzaban a envolverlo completamente, mi cuerpo pudo sentir el descomunal peso de Cristian mientras intentaba sostenerlo en pie, estuvimos un rato largo ahí hasta que logró recobrar el aliento y luego fuimos hasta la casa para ayudar a Roco.

Raishell había salido de su habitación y se había sentado justo en frente de Roco, estaba inclinada acariciándolo mientras el perro daba sus últimos respiros, Cuando Cristian entró a la casa el perro volteo la cabeza buscando la mirada de su mano, jadeo un par de veces más lloriqueando y dejó de respirar, parecía que había logrado despedirse de su amo, Cristian se tiro en el piso justo al lado del perro y lo cargo al igual que se carga a un bebe, Cuando Raishell vio el estado en que se encontraba Cristian dio un brinco en la silla en donde se encontraba, se puso la mano en la boca y me miro, le hice señas para que se quedara tranquila pero estaba impactada, se levanto lentamente y como pudo se alejo de la escena. Yo seguía parado en la puerta de la casa mirando como Cristian acariciaba a su amigo - ¡Fuiste un guerrero amigo, Jamás te olvidare! – Le dijo con lágrimas mientras en ponía en pie para salir  de la casa con Roco en sus brazos, me aparte de la puerta abriendo camino y él se dirigió hasta la parte trasera de la casa para hacer el entierro de Roco. Pasadas algunas horas Cristian Volvió a la casa en peor estado, se había salpicado tierra encima mientras hacía el hueco para el sepelio, la tierra se había mezclado con la sangre y el sudor dándole un aspecto de Monstruo, llegó hasta el frente de la casa y me miro mientras yo estaba sentado en el borde del piso de madera escribiendo en la tierra con un pedazo de rama que había caído de un árbol, se dio media vuelta y fue nuevamente hasta donde estaba el oso tomó su cuchillo y lo limpió con su pantalón luego tomó el oso por una pata y comenzó a arrástralo por el camino hasta llevarlo a pocos metros del frente de la casa, quedé con la boca abierta al ver como arrastraba a la bestia con cara de ira y venganza, al menos debía pesar más de trescientos kilos. Soltó al oso justo debajo de un árbol, tomo una cuerda y la amarro a una de las patas traseras y lazó un extremo por encima de una rama del árbol y luego comenzó a jalar con todas sus fuerzas para dejar colgado al oso, pensé que no iba a poder y me levante rápidamente para ayudarlo pero levanto una mano para que me detuviera - ¡Esto es entre él y yo! – Exclamó mientras comenzaba a tirar con todas sus fuerzas de la cuerda, Mis ojos no podían creer lo que veían, estaba levantado a esa bestia descomunal sin ayuda de nadie. Al cabo de un rato terminó de colgar al oso, obviamente estaba exhausto y  de solo verlo ya me había cansado, tomó su cuchillo nuevamente y comenzó el proceso de quitar la piel y dejar expuesta toda la carne del animal - ¡Necesitas Ayuda, Vaquero! - ¡Estoy Bien! – La expresión en su rostro asustaba más de lo normal - ¡Iré por las cosas de abajo, traeré lo que pueda de a poco! - ¡Lleva el arma contigo! – ¡Está Bien, Vaquero! – pasé por detrás de él dándole una palmada en la espalda de consuelo, tome el arma que había dejado en el piso cuando regrese a la casa y emprendí el camino hasta el camión para traer las armas.

Raishell se había encerrado en la habitación nuevamente, debido a lo sucedido había hecho el esfuerzo de salir para ver que sucedía, imaginé que debió asustarse cuando vio a Cristian en ese estado pero yo sabía que esa pequeña caminata que había hecho de la habitación hasta la sala le había costado mucho, con el movimiento del cuerpo al caminar las quemadas que tenía sobre la piel suelen doler mucho y la costra superficial que se hace comienza a agrietarse dejando salir fluidos que segrega el cuerpo durante el proceso de cicatrización, de seguro debe estar arrepentida de haberse levantado, recordé que no tuve lugar para prepara el ungüento que le había prometido. Coloque una cantidad de explosivos considerable dentro de una especie de cesta que estaba cerca del Camión y comencé el trágico ascenso hasta la casa, caminaba despacio para evitar que se moviera el contenido de la cesta y a medida que subía comencé a pensar en el dolor por el que debe estar pasando Cristian, no es fácil perder al único amigo que tienes, no encontraba la forma de consolarlo, quizás si le preparo la cena lo anime un poco, después de todo no tuvo chance ni desayunar, pensé en lo duro que ha sido para él estar solo en este bosque a merced de todos estos peligros, antes me lo había imaginado, pero vivirlo en carne propia cambiaba la perspectiva de la imaginación, si lograba subir el sendero sin explotar en el camino, pensaba hacerlo descansar y encargarme de todo hasta que se sintiera mejor, la otra parte de la historia es que el acepte eso, por lo general le gusta mantener el control de las cosas y su carácter no es muy suave que digamos. Avanzaba a paso de tortuga lisiada por el sendero, tarde un poco más de una hora en llegar con el primer lote de explosivos y tomando en cuenta lo que había dejado abajo sabía que faltaban al menos cinco viajes más, Cristian ya había retirado toda la piel del oso y estaba esperando que subiera para abrir el lugar donde colocaríamos los explosivos, cuando me vio acercarme rápidamente paso por el costado del huerto y abrió nuevamente el depósito secreto, colocamos todo organizadamente e hicimos un cálculo a simple vista de la cantidad de explosivos que podíamos almacenar ahí - ¡Creo que con dos lotes iguales a este llenaremos esto! – Le dije mientras el miraba fijamente el almacén de arriba abajo - ¡Tienes Razón! Iré por un par de cestas más para que traigamos más cantidad, tardaremos un poco, pero ahorraremos descensos – Hablaba con una seriedad escalofriante, pero su mirada reflejaba tristeza, no me atrevía a decirle nada para no hacerlo sentir peor - ¡No te Preocupes, John! Sabía que más temprano que tarde sucedería esto – lo mire un momento, el colocó su mano sobre mi hombro y pronunció con voz quebrada - ¡Gracias por ayudarme! - ¡No me des las gracias, vaquero!, tu también has hecho bastante por mí, se que tal vez no pueda suplantar a Roco, ¡pero puedes contar conmigo para lo que quieras, hermano! – Él sonrió por un momento pero su mirada lo delataba, estaba quebrado por dentro - ¡Terminemos esto, enfermero! No quiero pasar el día entero cerca de estas cosas, lo que no entre acá lo llevaremos a la parte trasera de la casa, lo ocultaremos con la madera que está ahí - ¡Me parece bien, no podría imaginarte durmiendo con esto debajo de tu cabeza! – le dije bromeando pero obviamente no le causo mucha gracia, sentí que fue un intento fallido pero no desistiría en hacer que cambiara el ánimo. Luego de una par de horas terminamos de subir todos los explosivos y solo restaban las armas, pero el cansancio por todo lo que habíamos pasado en lo que iba del día ya comenzaba a dejarnos fuera de combate, llegamos a casa y el tomo agua de un recipiente grande que estaba a poca distancia del huerto y comenzó a quitarse toda la sangre y la tierra que tenía encima lo que fue un alivio ver como de espantoso regresaba a ser solo feo nuevamente, una vez terminado el baño se sentó en su silla colgante y comenzó