"La Fuerza Interior" by Salvatore Vella
Algunos escenarios de esta novela fueron producto de la imaginación del Autor.
La ubicación Geográfica de los hechos narrados es totalmente real a igual que algunos de los acontecimientos terroristas que se describen.
Capítulo I - "El Encuentro"
Noche fría, nublada. La luna se reflejaba sobre las tranquilas
olas de un rió no muy grande que pasaba justo en medio del
camino. Un pequeño puente servía de paso, sin duda los años había atacado
ferozmente la madera, podían notarse
agujeros de balas incrustados en las barandas que a duras penas se
mantenían erguidas. El largo camino comenzaba a hacer efecto sobre mi
cuerpo, me detuve por un segundo para examinar el antiguo puente, decidí
pasarlo a pesar del pésimo estado. Con pasos lentos y pesados
comencé a cruzar mientras el crujir del puente anunciaba un colapso inminente lo
que me obligó a acelerar el paso para evitar caer. Apenadas saqué el ultimo pie
del maltrecho puente se vino abajo estruendosamente. Me alejé lo más
rápido que pude para evitar que los escombros que habían saltado por los aires me
cayeran encima. - "Estuvo cerca" - Pensé, mientras observaba como
se disipaba la nube de polvo y se revelaba la enorme montaña de
madera y clavos que conformaban la estructura que hace un momento de
manera casi mortal me habían servido de paso. Reflexioné sobre lo ocurrido sin quitar la vista del rió que poco
a poco comenzaba a arrastrar los escombros, pude notar que el reflejo de la
luna que venía siguiendo desde hace horas a lo largo del río había desaparecido,
levanté la mirada y vi que el cielo estaba despejado, a mi derecha avisté
un claro, la hierba era baja y había un árbol de tronco grueso y robusto que no estaba distante del caudal del agua, entonces comencé a sentir como el
cansancio recorría todo mi cuerpo nuevamente a medida que la adrenalina que había segregado mi cuerpo hace un momento iba
perdiendo efecto. Un par de segundos bastaron para decidir qué pasaría la
noche recostado en aquel enorme árbol, arrojé una mochila de cuero antiguo que
llevaba conmigo, justo al pie del árbol, removí rápidamente algunas rocas para
hacer más cómodo el suelo y me dejé caer sobre el frió pasto, acomodé
la mochila detrás de mi cabeza y sin esperar cerré los ojos
Pasaba de la media noche cuando una brisa fría comenzó a pasearse
por el lugar, las hojas de aquel árbol comenzaron a caer perturbando el
descanso que tanto necesitaba, algunas ramas pequeñas cayeron sobre mi
rostro, desperté y miré hacia la copa del árbol aun tendido en el piso y pude
ver que el cielo despejado y estrellado que hacía acogedora la noche se había
tornado gris y nublado - "No podía faltar menos" - dije en voz alta y gruñona,
aun agotado por la larga camita, eche un ojo por los alrededores pero la
poca luz no me dejó detallar mas allá de unos pocos metros de distancia, buscaba
algún refugio contra la lluvia que se acercaba pero no había más que una
extensa pradera, recogí la mochila y comencé a meter algunas cosas que
se habían salido de su interior mientras descansaba, de pronto sopló una fuerte
brisa que sacudió un viejo diario que reposaba en el suelo, las hojas había comenzado a pasarse bruscamente de un lado a otro desprendiendo una foto que
reposaba en el interior del diario que luego fue arrastrada por el viento emprendiendo vuelo, intenté detenerla estirando mi brazo para atraparla pero no lo conseguí,
como un resorte cuando se estira me puse en pie y comencé a
perseguir la foto de un lado a otro pero la brisa era muy fuerte de modo
que tuve que arrojarme simulando un clavado para poder atraparla, caí de
espaldas con la foto en la mano y no pude evitar revisarla
para cerciorarme que no se había dañado, me quedé inmóvil por un largo rato mientras contemplaba la hermosa imagen de lo que hace algunos años
fue mi único amor; rubia de ojos claros y una sonrisa alocada estaba
impresa en la foto. - Te extraño Kate, ¡no tienes idea cuanta falta me
haces! - cerré los ojos y acomodé la fotografía entre mi
pecho abrazándola, mis ojos comenzaron a brillar y reflejaban
las grises nubes, a punto de soltar lagrimas, un grueso nudo se atravesó en
mi garganta, mi mente se nublo de recuerdos felices
que solía pasar con ella, pocos eran de tristeza, con Kate era
imposible estar triste o mantener la seriedad aunque sea por un minuto,
irradiaba una aura tan fuerte y alegre que te contagiaba y en poco tiempo estarías envuelto
en risas a causa de sus alocadas ocurrencias.
Intente calmar mi mente y dejar esos recuerdos de un lado para
poder incorporarme y mientras lo hacía comenzaron a caer gotas de
aguas fría, había comenzado a llover, guardé la foto en mi bolsillo y
corrí hacia donde estaba la mochila, guarde lo que quedaba tirado en el piso
con rapidez y comencé a trotar río abajo en busca
de algún refugio que me protegiera del torrencial - "Apenas
son gotas leves, ojala encuentre algo más adelante" - de pronto se
encendieron dos fuertes luces que apocaron mi visión, estaban aproximadamente a cincuenta metros de distancia justo en frente de mi, tape mi rostro con el
brazo y no tardó en resonar una voz grave en con tono agresivo - ¿Quien anda ahí? - intentaba
asimilar lo que estaba pasando y cuando me disponía a abrir la boca para
contestar escuche el inconfundible sonido del percutor de un arma - ¿Quien anda
ahí? - ¡Hola, me llamo John! Y... - ¿Qué haces corriendo por este
lugar, acaso no sabes que es zona de cacería? ¡Por poco te vuelo los sesos! - ¡No lo sabía, disculpe!. Ando en busca de refugio ¿habrá algo cerca? - Lo dudo.
Respondió aquel hombre que estaba parado en la parte trasera de un camión, ¡o
lo que quedaba del camión! - ¡Estamos en medio de la nada! - contestó el sujeto
mientras bajaba el arma y la colocaba en sus hombros, comencé a acercarme
lentamente sin quitar la vista del arma, el sujeto salto desde la parte
posterior del vehículo con gran agilidad y cayo de pie, me asombre al ver
lo alto y ancho que era, dio unos pasos y metió su enorme brazo dentro la cabina del camión y
apago las luces dejando apenas unos cocuyos para indicar la posición del
horrendo vehículo - ¡Tenga cuidado! he dejado unas trampas para osos
justo en esa dirección, ¡no quiero curar heridos esta noche! - ¡Gracias! - le
dije al hombre mientras terminaba de llegar al lugar en donde se encontraba, eche un ojos
velozmente para examinar con lo que me topaba y pude notar que había un perro
dentro de la camioneta, estaba tuerto, me pareció extraño ver al animal tapando
su deficiencia con algo que parecía ser ropa interior - ¿Pasará la
noche acá? - pregunte mientras tendía mi mano para presentarme - ¡No, ya
nos estábamos largando! la noche solo trajo moscos y esta terrible
lluvia solo empeorará las cosas - Exclamó mientras estrechaba con potencia
desmedida mi mano - Entiendo, vengo corriendo para evitar la lluvia y conseguir
algo ¿Podrías llevarme? - Si no te molesta viajar con Roco - ¿Muerde? - le pregunté un poco preocupado -¡No, al menos que seas un bistec! - No lo pensé dos veces y me subí al destartalado camión sentándome al lado del
extraño perro tuerto. El avanzó unos pasos, y recogió del piso una
cuerda que estaba atada a las trampas que había dejado en línea recta justo en
la dirección en la que apuntaba el vehículo, dio un fuerte tirón y las trampas
se activaron todas al mismo tiempo y luego comenzó a tirar de la cuerda,
recogió una a una cuidadosamente colocándolas en la parte posterior del
vehículo, metió su brazo nuevamente en la cabina para abrir la puerta por el
lado de adentro, subió al vehículo y con un fuerte golpe cerró la estropeada
puerta, introdujo la llave para poner en marcha el motor pero aquel traste solo
emitió un chirrido infernal – ¡Maldito camión de porquería! ¡ENCIENDEEEE! –
Gritaba el sujeto mientras golpeaba fuertemente el volante.- ¡A veces hay que
recordarle que tiene que trabajar! – Dijo en sentido de broma. Giro nuevamente
la llave y el motor se puso en marcha, - Caramba, ¡Te escucho! – le dije
Siguiéndole la corriente con el chiste, él apenas movió un labio de lado para
medio sonreír – ¿Cómo te llamas? – Pregunté volviendo a la seriedad - ¡Soy Cristian!
Y este es mi compañero Roco – Al mismo tiempo que el perro dio dos ladridos
afirmando lo que decía su gigantesco amo. - ¿Está muy lejos el pueblo? -
¿Pueblo? ¡No hay pueblo! Vivo a 8 kilómetros de aquí dentro del borde del bosque, el
pueblo está a 5 días de viaje en dirección norte – en ese momento pensé que no
solo me tardaría una eternidad en llegar al pueblo, sino que además iba en
dirección contraria - ¿Qué hay en la otra dirección? – pregunté con algo de
enojo conmigo mismo - ¡Las Montañas! y quizás un oso que te haga el favor de
aliviarte el dolor si llegas a perderte – No podía creer que durante 3 días
había viajado en dirección contraria, miré hacía el otro lado para
ver el camino que seguíamos mientras pensaba en la idiotez que acaba de cometer,
se suponía que cuando partí de la base esta era la dirección que debía seguir. –
¿Qué sucede, John? Noto que estás algo tenso – ¡No sucede nada! Solo que tengo
tres días viajando para llegar al pueblo y resulta que voy en dirección contraria
– ¡No ibas en Dirección contraria! - ¿Qué quieres decir con eso? ¡Me acabas de
decir que solo hay montañas en esa dirección! – Había un pueblo, fue devastado
hace unos meses, ¡solo quedan ruinas! - ¿Pero qué diablos paso? – Dicen que fue
atacada por… ¡Espera un momento! ¿No eres uno de esos infelices qué...? – ¡Oh
no, no, nada de eso!, vengo escapando de los mismos ataques – ¡Más te vale! -
¿Sabes quién los atacó? - ¡No lo sé, aun no los he visto, pero personas del
pueblo dicen que son hombre con túnicas, no se les puede ver el rostro! - ¿Hombres
con túnicas? ¿De dónde rayos sacaron eso? - ¡No lo sé, te digo aun no los he
visto, pero sea lo que sea no permitiré que se acerquen a mi casa!, ¡Ya me han
arrebatado suficiente! - ¡Estamos en las mismas, Cristian! Asesinaron a mi
esposa hace un par años, quemaron mi casa y destrozaron el pueblo, ¡desde entonces
he estado buscando los responsables! - ¿No me digas que eres otro de los
vengadores? Jajajajaja ¡Debe ser un Chiste! ¡No hay manera compadre! Cuando
atacan llegan en batallones, llevan armas y vehículos de guerra que han robado
de los ataques hechos a las bases militares ¿En serio buscas
responsables? ¡Deberías pensar un poco mejor! – ¡Nada es imposible! Si nos
unimos podemos hacer frente, ¡somos más que ellos, y eso es suficiente!
De pronto el camino comenzó a ponerse escabroso, Cristian había
salido del marcado camino de tierra y había entrado hacia la pradera que
bordeaba el bosque, las rocas en el suelo sacudían bruscamente el deteriorado
camión, parecía que se iba a desarmar antes de poder entrar al bosque - ¡Tranquilo,
puede que parezca un pedazo de chatarra, pero es fuerte y sólido como roble! – Dijo Cristian confiado de lo que hacía mientras se tambaleaba de un lado al
otro en el asiento del piloto. Luego de unos pocos minutos rodando Llegamos al borde del bosque, pude ver que había otro camino de entrada que estaba obstaculizado por un árbol caído y una roca
enorme, asumí de inmediato que era la entrada y que aquel tronco no era más que
un disfraz para esconder el acceso a la morada, nos detuvimos justo en frente y
la enorme existencia del sujeto descendió del arruinado camión que mi opinión
no era fuerte y mucho menos solido como el roble, al menos que se tratase de un
roble podrido. - ¡No tardo! – dijo, mientras se dirigía hacia el tronco, lo
tomó por un extremo y como si se tratara de una pequeña rama lo levanto y lo hizo a un lado del camino, luego se acerco a la roca y la
levanto como si no pesara más que una pequeña piedra, era impresionante la
fuerza del sujeto, entonces comencé a pensar que si lograba convencerlo podría
ser un gran aliado aunque por las palabras que había dicho hace un momento sabía que no sería tarea fácil. Colocó la roca a un lado del camino, secó la llovizna de su
cara que aun seguían cayendo y se acerco al camión - ¿Sabes Conducir? -
Pregunto jadeante por la fuerza que había hecho para levantar el tronco y la
roca – ¡Por supuesto! – ¡Ok, entonces lleva el camión dentro del bosque mientras
vuelvo a tapar la entrada! – Me deslice por el asiento hasta el lugar del
piloto, coloque la velocidad y avance unos metros hasta introducir lo que
quedaba de la camión dentro del bosque y me detuve, por suerte aun conservaba
el retrovisor central lo que me permitió ver hacia atrás, colocó todo en su lugar y apenas vi que terminó la tarea me deslicé nuevamente a mi lugar de pasajero mientras
él intentaba entrar de nuevo al vehículo, noté que Roco dormía en la parte
abajo y que a pesar de todo el movimiento no se había movido – ¿Le sucede algo
a tu amigo? – Pregunté preocupado por estropeado animal - ¡Nada, Son los años!
- ¿Qué le sucedió en el rostro? - ¡Un oso intentó atacarnos hace unas semanas
mientras dormíamos!, ¡salió a enfrentar al desgraciado pero no le fue muy bien,
la bestia logro arrancarle el ojo de un zarpazo y luego huyó! ¡Me salvo la vida! – ¡Heroico!. Por cierto, ¡bastante original la venda que le pusiste! – Si, ¡no tenemos
muchos enceres por estos lados! debes hacer lo que sea necesario para
sobrevivir, ¡No es fácil! – Mientras acomodaba delicadamente el viejo calzón
sobre la estropeada cara de su amigo fiel – Fui enfermero en el ejercito – Le
dije ofreciéndole ayuda y agradecimiento por lo que hacía conmigo - tal vez en
lo que lleguemos pueda echarle un ojo en la herida a ver qué podemos hacer para
mejorarlo un poco, ¡tengo algunos implementos en mi mochila! - ¡Eso me haría muy
feliz! – Exclamó con una sonrisa retorcida – La soledad no es buena compañera
por estos lugares – sentí de inmediato una enorme tristeza que traspasaban el
sentido de aquellas palabras, me pregunte qué habría sucedido con
él, volteé para mirarle y noté como luchaba para que su cabeza no golpeara el
techo del vehículo que por motivos obvios tenía marcas en el lugar, al menos
pasaba los 2 metros de alto, la piel quemada por el exceso de sol dejaban en
evidencia la ardua tarea que hacía para sobrevivir en el bosque, tenía el
cabello lardo al igual que la barba, ambos desaliñados, me sorprendió que a
pesar de ser una especie de ogro del bosque no estuviese impregnado de ningún
mal olor, vi que además del arma llevaba un enorme cuchillo de trincheras atado a su cintura
y que sin contar el precario modo de vida que llevaba también llevaba puesto un
reloj, luego noté que en el panel de instrumentos del camión había una foto, se
distinguía una mujer esbelta, con cabellera negra y larga, su piel era blanca como la nieve, y la cabellera descansaba
sobre los hombros, la mujer abrazaba un niño de al menos 5 años, el gran
parecido de Cristian con el niño delataban de inmediato que era su hijo - ¿Son
tu familia? – Pregunté prudentemente - ¡Lo eran! - Respondió con voz baja y
suave mientras echaba una mirada a la foto – Fueron asesinados por esos bárbaros al principio de los ataques. Yo estaba trabajando, la alerta de ataque
llegó tarde y cuando volví los encontré muertos a ambos, ¡no pude llegar a
tiempo! – Se notaba el dolor en el relato de Cristian, - Era un gran muchacho.
¡Fuerte como su padre! – Añadió con orgullo y nostalgia a la vez.
Por unos minutos el silencio inundo la cabina del vehículo, no
quise seguir tocando el tema de su familia, entendía perfectamente lo que
significaba remover recuerdos tristes, comencé a mirar por la ventana el oscuro
bosque, se escuchaban ruidos de todo tipo; ranas, búhos y hasta lobos aullando
a la luna en su ritual de cortejar, de pronto Cristian detuvo el camión
bruscamente, por poco pegué mi frente contra el vidrio delantero - ¿Qué sucede?
– Pregunté exaltado – ¡Espera un segundo! Revisaré algunas trampas para peces
que coloqué esta mañana, nos vendrá bien comer algo – descendió del camión y se
dirigió al arroyo y nuevamente tomó una cuerda que estaba escondida a pocos
metros de la orilla y comenzó a tirar de ella, recogió algunos metros y de
pronto salió del agua una enorme jaula hecha de palos y trapos viejos, parecía
que la estructura de la jaula estaba sujeta de los mismos trapos, no tardo en
jalar la jaula hasta la orilla y apresuradamente se agacho para revisar su
interior metiendo su brazo dentro de ella, luego miró hacia el camión y me hizo
señas para que me acercara, baje apresuradamente para acercarme y sin que pudiera
dar más que un paso dijo eufóricamente – ¡Tenemos cena John! En la parte de
atrás del camión hay un saco, ¡tráelo! – rápidamente ubique el saco y se lo
acerque sosteniéndolo abierto para que depositara el preciado motín, sacó el
brazo y con él un enorme pez que sostenía por la parte trasera de la cabeza con
fuerza, entonces pensé fugazmente que no me gustaría estar en los zapatos del
pez, la fuerza con la me apretó la mano cuando me presente me había dejado en
claro que de esa mano no se puede escapar fácilmente. Puso el pez en
tierra tomo el cuchillo que colgaba de
su cintura y sin mucho titubeo le corto la cabeza - ¡No dormiremos con la panza
vacía! – Decía mientras colocaba el pez dentro del saco – Ahora vayámonos de aquí
antes de que venga un oso - ¿Hay muchos osos por acá? – Pregunté ingenuamente -
¡Estamos plagados! – Dijo mientras miraba cautelosamente a los lado y
caminábamos hacia la seguridad del camión, una vez dentro nos pusimos en marcha
nuevamente, dimos un giro alrededor de un hoyo enorme que estaba casi en medio
del bosque y que era difícil de ver a causa de los arbustos que habían crecido
justo al borde del mismo haciendo una especie de trampa natural y sin duda
mortal, la caída tenía al menos unos 15 metros y en el fondo había rocas y árboles que no te dejaban muchas esperanzas de sobrevivir - ¿Cuánto tiempo
llevas dentro del bosque? – pregunté, pues se notaba que Cristian conocía el
lugar como si hubiese nacido allí – Un par de años, desde que comenzaron los
ataques. Al igual que tu huí del pueblo cuando perdí a mi familia, llegué aquí
por casualidad y vi potencial para vivir oculto de esos miserables, al principio
pensé que sería seguro pero luego llegaron los osos, tuve que acostumbrarme a
vivir con eso, en todo caso sirven para ahuyentar a los extraños y curiosos. Lo
más difícil fue trazar una ruta de acceso segura, en los bosques te sueles
perder con facilidad - ¡Completamente de acuerdo contigo! – le dije mientras
recordaba que cuando era pequeño acampaba con papá, un día nos perdimos en el bosque por una semana, por fortuna el equipo de rescate pudo encontrarnos. De
pronto se avistaron unas luces tenues en lo alto de una colina, se podía
distinguir que eran lámparas de kerosene, puesto que la luz era amarilla y
débil - ¿Son lámparas de kerosene? ¿Dónde rayos consigues combustible? – son
lámparas para kerosene, pero las mantengo encendida con la grasa de los
animales que cazo, ¡por estos lados no se consigue combustible muy a menudo! -
¿y cómo haces con el camión? ¡No me dirás que con grasa de OSOS! – Jajajajaja
no John, para nada, tengo que viajar al pueblo para recargar un tanque de 500
litros, suficiente combustible para 2 meses si tomas en cuenta que solo uso el
combustible para andar en el camión y por lo general son distancias cortas. -
¿En el pueblo? ¡Pero está acabado! ¡Yo vengo de la base que está a unos
kilómetros de ahí! – Si, el pueblo está devastado, pero tienen un tanque
subterráneo que está oculto detrás del pueblo, entre las ruinas de lo que era
una estación de servicio, de ahí extraigo el combustible - ¡Ya la recuerdo!
Pero ¿no es arriesgado viajar al pueblo? Se ha sabido que los atacantes
regresan periódicamente a los lugares que destruyen para sacar provisiones –
¡Lo hago de noche, amigo! – Luego de unos minutos llegamos al pie de la colina,
Cristian se bajo nuevamente del vehículo sin detener el motor, se acerco a una
pared de rocas naturales que estaba en frente y movió unos arbustos enormes que
escondían la entrada a una cueva poco profunda incrustada en la roca, - “Parece la Baticueva” - el sentido del humor y mi imaginación me ofrecían un
poco de ánimo aun, Cristian volvió al camión y dijo – ¡No creas que yo hice la
cueva, solo la encontré ahí y la uso de garaje, ¡vivir acá tiene sus
comodidades! – quedé sorprendido con lo que veía, estacionamos el pedazo de
hojalata dentro de la cueva, tomamos las cosas que llevábamos y comenzamos a
esconder la cueva nuevamente, en ese instante Roco salto por una ventana del
camión y se incorporó con nosotros – ¡Casi te olvido muchacho! – Dijo Cristian
hablando con su mascota, o más bien su compañero. Una vez que escondimos la
cueva comenzamos a caminar cuesta arriba por un sendero angosto, la madrugada
se había tornado más fría y la lluvia había dado paso a una neblina que aunque
no era muy espesa entorpecía un poco la visibilidad del angosto camino.
