Capítulo II – Escapando
La fisura que me permitía ver al interior de la habitación estaba
justo encima de mi cabeza, permanecía inmóvil escondido en aquel hueco que
había construido hace algunos años pensando precisamente en este momento pero
que nunca imaginé que llagaría a utilizar, apenas ochenta centímetros de ancho
y un poco más de un metro de alto eran las dimensiones del hueco donde me
encontraba. Permanecía en silencio absoluto a la vez oraba a Dios en mi mente
para que no me descubrieran, podía escuchar como los pasos de esos asesinos
sacudían el piso de baldosa, dejando entrar polvo al escondite que caía encima
de mi cabeza. A las afuera de la casa se podía escuchar las metrallas de las
armas, las bombas que caían hacían un ruido ensordecedor, los gritos y llantos
desesperados de las personas hacían que mi mente se imaginara toda la barbarie
que nos estaba azotando. Era una agonía total, intentaba mantenerme concentrado
en la oración que estaba haciendo mentalmente pero era casi imposible ignorar
lo que estaba sucediendo en el pueblo. La artritis que padecía a causa de la
vejez me dificultaba estar encogido dentro del hueco y comenzaba a sentir
calambres en los músculos de mis piernas, me había colocado las manos en la
boca y la nariz para evitar que el polvo me hiciera estornudar. Doble mi cabeza
para atrás para volver a mirar a través de la fisura: Eran tres, no se les
podía ver el rostro porque lo llevaban envuelto en algo parecido a unas túnicas
de color negro que solo dejaba expuestos los ojos de los asesinos, de pronto
uno de ellos se paró justo encima de la entrada del escondite tapando la fisura
con una de las botas que llevaba puesta, lo que me impidió observar lo que
hacían, comenzaron a hablar en un idioma que no podía entender, Turco o Árabe.
Uno de ellos gritaba enfurecido mientras que el otro revisaba los cajones y el
armario arrojando todo cuanto encontraba en su camino, podía escuchar cómo
rompían los cuadros y adornos de porcelana fina que había heredado de mi madre
hace un montón de años cuando falleció, comenzaron a disparar en todas
direcciones arruinando mi pequeña casa que con esfuerzo construí para Alicia y
para mí. Me tapé los oídos para protegerlos del sonido de las ametrallas que
cada vez se escuchaban más cerca y comencé a soltar lagrimas que fueron
ocasionadas por el dolor que se clavo en el pecho al pensar que estaban
acabando con todo lo que tengo y por la masacre que se estaba desarrollando en
el pueblo. Me preocupaba Alicia, había salido a la casa de su única amiga para
ir al mercado antes de que comenzará el ataque – “No sé qué haré sin mi
pequeña” – Espero que la alarma que se dio en el pueblo le hicieran recordar
las instrucciones que le di hace tiempo. Entró un cuarto hombre a la habitación
zumbando la puerta fuertemente, el miedo se apoderó de mí haciéndome temblar
dentro del apretado escondite, dijo unas cuantas cosas y salió de nuevo de la
habitación y volvió a entrar arrastrando a una mujer por los cabellos. La mujer
Gritaba Fuertemente – “¡No, por favor no! ¡No me maten haré lo que quieran!” –
El hombre que se había parado sobre la fisura que me permitía ver se movió
hasta donde estaba la mujer, Tomó su rostro con una mano apretándola
fuertemente por las mejillas mientras ella gritaba desesperada suplicando por
su vida, la empujó haciéndola caer en el suelo nuevamente y le hizo seña a uno
de los que estaba ahí que enseguida tomó a la mujer del suelo cargándola por la
cintra mientras ella agitaba sus brazos y piernas para impedir que le hicieran
daño, el hombre la arrojo sobre la cama y otro le tomó las manos a la mujer y
las ató a los parales de la cama, el llanto de la mujer era desgarrador, uno de
ellos se acercó hasta la mujer y le arranco la ropa, le propició un par de
cachetas brutales que la dejaron medio inconsciente y comenzó a violarla, la
mujer se resistía con fuerza, llorando y gritando, la escena era perturbadora,
el hombre la golpeó repetidas veces con sus puños directo al rostro hasta que
la mujer desmayo completamente, luego se acercaron los otros y también la
violaron, uno de ellos golpeaba las piernas de las mujer con la culata del
rifle que llevaba mientras el otro soltaba carcajadas de risa a la vez que la
violaba. Yo había bajado mi cabeza para no continuar viendo la atrocidad que
estaban cometiendo, el sudor que corría por todo mi cuerpo me había empapado
completamente, uno de ellos dijo algo que alerto a los otros y salieron
corriendo de la habitación, luego uno de ellos regreso y soltó una ráfaga de
tiros sobre la cama, luego disparó al azar por toda la habitación y salió
corriendo, los pasos y las voces aun se escuchaban en el pequeño corredor de mi
destrozada casa, comencé a sentir nauseas, el miedo me tenía paralizado al
punto que había olvidado el dolor de mis rodillas y músculos, sentía como la
adrenalina corría por mi torrente sanguíneo a la vez que mi corazón bombeaba a
un ritmo extremadamente rápido. La sangre de la mujer que acaba de ser violada
y asesinada brutalmente comenzó a caer al piso, se acumuló en unas de las
canales que se formaban en la unión de las baldosas corriendo hasta la fisura
que me permitía ver y comenzó a escurrirse dentro del escondite cayéndome
encima, me sentía abrumado. Las voces se habían ido y los pasos ya no se
sentían y aunque el silencio se apodero la casa yo permanecí escondido durante
todo el día, seguía aterrado, no quería salir y encontrarme con la desgarradora
escena que habían dejado sobre la cama de Alicia – “Dios Ayúdame, por favor. Te
lo ruego” – Intenté calmarme a mí mismo repitiendo en mi mente que todo estaba
bien pero lo que había sucedido era difícil de omitir y mi cerebro solo pensaba
en mi hijita – “Dios, Protege a mi Pequeña” – Era todo lo que tenía en la vida,
el solo pensamiento de que le había sucedido algo me tenía aterrado y las ganas
de salir corriendo a buscarla se estaban apoderando de mí.
Las horas pasaron lentamente mientras intentaba mantener la calma
dentro del escondite, el calor era sofocante y comenzaba a sentir que me
faltaba el oxigeno, el dolor que sentía en las rodillas ya era insoportable. Mi
cerebro sabía que si salía de ahí corría el riesgo de acabar como todos allá
afuera, pero mi corazón solo pensaba en mi hija y el fin que había tenido, el
sudor me había empapado y comenzaba a gotear en el piso del hueco dejando un
pequeño charco que crecía con el pasar de las horas, llegó el momento en que
pensé que terminaría desmayándome pero sacaba fuerzas de donde no las tenía
para mantenerme sereno y firme hasta que no soporte más la angustia que sentía
por ver a mi pequeña, eche un último ojo por la fisura para estar seguro de que
no había nadie más en la habitación y con suma cautela comencé a levantar el
pedazo de piso que hacía el papel de tapa en el refugio, lo empujaba con las
dos manos y la cabeza de forma que si tenía que volver dentro con solo
agacharme bastaría, me erguí totalmente y sentí que la circulación de la sangre
volvía a llegar hasta mis pies lo que alivió el dolor inmediatamente, me quedé
parado por un momento con la tapa en la cabeza y miré por los alrededores
omitiendo el lugar donde estaba la cama para no toparme con el cadáver de la
mujer que yacía en la cama de Alicia, vi que el piso estaba completamente lleno
de sangre que había escurrido desde la cama y de ipso facto sentí que las
nauseas me volvieron. Quité la tapa de mi cabeza colocándola suavemente a un
lado para no emitir ningún ruido, coloqué las manos en el suelo de la
habitación y de un brinco me impulsé para salir del escondite, me mantuve
agachado en la habitación por unos minutos luego caminé gateando hasta la
puerta para mirar hacia el pasillo, la sangre de la mujer que esta regada en el
piso ensució mis manos y rodillas en el trayecto, asomé la cabeza aun agachado
para ver que ya no hubiese nadie y una vez que estuve seguro me fui levantando
poco a poco hasta que estuve totalmente de pie, comencé a dar pasos cautelosos
a través del corredor hasta que llegue al baño, abrí la puerta rápidamente y me
introduje cerrando nuevamente pero esta vez con seguro lo que no sirvió de
mucho porque le habían hecho un enorme hueco dejándola prácticamente a la
mitad, me dirigí hacia el escusado que había sido abaleado, levante la tapa
velozmente y solté el vomito. Después de un par de minutos miré por los
alrededores, no quedaba mucho del baño, todo estaba destruido, salí de ahí y
comencé a caminar despacio hasta llegar a la sala que al igual que el baño
estaba destruida, vi que la cortina que tapaba la ventana que permitía ver
hacia el pueblo aun estaba ahí colgada llena de agujeros de balas, me dirigí
despacio hasta pararme en frente de la ventana, corrí la cortina de forma que
solo pudiera ver con un ojo y eche un vistazo a la calle pero inmediatamente me
retiré de la ventana arrepintiéndome de lo que hice. El pueblo había sido
literalmente masacrado, había cuerpos por todos lados y las calles estaban
teñidas de sangre, solo había visto la parte que estaba en frente de mi casa.
Me senté en lo que quedaba de una silla del comedor colocando mis manos sobre
mi cara y comencé a llorar aterrorizado, no podía creer lo que estaba viviendo,
parecía una pesadilla vivida en carne propia pero lamentablemente no podía
despertar para disipar todo. Mientras lloraba sentado en la silla una de las
patas se rompió lo que hizo que cayera al suelo, me quedé sentado asimilando el
golpe por unos minutos y luego me tumbe completamente de medio lado y continué
llorando por largo rato, sentía que necesitaba desahogarme, la sensación de
miedo, nauseas, incertidumbre y zozobra no habían dejado de golpear mi mente
desde que comenzó todo, por más que lo intentaba no podía recobrar el control
sobre mí pero lo que más me frustraba era el temblor que tenía mi cuerpo,
parecía que padecía de Parkinson pero en realidad no era más que la conmoción
de los hechos y que mi cerebro no terminaba de asimilar. Abrí los ojos y mire
al fondo del pasillo en dirección a la habitación de Alicia, uno de los brazos
de la pobre mujer que yacía sobre la cama colgaba hacia abajo escurriendo
sangre aun, enfoque un poco más la vista y pude ver como las gotas de esa
sangre habían tomado un color rojo oscuro, cerré los ojos nuevamente y pensé en
Alicia, sabía que tenía que salir a buscarla aunque el escenario de afuera no me
dejara esperanzas de encontrarla viva.
Me armé de valor y salí, tuve que apartar un par de cuerpos
mutilados que obstaculizaban la puerta, una vez afuera miré hacia la calle que
me llevaba hasta la casa de la amiga de Alicia y observé que no era muy
diferente a lo que estaba en frente de mi casa, había una montaña de cuerpos
apilados justo en la esquina de entrada a la calle, respiré profundo, me di un
par de cachetas para espantar el asombro y comencé a correr por la calle. El
silencio era aterrador, parecía una de esas historias de terror sangrientas
donde el único sobreviviente se convierte en una espacie de vengador justiciero
que al final termina asesinando a todos los responsables pero que obviamente no
era yo, seguí avanzando mientras intentaba pensar en recuerdos felices para no
inundar mi mente con las imágenes de los cuerpos masacrados que yacían tirados
en las calle, levantaba la vista al cielo y rogaba al señor para que me
permitiera conseguir viva a mi Alicia mientras seguía recorriendo a paso rápido
por la calle.