a columpiarse para que la brisa secara el resto del agua que quedaba sobre su cuerpo mientras que observaba el paisaje de las montañas, lo dejé solo y fui hasta adentro para comenzar a preparar el ungüento para la mujer, cuando entre a la casa vi que ella se había sentado nuevamente en el sillón de la sala - ¿Qué haces acá? – ¡No me gusta el encierro! Prefiero estar rodeada de personas – Ya lo creo ¿Cómo están las quemadas? – ¡Están cómo se supone que deberían estar! ¡Quemada y ahora agrietadas! - ¡Lo imaginé! No debiste salir de la habitación, Prepararé el ungüento que te comente para que mejores, lo usaras 3 veces por día durante una semana y debes evitar moverte en exceso hasta que la costra que se forme en el exterior de las heridas este solida, de lo contrario no sanarás y podrías infectarte, no las toques, tampoco intentes quitar las burbujas con agua que se formaron - ¿Dolerá? – ¡No tanto como amputarte un miembro a causa de la infección y como ya viste Cristian no es muy sutil con el cuchillo! - ¡De seguro no dolerá nada entonces! – Levantó sus piernas y las estiraba cuidadosamente sobre el sofá, en ese momento Cristian entró a la casa, se detuvo justo en la puerta y echo un ojo por todos lados, vio a la mujer y luego me miró, volvió a mirar a la mujer y dijo con un tono triste - ¡Siento lo que pasó! No fue mi intención asustarte – Raishell tomó compostura sobre el sofá y seguidamente hizo un esfuerzo para levantarse cuidadosamente, avanzó unos pasos y se paró en frente de Cristian, tomó la enorme mano que triplicaba la de ella y dijo: - Gracias por salvarme la vida, señor Cristian ¡No sé cómo pagarles lo que han hecho por mí! – el bajo su cabeza para mirarla y asintió - ¡De nada, espero que a partir de ahora seamos un equipo, lo que viene no será fácil, pero daremos hasta el último suspiro para acabar con esos Bastardos! Saldremos ganando – Ella lo miro fijamente a los ojos y luego tendió sus brazos para abrazarlo, apenas alcanzó a cubrir su barriga, pero Cristian entendió que estaba tomando su palabra, luego me miro y me hizo señas para que me acercara, llegue hasta donde estaban parados y nos abrazamos los tres - ¡Seremos un equipo, tanto el uno como para el otro, un equipo que no se mueve si el otro no se mueve, no nos separamos nunca, no dejamos a nadie atrás, explotaremos al máximo esa fuerza que nos ha traído hasta este punto, esa fuerza que nos permite seguir respirando y que nos empuja hacia esa batalla, la que ganaremos así sea lo último que hagamos, “La Fuerza Interior” que fluye dentro de cada uno de nosotros.

Luego de unos momento afirmando nuestra convicciones y sellando el pacto que nos propusimos y que a partir de ese momento nos hacía un equipo, Cristian se dirigió a su habitación y Raishell volvió al sofá, yo mientras tanto terminaba de preparar el ungüento, unas vez lista la crema casera me acerque hasta Raishell para aplicarlo en sus heridas, ella arrugo su cara en señal de descontento por el olor pestilente que tiene el aloe fresco, parece cebolla descompuesta pero la cantidad de Yodo natural que contiene y sus propiedades cicatrizantes lo hacían el medicamento perfecto para combatir la infección y evitar que queden marcas en la piel - ¿Estás seguro que no dolerá? - ¡Te lo aseguro! Intenta quedarte quieta – unte mis dedos cuidadosamente con la crema y comencé a aplicarla por todo su cuerpo, cuando ella sintió el calor del yodo pensó que le iba a arder, hizo un mal gesto con su cara pero luego se dio cuenta que solo era algo de calor - ¡Tienes razón! No duele, pero huele a los mil demonios - ¡Si, es un poco desagradable el olor! Pero es efectivo - ¿Cómo sabes tanto? – Fui enfermero en el ejercito - ¡Eso lo explica todo entonces, señor enfermero! – dijo con voz picara mientras yo le untaba la crema por las piernas, aun seguía medio desnuda, había envuelto su cuerpo con la manta que estaba en la habitación, levante la mirada y vi que estaba observando el proceso con una sonrisa cariñosa en sus labio al mismo tiempo que arrugaba la cara cada vez que pasaba mis manos por las heridas más afectadas, me puse en pie mientras ella seguía mis movimientos con su mirada, tome un poco de crema en mi mano y la pase por toda su cara, lo que la tomó desprevenida - ¡Oyeee! ¿Por qué hiciste eso? – Porque tienes quemadas en la cara – dije mientras le pasaba los dedos por sus ojos para quitar el exceso de crema de sus parpados y permitir que pudiera ver, la sonrisa se transformado en una expresión de asco debido a la crema que había caído en sus labios, luego tome otro montón de crema y le llene toda la cabeza - ¿Es necesario allí también? – ¡De seguro! Te ayudara a recobrar el cabello, recuerda que acá no hay salones de belleza - ¡Eso ya lo sé! - ¡Tienes que esperar al menos una hora para que la crema penetre bien la piel y haga el efecto, luego podrás moverte! – Está Bien, John – ¡Esperaremos a que Cristian se recupere para que tengamos una conversación más a fondo sobre ese refugio del que hablaste! Necesitaremos toda la información posible con lujos y detalles para organizarnos mejor – Me incorpore y salí nuevamente de la casa para sentarme en la silla colgante. “Pobre Cristian” comencé a pensar nuevamente en lo sucedido mientras me columpiaba en la silla, no es fácil lo que le ha tocado, solo espero que lo supere rápido para que comencemos a prepararnos. Me preocupaba el tiempo que iba a tomar Raishell para recuperarse de sus heridas, las quemadas de ese tipo generalmente son conflictivas y en la mayoría de los casos hay que raspar la piel nuevamente al pasar de los días para que el cuerpo genere piel nueva, no le será fácil y el proceso es largo. Estiré mi pierna para darme impulso y continuar meciéndome, volteé hacia la ventana que tenía al lado y tope con la mirada de Raishell, estaba tendida sobre el sofá mirándome por la ventana, sus ojos reflejaban la tenue luz de las lámparas de kerosene, la miré fijamente por un momento y ella sonrió sutilmente con sus labio llenos de Áloe mientras tocaba la tela metálica que recubría la venta - ¿Tienes hijos, señor enfermero? – preguntó para romper el silencio que se había apoderado del lugar - ¡No! – Respondí dirigiendo mi mirada hacia el cielo para contemplar las estrellas que comenzaban a asomarse, del otro lado de la casa podía verse un ocaso precioso como nunca antes había visto, Cristian había escogido el mejor lugar del bosque para ubicar la casa. Subí mis piernas a la silla mientras continuaba meciéndose y me acomode con la cabeza tendida hacia atrás para continuar viendo el cielo - ¡Hace algunos años planeé tener hijos! Pero toda esta basura de situación no me dio lugar para comenzar – dije a Raishell que no había dejado de mirarme a través de la ventana – ¡Perdí a mi prometido hace algún tiempo! Él sencillamente quiso ser parte de todo esto y me dejo de lado. Salió en una misión de contraataque que se organizó en la frontera con Ucrania. ¡Nunca más supe de él! – ¡Lo siento mucho! - ¡No hay nada que sentir, señor enfermero! El escogió su camino – Yo continuaba viendo al cielo mientras escuchaba la voz de Raishell y me hacía una leve idea de la situación que estaba relatando, pero a pesar de eso no podía quitarme de la cabeza el relato del refugio, las armas, el avión y toda la historia recortada que me había contando, tome compostura nuevamente y la miré por la ventana - ¿Qué sucedió realmente? - ¿A qué te refieres? - ¡Al Avión, el Refugio, las armas! A eso me refiero – Ella guardó silencio por un momento sin quitarme la mirada de encima, tomó un respiro profundo y comenzó a hablar:

- Al igual que todos fuimos atacados por esos terroristas, comenzaron bombardeando al pueblo por aire y luego llegaron con tanques y vehículos militares con armas de alto calibre, Disparaban a todos lados, cualquier cosa que se movía era asesinado, incluyendo los animales. Eran muchos, cuando llegó la noticia de los ataques en la frontera con Ucrania mi padre tomó precauciones y en conjunto con algunos vecinos del pueblo hicimos un refugió debajo de la casa con un túnel que terminaba en las afuera de la ciudad, sabíamos que el apoyo militar no estaría disponible para defendernos porque habían sido enviados a hacer frente a los ataques al otro lado del país, demoró bastante hacerlo pero fue lo que nos salvó a mí y a mi hermano. Cuando comenzó el Bombardeo yo estaba en casa haciendo equipaje para emprender un viaje a Lituania para unirme a la universidad central, sabía bien que ellos se habían negado a colaborar militarmente con Polonia y se habían lavado las manos de la guerra, ahí estaría segura. Quería terminar mis estudios en telecomunicaciones que había comenzado en Kukle, no muy lejos de la frontera, los tuve que dejar por la evacuación. Mis padres tenían planes de migrar luego a Lituania y encontrarse conmigo y mi hermano para comenzar una nueva vida. Ese día nos tomó por sorpresa, las bombas comenzaron a caer repentinamente en el centro del pueblo y la gente enloqueció, comenzaron a correr buscando lugares para resguardarse, se dio la alarma de ataque pero ya el bombardeo había acabado con parte de la ciudad. Mis padres estaban allí haciendo las compras para celebrar una cena especial esa misma noche pero evidentemente no iban a regresar a casa, tomé a mi hermano y nos ocultamos en el refugio, pudimos escuchar desde lo profundo del suelo como la gente era masacrada y el horrible estruendo de las bombas al caer, los disparos de las armas nos dejaban ensordecidos. Los niños eran sacrificados en el medio de la calle, estuvimos ocultos toda el día, incluso en la noche los ataques seguían, yo estaba aterrada, no sabía qué hacer, tapaba mi cabeza con unas almohadas que mi madre había dejado en el refugio en caso de que tuviéramos que usarlo junto a otras provisiones. Al día siguiente la soledad y el silencio se habían apoderado de las calles, salimos cautelosamente del refugio para ver qué había sucedido, arriesgándonos a ser asesinados. ¡Te podrás imaginar el escenario! No quedaba nada, las calles estaban llenas de sangre y todo era una pila de escombros, algunas personas habían sobrevivido ocultándose en refugio iguales a los que habíamos hecho nosotros, pero no eran muchos, apenas ocho personas incluyendo a mi hermano y a mí. Nos organizamos y emprendimos el viaje a través del túnel hasta llegar a las afueras del pueblo, estuvimos a la deriva por alguno tiempo hasta que conseguimos un destacamento de civiles que venían del otro lado de Polonia huyendo de los ataques. Decidimos quedarnos ahí con ellos porque sabíamos que tendríamos más posibilidades si nos manteníamos en grupos. Durante todo este tiempo establecimos una comunidad, nos movíamos de un lado a otro evitando los ataques que se anunciaban por las noticias o que recibíamos por comunicados, entre nosotros había algunos militares retirados que mantenían el orden y planeaban las estrategia de movilización de la comunidad, nos fuero de gran ayuda. Hace algunos día llegó una noticia desde el este, que se había divisado un refugio al norte de aquí que está compuesto por civiles y militares, han recobrado fuerzas y planean un ataque al estado terrorista, el informante de esto dijo que tenía un contacto desde la capital de Polonia y que estaba dispuestos a suministrar armas, equipos y medicinas para llevarlas a ese refugio y complementar otro grupo que recientemente había llegado, esas son las armas que estaba en la caja. Se organizó el traslado en pocos días y emprendimos el viaje, yo me ofrecí de voluntaria para manejar la radio y mi hermano había aprendido a volar con unos amigos de mi familia, así que él también se ofreció, a pesar de que me opuse. El resto ya lo sabes, ese bastardo nos tendió una trampa, uno de los que viajaba con nosotros era militar y no sé como rayos logró enterarse del engaño y se presentó la riña dentro del avión. Lo demás ya lo comprobaste por tus propios medios, hubo un disparo y el avión comenzó a tambalearse, tomé la radio y comencé a pedir auxilio pero no alcance a terminar el llamado, el avión explotó y comenzamos a precipitarnos –

Estaba impactado con la historia que me había contado, no había quitado la vista de la mujer ni un solo segundo mientras escuchaba el relato, noté que era muy parecido a lo que había sucedido en mi ciudad y en la de Cristian, lo que me dio a entender que siempre usan el mismo modo de operación, algo poco usual tratándose de terroristas. - ¿Dices que en la caja había medicinas? – Le pregunte dudando de eso puesto que había revisado bien la caja y solo había explosivos y armas, a no ser que el compartimiento que se veía al fondo las estuviese ocultando -¡Si, no es mucho, pero lo suficiente para tratar heridas de bala, cortes y algunos medicamentos para la fiebre! – Personalmente revise la caja y solo había armas y explosivos, ¿Estás segura que había medicamentos? - ¡Te lo garantizo! Yo misma los puse en el fondo de la caja – esas palabras disiparon las dudas inmediatamente de mi cabeza, la mire con un semblante más relajado y le pregunté - ¿Están debajo de la tabla de Madera, Cierto? - ¡Si, pero no es una tabla cualquiera! - ¿A qué te refieres? – ¡Me refiero a que esa tabla contiene grabada la ruta que hay que seguir hasta el punto de reunión con el grupo en cuestión, además tiene las coordenadas que nos enviaron los informante con la ubicación exacta del cuartel de los terroristas! – No podía creer lo que estaba escuchando, mis ojos casi saltan de mi cara, Raishell pudo notar enseguida mi asombro - ¿Qué te sucede, John? ¡Estás pálido! - ¡Nada, es solo que de tanto mecerme me mareé un poco! – Le dije para disimular el asombro, literalmente un regalo del cielo. Armas, Medicinas y un mapa, como anillo al dedo. En lo que Cristian se entere de esto va a saltar de alegría - ¿Quiénes viajaban contigo a parte de tu hermano? - ¡El Bastardo que nos traicionó, un sargento retirado y el copiloto!, pero yo no lo conocía, había escuchado que era un veterano de la guerra fría, pero solo eso, ¿Por qué lo preguntas? - ¡Por nada! Quería saber si había algún tipo de plan entre ustedes, ¡tú sabes!, lo que tendrían que hacer cuando llegaran a la reunión – Ella me miro con cara de duda, pero realmente quería saber si había otro punto más que no hubiese tocado y que pudiera servir de ayuda para nuestros planes, a veces a las mujeres hay que sacarle las cosas con algunas estrategias.