Después de algunos minutos caminando y tropezarnos con todas las
piedra había en el camino a causa de la oscuridad comencé a ver la casa, desde lejos no parecía gran
cosa pero a medida que nos acercábamos se notaba que era grande, hecha con
madera de pino del bosque, muy bien trabajada, se podían divisar sillas hechas
de la misma madera con un acabado casi de primera, el piso y el cobertizo de la
entrada de la casa también eran de pino, pude ver que había una mecedora y una
especie de sofá tallados a mano de una sola pieza y algunos cojines artesanales
en el espaldar y que colgaba del techo con cadenas antiguas de un grosor bastante
prudente que hacía que se columpiara - ¡Santo Dios, Cristian! ¿Todo esto lo
hiciste tú? – ¡No veo a alguien más por acá, Afortunadamente tengo bastante
tiempo libre!, cuando no estoy de cacería estoy trabajando en esto, me mantiene
la mente ocupada para no percibir la soledad, trabajo con madera desde que era niño, mi
padre era un excelente carpintero y aprendí el oficio en un pequeño taller que
teníamos en el garaje de casa. – ¡Pero esto es un paraíso! – exclamé
sorprendido con todo lo que había hecho con el lugar, en los alrededores había
dedicado espacio para un jardín con la flora silvestre, había toda clase de
flores y plantas que solo el bosque podría tener, a un lado de la casa había un
huerto con hierbas aromáticas y comestibles, plantas de tomate, cilantro,
perejil rizado, Ají, tubérculos, y vegetales que debido al clima fresco del
bosque crecían frondosos, el aroma de las naranjas y limones impregnaban todo
el lugar. – ¡Vamos a dentro!, no sea que nos convirtamos en la cena de algún
oso – Dijo Cristian bromeando mientras nos acercábamos a la entrada, el asombro
por todo lo que veía se iba apoderando de mi. Cuando nos paramos frente a la
puerta pude notar que era solida, estaba tallada a mano y tenía un hermoso
paisaje de unas montañas esculpido en el centro, aunque la cerradura también
era de madera no dejaba de estar muy bien elaborada, todo parecía obra de un
ingeniero, había dos enorme ventanales a cada lado de la puerta, obviamente no
tenían vidrio, en su lugar había colocado tela de mosquitero para impedir la
entrada de insectos dentro de la casa, tenían una especie de reja hecha también
de madera que le ofrecían protección, todo estaba espléndidamente diseñado para
evitar incidentes de cualquier tipo, entonces abrió la puerta y entramos –
¡Hogar dulce hogar! – exclamó en voz alta y con alegría mientras suspiraba
profundamente.
El interior de la casa estaba lleno de comodidades, no muy
diferente a lo que el exterior daba a entender y como era de esperarse, había
un cómodo recibidor, una amplia sala y una cocina que parecía fabricada en
serie, aunque no había ningún tipo de tecnología avanzada como televisores,
aires acondicionados ni reproductores de sonido, no se podía envidiar nada de
las comodidades de vivir en la ciudad, en un costado de la sala había una
chimenea con fuego encendido que hacía que la fría madrugada se opacara dejando
un ambiente grato y acogedor – ¡Haz hecho un trabajo estupendo con todo esto,
felicitaciones! – Gracias – dijo agrandado la voz – He tenido un excelente
maestro – Sin duda alguna, y no me puedo imaginar todo el tiempo libre que te
permitió hacer esto – ¡No es gran cosa cuando no hay nada más que hacer! –
aquellas palabras me hicieron recordar que Kate absorbía casi todo mi tiempo
libre, aun así me sentía pleno haciéndola feliz. – Ven, te mostrare el lugar y
la habitación donde podrás quedarte – pasamos por un corredor no muy amplio,
las paredes estaban adornadas con fotos de Cristian, su esposa e hijo, al final
del pasillo había tres puertas, dos del lado izquierdo y una del lado derecho
que daba justo en frente con la primera del lado izquierdo, nos detuvimos en
frente de las primeras dos – ¡Esta es tu habitación! – apuntó la puerta de la derecha
mientras me hacia señal para que la abriera, al entrar solo había una cama
individual con un cómodo colchón, rápidamente asumí que lo había conseguido en
el pueblo, además había una mesa de luz con una lámpara de kerosene que le daba
iluminación a la habitación y un espejo de medio cuerpo pegado en la pared que
estaba al frente de la cama. – No es mucho, ¡pero es acogedor! la habitación en
frente es la mía, ¡si necesitas algo toca la puerta fuertemente porque cuando
duermo caigo como tronco! El baño es la puerta que está al lado de mi
habitación, solo tiene un escusado y un lavamanos, la ducha aun no la termino
por lo que se sobre entiende que para tomar una ducha deberás ir al riachuelo
que está abajo, no te recomiendo que lo hagas a esta hora, si no te mata una
pulmonía lo hará un oso, En la parte de afuera de la casa hay un recipiente grande con agua fresca que también puedes usar – ¡Entendido capitán! – Le contesté bromeando
– Deja tus cosas ahí y vamos a cocinar el pescado, ¡El hambre me está matando!
– coloqué mi mochila sobre la cama y salí detrás de él para cocinar, por un
momento me sentí como un Boy Scout siguiendo a su guía.
La cocina también la había traído del pueblo, le había hecho adaptaciones para que funcionara con leña, lo que me pareció bastante lógico ya que
sería un problema tener que conseguir gas o metano para hacerla funcionar, los
mesones y los gabinetes hechos a mano estaban perfectamente rectos y muy bien
terminados, no guardaba mucho dentro de ellos más que utensilios de cocina y
algunos enlatados que supongo traía cada vez que iba al pueblo - ¿Cómo haces
para preservar la carne? – Pregunté lleno de curiosidad – ¡Cocino a mi antojo la que
consumo al momento y el resto la pongo a ahumar y la guardo dentro de envases sellados, no
se daña y conserva su sabor intacto aun después de semanas! – ¡Excelente manera
de guardarla! – Al otro lado del sendero construí un rejón grande y tengo
algunas gallinas que ponen huevos frescos - ¿Es en serio? ¿O sea que tienes
todas las comodidades en medio de este bosque? – Así es amigo, ¡Nada que
envidiar a las ciudades! – Estoy totalmente sin palabras Cristian, ahora puedo
entender porque te rehúsas a salir de aquí, ¿Te comes las gallinas? – ¡Solo si
no cumplen con los huevos! De alguna manera deben contribuir - Supongo que a
pesar de todo esto tienes presente que el momento de salir de aquí llegará –
¡Lo tengo bien presente! – contestó sin quitar la mirada del pez que tenía entre sus manos – Y se que también
llegaría alguien con las mismas intenciones que tienes en mente John, te diré
que estoy listo para emprender el viaje, pero tenemos que hacer mucho antes de
que eso pase, ¡tanto tu como yo arriesgaremos el pellejo en esto! – Aquellas
palabras me dejaron más sorprendido de lo que ya estaba, el sujeto estaba
consciente de todo y lo más insólito es que está dispuesto a colaborar sin que
se lo haya pedido – ¡Ciertamente es así amigo, ciertamente lo es!, pero dime
algo ¿Cómo es que me dices esto ahora si cuando te comente lo planeaba me
llamaste loco? – Sencillo John, Estabas solo, caminando hacia la nada con una
mochila que no es más grande que la lonchera que usaba mi hijo para ir al
maternal, ¡obviamente es de locos!, seré desaliñado y tal vez no tenga ningún
estudio como tú, amigo, pero no soy tonto y se donde estoy parado – No quise
decir eso Cristian, es solo que… - Tranquilo, sé que no lo quisiste decir, soy
yo el que te aclara la situación – Él empezó a limpiar el
pescado para cocinarlo, encendió la leña de la cocina, agrego algunas especies
y lanzó la cena en una cacerola a fuego lento - ¿Cuál es tu plan entonces? –
Estaba impaciente por saber lo que tenía planeado mi nuevo amigo - ¡Primero
cenar! El hambre me está matando y supongo que a ti también – Tienes razón,
pero despertaste mi curiosidad con lo que dijiste hace un momento - ¡Se piensa
mejor con la barriga llena amigo! – entonces me invito a sentarnos en la sala
mientras se cocinaba el pescado que ya comenzaba a perfumar todo el lugar y a
golpearme el estomago. Apenas nos sentamos se escucharon unos golpes en la
puerta principal de la casa, me levante exaltado de un brinco y tome una navaja
que llevaba en mi bolsillo - ¡Tranquilo campeón! Es Roco que ya se enteró que
la cena está en camino – Se levanto del sillón y abrió la puerta para que
pasara su amigo – ¡No pierdes el tiempo! – Le dijo al perro como si este
pudiera entender lo que le decía - ¡Aun no está listo, se paciente! – Entonces
el animal se acomodo justo al pie del sillón donde estaba sentado Cristian –
Parece que te entiende, ¡lo entrenaste bien! – ¡Nada de eso, lo recogí de un
basurero poco antes del ataque al pueblo, desde el principio sentí que
estábamos conectados, también creo que me entiende y en ocasiones más que
las personas con las que solía tener contacto social – suele pasar, yo estaba
convencido que reina, una Yegua que tenia Kate, podía entender cuando le
hablaba, de hecho acostumbre a contarle mis problema y yo sentía que podía
entenderme – Cristian tomó asiento nuevamente en el sillón, se sacó la
arruinada bota de un pie y comenzó a hacerle cosquillas en el lomo a su perro - ¿Los osos
no han llegado hasta acá? – ¡Hace un par de semanas subió uno! Roco salió para espantarlo pero perdió un ojo, ¡Ya te lo había contado! de todas formas estamos bien
resguardados, tengo un perímetro de 500 Metros repletos de trampas y algunos
señuelos con veneno para evitar incidentes - ¿Y crees que son efectivas? – Por
supuesto, lo han sido hasta ahora – Entonces se levanto y camino sin un zapato
hasta la cocina para revisar el pescado, destapó la cacerola y apagó el
trozo de leña – ¡Listo, a comer! – En el mismo instante que mencionó aquello el
perro se levantó y tomó lugar a un lado de la mesa del comedor, justo a la
derecha de la silla en donde Cristian solía comer, me levante del sillón y me
acerque al comedor mientras Cristian se acercaba con el pescado, tomamos
asiento luego él divido el pescado en tres partes iguales y sirvió, puso un
plato en el piso para su amigo y el resto para nosotros. El silencio inundo el
lugar durante la suculenta cena, parecía que nadie había comido desde hace días,
lo quedó aclarado cuando terminamos de cenar, nadie dejo nada en el plato -
¡Verdaderamente un delicia! – Dije alagando la cena – ¡En la ciudad esta trucha
valdría al menos 60 Euros, acá la obtenemos con un poco de ingenio y paciencia!
– Se notaba que la cara de Cristian había cambiado totalmente y supuse que la
mía también aunque Roco parecía querer más - ¡No abuses amigo! – Le dijo
Cristian al perro que lo miraba con cara de tristeza - ¡Sabes que cenar en
exceso no es saludable! ¡No me mires con esa cara y ve a hacer tu trabajo! –
Entonces el perro se levanto y salió de la casa - ¿Qué trabajo tiene que hacer
a esta hora? – Pregunté intrigado – Pues ¿Qué más puede hacer un perro? ¡Vigilar,
amigo mío, VIGILAR! – por unos segundo me sentí estúpido, era evidente que
vigilar era el trabajo más apropiado para un perro – Descansemos un poco,
¡apenas salga el sol tenemos trabajo por hacer! – Dijo Cristian mientras se
levantaba de la silla y se dirigía a su habitación – Oye Cristian – ¡Dime
amigo! – ¡Gracias por todo, me has salvado! - ¿Gracias? – preguntó con una
sonrisa picara en el rostro - ¡No tienes idea de lo que va a costar esto! Ve a
descansar, ¡lo necesitarás! – esas palabras se me clavaron en la mente, me
pregunte que se traería entre manos con todo esto, ya sabía superficialmente
que sus planes eran similares a los míos pero ni la más remota idea de cómo
tendría que pagarle. Me encerré en la habitación y rápidamente me despoje de
las botas y la ropa, luego me recosté sobre el cómodo colchón y me cubrí con
una cobija caliente que reposaba al pie de la cama, no tuve tiempo de pensar,
el cansancio me estaba matando, así que cerré los ojos y casi inmediatamente me
quedé dormido.
A la mañana siguiente desperté renovado, sentía que había dormido
por un siglo y estaba cargado de energía, - "¡Listo para luchar con un oso!" - Me
puse en pie, fui a buscar mi ropa que la había dejado en el suelo junto a la
puerta pero noté que no estaba, por un momento intente recordar donde la había
dejado pero estaba más que seguro que la dejé justo ahí. Salí en calzoncillos
al pasillo y rápidamente intente entrar al baño, pero justo cuando iba a abrir
la puerta escuche la voz de Cristian – ¡Buenos Días!, ¡veo que perdiste algo! –
Cristian, te juro que deje mi ropa junto a la… - ¡Si, yo la tomé ayer y la lavé!,
esta tendida en la parte trasera de la casa, ¡Apestaba! ¡Por cierto, no te acostumbres a eso! - ¿Ayer? ¡Pero si
anoche fue cuando la deje ahí! – Amigo, ¡llevas 2 días dormido! Intenté
despertarte la mañana siguiente a la que llegaste pero no lo logré, estabas en
un coma inducido por cansancio, así que decidí dejarte dormir – ¡Debes estar
tomándome el pelo! – Le dije avergonzado y sorprendido al mismo tiempo – ¡No lo
hago, alístate para que vayamos por el desayuno, debemos empezar pronto con los
planes! – Se dio media vuelta y salió de la casa. No puedo creer que dormí por dos días, ¿Cómo rayos sucedió eso? No salía de mi asombro, pero a la vez
explicaba porque me sentía tan recargado de energía. Me alisté lo más rápido
que pude y Salí a la parte trasera de la casa, me vestí en el mismo lugar y
luego eche un vistazo por los alrededores pero no vi a Cristian cerca, entonces
comencé a silbar esperando que me escuchara y me diera una señal de donde
estaba pero a pesar de eso no recibí repuesta alguna. Di la vuelta para entrar
a la casa y cuando llegué a la parte delantera, levante la mirada hacia el
horizonte y vi el paisaje más hermoso que jamás había visto en mi vida, eran unas
montañas a lo lejos, con los picos cubiertos con nieve y arboles que rodeaban
el pie de las mismas, los diferentes tonos de de verde y las copas de los
arboles recubiertas con nieve hacían un contraste de colores que solo había
visto en cuadros pintados y fotografías que salían en la TV, ¡una vista
espectacular! Contemple por unos minutos esa imagen y luego me di la vuelta
para entrar a buscar a Cristian y noté que las montañas que estaban talladas en
la puerta principal eran las mismas del paisaje, pensé en voz alta “Este sujeto
sí que tiene clase”. Abrí la puerta y entré, me senté en el sillón de la sala a
esperar que Cristian llegara, pero me impaciente rápidamente y decidí salir
nuevamente, di unos pasos en dirección a la puerta y cuando estaba a punto de
abrirla, la puerta se abrió y detrás de ella Cristian - ¿Dónde estabas? – ¡Fui
por el desayuno!, ¡no creerás que se hace solo! traje huevos y algunos
vegetales, ¡te toca cocinarlos! Yo debo ir a revisar las trampas de los osos –
¡Está bien, te advierto que no soy buen cocinero! – Terminaba de decir eso
cuando se escuchó el estruendo del motor de un aeroplano que pasaba justo
encima de nosotros a una altura muy baja - ¿Qué rayos pasa? – Grite mientras
salía del cobertizo para poder ver con claridad hacia el cielo. El aparato humeaba desde la
parte de la cola y se desplazaba dando vueltas como un trompo, Cristian estaba
congelado por lo que estaba viendo, de pronto se escuchó una explosión y una
gran bola de fuego salió despedida de una de las alas del avión y comenzó a
precipitarse - ¡Rápido Cristian! – Le grite para hacer que despertara del shock
– ¡tenemos que ir a ver! – Espera un momento – Dijo con voz de tonto. Se
dirigió a un costado de la casa bordeando el huerto de legumbres pero caminaba pegado
a la pared, abrió una puerta que estaba oculta casi al final de la casa y me
hizo señas para que me acercara - ¡Escoge una, No podemos arriesgarnos! – me
acerqué y eche un ojo. Este sujeto tenía una despensa de armas ocultas detrás
de esa puerta, parecía que se disponía a iniciar una guerra al mejor estilo de Rambo - ¿De dónde
rayos sacaste todo esto? – ¡No hay tiempo de explicar, muévete! – lo primero
que me llamó la atención fue un rifle para francotiradores que colgaba de la pared justo en la
entrada de la despensa, tenía una mira telescópica de alto alcance, eran comunes entre los soldados del ejercito. Estiré mi cuerpo y la tomé, del lado derecho había un
estante con todas las municiones para todas las armas que había en el lugar,
granadas de manos, un lanza cohetes y una bazuca. Tome las municiones para el rifle y salimos corriendo a buscar el
camión.
Bajamos a toda velocidad por el sendero, Cristian tropezó con una
roca que casi lo hace rodar hasta abajo pero logre impedirlo tomándolo por el
cuello de la camisa que llevaba, Se repuso rápidamente y seguimos el descenso.
Al llegar abajo quitamos los arbustos que escondían al camión en la cueva,
Cristian subió y lo puso en marcha mientras yo me quede para volver a esconder
la cueva, salimos del lugar toda velocidad, nos adentramos en el bosque
siguiendo la estela de humo que había dejado el avión en el cielo antes de
precipitarse, - ¿Qué crees que sea, otro ataque? – Pregunté mientras recobraba
el aliento por el descenso veloz que habíamos hecho - ¡No lo creo! Ese avión
parece comercial, creo haber reconocido el emblema que llevaba a un costado -
¡Espero que así sea! – respondí un poco desconcertado, de no ser un avión
comercial significaba que podía ser una avión de esos bastardos terroristas, y,
aunque todos estuviesen muertos, no tardarían en emprender una búsqueda para
encontrar la aeronave lo que significaba que podrían encontrar la morada de
Cristian si llegaban a investigar en el bosque. Noté que Cristian llevaba el
rostro arrugado en señal de descontento, mire por la ventana y pude ver por el
retrovisor como saltaba el barro por los costados del guardafangos del camión,
sin duda íbamos a gran velocidad, el camión se tambaleaba de un lado a otro
haciendo un ruido infernal, me aferre fuertemente del asiento mientras rogaba
llegar en una sola pieza al borde del bosque. Aunque no estaba consciente de
cómo me veía, mi cara reflejaba preocupación y sabia que tal vez esto sería el
comienzo apresurado de lo que Cristian y yo queríamos planear cuidadosamente -
¡Debemos mantener la distancia hasta que no sepamos qué clase de avión es! Si
son los bastardos debemos eliminarlos a todos, no podemos arriesgarnos a que
nos descubran - ¿Cómo rayos haremos para que no nos vean? – Pregunte pensando
en el enorme y horrible camión y en el simple hecho que no teníamos ningún tipo
de camuflaje para acercarnos sin ser vistos – ¡No te preocupes por eso, solo
haz lo que te digo y todo saldrá bien! – Entonces pensé que como él tenía más
tiempo que yo en este lugar y lo conocía bien, tal vez ya tenía un plan ideado
para este tipo de situaciones. Intenté calmarme y me aferré nuevamente a la
puerta del camión para evitar brincar en el asiento.