Me llevó un buen rato recorrer la distancia del trayecto, nunca se
me había hecho tan largo. Todo estaba destruido, las bombas que cayeron habían
derribado las estructuras de algunos edificios pequeños dejándolos en ruinas y
las casas estaban derribadas, de algunas solo quedaban los cimientos en pie y
en otras no quedaba absolutamente nada, habían sido reducidas a una pila de
escasos escombros consumidos por el fuego, los cuerpos de las víctimas estaban
esparcidos por todos lado y en algunos lugares estaban amontonados unos encima
de otros, mutilados, golpeados brutalmente y llenos de orificios por los
impactos de las balas por donde se veía escurrir sangre coagulada que desde lejos
tenía aspecto de una especie de gelatina espesa, imaginé por un momento el
terror y la angustia de la gente que era sacada de sus casas para ser
asesinada, no tuvieron piedad de nadie, había niñas y mujeres, algunas
embarazadas, todos muertos. Me acercaba lentamente con el pensamiento clavado
en Alicia y desesperado por encontrarla sana y salva, llegué a unos cuantos
metros de la casa en donde se suponía que iba a estar pero el escenario no era muy
diferente al resto del pueblo, desde esa distancia podía ver que la vivienda
había sido impactada por una bomba que había demolido totalmente la parte
frontal de la vivienda dejando expuesto él interior lo que hacía que a medida
que me acercaba mis temores se iban haciendo realidad, sentía que el corazón
saldría disparado de mi pecho, un nudo
atravesó mi garganta y un frio escalofriante empezó a recorrer mi espaldas a la
vez que comenzaba a llorar gritando desesperado y lleno de miedo – “ALICIAAAA,
ALICIA” – comencé a correr hasta que llegué a la casa y me paré en lo que era
la entrada, No podía creer lo que veía. Todo había sido demolido, apenas
algunas paredes se sostenían en pie y un fuego comenzaba a iniciarse al fondo
de la casa, había algunas llamas encendidas sobre los destrozados muebles de la
casa y el hollín cubría todo el lugar, me hice paso entre los escombros
gritando el nombre de mi hija pero no escuchaba ninguna respuesta, el llanto
había empapado mi rostro mezclándose con el sudor que salía a chorros por los poros
de mi piel, los nervios comenzaron a apoderarse de mi cuerpo y en pocos
segundos estaba temblando nuevamente. Apartaba pedazos de paredes que habían
caído al igual que el techo de la casa para poder llegar a lo que parecía ser una
habitación, aparte un pedazo de madero grande que obstaculizaba el paso y abrí de
una patada una puerta que aun quedaba en pie y que debido al golpe terminó de
caer al suelo, luego entré a la habitación, levanté la mirada y vi que en medio
del cuarto estaba el cuerpo de la amiga de Alicia, apenas era un año mayor que
ella, yacía boca arriba con sus ojos azules abiertos, le faltaba una pierna y
tenía una herida en la cabeza que le rompió el cráneo dejando expuesto su
cerebro, había sangre esparcida por todo el lugar y del otro lado de la
habitación había caído un pedazo de techo grande, miraba por todos lados en
busca de Alicia pero no la podía ver, de pronto avisté que por uno de los
bordes del pedazo de techo sobresalían un par de pies que estaban cubiertos por
una silla rota y quemada que los ocultaban a simple vista, reconocí aquellos
zapatos inmediatamente, me apresuré a levantar el enorme escombro lo que
requirió de toda mi fuerza, el llanto había hecho que se nublara mi visión y
los nervios hacían que no dejara de pronunciar su nombre repetidas veces a
medida que iba destapando su cuerpo. Una vez que removí el pedazo de techo y
pude ver lo que había debajo caí sobre mis rodillas gritando y llorando aun más
desconsolado que antes, era Alicia,
Estaba desnuda y marcada de golpes y cortadas por todos lados, llena de
moretones, habían mordido sus senos arrancando uno de los pezones y tenía fuertes
mordidas alrededor de su cuello y brazos, sus manos estaban atadas con una
sabana gruesa a un pedazo de madero que suponía ser de la cabecera de la cama,
tenía la boca abierta y estaba cubierta de sangre y tierra, en medio de su
frente había un orifico por donde salía líquido. Me acerqué arrastrándome de
rodillas y la tomé en mis brazos como pude para cargarla y sacarla de ese lugar
llevándola hasta la parte de afuera de la casa, ahora el que estaba en ruinas
era yo, la coloqué en el suelo mientras intentaba cubrirla con un pedazo de
tela que estaba tirado un poco más allá intentando tapar su desnudez, la abrazaba
fuertemente y besaba mientras lloraba – “¡No Puede ser! ¿Por qué? MALDITOOOOS”
– El dolor que sentía era indescriptible, comencé a sentir puntadas en el pecho
que amenazaban con detener mi corazón y que por un momento deseé que así fuera,
me senté en el suelo abrazando su cuerpo entre mis brazos y apretándola contra
mi pecho a la vez que le acomodaba el cabello y limpiaba su cara sin dejar de
llorar y gritar.
Las horas pasaron muy despacio, ya casi era de noche otra vez,
seguía sentado en el suelo frente a las ruinas de la casa con el cuerpo de mi
hija entre mis brazos, los ojos se me habían hinchado a causa del llanto y
había comenzado a hablar con Alicia del mismo modo que lo hacía cuando estaba
viva, una bandada de pájaros paso volando encima del lugar lo que hizo que
inclinara mi cabeza hacía el cielo para verlos a la vez que sostenía el cuerpo
de Alicia y hablaba con Dios en mi mente, el nudo que tenía en la garganta a
duras penas me dejaba tragar saliva y sentía que el odio se iba apoderando de
mis sentimientos y pensamientos, los recuerdos alegres que había vivido con mi
hija comenzaron a pasar rápidamente por mi cabeza y se confundía con una sed de
venganza que comenzaba a nacer en lo más profundo de mi ser, alimentándose
vorazmente con cada lágrima que soltaba y dejaba caer sobre Alicia. Guardé
silencio por algunos minutos contemplando la hermosura de mi hija por última
vez disipando mi mente para pensar ahora en algún lugar adecuado
para enterrarla pero no podía razonar con lucidez, mi cerebro estaba colapsado
con todo esto y comenzaba a golpear la cordura al punto en que me sentí
enloquecer, intenté conservar la calma entre tantos sentimientos encontrados a
la vez que me levantaba del suelo cargando el cuerpo de Alicia, las piernas me
temblaban al igual que los brazos y mi visión no había mejorado mucho, miré por
los alrededores con dificultad y comencé a caminar hacia la salida del pueblo
para buscar un lugar para el sepelio fuera de todo este desastre con el fin de
darle el descanso que merecía mi hija – “Esto es injusto hija mía, yo debería
estar en tu lugar” – Le decía a Alicia mientras caminaba y lloraba – “¡Te juro
que te vengaré, Te lo juro!” – La noche ya estaba comenzado a caer, en el
horizonte se veía el ocaso que había teñido de color Naranja y Rojo todo el
cielo, la luna estaba llena y medio escondida detrás de las nubes, llegué
hasta el borde del pueblo y vi a lo lejos un claro de tierra sin pasto con un
enorme árbol imponente, besé las mejillas de mi pequeña y me dirigí hasta el
lugar, cuando llegué al pie del árbol coloqué a Alicia de un lado y comencé a
cavar con mis manos un hoyo poco profundo del tamaño de ella, luego coloqué el
cuerpo de Alicia en el hoyó y recolecte pierdas y pasto para cubrirla, en el
proceso derramaba lágrimas por todo el lugar y luchaba con el sentimiento de
dolor y las terribles voces en mi cabeza que me decían que no lo hiciera, sabía
bien lo que tenía que hacer y sabía que el bondadoso Richard había muerto ese
mismo día junto a Alicia. Una vez que cubrí el cuerpo saqué de mi bolsillo una
caja de cigarrillos que llevaba conmigo y un encendedor, tomé uno y lo encendí
mientras contemplaba con lagrimas en los ojos el sepelio, cuando estuve por
terminar de fumar el cigarrillo me acerqué hasta el cuerpo y encendí el pasto
que había dejado dispuesto entre las rocas para hacerle fuego. Comenzó a arder
inmediatamente, las llamas se elevaban en el aire haciendo remolidos a causa de
la fuerte brisa que soplaba en el lugar lo que hizo que me alejara para impedir
que el fuego quemara mi piel pero sin dejar de contemplar cómo se consumía
rápidamente todo lo que había hecho, pasaron horas hasta que todo quedó
reducido a cenizas, mire alrededor del lugar en busca de alguna señal de
alguien que pudiera haber visto la enorme hoguera pero todo estaba desolado,
entonces me di media vuelta y comencé a regresar hasta el pueblo para examinar
las casas en busca de sobrevivientes ocultos en los refugios que pudieran estar
atrapados aunque el estado de las casas y los edificios anunciaban que no había
muchas posibilidades de encontrar personas vivas lo que mi hizo dudar de
regresar pero luego de sacudir mi cabeza de un lado a otro para espantar un
poco el desorden mental que me estaba atacando, pensé que no había lugar para dudas
en ese momento, debía agotar hasta el último recurso. En el trayecto comencé a
recordar mis días como capitán en la armada ucraniana, en todas las cosas que
le enseñaba a los reclutas y las frases que daban aliento y renovaban el
espíritu de aquellos jóvenes para que nunca decayeran en la batalla, el peor
enemigo de un soldado en una batalla es el autoestima baja y la falta de
incentivos, algo que estaba comenzando a experimentar en este momento y que por
experiencia sabía que tenía que borrar de mi mente si quería seguir adelante,
comencé de inmediato a lavarme el cerebro para poder tomar las decisiones
correctas y poder salir de todo esto.