Me levante de la silla y estire mi cuerpo, la noche había caído y comenzaba a hacer frio en el bosque, mire hacia la entrada de la casa y no pude ver a Roco echado al pie de la silla de Cristian y caí en cuenta que la conversación con Raishell me había hecho olvidar lo que había pasado algunas horas atrás, entre a la casa cerrando la puerta a mis espaldas y fui hasta el cuarto de Cristian, toqué la puerta una vez pero no pude oír nada y cuando me disponía a tocar nuevamente la puerta se abrió y detrás se divisó la gigantesca figura de nuestro amigo. Tenía los ojos hinchados por el llanto, verdaderamente la estaba pasando mal con la pérdida de su Roco, le di unas palmadas en el hombro para consolarlo – ¡Andando, Vaquero! Te prepararé un buen bistec de Oso con cebollas caramelizadas – El sonrió entrecerrando los ojos hinchados y salió hasta la sala y sentó en el suelo recostándose en el sofá donde estaba sentada Raishell, estiro las piernas a lo largo de la sala e inclinó su cabeza para atrás para mirar el techo - ¿Qué novedad tenemos, Raishell? ¿No quieres contarme algo sobre ti? – Preguntó Cristian con voz ronca, tanto Raishell como yo supimos de inmediato que había estado llorando todo este rato. - ¡Claro Grandulón! Ya  el enfermero John se entero de todas las cosas y las sorpresas que hay para esta nueva familia, ¿No es cierto Señor enfermero? – Entonces Cristian incorporo su cabeza y me miró - ¿Señor, Enfermero? ¿Señor, Enfermero? ¡Vaya! Menos mal que solo estuve ausente un par de horas – El humor había comenzado a regresar a nuestro enorme amigo, Raishell y yo comenzamos a reírnos y luego el soltó una risa - ¿De qué me perdí, “Señor Enfermero”? - ¡Una larga historia, Vaquero!, mejor comamos algo y en el transcurso de la cena te contare algo que te dejará boquiabierto – Raishell se inclino para verle la cara a Cristian mientras le ofrecía una sonrisa pero él estaba intentando imaginarse algo de lo que le había dicho y no había quitado su mirada de mí - ¡Más les vale que sean buenas noticias! Ya he tenido suficiente por hoy – ¡Oh sí!, ¡sí que lo son, Vaquero! – Le dije mientras cortaba algunas cebollas para comenzar a preparar la carne del Oso - ¡Por cierto, Tendremos que hacer algo para vestir a esta señorita! ¿Tendrás algo que podamos ajustar a la medida de Raishell, Vaquero? - ¡Tengo algo! ¡Y por lo que veo en ella, no tendrá que ajustar nada! – Raishell se sorprendió al escuchar eso al igual que yo y pregunto algo desconcertada - ¿Tienen ropa para mí? ¿Por qué rayos me han tenido casi desnuda todo este tiempo? – Yo miré a Cristian al mismo tiempo que él me miro asustado - ¡Tranquila, Señorita! Aunque tuviésemos un traje de gala para usted no podrías usarlo. Esas heridas se pegarían a la tela empeorando la situación, así que por unos días tendrás que dejar tu pudor guardado en la mesa de luz de la habitación porque hasta que no tengas una buena costra sobre esas heridas tendrás que andar tal cual estás ahora – Cristian suspiro y luego me guiño el ojo, por un momento pensó que ella tomaría el asunto por otro lado que de seguro nos habíamos ganado el primer problema con la nueva miembro de la familia. Supongo que también agradeció para sus adentros el que le aclarara el punto de la desnudez a Raishell.

La Cena estaba lista y servida, Cristian y yo nos acercamos a la mesa para iniciar la venganza en contra del oso, Raishell comería desde el Sofá para evitar que siguiera caminando. Ella interrumpió el inicio de la venganza para pedir que antes de comer hiciéramos una pequeña oración para dar gracias por todas las bendiciones que Dios nos había regalado durante este día, Cristian y yo nos Miramos Levantando los hombros en señal de ignorancia pero dispuestos a acatar aquella petición especial. – Ok, Cierren sus ojos, chicos, y repitan conmigo: Padre amado que estás en el cielo, te bendecimos eternamente, en esta hora te queremos dar gracias por todas las cosas que nos has dado en este día, en especial habernos permitido encontrarnos y formar esta nueva amistad la que ponemos en tus manos para que dirijas según sea tu voluntad, Bendice de forma especial este delicioso Oso con cebollas que preparó el Señor Enfermero y bendice a aquellos que no tienen como comer en esta hora para que de una u otra forma puedan hacerlo, en el nombre de tu hijo amado te lo pedimos. Amen -  Cristian y yo Abrimos los ojos y nos miramos y dijimos “Amen” al mismo tiempo, hacía algún tiempo que había dejado de pensar en Dios, pero sobre todo de pedirle algo, Raishell había tocado el lado sensible tanto de Cristian como el mío y sin duda alguna, con solo esa oración había tomado el control de la casa en ese sentido. Era de esperarse de una mujer, ellas siempre quieren tener el control de todo, eso me trajo recuerdos de Kate y me imagino que a Cristian también le traería recuerdos de su esposa e hijo.

Comenzamos a comer y a relatarle a Cristian la Historia que Raishell me había contado durante el tiempo que él estuvo en su habitación, como me supuse, él también quedó asombrado con todo lo que contó la mujer. La conversación se extendió por largas horas, yo conté lo que me había sucedido y Cristian contó su historia, soltamos lagrimas que luego fueron opacadas con risas que venían de bromas que hacíamos y cuentos graciosos que comenzamos a incluir en la conversación para hacer de la noche más amena. La armonía comenzaba a entrar al lugar después de un largo tiempo de acontecimientos desastrosos que habían hecho de nuestras vidas unas tragedias pero que por algún motivo el destino así lo había permitido aunque no supiéramos exactamente con que propósito, solo nos concentramos en pasarla bien y a conocernos un poco mejor. Ciertamente necesitaríamos eso más adelante, el camino que se nos plantaba al frente iba a requerir de todo tipo de luchas para ser superado.

La Madruga había avanzado, Cristian se había quedado dormido a los pie del sofá en donde descansaba Raishell, yo seguía sentado en el comedor pensando en cómo hacer para traer las Armas que habían quedado abajo sin tener que hacer varios viajes, me preguntaba qué tipo de medicamentos habría en la caja y si había alguno que pudiera usar para tratar a Raishell, aunque sea para acelerar el proceso de cicatrización. No podíamos darnos el lujo de contar los meses para la recuperación. Levante la mirada y vi que seguía recostada en el Sofá viendo el techo de la sala, estaba pensando en algo pero no tenía ni la más mínima idea de que, se notaba el cansancio en su rostro. Me levante de mi puesto en el comedor y me dirigí hacía el baño, la puerta del cuarto de Cristian estaba abierta y me llamó la atención echar un ojo. Empujé un poco la puerta sin entrar a la habitación para poder vigilar desde el pasillo que Cristian no me viera espiando entre sus cosas. Al igual que la habitación que me había dado solo había una cama que obviamente había diseñado a su medida y que era bastante ancha, un espejo justo en frente del lugar de reposo, un par de lámparas sobre las mesas de luz y una ventana que permitía la vista al huerto que estaba a un lado de la casa, también había algunas fotos de su esposa e hijo que colgaban en las paredes dentro de unos marcos hermosamente tallados a manos. Sin tomar en cuenta que la cama no tenía las sabanas estiradas, el cuarto estaba perfectamente ordenado, era evidente que le gustaba mantener todo bajo control. Eche nuevamente la mirada hacía la sala para cerciorarme que Cristian aun durmiera y vi que Raishell se había sentado en el sofá y contemplaba como dormía Cristian, se inclinó un poco y estiro la camiseta que llevaba puesta el gigante ya que se había enrollado hasta la altura de su pecho dejando la barriga descubierta, intento levantar cuidadosamente la mano que reposaba sobre su pecho para poder acomodar correctamente la camiseta y hacerle más cómodo el descanso pero cuando lo toco el gigante emitió un sonido muy similar a un cerdo, había comenzado a roncar lo que hizo que Raishell saltara del susto sobre el sofá, se tapo la boca con su mano para reír y evitar que el sonido despertara a Cristian mientras recobraba la compostura por el brinco que había dado. Observe todo el cuadro mientras permanecía parado en el pasillo, la madrugada estaba en su punto más oscuro lo que significaba que el sol estaba pronto a salir, Raishell se dio cuenta que yo estaba parado en el pasillo observando y me hizo señas con sus brazos para preguntarme si sucedía algo, le devolví la seña y le indique que todo estaba bien mientras daba media vuelta para seguir mi camino al aseo.