Pasaron pocos minutos hasta que comenzamos a acercarnos a la
salida del bosque, entonces Cristian detuvo el camión y lo apago - ¡Andando
Enfermero! – Dijo mientras se bajaba del camión apresuradamente, descendí igual
de rápido que él para evitar quedarme atrás, Cristian se dirigió a un costado
del camino y comenzó a cortar enormes ramas de los árboles y a colocarlas
encima del camión, entendí de inmediato que intentaba ocultarlo para que no se
viera desde lo alto, me acerque a un árbol caído que estaba cerca y comencé a
quitarle las hojas y a echarlas encima del vehículo para ayudar a esconderlo. -
¡Enfermero! Carga tu arma y acerquémonos a la entrada del bosque, de aquí en
adelante iremos a pie, intentaremos ocultarnos entre la hierba espesa de la
pradera – Hice exactamente lo que me dijo, mientras el cargaba su arma se quedo
mirando fijamente mi ropa y dijo – ¡Ese color de franela es visible a mil kilómetros de distancia, enfermero! – Miré la franela que cargaba
puesta, había olvidado por completo que era de color naranja. Cristian se
agachó y tomo lodo del camino y comenzó a ensuciar toda su ropa – ¡Vamos
enfermero! ¡No te quedes parado mirando, haz lo mismo con tu ropa! – Tomé lodo y comencé a ensuciarme toda la ropa, sabía perfectamente que no había
mejor camuflaje que ese, incluso llene toda mi cara con lodo, no quería que mi
piel pálida fuera el centro de atracción de algún terrorista desquiciado. Apenas
terminamos de camuflajearnos colocamos las armas en nuestras espaldas y
salimos agachados a la pradera escondiéndonos entre la hierba más alta, de vez
en cuando alzábamos la cabeza para ver en la dirección que íbamos, se podía
notar en el horizonte la inmensa nube de humo que desprendía el avión que se
había estrellado y que al parecer no había caído muy lejos del borde del
bosque, Cristian se detuvo y se sentó entre la hierba y me hizo señas para que
me acercara, yo iba detrás de él a unos pocos metros de distancia de separación
- ¿Qué sucede? – Pregunte con voz muy baja, casi susurrando - ¡Hay algo allá
adelante! – me dijo con el mismo tono de voz bajo, Entonces apuntó con su dedo
en dirección del objeto, se podía ver que estaba como a diez metros de
distancia y parecía ser una especie de caja metálica rectangular - ¿Lo ves? –
Me preguntó apuntando aun en la dirección - ¡Por supuesto, No estoy ciego! –
Haremos lo siguiente enfermero; vamos a llegar hasta la caja para echar un ojo,
si nos conviene la llevaremos al refugio - ¿Cómo diablos piensas hacer eso? No
ves que es enorme - ¡Tranquilo enfermero! Ya lo verás – entonces siguió
avanzando gateando, esperé a que se alejara un par de metros y comencé a
seguirlo hasta que llegamos a la caja. Lo primero que notamos es que estaba muy
aboyada, por lo que asumimos que tuvo que haber caído del avión mientras daba
vueltas en el aire, era grande y parecía una especie de baúl antiguo solo que
de hierro, estaba reforzado con remache de muy buena calidad, en las esquinas
tenía dobles de hojas metálicas que la hacía extremadamente resistente y explicaba como resistió semejante caída, me levante un poco para ver por
encima de la caja y había una etiqueta de color rojo en forma de cruz estampada
justo en medio de la parte superior, - “La Cruz Roja” – Exclamé asombrado -
¡Son Medicinas, Cristian, echa un ojo a esto! – Entonces se inclino un poco
para ver por encima de la caja, sus ojos casi se desorbitan al ver la cruz -
¡ESTAMOS DE SUERTE! – dijo en voz baja pero llena de alegría. Comencé a bordear
la caja gateando y cuando llegué al otro lado vi que había otra figura pintada
en lo que se suponía era la parte frontal
de la caja - ¡Pssss Cristian, ven a ver esto! - ¡Debe ser una broma! –
exclamó con voz de sorpresa, era la bandera de Rusia, además estaban las
pestañas y el mango que se usaba para abrir la puerta de la caja y venía con
algunos detalles de regalo: 3 candados militares descomunales mantenían la caja
cerrada, lo que dejaba en claro que no había forma posible de examinar el
contenido en ese lugar, Cristian se quedó mirando fijamente los candados con
cara de incógnita - ¡Olvídalo hombre! Dejemos la caja acá y vayamos hasta el
avión – le dije dándole unas palmadas de consuelo en la espalda, pues sus
intenciones eran predecibles - ¡Y si…! - ¡Olvídalo hombre! Vayamos hasta el
avión y luego regresamos por la caja – le dije en tono de regaño manteniendo la
voz baja, me miro dudando lo que escuchaba, pero luego de pensarlo por unos
segundos asintió con su cabeza - ¡Andando enfermero! – acomodó su arma
nuevamente en su espalda y comenzó a gatear en la dirección donde estaba el
avión, esperé a que se alejara un par de metros y comencé a seguirlo.
Gateábamos levantando la cabeza de vez en cuando para mantener el rumbo y
cuando alcanzamos la mitad del recorrido para llegar a la aeronave escuchamos
una fuerte explosión que nos hizo detener inmediatamente, Cristian se lanzó al
piso boca abajo y rodó de lado para quedar viendo hacia el cielo mientras que
yo me mantuve boca abajo viendo justo en frente, luego se escucharon dos explosiones
sucesivas de menor intensidad, Cristian levanto su brazo apuntando al cielo,
miré de lado lo que me indicaba y vi que había escombros volando por los aires que
comenzaban a caer justo donde estábamos tirados - ¡Muévete! – Le grité a
Cristian mientras me levantaba y comenzaba a correr hacia mi derecha para
ponerme a salvo de la lluvia de hierro sin quitar la mirada del cielo para
esquivar los escombros, miré hacia atrás y vi que Cristian me seguía
corriendo, había un árbol a unos cien metros de distancia, los cien metros más
veloces que jamás había corrido alguien, llegamos y nos colocamos justo debajo
para evitar ser golpeados mientras volteábamos la mirada para ver como
comenzaban a caer los pedazos de avión por diferentes partes de la pradera. –
¡Dudo seriamente que haya sobrevivientes! – Dijo Cristian jadeante mientras
tomaba asiento al pie del tronco del árbol, entonces miré en dirección del
avión y solo había una inmensa nube de humo negro que salía de lo que quedaba -
¡Tienes razón amigo! ¿Qué haremos entonces? – Pregunte mientras tomaba asiento
al lado de Cristian – ¡No tengo idea enfermero! Déjame recobrar el aliento para
pensar mejor – decía agitado mientras inhalaba grandes bocanadas de aire.
Pasaron unos pocos minutos en los que mantuvimos silencio observando la escena
que teníamos en frente, el fuego era abrazador, la brisa que soplaba fuerte en
el lugar traía consigo el intenso calor que emanaba del incendio, por suerte
el avión cuando cayó a tierra desprendió gran cantidad de hierba y pasto a lo
largo del recorrido que hizo mientras se arrastraba, esto ayudó a que el
incendio se mantuviera aislado y no ocasionara uno a mayor escala. – ¡Por
fortuna estamos vivos, enfermero! Si nos hubiésemos acercado más habríamos
volado en pedazos junto con el avión – Dijo Cristian mientras permanecía
acostado en el pie del árbol mirando el cielo - ¡Es cierto! Creo que lo mejor
es esperar a que se apague el fuego por si solo para poder acercarnos y examinar lo que quedó, que evidentemente no es mucho, además esperaremos por si
alguien decide venir a buscarlos - ¡Creo que tienes razón, Esperaremos a que se
apague el fuego!, de todas formas no podemos regresar y aun tenemos que cargar
la caja, ¡ni en sueños dejaré eso aquí! – Me respondió mientras rascaba debajo
de sus axilas con gran vigor - ¡No vaquero, no la dejaremos! – le dije mientras
me quitaba el rifle de la espalda para recostarme del otro lado del árbol pero
sin quitar la vista del incendio.
Habían pasado al menos cuatro o cinco horas, la tarde comenzaba a caer rápidamente
y el fuego comenzaba a apagarse, ya no salía humo y solo se podía ver medio
avión totalmente consumido por el fuego, la otra mitad parecía que se la había
tragado la tierra o en todo caso había salido despedida por los aires con la
explosión que sufrió mientras sobrevolaba y que obviamente estaría esparcida por todos lados,
lo que se podía divisar del avión había quedado de un color negro intenso
debido al incendio. Durante todo ese rato no pude ver ni un solo rastro de
alguien vivo, las probabilidades de que alguien sobreviviera eran escasas, tomé impulso para ponerme de pie y me di vuelta para hablar con Cristian, pero el
Vaquero enorme se había quedado dormido, tenía la boca abierta y su nariz
emitía un silbido muy peculiar de las personas que sufren de obstrucciones
respiratorias, por lo general cuando no eran bien curada las influencias de la
gripe, en el ejercito era muy común que los soldados sufrieran de ese mal.
Mucho reposo e infusiones de té verde con miel y limón eran las soluciones más
efectivas y rápidas, incluso más rápidas que los medicamentos. Me acerqué y con
la punta del pie toqué sus costillas - ¡Cristian, andando ya podemos
acercarnos! – Se despertó sobre exaltado - ¿Qué? ¿Qué? ¿Qué sucede? - ¡Nada
hombre, despiértate, ya se apagó el fuego, debemos ir! – Volví a reacomodar mi
rifle sobre mi espalda y empecé a caminar en dirección al avión mientras miraba
de reojo como Cristian se levantaba y estiraba, tomó su arma y la dejo caer
sobre su espalda y apresuró el paso para alcanzarme - ¡Si hay algo allí de
seguro quedo bien rostizado! ¡Me alegraré mucho si son terroristas! – Dijo con
voz esperanzada - ¡También espero lo mismo, aunque te recuerdo que tenemos una
bandera Rusa pintada en una caja que esta tirada allá atrás! - ¡Lo había
olvidado enfermero!, mejor apresuremos el paso a ver que hay – caminamos por
unos pocos minutos hasta que llegamos al avión y de inmediato pudimos ver dos
personas calcinadas, una estaba sentada cerca de lo que parecía ser la puerta
del avión y la otra estaba tirada en el piso boca abajo también calcinada, el
fuego había consumido por completo todo el avión, de los asiento apenas se
podían divisar las estructuras metálicas y los resortes que contenían en el
interior, las prendas de vestir de los
cuerpos y la piel estaban totalmente consumidas, la carne estaba expuesta y en
algunas partes se podía ver la osamenta totalmente quemada. El avión había
perdido la parte trasera de modo que solo quedaba un poco menos de la mitad,
había un enorme hueco en un costado por donde se podían ver los dos cadáveres, imagine que la explosión lo había originado, de pronto sentí que
se me removió el estomago y me di la vuelta para aliviar la sensación
nauseabunda que la escena me había implantado en la mente. - ¡No es para tanto
enfermero! Los he visto mejor cocidos que esos dos – me dijo mientras soltaba
una carcajada burlona. Recobré el aliento y comencé a dar la vuelta para poder
mirar la parte del frente, me acerqué lo suficiente y me subí a un pedazo de
escombro para ver por la ventanilla delantera del avión, había tres personas
más, dos en los mandos y el otro yacía en un asiento que estaba detrás del piloto, justo en el lugar donde se suponía estaba el radar de ubicación, detrás del asiento del copiloto había un asiento vacío que al igual que el resto del avión había quedado calcinado, aun
se podía notar el broche del cinturón de seguridad en su respectivo lugar lo
que me hizo entender la posición en la que se encontraban los cuerpos. Eche un
ojo a ver si podía ubicar algo de interés sin centrarme mucho en los cuerpos,
pero no logre divisar nada, entonces me baje y seguí dando la vuelta echando el
ojo por los alrededores en busca de objetos, pero solo había escombros
quemados, luego me dirigí a la parte trasera del avión para entrar por el
enorme hueco que había dejado la división, Cristian estaba parado en frente con
los brazos cruzados buscando con la vista cosas de valor o que pudieran servir,
me acerque hasta donde estaba y me pare al lado - ¡Es imposible saber si eran
terroristas o no! no quedó nada, solo la caja – Yo solamente escuchaba las
palabras de Cristian mientras buscaba fugazmente con la vista algo que diera
alguna pista - ¿Qué conseguiste por el frente? - ¡Nada, Tres más! - ¡Entonces
eran 5! ¿Nada que los identifique? - ¡Nada Cristian! El fuego consumió todo -
¡Entonces larguémonos de esta basura! – se dio la vuelta y comenzó a alejarse
del avión mientras que yo seguía parado en el mismo lugar echando un últimos
vistazo para conseguir pistas, me di la vuelta y comencé a regresar bordeando
el avión hacia la parte del frente y mientras caminaba podía ver las huellas de
mis zapatos que había dejado cuando me dirigía a la parte trasera, las seguí
hasta llegar a la trompa del avión nuevamente y cuando estaba a punto de
subirme al pedazo de escombro para echar el último vistazo, pude ver una huella
de un zapato que se iba alejando del avión. Caminé algunos metros siguiendo
aquellas huellas, eran lisas hacia la punta del pie y se hacían más angosta en
la parte del talón, extrañamente solo había la pisada de un pie, el derecho,
por un momento pensé que se podía tratar de alguien discapacitado pero volví a
mirar más a fondo y noté otra huella, esta era de un pie descalzo, izquierdo,
que seguía la otra huella haciendo juego, levante la mirada para ubicar a
Cristian pero ya había avanzado bastante y me había dejado atrás - ¡CRISTIAN! –
Grité a todo pulmón - ¡Ven a ver esto! – Él se detuvo en seco, dio la vuelta y
comenzó a correr de vuelta al lugar, - ¿Qué pasa enfermero? – Preguntó mientras
se acercaba para ver el hallazgo – ¡Excelente, Tenemos uno más! - ¡Mira bien
esto, Le falta un zapato! – Le decía mientras señalaba la huella con zapato y
la otra descalza - ¡Esa huella es pequeña! Probablemente sea alguien de mediana
estatura - ¡No lo creo vaquero! Mira otra vez – Él se agacho para ver mejor la
huella mientras yo le señalaba la parte posterior de la huella pie que llevaba
el calzado - ¡Es Mujer! – Exclamó incorporándose - ¡Correcto Vaquero!, no debe
estar muy lejos, ¡Andando! - comenzamos a seguir las huellas, avanzamos unos
pocos metros y de pronto aparecieron manchas de sangre que teñían el pasto y el
suelo, nos detuvimos un segundo para examinar bien la dirección de las huellas,
eran tenues y la espesa hierva dificultaba ver el piso con claridad, - ¡Esta
Herida! – Dije en voz baja – Eso parece enfermero, veo que tendrás trabajo, ¡Si
aun vive! – continuamos caminando y al poco tiempo conseguimos un zapato,
efectivamente era una zapato de mujer, estaba quemado en la punta y le faltaba
el tacón, eso explicaba la rara forma de la huella, un poco más adelante se
podían seguir viendo las huellas de los pies descalzos - ¡Esto se está poniendo
muy espeso Cristian! Abre un poco de camino con tu cuchillo para que avancemos
mejor – Entonces él se colocó al frente, tomó su cuchillo y comenzó de trozar
el monte lo que nos permitió avanzar más rápido, luego de algunos minutos
luchando se detuvo, se dio la vuelta y puso su dedo índice en la boca indicando
silencio, se agachó y señaló entre el pastizal. Yacía boca abajo el cuerpo de
una mujer de piel negra, llevaba una falda típica de las azafatas, pegada al
cuerpo y que no llegaba más debajo de las rodillas, se podía notar que el fuego la
había quemado en varías partes, parecía que tenía medias panty que a causa del incendio también
se habían quemado fundiéndose con la piel de las piernas lo que le había
ocasionado heridas, llevaba una camisa de color blanco que se había llenado de
hollín y al igual que el resto de la ropa estaba quemada en gran parte dejando
expuesta toda la espalda de la mujer. Nos acercamos con cautela y vi que tenía una herida profunda a un costado, a nivel de la ultima costilla, salía mucha
sangre, empuje a Cristian para hacerme paso y tomé a la mujer por la muñeca
para verificar su pulso - ¡Esta viva! – Le dije en voz baja a Cristian - ¿Qué
vamos a hacer? - ¡Ayúdame a voltearla! – colocamos las manos por debajo del
cuerpo y la hicimos rodar de lado para que quedara sobre su espalda, tenía
quemaduras por todos lados; mejillas, manos, brazos y piernas, había perdido
gran parte de la cabellera en el incendio, su cuero cabelludo estaba muy
estropeado, evidentemente había luchado arduamente para salir del avión en llamas, las
cortadas que tenía en los brazos y manos eran señal de había roto alguna
ventanilla para salir del avión, saqué mi navaja y corte la ropa quemada
dejándola casi desnuda, revise sus ojos para ver si había reacción en sus
pupilas, y luego examine sus latidos para descartar que estuviese presentando
una cardiopatía debido a la inhalación del humo, coloqué mi dedo dentro de su
boca y luego en su nariz para ver si tenía obstrucciones, cuando retire los
dedos de su nariz supe que había tragado humo del incendio por largo
rato, pues mis dedos habían salido repletos de hollín - ¡Ha inhalado mucho humo,
Cristian, debemos sacarla de aquí para poder tratarla! - ¿Y a donde piensas
llevarla?, ¿al hospital? ¡Se te olvida que estamos en medio de la nada,
enfermero! - ¡Llevémonos hasta la caja de medicinas! Usaremos el rifle para
volar los candado - ¿y si no hay nada adentro? - ¿Cómo rayos lo sabremos si no
la abrimos? ¡Deja de ponerme pretextos y ayúdame a cargarla! – ¡Prefiero
dejarla morir! ¡No sabemos si es una terrorista! - Me miró durante unos
segundos, emitió un suspiro resignándose y me empujó a un lado con su brazo, se
agachó y cargó a la mujer de un solo tirón y la coloco en su hombro como si no
pesara absolutamente nada, se dio la vuelta y me miro - ¡Hasta la mitad del
camino, luego la llevaras tu! – dijo mientras me empujaba nuevamente
apartándome de en medio y emprendía el camino de regreso. Justamente a la mitad
del camino se detuvo - ¡Es tu turno Enfermero! – bajo despacio a la mujer de su
hombro y la coloco sobre el mío y siguió caminando, “No era tan pesada como
imagine” pensé en mi mente mientras comenzaba a preocuparme por la mujer, había
recibido mucho movimiento y estímulos como para despertar a cualquier
desmallo, pero ella aun no reaccionaba, volví a revisar su pulso mientras
caminaba con ella cargada pero estaba estable, vi que el hollín que cubría su
cuerpo la hacían ver más oscura de lo que en realidad era, el color a chocolate
oscuro que se le veía a simple vista se iba tornando canela claro a medida que
se desprendía el hollín de su cuerpo con el rose en mi ropa, sentí que todo el
barro que me había colocado encima para camuflajearme no había sido tan útil
después de todo, comencé a sentir como el sudor que salía de mi frente
arrastraba barro y se metía en los ojos haciendo que se nublara mi vista,
restregaba mi cara con el hombro contrario al que usaba para cargar a la mujer
para limpiarme, lo que resultaba muy incomodo debido al peso del rifle que
llevaba colgado de ese lado, al poco tiempo volvía sudar y se repetía la
historia. Por fin llegamos a la caja, me detuve a una distancia prudente y
coloqué cuidadosamente a la mujer en el piso y luego fui hasta la caja,
Cristian estaba parado justo en frente de los candados, parecía estar pensando
alguna forma de abrirlos - ¡Ya te dije que con el rifle podemos volarlos! - ¡No
quiero romperlos enfermeros! Nos serán útil más adelante - ¡Al menos que tus
dientes sean duros como un diamante, no veo otra forma de abrirlos! ¡Son
demasiados grandes vaqueros! No podemos seguir perdiendo tiempo, ¡La noche se
acerca! – ¡Tienes razón! – Saco su rifle y apuntó al primer candado y disparó,
el sonido que emitió el impacto de la bala contra el candado fue
tan agudo que nos dejó ensordecidos – ¡Por Dios Cristian! ¿No puedes hacer
menos ruido? - ¡Son disparos, enfermero! Retírate un poco más – apuntó al otro
candado y disparo y seguidamente al otro - ¡Listo Enfermero, échame una mano! –
Me coloqué en el extremo contrario y comenzamos a levantar la pesada tapa pero
no se movió ni un milímetro - ¡Está atorada, Cristian! – Le dije mientras hacía
fuerza - ¡Era de esperarse enfermero! – me aleje de la caja y Cristian se
recostó encima de ella con los brazos cruzados pensando en alguna solución
rápida para abrirla – ¡Iré por la mujer, intenta hacer palanca con algún trozo
de metal que se desprendió del avión! - ¡Ya pensaba en eso enfermero! – comencé
a caminar en dirección a la mujer que había dejado tendida en el pasto y pude
notar que había movimiento lo que hizo que apresurar el paso. Cuando llegué al
lugar la mujer estaba revolcándose de dolor y quejándose fuertemente, giraba de
un lado a otro bruscamente, había entrado en shock. Me agache y la sostuve por
los hombros para evitar que se siguiera haciendo daño con la tierra y el pasto
en la herida que tenía en el costado y en las quemaduras de las piernas -
¡Tranquila, tranquila! ¡Todo está bien! – Le decía mientras ella se quejaba -
¡Me Duele! ¡Ayuda! ¡Nos quemamos! ¡Ayuda! – decía la mujer mientras apretaba
los diete y emitía chillidos de dolor - ¡Tranquila! ¡Estás a salvo! – pero no
sirvieron de mucho mis palabras, ella siguió quejándose por unos minutos y
luego se desmalló otra vez, lo que me dio la oportunidad de cargarla nuevamente
y llevarla hasta la caja en donde estaba mi compañero. Una vez en la caja, vi a
Cristian con un Gran trozo de metal en forma de palanca en las manos, intentaba
meterlo por alguna ranura de la tapa para poder abrir la caja, logró enganchar
la palanca en un borde que apenas se levantaba - ¡La tengo enfermero, ayúdame a
hacer presión! – coloque a la mujer nuevamente en el suelo cuidadosamente y
comenzamos a hacer presión en conjunto. Bastaron un par de movimientos bruscos
y la tapa de la caja se levantó haciendo un sonido que me dio escalofríos,
Cristian tomó el trozo de metal y lo lanzó a un lado y luego intento abrir la
caja con sus brazos y manos, aplico un poco de fuerza y levantó la tapa por
completo dejándola caer hacia el lado contrario de la caja. Nos inclinamos al
mismo tiempo para ver lo que había dentro de la caja - ¡Debe ser una broma! –
Exclamó Cristian con los ojos bien abiertos mientras que yo estaba enmudecido,
dentro de la caja había suficiente explosivo como para volar al país completo;
C4, Dinamita, Nitroglicerina, TNT, también había armas de alto alcance con
miras, binoculares de batalla, granadas y demás equipos de guerra - ¿Cómo
demonios no explotó cuando cayó? – Pregunte luego de digerir lo que veía – ¡No
lo sé Enfermero, Pero lo que te garantizo es que hoy estamos de suerte! - ¡No
lo puedo creer! Tenemos que hacer algo rápido, cuando traía la mujer comenzaba
a reaccionar y se desmalló por segunda vez, ¡Necesita atención y la noche esta
cerca! - ¡Espérame aquí! Iré por el camión, ve sacando todas las armas que
puedas y deja solo los explosivos dentro de la caja, ¡no los muevas mucho, no
quiero recoger más restos humanos! – Soltó el arma que llevaba en su espalda y
salió corriendo hacia el borde del bosque. Empecé cuidadosamente a sacar las
armas, una por una y a colocarlas en orden a un lado mientras
supervisaba a la mujer. Había sacado una parte de las armas y de repente noté
que había una división de madera dentro de la caja justo a la mitad, me apresure
a terminar de sacar las armas para dejar expuesta la división y luego le di
unos golpes suaves, como si estuviese tocando una puerta, “Suena Hueco”
entonces me di cuenta que debía haber algo más abajo de esa tabla. De pronto
escuche un horrible sonido inconfundible, era el camión, me levanté y miré hacia el bosque y efectivamente Cristian ya se acercaba, esperé a que llegara.