Una vez en la entrada del pueblo comencé a hurgar entre los
escombros de los primero edificios, iba con cuidado y lentitud para evitar que
algún derrumbe me tomara por sorpresa, me detenía constantemente echando el ojo
por todos los rincones a la vez que apartaba escombros para abrirme paso, las
estructura habían sido debilitadas a causa del fuego y las explosiones de las
bombas, la brisa que soplaba derrumbaba pedazos de paredes agrietadas que caía
hacía la planta de debajo del edificio, el humo que aun salía de los escombros
hacía que la vista me ardiera y soltara lagrimas, no había electricidad y la
oscuridad ya se había instaurado así que decidí volver a lo que había quedado
de mi casa para pasar la noche un poco más seguro aunque dudaba seriamente que
pudiera dormir pero por lo menos estaría resguardado del frío. No podía borrar
de mi mente a Alicia, cada vez que lo hacía me venían ganas de sentarme a
llorar pero sabía que debía luchar contra el sentimiento y hacer frente a todo
esto, más fácil decirlo que hacerlo pero no había escapatoria. Llegué hasta las
ruinas de mi casa y entre para comenzar a buscar todas las cosas útiles que
pudiera encontrar: Herramientas, Ropa, Alimento y alguno que otro utensilio de
la cocina que hubiera sobrevivido para hacer algún tipo de arma que de seguro
iba a necesitar, busqué removiendo los escombros y encontré un gran cuchillo de
carnicero y un martillo con cabeza de aluminio que usaba para triturar ajos y
ablandar carne cuando estaba muy dura, - ¡No es mucho pero servirán! – luego
fui hasta el corredor y presioné un interruptor para verificar si aun había
electricidad pero al igual que en el otro lado de pueblo no había, supuse que
las líneas de corriente habían sido derribadas durante el ataque, luego fui
hasta la parte traerá de la casa donde tenía un pequeño patio con algunas
herramientas que guardaba en un deposito improvisado que había construido con
Alicia hace un año, ella se había cansado de que yo tuviese las herramientas
dentro de la casa esparcidas por cada rincón que pudiera ser útil, lo
construimos de madera y un techo de laminas de zinc que nos habían regalado en
una construcción no muy lejana. Entré al depósito y tome un machete, una pinza
multiuso, cuerda y un par de linternas que siempre guardaba en caso de
emergencia, cerré la puerta y apenas le di la espalda se derrumbo - ¡Eso Estuvo
cerca! – Mire como todo se había esparcido por el suelo dejando el resto de las
cosas cubiertas por la madera y el Zinc, volví dentro la casa alumbrando con
una de las linterna y llegué hasta mi habitación que aunque no había sido
demolida estaba llena de agujeros de balas por todos lados, tome algunas piezas
de ropa y un bolso militar montañés que se usaba en el ejército para
excursiones de largos días en las montañas, también tenía agujeros de balas
pero aun era utilizable así que metí todo lo que me pudiera ser útil luego lo
cerré y lo deje al comienzo de lo que quedaba del corredor, volví a mi
habitación y mire las ruinas de un escaparate que usaba para guardar la ropa
que usé cuando era comandante: Trajes, Chaquetas, botas, etc. Me quite la ropa
que llevaba puesta y me puse mi traje de guerra completo, tomé una gorra que
tenía bordado un corazón y el nombre de Alicia y me la puse, Ella me la había
regalado la navidad pasada, luego empujé el escaparate hacia un lado para
descubrir un pequeño escondite que había en la pared con una caja fuerte que
había dispuesto para guardar cosas de valor, me coloque la linterna en la boca
para iluminar el lugar y abrí la casa fuerte,
tomé algunas unas prendas que había dejado la madre de Alicia antes de
partir al cielo víctima de un cáncer, saqué una caja de bala calibre nueve
milímetros y por supuesto el arma que tenía bien guardada en el mismo
escondite, verifique que estuviese operativa, recargue el peine con municiones
y lo introduje en el arma, la cargue y dispare por la ventana para asegurarme
que estuviese bien notando que mi puntería aun seguía intacta a pesar de los
años fuera de servicio luego puse el seguro y la coloqué en mi cintura y salí
de la habitación hacia el corredor iluminando con la linterna en dirección al
frente de la casa y vi que la luz de la linterna se reflejaba en una especie de
espejo pequeño que llamó de inmediato mi atención, aparte el bolso que había
dejado al principio del corredor y salí alumbrado hacia la calle del frente en
dirección a dos casa, justo en medio había una motocicleta vieja lanzada en el
suelo y lo que quedaba de un sidecar que hacía juego con la motocicleta, me
acerque para echar un ojo y noté que la moto estaba en buen estado pero una de
la llantas estaba desinflada así que la levante y abrí el tanque de combustible
para ver si aún le quedaba - ¡Está vacío! – comencé a empujarla y la lleve
hasta mi casa y la metí dentro de la casa, luego fui por el sidecar, lo examiné
con la linterna hasta donde pude y vi que la llanta estaba llena así que sin
pensar mucho lo levante por el acople y lo arrastre también hasta la casa y lo
coloque al lado de la motocicleta, me senté en el suelo alumbrando hacía la
pesada máquina y comencé a revisar con más calma el motor – ¡Harley Davidson!
¡Buenos Gustos tenía mi vecino! Lástima que esté muerto, era buen tipo – Saqué
el caucho del sidecar y reemplacé el de la motocicleta, luego la puse en pie y
le di al pedal de arranque para ver si el motor aun funcionaba - ¡Perfecto, Aun
Funciona! – bajé la pata metálica para que se sostuviera en pie y la dejé de un
lado, tomé el ring de aluminio de la motocicleta y con el cuchillo corte todo
el caucho dañado para retirarlo y dejar solamente el ring, luego lo volví a
colocar en el sidecar y lo enganche en la moto, tomé el bolso y todas las cosas
y los metí ahí, apagué la linterna para ahorrar las baterías y fui hasta la
cocina para buscar entre los acabados dispensadores unas latas de frijoles,
maíz y champiñones que siempre tenía guardadas y que me encantaba comer con pan
fresco, abrí una de champiñones con el cuchillo y me senté en una esquina justo
al lado de mi nuevo juguete a esperar que amaneciera.
Permanecía en silencio con los ojos bien abiertos, echaba la
mirada de un lado a otro en búsqueda de algo vivo pero sabía que no había
nadie, por lo menos en esa calle, me levante para estirar un poco las piernas y
llegue de nuevo hasta el frente de la casa echando la mirada hacia el fondo del
camino, a lo lejos podía verse como el sol comenzaba a mostrar los primeros
rayos de luz lo que me alegro mucho puesto que la noche había estado fría,
estuve pensado en Alicia y en lo extraño que me sentía sin ella. Espere un buen
rato parado esperando a que sol terminara de salir para caminar hasta la
estación de servicio que estaba a pocas calles de aquí, comencé a estirar mi
cuerpo y a bostezar debido al cansancio que comenzaba a sentir, aun sentía los
ojos hinchados de tanto llorar, coloqué ambas manos sobre mi cabeza mientras
maquinaba cuidadosamente los próximos pasos que iba dar. En el horizonte se veían
unas montañas, con los picos recubiertos en nieve al igual que la hilera de
arboles que subía entre un valle que se formaba en la unión de las dos montañas
- ¡Es Hermoso! Solo Dios pudo crear algo tan perfecto – Mire hacia el otro lado
de la calle y pude detallar con más cautela todo el desastre, la luz del sol
había salido más fuerte de lo normal prometiendo un día caluroso, revise el
arma en mi cintura y el cuchillo de carnicero que llevaba en el lado opuesto
para verificar que no los olvidara dentro de la casa, hice un par de
sentadillas para calentar mis piernas y darle movilidad a mis rodillas con
artritis y comencé a caminar en dirección a la estación de servicio mientras
echaba el ojo por cada una de las casa intentando encontrar entre los escombros
algún envase o recipiente que me permitiera transportar el combustible de
regreso. Solo había cadáveres por todos lados, en el cielo había una bandada de
buitres que volaban en círculos encima del pueblo y que de seguro no tardarían
en bajar a comer, se sabe que pueden oler los cadáveres de los animales muertos
a kilómetros de distancia, seguí caminando a la vez que miraba detenidamente
por alrededores de las casas en busca del recipiente hasta que llegue al final
de la calle, había una intersección en forma de “T” que dejaba un camino a la
derecha y el otro a la izquierda, el más corto era el de la derecha pero sabía
que desde ese punto hasta la estación no había más casas, solo árboles que
adornaban el trayecto y un par de tiendas de conveniencia al final de la calle,
pero por la izquierda si había más casas aunque eso representara casi el triple
de la distancia a recorrer, me quedé parado en la intersección pensando que
hacer pero por más que pensara sabía que debía tomar el camino corto, no perdí
tiempo y giré a la derecha, - ¡Mi instinto nunca me ha fallado! – justo antes
de llegar a la estación, en una esquina, estaba un establecimiento comercial
donde se podía conseguir de todo, eche un vistazo y noté que también estaba
destruido pero las posibilidades de conseguir el envase entre esos escombros
era grande así que sin pensar mucho me adentre.
Se me hizo extraño no conseguir cuerpo por los alrededores,
parecía que habían organizado de forma estrategia la ubicación de los
escombros, no tuve que abrirme paso puesto que habían dejado una espacie de
camino que llegaba hasta el fondo del almacén, mire a un lado y vi unos envases
que estaban tirados en el suelo debajo de un anaquel que habían derrumbado, se
podía percibir un nauseabundo olor a podrido que impregnaba todo el lugar pero
que no sabía de dónde venía, me acerque y tomé unos cuantos recipientes y saque
el contenido de su interior y noté que se trataba de cloro, el olor era inconfundible,
una vez vacios me dispuse a regresas pero cuando di la vuelta para regresar
divise en una esquina casi al fondo del almacén una montaña de cadáveres, a
simple vista el numero pasaba de cincuenta y el olor que emanaba el arrume era
horrible, se me revolvió el estomago y no pude contener las ganas de vomitar.
Salí lo más rápido que pude, en el camino conseguí empaques de galletas y
golosinas esparcidas por el suelo, a pesar del olor sabía que no podía darme el
lujo de salir del lugar sin tomar esos empaques que de seguro me salvarían la
vida más adelante, vi que algunos de los empaques estaban pisoteados, tomé los
pude encontrar en mejor estado y corrí hasta la estación de servicio para no
seguir respirando el nauseabundo hedor que emanaba el almacén, a todas estas no
había rastros de sobrevivientes por ningún lado, alcé la mirada y noté que los
dispensadores que surtían el combustible había sido arrancados de modo que me
dirigí hasta uno de los tanque para sacarlo directamente de ahí, movía con gran
dificultad la pesada tapa de hierro de unos de los tanques y vi que estaba
lleno, metí el brazo y comencé a sumergir los envases uno a uno para llenarlos.
Estaba acostado boca abajo sobre el suelo de la estación para que mi brazo llegara
hasta el nivel del combustible almacenado, tarde apenas unos pocos minutos en
llenar todos los envases, me puse en pie y coloqué las tapas a los envases y
luego organicé las golosinas y las galletas que me había encontrado en la
tienda metiéndolas por dentro de mi camisa improvisando una especie de koala y
cuando terminé comencé el regreso, al igual que cuando venía, iba echando mi
vista en busca de personas vivas - ¿Hay alguien ahí? ¡Salgan, por favor! –
Gritaba por todos lados pero sin recibir respuesta alguna. Una vez que llegué a
lo que quedaba de mi hogar me apresuré en cargar el combustible en la
motocicleta para encenderla, le di unas cuantas veces al pedal del encendido
pero no arranco, me incline para echarle un vistazo al carburados y vi que
tenía una pedazo de papel justo en la boca por donde respiraba aire, lo quite
echándolo enojado a un lado, le di al pedal nuevamente y la motocicleta cobró
vida de inmediato, la acelere un par de veces para calentarla un poco, luego
coloqué en el sidecar los recipientes con combustible que habían quedado y salí
velozmente del lugar en dirección al paisaje que había visto esta mañana - ¡Allá vamos! – El sonido que emitía el ring
sin caucho en el sidecar era infernal, se podían ver chispas saliendo cada vez
que pasaba por encima de alguna piedra, gracias a Dios llegué rápido a las
afuera del pueblo y comencé a tomar el camino de tierra lo que aligeró un poco
el ruido, calculaba el combustible que consumía y en qué tiempo para hacerme
una idea más o menos acertada de la distancia que podía recorrer con lo que
llevaba de reserva en combustible más lo que había colocado en el tanque pero
se me hacía difícil mirar el reloj a la vez que manejaba la motocicleta por el
camino de tierra. Me detuve después de algunas horas de camino para comer
algunas galletas y recobrar energías a la vez que contemplaba el extenso camino
cubierto de pasto que tenía en frente, me sentía abrumado al imaginarme la
distancia y sabía que si el combustible no alcanzaba para llegar a algún otro
lugar donde hubiera civilización o pudiera encontrar refugio, estaba dispuesto
a caminar hasta conseguirlo, recordaba que le había prometido a Alicia que la
vengaría así fuera lo último que hiciera en la vida.