El sol comenzaba a mostrar destellos de luz brillante que se colaban a través de la ventana de la sala, me acerqué cuidadosamente para no interrumpir el sueño de Cristian y Raishell, abrí lentamente la puerta principal y salí de la casa cerrando la puerta de forma suave para no emitir ningún ruido, observé detenidamente los alrededores para comprobar que no había peligros, aun tenía clavada en la mente la Horripilante imagen del oso enfurecido arremetiendo contra Roco, obviamente las trampas de las que me había hablado Cristian aquel día habían sido burladas por el ingenio de la bestia, no me extrañaría que el episodio de ayer se repitiera solo que esta vez no teníamos al héroe para que luchara por nosotros y que probablemente nos tocaría hacerle frente con resultados que no serían tan buenos. Tomé un poco de agua que aun quedaba en el recipiente que está del otro lado de la casa para echarla en mi cara y refrescarme a la vez que espantaba el sueño que tenía por haber pasado la noche en vela pensando en cuanta cosa se me atravesara en la mente. Emprendí el descenso hasta el camión para comenzar a traer las armas hasta la casa, pase debajo del árbol donde Cristian había mutilado el oso y note que aun colgaba el mecate que había utilizado, lo tomé, hice un rollo y lo pase alrededor de mi cuello para llevarlo conmigo, de seguro sería muy útil. Iba bajando cuidadosamente y recordé que había dejado el arma que me había dado Cristian en la silla colgante, me detuve y regresé a buscarla, definitivamente no quería toparme con ninguna sorpresa durante el camino, llegué al frente de la casa nuevamente y vi que Cristian ya se había despertado y estaba parado en la puerta con los brazos tendidos sobre su cabeza, tenía el cabello alborotado al igual que su barba que al parecer había tomado la forma del piso quedando aplastada de un lado. - ¡Buenos Días, Vaquero! – le dije a medida que me acercaba a la silla colgante para tomar el arma mientras el comenzaba a estirarse bostezando al mismo tiempo - ¡Buenos días, enfermero! ¿A dónde ibas tan temprano? – Quería comenzar a traer las armas y la caja, tengo curiosidad por las medicinas que están en el compartimento, además quiero revisar ese mapa para comenzar a hacer planes para el viaje. Siento que pasan los días y no hemos avanzado mucho - ¡Tienes razón, enfermero! ¡Pero se te olvida un detalle! - ¿Cuál? – Tenemos una personita que no puede hacer más que dar unos cuantos pasos - ¡Precisamente por eso quiero ver la medicinas que hay en la caja! Tal vez podamos usar algo que la ayude a mejorar para que nos pueda ayudar con todo esto, además tiene que recibir entrenamiento de armas y defensa - ¡Creo que eso no será problema, enfermero! Se le nota que es inteligente, aprenderá rápido - ¡No hay duda de eso, vaquero! – tomé mi arma y me disponía a bajar nuevamente entonces Cristian dio unos pasos y dijo: - ¡Espérame, iré contigo! Voy por mi arma y nos vamos – lo miré un segundo y asentí con mi cabeza, el se dio media vuelta apresurando el paso y fue por el arma. Me quede parado al principio del sendero mirando por encima de la casa, el sol ya se había levantado y comenzaba a calentar el frío clima del bosque, el paisaje de las montañas era hermoso a cualquier hora del día, solo que esta mañana algo llamó mi atención. En la unión de las dos montañas que se veían en el horizonte había un valle, justo en medio del valle comenzó salir humo negro, parecía que salía de alguna chimenea formando un hilo que subía arremolinándose lentamente y que el viento se llevaba a media que soplaba en más fuerte en lo alto. Cristian venía saliendo por la puerta de la casa y vio que yo estaba embelesado mirando el paisaje, se quedó mirándome por un segundo extrañado y cuando estuvo a punto de decir algo levante mi brazo apuntando hacia las montañas, el volteó la mirada haciendo cara de aburrimiento – ¡Si, enfermero, ya sé que….! ¡SANTO DIOS, enfermero! ¿Qué es eso? – Quedó tan sorprendido como yo, nos quedamos parados por unos minutos viendo aquel humo negro que salía de entre las montañas, el silencio se había apoderado del lugar durante ese tiempo - ¡Sea lo que sea te aseguro que ese humo lo está haciendo alguien humano! - ¡Seguro que si, enfermero! No me puedo imaginar a ningún oso haciendo una fogata para cocinar, ¡al menos que sea el oso Yogui! – Lo mire girando mi cabeza lentamente hacia donde estaba parado, el tenía una sonrisa en su rostro - ¿Qué rayos fue eso, Vaquero? – ¡No lo sé!, ¡Andando, enfermero! Hagamos esto antes que caliente más el sol – Me dio un empujón para que me apartara del camino y comenzó a descender, yo observe unos segundo más el humo y luego comencé a seguirlo a paso veloz para alcanzarlo - ¿No te preocupa que sean terroristas? - ¡Para nada, enfermero! Están bastante lejos y aun no tenemos la certeza de que sean terroristas, recuerda que allá también hay un bosque y probablemente alguien como yo pensó en hacer un refugio en medio del valle para ocultarse. En todo caso cuando emprendamos el viaje pasaremos por ese lugar a echar un ojo, ¡Más les vale que sean aliados! -  Pensé por un segundo aquellas palabras mientras seguía descendiendo por el sendero pero no dejaba de preocuparme, ciertamente si resultaban ser aliados tendríamos más gente para la batalla, pero de ser lo contrario nos estaríamos arriesgando con solo pensar en acercarnos a ese lugar. Di unos cuantos pasos más, salte una piedra y llegue hasta fondo del sendero, Cristian iba justo delante de mí y se había detenido para examinar el lugar, levanto su brazo para indicarme que me detuviera, pasaron unos segundos y luego me hizo señas para que siguiera andando mientras el comenzaba a caminar, me puse a su lado y avanzábamos lentamente mirando cuidadosamente hacia todos lados en busca de peligros pero no pudimos divisar nada, a medida que nos acercábamos al lugar donde estaba el camión íbamos apresurando el paso hasta que nos encontramos en frente de la cueva. Comencé a quitar las ramas que ocultaban al camión mientras Cristian seguía mirando por los alrededores - ¡Vamos, Vaquero! Ayúdame a quitar todo esto del medio – El seguía con la vista puesta en el bosque, inmóvil, me incorporé para mirar lo que él estaba viendo pero no podía ver nada de lo que él veía - ¿Qué sucede? – ¡Shhh! Hay algo que no me gusta en el ambiente, enfermero - ¡Yo no veo nada! – Me miró por un segundo mientras se convencía de lo que le acababa de decir - ¡Probablemente aun este traumado por lo de ayer, enfermero! – me dijo con voz baja mientras se dirigía a la entrada de la cueva y comenzaba a quitar las ramas que la ocultaban.