Bajó del camión y dejo las luces encendidas para poder ver mejor, la noche ya
había comenzado a caer y la visibilidad comenzaba a ser cada vez menor – ¡Echa
un Vistazo Vaquero! – Cristian se acercó a la caja mientras que yo le señalaba
la tabla que hacía la división - ¿Qué rayos es eso? – Preguntó rascándose la
cabeza - ¡Un compartimiento, hombre! Debemos salir de aquí lo más pronto posible
– le dije mientras volvía la mirada para inspeccionar a la mujer, aunque seguía
inconsciente, de vez en cuando movía la cabeza de un lado a otro y se quejaba.
Cristian se incorporó y luego se subió al camión y le dio la vuelta de forma
que la parte trasera quedara lo más cerca de la caja para poder subirla. Subió
a la parte trasera del camión y saco una cadena – ¡Sujeta esto a la caja con un
nudo fuerte! Intentaremos levantarla desde un costado y la apoyaremos al borde
de la plataforma, luego la empujaremos desde abajo – pensé por un momento lo
que me decía y me pareció lo mas a acertado, así que no perdí tiempo, hice el
nudo y subí al camión para ayudar a levantar la pesada y peligrosa caja.
Comenzamos a tirar de la cadena con toda la fuerza que nos quedaba y en poco
tiempo logramos subir el extremo de la caja hasta el borde de la plataforma del
camión, luego bajamos y comenzamos a empujar desde el otro extremo, lo que
resulto más difícil de hacer que de decir - ¡Con Fuerza Enfermero, con fuerza! –
Decía Cristian pujando con todo su peso y fuerza la pesada caja, luego de
algunos minutos logramos subirla por completo al camión sin volar en pedazos,
cosa que me pareció milagrosa - ¡De hoy en adelante me convertiré en un
creyente! – Le dije a Cristian bromeando mientras el jadeaba y reía al mismo
tiempo - ¡Si hay cupos aun, anótame a mí también, Enfermero! – nos echamos a
reír por unos instantes mientras recobrábamos el aliento. Levanté la mirada
para ver a la mujer y noté que no se había despertado aun, fui hasta donde
estaba y la cargue nuevamente y la coloque dentro del camión justo en el medio
del asiento, con las piernas hacía el lado del piloto y la cabeza hacia el lado
donde y me sentaba, luego regrese a la parte de atrás y comencé a subir las armas
que había sacado mientras que Cristian intenta asegurar la caja para que no
brincara durante el trayecto de regreso. Nos subimos al camión, Cristian
levanto las piernas de la mujer y las colocó sobre las de él para poder
sentarse y yo hice lo mismo con la cabeza, la coloqué sobre mis piernas
cerramos las puertas y emprendimos el regreso, nos detuvimos en la entrada del
bosque para tapar con el tronco y la roca la entrada al bosque y seguimos el
camino. Avanzábamos más despacio de lo normal, no queríamos arriesgarnos con
los explosivos que llevábamos en la parte de atrás, de vez en cuando miraba
fijamente la cara de la mujer, había perdido las pestañas y las cejas, de vez
en cuando se quejaba de dolor “¡Ay, Ay, me duele!” mientras arrugaba la cara,
examine la herida que tenía al costado y note que seguía sangrando pero no en
gran cantidad - ¡Va a necesitar puntadas en esa herida! – Rompí el silencio en
la cabina con esa exclamación que hizo que Cristian volteara a ver a la mujer -
¡Sabes que posiblemente llevamos al enemigo acá dentro! Necesitamos saber de
dónde rayos sacaron ese armamento y hacia donde se dirigían, si son terroristas
el fin de tu amiga será triste - ¿Mi amiga? No creo que sea mi amiga, y como tú
mismo lo acabas de decir; ¡Necesitamos explicaciones! ¡Mientras tanto solo será
una refugiada! – Le dije mientras miraba por el retrovisor la caja que
llevábamos - ¿Cómo rayos vamos a subir eso hasta la casa? - ¡No tengo idea
enfermero! Imagino que la dejaremos ahí por esta noche y mañana comenzaremos a
subir las cosas por lotes, no será fácil ni rápido, ¡pero si lo más seguro! –
Correcto vaquero, ¿Tienes espacio para guardar eso? - ¡No mucho, tendremos que
hacer lugar! “TRABAJO” se llama – Sonreí de medio lado sin quitar la vista del
retrovisor, Cristian manejaba con sumo cuidado para hacer que el camión se
moviera lo menos posible, pasamos por el riachuelo donde estaban las trampas
para los peces y vimos un oso haciendo de las suyas con una de las trampas –
¡Demonios Cristian! ¡Nos están robando la cena! – ¡Tranquilo! Esa no es la
cena, esa es una de las trampas con veneno para oso – me quede mirando por un
segundo al enorme animal y luego mire a Cristian - ¿Que harás con el cadáver? -
¡Nada! – Me contestó levantando los hombros en señal de desinterés -
¡Probablemente sea la cena de los lobos que de seguramente también morirán a
causa del veneno y terminaran siendo la cena de los gusanos y demás microbios
que hay en el bosque!, ¡tú sabes, El ciclo de la Vida! - ¿Qué veneno usas? –
Thebromina, ¡Inofensiva para los humanos! - ¿Cómo estás tan seguro de eso? –
¡Sencillo, es una sustancia que se usa en la industria del cacao, es comestible
y por lo general hacen algunos tipos de chocolates con ella! - ¿De dónde rayos
sacaste eso? – Leí un artículo en un periódico hace algún tiempo que hablaba
sobre unos envenenamientos en osos en el parque de Jellystone, en Estados
Unidos, supe que acá en Europa se aplica el mismo procedimiento para hacer
chocolate y cuando comencé a ver osos recordé el articulo y las veces que iba
al pueblo pasaba por la antigua fábrica de dulces que está en el centro, ahí lo
conseguí, aun queda bastante – ¡Veo que has tenido bastante tiempo para pensar
en todos los detalles! - ¡O mueren ellos o muero yo!, decidí que era mejor que
murieran ellos – En ese momento la mujer comenzó a levantar los brazos con
movimientos alocados - ¿Qué le sucede? – Preguntó Cristian un poco preocupado -
¡Tranquilo Vaquero, son impulsos nerviosos, aun esta en shock! A medida que
reaccione se le pasará, lo que no pasará tan rápido es el dolor que comenzará a
sentir por las quemaduras - ¡Supongo que debemos hacerle medicamentos! - ¡Esa
es la otra parte que me preocupa! ¡No hay mucho que podamos hacer sin
medicamentos adecuados, en esta zona las infecciones son un problema, esperemos
a ver qué sucede, con suerte comenzarán a sanar sola! –
Tardamos el triple del tiempo que nos tomo llegar a la entrada de
la cueva garaje, las luces del camión iluminaron la existencia de Roco que
había permanecido sentado todo el día en la entrada esperando a que su amo
regresara - ¡Por mil demonios! – Exclamó Cristian mientras bajaba rápidamente
del vehículo y salía corriendo hacia su perro, se acerco hasta él y lo cargo y
lo abrazo, el animal emitía chillidos de alegría al ver a su amo mientras lo
lambía por todos lados, descendí del camión y cagué la mujer en mi hombro y
comencé el ascenso por la colina – ¡Te Espero arriba Vaquero! – Él asintió con
su cabeza mientras Roco lo besaba eufóricamente.
Al llegar arriba exhausto empuje la puerta principal con el pie y
entre hasta la habitación que Cristian me había dado, coloque a la mujer sobre
la cama, ella hizo el intento de abrir los ojos pero se rindió, dejó caer su
cabeza de lado y emitió una queja de dolor y siguió inconsciente. Estuve un rato
parado al lado de ella examinando las heridas minuciosamente, fui hasta el baño
y tomé agua limpia del recipiente que usábamos para el aseo personal, luego
saque unas vendas que llevaba en mi mochila y comencé a limpiar las heridas de
la mujer, siempre tenía conmigo un frasco pequeño de alcohol, no era mucho lo
que quedaba pero de seguro ayudaría a matar las infecciones que pudieran
sobrevenir en las heridas, vertí la mitad del contenido en el agua y comencé a
pasárselo por todo el cuerpo, había pequeños pedazos de vidrios incrustados en
las heridas los cuales retire cuidadosamente para evitar que se enterraran en
la carne, luego saque de mi mochila una mini kit de primeros auxilios que había
guardado conmigo desde que salí del ejercito, no era la gran cosa pero tenía
los implementos de sutura que necesita para cerrar la herida que tenía en el
costado la mujer, así que tomé el hilo quirúrgico, la aguja y sin perder tiempo
suturé la herida, ella emitió unos chillidos por el dolor que sentía cuando enterraba
la aguja en la piel, en ese momento Cristian entró al cuarto - ¿Qué haces
Enfermero? - ¡Intento cerrar esta herida vaquero!, ¿Qué sucedió con Roco? -
¡Olvide por completo dejarle su lugar de descanso abierto! Cuando no lo hago
sucede que se queda esperando todo el día por mí para que le abra su guarida
- ¡Impresionante! ¡Parece que fueras su
padre, ya hasta hueles como él! - ¡En cierta forma lo soy, vaquero, el solo me
tiene a mí y yo a él! y no creas que tu olor es a lirios del campo – me dijo
entre risas mientras yo terminaba de hacer el vendaje de la herida.
Salimos del cuarto y dejamos la puerta entre abierta para poder
escuchar a la mujer en caso de que despertara y nos fuimos hasta la cocina,
Cristian se apoyó sobre el mesón de la cocina con los brazos y agachó su cabeza
en señal de cansancio – ¡Que día Vaquero! ¡Qué día! – Por lo que había dentro
de la caja lo más seguro es que sea terrorista - ¡No lo creo vaquero!, en la
camisa que le quite estaba bordado el signo de la cruz roja de un lado y en uno
de los bordes de la manga tenía un broche de alguna aerolínea, estaba derretido
y no se distinguía el nombre, pero estoy seguro que era de una aerolínea
comercial - ¡Esperemos que cuando despierte de respuestas! ¡No pienso ayudar a
los que me arrebataron a mi familia! – Exclamó con voz de enojo mientras se
reincorporaba para encender la leña de la cocina - ¡Creo que iré a quitarme
esta mugre de encima, vaquero! - ¿Y qué rayos quieres que haga? ¿Qué te frote
la espalda? – Me dijo riéndose mientras sacaba unas latas de frijoles de los
estantes, me eche a reír y luego fui al baño, cuando pasé por la habitación
donde estaba la mujer me detuve un segundo para ver si había reaccionado pero
estaba igual de dormida que antes.
Cristian había resultado ser mas hospitalario de lo que me
imaginé, habíamos adquirido una confianza el uno por el otro en poco tiempo a
pesar de que yo era un completo extraño, me recordaba mucho a un compañero de
la universidad que jugaba al fútbol conmigo. Mientras me quitaba todo el barro
de encima, escuché que Cristian comenzaba a cantar mientras cocinaba - “La
donna è mobile, qual piuma al vento muta d’accento e di pensiero” - jamás en la vida había escuchado semejante
atrocidad sonora, definitivamente sabía hacer muchas cosas menos cantar. Salí
del baño envuelto en una toalla y me dirigí a la cocinas para decirle que
dejara de cantar y en el camino me conseguí a Roco, estaba enrollado en medio
del pasillo con las patas sobres sus orejas, “Pobre criatura” pensé, mientras
le pasaba por encima para impedir que la casa se derrumbara sobre nosotros con
el estruendo que emitía Cristian - ¿Qué demonios se supone que estás haciendo,
vaquero? ¿Quieres ocasionar un terremoto? – Cristian dejó de cantar de ipso
facto y me miro con una cara de seriedad mientras sostenía en su mano una
sartén con los frijoles que estaba cocinando - ¿Qué? ¿El señor prefiere ir a la
Opera? – Me dijo remirándome los ojos y dándome la espalda para continuar
cocinando, solté una risa y me devolví al baño para terminar de vestirme, le
eche un ojo a la mujer y noté que se había movido un poco, quise cubrirla con
la cobija para que no sintiera frío pero me recordé que la lana podría
pegársele a las quemadura de su cuerpo empeorando su estado, desistí de la idea
y seguí mi camino. Me preguntaba si en realidad no sería una terrorista y si el
uniforme no era más que un engaño para poder viajar con todo ese armamento que
había en la caja, era una posibilidad y tal vez todo esto nos traería más
problemas de los que suponíamos que íbamos a tener, a pesar de toda la
planificación, tanto Cristian como yo estábamos conscientes que los planes y
estrategias que pudiéramos idear se podrían ver afectados por situaciones
inesperadas, “En la guerra cualquier cosa podría pasar” me dije recordando las
palabras de mi viejo. Terminé de vestirme y volví a la cocina - ¡Esta lista la
cena, enfermero! Sirve para todos mientras me aseo – asentí con mi cabeza y
tome su lugar en la cocina mientras él se alejaba bailando como las bailarinas
del ballet - ¡Estás de buen humor vaquero! – Entonces asomó su horripilante
cara por el borde de la pared del pasillo - ¿Por cuál motivo no tendría que
estarlo? – dijo sonriendo y luego se retiró. Echo un ojo a la mujer que
reposaba en la cama y dijo en voz alta desde el pasillo - ¿No crees que esté
descansando demasiado? - ¡Probablemente sí! Sea lo que sea que tenga no podemos
hacer mucho, debemos esperar a que despierte – Le conteste mientras pensaba en
lo mismo, probablemente tenga algo mas y muera. Echó un último vistazo a la
mujer y luego siguió su camino. Terminé de poner la comida en la mesa y llamé a
Roco pero no me hizo caso, fui hasta el pasillo y lo volví a llamar - ¡Roco! ¡A
comer! – Pero siguió sin hacerme caso - ¿Qué te sucede campeón? – Le pregunte
al perro como si pudiera entenderme, pero esta vez me ignoró totalmente, me di
medía vuelta y lo dejé en su mundo perruno que solo Cristian lograba entender,
fui hasta la mesa, me senté y comencé a comer. Al poco tiempo Cristian salió de
tomar su aseo y se sentó a la mesa y de inmediato el perro se levanto y tomó su
lugar, Cristian le colocó la comida y este comenzó a comer. - ¡Solo te
obedece a ti! ¡Qué gran detalle! - ¡Yo tampoco lo entiendo enfermero! Me
imagino que a medida que se acostumbre a tu presencia también te obedecerá,
mientras tanto no dejes de intentarlo - ¡Seguiré tu consejo! – Terminé de comer
y me quede sentado pensando mientras Cristian continuaba comiendo colocando grandes cantidades
de comida en la boca y tragando apresuradamente, recordé que no había tenido
chance de desayunar - ¿Hambriento Vaquero? – Pregunte mientras lo
observaba - ¿Tu qué crees? – Sonreí y seguí en silencio por unos minutos
mientras él devoraba el plato de comida velozmente - ¡Supongo que me tocará dormir en tu sofá, vaquero! - ¡Supones bien! ¡Ni sueñes que dormirás conmigo! –
Entonces me eche a reír - ¡Estás loco, No dormiría contigo ni por un millón de
Euros en billetes grandes! – Comenzó a reír con la boca llena de frijoles y los
labios sucios - ¿Por qué estás tan contento? – Pregunté lleno curiosidad - ¡A
pesar que el día estuvo lleno de sorpresas, no regresamos con las manos vacías
Enfermero, y eso es bueno, todas esas armas nos serán útil para el viaje, y si
sabemos organizarnos quizás ganemos algo más que la simple la gloria de vengar
nuestras familias - ¡Tienes razón vaquero! Estuve pensando en la mujer y creo
que nos arriesgamos demasiado trayéndole hasta acá, ¡Puede que si sea una
terrorista y que ese uniforme solo fuese un disfraz para poder volar con el
cargamento de armas haciéndolo pasar por medicinas! - ¡Supuse lo mismo John,
pero como bien dijiste, debemos esperar a que despierte, espero que sea pronto,
en todo caso servirá para hacer los oficios que necesitamos en aquí mientras
nos preparamos! – Alegó mientras me guiñaba un ojo - ¡Yo también espero lo
mismo! – Cristian se levantó de la mesa, abrió la puerta a Roco para que
saliera a hacer su trabajo y luego se despidió - ¡Feliz Noche Enfermero! Espero
disfrutes de tu sofá – Soltó una risa sarcástica y se marchó. Personalmente me
sentía más preocupado el saber de dónde rayos había sacado tantas armas esta
mujer y hacia donde se dirigía, solamente alguien con acceso a los depósitos de
algún ejército podría haber obtenido los explosivos. Me acerqué a la cocina
para tomar un vaso con agua del recipiente que estaba sobre el mesón, tomé la
foto de Kate que estaba en mi bolsillo y me recosté en el sofá a mirarla,
recordé todos los momentos que había vivido junto a ella y que a pesar del
tiempo que había pasado aun podía sentir que ella estaba a mi lado, la
extrañaba muchísimo, el amor que sentía por ella se había convertido en
nostalgia, sabía bien que reconstruir mi vida iba a ser otro reto que debía
asumir, debía olvidar el pasado y comenzar a buscar en mi interior esa fuerza
que te impulsa a un nuevo comienzo, esa fuerza que te hace mirar hacia delante
con la frente en alto y demostrar de que estás hecho, que la felicidad que viví
junto a ella podría regresar a mi vida aun cuando ella estuviese en presencia
de Dios, de vez en cuando echaba un ojo a través de la ventana y miraba el
cielo, temía que este viaje se convirtiera más en una pesadilla que en una
hazaña, y por los acontecimientos del día, más rápido de lo que podíamos
imaginar, de seguro ya se ha emprendido una búsqueda para encontrar ese avión
que se estrello y si los terroristas llegan a dar con este refugio antes de que
podamos estar listos será el fin de esta historia. El otro lado del asunto era
que podrían resultar aliados y eso resultaría de gran ayuda, contaríamos con
gente dispuesta a emprender el ataque, sumando las personas que reclutemos en
las pasadas por los pueblos que aún quedan en pie, tendríamos una ventaja
abrumadora.
Aun continuaba tendido en el sofá pensando cuando de pronto
escuche un fuerte golpe seguido de un grito que venía de la habitación de la
mujer, me levante rápidamente y me dirigí a ver qué sucedía. Entre a la
habitación y vi que no estaba en la cama, del otro lado se levanto un brazo -
“Se cayó de la cama” - inmediatamente me acerqué para levantarla, estaba despierta mirando el techo, seguí
acercándome cuidadosamente para interponerme en su mirada - ¿Dónde estoy, que
pasó? – Dijo con voz moribunda mientras le brotaban lagrimas de los ojo, supuse que estaba desubicada - ¡Estás a salvo,
tuviste un accidente! – Le dijo mientras me inclinaba para cargarla y colocarla
de nuevo en la cama, en ese momento entró Cristian a la habitación - ¿Qué
Demonios está pasando enfermero? - ¡Despertó la invitada! ¿No se suponía que
estabas dormido? - ¡Si, pero no pude hacerlo y estaba pensado acostado! – supe
que las mismas preocupaciones que comenzaban a agobiarme estaban haciendo el
mismo efecto en él. Intentaba levantar a la mujer del suelo pero ella había
comenzado a reaccionar, entró en pánico y se resistía - ¡Suéltame! – Decía con
ira, mientras movía los brazos y las piernas para evitar que la cargara pero
cada vez que hacía movimiento el dolor que sentía por las heridas la detenía –
¡Quédate tranquila mujer, Te estás haciendo más daño del que tienes! – le dijo
con voz fuerte - ¿Qué me paso, que me pasó en las piernas? ¿Dónde estoy? ¡Ayyy!
¡Me duele mucho! – Entonces Cristian se acerco y dejo que la mujer viera su
enorme existencia - ¿Necesitas ayuda enfermero? – dijo con voz gruesa e
intimidante - ¡No, estoy bien! – La mujer se quedo inmóvil por un segundo
mientras asimilaba el tamaño de aquel hombre que acaba de ver - ¡No me hagan
daño por favor, se los suplico! – Dijo entre un llanto y comenzaba a colocarse
en posición fetal para evitar que la cargaran, las lagrimas habían bañado todo
su rostro, me puse en pie y la mire como se retorcía y luchaba aun cuando ya no
estaba intentando cargarla - ¡Se está haciendo daño señorita, está mal herida
solo queremos ayudarla! – Ella volvió la mirada hacia donde estaba parado y
comenzó a quedarse quieta, lloraba a la vez que se miraba las piernas y los
brazos - ¿Qué me paso? – pregunto asustada, luego se pasó la mano por la cabeza
y notó que había perdido el cabello - ¡Mi cabello! ¡Mi Cabello! ¿Qué le pasó a
mi cabeza? – ¡Le repito, sufrió un grave accidente, debe quedarse tranquila de
lo contrario se lastimara aun más! - ¿Dónde estoy? ¿Quién es usted? – Me llamo
John y esa cosa horrible que viste hace un momento es mi amigo Cristian, no te
preocupes, ¡No Muerde! – Entonces Cristian me miró entre cerrando los ojos -
¡No te creas que eres un Max Steel precisamente! – Entendía en gran parte el
miedo de la mujer. Me agache justo al lado de ella - ¡Estará bien, ahora la voy
a cargar para ponerla de nuevo en la cama, necesita descansar! – Ella me miro
con los ojos bañados en lágrimas y quejándose por el dolor - ¡No me haga daño!