La noche descendió rápidamente, o por lo menos así lo sentí,
quizás fue porque tenía la mente puesta en el camino intentando de no caer de
la moto debido a la de tierra suelta que había, observe nuevamente el medidor
del combustible en el panel de instrumentos de la motocicleta y vi que aun
quedaba ¼ de tanque lo que me pareció bastante rendidor si tomaba en cuenta que
había estado todo el día encendida rodando deteniéndome únicamente para comer
algunas galletas, sentí que la brisa de la noche comenzaba a soplar fuerte y el cielo ya mostraba sus estrellas, el frío
congelaba mis ojos haciendo que brotaran lagrimas involuntarias, a lo lejos
aviste el comienzo de un rio que se incorporaba en medio de la pradera y se
extendía hacía el este lo que me pareció de buena suerte, aceleré un poco más
el motor de la Harley para acercarme hasta la orilla y poder asearme un poco y
beber algo de agua fresca, la que llevaba conmigo se había calentado debido al
Sol haciéndola repugnante, llegué hasta la orilla del rio mirando detenidamente
por alrededores en busca de algún peligro pero no vi nada que pudiera causarme
daño, boté el agua caliente que llevaba en el envase y me incliné para llenarlo
con agua sin quitar mis ojos de los alrededores, me mantuve quieto y en
silencio mientas bebía el agua y luego volví a sumergir el envase para llenarlo
nuevamente y llevar algo del preciado liquido y poder refrescarme en el camino,
luego me repuse y volví a mirar detenidamente por el lugar sin encontrar nada,
subí a mi moto y seguí andando en la dirección del rio, se sabe que rio abajo
es donde la gente suele hacer asentamientos campesinos, esto es gracias a la
fertilidad de las tierras que se nutren del agua subterránea del rio haciendo
que las probabilidades de encontrar gente sean más grandes en ese sentido, iba
un poco más despacio de lo normal, observando de vez en cuando mi reflejo y el
de la luna en las tranquilas aguas del rio, de pronto a lo lejos noté que había
un enorme árbol que no estaba muy distante al rio lo que me pareció estupendo para
pasar la noche, tal vez con un poco de suerte adicional el árbol pueda tener
algunas frutas que pueda comer y dejar de un lado las galletas que ya me
provocaban dolor de panza de solo pensar en ellas. No tardé en acercarme al
árbol y rápidamente supe que era perfecto para descansar, había un poco de
tierra sin pasto lo que resultaría aun más cómodo para dormir, la otra opción
era vaciar por completo el sidecar y dormir dentro de él, pero realmente el
tamaño no inspiraba mucha comodidad así que sin pensarlo mucho tomé algunas
prendas de ropa que llevaba en el bolso de exploración e ingenié una especie de
almohada y me recosté para descasar, sentía que los ojos me reclamaban a causa
del trasnocho y el llanto por Alicia, aunque mantuve mi mente enfocada en el
camino no dejaba de pensarla fugazmente durante el camino, sentía un vacio
enorme dentro de mí y podía escuchar de vez en cuando su voz diciéndome “Papá”
como si estuviese aquí pero tuve en claro que era mi mente que juega sucio con
mis sentidos, eché la mirada hacia arriba y vi el cielo estrellado más bello
del mundo, el clima había cambiado considerablemente lo que me hacía suponer
que ya había cruzado la frontera de Ucrania y que me encontraba seguramente en
Bielorrusia Soviética y según mi sentido de orientación en 2 Días debería estar
entrando a los bosques, si no había fallado en los cálculos que hice, recuerdo
haber estado por estos lugares durante los entrenamientos para la guerra y
recuerdo que esos bosques están plagados de osos que no hacen nada fácil el
sobrevivir ahí, solo un desquiciado lo podría soportar. La noche había
comenzado a ponerse insoportablemente fría, aun cuando estaba bien abrigado
podía sentir como mis rodillas comenzaba a doler impidiéndome doblarlas con
facilidad. Intente olvidar todo la malo del clima mientras cerraba los ojos
para memorizar la imagen de mi pequeña, podía verla venir hacia mí con sus
brazos abiertos y la sonrisa que siempre llevaba dibujada en su rostros, yo
también corría hacia ella llevando en mis manos unas Margaritas blanca, sus
favoritas, sentía como nos acercábamos lentamente a nuestro encuentro pero de
pronto algo cambió, la sonrisa que llevaba dibujada se desvaneció y su boca se
cerró repentinamente arqueándose hacia abajo en señal de tristeza, sus ojos
grises se tornaron rojos y el aura blanca y brillante que la rodeaba se había
vuelto oscura y tenebrosa, se podía sentir la maldad y el odio que transmitía
desde lejos, me acerque más aun abriendo mis brazos mientras me inclinaba para
poder abrazarla y cargarla y decirle lo mucho que la amaba, que me perdonara
por haberla protegido cómo siempre le había dicho que lo haría, que ya nunca
más la dejaría sola otra vez y que sin importar lo sucedido superaríamos todo y
comenzaríamos otra vez, pero ella se detuvo justo en frente de mí, me miro por
un segundo con sus ojos llenos de lagrimas, saco un arma que llevaba escondida
detrás de su espalda y apunto directo a mi frente y jaló el gatillo mientras
decía: – “Llegas tarde Viejo” – De pronto abrí los ojos sobresaltado levantándome
rápidamente de donde estaba, llorando, con el corazón latiendo a un millón de
latinos por segundo, buscando en los alrededores desesperado – ¡Mil Demonios,
era un sueño! – La mente no dejaba de jugarme sucio, el sentimiento de culpa
que sentía no se había disipado del todo provocándome esa pesadilla, tenía que
afrontar nuevamente la perdida de Alicia y estaba muy consciente que esas
pesadillas se repetirían por un largo tiempo si no sanaba mis emociones. Volví
a recostarme al pie de aquel árbol mirando la copa sin poder dormir nuevamente,
el sueño me había dejado más nervioso de lo normal así que comencé a calmar mis
emociones y sentimientos pensando en lo que haría apenas saliera el sol pero me
resultaba difícil concentrarme, estaba
conmocionado, todo parecía tan real, incluso pude sentir el aroma de las
margaritas en mis manos – “Que sueño tan extraño” – me dije en voz alta
mientras observaba las estrellas a través del follaje de aquel árbol, de pronto
comenzaron a resonar los cantos de algunas ranas que al parecer vivían cerca de
la orilla del rio, me incline para ver en la dirección del sonido pero no vi
ningún movimiento en el agua que delatara la posición las ranas – “¡No me
vendrían mal unas ranitas asadas!” – Mientras sentía el feroz rugir de mi
estomago hambriento, decidí acercarme más para ubicarlas, pero cuando me
levante escuche un siseo no muy lejos de ahí, observe por los alrededores un
poco asustados a la vez que tomaba mi arma y le quitaba el seguro, mire en la
otra dirección examinando el pasto detenidamente pero no pude avistar nada, me
acerque a la moto cuidadosamente y pase la llave de modo que solo quedara
encendido el sistema eléctrico y rápidamente encendí el faro delantero para
iluminar el lugar, moví el volante en todas direcciones para poder ver con
claridad pero no divise nada, dejé las luces encendidas algunos minutos sin
dejar de examinar el pasto y cuando estuve a punto de apagarlas volví a
escuchar el siseo que venía desde mi espalda lo que hizo que me volteara
rápidamente pero esta vez vi algo que se movió entre el pasto alto a unos
quince metros aproximadamente, tome mi arma y la cargue - ¿Quién anda ahí? –
Dije en voz alta e imponente, pero no escuche respuesta - ¿QUIÉN ANDA AHÍ? – Volví
a preguntar con voz más alta pero no sucedió nada, di unos cuantos pasos en
dirección al pasto apuntando con mi arma y vi que se volvió a mover, sin
pensarlo dos veces disparé en dirección al cielo - ¿Quién anda ahí, dije? – de
pronto se levanto un brazo entre el pasto con la mano abierta, Me asusté al
punto de quedar inmóvil por uno segundos, recobré el valor y me acerque
cautelosamente sin dejar de apuntarlo - ¡Sal de ahí o disparo! – Asomó su
cabeza lentamente entre el pasto dejando ver una cabellera rubia que volvió a
esconder casi inmediatamente, aceleré el paso hasta llegar al lugar exacto en
donde se encontraba el sujeto para ver de qué se trataba. Yacía tirada en el
piso, ensangrentada y llena de moretones con un pedazo de cuerda colgando en uno
de sus tobillos, Rubia, vestida con un camisón blanco y pantalones para dormir
rosados que también estaban ensangrentados - ¿Pero qué rayos es esto? – la
mujer volvió a levantar su brazo pidiendo ayuda. Me incliné rápidamente para
ayudarla y vi que tenía la boca golpeada y muy hinchada, la cargué para
llevarla hasta la motocicleta y poder ver mejor lo que tenía, ella se quejaba
sin poder hablar, apenas susurrando con voz ronca dijo: “AYUDA”. Una vez en la
motocicleta volví a encender las luces y giré el volante en dirección a la
mujer que había dejado a pocas distancia cerca del árbol en donde estaba
descansando, había sido golpeada brutalmente, sus ojos estaban morados e
hinchados, sangraba por una herida que tenía en su espalda, tomé una prenda de
mi saco y fui hasta el rio para mojarla y poder ayudar a la mujer pero para
cuando regresé se había dejado desmayar. Comencé a limpiarle toda la sangre que
tenía encima, le quité el camisón que llevaba y le di vuelta para examinar su
espalda, tenía una cortada profunda a nivel de los riñones, parecía haber sido
apuñalada pero la hería no llegaba hasta los órganos, seguramente necesitaría
algunas puntadas para cerrar esa herida, fui hasta mi bolso y tome un poco de
cinta adhesiva que llevaba y la coloqué en la herida intentando mantenerla
cerrada para detener el sangrado, luego limpié toda su espalda nuevamente y le
puse una camisa de las que llevaba en mi bolso para vestirla nuevamente. La
temperatura en el lugar había descendido más y la madrugada ya estaba por
terminar así que saqué las cosas del sidecar y coloqué la mujer dentro, luego
saque toda mi ropa del bolso y la cubrí intentando darle calor porque estaba
literalmente congelada, amarré mis cosas en la parte de atrás de mi asiento y
encendí la moto para que el calor del motor la ayudara a recuperar su
temperatura corporal, recogí todas mis cosas del lugar y luego me puse en
marcha nuevamente.
Viajaba lento para evitar que la rueda estropeada del sidecar
hiciera brincar la motocicleta y causara más daño en la herida de la mujer.