Una vez descubierto el camión Cristian dio un brinco y subió a la parte trasera y echo un vistazo a la caja, me miro nuevamente por un segundo y se posicionó detrás de la caja y se dispuso a empujarla para bajarla del camión - ¡Tendrás que atajarla a medida que comience a caer por el borde! ¿Crees poder? - ¡Seguro que sí! – Entonces tomó impulso y empujo con todas sus fuerzas, la caja se deslizo rápidamente con solo ese empujón y llegó al borde de la plataforma del camión y casi se cae al suelo. Mire a Cristian con los ojos bien abiertos mostrando asombro - ¡Olvidaba que ya no pesaba tanto, enfermero! – Yo seguí mirando lo que había hecho y comencé a mover mi cabeza en señal de negación - ¡Gracias a Dios no cayo del camión! – le dije pensando en que se pudo haber disparado un arma al caer la caja del camión, me dirigí hasta el borde y comencé a jalar la caja mientras Cristian la sostenía del otro lado para impedir que cayera bruscamente en el suelo. Logre bajar el borde de la caja de forma que pudiéramos terminar de bajar el otro extremo entre los dos y comenzar el camino de regreso, Cristian bajo de un brinco del camión y me ayudó a bajar el otro extremo, en pocos minutos ya la habíamos bajado completamente del camión - ¡Creo que la tenemos, Vaquero! - ¡Si, así es! Ahora se me ocurre atar la cadena en este extremo y subir arrastrándola entre los dos hasta la casa - ¡Creo que es lo más apropiado! No será fácil ni rápido, pero lo lograremos en un par de horas, ¡Andando! – Sujetamos la cadena y comenzamos a tirar de la caja para regresar a casa. Apenas alcanzamos a sacar la caja de la cueva y de pronto se escucho el sonido de una rama cuando se rompe al ser pisada. Nos detuvimos de de inmediato y comenzamos a examinar el bosque en dirección del sonido que habíamos escuchado, Cristian tomó su arma y la cargó y comenzó a caminar de espaldas hasta la entrada de la cueva buscando esconderse entre el marco de rocas naturales, yo seguía en el mismo lugar solo que me había agachado con mi arma apuntando hacía los árboles, tenía la vista incrustada en el fondo del bosque en busca de algún movimiento pero no lograba ver nada, Cristian también se había agachado y examinaba cautelosamente cada centímetro del bosque, miré hacia donde estaba y le hice señas para decirle que no veía nada luego me tendí en el piso boca abajo y comencé a examinar con la mira de mi arma para tener un mejor alcance de profundidad, miraba en un espacio no mayor a diez metros de ancho, de pronto sentí que una piedra pequeña cayó sobre mi cabeza, miré a Cristian y el tenia su brazo tendido apuntando hacia un claro, apunte mi arma hacia el lugar y pude ver lo que Cristian me indicaba. Había una enorme roca con un árbol mediano pegado justo al pie y junto al árbol había un ciervo escarbando con sus pesuñas la raíz del árbol, volví a mirar a Cristian que se había tendido boca abajo en el suelo al igual que yo mientras me seguía haciendo señas que mirara en esa dirección, volví a apuntar en dirección al ciervo y de pronto se asomo lo que parecía ser un brazo, salía del otro extremo de la roca, le hice señas a Cristian para indicarle que ya había visto el brazo, adicione una bala a la recamara de mi arma y apunte nuevamente para esperar a que el hombre se expusiera un poco más  para disparar sin fallar. Pasaron unos minutos pero el sujeto no había salido, yo seguía apuntando justo en el borde de la roca cuando de pronto el sujeto se inclino dejando expuesto su trasero, parecía que se había agachado a recoger algo pero no había terminado de pensar cuando escuche el Disparo del arma de Cristian, lo miré rápidamente y volví a enfocar con el objetivo de mi arma, el hombre estaba tendido en el suelo revolcándose del dolor - ¡Le diste, vaquero! – Cristian comenzó a arrastrase hasta donde estaba yo y cuando estuvo a una distancia prudente volvió a cargar su arma lentamente para evitar hacer ruido - ¡Te dije que algo no me gustaba! – Dijo en voz baja mientras continuaba apuntando con su arma - ¡Aun se mueve, parece que lo heriste solamente! - ¡Si, ve por la derecha en ese mismo rango de distancia, yo iré por la izquierda y lo acabaremos! - ¡Con cuidado, vaquero! – comenzamos a arrastrarnos lenta y cuidadosamente, supervisando los alrededores en busca de más personas hasta que estuvimos muy cerca de la enorme roca. Apunte nuevamente con mi arma para ver por la mira y vi que aun seguía retorciéndose de dolor en el piso, no era muy grande y su contextura era muy delgada, mire a mi izquierda y pude ver que Cristian que se había levantado del piso para quedar agachado detrás de un árbol de tronco grueso sin dejar de apuntar, mire nuevamente en dirección a la roca donde estaba el sujeto y divisé un árbol que estaba un poco más adelante de donde me encontraba, me levante sin hacer ruido y comencé a caminar en cuclillas hasta colocarme detrás del tronco de árbol. A esa distancia ya se podía escuchar el llanto del sujeto, gritaba fuertemente y lloraba - “¡Ayúdenme, por favor! ¡Ayúdenme! ¡No soy terrorista, no me maten por favor!” – Al escuchar eso quedé paralizado, la voz que escuchaba no era la de un hombre, me puse en pie de espaldas contra el árbol y mire hacia donde estaba Cristian que no había dejado de apuntar al sujeto, le hice señas para que se acercara. Salí detrás del árbol apuntando al sujeto y le di voz de mando - ¡Quieto! ¡No te Muevas! – El sujeto no dejaba de revolcarse del dolor, levanto las manos para mostrar que estaba desarmado - ¡No me mate Señor, se lo ruego, no estoy armando! – El llanto era tan fuerte que podía escucharse claramente en el lugar donde yo estaba, calculaba al menos cuarenta metros de distancia entre mi posición y el sujeto. Comencé a avanzar sin dejar apuntarlo hasta que estuve lo bastante cerca para certificar lo que me había imaginado, Era un joven. – ¡No te Muevas! – le dije con voz imponente, pero él seguía llorando y revolcándose del dolor en el suelo - ¡No me mate, por favor! – Mire a mi izquierda para ver a Cristian y le hice señas para que se acercara mientras yo terminaba de acercarme completamente hasta donde estaba el muchacho sin dejar de apuntarlo, Cristian miró mis señales y salió de la seguridad del árbol grueso que lo cubría hasta que llegó al lugar. Lo que habíamos hecho nos estaba partiendo el alma en dos, Era un muchacho pequeño, a duras penas rondaba los quince años, quizás menos. Cuando Cristian lo vio más de cerca y se puso las manos en la cabeza lamentándose - ¿Qué hicimos? ¿Cómo rayos llegó hasta acá? – la bala había dado justo en las nalgas del joven que aun seguía retorciéndose de dolor en el piso y lamentándose – ¡No me maten por favor! ¡No me maten! ¡Me duele mucho! ¡No hice nada! - ¿hay alguien más contigo? – Le pregunte mientras me agachaba para examinarlo - ¡No señor, No! - ¿Estás seguro? ¡Si mientes te dejare morir aquí! - ¡Se