- ¡Le prometo que no le haré daño! – esperé a que asimilara la situación y
cuando estuvo más tranquila la cargue y la coloque de nuevo en la cama,
Cristian estaba parado justo en la puerta recostado en uno de los parales que
formaban el marco con los brazos cruzados, la mujer lloraba inconsolablemente,
se miraba los brazos mientras los acariciaba, quería hacer lo mismo con sus
piernas pero el ardor de la piel al sentir el contacto con las manos se lo
impedía haciendo que su llanto fuera más grande, Coloque mi mano en su frente y
note que tenía lago de temperatura - ¡Debe calmarse, señorita, no le hace bien!
– Entonces ella vio que tenía una venda que la envolvía completa justo debajo
de los senos, se toco el costado y vio que también estaba herida en esa parte,
miro la punta de sus dedos y notó que estaban húmedos de sangre, echo la cabeza
a un lado y volvió a desmayarse. - ¡Santo Dios! ¿Qué le hiciste enfermero? -
¡Nada Vaquero!, ya sabía que se desmayaría otra vez, ha perdido sangre y está
muy débil - ¿Necesita Comer? - ¡Aun no! esperemos a que despierte nuevamente,
debe beber agua y esperar un rato, no sabemos si sufrió lesiones internas. –
¡Entiendo! Nos quedaremos aquí por si vuelve a despertar - ¡Si, eso haremos
vaquero! – di la vuelta hasta donde estaba Cristian y me senté en el suelo
justo al lado de la puerta, estaba comenzando a sentir cansancio, Cristian fue
al comedor y trajo una silla y la colocó del otro lado de la puerta y se sentó
colocando sus pies encima de la mesa de luz que estaba al lado de la cama -
¡Esta será una larga noche enfermero! Esperemos que esté más cuerda cuando
despierte otra vez - ¡Espero lo mismo, al parecer está sufriendo una laguna
mental! ¡No recuerda nada! - ¿Una Laguna mental? ¡Yo diría que se le inundo la
azotea enfermero! – Dijo riendo y rascándose la barriga, luego recostó su
cabeza contra la pared y comenzó a ver el techo, notó que debido a la luz que
emitía la lámpara, se hacían sombras en el techo, levantó una mano y comenzó a
colocarla en distintas posiciones para que las sombras tomaran forma -
¡Definitivamente estás loco vaquero! - ¡Te aseguro que estoy más cuerdo que tú!
– La mujer comenzaba a mover la cabeza de un lado a otro, nos quedamos en
silencio por un segundo mientras la vigilábamos, pero pronto se quedó tranquila
y siguió durmiendo - ¿Está Soñando? - ¡Eso parece vaquero! Totalmente normal, y
buen síntomas además, significa que su cerebro no tiene lesiones - ¡Es hermosa!
¿No lo crees? – Sí, lo es, muy atractiva, esperemos que sus heridas no le dejen
malos recuerdos permanentes en la piel - ¡Tengo algunas plantas medicinales en
el huerto, creo que podemos hacer algo para ayudarla! – ¡Esperemos vaquero!, si
esta mujer es terrorista creo que tendrás que hacer un gran hueco en tu huerto
para enterrarla - ¡Ciertamente enfermero, tendrás que hacerlo tú mismo, fue
idea tuya traerla! - ¡Sabia que me echarías la culpa! - ¡No veo nadie más aquí
y dudo que Roco hiciera semejante estupidez! – ¡Está bien vaquero, está bien,
yo haré el hueco! – Pasamos las horas discutiendo el destino de la mujer
durante toda la noche, incluso acordamos disecarla en el patio para que Roco la
usara de baño en caso de que resultara ser terrorista. El sol comenzó a mostrar
sus primeros rayos que se colaban por la ventana principal de la casa hasta
llegar al pasillo, me puse en pie y fui hasta la entrada de la casa, abrí la
puerta y una fuerte brisa entro, el clima estaba frio, a pesar del sol la
temperatura era de unos 15º aproximadamente, eche un ojo por los alrededores de
la casa en busca de algo fuera de lo normal pero no vi nada, me senté al borde
del suelo de madera con las piernas cruzada y con la vista hacía la tierra que
se encontraba más allá del suelo de madera, vi una hilera de hormigas que
cargaban hojas descomunales sobre su espalda y las llevaban de forma ordenada
hasta su nido, parecían que a pesar de la adversidad y los obstáculos que se
encontraban en el camino la determinación que tenían por llevar comida al nido
les llenaba de energía, técnicamente imparables, definitivamente había una
fuerza muy dentro de estas pequeñas criaturas que las movía, la misma fuerza
que irradia en lo profundo de nuestras almas cuando sentimos la necesidad
verdadera de alcanzar un logro, ese impulso que te lleva a cometer locura, a
arriesgarnos, a exponernos más allá de nuestros límites y de lo que proyectamos
como seres participes de una sociedad saturada de obstáculos que la simple
cotidianidad nos planta como imponentes y en ocasiones imposibles de alcanzar.
Se me repetían los pensamientos que tenía mientras estaba en el sofá viendo la
foto de Kate solo que ahora tenía presente que todo se había marchado, ya no había
sociedad a la que rendir cuentas, ya no había obstáculos, solo la simplicidad
de la situación y la esperanza de que las decisiones que estábamos a punto de
tomar nos diera la victoria ante la debacle ocasionada por estos terroristas,
la lucha por recuperar el orden que existía anteriormente había activado esa
fuerza inexplicable en el fondo de mi ser, la sentía como un milagro, como algo
que comenzaba a nacer y a crecer con cada minuto que pasaba.
Cristian se acercó hasta donde estaba sentado y notó que mi mirada
estaba fija en aquellas hormigas - ¡Es sorprendente como pueden cargar 10 veces
su proprio peso! – levante mi mirada para dirigirla hacia donde estaba él – Si,
¡precisamente en eso pensaba, vaquero! – Esta situación nos está llevando a
realizar cosas que nunca hubiésemos hecho, puedo sentir motivación cuando me
planteo la batalla que estamos por emprender – Yo también lo siento así
vaquero, debemos alimentar ese impulso y al igual que esas hormigas, debemos
trabajar unidos y organizados para poder vencer, ¡Es una obligación vencer! La
derrota no es una opción – ¡Tienes razón, enfermero! - ¡Ahora que tenemos algo
de calma!, ¿Podrías explicarme de donde rayos sacaste esas armas que tienes
allá atrás? – ¡Larga Historia Enfermero!, en resumidas cuentas las fui
recolectando en el pueblo, las tomaba de terroristas abatidos por militares
aliados, los mismos militares aliados que cayeron en combate, fue lento y
asqueroso, pero sabía que tenía que hacerlo - ¿Militares aliados? – Si, ¡los
aliados! ¿Qué te sorprende de eso? - ¡Pensé que no había militares aliados por
esta zona!, la base de donde vengo se había negado a la lucha porque sus
hombres no eran suficientes y tampoco tenían las armas para hacerlo, apenas
algunos fusiles - ¿estás seguro de eso? - ¡Totalmente seguro, vaquero!, cuando
llegué a la base en busca de apoyo dijeron lo mismo que tú aquella noche:
¡Estás Loco! - ¡Vaya enfermero! Realmente acerté – La sonrisa que se dibujaba
en el rostro de Cristian era contagiosa, su buen humor me daba ánimos y me
imagino que a él también. - ¿Cómo estaba la mujer? - ¡La dejé acostada,
enfermero, sin novedad! - ¡Excelente! Eso nos dará tiempo de hacer algunos
planes - ¿Cuáles planes, enfermero? Te recuerdo que no podemos movernos hasta
que no sepamos qué hacer con ella - ¡Tienes razón! Pero me refería a planes de
estadía, debemos diseñar otra cama para mí, no pienso repetir este tipo de
noche por mucho tiempo - ¡Son mucho más cómodas que las noche en la pradera! –
¡De eso no hay duda vaquero! ¿Qué propones? – Propongo que comencemos a subir
lo que dejamos en el camión, luego veremos la otra cama – lo había olvidado por
completo, ¡Andando! - ¿Andando? Yo primero voy a comer – soltó una risa
irónica, se dio media vuelta y se dirigió a la cocina para llenar con comida su
barriga – Eres un caso único ¿Solo piensas en comer? – le dije al mismo tiempo
que se alejaba pero me ignoró totalmente. Una vez dentro me dirigí hacia la
habitación de la mujer, vi que había cambiado de posición y que se acariciaba
las piernas cuidadosamente y arrugaba la cara mientras lo hacía, Golpeé la
puerta a propósito para ver si abría los ojos pero no sucedió nada, siguió
durmiendo. – ¡Creo que es hora de que despierte, enfermero! – Se escucho la voz
de Cristian que venía desde la cocina – ¡Tienes razón, vaquero! ¡Necesitamos
respuestas! – fui hasta el baño para asearme y cuando termine entré a la
habitación de la mujer nuevamente, estaba acostada de medio lado viendo hacia
la puerta, con la mirada fija hacia el pasillo con los ojos bien abiertos, me
acerqué un poco para verificar que no fuera otro shock pero cuando di el primer
paso ella levanto la mano en señal de saludo - ¿Está consciente? – pregunté
sabiendo que si lo estaba - ¡Sí! – Contesto con una voz suave y dulce, la luz
del sol que entraba a la habitación iluminaba sus ojos haciendo que el color
café se convirtiera en miel, sus facciones era refinadas y a pesar de la
inflamación que tenía en las heridas y las quemadas se notaba lo esbelta que
era. Tome la silla que había dejado Cristian en la habitación y la coloque al
lado de la cama y me senté junto a ella. Coloqué mi mano sobre su frente para
verificar su temperatura, ella tomo mi brazo a nivel de la muñeca, me miro
fijamente con algunas lágrimas en sus ojos y dijo con palabras entre cortadas:
– ¡Gracias por salvarme! - ¡No me des gracias aún! ¡Tienes muchas cosas por
explicar! – Bajó su mano suavemente mientras asentía con su cabeza - ¡No somos
terroristas!, si eso es lo que crees - ¿Cómo sabes que es lo que creo? – Le
dije mientras revisaba la herida que tenía al costado y las quemadas que tenía
en sus piernas - ¡Cualquiera lo pensaría, sr John! - ¡Recuerdas mi nombre! ¡Eso
es un progreso! Ya sé que estás bien de la cabeza y no tendrás excusas, ¿Cómo te llamas? – ¡Raishell y, no busco poner
excusas! – Excelente Raishell, ¿Cómo sabes que no soy un terrorista, Raishell?
- ¡Evidentemente ya me hubieras asesinado, John!, Además, ¡No tienes cara de
terrorista! – me dijo mientras intentaba sentarse en la cama para examinar sus
piernas con más detalles. Cristian entró a la habitación, se quedo mirando por
un segundo a Raishell y frunció el seño mientras se acerco diciéndole con voz
fuerte - ¡Sin Rodeos!, ¿De dónde vienes, hacia dónde vas y porque rayos tienes
media tonelada de armamento en una caja? – Ella dejó de examinar sus pierna y
se incorporó en la cama mirando a Cristian, se notaba el miedo en sus ojos -
¿Tienen la caja? – Preguntó asombrada – ¡Ese no es el punto! ¡Respóndeme! –
Dijo Cristian con voz agresiva – ¡Somos de la rebelión! Íbamos en una misión de
apoyo hacia un refugio que estableció hace unos meses al norte, algo pasó con
uno de los que viajaba con nosotros - ¿Algo pasó?, ¡Eso no suena muy cuerdo que
digamos! – Exclamó Cristian mientras se acercaba intimidando a la mujer, yo permanecía
sentado en la silla de brazos cruzados mirando y prestando atención a los
detalles – ¡No lo conocía! Se suponía que él nos daría las coordenadas para
llegar al refugio, al parecer resulto ser un infiltrado y uno de mis compañeros
lo descubrió, luego se presento una riña, comenzaron a oírse disparos, yo
estaba en la cabina hablando por radio cuando el avión explotó, nos
precipitamos y solo recuerdo que había fuego y que intente escapar porque
sentía que me quemaba – ¡Mas te vale que sea la verdad! ¿Para que las Armas? –
¡Ya te lo dije! – Grito Raishell mientras comenzaba a llorar – Iban al refugio,
los sobrevivientes se están agrupando para planear el ataque al estado
terrorista – Me levante de la silla le
di la espalda a la mujer para hacerle señal a Cristian para que la dejara un
rato, había sido suficiente para darle la bienvenida. Se acerco a la mujer y
puso su rostro justo en frente al de ella y con voz amenazante dijo: - ¡Si lo
que dices no es cierto, date por muerta! – Luego se alejó bruscamente y salió
de la habitación, ella lloraba con sus manos sobre su rostro desconsoladamente
mientras hablaba - ¡No sabíamos que era un terrorista! ¡No lo sabíamos! - Me acerque hasta la cama y aparte sus manos de
su cara mientras ella continuaba llorando - ¡Intenta calmarte un poco! ¡Aun
estás débil y podrías desmayar otra vez! – Ella levanto su rostro bañado en
lagrimas y me miro fijamente - ¡No sobrevivió nadie! ¿Cierto? – le dije que no moviendo
mi cabeza, se volvió a acostar en posición fetal y siguió llorando. Salí de la
habitación, cerré la puerta y fui hasta donde estaba Cristian - ¿Refugio?
¿Sobrevivientes? – Me pregunto mientras se rascaba la cabeza, yo tampoco podía
entender nada de lo que dijo Raishell, los pueblos por donde pase mientras
viajaba estaban devastados, no quedaba nada al menos en la frontera con
Polonia, el pueblo más cercano a este bosque esta desolado y Cristian lo sabe -
¡Tal Vez viene de la frontera! - ¿Polonia? ¡Pero si de ahí vienen los
bastardos! ¿Recuerdas que comenzaron los ataques en Krinki? - ¡Es lo único que
se me ocurre, Vaquero!, que estén huyendo desde el oeste como nosotros y que el
refugio del que habla al norte este cerca de Latvia, sabemos que Lituania se
negó a colaborar desde el principio, lo que significa que los sobrevivientes
debe estar subiendo desde el sur con apoyo de los Ucranianos y se van a
encontrar ahí para contraatacar - ¡Probablemente sea así enfermero!, pero
prefiero escucharlo de su boca, ¡Los cuentos a medias me aburren! – Démosle
algo de espacio para que asimile lo que está pasando, al menos sabemos que no
es terrorista y que podemos estar tranquilos – Le di una palmada en la espalda
a Cristian mientras él tenía la vista perdida en el horizonte, contemplaba las
montañas que había esculpido en la puerta de su casa - ¡Vayamos por las cosas
de la caja! Necesitamos ponernos en marcha más rápido de lo que pensé,
enfermero - ¡Pensé que comerías algo primero! – El me miró y sonrío mientras
echaba un ojo a la cocina - ¡Tienes razón, comamos algo primero y démosle algo
a tu amiga! – ¿Mi amiga? ¡Acabamos de conocerla! – ¡No me vengas con cuentos,
enfermero, te vi como la mirabas mientras dormía!, además es atractiva ¿Qué
tiene de malo que te guste? - ¡Estás loco, vaquero! – ¡Ya lo sé, vayamos a
cocinar! - ¿La gente de Minsk esta migrando a Latvia? - ¡Cállate, Enfermero, Me
quitas el hambre! - ¡Perdón! -.
Nos acercamos a la cocina y comenzamos a preparar lo que
supuestamente era el desayuno: Carne Ahumada con algún tipo de pan que Cristian
se había ingeniado, se podía escuchar como los llantos de Raishell atravesaban
la pared - ¡Creo que tienes que hablar con tu amiga, Enfermero! - ¡No puedo
quitarle el dolor, vaquero! Deja que se desahogue, pronto estará bien, iré a tu
huerto a buscar algunas hojas de aloe que vi para prepararle un ungüento para
las quemadas, ese dolor si lo podemos aliviar - ¡Correcto, Enfermero! ¿A qué
dolor pensabas que me referías? - ¡Pues creí que…! – ¿Ves que tengo razón? ¡Ya
te estás involucrando, debilucho! – Sigue cocinando, vaquero, el hambre te está
haciendo pensar demás – Cristian soltó una carcajada burlándose, le di la
espalda para ir por el aloe del huerto, comencé a pensar que tal vez era a él
que le gustaba la invitada puesto que yo aun tenía sentimientos encontrados por
Kate, su recuerdo no me dejaba avanzar con el corazón. Tomé el aloe y algunas
hierbas y entre nuevamente a la casa, Cristian ya tenía todo el desayuno
servido, deje las hierbas sobre el mesón y tome el plato con comida y lo llevé
a Raishell, ella estaba sentada al borde la cama con las manos en la cara, aun
lloraba. – Siento mucho lo que sucedió, pero debes ser fuerte, no podemos hacer
nada para cambiar el pasado y, si te sirve de consuelo, también nosotros
perdimos a nuestras familia – Ella levanto su rostro y secó sus lagrimas con su
brazo – Mi hermano era el piloto del avión – Aquellas palabras me hicieron
sentir un frio que recorrió desde mi garganta hasta la boca de mi estomago, no
supe como consolar eso, había visto la osamenta del piloto totalmente quemada
en la nave, pero por la situación nunca habría imaginado que eran familia,
imaginé que podría ser algún sargento de la Fuerza Aérea de Polonia, La observe
fijamente mientras ella volvía a colocar las manos en el rostro – Cristian
perdió a su hijo y a su esposa, yo perdí a mi esposa, nos dolió mucho y
sufrimos con todo esto, pero tomamos una decisión y aquí estamos, señorita, con
la frente en alto – ella volvió a destapar su rostro y levantó su mirada hacia
mí - ¡Solo tenía 18 años! El quería participar en esto para vengar a nuestros
padres, también fueron asesinados al igual que muchas de las familias de los
refugiados que están el campamento hacia dónde nos dirigíamos. ¡Me han arrebato
todo lo que tengo! – Sus lagrimas no paraban de brotar, el dolor que sentía era
desgarrador y yo lo sabía, ya lo había vivido también – Intenta calmarte un
poco, aquí tienes algo para comer, necesitas recobrar fuerzas, iré a preparar
algo para esas quemadas y regresaré. ¡Intenta comer! Y no te asustes por mi
amigo, la situación justifica su forma de ser, pronto verás que no es malo.
Ahora, con referente a lo feo no te prometo nada - Ella soltó una risa corta entre su llanto
mientras secaba sus ojos nuevamente con su brazo, salí de la habitación y fui
hasta la cocina para preparar el ungüento.
Cristian estaba de espaldas a la puerta de entrada con el dedo
índice en su boca para indicarme que no hiciera ruido, me quede paralizado y
escuche a lo lejos los ladridos de Roco, lo hacía con rabia y gruñía, me agache
y caminé en cuclillas hasta la puerta y luego hasta la ventana, eche un ojo
pero no pude ver nada fuera de lo normal, se seguía escuchando el ladrido de
Roco pero no lo podíamos ver porque estaba más abajo en el sendero, de pronto
se escuchó un gruñido grave y espantoso - ¡Es un oso! – Grito Cristian mientras
corría hasta su habitación para buscar el arma. Abrí la puerta de la casa y fui
hasta el otro lado donde había dejado mi arma mientras que Cristian comenzaba a
bajar por el sendero a toda velocidad, tome mi arma y salí corriendo detrás de
él, no avance mucho cuando pude ver a la Descomunal Bestia lanzado zarpazos
para alejar el ataque que Roco le había planteado, Cristian estaba a un lado
del camino parado sobre una roca esperando el momento en que Roco se hiciera a
un lado para disparar, me coloque sobre mi rodilla derecha y apunte, Roco se
había lanzado sobre el lomo del oso y había logrado morderlo alrededor del
cuello por la parte de atrás pero el oso se sacudía ferozmente y el perro
parecía más bien un pedazo de trapo que colgaba del cuello del animal, de
pronto con un movimiento rudo el oso logró deshacerse del perro lanzándolo a un
lado, apreté el gatillo lo más rápido que pude al mismo tiempo que Cristian,
las dos armas sonaron simultáneamente como si hubiésemos ensayado el acto. El
oso se paró en sus patas traseras emitiendo un Gruñido, dio algunos pasos y
cayó al piso y nuevamente volví a disparar, esta vez Cristian tardó un poco más
pero sin dudar volvió a disparar. Nos quedamos quietos por unos minutos
mientras el oso se revolcaba en medio del camino con agonía, Roco estaba tirado
al otro lado del sendero cerca de un matorral emitiendo chillidos de dolor,
parecía estar mal herido, Cristian bajo de la roca aun apuntando hacia el oso y
comenzó a acercarse y cuando estuvo a poco menos de un metro disparó nuevamente
justo a la cabeza del oso, la bestia emitió otro gruñido y quedó inmóvil en el
lugar, yo seguía agachado apuntando al oso y esperando a que no se moviera
nuevamente, Cristian miró hacia el matorral y divisó a Roco, fue corriendo
hasta donde estaba y lo tomó en sus brazos. Me levante con la cabeza agachada,
sabía que probablemente sería el fin de Roco, la manera como el oso se lo
sacudió de encima de seguro había fracturado muchos huesos del perro que
nuevamente salvaba la vida de su amo y la mía, vi que Cristian me pasó por el
lado a toda prisa camino a la casa – ¡Vamos Enfermero, te necesito, aun
respira! – Dijo con voz quebrantada, levante la mirada hacía el oso por unos
segundos para cerciorarme qué estuviese bien muerto y luego subí hasta la casa
para ayudar a Cristian.