Comencé a preguntarme como rayos había llegado hasta ahí sin haberla visto
venir, recuerdo haber supervisado cuidadosamente el lugar y no haber visto
nada, y si venía a pie desde algún lugar tendría que haberme topado con ella en
el camino, de pronto ella comenzó a quejarse entreabriendo los ojos y mirándome
con lágrimas - ¡Gracias! – dijo con voz ronca apenas audible, parecía haber
estado gritando por largo rato y eso le causó la pérdida de la voz, la mire
asintiendo por un segundo y volví a clavar mi vista en el camino haciéndole
señas para que descansara, ella cerró sus ojos nuevamente y continuó
descansando mientras yo miraba momentáneamente las herida que tenía en su
rostro. El sol comenzó a levantarse en el horizonte calentando de a poco el
frío clima que nos estaba azotando, apenas aclaro pude ver que me había
desviado de la dirección a en la que había planeado viajar así que me detuve un
segundo para examinar bien por donde podía retomar el rumbo, seguí avanzando
siguiendo el rio y a un par de kilómetros más adelante la profundidad se redujo
lo suficiente como para intentar cruzar con la motocicleta, me detuve en la
orilla y descendí de la moto para entrar a pie al rio y verificar con exactitud
lo profundo que era, el agua no alcanzaba a llegarme a las rodillas, apenas
unos poco centímetros más arribas de los tobillos lo que hacía el lugar perfecto
para cruzar con la moto, me volví y subir a la Harley que había dejado
encendida, vi que el combustible estaba a punto de acabarse así que aproveche
el momento para recargar el ultimo galón de gasolina que llevaba, la mujer
había despertado nuevamente y me hacía señas para que me acercara hasta donde
se encontraba - ¿A dónde vamos Señor? – Dijo con la voz aun más débil que hace
algunas horas - ¡A un lugar seguro! ¿Cómo se siente? – Ella hizo una señal con
su mano indicando que sentía dolor - ¡Estoy seguro que debes estar como dices!,
¿Qué sucedió? – Me señaló hacia su garganta indicando que no tenía voz, a pesar
de eso era evidente que había escapado de las manos de esos asesinos -
¡Entiendo! Intentan descansar un poco más, no falta mucho para que lleguemos – cerró
ojos tapándolos con su brazo para evitar que los rayos del sol penetraran a
través de sus parpados, dio un suspiro y se acurrucó dentro del sidecar
mientras que yo ponía en marcha nuevamente la motocicleta para atravesar el
rio, sabía que el camino para llegar al bosque era largo y que probablemente
nos tocaría caminar, solo esperaba que estuviese mejor para que estuviese lista
en ese caso. Una vez del otro lado noté a lo lejos había un camino de tierra
marcado que no tenía pasto y que iba justo en la dirección del bosque que había
estado buscando, me acerqué hasta el camino y comencé a recorrerlo, en el
trayecto vi que había huellas de vehículos marcadas en la tierra, me detuve y
comencé a pensar bien lo que estaba haciendo, probablemente eran huellas de los
vehículos militares de esos asesinos que habían dado con el bosque y que quizás
tenían algún centro allí dentro, también pensé que esta zona era ideal para
cazadores y que esas huellas podrían ser
de alguno que otro cazador en busca de presas, sea lo que sea tenía que
arriesgarme, de lo contrario nunca lo sabría, miré a la mujer que había
despertado nuevamente y me miraba mientras pensaba en la decisión que tomaría -
¿Sucede Algo? - ella solo negó con su
cabeza la pregunta y cerró los ojos nuevamente, puse en marcha la moto y seguí
por el accidentado camino de tierra lentamente, tenía que ahorrar al máximo ese
último tanque de combustible y sabía que forzar la motocicleta por esa ruta nos
dejaría a la deriva rápidamente, mi estrategia fue colocarla en primera
velocidad y acelerar un poco y luego dejarla correr con el impulso que había
tomado para no usar el acelerador, espero que de esa forma lleguemos lo más
cerca posible al bosque.
Las horas transcurrieron rápidamente, el calor del sol ya
comenzaba a hacerse molesto aunque la brisa fresca contrarrestaba el efecto,
eche un ojo a mi reloj y vi que ya pasaban de las doce del medio día así que me
detuve en medio de la pradera y apagué el motor para que descansara un poco
mientras abría una lata de maíz y champiñones que había guardado, la mujer
despertó al poco tiempo y comenzó a observar lo que hacía - ¿Tienes Hambre? –
Le pregunte ofreciéndole algunos champiñones que había pinchado con el enorme
cuchillo de carnicero, ella me miro y abrió su boca pero cuando me dispuse a
introducir los champiñones ella la cerró y la volvió abrir haciendo señas con
su dedo para que mirara en su interior, todo estaba roto, además tenía algunos
dientes sueltos que movió con su lengua que también estaba muy lastimada -
¿Fueron los golpes, cierto? – Ella asintió con su cabeza a la vez que se le
aguaban los ojos nuevamente - ¡Tranquila, ya todo pasó! Por cierto me llamo
Richard, ¡Es un placer conocerte! – Le tendí mi mano para presentarme y ella
tendió la suya, en ese momento pude ver que todos sus nudillos estaban
destrozados y la mano estaba morada en la parte superior, la sostuve por un
segundo para examinarla y luego la solté suavemente, recordé el estado en que
habían dejado a Alicia y supe que ella había sido muy afortunada de salir con
vida, noté que en sus muñecas también habían marcas, lo que me hizo pensar que
había sido amordazada - ¿Te violaron? – Pregunté con un tono de voz muy
prudente a la vez que me paraba en frente ella para hacerle sombra, ella negó
con la cabeza - ¡Escapé! – Dijo forzando la voz para que yo la pudiera
escuchar, incliné la cabeza para mirar mis zapatos sintiendo un poco de pena
por la pregunta que le había hecho, luego volví a mirarla sintiendo dolor ajeno
por el estado en que estaba - ¿Cuántos fueron? – ella levantó su mano mostrando
los 5 dedos lo que me hizo sentir un escalofrío que me recorrió el cuerpo y
recordé el cuadro que había desde mi escondite, la lucha que tuvo que haber
dado para poder escapar tuvo que haber sido muy grande, pensé mientras
recordaba a Alicia - ¡Mi hija fue
Violada y asesinada, Eres afortunada de estar con vida! – Ella me miró
fijamente y supe que sintió lastima - ¡Lo siento mucho! – Dijo volviendo a
forzar la voz y soltando algunas lágrimas, miré dentro de la lata de
champiñones y vi que quedaba la mitad del contenido, introduje el cuchillo y
comencé a cortarlos en trozos muy pequeños hasta el punto de hacerlos una
papilla y se los di para que pudiera tragarlos sin tener que masticarlos, ella
sonrió emocionada tomando la lata de champiñones y comenzó a comerlos cómo si
se tratara de una bebida, basto con dos volcadas de la lata en su boca
para que acabara con el contenido -
¡Estabas hambrienta, me alegra que te gustaran! – ella levantó su dedo pulgar
haciendo la señal del “OK”. Tomé asiento en la motocicleta para descansar mis
rodillas y comencé a contarle la situación en la que estábamos, evidentemente
ella estaba desorientada y no tenía ni la más remota idea de a dónde nos
dirigíamos, me pareció justo que se enterara, sobre todo que posiblemente
tendríamos que caminar si el combustible se agotaba. - ¿Cómo te llamas? – Le pregunte retomando la
compostura para comenzar a contarle los planes - ¡Anna! – Contestó con un poco
menos de esfuerzo - ¡Lindo nombre, así se llamaba mi esposa!, murió hace tiempo
¡Cáncer! – Se volvió a ver tristeza en la expresión de Anna – Ok, Anna, la
situación es la siguiente: A dos días de viaje hay un bosque, estamos viajando
en esa dirección porque es el único lugar donde podemos estar seguros, aunque
tiene sus riesgos. El bosque está plagado de osos y animales salvajes pero
tengo ventaja sobre eso porque recibí entrenamiento de guerra en ese bosque y
también llevaba a los hombres del batallón a pasar días allí dentro para
hacerles las pruebas de supervivencias, no lo conozco completamente pero si se
cómo sobrevivir dentro – Anna me miraba con cara de susto pero sin dejar de
prestarme atención a lo que le estaba diciendo – El lado bueno del asunto es
que estaremos a salvo porque no todos conocen el lugar, además puede que nos
topemos con cazadores de la zona y si corremos con suerte quizás quieran ayudarnos
y si no conseguimos ayuda construiremos un refugio y usaremos la naturaleza
para mantener a los intrusos alejados hasta que podamos idear un plan para ir
hasta la frontera con Latvia que es donde podríamos encontrar ayuda. El lado
malo es que mientras recorríamos el camino que nos trajo hasta acá vi unas
huellas de unos vehículos que van justo en la dirección del bosque, lo que
puedo sospechar, pensando positivamente, es que se trate de algunos cazadores
que se dirijan a la zona lo que sería de gran ayuda para nosotros, por otro
lado pueda que los asesinos degenerados que nos desgraciaron la vida ya se nos
adelantaron y llegaron hasta ahí y
quizás tengan una base. Sea cual sea el caso debemos arriesgarnos y
entrar en el bosque, la otra opción es viajar en sentido este, el pueblo más
cercano está a unos diez días de camino y no sabemos con qué nos toparemos en
el camino, sin contar que no tenemos comida, al menos que la pesquemos del rio
lo que no nos garantiza absolutamente nada. ¿Estás de acuerdo? La mujer estaba
atónita escuchando todo lo que le había dicho, la cara de duda que tenía me
hacía pensar que se levantaría del sidecar y se devolvería por donde vino pero
Anna levanto su mirada y sonrió con su boca aun hinchada y tendió nuevamente su
mano – ¡Estoy de acuerdo! – A la vez que tragaba saliva intentando sacar voz de
su estropeada garganta, tendí mi mano y apenas sostuve la de ella para no
estropearla - ¿Gritaste mucho, cierto? – Ella levanto su mirada y asintió a la
vez que borraba su sonrisa de sus labios, sabía que no debí preguntar pero no
pude contenerme - ¡Muy bien Anna! ¿Qué edad tienes? – Levantó su mano con
cuatro dedos y luego con uno - ¿Cuarenta y uno?, ¡Eres Joven, Yo tengo cincuenta
y cinco! - Anna volvió a sonreír pero en
ese instante puso su mano en una de sus mejillas mostrando dolor - ¡Tenemos que
hacer algo por esos dientes sueltos! Abre la boca nuevamente para examinar eso
– Ella abrió la boca y pude ver que eran tres muelas las que se había
desprendido totalmente de la encía - ¡Déjala abierta, tendré que sacarlas para
evitar que se infecten, de lo contrario estarás en problemas – Ella Abrió sus
ojos de par en par en señal de miedo pero a pesar de eso tomé una franelilla
limpia y la coloqué en mi mano para tomar el primer diente sin hacer contacto
directo de mis dedos con su boca, lo moví un poco de lado a lado lo que le
produjo un poco de dolor - ¡Está bastante flojo, No te dolerá! – no había
terminado de decir eso cuando le di un solo jalón fuerte y rápido al diente,
retire mi mano de su boca y dentro de la franelilla había quedado el diente,
Anna cerró la boca por un segundo pasó
su lengua sintiendo que ya no estaba su diente y sorprendida por el poco el
dolor que había sentido sonrió, luego le dije que abriera la boca nuevamente y
repetí el proceso con las otras dos muelas y luego le ofrecí agua para que
lavara su boca y quitara los restos de sangre que tenía, me lo agradeció mucho
y evidentemente se sentía aliviada, de vez en cuando hacía un poco de gárgaras
para limpiar la herida, la hinchazón de las mejillas había comenzado a bajar,
dispuse de un pantalón que llevaba en mi bolso para colocárselo en la cabeza y
cubrirla de forma que el sol no le calentara la cara y evitar que le produjera
dolor o surgiera una nueva hinchazón, esperé unos minutos a que estuviese lista
y coloque en marcha el motor de la Harley y emprendimos el largo camino hacia
el bosque.
A medida que avanzábamos lentamente fui tomando un poco mas de
confianza con ella y ella conmigo y comenzamos a contarnos nuestras historias,
o por lo menos yo le había contado la mía, ella a duras penas hacia preguntas
cortas debido al dolor que sentía en la garganta y de vez en cuando respondía
algunas preguntas que yo le hacía, comenzaba a sentir curiosidad por lo que le
había pasado que a pesar de ser evidente y ya tener una idea, quería saber si
había logrado entender algo de las cosas que decían esos bastardos, quería
escuchar de su boca todo con lujos y detalles para poder obtener la información
necesaria y poder hacerle frente cuando nos llegara el día, el norte era cobrar
venganza por mi hija, y aunque no sabía cuál era la intención de Anna, supuse que
no debería ser muy diferente a la mía. A medida que transcurrieron las horas el
sol comenzó a caer por el oeste, noté que Anna miraba fijamente el ocaso con su
cara recostada en el borde del sidecar, sentí curiosidad por lo que estaría
pensando pero había decido guardar silencio por un rato para darle descanso a
su garganta y a su estropeado cuerpo, había puesto nuevamente la mirada fija en
el camino y a mediad que avanzábamos recordaba algunos momentos felices con
Alicia, no había manera que la pudiera sacar de mi mente a pesar de la
situación por la que estaba pasando, la extrañaba sobre manera. El casi se
ocultaba totalmente - ¡Solo nos queda un día de viaje, Pronto llegaremos al
bosque! – Dije en voz alta, pero no obtuve ninguna respuesta, miré a Anna y
noté que estaba dormida con su boca abierta intentando respirar, la Nariz
también la tenía hinchada a causa de la golpiza que había recibido lo que le
dificultaba respirar, decidí avanzar por un par de horas más y luego ubique un
lugar en medio de la pradera detrás de una roca que había, la brisa era fuerte
y la Roca nos serviría de pared para impedir que nos pegara directamente. Moví
el volante de la moto en todo el radio que me permitía alumbrando detenidamente
los alrededores para verificar que estuviésemos fuera de peligro, luego
descendí de la moto y la pague, tomé una de las linternas que llevaba conmigo y
comencé a inspeccionar el lugar al pie de la roca para hacerlo un poco más
cómodo para el descanso, arranque con mis manos pasto y removí algunas rocas
pequeñas que estaban en el lugar dejando un buen trozo de tierra limpio para
poder dormir un poco, luego volví a la moto para tomar mi almohada improvisada
y vi a Anna que observaba lo que estaba haciendo en silencio, alumbre su rostro
con la linterna para y sus ojos azules hicieron un destello que ella tapo
rápidamente para protegerse la vista haciendo me señas con las manos para que
dejara de hacerle eso, sonreí un poco y terminé de acercarme para tomar mis
cosas - ¡Si ves algo que se mueve entre el pasto avísame inmediatamente, tal
vez se convierta en la cena! – ella asintió con su cabeza con cara de pocas
esperanza y volvió a cerrar los ojos para seguir durmiendo, yo arroje mi montón
de ropa en forma de almohada en el suelo y me tendí con una pequeña manta encima
para protegerme del frío y cerré mis ojos para intentar dormir.