lo Juro señor! ¡Ayúdeme! – El llanto del joven era ensordecedor, la sangre que soltaba de la herida se había mezclado con la pobre ropa que llevaba y el lodo del bosque haciendo que se ensuciara todo, lo tome por los hombros y lo sacudí fuertemente - ¡Quédate quieto! – Dejó de moverse inmediatamente pero no dejaba de llorar, lo coloqué boca abajo y lo sostuve colocando una mano sobre su espalda - ¡Me duele! ¡Me Duele! – Gritaba el joven entre el escandaloso llanto, tomé el cuchillo de Cristian y corte los pantalones por la parte de atrás para examinarle el trasero, cuando vi la herida me di cuenta que la bala no había alcanzado a penetrar dentro del cuerpo, solo lo había rozado desgarrado un gran trozo de la nalga en el recorrido, me puse en pie y me acerque a Cristian que permanecía recostado de la roca con las manos en la cabeza - ¡Tenemos que sacarlo de aquí! – el me miró enmudecido y luego miró al muchacho tendido en el suelo, se pasó la mano por el rostro para quitarse el sudor que le colaba a chorros y luego se acercó al joven sin darme ninguna respuesta - ¿De dónde rayos vienes? – Le preguntó al muchacho que giró su cabeza para ver quien le hablaba y cuando vio a Cristian detuvo el llanto repentinamente y abrió sus ojos asustándose - ¡No Me mate señor, yo no hice nada! – Exclamó volviendo al llanto escandaloso - ¡Que te calles la boca y me respondas! – Alzó la voz Cristian mirando agresivamente a la cara del joven, el muchacho saltó del susto al oír la imposición que salía de aquel gigante, se dio la vuelta cesando de llorar y se arrinconó contra la roca - ¡Me escape señor!, vengo del oeste, yo estaba en el pueblo que destruyeron no sé cuando, recogiendo cosas y de pronto vi un carro militar que se acercaba desde el centro y salí corriendo en el otro sentido. Llevo días caminando y entre al bosque para cazar algo y poder comer, ¡Le juro que no hice nada! -  Las palabras del muchacho hicieron que Cristian me mirara con cara de sarcasmo por un momento, por algún motivo a mí también me sonaba familiar lo que había dicho el joven, tomó su arma y la puso en la cabeza del muchacho - ¡Más te vale que sea cierto! - ¡No me mate señor! ¡Le juro que no le miento, por favor no me mate! – le guiñé el ojo a Cristian para que dejara de apuntarlo, me acerqué al muchacho y lo tome por su delgado brazo y de un solo tirón lo levante del suelo y lo puse frente a mí, me incline para colocar mi cara justo en frente a la de él, se puso rígido como un palo y cerró los ojos - ¿Te fijaste que nadie te siguiera? - ¡Si señor, vengo ocultándome entre la hierba! Ya le dije que llevo días caminando - ¿Dónde está tu familia? ¿Por qué andas solo? – El muchacho bajó su cabeza y dejó que siguieran cayendo las lagrimas, no hizo falta que respondiera la pregunta, me pude imaginar lo que había sucedido con su familia y el motivo por el que estaba acá, me incorporé acercándome a Cristian y le dije en voz muy baja mientras el muchacho seguía con la cabeza agachada llorando en silencio sosteniéndose la nalga con una mano - ¡Tenemos que sacarlo de aquí! – Cristian había retomado el silencio al escuchar las palabras que dijo el muchacho, sabía que comenzaba a sentir culpa por haberle disparado pero era algo que inevitablemente sucedería, si no lo hacía él yo mismo hubiese jalado el gatillo de mi arma. Me miró por un momento y me preguntó: - ¿Qué haremos con la caja? – Ahora el que estaba mudo era yo, había olvidado por completo el porqué estábamos en el bosque - ¡No lo sé! Pero no podemos dejarlo aquí - ¡Eso ya lo sé! - ¡Llevémoslo hasta la casa y luego regresamos por la caja! - ¿¡Estás loco, enfermero!? Raishell está sola allá arriba, ¿y si resulta una trampa? - ¡Le daremos un arma a Raishell y le diremos como funciona! si resulta una trampa ¡Que lo aniquile! – Cristian me miro sin decir nada por un momento y luego asintió con su cabeza. Tomé el brazo del muchacho y lo jalé para que se moviera - ¡Andando! – El comenzó a caminar con dificultad lloriqueando por el dolor, lo dejé ir al frente y más atrás Cristian y yo le seguíamos indicándole el camino que debía seguir. Avanzamos un rato pero no tardó en desplomarse por el dolor - ¡Me duele mucho señor! ¡No puedo continuar, déjeme descansar un momento, por favor! – Dijo el joven mientras sobaba su nalga con la mano, Cristian se abrió paso para agacharse, tomó al joven por un brazo y lo levanto como si fuera una hoja de papel y colocó sobre su hombro - ¡Andando, Enfermero! Y tu mocoso, Si intentas algo extraño te rompo en dos – El joven escucho aquellas palabras con cara de terror. Seguimos el camino hasta el sendero y comenzamos a subir hasta que llegamos a la casa, el muchacho venía con los ojos cerrados soltando lágrimas mientras apretaba con su mano la herida, nos detuvimos en el piso de madera, Cristian bajó de su hombro al joven poniéndolo de pie en frente de él, lo volvió a tomar por el brazo y lo llevo hasta el recipiente con agua que estaba a un costado de la casa - ¡Quítate la ropa! – Le dijo con voz más calmada, el muchacho abrió los ojos y quedó asombrado al ver todo lo que había en el lugar, supervisó rápidamente los alrededores y luego comenzó a quitarse la ropa. No tenía mucho encima, la franelilla que llevaba estaba muy deteriorada y el pantalón se lo había convertido en una falta hace un buen rato, supuse que por las noches la estaría pasando mal, esa franelilla no le ofrecía suficiente abrigo. Terminó de despojarse de lo poco que le quedaba encima quedándose solamente con un interior maltrecho que cargaba puesto y que por lastima decidí no romperle cuando lo estaba examinado en el bosque, las sangre de la herida lo había dejado todo empapado. Cristian sumergió una especie de tapara que tenía en el recipiente con agua y comenzó a lanzarle agua encima - ¡Quítate la mugre! – Le dijo, el muchacho lo miro con los ojos llenos de lagrimas y comenzó a frotarse para quitarse todo el barro que se le había pegado al cuerpo, el agua comenzó a descender por su esquelético cuerpo hasta llegar a sus nalgas, de inmediato arrugó la cara mostrando dolor, evidentemente le estaba ardiendo - ¡Limpia bien la herida! – Le ordenó Cristian mientras seguía arrojándole agua, me acerque aprovechando que  el barro que tenía se había caído y me dispuse a examinarlo mejor, eche a un lado el interior para ver la herida y note que tenía un hueco justo donde había rozado la bala lo que hizo que sintiera lastima por la precariedad que se evidenciaba - ¡Es menos de lo que pensaba, vaquero! - ¡Entonces son malas noticias, enfermero! creí que había hecho un buen trabajo – lo mire sonriendo y luego note que la cara del joven se entristecía más - ¡No me maten, por favor! – soltó entre llanto el asustado joven - ¡Cállate antes de que me arrepienta y en verdad te asesine! – Le grito Cristian perdiendo la paciencia por el lloriqueo que había comenzado