Cristian estaba agachado en medio de la sala donde había colocado al
perro - ¡No te Mueras amigo, no me dejes! – Gritaba desesperado – ¡Ayúdame,
Enfermero! ¡No lo dejes morir! – Decía con lágrimas en sus ojos mientras
colocaba su enorme mano sobre una herida que tenía en el lomo el perro por la
que derramaba mucha sangre, me acerqué hasta donde estaba y comencé a tocarlo
para ver descartar que estuviese fracturas - ¡No quites tu mano de ahí, vaquero!,
colócalo sobre un costado - Tenía la
espalda rota a la mitad, en la lucha había perdido el calzón que le tapaba el
ojo dañado y había comenzado a sangrar nuevamente por esa herida - ¡Vas a estar
bien, Vas a estar bien! – Le repetía al oído mientras hacía presión
sobre la herida del lomo, Roco estaba literalmente rebanado, las garras del oso
había pasado por todo su cuerpo dejando carne expuesta en algunos lugares y
rasguños profundos por los que perdía sangre, de pronto Cristian se levantó y
se quito la camisa que llevaba y la colocó sobre el ojo que había perdido
anteriormente, intentaba reparar los daños pero se notaba que no sabía qué
hacer, volvió a hacer presión sobre el lomo mientras dejaba caer lagrimas sobre
su amigo fiel, Roco chillaba de dolor, yo había ido hasta el patio para buscar
algunas tablas que estaban allí para inmovilizarlo y cuando volví me pare en la
puerta y vi que Cristian estaba sudando alocadamente, tenía el rostro empapado
en llanto, levanto su mirada para verme - ¡No lo dejes morir! – Me dijo
quebrantado de dolor, me acerque al perro y vi que respiraba con fatiga,
coloque una tabla por debajo y la otra por arriba de manera que quedará fijo
sin poder doblarse, tome el cinturón de mi pantalón y lo pasé alrededor para sostener
las dos tablas y con la franela de Cristian lo envolví para dejarlo totalmente
inmóvil, chillaba adolorido, salían gotas de sangre de su nariz, lo que
indicaba que sangraba internamente, su lengua se había tornado pálida y jadeaba
acelerado, Cristian se había puesto en pie a un lado para dar espacio, su cara
de miedo bañada en lagrimas me partían el alma en dos, no sabía cómo decirle
que no aguantaría mucho y que tendría que despedirse del valiente Roco - ¡Dime
que va a estar bien, enfermero! – lo mire un segundo directo a los ojos
mientras terminaba de tapar la herida del lomo con un trozo de la camisa que
había cortado, moví mi cabeza de un lado a otro diciéndole que no, entonces
coloco sus dos manos sobre su cabeza y comenzó a llorar mientras caminaba de un
lado a otro, Raishell había escuchado todo el drama y se había asomado al
pasillo, estaba recostada de la pared y observaba el cuadro con cara de
tristeza, enmudecida. Cristian salió de la casa corriendo tomando el cuchillo
de trincheras que siempre llevaba en su cintura y se dirigió hacía el oso, se
abalanzó encima del enorme animal y comenzó a apuñalarlo repetidas veces
mientras lo maldecía gritando, salí detrás de él para tranquilizarlo aunque
estaba consciente que poco podía hacer para detener a mi enorme amigo. Llegué
hasta el lugar y me pare a un lado a mirar como apuñalaba al oso mientras la
sangre salpicaba por todos lados bañándolo completamente. - ¡Eso no va a
solucionar Nada, Cristian! – Pero no me escucho y siguió hasta que se quedo sin
fuerzas, había desgarrado casi toda la carne de la espalda del oso y por ultimo
lo golpeaba con sus puño ya casi sin aliento - ¡Maldito, Maldito, Maldito! ¿Por
qué lo mataste, Maldito? – Le gritaba llorando inconsolable - ¡Era todo lo que
tenía, John, Era todo, ayúdame por favor! – Sentía como el corazón se frenaba
en el pecho y se me hacía el mismo nudo en la garganta que sentí cuando perdí a
Kate, solté lágrimas mientras me agachaba para abrazar a Cristian que ya se
había quedado sin fuerzas y lloraba encima de lo que había quedado del oso -
¡Andando, Vaquero!, Roco, ¡te necesita! – siguió su llanto por algunos momentos
más tendido sobre la bestia, luego se levanto todo ensangrentado, bañado en
sudor y llanto, puso su enorme brazo sobre mis hombros para sostenerse, dio unos
pasos tambaleantes, se detuvo y terminó abrazándome y llorando sobre mí, lo
abrace lo más fuerte que pude, aunque mis brazos no alcanzaban a envolverlo
completamente, mi cuerpo pudo sentir el descomunal peso de Cristian mientras
intentaba sostenerlo en pie, estuvimos un rato largo ahí hasta que logró
recobrar el aliento y luego fuimos hasta la casa para ayudar a Roco.
Raishell había salido de su habitación y se había sentado justo en
frente de Roco, estaba inclinada acariciándolo mientras el perro daba sus
últimos respiros, Cuando Cristian entró a la casa el perro volteo la cabeza
buscando la mirada de su mano, jadeo un par de veces más lloriqueando y dejó de
respirar, parecía que había logrado despedirse de su amo, Cristian se tiro en
el piso justo al lado del perro y lo cargo al igual que se carga a un bebe,
Cuando Raishell vio el estado en que se encontraba Cristian dio un brinco en la
silla en donde se encontraba, se puso la mano en la boca y me miro, le hice
señas para que se quedara tranquila pero estaba impactada, se levanto
lentamente y como pudo se alejo de la escena. Yo seguía parado en la puerta de
la casa mirando como Cristian acariciaba a su amigo - ¡Fuiste un guerrero
amigo, Jamás te olvidare! – Le dijo con lágrimas mientras en ponía en pie para salir de la casa con Roco en sus brazos, me aparte
de la puerta abriendo camino y él se dirigió hasta la parte trasera de la casa
para hacer el entierro de Roco. Pasadas algunas horas Cristian Volvió a la casa
en peor estado, se había salpicado tierra encima mientras hacía el hueco para
el sepelio, la tierra se había mezclado con la sangre y el sudor dándole un
aspecto de Monstruo, llegó hasta el frente de la casa y me miro mientras yo
estaba sentado en el borde del piso de madera escribiendo en la tierra con un
pedazo de rama que había caído de un árbol, se dio media vuelta y fue
nuevamente hasta donde estaba el oso tomó su cuchillo y lo limpió con su
pantalón luego tomó el oso por una pata y comenzó a arrástralo por el camino
hasta llevarlo a pocos metros del frente de la casa, quedé con la boca abierta
al ver como arrastraba a la bestia con cara de ira y venganza, al menos debía
pesar más de trescientos kilos. Soltó al oso justo debajo de un árbol, tomo una
cuerda y la amarro a una de las patas traseras y lazó un extremo por encima de
una rama del árbol y luego comenzó a jalar con todas sus fuerzas para dejar
colgado al oso, pensé que no iba a poder y me levante rápidamente para ayudarlo
pero levanto una mano para que me detuviera - ¡Esto es entre él y yo! – Exclamó
mientras comenzaba a tirar con todas sus fuerzas de la cuerda, Mis ojos no
podían creer lo que veían, estaba levantado a esa bestia descomunal sin ayuda
de nadie. Al cabo de un rato terminó de colgar al oso, obviamente estaba
exhausto y de solo verlo ya me había
cansado, tomó su cuchillo nuevamente y comenzó el proceso de quitar la piel y
dejar expuesta toda la carne del animal - ¡Necesitas Ayuda, Vaquero! - ¡Estoy
Bien! – La expresión en su rostro asustaba más de lo normal - ¡Iré por las
cosas de abajo, traeré lo que pueda de a poco! - ¡Lleva el arma contigo! –
¡Está Bien, Vaquero! – pasé por detrás de él dándole una palmada en la espalda
de consuelo, tome el arma que había dejado en el piso cuando regrese a la casa
y emprendí el camino hasta el camión para traer las armas.
Raishell se había encerrado en la habitación nuevamente, debido a
lo sucedido había hecho el esfuerzo de salir para ver que sucedía, imaginé que
debió asustarse cuando vio a Cristian en ese estado pero yo sabía que esa
pequeña caminata que había hecho de la habitación hasta la sala le había
costado mucho, con el movimiento del cuerpo al caminar las quemadas que tenía
sobre la piel suelen doler mucho y la costra superficial que se hace comienza a
agrietarse dejando salir fluidos que segrega el cuerpo durante el proceso de
cicatrización, de seguro debe estar arrepentida de haberse levantado, recordé
que no tuve lugar para prepara el ungüento que le había prometido. Coloque una
cantidad de explosivos considerable dentro de una especie de cesta que estaba
cerca del Camión y comencé el trágico ascenso hasta la casa, caminaba despacio
para evitar que se moviera el contenido de la cesta y a medida que subía
comencé a pensar en el dolor por el que debe estar pasando Cristian, no es
fácil perder al único amigo que tienes, no encontraba la forma de consolarlo,
quizás si le preparo la cena lo anime un poco, después de todo no tuvo chance
ni desayunar, pensé en lo duro que ha sido para él estar solo en este bosque a
merced de todos estos peligros, antes me lo había imaginado, pero vivirlo en
carne propia cambiaba la perspectiva de la imaginación, si lograba subir el
sendero sin explotar en el camino, pensaba hacerlo descansar y encargarme de
todo hasta que se sintiera mejor, la otra parte de la historia es que el acepte
eso, por lo general le gusta mantener el control de las cosas y su carácter no
es muy suave que digamos. Avanzaba a paso de tortuga lisiada por el sendero,
tarde un poco más de una hora en llegar con el primer lote de explosivos y
tomando en cuenta lo que había dejado abajo sabía que faltaban al menos cinco
viajes más, Cristian ya había retirado toda la piel del oso y estaba esperando
que subiera para abrir el lugar donde colocaríamos los explosivos, cuando me
vio acercarme rápidamente paso por el costado del huerto y abrió nuevamente el
depósito secreto, colocamos todo organizadamente e hicimos un cálculo a simple
vista de la cantidad de explosivos que podíamos almacenar ahí - ¡Creo que con
dos lotes iguales a este llenaremos esto! – Le dije mientras el miraba
fijamente el almacén de arriba abajo - ¡Tienes Razón! Iré por un par de cestas
más para que traigamos más cantidad, tardaremos un poco, pero ahorraremos
descensos – Hablaba con una seriedad escalofriante, pero su mirada reflejaba
tristeza, no me atrevía a decirle nada para no hacerlo sentir peor - ¡No te
Preocupes, John! Sabía que más temprano que tarde sucedería esto – lo mire un
momento, el colocó su mano sobre mi hombro y pronunció con voz quebrada -
¡Gracias por ayudarme! - ¡No me des las gracias, vaquero!, tu también has hecho
bastante por mí, se que tal vez no pueda suplantar a Roco, ¡pero puedes contar
conmigo para lo que quieras, hermano! – Él sonrió por un momento pero su mirada
lo delataba, estaba quebrado por dentro - ¡Terminemos esto, enfermero! No
quiero pasar el día entero cerca de estas cosas, lo que no entre acá lo
llevaremos a la parte trasera de la casa, lo ocultaremos con la madera que está
ahí - ¡Me parece bien, no podría imaginarte durmiendo con esto debajo de tu
cabeza! – le dije bromeando pero obviamente no le causo mucha gracia, sentí que
fue un intento fallido pero no desistiría en hacer que cambiara el ánimo. Luego
de una par de horas terminamos de subir todos los explosivos y solo restaban
las armas, pero el cansancio por todo lo que habíamos pasado en lo que iba del
día ya comenzaba a dejarnos fuera de combate, llegamos a casa y el tomo agua de
un recipiente grande que estaba a poca distancia del huerto y comenzó a
quitarse toda la sangre y la tierra que tenía encima lo que fue un alivio ver
como de espantoso regresaba a ser solo feo nuevamente, una vez terminado el
baño se sentó en su silla colgante y comenzó a columpiarse para que la brisa
secara el resto del agua que quedaba sobre su cuerpo mientras que observaba el
paisaje de las montañas, lo dejé solo y fui hasta adentro para comenzar a
preparar el ungüento para la mujer, cuando entre a la casa vi que ella se había
sentado nuevamente en el sillón de la sala - ¿Qué haces acá? – ¡No me gusta el
encierro! Prefiero estar rodeada de personas – Ya lo creo ¿Cómo están las
quemadas? – ¡Están cómo se supone que deberían estar! ¡Quemada y ahora
agrietadas! - ¡Lo imaginé! No debiste salir de la habitación, Prepararé el
ungüento que te comente para que mejores, lo usaras 3 veces por día durante una
semana y debes evitar moverte en exceso hasta que la costra que se forme en el
exterior de las heridas este solida, de lo contrario no sanarás y podrías
infectarte, no las toques, tampoco intentes quitar las burbujas con agua que se
formaron - ¿Dolerá? – ¡No tanto como amputarte un miembro a causa de la
infección y como ya viste Cristian no es muy sutil con el cuchillo! - ¡De
seguro no dolerá nada entonces! – Levantó sus piernas y las estiraba cuidadosamente
sobre el sofá, en ese momento Cristian entró a la casa, se detuvo justo en la
puerta y echo un ojo por todos lados, vio a la mujer y luego me miró, volvió a
mirar a la mujer y dijo con un tono triste - ¡Siento lo que pasó! No fue mi
intención asustarte – Raishell tomó compostura sobre el sofá y seguidamente
hizo un esfuerzo para levantarse cuidadosamente, avanzó unos pasos y se paró en
frente de Cristian, tomó la enorme mano que triplicaba la de ella y dijo: -
Gracias por salvarme la vida, señor Cristian ¡No sé cómo pagarles lo que han
hecho por mí! – el bajo su cabeza para mirarla y asintió - ¡De nada, espero que
a partir de ahora seamos un equipo, lo que viene no será fácil, pero daremos
hasta el último suspiro para acabar con esos Bastardos! Saldremos ganando –
Ella lo miro fijamente a los ojos y luego tendió sus brazos para abrazarlo,
apenas alcanzó a cubrir su barriga, pero Cristian entendió que estaba tomando
su palabra, luego me miro y me hizo señas para que me acercara, llegue hasta
donde estaban parados y nos abrazamos los tres - ¡Seremos un equipo, tanto el uno
como para el otro, un equipo que no se mueve si el otro no se mueve, no nos
separamos nunca, no dejamos a nadie atrás, explotaremos al máximo esa fuerza
que nos ha traído hasta este punto, esa fuerza que nos permite seguir
respirando y que nos empuja hacia esa batalla, la que ganaremos así sea lo
último que hagamos, “La Fuerza Interior” que fluye dentro de cada uno de
nosotros.
Luego de unos momento afirmando nuestra convicciones y sellando el
pacto que nos propusimos y que a partir de ese momento nos hacía un equipo,
Cristian se dirigió a su habitación y Raishell volvió al sofá, yo mientras
tanto terminaba de preparar el ungüento, unas vez lista la crema casera me
acerque hasta Raishell para aplicarlo en sus heridas, ella arrugo su cara en
señal de descontento por el olor pestilente que tiene el aloe fresco, parece
cebolla descompuesta pero la cantidad de Yodo natural que contiene y sus
propiedades cicatrizantes lo hacían el medicamento perfecto para combatir la
infección y evitar que queden marcas en la piel - ¿Estás seguro que no dolerá?
- ¡Te lo aseguro! Intenta quedarte quieta – unte mis dedos cuidadosamente con
la crema y comencé a aplicarla por todo su cuerpo, cuando ella sintió el calor
del yodo pensó que le iba a arder, hizo un mal gesto con su cara pero luego se
dio cuenta que solo era algo de calor - ¡Tienes razón! No duele, pero huele a
los mil demonios - ¡Si, es un poco desagradable el olor! Pero es efectivo -
¿Cómo sabes tanto? – Fui enfermero en el ejercito - ¡Eso lo explica todo
entonces, señor enfermero! – dijo con voz picara mientras yo le untaba la crema
por las piernas, aun seguía medio desnuda, había envuelto su cuerpo con la
manta que estaba en la habitación, levante la mirada y vi que estaba observando
el proceso con una sonrisa cariñosa en sus labio al mismo tiempo que arrugaba
la cara cada vez que pasaba mis manos por las heridas más afectadas, me puse en
pie mientras ella seguía mis movimientos con su mirada, tome un poco de crema
en mi mano y la pase por toda su cara, lo que la tomó desprevenida - ¡Oyeee!
¿Por qué hiciste eso? – Porque tienes quemadas en la cara – dije mientras le pasaba
los dedos por sus ojos para quitar el exceso de crema de sus parpados y permitir
que pudiera ver, la sonrisa se transformado en una expresión de asco debido a
la crema que había caído en sus labios, luego tome otro montón de crema y le
llene toda la cabeza - ¿Es necesario allí también? – ¡De seguro! Te ayudara a
recobrar el cabello, recuerda que acá no hay salones de belleza - ¡Eso ya lo
sé! - ¡Tienes que esperar al menos una hora para que la crema penetre bien la
piel y haga el efecto, luego podrás moverte! – Está Bien, John – ¡Esperaremos a
que Cristian se recupere para que tengamos una conversación más a fondo sobre
ese refugio del que hablaste! Necesitaremos toda la información posible con
lujos y detalles para organizarnos mejor – Me incorpore y salí nuevamente de la
casa para sentarme en la silla colgante. “Pobre Cristian” comencé a pensar
nuevamente en lo sucedido mientras me columpiaba en la silla, no es fácil lo
que le ha tocado, solo espero que lo supere rápido para que comencemos a
prepararnos. Me preocupaba el tiempo que iba a tomar Raishell para recuperarse
de sus heridas, las quemadas de ese tipo generalmente son conflictivas y en la
mayoría de los casos hay que raspar la piel nuevamente al pasar de los días
para que el cuerpo genere piel nueva, no le será fácil y el proceso es largo. Estiré
mi pierna para darme impulso y continuar meciéndome, volteé hacia la ventana
que tenía al lado y tope con la mirada de Raishell, estaba tendida sobre el
sofá mirándome por la ventana, sus ojos reflejaban la tenue luz de las lámparas
de kerosene, la miré fijamente por un momento y ella sonrió sutilmente con sus
labio llenos de Áloe mientras tocaba la tela metálica que recubría la venta -
¿Tienes hijos, señor enfermero? – preguntó para romper el silencio que se había
apoderado del lugar - ¡No! – Respondí dirigiendo mi mirada hacia el cielo para
contemplar las estrellas que comenzaban a asomarse, del otro lado de la casa
podía verse un ocaso precioso como nunca antes había visto, Cristian había
escogido el mejor lugar del bosque para ubicar la casa. Subí mis piernas a la
silla mientras continuaba meciéndose y me acomode con la cabeza tendida hacia
atrás para continuar viendo el cielo - ¡Hace algunos años planeé tener hijos!