- “Era un edificio alto, podía ver a una joven asomada por el
balcón del tercer piso pidiendo ayuda desesperadamente, las bombas caían por
los alrededores derrumbando estructuras, miré hacia atrás y un grupo de
terroristas encapuchados venía corriendo directamente hacia mí, salí corriendo
y entré al edificio, las escaleras de servicios estaban al lado izquierdo de la
recepción, subí por ellas a toda velocidad para rescatar a la joven que estaba
atrapada en el tercer piso, llegué hasta la puerta y con una patada la derribé
irrumpiendo dentro del apartamento, escuche una voz familiar que gritaba
despavorida desde el fondo de un corredor el cual recorrí a toda prisa hasta
que llegué al balcón donde estaba la joven, un terrorista la sostenía por su
cuello amenazándola con un cuchillo - ¡Déjala ir! ¡Arreglemos esto tú y yo! –
Le dije en voz alta llena de Odio, el dijo algunas cosas y lanzo de un empujón
la joven a un lado y se colocó en posición de lucha sin soltar el cuchillo,
tomé mi cuchillo y comenzamos la lucha a muerte, el se acercó intentado
apuñalarme pero lo tome por el brazo jalándolo hacía mí y pude acertarle un
puñetazo en el rostro y al momento que comenzó a retroceder lo corte en el
pecho con mi cuchillo, el se miro la herida y comenzó a gritar a la vez que se
abalanzaba sobre mí pero no justo cuando me caía encima levante mi cuchillo y
pude atravesarlo por su abdomen a la vez que sostenía su mano armada, Abrió los
ojos y miro fijamente entre los míos hablando en su idioma, luego se levanto
con el cuchillo clavado en su abdomen y saco una pistola que llevaba escondida
y apunto en dirección a la joven que permanecía en el suelo aterrada llorando y
gritando y” - … terminé abriendo mis ojos mirando el cielo estrellado tendido
al pie de la roca en medio de la pradera - ¡Demonios, Otra Pesadilla! - Sentía que mi corazón latía con fuerza,
parecía que realmente había estado luchando con ese sujeto, me incorporé
velozmente y revisé mi reloj – ¡Cuatro y treinta am! – Tomé la linterna que
había dejado cerca y comencé a inspeccionar el lugar para cerciorarme que todo
estuviese bien, miré a Anna que seguía durmiendo cubierta con todo lo que había
en el sidecar para resguardarse del frío - ¡Todo está tranquilo! – dije en voz
baja, volví a mirar el reloj para cerciorarme que efectivamente había visto la
hora correcta, estiré mis piernas un poco para que la sangre circulara mejor y
me puse en pie a esperar que comenzara a salir el sol, el clima aun estaba congelado por lo que tomé
la manta y la pasé alrededor de mi cuello para continuar dándome un poco de
calor, comencé a recoger mi cosas y las coloqué de nuevo en el asiento trasero
de la moto, de pronto Anna comenzó a moverse dentro del sidecar buscando una
posición más cómoda para el descanso, la observe detenidamente y contemple su
hermosura por unos minutos, acomodé algunas prendas sobre ella para cubrirla
bien del frío y volví a mis cosas mientras el sol comenzaba a asomar sus
primero destellos de luz. - ¡Hermoso amanecer! - Subí a lo alto de la roca para
contemplar la salida en primera fila, tomé asiento y me relaje un rato
esperando que se calentara el clima para espantar el frío. Estuve sentado
contemplado el amanecer por algunos minutos hasta que el sol comenzó a irradiar
calor que la brisa hizo llegar hasta donde estaba, me puse en pie sobre la roca
y observe toda la pradera desde lo alto que se había teñido de Naranja a medida
que el sol iba tomando altura en el horizonte, me di la vuelta para descender y
calentar el motor de la Harley para emprender el largo camino, sabía que al atardecer deberíamos estar llegando a
la orilla del bosque, si la moto no dejaba de funcionar antes. Me paré de un
lado y aplique la palanca de encendido lo que hizo que el motor se pusiera en
marcha al primer intento, Anna Se despertó un poco asustada por el movimiento y
el ruido del proceso - ¡Tranquila, es hora de irnos! – se incorporó en el
asiento del Sidecar y luego se dispuso a salir para caminar hasta el rio que no
estaba muy lejos para asearse un poco, me apresuré a ayudarla a salir del
compartimento, se puso en pie aun temblorosa por el dolor que sentía a causa de
los golpes que había recibido, aun así hizo el esfuerzo y caminó hasta el rio y
se inclino en la orilla para tomar agua con sus manos y lavar su cara mientras
yo permanecía detrás de ella vigilante, una vez que terminó la acompañe de
regreso y la ayude a subirse de nuevo al sidecar, tomé los envases para el agua
y los llené nuevamente, regrese a la motocicleta que ya había calentado y
emprendimos el viaje. - ¡Gracias Richard! – Dijo con la voz un poco más clara y
fuerte - ¡No hay de que! ¡Me alegra mucho que ya puedas hablar mejor! - ¡A mí
también me alegra, casi muero por no poder hablar cuando te vi la otra noche! –
Recordé que a duras penas había podido levantar su mano para pedir ayuda y que
por poco le disparo - ¡Es cierto, Gracias a Dios mi instinto nunca falla! –
Ella me miró con una sonrisa en el rostro en señal de agradecimiento - ¡Estoy
Hambrienta, Richard, Necesito comer algo! ¡Mi barriga esta rugiendo como un
león y me siento débil! - ¡Solo quedan algunas galletas de mermelada de fresa,
deben estar en el fondo del sidecar, puedes comerlas! – Ella abrió sus ojos
asombrada y comenzó a buscar las galletas, una vez que las encontró no demoró
mucho en comerlas, colocaba varias unidades en su boca y masticaba con
dificultad a causa del tamaño de las galletas – ¡Despacio, Anna! No se irán a ningún
lado – ella sonrió con la boca llena mientras hacía el intento de tragar todo
lo que había masticado, noté que los moretones que tenía en sus ojos había
comenzado a aclararse levemente, extendí mi mano y doble el retrovisor para que
ella pudiera ver su rostro en el espejo. Comenzó a examinarse la cara a la vez
que seguía comiendo, soltó algunas lagrimas, tragó lo que tenía en la boca y me
miro - ¡Te debo la vida, Richard! ¡Nunca podré pagarte! – ¡No digas eso,
cariño! Nadie le debe nada a nadie, solo espero hice lo que tenía que hacer -
¡No todos hacen lo que se debe hacer! ¡Mírame! - ¡Entiendo lo que dices! Pero
estamos hablando de dos cosas diferentes, Anna. ¡Por cierto! ¿Qué fue lo que
sucedió? – Ella agachó su cabeza y pensó por un minuto, colocó algunas galletas
en su boca y comenzó a relatar lo que había sucedido: - ¡Cuando comenzó el
ataque estaba en mi casa lavando la ropa y tendiéndola en la parte trasera en
donde tengo el colgadero, escuche un ruido que se acercaba y pude ver que
pasaron unos aviones y soltaron las bombas, por un momento pensé que caerían
encima de mi casa, me aterré y Salí corriendo hasta la parte de afuera para
evitar morir pero cuando llegué ahí, vi que venían esos bastardas disparando
por el medio de la calle, soltaban ráfagas de balas en todas direcciones
asesinando a todos los que estaban afuera de sus casas, intenté retroceder pero
sentí que alguien me tomó fuertemente por la cintura y me cargó, comencé a
lanzar patadas y puñetazos para defenderme pero un segundo sujeto comenzó a
golpearme en la cabeza y en la cara con sus puños lo que hizo que perdiera la
noción de las cosas pero aun me mantenía despierta. Luego llego un camión
militar y el sujeto que me llevaba cargada me lanzó a la parte de atrás y otros
que ya estaban arriba me arrastraron por la plataforma hacia el interior, había
algo filoso en el suelo y me arrastraron sobre eso, yo iba de espaldas y ellos
me jalaban por un brazo, sentí como se desgarraba mi piel pero estaba muy
aturdida por los golpes y no podía defenderme, ellos tomaron una cuerda y
ataron mis manos y pies, cuando sentí que me amordazaban comencé a patearlos y
pegarles puños, pero uno de ellos me golpeó nuevamente con sus manos y el otro
comenzó a pegarme con la rifle que llevaba hasta que perdí el conocimiento,
pero no por mucho tiempo, desperté encerrada en la parte trasera de ese camión
rodeada de cinco sujetos que estaban hablando Árabe y reían a carcajada, de vez en cuando se levantaba y sacaban sus
armas por unas ventanillas y disparaban, yo comencé a gritar y a llorar, les
pedía que me dejaran ir, que no me hicieran daño, pero ellos me miraban a
través de sus túnicas y reían a todo pulmón, uno de ellos se acercó y se sentó
sobre mi barriga, y comenzó a tocarme los senos y a golpearme la cara mientras
los otros observaban y reían, uno de ellos llevaba un cinturón envuelto en la
mano y me pegaba cada cierto tiempo por todo el cuerpo, Gritaba y me movía con
fuerza pero el sujeto era muy pesado y me impedía hacerlo, el otro sujeto
terminó de atarme las manos y sostenía la curda estirada para que mis brazos
quedaran por encima de mi cabeza, el otro comenzó a darme golpes en la boca con
sus manos, de pronto escuché un estruendo enorme y sentí un impacto que hizo volar
al camión entero por los aires, impactamos en tierra aparatosamente, uno de ellos cayó sobre mí y luego me
desmayé. Cuando desperté no había nadie en el camión, vi que estaba bañada en
sangre y que la puerta trasera del camión estaba abierta, intente asimilar lo
que había pasado y supuse que me habían dado por muerta, de hecho uno de ellos
yacía muerto a pocos centímetros de mí - ¡Santo Dios! ¿Una Bomba los hizo volar
por los aires? - ¡No lo creo! Cuando logre desatarme las manos, lo que pude
lograr gracias a un pedazo de lamina desprendida que había quedado y luego mis
pies, ya no estábamos en el pueblo, el camión yacía con las ruedas apuntando al
cielo y tenía un enorme abollón en la parte delantera de la cabina, Parecía que
una bala de camión antigua extremadamente grande nos había impactado, los que