el joven nuevamente y que obviamente se tornaba fastidioso para ambos - ¡Vaquero, es suficiente agua! Iré a buscar mi equipo se sutura y algo para secarlo, no tardo. ¡Colócalo bajo el sol para evitar que reciba más humedad y se valla escurriendo el agua! – Me levante rápidamente y fui hasta el interior de la casa, abrí la puerta y vi que Raishell seguí en el sofá y estaba mirando por la ventana todo lo que sucedía - ¿A dónde rayos se supone fueron ustedes? – Dijo la mujer sin quitar la vista de la ventana - ¡Larga Historia! ¡En un momento hablaremos, intenta ponerte en pie para que estires un poco el cuerpo y colócate la Crema que te preparé, enseguida regreso! – Ella dirigió su mirada hacía el pasillo para verme pasar corriendo. Entré a la habitación y tome mi mochila que había dejado sobre la mesa de luz, luego fui hasta el baño y tomé la toalla pequeña que estaba dispuesta para el aseo y salí de nuevo hasta el frente. Cristian se había sentado en su silla colgante y se mecía tranquilamente mientras apuntaba al muchacho que estaba parado bajo el sol, me detuve en la entrada y lo llame para que se acercara hasta la sombra, le arroje la toalla mientras le indicaba donde tenía que pararse para poder dar un par de puntadas a la herida - ¡Sécate bien todo el cuerpo y colócate aquí dándome la espalda! – El joven obedecía todo al pie de la letra, se movió con dificulta sin dejar de sostenerse la nalga, se paró justo donde le dije y comenzó a secarse el agua que le quedaba encima, a duras penas pudo pasar la toalla sobre la nalga, imaginé que el dolor que estaba padeciendo lo había acobardado y no quiso hurgar mucho donde estaba herido. Aparté nuevamente el interior y le hice una señal a Cristian para que se acercara - ¡Sostenlo fuerte, Vaquero! ¡Esto le va a doler! – no terminé de pronunciar la oración cuando el joven abrió a todo dar los ojos y se puso rígido nuevamente, Cristian se había acercado y solo puso su enorme mano sobre la cabeza del esquelético muchacho y le hizo presión en dirección al suelo para evitar que pudiera moverse, saqué el poco alcohol que me quedaba y lo derramé sobre la herida guardando un poco, cuando el alcohol penetro en la herida hizo que el joven comenzara a pegar gritos debido al ardor que le ocasionaba el liquido – ¡AAAAAAAHHHHHHH! – Gritó a todo pulmón, increíblemente solo podía mover los brazos, la presión que le estaba ejerciendo Cristian en la cabeza lo había inmovilizado totalmente - ¡Tranquilo! – Le dije calmadamente mientras buscaba dentro mi mochila el equipo de sutura. Tome la aguja y comencé a cocerlo lentamente para evitar ocasionarle más dolor, pero cada vez que el joven sentía la aguja hincarse sobre su piel soltaba un grito - ¿Cómo te llamas muchacho? – le pregunte para intentar distraer su mente mientras le suturaba la herida - ¡Scot! ¡AYYYYYY! – Dijo a la vez que se quejaba - ¿Scot? ¡Buen nombre! ¿Quién lo eligió, Tu padre o tu madre? - ¡Mi abuelita, No conocí a mis padres! – Cristian me miro por encima del hombro del muchacho que aun sostenía con fuerza y me hizo una mueca con la boca, sabía que eso significaba que su abuela probablemente era la que había sido víctima de los terroristas, guarde silencio por un momento, solo se escuchaban las quejas que soltaba cada vez que hacía un punto de sutura - ¡Ya falta poco, Scot! – El intentó levantar la vista para verle la cara a Cristian pero no pudo, la presión que tenía ejercida sobre la cabeza por el gigante no le permitía mirar más arriba de su barriga. Hice el último punto de sutura, tomé el alcohol y volví a echarle sobre la herida para evitar que se infectara y le volví a colocar el interior en posición para taparlo – ¡Listo, Scot, vivirás! – Cristian quitó la mano de encima de la cabeza del joven y se volvió a su silla colgante para continuar meciéndose, el joven se tambaleo un poco al sentir que el peso de la mano de Cristian se retiraba de su cabeza, me incorporé y noté que Raishell aún estaba mirando por la ventana lo que estaba sucediendo. - ¡No te muevas de aquí, Scot, enseguida regreso! – El asintió con su cabeza sin quitar la vista de encima de Cristian, era de esperarse que le tuviese miedo. Entre a la casa y fui hasta donde estaba Raishell, se había cubierto nuevamente con crema todo el cuerpo dejando sus labios y ojos descubiertos, ella me miro y apunto con el dedo su rostro - ¿Lo ves? ¡Así se aplica una Crema, Enfermero! – La mire entrecerrando mis ojos - ¡El efecto es el mismo! – le dije a la que tomaba el arma que había dejado sobre la mesa y le explique rápidamente como se usaba, luego le dije que tendría que quedarse con el joven para que nosotros pudiéramos regresar al bosque para subir la caja, ella me miro con cara de incertidumbre - ¿Estás seguro de lo que haces? - ¡Totalmente! Si ves algo fuera de lugar solo dispárale sin dudarlo – Ella asintió con la cabeza, me asomé a la puerta y llamé a Scot para que entrara, el se movió con lentitud hasta que entró a la casa, abrió su boca asombrado al ver todo aquello y luego dirigió la mirada hacía Raishell que desde que entró a la casa lo estaba apuntando con el arma que le había dado, él la miró de arriba abajo y se percató rápidamente que estaba estropeada y al igual que él también estaba medio desnuda. – ¡Ya lo sabes Raishell! ¡Sin dudar! – me miro asintiendo y luego le indicó al joven que se colocara en el otro sillón que estaba en frente de ella. Salí de la casa a toda prisa para alcanzar a Cristian que ya había comenzado a bajar por el sendero.


- ¿Cómo te llamas? – Preguntó Raishell al muchacho que por razones obvias no había querido sentarse en el sillón – ¡Scot! – Dijo con voz temblorosa sin quitar la vista del arma - ¡Lindo nombre! ¿De dónde vienes, Scot? – ¡Del oeste! – Rápidamente Raishell entendió que probablemente este muchacho venía de Polonia al igual que ella y que John, Miró detenidamente al joven de pie a cabeza y notó que estaba muy flaco, casi en desnutrición - ¿Cuándo comiste la ultima vez, Scot? – ¡Hace una semana! ¿Vas a dispararme? – Preguntó ingenuamente el joven a la vez que comenzaba a tocarse la nalga cuidadosamente - ¡Si te sobrepasas tendré que hacerlo! ¡Deja de tocarte la herida o terminaras sufriendo una infección! – El joven retiró rápidamente su mano de la herida y luego colocó ambas en frente de su miembro masculino para taparse a la vez que comenzaba a sentir vergüenza, Raishell intuyó rápidamente lo que estaba haciendo el joven - ¡Por qué no se me hace extraño que estés desnudo! – Le dijo, pero el joven no pudo entender a lo que se refería. - ¡Para Comer tendremos que esperar que regresen los chicos! ¡Yo también estoy de huésped aquí! – El Muchacho miró a Raishell con cara de duda - ¿Esto es un hospital? - ¡Jajajajaja No, no lo es! pero estarás bien – Scot comenzó a examinar el lugar con más detenimiento sin dejar de taparse los genitales.