Pero toda esta basura de situación no me dio lugar para comenzar – dije a
Raishell que no había dejado de mirarme a través de la ventana – ¡Perdí a mi
prometido hace algún tiempo! Él sencillamente quiso ser parte de todo esto y me
dejo de lado. Salió en una misión de contraataque que se organizó en la
frontera con Ucrania. ¡Nunca más supe de él! – ¡Lo siento mucho! - ¡No hay nada
que sentir, señor enfermero! El escogió su camino – Yo continuaba viendo al
cielo mientras escuchaba la voz de Raishell y me hacía una leve idea de la
situación que estaba relatando, pero a pesar de eso no podía quitarme de la
cabeza el relato del refugio, las armas, el avión y toda la historia recortada
que me había contando, tome compostura nuevamente y la miré por la ventana -
¿Qué sucedió realmente? - ¿A qué te refieres? - ¡Al Avión, el Refugio, las
armas! A eso me refiero – Ella guardó silencio por un momento sin quitarme la
mirada de encima, tomó un respiro profundo y comenzó a hablar:
- Al igual que todos fuimos atacados por esos terroristas,
comenzaron bombardeando al pueblo por aire y luego llegaron con tanques y
vehículos militares con armas de alto calibre, Disparaban a todos lados,
cualquier cosa que se movía era asesinado, incluyendo los animales. Eran
muchos, cuando llegó la noticia de los ataques en la frontera con Ucrania mi
padre tomó precauciones y en conjunto con algunos vecinos del pueblo hicimos un
refugió debajo de la casa con un túnel que terminaba en las afuera de la
ciudad, sabíamos que el apoyo militar no estaría disponible para defendernos
porque habían sido enviados a hacer frente a los ataques al otro lado del país,
demoró bastante hacerlo pero fue lo que nos salvó a mí y a mi hermano. Cuando
comenzó el Bombardeo yo estaba en casa haciendo equipaje para emprender un
viaje a Lituania para unirme a la universidad central, sabía bien que ellos se
habían negado a colaborar militarmente con Polonia y se habían lavado las manos
de la guerra, ahí estaría segura. Quería terminar mis estudios en
telecomunicaciones que había comenzado en Kukle, no muy lejos de la frontera,
los tuve que dejar por la evacuación. Mis padres tenían planes de migrar luego
a Lituania y encontrarse conmigo y mi hermano para comenzar una nueva vida. Ese
día nos tomó por sorpresa, las bombas comenzaron a caer repentinamente en el
centro del pueblo y la gente enloqueció, comenzaron a correr buscando lugares para
resguardarse, se dio la alarma de ataque pero ya el bombardeo había acabado con
parte de la ciudad. Mis padres estaban allí haciendo las compras para celebrar
una cena especial esa misma noche pero evidentemente no iban a regresar a casa,
tomé a mi hermano y nos ocultamos en el refugio, pudimos escuchar desde lo
profundo del suelo como la gente era masacrada y el horrible estruendo de las
bombas al caer, los disparos de las armas nos dejaban ensordecidos. Los niños
eran sacrificados en el medio de la calle, estuvimos ocultos toda el día,
incluso en la noche los ataques seguían, yo estaba aterrada, no sabía qué
hacer, tapaba mi cabeza con unas almohadas que mi madre había dejado en el
refugio en caso de que tuviéramos que usarlo junto a otras provisiones. Al día
siguiente la soledad y el silencio se habían apoderado de las calles, salimos
cautelosamente del refugio para ver qué había sucedido, arriesgándonos a ser
asesinados. ¡Te podrás imaginar el escenario! No quedaba nada, las calles
estaban llenas de sangre y todo era una pila de escombros, algunas personas
habían sobrevivido ocultándose en refugio iguales a los que habíamos hecho
nosotros, pero no eran muchos, apenas ocho personas incluyendo a mi hermano y a
mí. Nos organizamos y emprendimos el viaje a través del túnel hasta llegar a
las afueras del pueblo, estuvimos a la deriva por alguno tiempo hasta que conseguimos
un destacamento de civiles que venían del otro lado de Polonia huyendo de los
ataques. Decidimos quedarnos ahí con ellos porque sabíamos que tendríamos más
posibilidades si nos manteníamos en grupos. Durante todo este tiempo
establecimos una comunidad, nos movíamos de un lado a otro evitando los ataques
que se anunciaban por las noticias o que recibíamos por comunicados, entre
nosotros había algunos militares retirados que mantenían el orden y planeaban
las estrategia de movilización de la comunidad, nos fuero de gran ayuda. Hace
algunos día llegó una noticia desde el este, que se había divisado un refugio
al norte de aquí que está compuesto por civiles y militares, han recobrado
fuerzas y planean un ataque al estado terrorista, el informante de esto dijo
que tenía un contacto desde la capital de Polonia y que estaba dispuestos a
suministrar armas, equipos y medicinas para llevarlas a ese refugio y
complementar otro grupo que recientemente había llegado, esas son las armas que
estaba en la caja. Se organizó el traslado en pocos días y emprendimos el
viaje, yo me ofrecí de voluntaria para manejar la radio y mi hermano había
aprendido a volar con unos amigos de mi familia, así que él también se ofreció,
a pesar de que me opuse. El resto ya lo sabes, ese bastardo nos tendió una
trampa, uno de los que viajaba con nosotros era militar y no sé como rayos
logró enterarse del engaño y se presentó la riña dentro del avión. Lo demás ya
lo comprobaste por tus propios medios, hubo un disparo y el avión comenzó a
tambalearse, tomé la radio y comencé a pedir auxilio pero no alcance a terminar
el llamado, el avión explotó y comenzamos a precipitarnos –
Estaba impactado con la historia que me había contado, no había
quitado la vista de la mujer ni un solo segundo mientras escuchaba el relato,
noté que era muy parecido a lo que había sucedido en mi ciudad y en la de
Cristian, lo que me dio a entender que siempre usan el mismo modo de operación,
algo poco usual tratándose de terroristas. - ¿Dices que en la caja había
medicinas? – Le pregunte dudando de eso puesto que había revisado bien la caja
y solo había explosivos y armas, a no ser que el compartimiento que se veía al
fondo las estuviese ocultando -¡Si, no es mucho, pero lo suficiente para tratar
heridas de bala, cortes y algunos medicamentos para la fiebre! – Personalmente
revise la caja y solo había armas y explosivos, ¿Estás segura que había
medicamentos? - ¡Te lo garantizo! Yo misma los puse en el fondo de la caja –
esas palabras disiparon las dudas inmediatamente de mi cabeza, la mire con un
semblante más relajado y le pregunté - ¿Están debajo de la tabla de Madera,
Cierto? - ¡Si, pero no es una tabla cualquiera! - ¿A qué te refieres? – ¡Me
refiero a que esa tabla contiene grabada la ruta que hay que seguir hasta el
punto de reunión con el grupo en cuestión, además tiene las coordenadas que nos
enviaron los informante con la ubicación exacta del cuartel de los terroristas!
– No podía creer lo que estaba escuchando, mis ojos casi saltan de mi cara,
Raishell pudo notar enseguida mi asombro - ¿Qué te sucede, John? ¡Estás pálido!
- ¡Nada, es solo que de tanto mecerme me mareé un poco! – Le dije para
disimular el asombro, literalmente un regalo del cielo. Armas, Medicinas y un
mapa, como anillo al dedo. En lo que Cristian se entere de esto va a saltar de
alegría - ¿Quiénes viajaban contigo a parte de tu hermano? - ¡El Bastardo que
nos traicionó, un sargento retirado y el copiloto!, pero yo no lo conocía,
había escuchado que era un veterano de la guerra fría, pero solo eso, ¿Por qué
lo preguntas? - ¡Por nada! Quería saber si había algún tipo de plan entre
ustedes, ¡tú sabes!, lo que tendrían que hacer cuando llegaran a la reunión –
Ella me miro con cara de duda, pero realmente quería saber si había otro punto
más que no hubiese tocado y que pudiera servir de ayuda para nuestros planes, a
veces a las mujeres hay que sacarle las cosas con algunas estrategias.
Me levante de la silla y estire mi cuerpo, la noche había caído y
comenzaba a hacer frio en el bosque, mire hacia la entrada de la casa y no pude
ver a Roco echado al pie de la silla de Cristian y caí en cuenta que la
conversación con Raishell me había hecho olvidar lo que había pasado algunas
horas atrás, entre a la casa cerrando la puerta a mis espaldas y fui hasta el
cuarto de Cristian, toqué la puerta una vez pero no pude oír nada y cuando me
disponía a tocar nuevamente la puerta se abrió y detrás se divisó la gigantesca
figura de nuestro amigo. Tenía los ojos hinchados por el llanto, verdaderamente
la estaba pasando mal con la pérdida de su Roco, le di unas palmadas en el
hombro para consolarlo – ¡Andando, Vaquero! Te prepararé un buen bistec de Oso
con cebollas caramelizadas – El sonrió entrecerrando los ojos hinchados y salió
hasta la sala y sentó en el suelo recostándose en el sofá donde estaba sentada
Raishell, estiro las piernas a lo largo de la sala e inclinó su cabeza para
atrás para mirar el techo - ¿Qué novedad tenemos, Raishell? ¿No quieres
contarme algo sobre ti? – Preguntó Cristian con voz ronca, tanto Raishell como
yo supimos de inmediato que había estado llorando todo este rato. - ¡Claro
Grandulón! Ya el enfermero John se
entero de todas las cosas y las sorpresas que hay para esta nueva familia, ¿No
es cierto Señor enfermero? – Entonces Cristian incorporo su cabeza y me miró -
¿Señor, Enfermero? ¿Señor, Enfermero? ¡Vaya! Menos mal que solo estuve ausente
un par de horas – El humor había comenzado a regresar a nuestro enorme amigo,
Raishell y yo comenzamos a reírnos y luego el soltó una risa - ¿De qué me
perdí, “Señor Enfermero”? - ¡Una larga historia, Vaquero!, mejor comamos algo y
en el transcurso de la cena te contare algo que te dejará boquiabierto – Raishell
se inclino para verle la cara a Cristian mientras le ofrecía una sonrisa pero
él estaba intentando imaginarse algo de lo que le había dicho y no había
quitado su mirada de mí - ¡Más les vale que sean buenas noticias! Ya he tenido
suficiente por hoy – ¡Oh sí!, ¡sí que lo son, Vaquero! – Le dije mientras
cortaba algunas cebollas para comenzar a preparar la carne del Oso - ¡Por
cierto, Tendremos que hacer algo para vestir a esta señorita! ¿Tendrás algo que
podamos ajustar a la medida de Raishell, Vaquero? - ¡Tengo algo! ¡Y por lo que
veo en ella, no tendrá que ajustar nada! – Raishell se sorprendió al escuchar
eso al igual que yo y pregunto algo desconcertada - ¿Tienen ropa para mí? ¿Por
qué rayos me han tenido casi desnuda todo este tiempo? – Yo miré a Cristian al
mismo tiempo que él me miro asustado - ¡Tranquila, Señorita! Aunque tuviésemos
un traje de gala para usted no podrías usarlo. Esas heridas se pegarían a la
tela empeorando la situación, así que por unos días tendrás que dejar tu pudor
guardado en la mesa de luz de la habitación porque hasta que no tengas una
buena costra sobre esas heridas tendrás que andar tal cual estás ahora –
Cristian suspiro y luego me guiño el ojo, por un momento pensó que ella tomaría
el asunto por otro lado que de seguro nos habíamos ganado el primer problema
con la nueva miembro de la familia. Supongo que también agradeció para sus
adentros el que le aclarara el punto de la desnudez a Raishell.
La Cena estaba lista y servida, Cristian y yo nos acercamos a la
mesa para iniciar la venganza en contra del oso, Raishell comería desde el Sofá
para evitar que siguiera caminando. Ella interrumpió el inicio de la venganza
para pedir que antes de comer hiciéramos una pequeña oración para dar gracias
por todas las bendiciones que Dios nos había regalado durante este día,
Cristian y yo nos Miramos Levantando los hombros en señal de ignorancia pero
dispuestos a acatar aquella petición especial. – Ok, Cierren sus ojos, chicos,
y repitan conmigo: Padre amado que estás en el cielo, te bendecimos
eternamente, en esta hora te queremos dar gracias por todas las cosas que nos
has dado en este día, en especial habernos permitido encontrarnos y formar esta
nueva amistad la que ponemos en tus manos para que dirijas según sea tu
voluntad, Bendice de forma especial este delicioso Oso con cebollas que preparó
el Señor Enfermero y bendice a aquellos que no tienen como comer en esta hora
para que de una u otra forma puedan hacerlo, en el nombre de tu hijo amado te
lo pedimos. Amen - Cristian y yo Abrimos
los ojos y nos miramos y dijimos “Amen” al mismo tiempo, hacía algún tiempo que
había dejado de pensar en Dios, pero sobre todo de pedirle algo, Raishell había
tocado el lado sensible tanto de Cristian como el mío y sin duda alguna, con
solo esa oración había tomado el control de la casa en ese sentido. Era de
esperarse de una mujer, ellas siempre quieren tener el control de todo, eso me
trajo recuerdos de Kate y me imagino que a Cristian también le traería
recuerdos de su esposa e hijo.
Comenzamos a comer y a relatarle a Cristian la Historia que
Raishell me había contado durante el tiempo que él estuvo en su habitación,
como me supuse, él también quedó asombrado con todo lo que contó la mujer. La
conversación se extendió por largas horas, yo conté lo que me había sucedido y
Cristian contó su historia, soltamos lagrimas que luego fueron opacadas con
risas que venían de bromas que hacíamos y cuentos graciosos que comenzamos a
incluir en la conversación para hacer de la noche más amena. La armonía
comenzaba a entrar al lugar después de un largo tiempo de acontecimientos
desastrosos que habían hecho de nuestras vidas unas tragedias pero que por
algún motivo el destino así lo había permitido aunque no supiéramos exactamente
con que propósito, solo nos concentramos en pasarla bien y a conocernos un poco
mejor. Ciertamente necesitaríamos eso más adelante, el camino que se nos
plantaba al frente iba a requerir de todo tipo de luchas para ser superado.
La Madruga había avanzado, Cristian se había quedado dormido a los
pie del sofá en donde descansaba Raishell, yo seguía sentado en el comedor
pensando en cómo hacer para traer las Armas que habían quedado abajo sin tener
que hacer varios viajes, me preguntaba qué tipo de medicamentos habría en la
caja y si había alguno que pudiera usar para tratar a Raishell, aunque sea para
acelerar el proceso de cicatrización. No podíamos darnos el lujo de contar los
meses para la recuperación. Levante la mirada y vi que seguía recostada en el
Sofá viendo el techo de la sala, estaba pensando en algo pero no tenía ni la
más mínima idea de que, se notaba el cansancio en su rostro. Me levante de mi
puesto en el comedor y me dirigí hacía el baño, la puerta del cuarto de
Cristian estaba abierta y me llamó la atención echar un ojo. Empujé un poco la
puerta sin entrar a la habitación para poder vigilar desde el pasillo que
Cristian no me viera espiando entre sus cosas. Al igual que la habitación que
me había dado solo había una cama que obviamente había diseñado a su medida y
que era bastante ancha, un espejo justo en frente del lugar de reposo, un par
de lámparas sobre las mesas de luz y una ventana que permitía la vista al
huerto que estaba a un lado de la casa, también había algunas fotos de su
esposa e hijo que colgaban en las paredes dentro de unos marcos hermosamente
tallados a manos. Sin tomar en cuenta que la cama no tenía las sabanas
estiradas, el cuarto estaba perfectamente ordenado, era evidente que le gustaba
mantener todo bajo control. Eche nuevamente la mirada hacía la sala para
cerciorarme que Cristian aun durmiera y vi que Raishell se había sentado en el
sofá y contemplaba como dormía Cristian, se inclinó un poco y estiro la
camiseta que llevaba puesta el gigante ya que se había enrollado hasta la
altura de su pecho dejando la barriga descubierta, intento levantar
cuidadosamente la mano que reposaba sobre su pecho para poder acomodar
correctamente la camiseta y hacerle más cómodo el descanso pero cuando lo toco
el gigante emitió un sonido muy similar a un cerdo, había comenzado a roncar lo
que hizo que Raishell saltara del susto sobre el sofá, se tapo la boca con su
mano para reír y evitar que el sonido despertara a Cristian mientras recobraba
la compostura por el brinco que había dado. Observe todo el cuadro mientras
permanecía parado en el pasillo, la madrugada estaba en su punto más oscuro lo
que significaba que el sol estaba pronto a salir, Raishell se dio cuenta que yo
estaba parado en el pasillo observando y me hizo señas con sus brazos para
preguntarme si sucedía algo, le devolví la seña y le indique que todo estaba
bien mientras daba media vuelta para seguir mi camino al aseo.
El sol comenzaba a mostrar destellos de luz brillante que se
colaban a través de la ventana de la sala, me acerqué cuidadosamente para no
interrumpir el sueño de Cristian y Raishell, abrí lentamente la puerta
principal y salí de la casa cerrando la puerta de forma suave para no emitir
ningún ruido, observé detenidamente los alrededores para comprobar que no había
peligros, aun tenía clavada en la mente la Horripilante imagen del oso
enfurecido arremetiendo contra Roco, obviamente las trampas de las que me había
hablado Cristian aquel día habían sido burladas por el ingenio de la bestia, no
me extrañaría que el episodio de ayer se repitiera solo que esta vez no
teníamos al héroe para que luchara por nosotros y que probablemente nos tocaría
hacerle frente con resultados que no serían tan buenos. Tomé un poco de agua
que aun quedaba en el recipiente que está del otro lado de la casa para echarla
en mi cara y refrescarme a la vez que espantaba el sueño que tenía por haber
pasado la noche en vela pensando en cuanta cosa se me atravesara en la mente. Emprendí
el descenso hasta el camión para comenzar a traer las armas hasta la casa, pase
debajo del árbol donde Cristian había mutilado el oso y note que aun colgaba el
mecate que había utilizado, lo tomé, hice un rollo y lo pase alrededor de mi
cuello para llevarlo conmigo, de seguro sería muy útil. Iba bajando
cuidadosamente y recordé que había dejado el arma que me había dado Cristian en
la silla colgante, me detuve y regresé a buscarla, definitivamente no quería
toparme con ninguna sorpresa durante el camino, llegué al frente de la casa
nuevamente y vi que Cristian ya se había despertado y estaba parado en la
puerta con los brazos tendidos sobre su cabeza, tenía el cabello alborotado al
igual que su barba que al parecer había tomado la forma del piso quedando
aplastada de un lado. - ¡Buenos Días, Vaquero! – le dije a medida que me
acercaba a la silla colgante para tomar el arma mientras el comenzaba a
estirarse bostezando al mismo tiempo - ¡Buenos días, enfermero! ¿A dónde ibas
tan temprano? – Quería comenzar a traer las armas y la caja, tengo curiosidad
por las medicinas que están en el compartimento, además quiero revisar ese mapa
para comenzar a hacer planes para el viaje. Siento que pasan los días y no
hemos avanzado mucho - ¡Tienes razón, enfermero! ¡Pero se te olvida un detalle!
- ¿Cuál? – Tenemos una personita que no puede hacer más que dar unos cuantos
pasos - ¡Precisamente por eso quiero ver la medicinas que hay en la caja! Tal
vez podamos usar algo que la ayude a mejorar para que nos pueda ayudar con todo
esto, además tiene que recibir entrenamiento de armas y defensa - ¡Creo que eso
no será problema, enfermero! Se le nota que es inteligente, aprenderá rápido -
¡No hay duda de eso, vaquero! – tomé mi arma y me disponía a bajar nuevamente
entonces Cristian dio unos pasos y dijo: - ¡Espérame, iré contigo! Voy por mi
arma y nos vamos – lo miré un segundo y asentí con mi cabeza, el se dio media
vuelta apresurando el paso y fue por el arma. Me quede parado al principio del
sendero mirando por encima de la casa, el sol ya se había levantado y comenzaba
a calentar el frío clima del bosque, el paisaje de las montañas era hermoso a
cualquier hora del día, solo que esta mañana algo llamó mi atención. En la
unión de las dos montañas que se veían en el horizonte había un valle, justo en
medio del valle comenzó salir humo negro, parecía que salía de alguna chimenea
formando un hilo que subía arremolinándose lentamente y que el viento se
llevaba a media que soplaba en más fuerte en lo alto. Cristian venía saliendo
por la puerta de la casa y vio que yo estaba embelesado mirando el paisaje, se
quedó mirándome por un segundo extrañado y cuando estuvo a punto de decir algo
levante mi brazo apuntando hacia las montañas, el volteó la mirada haciendo
cara de aburrimiento – ¡Si, enfermero, ya sé que….! ¡SANTO DIOS, enfermero!
¿Qué es eso? – Quedó tan sorprendido como yo, nos quedamos parados por unos
minutos viendo aquel humo negro que salía de entre las montañas, el silencio se
había apoderado del lugar durante ese tiempo - ¡Sea lo que sea te aseguro que
ese humo lo está haciendo alguien humano! - ¡Seguro que si, enfermero! No me
puedo imaginar a ningún oso haciendo una fogata para cocinar, ¡al menos que sea
el oso Yogui! – Lo mire girando mi cabeza lentamente hacia donde estaba parado,
el tenía una sonrisa en su rostro - ¿Qué rayos fue eso, Vaquero? – ¡No lo sé!,
¡Andando, enfermero! Hagamos esto antes que caliente más el sol – Me dio un
empujón para que me apartara del camino y comenzó a descender, yo observe unos
segundo más el humo y luego comencé a seguirlo a paso veloz para alcanzarlo -
¿No te preocupa que sean terroristas? - ¡Para nada, enfermero! Están bastante
lejos y aun no tenemos la certeza de que sean terroristas, recuerda que allá
también hay un bosque y probablemente alguien como yo pensó en hacer un refugio
en medio del valle para ocultarse. En todo caso cuando emprendamos el viaje
pasaremos por ese lugar a echar un ojo, ¡Más les vale que sean aliados! - Pensé por un segundo aquellas palabras
mientras seguía descendiendo por el sendero pero no dejaba de preocuparme, ciertamente
si resultaban ser aliados tendríamos más gente para la batalla, pero de ser lo
contrario nos estaríamos arriesgando con solo pensar en acercarnos a ese lugar.
Di unos cuantos pasos más, salte una piedra y llegue hasta fondo del sendero,
Cristian iba justo delante de mí y se había detenido para examinar el lugar,
levanto su brazo para indicarme que me detuviera, pasaron unos segundos y luego
me hizo señas para que siguiera andando mientras el comenzaba a caminar, me
puse a su lado y avanzábamos lentamente mirando cuidadosamente hacia todos
lados en busca de peligros pero no pudimos divisar nada, a medida que nos
acercábamos al lugar donde estaba el camión íbamos apresurando el paso hasta
que nos encontramos en frente de la cueva. Comencé a quitar las ramas que
ocultaban al camión mientras Cristian seguía mirando por los alrededores -
¡Vamos, Vaquero! Ayúdame a quitar todo esto del medio – El seguía con la vista
puesta en el bosque, inmóvil, me incorporé para mirar lo que él estaba viendo
pero no podía ver nada de lo que él veía - ¿Qué sucede? – ¡Shhh! Hay algo que
no me gusta en el ambiente, enfermero - ¡Yo no veo nada! – Me miró por un
segundo mientras se convencía de lo que le acababa de decir - ¡Probablemente
aun este traumado por lo de ayer, enfermero! – me dijo con voz baja mientras se
dirigía a la entrada de la cueva y comenzaba a quitar las ramas que la
ocultaban.