conducían también estaban muertos - ¿Un Abollón? ¡Qué extraño! ¿No te fijaste
en nada más? - ¡No Richard, como viste a duras penas pude caminar, pasaron
horas y solo pude avanzar unos cincuenta metros de distancia, luego vi que otro
camión se acercaba y me lancé al pasto para ocultarme, revisaron el lugar en
donde había quedado el camión y luego lo engancharon en la parte trasera del
otro y se lo llevaron arrastrado, luego me volví desvanecer entre el pasto
hasta que el sonido del motor de tú moto me despertó, vi que pasaste cerca de
donde estaba tirada pero pasaste de largo, luego te detuviste lo que me dio
fuerzas para acercarme y pedirte ayuda, caminé como perro para llegar hasta
donde me encontraste - ¡Un verdadero Milagro, Anna! - ¡Si, así lo he estado
definiendo! - ¿Tu familia? ¿Dónde está? - ¡No tengo familia, mis padres
fallecieron hace años y no estoy casada, vivía sola en casa y trabajaba en la
tienda de conveniencia que estaba cerca de la estación de servicio! - ¿En
serio? ¡Yo solía comprar allí! No recuerdo haberte visto antes - ¡Si
frecuentabas la tienda de noche de seguro ya nos habíamos visto! - ¡Lo dudo,
Anna! Luego que salí del Ejército mantuve la costumbre de dormir antes de las
10 pm y despertar apenas salía el sol - ¡Ya lo creo! Esta mañana te vi sobre la
roca contemplando el amanecer - ¡Si, a veces lo hacía en casa con mi hija! La
asesinaron y… - ¡Si, Richard! Ya me lo contaste ¿Recuerdas? - ¡Lo recuerdo! Es
solo que no puedo sacármela de la mente, he tenido pesadillas estas últimas
noches - ¡No se podía esperar menos señor Richard! ¡Una pérdida de ese tamaño
no se cura fácilmente! ¡Solo el tiempo ayudará! – Agache mi cabeza entristecido
mirando fijamente la rueda delantera de la moto que avanzaba lentamente por la
pradera, la historia de Anna era sorprendente, y definitivamente Dios la Salvó
de las garras de esos bastardos, de lo contrario su fin hubiera sido igual o
peor que el de Alicia, Me alegró mucho saber que pudo sobrevivir. - ¿Está
seguro que no quieres galletas? ¡Las comeré todas si no te decides ahora! –
Noté que Anna sonreía con su brazo estirado ofreciéndome las galletas - ¡Está
bien! Pero solo comeré una – Tomé la galleta y la comí de un solo bocado para
no sentir mucho el sabor que dejaban en mi boca -¡Ya sé que no le gustan Señor
Richard, pero es cuestión de supervivencia! – La miré por un segundo mientras
ella continuaba riendo con sus labios un poco menos hinchados, Además vi que
las marcas que tenía en las muñeca también habían comenzado a aclararse
levemente - ¿No tienes hijos? – Pregunté para romper nuevamente el silencio -
¡No, señor Richard! ¡De hecho tampoco tengo novio! - ¡Una chica tan hermosa
como tú! ¿Sola? Eso es difícil de creer, Anna! – Deberías Creerlo, hace algunos
años tuve un Novio, iba a casarme con él pero unos meses antes de la boda lo
conseguí acostado con su mejor amigo, me decepcioné y decidí quedarme sola -
¡Lo Siento mucho, Anna, No sabía que…! - ¡No te Preocupes, eso fue hace años! –
La mire apenado mientras ella tenía la vista clavada en la pradera, vi como el
viento hacía volar sus cabellos rubios que rápidamente me recordaron a Alicia -
¡Se que hay alguien esperando conocerte y te hará feliz! - ¡Yo también tengo
las esperanzas de que llegue alguien, pero mientras tanto solo vivo mi vida al
máximo! O eso intentaba hasta que llegaron estos dementes – Aquellas palabras
sonaron dolorosas, note que salían algunas lágrimas de sus que secó con su
antebrazo.
La tarde había comenzado a caer, algo que esperaba con ansías, a
lo lejos se había comenzado a divisar el borde del bosque, el clima comenzó a
cambiar rápidamente y una fría brisa comenzaba a azotarnos, miré a Anna y noté
que se había cubierto con las prendas que estaban en el sidecar - ¡Ya falta
poco! Al finalizar la tarde deberíamos estar entrando al bosque – Ella me miró
y sonrió, luego se quedó pensando en algo por unos segundos y cuando estuvo a
punto de pronunciar las palabras se detuvo y arrepintiéndose volteó su mirada a
la pradera nuevamente - ¿Qué Querías preguntar? - ¡Nada, solo quería saber si
tenías frío! - ¡No, ya estoy acostumbrado a este clima! ¡Pero dudo mucho que
fuese eso lo que querías saber! – No Dude Mucho señor Richard, por lo general
no me cuesta preguntar - ¡Eso espero, de ahora en adelante somos un equipo, la
comunicación debe ser una prioridad! – Ella me miró y volvió a mostrar su
sonrisa a la vez que se acobijaba hasta el cuello, no dejaba de recordarme a mi
hija, eran muy parecidas, Alicia nunca tuvo ningún inconveniente en decir lo
que sentía sobre todo cuando le molestaba algo, a veces pasaba por imprudente
al decir directamente y sin muchos atajos las cosas. Miré el panel de
instrumentos de la motocicleta y el indicador de la Gasolina marcaba un poco
menos de la mitad, hice un cálculo rápido de la distancia que nos quedaba por
recorrer y supuse que apenas alcanzaría para llegar al bosque y que luego
tendríamos que cargar las cosas y caminar hasta conseguir un lugar adecuado
para acampar, me detuve por unos minutos y pague el motor para que descansara
un poco mientras estiraba las piernas, ya podía sentir que las rodilla me
reclamaban la horas en la misma posición, Anna me miró con cara de preocupación
y pregunto: - ¿Sucede algo, Richard? - ¡Oh no, nada! Es solo que necesito darle
algo de descanso a mis rodillas y a mi espalda. Sufro de Artritis - ¡Entiendo!
¿Podrías ayudarme a salir de aquí? También me gustaría estirar un poco mi
cuerpo, ¡ya siento que calambres! – ¡Por supuesto! – Me incline par que ella
tendiera sus brazos alrededor de mi cuello para luego ayudar a levantarla, mire
su espalda y note que había sangrado un poco por la herida - ¡Estás sangrando
nuevamente! – Ella tendió su mano hasta el lugar y palpo explorando la herida y
luego se miro la mano - ¡Tienes Razón! ¡Había olvidado por completo que estaba
ahí! – recogió un poco la camisa que le había colocado y la enrolló justo
debajo de sus senos dejando descubierto su abdomen y la parte en donde tenía la
herida, aun se podían ver los golpes que
le había propiciado y en algunos lugares de su espalda había marcas de un
cinturón, lo que confirmaba la historia que había contado, ella se dio la media
vuelta dándome la espalda - ¿Podrías colocar más cinta adhesiva? - ¡Claro,
intenta quitarte esa que tienes puesta sin jalar muy duro para evitar que se
abra nuevamente y sangre mas mientras yo busco algo para limpiarte y volver a
colocarte más cinta – Ella siguió mis instrucciones mientras intentaba recordar
en donde había colocado la cinta que había sobrado, revise rápidamente entre
las cosas que llevaba atadas en el asiento pero no la pude ubicar, luego miré
rápidamente dentro del sidecar y noté que estaba en el fondo de todas las cosas
que estaban allí dentro, la tomé y luego con un poco de agua limpie la herida y
le volví a colocar la cinta adhesiva - ¡Listo, como nuevo! - ¡Gracias, eres un
excelente doctor! – Sonreí un poco y luego me aleje del lugar para caminar un
poco pero manteniendo una distancia prudente, eché un ojo por los alrededores
en búsqueda de algún peligro pero todo estaba en orden, miré al cielo y vi que
algunas nubes grises comenzaban a acercarse rápidamente lo que anunciaba
lluvia, mire hacia la moto y vi que Anna estaba haciendo una especie de
ejercicios para estirar sus músculos, regresé rápidamente al lugar en donde se
encontraba - ¡Tenemos que irnos, se aproxima una lluvia! – Ella miró al cielo y
asintió con su cabeza y luego comenzó a meterse en su lagar para continuar el
viaje, encendí la motocicleta y emprendimos el camino pero esta vez iba un poco
más veloz, no quería que esa lluvia nos cayera encima con este frio, podríamos
enfermar y no contábamos con ningún tipo de medicinas, si llegamos al bosque
podremos ingeniar algo para cubrirnos. Aceleré lo más que pude y vi que Anna se
aferraba fuertemente dentro del sidecar a la vez que miraba la rueda sin caucho
salta bruscamente - ¿No crees que es peligroso ir a esta velocidad? - ¡Prefiero
que salten algunas piedras antes que tengamos que mojarnos en la lluvia! Si
enfermamos estaremos fritos – Ella me miró por un segundo a la vez que hacía el
intento de aferrarse fuertemente, había cubierto su cabeza con pantalón para
evitar que las piedras le hicieran daño en el rostro. Llegamos a un punto en la
Pradera en el que había un camino de tierra libre de pasto, dirigí la moto para
tomarlo y noté que habían huellas de vehículos lo que hizo me preocupo un poco
nuevamente, decidí seguirlas porque de seguro marcaban la ruta más acertada
para entrar al bosque pero no tenía intensión de seguirlas una vez que
estuviésemos dentro, mi plan era desviarme del camino y buscar un lugar seguro
para hacer un refugio improvisado y encender fuego para pasar la noche lo más
calientes posibles, sabía que la temperatura en el bosque descendía más de lo
normal. No te que nos acercábamos rápidamente al bosque pero que las nubes
grises ya había cubierto toda la pradera y amenazaban con iniciar la descarga
de agua - ¡Debemos hacer algo para cubrirnos, Anna! ¿Crees poder ayudarme? –
Ella me miró y dijo levantando la voz para que pudiera oírla, pues el viento
dificultaba que se escuchara bien - ¡Claro que si, Capitán! ¡No estoy inválida!
– le sonreí un poco y volví a clavar la mirada en el camino. El sol ya había
sido cubierto completamente y la tarde ya comenzaba a hacerse noche, quedaba un
poco menos de dos kilómetros para llegar, el bosque podía verse desde ese
lugar, acelere aun mas para llegar con algo de luz y poder trabajar mejor en el
refugio.