Una vez descubierto el camión Cristian dio un brinco y subió a la
parte trasera y echo un vistazo a la caja, me miro nuevamente por un segundo y
se posicionó detrás de la caja y se dispuso a empujarla para bajarla del camión
- ¡Tendrás que atajarla a medida que comience a caer por el borde! ¿Crees
poder? - ¡Seguro que sí! – Entonces tomó impulso y empujo con todas sus
fuerzas, la caja se deslizo rápidamente con solo ese empujón y llegó al borde
de la plataforma del camión y casi se cae al suelo. Mire a Cristian con los
ojos bien abiertos mostrando asombro - ¡Olvidaba que ya no pesaba tanto,
enfermero! – Yo seguí mirando lo que había hecho y comencé a mover mi cabeza en
señal de negación - ¡Gracias a Dios no cayo del camión! – le dije pensando en
que se pudo haber disparado un arma al caer la caja del camión, me dirigí hasta
el borde y comencé a jalar la caja mientras Cristian la sostenía del otro lado
para impedir que cayera bruscamente en el suelo. Logre bajar el borde de la
caja de forma que pudiéramos terminar de bajar el otro extremo entre los dos y
comenzar el camino de regreso, Cristian bajo de un brinco del camión y me ayudó
a bajar el otro extremo, en pocos minutos ya la habíamos bajado completamente
del camión - ¡Creo que la tenemos, Vaquero! - ¡Si, así es! Ahora se me ocurre
atar la cadena en este extremo y subir arrastrándola entre los dos hasta la
casa - ¡Creo que es lo más apropiado! No será fácil ni rápido, pero lo
lograremos en un par de horas, ¡Andando! – Sujetamos la cadena y comenzamos a
tirar de la caja para regresar a casa. Apenas alcanzamos a sacar la caja de la
cueva y de pronto se escucho el sonido de una rama cuando se rompe al ser
pisada. Nos detuvimos de de inmediato y comenzamos a examinar el bosque en
dirección del sonido que habíamos escuchado, Cristian tomó su arma y la cargó y
comenzó a caminar de espaldas hasta la entrada de la cueva buscando esconderse
entre el marco de rocas naturales, yo seguía en el mismo lugar solo que me
había agachado con mi arma apuntando hacía los árboles, tenía la vista
incrustada en el fondo del bosque en busca de algún movimiento pero no lograba
ver nada, Cristian también se había agachado y examinaba cautelosamente cada
centímetro del bosque, miré hacia donde estaba y le hice señas para decirle que
no veía nada luego me tendí en el piso boca abajo y comencé a examinar con la
mira de mi arma para tener un mejor alcance de profundidad, miraba en un espacio
no mayor a diez metros de ancho, de pronto sentí que una piedra pequeña cayó sobre
mi cabeza, miré a Cristian y el tenia su brazo tendido apuntando hacia un
claro, apunte mi arma hacia el lugar y pude ver lo que Cristian me indicaba.
Había una enorme roca con un árbol mediano pegado justo al pie y junto al árbol
había un ciervo escarbando con sus pesuñas la raíz del árbol, volví a mirar a
Cristian que se había tendido boca abajo en el suelo al igual que yo mientras
me seguía haciendo señas que mirara en esa dirección, volví a apuntar en
dirección al ciervo y de pronto se asomo lo que parecía ser un brazo, salía del
otro extremo de la roca, le hice señas a Cristian para indicarle que ya había
visto el brazo, adicione una bala a la recamara de mi arma y apunte nuevamente
para esperar a que el hombre se expusiera un poco más para disparar sin fallar. Pasaron unos
minutos pero el sujeto no había salido, yo seguía apuntando justo en el borde
de la roca cuando de pronto el sujeto se inclino dejando expuesto su trasero,
parecía que se había agachado a recoger algo pero no había terminado de pensar
cuando escuche el Disparo del arma de Cristian, lo miré rápidamente y volví a
enfocar con el objetivo de mi arma, el hombre estaba tendido en el suelo
revolcándose del dolor - ¡Le diste, vaquero! – Cristian comenzó a arrastrase
hasta donde estaba yo y cuando estuvo a una distancia prudente volvió a cargar
su arma lentamente para evitar hacer ruido - ¡Te dije que algo no me gustaba! –
Dijo en voz baja mientras continuaba apuntando con su arma - ¡Aun se mueve,
parece que lo heriste solamente! - ¡Si, ve por la derecha en ese mismo rango de
distancia, yo iré por la izquierda y lo acabaremos! - ¡Con cuidado, vaquero! –
comenzamos a arrastrarnos lenta y cuidadosamente, supervisando los alrededores
en busca de más personas hasta que estuvimos muy cerca de la enorme roca.
Apunte nuevamente con mi arma para ver por la mira y vi que aun seguía
retorciéndose de dolor en el piso, no era muy grande y su contextura era muy
delgada, mire a mi izquierda y pude ver que Cristian que se había levantado del
piso para quedar agachado detrás de un árbol de tronco grueso sin dejar de
apuntar, mire nuevamente en dirección a la roca donde estaba el sujeto y divisé
un árbol que estaba un poco más adelante de donde me encontraba, me levante sin
hacer ruido y comencé a caminar en cuclillas hasta colocarme detrás del tronco
de árbol. A esa distancia ya se podía escuchar el llanto del sujeto, gritaba
fuertemente y lloraba - “¡Ayúdenme, por favor! ¡Ayúdenme! ¡No soy terrorista,
no me maten por favor!” – Al escuchar eso quedé paralizado, la voz que
escuchaba no era la de un hombre, me puse en pie de espaldas contra el árbol y
mire hacia donde estaba Cristian que no había dejado de apuntar al sujeto, le
hice señas para que se acercara. Salí detrás del árbol apuntando al sujeto y le
di voz de mando - ¡Quieto! ¡No te Muevas! – El sujeto no dejaba de revolcarse
del dolor, levanto las manos para mostrar que estaba desarmado - ¡No me mate
Señor, se lo ruego, no estoy armando! – El llanto era tan fuerte que podía
escucharse claramente en el lugar donde yo estaba, calculaba al menos cuarenta
metros de distancia entre mi posición y el sujeto. Comencé a avanzar sin dejar apuntarlo
hasta que estuve lo bastante cerca para certificar lo que me había imaginado,
Era un joven. – ¡No te Muevas! – le dije con voz imponente, pero él seguía
llorando y revolcándose del dolor en el suelo - ¡No me mate, por favor! – Mire
a mi izquierda para ver a Cristian y le hice señas para que se acercara
mientras yo terminaba de acercarme completamente hasta donde estaba el muchacho
sin dejar de apuntarlo, Cristian miró mis señales y salió de la seguridad del
árbol grueso que lo cubría hasta que llegó al lugar. Lo que habíamos hecho nos
estaba partiendo el alma en dos, Era un muchacho pequeño, a duras penas rondaba
los quince años, quizás menos. Cuando Cristian lo vio más de cerca y se puso
las manos en la cabeza lamentándose - ¿Qué hicimos? ¿Cómo rayos llegó hasta
acá? – la bala había dado justo en las nalgas del joven que aun seguía
retorciéndose de dolor en el piso y lamentándose – ¡No me maten por favor! ¡No
me maten! ¡Me duele mucho! ¡No hice nada! - ¿hay alguien más contigo? – Le
pregunte mientras me agachaba para examinarlo - ¡No señor, No! - ¿Estás seguro?
¡Si mientes te dejare morir aquí! - ¡Se lo Juro señor! ¡Ayúdeme! – El llanto
del joven era ensordecedor, la sangre que soltaba de la herida se había
mezclado con la pobre ropa que llevaba y el lodo del bosque haciendo que se
ensuciara todo, lo tome por los hombros y lo sacudí fuertemente - ¡Quédate
quieto! – Dejó de moverse inmediatamente pero no dejaba de llorar, lo coloqué
boca abajo y lo sostuve colocando una mano sobre su espalda - ¡Me duele! ¡Me
Duele! – Gritaba el joven entre el escandaloso llanto, tomé el cuchillo de
Cristian y corte los pantalones por la parte de atrás para examinarle el
trasero, cuando vi la herida me di cuenta que la bala no había alcanzado a
penetrar dentro del cuerpo, solo lo había rozado desgarrado un gran trozo de la
nalga en el recorrido, me puse en pie y me acerque a Cristian que permanecía
recostado de la roca con las manos en la cabeza - ¡Tenemos que sacarlo de aquí!
– el me miró enmudecido y luego miró al muchacho tendido en el suelo, se pasó
la mano por el rostro para quitarse el sudor que le colaba a chorros y luego se
acercó al joven sin darme ninguna respuesta - ¿De dónde rayos vienes? – Le
preguntó al muchacho que giró su cabeza para ver quien le hablaba y cuando vio
a Cristian detuvo el llanto repentinamente y abrió sus ojos asustándose - ¡No
Me mate señor, yo no hice nada! – Exclamó volviendo al llanto escandaloso -
¡Que te calles la boca y me respondas! – Alzó la voz Cristian mirando
agresivamente a la cara del joven, el muchacho saltó del susto al oír la
imposición que salía de aquel gigante, se dio la vuelta cesando de llorar y se
arrinconó contra la roca - ¡Me escape señor!, vengo del oeste, yo estaba en el
pueblo que destruyeron no sé cuando, recogiendo cosas y de pronto vi un carro
militar que se acercaba desde el centro y salí corriendo en el otro sentido.
Llevo días caminando y entre al bosque para cazar algo y poder comer, ¡Le juro
que no hice nada! - Las palabras del
muchacho hicieron que Cristian me mirara con cara de sarcasmo por un momento, por
algún motivo a mí también me sonaba familiar lo que había dicho el joven, tomó
su arma y la puso en la cabeza del muchacho - ¡Más te vale que sea cierto! -
¡No me mate señor! ¡Le juro que no le miento, por favor no me mate! – le guiñé
el ojo a Cristian para que dejara de apuntarlo, me acerqué al muchacho y lo
tome por su delgado brazo y de un solo tirón lo levante del suelo y lo puse
frente a mí, me incline para colocar mi cara justo en frente a la de él, se
puso rígido como un palo y cerró los ojos - ¿Te fijaste que nadie te siguiera?
- ¡Si señor, vengo ocultándome entre la hierba! Ya le dije que llevo días
caminando - ¿Dónde está tu familia? ¿Por qué andas solo? – El muchacho bajó su
cabeza y dejó que siguieran cayendo las lagrimas, no hizo falta que respondiera
la pregunta, me pude imaginar lo que había sucedido con su familia y el motivo
por el que estaba acá, me incorporé acercándome a Cristian y le dije en voz muy
baja mientras el muchacho seguía con la cabeza agachada llorando en silencio sosteniéndose
la nalga con una mano - ¡Tenemos que sacarlo de aquí! – Cristian había retomado
el silencio al escuchar las palabras que dijo el muchacho, sabía que comenzaba
a sentir culpa por haberle disparado pero era algo que inevitablemente
sucedería, si no lo hacía él yo mismo hubiese jalado el gatillo de mi arma. Me
miró por un momento y me preguntó: - ¿Qué haremos con la caja? – Ahora el que
estaba mudo era yo, había olvidado por completo el porqué estábamos en el
bosque - ¡No lo sé! Pero no podemos dejarlo aquí - ¡Eso ya lo sé! - ¡Llevémoslo
hasta la casa y luego regresamos por la caja! - ¿¡Estás loco, enfermero!?
Raishell está sola allá arriba, ¿y si resulta una trampa? - ¡Le daremos un arma
a Raishell y le diremos como funciona! si resulta una trampa ¡Que lo aniquile!
– Cristian me miro sin decir nada por un momento y luego asintió con su cabeza.
Tomé el brazo del muchacho y lo jalé para que se moviera - ¡Andando! – El
comenzó a caminar con dificultad lloriqueando por el dolor, lo dejé ir al
frente y más atrás Cristian y yo le seguíamos indicándole el camino que debía
seguir. Avanzamos un rato pero no tardó en desplomarse por el dolor - ¡Me duele
mucho señor! ¡No puedo continuar, déjeme descansar un momento, por favor! – Dijo
el joven mientras sobaba su nalga con la mano, Cristian se abrió paso para
agacharse, tomó al joven por un brazo y lo levanto como si fuera una hoja de
papel y colocó sobre su hombro - ¡Andando, Enfermero! Y tu mocoso, Si intentas
algo extraño te rompo en dos – El joven escucho aquellas palabras con cara de
terror. Seguimos el camino hasta el sendero y comenzamos a subir hasta que
llegamos a la casa, el muchacho venía con los ojos cerrados soltando lágrimas
mientras apretaba con su mano la herida, nos detuvimos en el piso de madera,
Cristian bajó de su hombro al joven poniéndolo de pie en frente de él, lo
volvió a tomar por el brazo y lo llevo hasta el recipiente con agua que estaba
a un costado de la casa - ¡Quítate la ropa! – Le dijo con voz más calmada, el
muchacho abrió los ojos y quedó asombrado al ver todo lo que había en el lugar,
supervisó rápidamente los alrededores y luego comenzó a quitarse la ropa. No
tenía mucho encima, la franelilla que llevaba estaba muy deteriorada y el pantalón
se lo había convertido en una falta hace un buen rato, supuse que por las
noches la estaría pasando mal, esa franelilla no le ofrecía suficiente abrigo. Terminó
de despojarse de lo poco que le quedaba encima quedándose solamente con un
interior maltrecho que cargaba puesto y que por lastima decidí no romperle
cuando lo estaba examinado en el bosque, las sangre de la herida lo había dejado
todo empapado. Cristian sumergió una especie de tapara que tenía en el
recipiente con agua y comenzó a lanzarle agua encima - ¡Quítate la mugre! – Le
dijo, el muchacho lo miro con los ojos llenos de lagrimas y comenzó a frotarse
para quitarse todo el barro que se le había pegado al cuerpo, el agua comenzó a
descender por su esquelético cuerpo hasta llegar a sus nalgas, de inmediato arrugó
la cara mostrando dolor, evidentemente le estaba ardiendo - ¡Limpia bien la
herida! – Le ordenó Cristian mientras seguía arrojándole agua, me acerque
aprovechando que el barro que tenía se
había caído y me dispuse a examinarlo mejor, eche a un lado el interior para
ver la herida y note que tenía un hueco justo donde había rozado la bala lo que
hizo que sintiera lastima por la precariedad que se evidenciaba - ¡Es menos de
lo que pensaba, vaquero! - ¡Entonces son malas noticias, enfermero! creí que
había hecho un buen trabajo – lo mire sonriendo y luego note que la cara del
joven se entristecía más - ¡No me maten, por favor! – soltó entre llanto el
asustado joven - ¡Cállate antes de que me arrepienta y en verdad te asesine! –
Le grito Cristian perdiendo la paciencia por el lloriqueo que había comenzado
el joven nuevamente y que obviamente se tornaba fastidioso para ambos -
¡Vaquero, es suficiente agua! Iré a buscar mi equipo se sutura y algo para
secarlo, no tardo. ¡Colócalo bajo el sol para evitar que reciba más humedad y
se valla escurriendo el agua! – Me levante rápidamente y fui hasta el interior
de la casa, abrí la puerta y vi que Raishell seguí en el sofá y estaba mirando
por la ventana todo lo que sucedía - ¿A dónde rayos se supone fueron ustedes? –
Dijo la mujer sin quitar la vista de la ventana - ¡Larga Historia! ¡En un
momento hablaremos, intenta ponerte en pie para que estires un poco el cuerpo y
colócate la Crema que te preparé, enseguida regreso! – Ella dirigió su mirada
hacía el pasillo para verme pasar corriendo. Entré a la habitación y tome mi
mochila que había dejado sobre la mesa de luz, luego fui hasta el baño y tomé
la toalla pequeña que estaba dispuesta para el aseo y salí de nuevo hasta el
frente. Cristian se había sentado en su silla colgante y se mecía
tranquilamente mientras apuntaba al muchacho que estaba parado bajo el sol, me
detuve en la entrada y lo llame para que se acercara hasta la sombra, le arroje
la toalla mientras le indicaba donde tenía que pararse para poder dar un par de
puntadas a la herida - ¡Sécate bien todo el cuerpo y colócate aquí dándome la
espalda! – El joven obedecía todo al pie de la letra, se movió con dificulta
sin dejar de sostenerse la nalga, se paró justo donde le dije y comenzó a
secarse el agua que le quedaba encima, a duras penas pudo pasar la toalla sobre
la nalga, imaginé que el dolor que estaba padeciendo lo había acobardado y no
quiso hurgar mucho donde estaba herido. Aparté nuevamente el interior y le hice
una señal a Cristian para que se acercara - ¡Sostenlo fuerte, Vaquero! ¡Esto le
va a doler! – no terminé de pronunciar la oración cuando el joven abrió a todo
dar los ojos y se puso rígido nuevamente, Cristian se había acercado y solo
puso su enorme mano sobre la cabeza del esquelético muchacho y le hizo presión
en dirección al suelo para evitar que pudiera moverse, saqué el poco alcohol
que me quedaba y lo derramé sobre la herida guardando un poco, cuando el
alcohol penetro en la herida hizo que el joven comenzara a pegar gritos debido
al ardor que le ocasionaba el liquido – ¡AAAAAAAHHHHHHH! – Gritó a todo pulmón,
increíblemente solo podía mover los brazos, la presión que le estaba ejerciendo
Cristian en la cabeza lo había inmovilizado totalmente - ¡Tranquilo! – Le dije
calmadamente mientras buscaba dentro mi mochila el equipo de sutura. Tome la
aguja y comencé a cocerlo lentamente para evitar ocasionarle más dolor, pero
cada vez que el joven sentía la aguja hincarse sobre su piel soltaba un grito -
¿Cómo te llamas muchacho? – le pregunte para intentar distraer su mente
mientras le suturaba la herida - ¡Scot! ¡AYYYYYY! – Dijo a la vez que se
quejaba - ¿Scot? ¡Buen nombre! ¿Quién lo eligió, Tu padre o tu madre? - ¡Mi
abuelita, No conocí a mis padres! – Cristian me miro por encima del hombro del
muchacho que aun sostenía con fuerza y me hizo una mueca con la boca, sabía que
eso significaba que su abuela probablemente era la que había sido víctima de los
terroristas, guarde silencio por un momento, solo se escuchaban las quejas que
soltaba cada vez que hacía un punto de sutura - ¡Ya falta poco, Scot! – El
intentó levantar la vista para verle la cara a Cristian pero no pudo, la
presión que tenía ejercida sobre la cabeza por el gigante no le permitía mirar
más arriba de su barriga. Hice el último punto de sutura, tomé el
alcohol y volví a echarle sobre la herida para evitar que se infectara y le
volví a colocar el interior en posición para taparlo – ¡Listo, Scot, vivirás! –
Cristian quitó la mano de encima de la cabeza del joven y se volvió a su silla
colgante para continuar meciéndose, el joven se tambaleo un poco al sentir que
el peso de la mano de Cristian se retiraba de su cabeza, me incorporé y noté
que Raishell aún estaba mirando por la ventana lo que estaba sucediendo. - ¡No
te muevas de aquí, Scot, enseguida regreso! – El asintió con su cabeza sin
quitar la vista de encima de Cristian, era de esperarse que le tuviese miedo.
Entre a la casa y fui hasta donde estaba Raishell, se había cubierto nuevamente
con crema todo el cuerpo dejando sus labios y ojos descubiertos, ella me miro y
apunto con el dedo su rostro - ¿Lo ves? ¡Así se aplica una Crema, Enfermero! –
La mire entrecerrando mis ojos - ¡El efecto es el mismo! – le dije a la que
tomaba el arma que había dejado sobre la mesa y le explique rápidamente como se
usaba, luego le dije que tendría que quedarse con el joven para que nosotros pudiéramos
regresar al bosque para subir la caja, ella me miro con cara de incertidumbre -
¿Estás seguro de lo que haces? - ¡Totalmente! Si ves algo fuera de lugar solo dispárale
sin dudarlo – Ella asintió con la cabeza, me asomé a la puerta y llamé a Scot
para que entrara, el se movió con lentitud hasta que entró a la casa, abrió su
boca asombrado al ver todo aquello y luego dirigió la mirada hacía Raishell que
desde que entró a la casa lo estaba apuntando con el arma que le había dado, él
la miró de arriba abajo y se percató rápidamente que estaba estropeada y al
igual que él también estaba medio desnuda. – ¡Ya lo sabes Raishell! ¡Sin dudar!
– me miro asintiendo y luego le indicó al joven que se colocara en el otro
sillón que estaba en frente de ella. Salí de la casa a toda prisa para alcanzar
a Cristian que ya había comenzado a bajar por el sendero.
- ¿Cómo te llamas? – Preguntó Raishell al muchacho que por razones
obvias no había querido sentarse en el sillón – ¡Scot! – Dijo con voz
temblorosa sin quitar la vista del arma - ¡Lindo nombre! ¿De dónde vienes, Scot?
– ¡Del oeste! – Rápidamente Raishell entendió que probablemente este muchacho venía
de Polonia al igual que ella y que John, Miró detenidamente al joven de pie a
cabeza y notó que estaba muy flaco, casi en desnutrición - ¿Cuándo comiste la
ultima vez, Scot? – ¡Hace una semana! ¿Vas a dispararme? – Preguntó ingenuamente
el joven a la vez que comenzaba a tocarse la nalga cuidadosamente - ¡Si te
sobrepasas tendré que hacerlo! ¡Deja de tocarte la herida o terminaras sufriendo
una infección! – El joven retiró rápidamente su mano de la herida y luego colocó
ambas en frente de su miembro masculino para taparse a la vez que comenzaba a
sentir vergüenza, Raishell intuyó rápidamente lo que estaba haciendo el joven -
¡Por qué no se me hace extraño que estés desnudo! – Le dijo, pero el joven no
pudo entender a lo que se refería. - ¡Para Comer tendremos que esperar que
regresen los chicos! ¡Yo también estoy de huésped aquí! – El Muchacho miró a
Raishell con cara de duda - ¿Esto es un hospital? - ¡Jajajajaja No, no lo es! pero
estarás bien – Scot comenzó a examinar el lugar con más detenimiento sin dejar
de taparse los genitales.