Llegamos al borde al final del camino y las huellas de los
neumáticos, había un enorme tronco y una piedra arrojada justo al borde del
bosque encima de la huellas, supuse rápidamente que eran para ocultar la
entrada por ese lado, descendí de la moto y me acerque al tronco para echarlo a
un lado y poder pasar con la moto que aun funcionaba pero no pude, era muy
pesado, luego intente mover la roca y a duras penas la hice rodar a un lado,
tuve que hacer un esfuerzo tremendo y sentí que casi se me salen los ojos de la
cara - ¡Rayos! ¡Si que está pesada! – Anna me miraba desde la motocicleta con
cara de angustia - ¿Estás bien? – Me preguntó mientras regresaba a la
motocicleta para introducirla en el bosque - ¡Si, un poco cansado pero bien! –
Le dije a la vez que intentaba recobrar el aliento. Ella notó que mi cara se
había tornado roja y que me faltaba el aire - ¡Parece que vas a sufrir un
infarto! ¿Seguro que estás bien? - ¡Todo orden, Anna, Andando! – Puse en marcha
la moto y entramos al bosque, avanzamos por unos minutos hasta llegar a un
claro, pasé en medio pero me pareció que no estábamos muy cubiertos de las
nubes y decidí seguir avanzando, al poco tiempo pude ver una pared pequeña de
arbustos justo en medio del camino que aun seguía marcado, me detuve y me
acerque a pie para inspeccionar mejor, se trataba de un enorme hueco con una
caída de unos veinte metros aproximadamente que estaba cubierto por los
arbustos, dispuesto como si fuese una trampa natura - ¡Si no me hubiese
detenido, estaríamos en el fondo de esto! – Anna me miró con cara de dudas -
¿Qué hay? - ¡Una caída mortal, los arbustos están tapando un hueco que hay en
ese lugar, pero se me ocurre que si logramos bordearlo podemos acampar del otro
lado y lo usaremos como trampa para cuidarnos de los oso y demás animales! –
Ella asintió con su cabeza y me hizo señas para que siguiéramos. Comencé a
bordear el hueco y hasta vi dos árboles que estaban lo suficientemente cerca
uno del otro como para construir un techo y poder cubrirnos, me acerqué con la
moto y justo en ese momento el motor se detuvo por si solo - ¡Había tardado en
hacerlo, se acabo el combustible! – Anna miró la moto entristecida - ¡La voy a
extrañar! - ¡Yo También! ¡Manos a la obra, ve recolectando leña para hacer
fuego mientras yo improviso un techo con estos árboles, no te alejes mucho,
recuerda que hay peligros! – Ella descendió de la moto y comenzó a examinar
detalladamente el lugar a medida que
caminaba lentamente, saque una cuerda que llevaba y tejí una especie de maya de
huecos grandes, luego conseguí ramas y hojas de los árboles y las entretejí en
la maya haciendo una especie de techo, lo sujeté fuertemente entre los dos
árboles y luego hice una especie de caída en la parte de atrás para permitir
que el agua escurriera y no quedar acumulada en las hojas del techo, clave unas
estacas en el suelo y sujete el techo con mas cuerda para que la brisa no lo
arrastrara. Saque de mi bolsillo la caja
de cigarrillos, tomé uno y comencé a frotarlo entre mis manos para que saliera
el tabaco y usarlo como yesca para encender el fuego, miré por los alrededores
pero no pude ver a Anna - ¿Estás Bien? – Grité para saber en donde se
encontraba - ¡Si, ya voy de regreso! – Venía desde la parte de atrás con los
brazos llenos de leña, me acerque para ayudarla - ¡Excelente! ¡Qué rápido
hiciste eso! – Exclamo sorprendida por lo que había hecho con el techo – ¡No
fue nada, en el ejército lo hacíamos más rápido quedaba mejor, he perdido
practica pero como verás el conocimiento sigue intacto! - ¡Eres mi Héroe,
Richard, Quedó esplendido! – Justo en ese momento comenzaron a caer las
primeras gotas de agua, rápidamente sacamos las cosas del sidecar para
cubrirnos y resguardarnos del frío, el resto de las cosas las encerré
completamente en el bolso de exploración para que no se mojaran y luego comencé
a encender el fuego, por fortuna el yesquero nos facilitó el trabajo, encendí
la yesca y colocamos la leña encima para que comenzara a arder, abanicamos un
poco y el fuego comenzó a tomar altura - ¡Debemos alimentarlo constantemente
Anna! La lluvia podría apagarlo si lo descuidamos – Ella asintió y comenzó
lanzar trozos de madera pequeños cada cierto tiempo para que la llama se
mantuviera lo más grande posible a medida que el aguacero caía en el bosque
incrementando el frío en el ambiente. Tomé las linternas y le di una a Anna para
que pudiera ver en la oscuridad y la otra me la quedé para poder ver también,
tomé el arma de mi cintura le quite el seguro y la cargué, la mantuve cerca
para reaccionar rápido en caso de que un oso u otro animal decidiera molestar,
sin duda alguna terminaría siendo la cena aunque me preocupaba más el hecho de
que un oso pudiera atacarnos.
La noche había caído en el bosque, Anna estaba literalmente
Congelada al igual que yo lo que nos hizo sentarnos muy cerca uno del otro para
darnos calor corporal, la lluvia había cedido un poco pero aun continuaba
cayendo, Gracia a Dios el techo no había permito que nos mojáramos lo que ya
era bastante bueno, una bronquitis sería fatal sin ningún tratamiento
disponible, de pronto Anna Recostó su cabeza sobre mi hombro y comenzó a cerrar
sus ojos por el cansancio - ¡Tengo sueño pero los nervios de estar aquí no me
dejan Dormir! - ¡No te preocupes, descansa! Yo vigilaré esta noche y descansaré
un poco en lo que salga el sol - ¡Eso intento, pero no puedo! ¡Hace mucho frio!
– Incliné mi cabeza sobre la de ella y la abracé para transmitirle más calor,
noté que sus manos estaban congeladas, así que las coloqué debajo de mis
brazos, entre mis axilas que se mantenían calientes aun - ¡Gracias! Se siente
mucho mejor – La miré sonriendo un poco y esperé a que se durmiera a la vez que
contemplaba como la lluvia iba perdiendo fuerza y las nubes se iban disipando
dando paso a un cielo estrellado hermoso, comencé a recordar nuevamente a mi
pequeña Alicia – “¡Donde quieras que estés, nunca te olvidare hija mía!” –
pensaba en voz baja recordando cosas y momentos vividos, agregué un poco más de
leña al fuego para que tomara fuerza e hiciera un poco de humo para espantar
los insectos que a causa de la lluvia habían comenzado a salir y nos atacaban
ferozmente. Había algunas luciérnagas por el lugar y recordé que cuando era
niño solía capturarlas para encerrarlas en un frasco de Vidrio y luego las
agitaba para que alumbraran y hacer mi propia linterna, algo que le había
enseñado también a Alicia pero ella me decía que era muy cruel, que las
luciérnagas de seguro estarían sufriendo dentro de ese frasco. Era una
Protectora de la naturaleza, una vez llegó a casa con 4 cachorros de perro que
consiguió en la basura, dijo que algún despiadado se había deshecho de los
animales y los había dejado abandonados, ella los recogió y los alimento por un
tiempo y cuando estuvieron más grande se aseguro de conseguirle hogar a cada
uno de ellos. Su instinto maternal estaba muy bien desarrollado a su corta
edad, algo que había heredado de su madre y probablemente de su abuela, aunque
no llegué a conocerla en vida, mi esposa contaba que se había dado la tarea de
recoger a niños de las calle y les daba hogar y comida hasta que pudiera
reubicarlos en familias. Miré a Anna que se había quedado dormida con sus manos
entre mis axilas e intenté colocarla en una posición más cómoda para que
descansara mejor pero al ella volvió a colocarse como estaba, se aferraba a mí
con fuerza en búsqueda de calor, la miré por unos minutos hasta que se quedó
quita nuevamente y no volví a molestarla más, eché unos trozos más de leña en
el fuego y me incliné hacia atrás recostándome de uno de los árboles para poder
darle reposo a mi espalda que ya comenzaba a quejarse también. No me había dado
cuenta de lo rápido que pasan los años y lo estropeado que estaba mi cuerpo, de
pronto aviste entre un arbusto un par de ojos, encendí mi linterna para
alumbrar hacia el lugar y vi que era un jabalí, de tamaño mediano, me quité de
encima a Anna lo que hizo que se despertara, le hice seña para guardara
silencio mientras apuntaba hacia el arbusto, ella miró los ojos destellantes del
animal entre el arbusto y puso cara de asombro, luego me miro adivinando mis
intenciones y me hizo seña para que lo atrapara. Me puse en pie sin emitir
ningún sonido y me fui acercando lentamente hasta el arbusto con mi cuchillo de
carnicero en la mano, cuando estuve lo suficientemente cerca del arbusto di un
brinco en forma de clavado y caí sobre el animal para impedir que escapara, emitió
un sonido infernal, lo abrace por el cuello y clave el cuchillo justo en sus
costillas, luego retiré el cuchillo aun sosteniéndolo por el cuello a la vez
que el animal daba lucha y lloraba fuertemente, di un giro y lo aferre también
con mis piernas ejerciendo presión para que no se soltara y volví a enterrar el
cuchillo en sus costillas un poco más debajo de donde lo hice la primera vez,
el cerdo gruño y lucho por unos minutos y luego murió - ¡Me levante todo bañado
en sangre, estire mi cuerpo y sacudí un poco el barro que se me había pegado en
el cuerpo, tomé al cerdo rápidamente y me aleje del campamento para destriparlo
lejos del lugar en que estábamos, de manera que si un lobo o un oso olía la
carne no llegara directamente hasta el campamento, destripé al animal y luego
lo temé por una pata y regresé para cocinarlo. Cuando llegué Anna estaba
sentada esperándome, se asombro mucho por el estado en que había quedado por la
lucha con el animal - ¡Al menos valió la pena! – Dijo a la vez que miraba al
cerdo con la misma hambre con la que yo lo había matando, sonreí y comencé a
hacer un asador con algunas ramas que aun quedaban, no tenía intención de
esperar para comerlo. Dos horquetas que enterré en el suelo encima de la fogata
a una distancia prudente y una rama con la que atravesé el cerdo de cabeza a
rabo bastaron para que lo pudiera colocar encima del fuego, nos sentamos alrededor
de la cena a la vez que la pinchábamos para que se cocinara bien, las llamas se
reflejaban en los claros ojos de Anna que contemplaba al cerdo con la mente en algún
lugar de sus recuerdo, permanecía callada, esperando pacientemente poder hincar
los dientes sobre la cena que tanto nos hacía falta, gracias a Dios aquellas
latas de maíz y champiñones nos dieron algo de fuerzas para soportar el largo
viaje - ¿Te gusta el cerdo bien cocido o término medio? – Le dije en voz suave
para quebrar el silencio que se había apoderado del lugar dejando solo el
sonido de las brasas que estallaban suavemente a medida que la grasa que
soltaba la carne caía encima de ellas - ¡Sinceramente no acostumbro a comer
cerdo, señor Richard! Intento mantener una dieta sana y libre de grasa, pero
después de todo esto mi cuerpo está pidiendo a gritos esa carne. No tendré problemas
para comerme al menos la mitad del cerdo - ¿La mitad? Son 15 kilos de carne
para ti sola ¿Crees Poder con todo eso? – Ella sonrió a la vez que recogía sus
piernas para apoyar sus brazos y cabeza, El cielo se había despejado totalmente
después de soltar el torrencial que dio paso a una noche tranquila, el suelo
del bosque se había vuelto fangoso lo que dificultaba caminar sin resbalar, me
incorporé un poco sin levantarme y m acerque al cerdo, tomé mi cuchillo y le
hice un corte a unas de las piernas traseras lo suficientemente grande para que
pudiéramos comenzar a comer los dos, Anna cambió el rostro inmediatamente y
noté como su mirada se tornaba brillante por el deseo de comer aquel trozo de
carne, le acerqué el cuchillo la deje degustar de la cena, que devoró con gran
rapidez a la vez que sonría después de dar cada mordisco - ¡Esto Sabe a Gloria
Richard! – Exclamó mientras yo la veía y sentía una gran satisfacción por haber
saciado el hambre, esperé pacientemente a que terminara y luego corte carne y
comencé a comer - ¡Alcanzara para un par de días! Apenas salga el sol nos
concentraremos en el refugio – Le dije mientras ella miraba como yo comía.
Apenas terminé de comer comencé a bajar el fuego de la fogata para que la carne
se cocinara lentamente el resto de la noche y no perder lo que quedaba, Anna se
acurrucó al pie de uno de los arboles cubriéndose con la ropa y cerró los ojos
para descansar, sabía que me tocaba velar el resto de la noche para evitar los
peligros que pudieran acecharnos así que sin pensarlo mucho volví a tomar mi arma y mi linterna y me recosté sentado al pie del otro árbol a esperar que
saliera el sol – “¡Mañana será un día muy duro!” -